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¡Despertad! 1976
g76 8/8 págs. 7-10

¡Hagamos un bosque!

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Alemania Occidental

CUANDO un autor llamó a los alemanes la “gente de la selva,” quizás haya tenido presente que la vida de las antiguas tribus germánicas fue profundamente influenciada por las enormes selvas que en otro tiempo cubrieron su país.

El antiguo historiador romano Tácito escribió lo siguiente acerca de una tribu teutónica o germánica: “En un tiempo establecido del año, todas las diferentes personas que descienden de la misma estirpe, se reúnen en un bosque según sus diputaciones; consagrado por las idolatrías de sus antepasados, y por temores supersticiosos en tiempos de la antigüedad. . . . Y de todas sus supersticiones, éste es el impulso y tendencia; que de este lugar obtuvo la nación su original, que aquí Dios, el Gobernante supremo del mundo, reside, y que todas las otras cosas cualesquiera que fueran están sujetas a él.”—Germania.

Las selvas vírgenes proveyeron a los pueblos germánicos de caza con que alimentarse, pieles con que vestirse y madera para hacer utensilios y para construir sus viviendas. Al mismo tiempo, las “selvas sombrías,” como las llamó Tácito, instilaron en la gente miedo y respeto. Esto los condujo al error de considerar algunos árboles, como ciertos robles, como especialmente santos. Según la mitología germánica: “El universo es sostenido por un gran fresno, Yggdrasil . . . Las raíces del árbol Yggdrasil crecen por todo el mundo de los vivos y los muertos. Es regado por un pozo sagrado situado a su pie, donde . . . el ‘Destino,’ decide el sino de los hombres. Rocío dador de vida, semejante a aguamiel, cae sobre la tierra desde sus ramas, y una cabra que pace en sus hojas da aguamiel para que la beban los dioses.”—Encyclopædia Britannica.

Pero con el transcurso de los siglos ha cambiado mucho la actitud de los alemanes hacia sus selvas. Mientras que anteriormente consideraban las selvas a veces atemorizantes o misteriosas, ahora reconocen que son valiosas. Son activos sobre los cuales se basa la existencia misma de la civilización moderna. Por esta razón se deben apreciar, cultivar y proteger. El libro The Forest dice: “Hoy conocemos la selva como una fuente importante de materiales de construcción y una vasta reserva de la cual la moderna tecnología puede obtener una variedad virtualmente ilimitada de valiosos productos como papel, plásticos, trementina y alcohol.”

Pero la selva es más que eso. Este libro continúa: “La selva es mucho más que un almacén para las necesidades materiales del hombre. Su capa protectora tiene fama como un conservador del suelo y del agua y como un moderador del clima local.” Un artículo en un periódico alemán ilustra este punto: “Una inundación catastrófica ha causado ochenta y siete muertes en cuatro provincias meridionales de Tailandia. Han desaparecido seis personas. Más de mil viviendas y veinticuatro escuelas están bajo las aguas o han sido arrastradas por ellas. Como resultado del anuncio del Departamento del Interior, el gobierno ha atribuido la magnitud de la inundación, que fue precedida por una lluvia torrencial, casi enteramente a los extensos proyectos de desmonte que se han llevado a cabo en el sur del país durante los pasados años.”—Wiesbadener Kurier, jueves, 9 de enero de 1975.

Aprendiendo cómo hacerlo

El informe anterior solo es una de las muchas pruebas del peligro del desmonte. Muestran que al explotar sin límite las fuentes naturales el hombre ha cortado, hablando de modo figurativo, la rama en que está sentado. Sin embargo, no fue sino hasta el siglo dieciocho que se comprendió esto a grado cabal en Alemania. Por ejemplo, durante los primeros días del desarrollo industrial grandes sectores de los bosques fueron cortados para suministrar leña para el fuego en la fabricación de vidrio. Sin embargo, aun en aquel tiempo algunos hombres perspicaces advirtieron del peligro de transformar la tierra en una llanura sin árboles. Se fundaron escuelas de silvicultura y se comenzó la forestación científica.

Los aproximadamente 2.500 kilómetros cuadrados de lignito en el lado occidental del río Rin entre Colonia y Bonn ilustran lo que se puede hacer para mantener la Tierra apta para habitación humana. El lignito (o carbón pardo) es extraído a flor de tierra, y esa minería de tajo abierto o a cielo abierto deja tras sí un paisaje similar al de la Luna con sus enormes cráteres. De modo que aquí había una oportunidad singular de crear un paisaje enteramente nuevo, haciéndolo no solo por razones económicas sino también por razones prácticas, como el transformarlo en una zona de recreación. Pero, exactamente, ¿cómo ‘se hace un bosque’?

