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¡Despertad! 1979
g79 22/11 págs. 8-12

¿Es posible eliminar el crimen por medio de la ley?

Una lección dada por la ley mosaica

LAS leyes penales varían grandemente por todo el mundo. Sin embargo, existe entre ellas una semejanza general respecto a lo que se considera un delito o crimen, y la gravedad relativa de ellos. Aunque Dios dio la ley mosaica a Israel y no a ninguna otra nación, muchas de las leyes de las naciones reflejan los principios de la ley mosaica. Su semejanza se debe en parte al hecho de que el hacerlas algunos gobiernos realmente han hecho uso de la ley mosaica.

En ciertos estatutos esta ley dada a la nación de Israel no ha influido, pero a pesar de eso se asemejan a ella, y el apóstol Pablo explica la razón de ello al decir: “Siempre que los de las naciones que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley, éstos, aunque no tienen ley, son una ley para sí mismos. Son los mismísimos que demuestran tener la sustancia de la ley escrita en su corazón, mientras su conciencia da testimonio con ellos y, entre sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados.”—Rom. 2:14, 15.

Un estudio de las penalidades impuestas por crímenes específicos según las han legislado los gobiernos en una zona amplia de la Tierra revela que el crimen del asesinato casi siempre se considera el más grave y acarrea la penalidad más grave. La gravedad relativa de los otros crímenes se gradúa, por lo general, de manera muy parecida a la de la ley mosaica. La gráfica de arriba muestra las penalidades que los 19 países abarcados en el estudio imponen para algunos de los delitos más graves.

Unos cuantos de los países abarcados en el estudio proveen desagravio o reparación a la víctima. Si la policía halla los artículos hurtados, se los devuelve. En algunos países se exige que el ladrón o hurtador haga compensación; en otros, las víctimas pueden demandar por compensación, con buena posibilidad de recibir un juicio favorable del tribunal. La severidad de las penalidades varía según las circunstancias en que se comete el crimen, como, por ejemplo, la edad de los delincuentes, el haber influido en ellos las situaciones económicas, las costumbres, las tradiciones y así por el estilo. En los países abarcados en el estudio en los que se lleva a cabo la pena de muerte, ésta se impone por medio de colgar, agarrotar o por un pelotón de ejecución.

Algunos rasgos de la ley mosaica

Aunque ninguna nación de hoy día está bajo la ley mosaica, como lo estuvo la nación de Israel, el considerar las penas que esa ley legisló nos puede ayudar a entender cómo se siente Dios acerca del crimen. Notamos que los diferentes estatutos eran claros y bien definidos. Sin embargo, se les permitía a los jueces libertad en cuanto a cómo aplicar el castigo según las circunstancias del caso. Podían imponer una sentencia grave o moderada, ejerciendo misericordia donde les parecía apropiado. (Compare con Éxodo 21:28-32.) La prueba tenía que ser definitiva. Especialmente en los casos en que se castigaba con la pena de muerte, el testimonio de dos o más testigos era obligatorio para llegar a una decisión.—Deu. 17:6.

Al asesino que había premeditado su acto se le había de dar muerte sin falta. (Núm. 35:16-18, 20, 21, 30, 31) La ejecución se realizaba por medio de matar a pedradas; en los casos especialmente atroces primero se apedreaba al reo, luego se quemaba su cuerpo, o, después de matarlo a pedradas, lo colgaban en un árbol durante las horas de luz de ese día a fin de que sirviera de ejemplo ante el pueblo. (Lev. 20:14; 21:9; Deu. 21:22, 23) Había ciudades de refugio adonde podían huir los que cometieran homicidio accidental o sin premeditación, y al permanecer allí estaban a salvo de la venganza que de otro modo podría tomar un pariente cercano de la víctima. (Núm. 35:22-25) Los que se refugiaban en esas ciudades trabajaban para su propio sostén.

