¿Por qué se está deteriorando la calidad de la vida?
¿QUÉ significa para el lector una mejor “calidad de vida”? ¿Trae a su mente un hogar bonito, un automóvil elegante, un empleo con buen sueldo, y abundante tiempo libre? Así piensa acerca de esto la mayoría de la gente, en contraste con las malas condiciones de vida, la pobreza y el hambre.
Muchos han trabajado duro para obtener estas cosas, y ahora más personas que nunca antes en la historia las tienen. Pero, ¿les trae esto una “calidad de vida” genuinamente superior?
De la próspera Alemania Occidental llega una respuesta. Se informa que allí la gente “está ganando más dinero del que jamás había ganado.” Pero un corresponsal de noticias en Bonn informa: “Están profundamente inquietos e irritables y están preocupados acerca del futuro. . . . anhelan la estabilidad y la seguridad en una época en que hay muy poco de ambas.”
Y del otro lado del Atlántico, el ganador del premio Pulitzer, Arthur Schlesinger, hijo, señala que los Estados Unidos “de súbito están conscientes de que la calidad de la vida en realidad ha estado en decadencia por algún tiempo; las calles se han hecho más peligrosas; los servicios de correos y telégrafo han empeorado; . . . el servicio doméstico se ha convertido en un recuerdo que se esfuma; y se están desvaneciendo las ocupaciones de electricista y plomero. Es casi como si el sueño norteamericano estuviera atrapado en una espiral descendente de la cual, por el momento, no parece haber algún medio obvio de escapar.”
¿A qué se debe la paradoja?
¿Por qué existe esta aparente paradoja? ¿Por qué está menguando la calidad de la vida al mismo tiempo que se extiende lo que se llama “la buena vida”?
Porque una buena “calidad de vida” y lo que popularmente se ha llegado a considerar como “la buena vida” no son la misma cosa. Es irónico que algunas de las fuerzas que han traído abundancia a las naciones industriales son las mismísimas que están arruinando la calidad de la vida. El historiador británico Arnold J. Toynbee explicó recientemente que la sociedad industrial ha ido en pos de una filosofía que sostiene que “la búsqueda egoísta de los intereses privados crearía los beneficios máximos para la sociedad.” Muchos han recibido beneficios materiales. Pero aunque una persona pueda tener una abundancia de cosas materiales y tiempo libre, ¿cuán deleitable es la vida si la gente con la cual uno se asocia es egoísta, y no se interesa en otros?
En su búsqueda de posesiones materiales y placeres, la gente está pisoteando los “valores humanos” y los está reemplazando por “valores monetarios.” Ahora están aprendiendo que, aun con abundancia, la vida puede ser de muy baja calidad cuando uno está rodeado de gente indeseable, un ambiente contaminado, el crimen y la enfermedad. Tal como lo señaló Jesucristo: “La vida verdadera y el verdadero vivir no están relacionados con cuán ricos somos.”—Luc. 12:15, The Living Bible.
Trabajamos, jugamos, comemos y vivimos con la gente. Por ejemplo, considere su familia. ¿Son ellos una parte recompensadora de su vida? ¿Anhela estar con ellos? ¿O prefiere el televisor? ¿Es apacible y atrayente el ambiente en su hogar ¿O ruidoso y contencioso? ¿O quizás sencillamente silencioso y amargado? Los divorcios en que terminan aproximadamente dos de cada cinco matrimonios en los Estados Unidos contestan esas preguntas.
¿Disfruta verdaderamente de comunicarse con otra gente? ¿O se pone a la defensiva, por lo general esperando un trato brusco y descortés de los extraños y frecuentemente un afecto superficial de los amigos? Lamentándose de que la humanidad ha “logrado por fin una sociedad falta de gracia,” Marya Mannes, en un artículo de fondo invitado por la revista Newsweek, dijo: “Los modales, prescindiendo de cuáles hayan sido, de más y más personas han sido desgastados por la sola presión de la vida cotidiana: multitudes, ruidos, brutalidades en una escala colosal en la vida, en la pantalla, en la página impresa . . . han asesinado [los modales]: el lubricante social.”
¿Qué hay acerca de su trabajo? ¿Es un modo saludable de pasar aproximadamente una tercera parte de su vida? ¿O está rodeado de lenguaje sucio, quejas, pornografía, alcoholismo, falta de honradez y el espíritu de “y a mí qué me importa”? Las estadísticas muestran que durante los primeros tres meses de 1974 la productividad de los trabajadores norteamericanos ha sufrido la peor mengua de la cual hay registro. La falta de honradez de los empleados aumenta a una proporción de 15 por ciento por año. ¡Los trabajadores ahora roban setenta veces más en el trabajo de lo que roban los criminales en sus “trabajos”!
