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  • El canto... una parte de nuestra adoración

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  • El canto... una parte de nuestra adoración
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1970
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1970
w70 1/9 págs. 540-542

El canto... una parte de nuestra adoración

A LAS buenas nuevas del reino de Dios que los siervos de Jehová llevan a la gente de la Tierra se les llama una canción, y con buena razón. Son noticias hermosas, armoniosas y llevan consuelo y gozo a los oyentes, como lo hace una hermosa canción literal. Muy aptamente se nos manda repetidas veces que cantemos esa canción, como en el Salmo 96:1 e Isaías 42:10: “Canten a Jehová una canción nueva.”

Como siervos de Jehová no solo se nos manda cantar esta canción figurada, sino que también se nos anima a cantar canciones literales como parte de nuestra adoración. Y bien pudiera decirse que, de todas las maneras en que podemos adorar y alabar a Jehová Dios —con oración, con discursos públicos, con nuestro ministerio del campo y con nuestra conducta ejemplar— una de las más hermosas es el cantar literalmente canciones de alabanza a Jehová.

Entonces, el que cantemos esas canciones es parte de la adoración del cristiano a Jehová Dios. Jehová escucha estas canciones, así como escucha nuestras oraciones. El cantar estas canciones nos proporciona a todos la oportunidad de participar activamente en la adoración. Al grado que entremos cabalmente en este rasgo de nuestra adoración, a ese grado recibiremos gozo y elevación espiritual por hacerlo así.

EN TIEMPOS ANTIGUOS

Es verdaderamente interesante notar lo musical que era el pueblo antiguo de Dios y el papel prominente que desempeñaba la música en su adoración. Así, pues, el historiador musical Kurt Sachs dice: “Entre los libros del mundo, pocos pueden reclamar para sí mayor importancia dada a la historia de la música que la Biblia.” El Oxford Companion to Music dice que “en toda la historia antigua del pueblo judío . . . hallamos que se menciona la música con una frecuencia que tal vez exceda su mención en la historia de cualquier otro pueblo.” Y el Grove’s Dictionary of Music and Musicians, tomo 4, pregunta: ‘¿Fueron los judíos especialmente un pueblo musical?’ Contesta: “Sí . . . el rey Senaquerib exigió y recibió como tributo del rey Ezequías muchos músicos judíos, hombres y mujeres. Durante el destierro los babilonios demandaban de sus cautivos judíos que los divirtieran con sus canciones.” El Salmo 137 nos da a entender que las canciones de estos desterrados eran principalmente “las canciones de Sion,” “la canción de Jehová.”

Cuán típica, entonces, es la exhortación: “Celebren a Dios con melodía, produzcan melodía. Celebren a nuestro Rey con melodía, produzcan melodía. Porque Dios es Rey de toda la tierra; produzcan melodía, obrando con discreción.” (Sal. 47:6, 7) El primer caso registrado de que los israelitas alabaran a Jehová con melodía fue después de su liberación a la orilla del mar Rojo. ¡Con cuánto júbilo deben haber cantado las palabras! “Cante yo a Jehová, porque se ha ensalzado soberanamente. Al caballo y a su jinete en el mar ha arrojado.”—Éxo. 15:1-21.

La música vocal e instrumental llegó a ser una parte prominente de la adoración del templo en Jerusalén. El rey David hizo arreglos para que 4.000 de un total de 38.000 levitas fueran “dadores de alabanza a Jehová.” (1 Cró. 23:3, 5) En particular la alabanza vocal e instrumental a Jehová recibía prominencia en las ocasiones especiales, como cuando David trajo el arca del pacto a Jerusalén, cuando Salomón dedicó el templo que había edificado a Jehová, y cuando los israelitas bajo Nehemías inauguraron el muro de Jerusalén que habían reedificado.—1 Cró. 15:1-28; 2 Cró. 5:11-14; Neh. 12:27-30, 38-42.

EN TIEMPOS APOSTÓLICOS

El cantar también fue parte de la adoración en tiempos apostólicos. De Jesús se había predicho: “Declararé tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré con canción.” (Heb. 2:12; Sal. 22:22) Durante y después de la última celebración válida de la Pascua Jesús y sus apóstoles cantaron varias canciones o salmos como se acostumbraba entonces. (Mat. 26:30) El apóstol Pablo nos da a entender que el cantar era una parte regular de la adoración de congregación, pues dice: “¿Qué ha de hacerse, pues? . . . Cantaré alabanzas con el don del espíritu,” es decir, en una lengua desconocida, “pero también cantaré alabanzas con mi mente.”—1 Cor. 14:15, 16.

Pablo no solo cantó él mismo, sino que también instó a los cristianos a cantar: “Sigan . . . hablándose unos a otros con salmos y alabanzas a Dios y canciones espirituales, cantando y acompañándose con música en su corazón a Jehová.” “Sigan enseñándose y amonestándose los unos a los otros con salmos, alabanzas a Dios, canciones espirituales con gracia, cantando en sus corazones a Jehová.”—Efe. 5:18-20; Col. 3:16.

