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“Sean vigilantes en cuanto a oraciones”La Atalaya 1959 | 15 de febrero
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de Jehová que fielmente habían aguantado la brutalidad de los campos de concentración nazistas o, más recientemente, de las prisiones comunistas durante años, ¡después tuvieron que ser excomulgados o expulsados a causa de comportamiento inmoral!—Rom. 7:19; Eze. 16:49, Mod.
10 Puesto que nuestros tres enemigos, el Diablo, el mundo y la carne, están colocando más y más obstáculos en nuestro camino, verdaderamente hoy, como nunca antes, necesitamos estar alerta, estar despiertos, ser vigilantes. No nos conviene estar demasiado confiados ni atrevernos a estar demasiado confiados a causa de la escasa persecución en casi todas partes del mundo y a causa de la gran expansión de la adoración pura. Por lo contrario, puesto que “el fin cabal de todas las cosas se ha acercado,” es más necesario que nunca que tomemos a pecho todos los ejemplos amonestadores y los mandamientos explícitos en cuanto a la vigilancia.
CONSCIENTES DE NUESTRA NECESIDAD ESPIRITUAL
11-14. (a) El estar conscientes de nuestra necesidad espiritual, ¿qué efecto tendrá en nuestro estudio de la Palabra de Dios? ¿Por qué? (b) ¿En nuestra concurrencia a las reuniones? (c) ¿En nuestra actividad de predicar? (d) ¿En nuestro orar?
11 ¿Cómo podemos mantenernos vigilantes? ¿Cómo podemos evitar el lazo de tener demasiada confianza? ¿Cómo? Por medio de siempre estar conscientes de nuestra necesidad espiritual. Como Jesús dijo: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual.” Y ¿por qué el estar conscientes de nuestra necesidad espiritual nos mantiene vigilantes y nos protege del lazo de tener demasiada confianza? Porque, ante todo, nos hará diligentes en estudiar la Palabra de Dios junto con las ayudas que él ha provisto para entenderla, sabiendo que “el hombre ha de vivir, no sólo de pan, sino de toda declaración que procede de la boca de Jehová.” Esa Palabra, según hemos visto, contiene mucha exhortación amonestadora que nos ayudará a mantenernos vigilantes.—Mat. 5:3; 4:4.
12 En segundo lugar, si estamos conscientes de nuestra necesidad espiritual estaremos ansiosos de asociarnos con cristianos del mismo parecer en toda oportunidad, apreciando que ninguno puede decir a otro: ‘No tengo necesidad de usted.’ Tal vez no pensemos en decir eso en esas palabras, pero si voluntariamente descuidamos el reunirnos con nuestros hermanos estarnos diciendo exactamente eso por medio de nuestros actos y en nuestro corazón. Si todos los cristianos dedicados estuviesen plenamente conscientes de su necesidad espiritual en cuanto a asociarse unos con otros, no sería necesario recordarles continuamente el no dejar “de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino animándonos, y tanto más al ver que el día se acerca.” El asociarnos unos con otros es estimulador y nos ayuda a mantenernos vigilantes.—1Cor. 12:21; Heb. 10:25.
13 Además, si estamos conscientes de nuestra necesidad espiritual comprenderemos que es cierto acerca de cada uno de nosotros lo que fué cierto acerca de Jesús: “Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me envió y terminar su obra.” Habiendo recibido en corazones buenos las buenas nuevas acerca de Jehová y de su reino y la advertencia acerca de destrucción inminente en el Armagedón, hallamos que tenemos una necesidad verdadera de decir estas verdades a otros. Sí, entonces igual que Eliú y Jeremías no podremos permanecer callados. El mantenerse ocupado predicando la verdad es una de las mejores maneras de mantenerse vigilante.—Juan 4:34; Job 32:18-20; Jer. 20:9, Mod.
14 Y, finalmente, el estar conscientes de nuestra necesidad espiritual nos hará apreciar el valor de la oración, de hablar con nuestro Padre celestial, Jehová Dios. Mediante la oración mostramos que estamos profundamente conscientes de cuánta falta nos hace su ayuda, que apreciamos cuán necesario es mantenernos en contacto con él, la Fuente de la sabiduría verdadera y de toda fuerza. Parece haber entre algunos hoy día la tendencia de pasar por alto la importancia de la oración, sí, de la oración frecuente y fervorosa. Es muy fácil descuidar la oración o dejar que se deteriore a una rutina, a una cosa formal. ¡Ese es un gran error! La oración fervorosa y frecuente nos ayudará a evitar el lazo de la demasiada confianza. Con razón la Palabra de Dios repetidamente une la oración con la vigilancia.