El curar las heridas infligidas por la minería cerca de la superficie requirió en primer lugar la preparación de un suelo que satisficiera las necesidades de un bosque, o sea, uno que suministrara (1) variedad de contenido mineral, (2) flojedad de la textura, y (3) suficiente contenido de oxígeno por medio de aereación. Una llamada grava de selva, una mezcla de arena, grava, rocas y loess, cumplió con los tres requisitos. Junto con los árboles jóvenes se plantaron altramuces, plantas de la familia de los guisantes, para enriquecer el suelo pelado. Resultan valiosas de tres maneras: agregan nitrógeno al suelo; protegen el suelo del calor del sol, evitando así que se reseque; y, por último, evitan la voladura de hojas caídas que contribuyen a la formación de humus.

Al principio, los que trataron de hacer un bosque tuvieron que aprender por experiencia, porque no se conocía tan bien como hoy el equilibrio ecológico entre las plantas del bosque. Sin embargo, sí reconocieron que los álamos de crecimiento rápido serían muy apropiados para servir como tipos precursores de la repoblación o forestación. Sin embargo, podría ser peligroso el monocultivo de nada más que álamos. Podría estimular la multiplicación de ciertas clases de insectos que entonces podrían destruir todo el cultivo. Por lo tanto era mejor plantar más de una clase de árbol.

El suelo que se preparó resultó ser tan bueno que fue posible plantar una variedad de árboles. Se usó una combinación de hayas y alerces, con álamos entremezclados. Puesto que los álamos son los que crecen con mayor rapidez, sirvieron de cubierta protectora para clases de árboles más delicados. El álamo, el aliso, el algarrobo y el sauce todos tienen buenos sistemas de raíces, porque necesitan una gran cantidad de agua. ¿Cómo resulta útil eso al hacer un bosque? Bueno, sus raíces ayudan a mantener firme el suelo y evitan la erosión y los derrumbamientos causados por saturación de agua. El usar una variedad de árboles evitaría más tarde lugares estériles cuando fueran talados los árboles maduros. Una saludable mezcla de diversas especies también es lo mejor para propósitos de recreación.

Hoy se usan treinta y seis diferentes clases de árboles para la forestación en este distrito de Alemania. Se ha realizado un cuidadoso estudio de las condiciones bajo las cuales crecen y cómo están relacionados unos con otros. Hasta el raro pino gigantesco de California y la secoya, que evidentemente contribuyeron mucho a la formación de los extensos depósitos de lignito, están incluidos en un parque especial. Dieciocho clases de maleza, incluso el avellano y varias clases de rosas silvestres, completan el cuadro.

Lagos artísticamente dispuestos en el paisaje son parte de toda zona de recreo. Pero el tomar viejos pozos de minas y transformarlos en lagos que se puedan usar para nadar y deportes acuáticos no es tarea fácil. Antes que aparezcan formas de vida vegetal y animal más complejas, los lagos son invadidos por esos pequeños precursores de la vida vegetal microscópica, las robustas y humildes algas. Poco después las playas son enmarcadas en junquillos, eneas, juncos, plantas acuáticas y nenúfares. Estas son seguidas por la vida animal, pulgas de agua, mejillones y otras criaturas vivientes que, a su vez, sirven de alimento cuando pueblan los lagos de peces.

La presencia de los lagos hasta afectó la población de pájaros que llegó a ser más variada que antes. Pájaros de pantano y de agua que no se hallaban aquí antes que fuera extraído el lignito se radicaron. Dentro de poco esta sección forestal restaurada fue poblada por especies de cantores alados, agregando todos su contribución a la música que es tan relajante escuchar en una mañana temprana de primavera. Los pájaros también hacen su parte en la conservación del bosque evitando la multiplicación demasiado rápida de los insectos. Pero cuando se mantienen en equilibrio, los insectos también sirven su propósito en construir y mantener el bosque.

