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Adoración del Diablo y catolicismo en Bolivia¡Despertad! 1971 | 8 de diciembre
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Adoración del Diablo y catolicismo en Bolivia
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Bolivia
EL TÍO es como lo llaman los mineros. Pero a quien aluden de ese modo es al Diablo.
Lo más notable en cuanto a éste que la gente llama El Tío dentro y alrededor de la elevada ciudad minera de Oruro, Bolivia, es la manera en que le rinden adoración personas que profesan la religión católica. Hasta se celebra allí una “diablada” cada año en el fin de semana que antecede a la cuaresma.
¿Cómo comenzó todo esto? ¿Y cómo llegó a adoptarse esta adoración del Diablo en el catolicismo regional de estos bolivianos?
Antigua leyenda indígena
La ciudad de Oruro obtiene su nombre de los urus, una tribu indígena que vivía en esa zona cuando los conquistadores españoles entraron en América del Sur. Además de adorar al Sol, la Luna, las estrellas y la Tierra, los urus adoraban a un dios llamado Huari (también conocido por los bolivianos de habla quechua como Supay), el dios del averno y de la riqueza mineral que se encuentra en su dominio subterráneo.
Una leyenda de los urus dice que Huari resolvió castigarlos por haber abandonado el modo de vivir malo simbolizado por este dios del averno. Huari reunió a una poderosa serpiente, un lagarto enorme, una rana monstruosa y una horda de hormigas y las hizo converger desde diferentes direcciones en la pacífica tribu india. Entonces, en el momento crítico, dice la leyenda, una hermosa Ñusta (virgen joven) apareció para salvar a los urus, derrotando a las fuerzas variadas de Huari y echando a éste bajo tierra.
Amalgamación con el catolicismo
¿Dónde, pues, entra en el cuadro el catolicismo? Entró con los invasores españoles y la conversión a la fuerza de los indios a la fe católica. Pero las antiguas leyendas y la adoración antigua continuaron. A Ñusta se le llegó a conocer como la “Virgen del Socavón,” la patrona de todos los mineros. Supuestamente los protegía cuando penetraban en la tierra para extraer estaño y otros metales, llegando a estar así al alcance del dios del averno, Huari. Sin embargo, para protección adicional los mineros hacen con regularidad ofrendas a Huari (ahora llamado El Tío), especialmente el primer viernes de cada mes.
Mostrando la fusión de la adoración del Diablo con el catolicismo, un artículo en La Patria (8 de febrero de 1970) dice: “En América, la clerecía peninsular [los que vinieron de España], ante la imposibilidad de extirpar la religión autóctona, terminó por permitir que los urus sigan adorando al Supay [o Huari] en el interior de las minas . . . y ‘cubre las creencias indígenas con un barniz católico’ en palabras de Ambrossetti.”
El Dr. Augusto Beltrán H., autoridad sobre las costumbres del carnaval de Oruro, las compara con las de las fiestas romanas paganas a dioses como Saturno y dice que “el Dios . . . del carnaval romano ha sido reemplazado aquí por Lucifer, el Huari de los urus, el Supay de los quechuas.”
Pero en Oruro a Lucifer (el Diablo) lo ponen a colaborar con la Virgen, porque las ofrendas que se hacen a Huari (El Tío) llegan a ser ofrendas hechas a ella. Como sigue diciendo el artículo de La Patria: “ . . . la ofrenda . . . de oro y plata extraídos de los dominios subterráneos . . . [la llevan] los diablos [hombres en indumentaria de diablo] a la plaza del Socavón, donde se levanta el templo de la Virgen homónima. Con esa vajilla y joyas de oro y plata . . . se arman cientos de arcos bajo los cuales pasarán procesiones encabezadas por sacerdotes e integradas por diablillos, con Lucifer por guía.”
Búsqueda de seguridad de los mineros
La vida no es fácil para los mineros de Oruro. Se levantan a las cinco de la mañana, y muchos solo comen pan y beben café antes de dirigirse a su dura labor en las minas. Algunos mastican hojas de coca (que contienen la droga cocaína) para amortiguar los dolores del hambre y no sentir el frío. Su trabajo estrenuo dura de ocho a doce horas, con tiempo al mediodía para una comida sencilla, pero caliente, que les envían sus esposas a las minas. Para que la vida no se les haga más difícil, a muchos les parece que tienen que seguir las costumbres supersticiosas que les han transmitido sus antepasados, incluso la devoción al Tío.
Además de las ofrendas especiales del carnaval, los mineros católicos periódicamente llevan a las minas ofrendas para El Tío... quizás alcohol, hojas narcóticas de coca o cigarrillos. Si ocurre un accidente grave en las minas, quizás traten de aplacar al Tío sacrificando una llama o dos dentro de la mina y rociando la sangre alrededor.
¡Qué raras parecerían muchas de estas prácticas a los católicos de Nueva York, París o Munich! Sin embargo son típicas de la práctica de acomodar el catolicismo a las prácticas paganas para más fácil atracción de la población nativa al yugo de la Iglesia. Muy diferentes realmente del principio que puso de manifiesto enfáticamente el apóstol Pablo, que dijo: “¿Qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial [el Diablo]?”—2 Cor. 6:14, 15.
A pesar de su devoción a la Virgen del Socavón, junto con la que se rinde al Tío, la religión ejerce poca influencia en la vida cotidiana de la mayor parte de los mineros. La influencia de la Iglesia va disminuyendo constantemente a medida que cada vez más mineros, al no hallar consuelo ni esperanza genuinos, se apartan a grupos políticos y al comunismo, buscando en vano algo mejor.
Felizmente, muchos están oyendo las buenas nuevas de algo verdaderamente mejor, al recibir información acerca de la adoración pura del Dios verdadero que se enseña en la Biblia. Por medio de estudios de la Biblia gratuitos que los testigos de Jehová conducen en sus hogares muchos están aprendiendo ‘la verdad que liberta’ (Juan 8:31, 32), llegando a liberarse de costumbres esclavizantes y temores supersticiosos. En vez de confiar en las promesas políticas, están cifrando la confianza de todo corazón en el reino de Dios como el único gobierno que ciertamente traerá condiciones mejores.
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¿En qué estaba interesado?¡Despertad! 1971 | 8 de diciembre
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¿En qué estaba interesado?
● Una señora de Fort Pierce, Florida, le dijo a un testigo de Jehová que su esposo rehusaba ir a la iglesia. Explicó por qué. Su predicador los había visitado en su casa cierto día. Al enterarse de que financieramente no podían contribuir a la iglesia debido a gastos de atención médica en que recientemente habían incurrido, el clérigo se fue, diciendo: “¡Cuando tengan los recursos, los veremos en la iglesia!”
¡Qué diferente del apóstol Pablo, un ministro fiel de Jehová Dios, cuyo interés principal en las personas era su bienestar espiritual!—Efe. 1:15-19.
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