JESÚS ESTUVO CONSCIENTE DE SU NECESIDAD ESPIRITUAL
15. ¿Qué muestra que Jesús estuvo consciente de su necesidad espiritual?
15 Tocante a oración, como con todo lo demás, Jesús nos puso el, ejemplo perfecto. El aprecio que le tenía a este privilegio precioso se destaca prominentemente en el registro de su ministerio terrestre. De hecho, pudiera decirse que ningún otro habitante de la tierra jamás apreció la oración tanto como él. Aunque era perfecto de mente y cuerpo y tenía poderes sobrenaturales a su disposición, no estuvo demasiado confiado, sino que siempre estuvo consciente de su necesidad espiritual. Continuamente acudió a su Padre celestial por sabiduría y fuerza, y también expresó alabanzas y acciones de gracias en oración.
16-18. (a) ¿Cuál fué la actitud mental de Jesús al tiempo de su bautismo? (b) ¿Que registro tenemos que muestra que Jesús recurrió a la oración durante todo su ministerio?
16 Así concerniente al mismísimo principio de su ministerio, terrestre leemos que “Jesús también fue bautizado y, estando él orando, el cielo se abrió.” Plenamente consciente de su necesidad espiritual se comunicó con su Padre, pidiendo Su ayuda. Él fué muy serio; nada de frivolidad ni festividad marcó su comportamiento. Y no podemos concluir otra cosa que el que Jesús pasó mucho tiempo en oración durante los cuarenta días que estuvo en el desierto. De modo que cuando Satanás vino con sus tentaciones astutas y sutiles Jesús no fué tomado desprevenido. Él estuvo vigilante.—Luc. 3:21; Mat. 4:1-10.
17 Y lo mismo fué cierto de todo su ministerio. Repetidas veces leemos acerca de que se retiraba a orar en privado: “Más tarde, mientras oraba solo, vinieron los discípulos juntos a él.” Y otra vez: “Habiendo al fin despedido a las muchedumbres, subió solo a la montaña a orar,” continuando en ese lugar hasta temprano por la mañana, cuando se apresuró a donde estaban sus discípulos, que se hallaban amenazados por una tormenta. Y en otra ocasión, “temprano por la mañana, mientras todavía estaba oscuro, se levantó y salió y se dirigió a un lugar solitario, y allí empezó a orar.”—Luc. 9:18; Mat. 14:23; Mar. 1:35.
18 Antes de escoger a los doce apóstoles de entre sus discípulos Jesús “salió al monte a orar, y continuó toda la noche en oración a Dios.” ¡Qué ejemplo es esto para nosotros de suplicar a Dios fervorosamente cuando nos enfrentamos a hacer una decisión importante! De nuevo, fué cuando Jesús “tomó consigo a Pedro y a Juan y a Santiago y subió a un monte a orar” que se efectuó la maravillosa escena de la transfiguración. ¿En respuesta a la oración de Jesús? ¡Sin duda! Y algo que contribuyó a que nosotros recibiéramos la oración modelo fué el propio ejemplo de orar de Jesús, como leemos: “Ahora bien, en la ocasión de estar él en cierto lugar orando, cuando cesó, cierto discípulo suyo le dijo: ‘Maestro, enséñanos a orar, tal como Juan también enseñó a sus discípulos.’”—Luc. 6:12; 9:28-30; 11:l.
19, 20. (a) ¿Qué oraciones expresó Jesús en el último día de su ministerio terrestre? (b) ¿Por qué oró de la manera que lo hizo?
19 Y especialmente durante el último día de su ministerio terrestre como hombre recurrió Jesús a la oración. Sabiendo que pronto dejaría a sus seguidores, oró extensa y fervorosamente por ellos, como se registra en el capítulo 17 de Juan. Y previendo el futuro inmediato especialmente oró por Pedro para que su ‘fe no se acabara.’ Luego, exactamente antes de que la chusma viniese para llevárselo, Jesús oró tres veces concerniente a la voluntad de su Padre para él: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa. Sin embargo, no como quiera yo, sino como quieras tú.” Sin duda el apóstol Pablo tenía presente esta ocasión en particular cuando escribió que “en los días de su carne Cristo ofreció súplicas y también peticiones al que podía salvarlo de la muerte,” su Padre celestial. (Luc. 22:31, 32; Mat. 26:39; Heb. 5:7) No por esto hemos de pensar que Jesús se retrajo de la muerte, ni de la clase de muerte que le aguardaba. ¿No había dicho a sus discípulos que sería ejecutado e indicado la manera en que sería ejecutado? (Mat. 16:21; Juan 12:33) Más bien, tenemos que concluir que su gran preocupación era a causa del vituperio que la muerte del Hijo de Dios en un madero de tormento le ocasionaría a su Padre celestial, Jehová Dios.
