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  • Cómo retener su empleo
    ¡Despertad! 1981 | 22 de julio
    • a estos problemas. Sea una fuente de paz, no de disensión.

      Si surge un problema inesperado con relación a su trabajo, piense en términos de soluciones. ¿Qué pudiera hacer usted para ayudar a resolver el problema? Y si recibe instrucciones en cuanto a cómo resolverlo, siga estas instrucciones cuidadosamente.

      Sí, el ser parte de la solución y no del problema es ciertamente una buena inversión con relación a conservar su empleo.

      La honradez y la cortesía valen la pena

      Si usted tuviera su propio negocio, ¿le gustaría tener empleados en quienes pudiera confiar? Su patrono piensa de esa manera. Por lo tanto, sea honrado para con él, aun en asuntos pequeños.

      Por ejemplo, nunca lleve a su hogar sin permiso nada que pertenezca a la empresa. Algunas personas tratan de justificar el robo al decir: ‘Pero ellos ya no usan este material,’ o: ‘La empresa es rica, y no va a echar de menos esto.’ Recuerde, el ser honrado es siempre el derrotero correcto. El que usted sea honrado puede ser lo decisivo en cuanto a si usted ha de perder su empleo o conservarlo.

      ¿Cuán resuelto está usted a ser honrado sin importar lo que otros hagan? Considere esta situación: Un hombre trabajaba de gerente en un taller de materiales de construcción de Río de Janeiro. Su patrono le pidió que utilizara ciertas tácticas de negocio dudosas. Cuando el gerente rehusó hacer esto, fue despedido. Sin embargo, algún tiempo después el dueño del taller no se halló satisfecho con lo que estaba sucediendo en su negocio y decidió volver a llamar al empleado a quien había despedido. La oferta consistió en un mejor salario, permiso para vivir cerca del lugar de trabajo en una excelente casa que en un tiempo había ocupado el dueño del taller y, por supuesto, la garantía de que el empleado podría trabajar sin usar métodos de vender impropios.

      El dueño de una empresa pidió a un hombre recién empleado que mintiera acerca de la mercancía. La respuesta de éste fue: “Si mintiera por usted, le mentiría a usted. Lo siento, pero no mentiré por usted ni a usted.” Al poco tiempo el dueño lo hizo gerente de todo el establecimiento.

      Otro punto importante: ¿No es un placer trabajar con compañeros de trabajo amistosos y alegres? En un mundo donde la cortesía y los buenos modales están menguando, es reconfortante conocer a alguien que todavía cree en hacer felices a otros.

      Un conductor de autobuses de São Gonçalo, en el Estado de Río de Janeiro, Brasil, dijo: “¿Por qué no debería yo ayudar a los pasajeros a sentirse contentos? No cuesta nada el ser cortés. Por eso, cuando alguien desea bajarse en cierta parada, lo llamo, le doy las gracias por haber viajado conmigo y le deseo un buen día. Es una recompensa placentera el recibir en cambio sonrisas y las gracias. Cuando llegué a la edad de jubilarme, decidí tomar vacaciones. Sin embargo, el dueño del autobús me pidió que regresara y continuara trabajando, porque los pasajeros se estaban quejando debido a mi ausencia.”

      Con relación a este conductor, el presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores de Transportación por Tierra escribió: “Procuré conocer su nombre para recomendárselo a usted como digno de la mejor atención y consideración, como excelente conductor en todo el sentido de la palabra, tanto como ser humano como en calidad de profesional.” ¿Pudiera usted pensar en que despidieran a un conductor como ése? ¿Pudiera usted imaginarse que a él se le fuera a hacer difícil conseguir otro empleo, si tal cosa fuera necesaria? Por lo tanto, aprecie el valor de la amigabilidad y la cortesía como algo que puede ayudarle a conservar su empleo.

      Sí, se puede hacer mucho para aumentar las posibilidades de conservar un empleo: Muestre interés genuino en su trabajo. Sea puntual. Haga el mejor trabajo posible. Recuerde que la honradez y la cortesía realmente valen la pena. Si llegara el día en que se redujera el personal en su trabajo, muy bien pudiera suceder que usted conservara su empleo.

  • La cortesía vale la pena
    ¡Despertad! 1981 | 22 de julio
    • La cortesía vale la pena

      EN UN mundo donde cada vez hay menos cortesía y buenos modales, es refrescante encontrar a alguien que todavía crea en hacer felices a otros. Un ejemplo de tal clase de persona es un conductor de autobuses de São Gonçalo, en el Estado de Río de Janeiro, Brasil. Él relata lo que hace:

      “Como conductor de autobuses me encuentro con personas de toda clase, desde la persona tranquila y cortés hasta la persona grosera y quejumbrosa. No me extraña el que muchos de mis compañeros de trabajo se pongan nerviosos y se hagan respondones. Pero yo decidí practicar los modales cristianos.

      “¿Por qué no debería yo ayudar a los pasajeros a sentirse contentos? No cuesta nada el ser cortés. Por eso, cuando alguien desea bajarse en cierta parada, lo llamo, le doy las gracias por haber viajado conmigo, y le deseo un buen día. Es una recompensa placentera el recibir en cambio sonrisas y las gracias.

      “La gente empezó a hablar acerca del ‘conductor alegre y feliz,’ y la administración de los autobuses ha recibido varias cartas elogiando mi actitud. Por ejemplo, el presidente de la Confederación Nacional de Trabajadores de Transportación por Tierra escribió: ‘De todos [los conductores] uno captó mi atención y éste merece mención especial debido a los modales que despliega tanto en su manera de conducir su vehículo como en el trato que da a los pasajeros y peatones, y también por su respeto a las leyes del tránsito, y eso es impresionante, puesto que estamos viviendo en tiempos turbulentos en los cuales los abusos y la falta de disciplina se destacan en todo ramo del trabajo. . . . Procuré conocer su nombre para recomendárselo a usted como digno de la mejor atención y consideración, como excelente conductor en todo el sentido de la palabra, tanto como ser humano como en calidad de profesional.’

      “Cuando llegué a la edad de jubilarme, decidí tomar vacaciones. Sin embargo, el dueño de los autobuses me pidió que regresara y continuara trabajando, pues los pasajeros se estaban quejando debido a mi ausencia.

      “Recientemente periodistas de la localidad me entrevistaron y querían saber a qué se debía mi comportamiento sobresaliente. El relato final de ellos decía lo siguiente: ‘Miembro de la organización religiosa de los testigos de Jehová.’ El artículo llevaba el encabezamiento: ‘Comportamiento. En cada parada del autobús el conductor saluda... nunca pierde la compostura.’ ¡Qué grande fue mi sorpresa cuando, al igual que médicos, ingenieros, dentistas y otras personas de ese calibre, recibí el diploma anual de la ciudad por servicio distinguido! Me alegro de haber recibido la educación cristiana que me ha hecho apreciar el valor de ser amigable. Solo puedo decir que la cortesía vale la pena.”

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