-
¿Es usted un buen maestro?¡Despertad! 1975 | 8 de febrero
-
-
Uso de preguntas
Cuando se usa apropiadamente, la pregunta es un instrumento sobresaliente. Básicamente, las preguntas piden hechos (¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde?) o quieren saber conclusiones u opiniones (¿Cómo? y, ¿Por qué?).
Las preguntas cortas y concisas son las mejores. Por lo general implican una idea principal.
Si uno verdaderamente quiere saber lo que está pensando su estudiante, puede que sea necesario vigilar el tono de su voz. Por ejemplo, un padre puede preguntar a su hijo adolescente qué opina de fumar marihuana. Por la manera en que el padre dice la palabra “marihuana” el hijo puede saber que su padre no lo aprueba. ¿Qué pasa entonces? Quizás le dé al padre la respuesta que éste espera. Pero si la pregunta se hace sin ninguna emoción, es más probable que el niño responda de la manera que realmente siente acerca de ello. Las preguntas rara vez producen buena enseñanza si se hacen de una manera dura o exigente. No olvide la relación entre el maestro y el estudiante.
También es bueno recordar que si uno está pidiendo a alguien que piense, es importante ser paciente. Si hace una pregunta, pero entonces prontamente pasa a dar la respuesta usted mismo, nunca sabrá si la otra persona realmente la hubiera podido responder. Pause después de la pregunta; observe la expresión de su cara, y entonces si ve que él no comprende, vuelva a frasear la pregunta.
Las preguntas se pueden usar para estimular el interés, o probar el entendimiento, o ambos. A menudo las preguntas que estimulan el interés son retóricas, es decir, la respuesta es obvia o no necesita una respuesta verbal... tal como: ‘Todos queremos ser felices, ¿no es cierto?’
Las preguntas para probar el entendimiento son las más difíciles. Frecuentemente se usan para repasar los puntos principales o comprobar la comprensión del estudiante. Esas preguntas se tienen que formular cuidadosamente para evitar que el estudiante se desanime. Si le pide que razone sobre algo y llega a una conclusión equivocada, él quizás se sienta lento, se turbe o se desilusione. Si puede descubrir por su expresión facial que él no lo sigue, quizás sea mejor volver a explicar sin preguntar o con buen tacto preguntar si desea una explicación adicional. Su alumno se sentirá agradecido.
Realmente, el mostrar consideración, interés y paciencia en nuestra vida diaria tiene un buen efecto sobre nosotros, no solo al enseñar sino en todo tiempo. Llegamos a ser personas que pueden comunicarse más eficazmente con otros. Se nos comprende más fácilmente porque somos más comprensibles.
La cuestión no es realmente, ¿debe uno pensar en ser un maestro? Ya lo es. La cuestión es, ¿hará el esfuerzo para ser un buen maestro?
Las recompensas por ser un buen maestro son grandes. Porque cuando enseñamos compartimos con otra persona. Damos parte de nosotros mismos para ayudar a otro. Es una experiencia enriquecedora que puede hacer la vida más interesante y más remuneradora.
-
-
Sueño dulce¡Despertad! 1975 | 8 de febrero
-
-
Sueño dulce
● Para dormir bien de noche, la condición mental de uno es mucho más importante que la condición del cuerpo. Un refrán lo dice así: “En lo que toca al dormir más vale la conciencia que el colchón.” El inspirado escritor de Eclesiastés lo expresa así: “Dulce es el sueño del trabajador, sea que coma poco o mucho; pero la abundancia del rico no le concede tranquilidad para dormir.”—Ecl. 5:12, Versión Moderna.
-