EN TIEMPOS MODERNOS

¿Ofrecen los del pueblo de Jehová en tiempos modernos alabanza a Jehová y se enseñan y se amonestan los unos a los otros con canción? Sí, y con este propósito han estado publicando cancioneros desde 1879, el año en que se publicó el primer número de The Watchtower, o sea, La Atalaya en inglés. La manera en que alaban a Dios y se amonestan los unos a los otros en canción en el día actual se ve por los temas que se encuentran en su cancionero más reciente, “Cantando y acompañándose con música en su corazón.” Entre éstos están: “¡Jehová ha llegado a ser Rey!,” “Jehová es mi Pastor,” “¡‘Predica la palabra’!” y “Prueba de ser discípulos.”

Siendo éste el caso, se desprende que al cantar esas canciones como parte de nuestra adoración también estamos obedeciendo este mandato del apóstol Pablo: “Tengamos firmemente asida la declaración pública de nuestra esperanza sin titubear . . . Y considerémonos unos a otros para incitarnos al amor y a las obras excelentes.” (Heb. 10:23, 24) Sí, cuando cantamos canciones como “¡Somos testigos de Jehová!” y “El gozo de la resurrección” estamos haciendo declaración pública de nuestra esperanza. Y cuando cantamos canciones como “¡Necesitamos la fe!” y “Los frutos del espíritu,” ¿no estamos incitándonos unos a otros al amor y a las obras excelentes? ¡Ciertamente que sí!

Si prestamos atención a las palabras de estas canciones, si las tomamos a pechos y tratamos de vivir en armonía con sus sentimientos lo mejor que podamos, ¿exactamente cuál será el resultado? Pues, nos ayudará como pueblo de Jehová a ser celosos en nuestro ministerio, a estar produciendo todos los frutos del espíritu, y así estaremos llevándonos bien con nuestros compañeros cristianos tal como también con los miembros de nuestras propias familias. ¡Qué bendición!

AYUDAS PARA CANTAR

Puesto que estas canciones son parte de nuestra adoración, debemos querer cantarlas lo mejor que podamos. Eso quiere decir que también tenemos que pensar en su música, en su melodía. ¿Exactamente qué se requiere? Ante todo hay que familiarizarse con la tonada. Parece que a algunos se les hace un poco difícil esto. La habilidad musical de algunos es limitada y en algunos hogares no hay ningún instrumento musical que ayude. Esta es una de las razones por las cuales la Sociedad Watch Tower proporcionó discos de las canciones. Al obtener un juego de estos discos y tocarlos en sus hogares, escuchando cuidadosamente, todos pueden recibir ayuda para familiarizarse con la tonada de las canciones y aprender precisamente cómo deben cantarse.

Una vez que nos familiarizamos con la tonada, ¿qué más se necesita? Otra cosa que se necesita para cantar bien estas canciones es prestar atención a las disposiciones de ánimo de las diversas canciones. Como ayuda para esto, al principio de cada canción, justamente sobre el primer pentagrama musical, hay una palabra o frase que indica exactamente cómo debe interpretarse la canción; si alegremente o fervorosamente, vigorosamente o tiernamente, etc. El prestar atención a estas sugerencias nos ayudará a entrar en la disposición de ánimo que corresponde a las diversas canciones para cantarlas con el sentimiento o espíritu que requieren tanto la letra como la música.

El aplicar los principios que hemos aprendido en la Escuela del Ministerio Teocrático también nos ayudará mucho en nuestros esfuerzos por cantar bien. Así como sucede con la oratoria pública, uno de los requisitos fundamentales es cantar con suficiente volumen o fuerza. Por supuesto, no todos podemos levantar la voz al mismo grado. Algunos naturalmente tienen la voz suave, otros quizás no se sientan bien, otros quizás estén débiles por la vejez; quizás algunos no puedan cantar en absoluto. Pero cada uno puede tener el espíritu de las canciones en su corazón y luego dar expresión a esto al grado que pueda.

Por otra parte, en el entrenamiento de nuestra Escuela del Ministerio Teocrático se nos aconseja en cuanto a entusiasmo y emoción sincera y sentimiento. Estas cualidades son aun más importantes para cantar bien nuestras canciones de alabanza a Jehová. De modo que queremos cantarlas con espíritu y sentimiento, especialmente si es una cuya disposición del ánimo es del corazón. Y tal como el énfasis que comunica sentido es importante en la oratoria, también el énfasis, es decir, el énfasis del ritmo es importante al cantar si queremos transmitir eficazmente el espíritu de la canción.

¡Qué apropiado es que cantemos a Jehová tomando en cuenta lo maravilloso y amoroso que él es! ¡Qué apropiado que también nos enseñemos y nos amonestemos los unos a los otros en canción! Puesto que el cantar es parte de nuestra adoración todos podemos participar activamente, aunque no todos tenemos el privilegio de hablar desde la plataforma. De modo que consideremos seriamente esta parte de nuestra adoración, porque Jehová está escuchando nuestro canto, sí, escucha tanto nuestras canciones de alabanza como nuestras oraciones.

Y, ante todo, prestemos más que la atención acostumbrada a la letra. Es por la letra de las canciones que adoramos a Jehová Dios, dándole alabanza, y es por la letra que nos enseñamos y nos amonestamos los unos a los otros. Si verdaderamente entramos en la parte de nuestra adoración que tiene que ver con cantar y lo hacemos con todo nuestro corazón, le ocasionaremos gozo a Jehová y honra a su nombre y comunicaremos estímulo y felicidad a otros así como a nosotros mismos. Sí, “celebren a Dios con melodía, produzcan melodía.”

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