El adúltero y la adúltera recibían el castigo de muerte. (Lev. 20:10) También acarreaba la pena de muerte el incesto dentro de ciertos grados de parentesco, así como también la bestialidad y la homosexualidad. (Lev. 20:11-13, 16) La fornicación con una muchacha prometida en matrimonio era un crimen castigable con pena de muerte para los dos, a menos que la muchacha hubiese resistido y pedido socorro. (Deu. 22:23-27) Si un hombre y una muchacha que no estaba prometida en matrimonio cometían fornicación, el hombre tenía que casarse con la muchacha (a menos que el padre de la muchacha rehusara darla en matrimonio), y el hombre nunca podía divorciarse de ella. (Éxo. 22:16, 17; Deu. 22:28, 29) Esta última ley protegía a las muchachas de Israel contra el llegar a ser rameras o prostitutas. Además, las leyes contra el adulterio, incesto y fornicación tendían a evitar el nacimiento de hijos ilegítimos.

Se exigía que el ladrón pagara el doble (en algunos casos, más) a la víctima por las cosas que hurtaba. Si no tenía con qué pagar, se le habría de vender como esclavo a algún residente de la tierra (preferiblemente a su víctima) hasta que con su trabajo pudiera pagar la pena. (Éxo. 22:3b, 4, 7) Así se compensaba a la víctima de modo que no solo recibía el valor de lo hurtado, sino que también se le pagaba por la pérdida de tiempo, la pérdida del uso de los artículos y la angustia y otras inconveniencias que el hurto le había ocasionado.

No había arreglos para encarcelar a los reos. Por consiguiente, el reo declarado culpable no constaba un gasto para el público. No se le echaba en asociación con otros criminales donde, debido a la frustración por haber perdido su libertad y dignidad humana, fácilmente sucumbiera a las sugerencias de sus compañeros de prisión. No había la asquerosa vida en la cárcel, degradante y desmoralizadora, ni guardas brutales que les impusieran castigos crueles e insólitos. Como resultado, el hombre que hubiese cometido un crimen tenía mucha más oportunidad para rehabilitarse.

Por qué ningún código de leyes puede producir justicia

Aunque la ley que Dios dio a Israel era buena, sana, justa y superior a las leyes de las naciones de hoy día, y aunque hasta cierto grado refrenó el crimen, ¿realmente eliminó el crimen en Israel? No. ¿Quiere decir esto que ningún código de leyes puede eliminar el crimen... que no es posible legislar en la gente la obediencia o la justicia? ¿O que ni la ejecución poco severa ni muy severa jamás podrá producir un mundo en que no exista el crimen? Sí, quiere decir eso. Ciertamente si una ley dada por Dios (quien escribió los Diez Mandamientos básicos con su propio “dedo”) no puede lograr la justicia, ningún código de leyes humano pudiera dar dicho resultado. (Éxo. 31:18) Entonces, ¿hay esperanza alguna de que haya un mundo libre de crimen?

Para considerar esa pregunta, investiguemos primero el propósito de la ley mosaica. El apóstol Pablo, antes de llegar a ser cristiano, fue alumno de uno de los mejores maestros de la ley de Israel y demostró gran celo en pro de la aplicación estricta de la ley. Escribió esto a los cristianos: “¿Por qué, pues, la Ley? Fue añadida para poner de manifiesto las transgresiones, hasta que llegara la descendencia a quien se había hecho la promesa.” (Gál. 3:19) La Ley, al designar los diferentes actos injustos que todos los hombres cometen, puso de manifiesto el hecho de que todos son pecadores y que no pueden cumplir o vivir de acuerdo con una ley perfecta. Es tal como pasó a decir Pablo: “Realmente no hubiera llegado yo a conocer el pecado si no hubiese sido por la Ley; y, por ejemplo, no hubiera conocido la codicia si la Ley no hubiese dicho: ‘No debes codiciar.’”—Rom. 7:7; Éxo. 20:17.

