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  • Vaya al mismo paso amoldándose a los requisitos teocráticos
    La Atalaya 1956 | 15 de octubre
    • Nos daremos cuenta de cuán copiosa bendición es ir al mismo paso que su organización. Nos emocionaremos con la expansión teocrática. Fulguremos con el espíritu por el aumento de conocimiento y entendimiento. Segaremos con gozo lo que hemos sembrado. Nuestra convicción será fuerte, nuestra fe inmovible, nuestra apreciación profunda, nuestro gozo abundará de la plena seguridad de que llevamos el mismo paso que la sociedad del Nuevo Mundo de Dios, cuya guía y dirección no sólo nos alimentará bien espiritualmente en los últimos días de este viejo mundo, sino que nos mantendrá vivos para entrar en el Nuevo Mundo de justicia y para siempre jamás.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1956 | 15 de octubre
    • Preguntas de los lectores

      ● Una persona a quien yo predicaba insistió en que tales cosas como los aviones existieron hace mucho tiempo, citando como prueba Eclesiastés 1:9 que dice que no hay nada nuevo debajo del sol. ¿Cómo se entiende correctamente este texto?—D. M., Estados Unidos.

      Después de años de observación y meditación profunda el rey Salomón escribió bajo inspiración divina concerniente a la repetición de los eventos naturales: “¡Vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué provecho saca el género humano de todo su afán en que se afana debajo del sol? Una generación va, y otra generación viene; mas la tierra permanece para siempre. El sol también se levanta y el sol se pone; apresurándose a volver al lugar de donde se levantó. El viento va hacia el sur, luego gira hacia el norte; girando, girando va el viento; y torna continuamente a sus circuitos. Todos los ríos van al mar; y con todo, el mar nunca se llena; al lugar adonde van los ríos, allí mismo vuelven a ir. Todas las cosas se cansan con agitación incesante; no puede el hombre expresarlo: nunca se harta el ojo de ver, ni el oído de oír. Aquello que ha sido, es lo que será; y lo que se ha hecho, es lo que se volverá a hacer; pues no hay ninguna cosa nueva debajo del sol.”—Ecl. 1:2-9.

      En lo supracitado el escritor inspirado no está describiendo el punto de vista de la juventud exuberante ni el de los siervos apreciativos de Jehová, sino el de la persona que va envejeciendo y está alejada de Dios. Es la perspectiva que paulatinamente llegan a tener las personas de este viejo sistema de cosas a medida que los años las alcanzan, debilitan y consumen. Ellas observan el desvanecimiento de su propia generación y la llegada de una nueva para ocupar su lugar sobre la tierra que permanece para siempre. Cuando eran jóvenes con toda su vida por delante, ésta les parecía larga, pero ahora que está casi agotada y la ven en retrospectiva parece que no ha sido más que un soplo. El significado literal de la palabra hebrea traducida “vanidad” es “soplo,” y se usa para proclamar que la vida es tan fugaz y transitoria como un soplo y que el afán del hombre alejado de Dios es en vano y carece de ganancia duradera alguna para tal persona. Su generación es solamente una de muchas, precedida por una cantidad desconocida de otras y que será seguida por aún otras, solamente una de una larga repetición de generaciones que vienen y que van en una tierra perdurable.

      Como analogías de esta repetición el escritor inspirado señala al sol que se levanta, se pone, y se apresura al lugar de donde se volverá a levantar; a los vientos que soplan y giran, volviendo para repetir sus circuitos vez tras vez; a los ríos que corren al mar sin poder llenarlo porque el agua se evapora de él y el viento se la lleva lejos del mar, donde se condensa como nubes que dejan caer la lluvia para rehenchir los ríos y hacer que sigan corriendo hacia el mar. Durante toda su vida las personas observan esta repetición de los sucesos naturales, y a medida que envejecen y sus energías menguan, se les ofusca la vista, se les ensordecen los oídos, se les endurecen las coyunturas y se les debilitan los otros sentidos, pierden el deleite de vivir que tenían en la juventud, y la repetición de los días y las noches, las preocupaciones y los afanes, las llena de un cansancio indescriptible, un sentido de frustración e inutilidad. Su ojo no se harta de ver esta repetición interminable, ni queda satisfecho su oído al escucharla vez tras vez. Es en medio de este ambiente de los sucesos naturales, dentro de la esfera de estos ciclos de la naturaleza que se han narrado, que viene la expresión de que no hay nada nuevo debajo del sol. No podemos correctamente sacar la declaración de su contexto y aplicarla a toda cosa. Se inventan y se hacen cosas nuevas, pero ellas siguen los principios que Dios

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