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    La Atalaya 1969 | 1 de abril
    • Cristo les dio aguas espirituales que vinieron a ser ‘una fuente de agua que brotaba para impartir vida eterna.’—Rom. 9:32, 33; Juan 4:14, 15.

      ● Mi esposo y yo trabajamos en lo seglar. Puesto que yo gano parte del dinero, ¿no sería correcto que yo dijera cómo se debe usar éste?—EE. UU.

      La cuestión de quién habrá de decidir cómo y cuándo se use el dinero que gana una esposa es difícil. Esto se puede ver por el hecho de que las leyes que abarcan este asunto varían mucho de lugar en lugar. En algunas secciones todo lo que una esposa gana, de hecho, es del esposo, para que lo use como él crea conveniente. En otros lugares esta posición extremada es templada, y la ley reconoce que la esposa es adulta con ciertos derechos, así como el esposo tiene derechos legales. De modo que hay diversidad de leyes sobre este asunto.

      Nos sentimos obligados a decir que sería triste el hecho de que dos personas unidas en matrimonio y que probablemente hicieron un voto de amarse y tratarse con ternura uno al otro tuviesen que considerarse uno al otro como adversarios ante la ley. Según la Palabra de Dios, el esposo y la esposa “ya no son dos, sino una sola carne.” (Mat. 19:6) Deben estar trabajando juntos, esforzándose unidamente por tener un matrimonio feliz y próspero por medio de sus esfuerzos de cooperación mutua. Jehová ha bosquejado en su Palabra principios que, si los siguen el esposo y la esposa, cada uno en el lugar respectivo que le corresponde en el arreglo del matrimonio, pueden disminuir o eliminar problemas del matrimonio como éste. Y a menudo se pueden obtener buenos resultados aunque solo un cónyuge sea creyente o cristiano.

      Aconsejan las Escrituras: “El esposo es cabeza de su esposa como el Cristo también es cabeza de la congregación . . . Esposos, continúen amando a sus esposas, así como el Cristo también amó a la congregación.” (Efe. 5:23, 25) Pero, ¿qué significa esto cuando se aplica a los asuntos financieros de la familia?

      Primero, significa que el esposo tiene la responsabilidad principal de tomar decisiones en cuanto a cómo se utilizará el dinero de la familia. Probablemente el esposo amoroso querrá considerar tales asuntos con su esposa para saber lo que ella piensa y para recibir sugerencias, pero, especialmente sobre asuntos importantes, él es quien habrá de tomar las decisiones finales. Dependiendo del tiempo, habilidades y preferencias de los que estén envueltos, puede que él encomiende ciertas decisiones cotidianas a su esposa, como el comprar el alimento y alguna ropa así como el pagar algunas cuentas y sufragar los gastos corrientes. Por supuesto, si él espera esto, él tendrá que suministrarle los fondos para que lo haga. También, en algunos lugares la ley reconoce el derecho que tiene la esposa a cierto dinero para artículos personales y otros usos, como en relación con su adoración. Los esposos sabios no serán innecesariamente estrictos con sus esposas en tales asuntos, sino que continuarán “morando con ellas de igual manera de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino.” (1 Ped. 3:7) De modo que cada matrimonio puede llegar a un entendimiento personal sobre tales cosas.

      Pero prosiguiendo sobre este asunto de jefatura: La posición del esposo no le asigna la superintendencia de los asuntos financieros de la familia sin una obligación correspondiente. Más bien, él también tiene la responsabilidad principal de proveer para el sostén de la familia. Bajo circunstancias normales, no se espera que la esposa tenga un trabajo y se gane la vida para la familia... ¡se espera que él lo haga! Él debe sentir el peso primordial del principio bíblico: “Si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe.”—1 Tim. 5:8.

      Sin embargo, ¿qué hay si la esposa tiene un trabajo seglar y gana dinero? ¿Afecta esto las cosas? Bueno, examinemos justamente por qué una esposa cristiana estaría en tal situación.

      Ciertamente una esposa cristiana madura no estaría reteniendo un trabajo seglar porque le encanta, o por independizarse y así competir con su esposo, o para evadir sus responsabilidades principales, o debido a un deseo de posesiones excesivas. Las mujeres del mundo que realmente no necesitan tener un trabajo seglar, pero que lo hacen a causa de tales razones, a menudo han terminado en problemas emocionales y graves dificultades en sus matrimonios. Cuán prudente, entonces, es el consejo de la Biblia de que la mujer casada se concentre en el papel importante de atender el hogar y a la familia. (Proverbios, cap. 31; 1 Tim. 5:14) También, esto probablemente le conceda a la esposa más tiempo que pueda dedicar a los intereses espirituales. Así, de muchas maneras podrá hacer una contribución valiosa a la felicidad de toda la familia.—Pro. 6:20-22.

      Sin embargo, posiblemente el esposo a causa de alguna adversidad no pueda ganar lo suficiente para satisfacer las necesidades (no deseos) básicos de la familia en la vida. Después de considerar el asunto, quizás se decida que la esposa haga trabajo seglar por un tiempo. ¿Acaso el hecho de que ella estará ganando dinero cambiará la posición del esposo tocante a los asuntos financieros de la familia? ¡No! De hecho, si tanto el esposo como la esposa necesitan tener trabajos seglares, debe ser obvio en qué debe usarse el dinero que ganan... en comida, ropa y abrigo. Como esposa cristiana sumisa ella debe reconocer la obligación bíblica de su esposo de dirigir a la familia tocante a tales cosas, aunque ella esté contribuyendo parte del dinero.

      Es superfluo que tratemos de establecer reglas en cuanto al manejo de los asuntos financieros de la familia. Podemos animar a los esposos y a las esposas a esforzarse por cumplir sus responsabilidades respectivas en cuanto a la familia y su sostén. El matrimonio exige cooperación amorosa de parte del esposo y la esposa. Por eso, cuando un matrimonio se esmera en cooperar también en este aspecto financiero de la vida, esto les permite mantenerlo en su lugar apropiado e impide que eclipse los aspectos espirituales más importantes de su matrimonio.

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    La Atalaya 1969 | 1 de abril
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      MINISTERIO DEL CAMPO

      Hace unos mil novecientos años Jesucristo previó la mayor obra de predicación de toda la historia. Predijo que sus verdaderos seguidores predicarían las buenas nuevas del reino de Dios “en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones.” (Mat. 24:14) En 200 países alrededor de la Tierra, y en 165 idiomas, los testigos de Jehová están dando este testimonio acerca del reino de Dios ya establecido. ¡Qué profeta fue Jesús para prever esta predicación por toda la Tierra! La profecía de Jesús es, en realidad, una invitación para emprender la obra de dar un testimonio digno del Reino. ¿Responderá usted? Para ayudar a las personas que se interesan en ello a hacerlo, los testigos de Jehová durante el mes de abril les ofrecerán la suscripción de un año a la revista que anuncia el reino de Jehová, a saber, La Atalaya, con tres folletos, por solo un dólar.

      ESTUDIOS DE “LA ATALAYA” PARA LAS SEMANAS

      27 de abril: El régimen del hombre está por ceder al régimen de Dios, §1-23. Página 200.

      4 de mayo: El régimen del hombre está por ceder al régimen de Dios, §24-46. Página 206.

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