Mientras tanto la administración pone el ejemplo. “Nunca antes las restituciones secretas de parte del salario, los sobornos y los intereses en conflicto habían sido un factor tan dominante en . . . el comercio,” informa el jefe de una prominente empresa consultora internacional de administración. Para aumentar las ganancias, los comercios codiciosos frecuentemente reducen la calidad. Es muy difícil obtener los “servicios pequeños” que caracterizaban a la artesanía e integridad de los pasados años. No son “lucrativos.”
El temor al crimen se introduce más y más en las actividades de la vida: la clase y cantidad de seguro que compramos, cuándo y dónde caminamos, si es que vamos solos, y así por el estilo. En Nueva Zelanda el jefe de la policía de Auckland informa que tan solo el drástico crecimiento del crimen es “capaz de destruir la calidad de la vida que llevamos.” ¡Y la proyección de las crecientes proporciones de asesinatos en los Estados Unidos indica que los bebés que nacen en 1974 tienen más probabilidades de ser asesinados que las que un soldado norteamericano tenía de morir en combate durante la II Guerra mundial!
A medida que el crimen y la violencia se hacen más comunes, “la capacidad individual de impresionarse por la corrupción o el desafuero está disminuyendo progresivamente,” escribe Norman Cousins. Muchos tratan de aislarse de la realidad y vivir sus propias vidas con algún grado de normalidad. Otros esperan que los problemas desaparecerán de algún modo. Pero, ¿lo harán?
¿Se invierte el deterioro?
¡Los hechos indican que a los jóvenes de hoy en realidad se les está preparando para continuar el deterioro! Observe lo que un profesor de una escuela secundaria en Texas escribe, según se publicó en The National Observer: “Los tutores [maestros] de las mentes y las personalidades de nuestros jóvenes son los productos del mismo sistema que produce comerciantes que estafan, amas de casa que roban en las tiendas, trabajadores que se aprovechan, y funcionarios públicos que con impunidad ganan sus tajadas ilícitas de dinero.” ¿Cómo se puede esperar que, con tal guía, los jóvenes de hoy día produzcan un mundo mejor para el mañana? Es cierto, muchos se rebelan en contra del actual arreglo de cosas. Pero, ¿refleja el registro de estos jóvenes interés genuino por la persona y propiedad de otros?
La gente solía pensar que las soluciones políticas o tecnológicas los sacarían de cualquier dilema. Pero ahora también se está desplomando la confianza en los gobiernos y otras instituciones. Un análisis de noticias del Times de Nueva York dice:
“Es obvio que los líderes en todas partes han perdido autoridad y credibilidad. . . . los gobiernos de todas clases, en toda clase de países, se encuentran en dificultades porque no inspiran confianza en su habilidad para solucionar los problemas que más preocupan a sus pueblos.”—15 de mayo de 1974.
No, no tienen las soluciones. Pues, ¿las tienen las iglesias? Si usted es miembro de una iglesia, ¿qué le revela su propia experiencia? ¿Se muestra preocupación genuina por el bienestar de los compañeros de iglesia? ¿Es verdaderamente más elevada la norma de la moral sexual entre los que están en la iglesia que entre los que están fuera de ella? Cuando hace negocios con alguien que pertenece a la iglesia, ¿puede realmente confiar en que va a recibir un trato honrado? Después de dieciocho años de experiencia senatorial en la investigación del crimen, el senador estadounidense John L. McClellan observa: “A mi juicio, hoy en día algunas iglesias ya no exigen una norma verdaderamente alta de integridad y moralidad.” De hecho la religión es parte del deterioro. Es digno de notarse que la Biblia predijo que en los “últimos días” de este sistema de cosas las personas serían “más amantes de los placeres que de Dios.” Que tendrían “la apariencia de piedad, pero desmentirán su eficacia.” Esa condición prevalece hoy día.—2 Tim. 3:1, 4, 5, Biblia de Jerusalén.
Pero no es solo la situación en las iglesias lo que encaja en la descripción bíblica de estos “últimos días.” Abra su Biblia en 2 Timoteo, capítulo 3, versículos 1 al 5 inclusive, y lea para usted mismo la descripción del deterioro de la calidad de la vida que usted mismo ha visto. Se predijo que estas cosas señalarían los “últimos días.” No los “últimos días” de la humanidad o de esta Tierra, sino los “últimos días” del actual injusto sistema de cosas y de todo aquel que prefiere la clase de vida que éste ofrece. Dios mismo llevará esto a cabo, y su Palabra predice que la magnitud de la destrucción será global. Pero, ¿mejorará eso la calidad de la vida?