Si uno cavara una palada de tierra del bosque, probablemente le sorprendería la cantidad de diferentes criaturas y formas de vida que encontraría. El libro The Forest se refirió a ello como “el mundo oculto del suelo.” Contó de un examen que los científicos habían realizado de la capa superior de 2,5 centímetros de espesor del suelo del bosque. ¿Qué hallaron? “Había un promedio de 1.356 criaturas vivientes presentes en cada pie cuadrado (0,30 m. x 0,30 m.), incluso 865 ácaros, 265 colémbolos, 22 miriápodos, 19 escarabajos adultos y diversas cantidades de otras 12 formas. Si también se hubiera calculado la población microscópica, podría haberse elevado a dos mil millones de bacterias y muchos millones de hongos, protozoarios y algas... en solo una cucharadita de suelo.”—Páginas 131, 132.

¿Cuán útiles son estas criaturas para construir un bosque? Muy útiles. Sin ellas el suelo sería mucho menos productivo. Los topos, erizos y la útil musaraña también contribuyen al equilibrio ecológico al controlar los insectos. Y aunque hubiera sido inútil tratar de hallarlos en los montones de escoria dejados por los trabajadores de minas al cielo abierto, se hallan aquí en el bosque y parecen estar en su elemento.

Al tratar del bosque ciertamente no queremos olvidar a nuestros amigos el conejo, la ardilla y el ciervo. No pasó mucho tiempo antes que ellos, también, se hallaran allí, contribuyendo con su parte al equilibrio ecológico. Otros que vinieron fueron el zorro, la marta, el tejón y la mofeta. Estos ayudaron a impedir que el conejo y otros animales sobrepoblaran la zona y dañaran severamente los retoños jóvenes de los árboles.

Perspectiva para el futuro

Si usted les preguntara a las muchas personas que recorren las sendas de los bosques bien cuidados de Alemania por qué disfrutan tanto de ellos, sin duda obtendría una variedad de respuestas. La sociedad industrial busca tranquilidad en la “naturaleza” donde los sonidos son más suaves, los movimientos menos agitados. Muchas personas disfrutan especialmente del aire más puro, porque se ha probado que la corteza y las hojas de los árboles limpian el aire al atrapar las partículas de polvo que después son escurridas al suelo por las lluvias. La quietud de un bosque, sus predominantes colores de verde y azul, el susurro suave de las hojas, el murmullo de un arroyo... ¡cómo calman los nervios, refrescan el cuerpo y estimulan el espíritu!

Por lo tanto muchos ciudadanos agradecen el hecho de que algunos funcionarios están más conscientes ahora que antes respecto a cuidar de que los árboles no sean cortados ni los bosques talados innecesariamente. De acuerdo con los deseos de los funcionarios, la sucursal de los testigos de Jehová en Alemania Occidental planificó su nuevo edificio residencial de tal modo que fue posible dejar en pie muchos árboles jóvenes picea que estaban en la propiedad. Así los árboles son una excelente extensión del bosque contiguo.

Según informes periodísticos, grandes cantidades de personas le están dando la espalda a la religión y dejando a las iglesias más vacías que nunca. Aquí en Alemania parece que muchas personas consideran el dar un paseo por los bosques como su especie de “servicio dominical.” Dicen que se sienten más cerca de Dios en el bosque que en ninguna otra parte. Pero deben tener cuidado de no cometer el error de propasarse como lo hicieron sus antiguos antepasados y hacer de la naturaleza una especie de dios.

Sin embargo, el lector práctico del “libro de la naturaleza,” se asombra de continuo al dar vuelta “página tras página” y notar el complicado equilibrio envuelto en la ecología del bosque. Se pueden ver relaciones tan firmes y estables que, si el hombre solo les da una ligera oportunidad, pueden producir resultados maravillosos. Pueden volver los escoriales que son los sobrantes de la minería al cielo abierto, en sitios de recreo. Pero también hay suficiente lugar para las contribuciones creativas y culturales del hombre.—Gén. 1:28.

No menos de treinta diferentes ramas de la ciencia tomaron parte en la forestación de la zona del lignito cerca del río Rin. Todos estos científicos aprendieron del “libro de la naturaleza” por observación y experiencia. El temor esclavizante que tuvieron las antiguas tribus teutónicas a los espíritus y demonios de las selvas es algo del pasado. En cambio, el creciente conocimiento acerca de los bosques nos llena de profundo respeto por el gran Creador, Jehová Dios. Él es el que dispuso el maravilloso equilibrio que se halla en la selva. También ha revelado en su Palabra escrita que toda la Tierra pronto será transformada en un verdadero paraíso global. ¿Le gustaría a usted vivir para ver el nuevo sistema de cosas que Dios ha prometido y tal vez ayudar a hacer un bosque?

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