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El desastre azota a Atenas¡Despertad! 1981 | 8 de septiembre
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es una garantía de que serán preservados por poder divino a través de toda esa clase de calamidades. Pero dan gracias a Dios cuando son preservados con vida y procuran dar buen uso a los días adicionales de vida de que disfrutan. Sin embargo, en el caso de que alguno de sus seres queridos muriera, tienen confianza en la promesa de Dios de que habrá una restauración a la vida al debido tiempo mediante la resurrección. (Juan 5:28, 29; Hech. 24:15) En cuanto a la sacudida que resulta de la pérdida de posesiones materiales, ésta es aliviada por la ayuda amorosa que viene espontáneamente de los hermanos cristianos cuando se enteran de la necesidad de sus hermanos.
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Enfoque sobre la iglesia filipina¡Despertad! 1981 | 8 de septiembre
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Enfoque sobre la iglesia filipina
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en las Filipinas
POR varios meses hubo gran expectación entre los 40 millones de católicos filipinos a medida que se acercaba la segunda visita del cabeza de su iglesia. Literalmente millones de personas vinieron a ver al papa Juan Pablo II. El gobierno declaró dos días de fiesta, se cerraron las escuelas y las calles se llenaron de personas que trataron de echar un vistazo al papa durante su visita de seis días, del 17 al 22 de febrero de 1981.
Pero, ¿era esta aparente demostración de celo piadoso una señal de que la Iglesia Católica se hallara en condición saludable? Es bastante revelador escuchar los comentarios de los filipinos, los que en su mayoría son católicos.
Una minoría activa en la religión
El director de la revista Weekend, Neal H. Cruz, al comentar sobre la razón por la cual la revista estaba dedicando tanto espacio a la visita del papa, señaló a un problema existente: “La razón es que, aunque después de 460 años de cristianización el 85 por ciento de la población de las filipinas es católica, la condición de la Iglesia Católica filipina no es del todo buena. Se ha calculado que solo un 10 por ciento de los católicos filipinos asiste a misa.”
J. T. Gatbonton, columnista de Asiaweek, al señalar a esta misma pérdida de miembros activos, observa una causa fundamental de este problema, pues dijo: “En las Filipinas, como en la América Latina, tanto la nueva clase media de las ciudades como los labradores migratorios de la clase pobre están abandonando en masa la iglesia establecida porque les parece que ésta tiene cada vez menos importancia en sus vidas. Esta deserción se refleja en la pérdida de vocaciones [o llamadas divinas a individuos] y en la merma de la asistencia a las iglesias.” Esta pérdida de vocaciones religiosas ha llegado a tal punto que, como declaró recientemente el sacerdote Marciano Guzmán: “Hay escasamente unos 2.000 sacerdotes diocesanos para atender las necesidades espirituales de 40 millones de católicos.”
Teodoro Valencia mencionó otra razón por la cual un número bastante grande de católicos ha dejado de ir a la iglesia, al escribir en su columna diaria: “La razón por la cual muchos católicos romanos no van a la iglesia ni siquiera los domingos ni en los días de observación obligatoria es que muchos sacerdotes, al estar abiertamente envueltos en activismo y agresividad política, no infunden religiosidad.”
El recientemente fallecido sacerdote Horacio de la Costa llamó atención a esta fe inactiva cuando declaró que la religión
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