Si ha de venir un mejoramiento verdadero eso es una necesidad inevitable. Es obvio que no todos los que viven ahora se preocupan acerca de la calidad de vida de otras personas. No todos están dispuestos a abandonar sus búsquedas egoístas. Por lo tanto solo cuando Dios emprenda acción para eliminar a los inicuos, a los que carecen de amor por Dios y por su prójimo, a los que egoístamente solo piensan en ellos mismos... solo entonces las personas que ansían lo que es correcto quedarán libres de los que arruinan la calidad de la vida de otros. (Pro. 2:21, 22; Sal. 37:32-34) Cuando eso se haga, Dios también promete que contribuirá abundantemente a la calidad de vida del hombre por medio de liberar a la familia humana de la esclavitud a la enfermedad y a la muerte y por medio de bendecir la obra del hombre.—Rev. 21:3, 4; Sal. 67:6, 7.
Mejorando la calidad de la vida ahora
Aun ahora hay mucho que se puede hacer para mejorar la calidad de vida de uno. Millones de personas están dando marcha atrás al deterioro de sus propias vidas en asuntos que pueden controlar: las relaciones familiares y sociales, modales, moral, lenguaje, limpieza y otras cosas en la vida que son de gran importancia. Aunque aprecian el valor de las cosas materiales, las mantienen en su lugar. (Ecl. 7:12; 1 Tim. 6:7-10) ¿Quiénes son los que hacen esos cambios en su vida? Considere esta descripción de un periodista del Journal de Montréal de Quebec del 27 de julio de 1973:
“Los Testigos de Jehová son personas muy, muy civilizadas. La cortesía es su manera de vivir. También lo es la nitidez, la limpieza y la decencia. Y esto era fácil de observar en su asamblea. . . .
“Uno casi se siente como si estuviera en el paraíso, pues el ambiente es tranquilo, pacífico, y sereno. . . .
“Y especialmente, no hay discriminación. La gente de todas las razas disfruta junta del compañerismo. No hay nadie con motivos ocultos o con reservas.
“Decididamente, se puede aprender una gran lección de la conducta de los Testigos de Jehová. ¡Al observarlos, uno pensaría que los Estados Unidos han sido transformados.”
No son los Estados Unidos, sino estos cristianos los que han “sido transformados.” Lo que los transformó a ellos puede transformar a cualquiera que quiera mejorar la calidad actual de su vida. La Biblia explica cómo: “No se conformen externamente a las normas de este mundo, sino dejen que Dios los transforme interiormente por medio del cambio completo de su mente.”—Rom. 12:2, Today’s English Version.
El estudio personal y la aplicación de los principios bíblicos pueden ‘transformar interiormente a una persona,’ impulsando a un completo cambio de personalidad. Uno puede cambiar las actitudes autocomplacientes que ahora destruyen la calidad de la vida. Como aconseja la Biblia, uno puede vestirse con “la nueva personalidad, que va haciéndose nueva en conocimiento exacto.”—Col. 3:5-10.
El conocimiento exacto de la Biblia también ayuda a la gente a ser práctica al considerar las cosas que están más allá de su control: la contaminación, el crimen y la violencia, la conducta de otros, etc. En vez de descorazonarse, se regocijan en el conocimiento de que estas cosas son evidencia de que está cerca “la destrucción de los hombres impíos” y de sus normas. Entonces el reino de Dios traerá condiciones justas.—2 Ped. 3:1-7, 13; Isa. 65:17, 20-22; Luc. 21:28-31.
Este conocimiento les da a los cristianos una perspectiva verdaderamente positiva. El Sunday Times Advertiser, de Trenton, Nueva Jersey, dice en tono asombrado: “En una época de dudas e incertidumbres, los Testigos de Jehová están muy seguros. A través de la apatía de los años 1950, del caos de los años 1960 y de la desilusión que ya ha acompañado a la década de los florecientes años 1970, han continuado muy seguros en esparcir . . . un modo de vivir gobernado por la adherencia palabra por palabra a la Biblia.”—7 de abril de 1974.
Así es que, Dios ya ha puesto en movimiento el cambio del deterioro de la calidad de vida del hombre. Ahora mismo Él está elevando la calidad de vida de la gente que disfrutará de la vida en Su “nueva tierra.” Como si notara esto, el Sunday Telegraph de Londres dice de las más de 50.000 personas que se reunieron en el Estadio Twickenham:
“Indudablemente no hay nada de la lobreguez que tradicionalmente se asocia con los que declaran que ‘El fin está cerca.’ Quizás esté cerca. Mientras tanto parece que todos disfrutan de una manera sobria, correcta, devota, pero alegre. . . .
“Si el actual orden mundial está realmente por derrumbarse, los Testigos en Twickenham parecen estar bien preparados para organizar el nuevo.”—5 de agosto de 1973.
Usted también puede mejorar la calidad de su vida. Compruebe para usted mismo que los principios bíblicos realmente dan buenos resultados en una época cuando todo lo demás parece haber fracasado. Acepte el ofrecimiento gratuito de los testigos de Jehová de ayudarlo a aprender de la Biblia cómo disfrutar de las cosas que realmente importan en la vida.