Prescindiendo de cómo viviera una persona —sin robar, ni cometer adulterio ni asesinato ni ninguna de las otras violaciones especialmente denominadas— no podía decir que nunca había codiciado o deseado algo incorrecto. Por lo tanto, sabía que era pecador. Pero la Ley servía para su bien, porque le hacía ver que ni él ni ninguna otra persona podía cumplir con ningún código de ley.—Rom. 3:10-20.

Se ve, pues, que por estar el pecado en toda la humanidad todos los seres humanos son imperfectos, todos son naturalmente desobedientes. Sin embargo, puede que alguien diga: ‘Aunque todos son pecadores, algunos son muy respetuosos de las leyes, de modo que ¿cómo significa esto que no se puede acabar por completo con el desafuero?’ El pecado que tenemos en nosotros, y que pasamos a nuestra prole, es tantísimo peor de lo que nos imaginamos. La Biblia, con la prueba verdadera —una nación que estuvo bajo la ley mosaica por unos 15 siglos— nos lo dice. El apóstol, hablando a sus compañeros cristianos, dice: “Cuando estábamos en conformidad con la carne, las pasiones pecaminosas que eran excitadas por la Ley obraban en nuestros miembros para que produjésemos fruto para muerte.” (Rom. 7:5; 1 Cor. 15:56) Según esta declaración, los diferentes mandamientos de la Ley que prohibían ciertos actos incorrectos incitaban a la gente a hacer precisamente esas cosas.

Por lo tanto, ¿fue mala la Ley, o es malo tener ley hoy día? ¡De ninguna manera! El apóstol explica: “¿Vino, pues, a ser muerte para mí lo que es bueno? ¡Jamás suceda eso! Mas el pecado sí vino a serlo, para que se mostrase como pecado obrando muerte para mí por medio de lo que es bueno; para que el pecado llegara a ser mucho más pecaminoso por medio del mandamiento. Porque sabemos que la Ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido bajo el pecado.” (Rom. 7:13, 14) ¿No nos muestra esto cuán profundamente arraigado tenemos en nosotros el pecado? ¿No sirve como prueba de que somos pecadores el hecho de que somos tan tercos y tan propensos a desobedecer, sí, a rebelarnos, que cuando la autoridad nos dice que no hagamos cierta cosa que resultará en nuestro perjuicio, esto es precisamente lo que queremos hacer, aunque tal vez no habíamos pensado en ello antes?

El criminólogo Jerome H. Skolnick de la Universidad de California en Berkeley subrayó esta tendencia del género humano cuando dijo: “No todos reverencian las leyes penales, o no de la misma manera. Al adoptar una ley puede que hasta hagamos más popular la conducta prohibida.”

Esto muestra por qué los gobiernos del mundo no pueden erradicar el crimen por medio de la ley. ¿Dónde, pues, podemos hallar esperanza?

[Ilustración de la página 11]

La ley mosaica probó que ningún hombre imperfecto podía guardar perfectamente un código legal

[Tabla de la página 9]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

PENAS LEGISLADAS PARA LOS DELITOSa

Muerte Cadena perpetua De 5 años

de cárcel

a cadena

perpetua

Asesinato 13 1 5

(intencional,

premeditado)

Homicidio 3 16

(no intencional,

impremeditado,

etc.)

Encarcelamiento De 2 años

de cárcel

a cadena

perpetua

Violación 3 16

De

encarcelamiento Hasta De 4 De multa Latigazos

Muerte a cadena a 10 a 10 años (azotes)

muerte perpetua años de de cárcel

cárcel

Robob 1 2 5 11

Hurto 1 1 16 1

[Notas]

a Estudio de 19 países.

b Aunque “hurto” es un término más amplio, “robo” se refiere a hurtar algo de la persona o en la presencia inmediata de la persona ya sea con violencia o con la amenaza de violencia.

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