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  • El habla y la salvación
    La Atalaya 1960 | 15 de octubre
    • no chismeaba ni calumniaba. Estaba dedicado a la obra de Jehová y tenía que desempeñar una comisión en un corto tiempo. Atendió a los asuntos de su Padre, usando su habla para la salvación de los que querían escuchar. Era conversación que siempre edificaba para salvación a los que estaban a su alrededor. Él reveló los juicios de Jehová contra los inicuos y fue intrépido en el habla aun delante de sus enemigos. Sabia ser prudente y cuándo hablar. De modo que reflejó su enseñanza procedente de Jehová mostrándonos como Jehová le había enseñado a hablar y enseñar, y revelando lo que abundaba en su buen corazón cada vez que abría la boca. Aquí está el modelo que debemos seguir. ¡Háganse imitadores de Dios y de Cristo Jesús!

      17. (a) ¿Qué debe ocupar el tiempo que empleamos en hablar ahora? (b) ¿Por qué tiene que ser nuestra meta el habla dominada siempre y que aprendemos de la experiencia de Moisés en Meriba?

      17 ¡Hay tantas cosas buenas que decir en cuanto a Jehová Dios y las bendiciones de su nuevo mundo! Jehová nos está diciendo estas cosas buenas por medio de su Palabra y mediante su organización visible. Verdaderamente nunca hay bastante tiempo para aprender todo lo que deberíamos querer saber. Entonces ¿cómo puede algún cristiano hallar tiempo para enredarse en habla mundana o habla infructuosa y perder su tiempo de esa manera? (Col. 4:5, 6) Tiene que haber gobierno de uno mismo; Jehová está escuchando. (Sal. 59:7, 12, 13) Aun cuando nos ocupamos de los asuntos de Jehová tenemos que hablar con cuidado, para alabanza de Dios. A Moisés no se le permitió entrar en la Tierra Prometida para disfrutar de la vida allí porque pecó con su habla en Meriba.—Núm. 20:10-12.

      18. Para la salvación, ¿qué trataremos de hacer con la ayuda de Jehová?

      18 Es hora de refrenar nuestros pensamientos y gobernar nuestra habla para que no tengamos una lengua semejante a un caballo desbocado que lleva el freno arrastrando por el suelo. No tendremos un instrumento ardiente de chismear que se asemeje a un fósforo encendido en un bosque seco. Más bien, tendremos cuidado de no perder de vista la importante obra de predicar y enseñar. Nuestra meta será imitar a Jehová y Cristo en el uso de nuestras facultades de pensar y hablar para la salvación de otros. Para esto pedimos la ayuda de Jehová en un esfuerzo por agradar al Dador de vida, porque no podemos efectuar todo solos. Haga de esto su oración: “Los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser agradables delante de ti, oh Jehová mi Roca y mi Redentor.”—Sal. 19:14.

  • El nombre de Dios
    La Atalaya 1960 | 15 de octubre
    • El nombre de Dios

      En su Tratado n.° 12, publicado en La Paz, Bolivia, los sacerdotes Maryknoll francamente admitieron que el nombre de Dios es Jehová. Hay traducciones católicas de la Biblia en que el nombre de Jehová está excluído por completo, pero el tratado católico a que se hace referencia explica lo que sigue:

      ‘Este precepto [el 2do mandamiento] nos manda no abusar del nombre de Dios. Los judíos del Antiguo Testamento le tenían tanto respeto al nombre de Dios que empezaron a evitar el pronunciar ese nombre. En el libro de Levítico leemos: “Quien maldijera el nombre de Jehová será castigado con la muerte”. En ese tiempo el castigo por “tomar el nombre de Dios en vano” era la muerte. Por esa razón, Moisés mandó que los blasfemadores, que toman el nombre de Dios en vano, fueran muertos a pedradas por el pueblo.’

      ¿Contiene el nombre de Dios la versión de la Biblia que usted usa? Su nombre sí se halla en las Escrituras Hebreas originales, más de 6,800 veces.

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