20 Jesús continuó en oración mientras sufría las angustias del empalamiento. La vergüenza y dolor del empalamiento no lo alejaron de su Dios, sino que lo acercaron más a él. En sus oraciones citó de dos salmos proféticos que Dios había registrado con ese mismísimo propósito largos siglos antes: “Mi Dios, mi Dios, ¿con qué fin me has abandonado?” Y “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Y luego tenemos su informe final a su Padre: “¡Se ha logrado!” Todo lo cual, nótese de paso, prueba que mientras estuvo en la tierra Jesús no fué humano y divino, no fué una encarnación, no fué miembro de una trinidad, sino que por completo fué un habitante de la tierra, una criatura humana; perfecto, sin embargo, porque su Padre era Jehová Dios.—Mat. 27:46; Luc. 23:46; Juan 19:30; Sal. 22:1; 31:5.
21. ¿Qué lección podemos sacar del ejemplo de Jesús ?
21 No hay duda de que Jesús siempre estuvo consciente de su necesidad espiritual. Y si él, el Hijo de Dios perfecto, inmaculado, hacedor de milagros, continuamente sintió la necesidad de orar, cuánto más debemos sentirla nosotros, hijos e hijas de Adán imperfectos, pecaminosos y débiles. El hecho de que los apóstoles de él tuvieron la misma actitud mental se destaca de sus cartas, que abundan con mandatos de orar y la mención de que ellos oraban por sus hermanos.—Rom. 15:30; 1 Tes. 1:2; 1 Ped. 4:7.
ALABANZA, ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN
22. ¿Cuáles son algunos mandamientos bíblicos que encierran la idea de hacer oración?
22 También se nos insta a orar en los muchos mandamientos y expresiones bíblicos que encierran la idea de hacer oración. Sólo mediante oración podemos continuar ‘invocando al Padre.’ Sólo mediante oración podemos ‘arrojar nuestra carga sobre Jehová, dejando que él nos sustente.’ Y para que ‘confiemos en Jehová con todo nuestro corazón’ y para que ‘lo tomemos en cuenta en todos nuestros caminos’ tenemos que acercarnos a él en oración así como también escudriñar su Palabra. Tampoco podemos ‘andar humildemente con nuestro Dios’ sin oración; pues, ¿quién no entra en conversación con la persona con quien está andando; y qué es oración si no hablar con Dios? Y cuando nosotros en primer lugar venimos a Dios en dedicación, ¿no es en oración que le decimos: ‘Yo he venido para hacer tu voluntad, oh Dios’?—1 Ped. 1:17; Sal. 55:22; Pro. 3:5, 6; Miq. 6:8, Mod; Heb. 10:9.
23, 24. (a) ¿Cuáles son las tres formas o aspectos de la oración, y qué las ocasiona? (b) ¿Qué ejemplo excelente dió de éstas David?
23 Sin embargo, no pasemos por alto el hecho de que la oración no se limita a pedirle algo a Dios. No, también incluye alabanza y acciones de gracias. Por lo tanto Jesús no sólo pidió repetidamente a Dios, sino que también vez tras vez lo alabó y le dió gracias en oración. (Mat. 11:25; Mar. 8:6; Luc. 22:17, 19; Juan 6:11, 23; 11:41) De modo que en toda ocasión recordemos que es apropiado siempre el que en nuestras oraciones alabemos a Jehová por quién es y por lo que es, y que siempre incluyamos expresiones de acción de gracias por todo lo que continuamente sigue haciendo por nosotros. Por medio de cultivar la actitud mental de alabanza y acción de gracias seremos recompensados con suficiencia en nosotros mismos o contentamiento, lo cual, junto con devoción piadosa, es un medio de gran ganancia.—1 Tim. 6:6.
24 Un ejemplo excelente de una oración que incluyó alabanza, acción de gracias y petición es la que David ofreció al tiempo que él y su nación hicieron contribuciones para la edificación del templo de Jehová. Con elocuencia apropiada alaba a Jehová por sus cualidades y luego le da gracias porque él y su pueblo pudieron contribuir tan generosamente, pues todo provino de Dios en primer lugar. Y luego David pide a Jehová que siempre mantenga a su pueblo inclinado a ser tan generoso y teniendo su corazón siempre dirigido hacia Él. También David oró por el reino típico, diciendo: “Y a Salomón mi hijo dale un corazón completo para que guarde tus mandamientos.” Imitemos a David haciendo que nuestras oraciones den evidencia no sólo de que estamos conscientes de nuestra necesidad espiritual, sino también de que apreciamos la clase de Dios que Jehová es y lo que continuamente hace por nosotros.—1 Cró. 29:10-20.
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La oración, una preciosa provisión amorosaLa Atalaya 1959 | 15 de febrero
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La oración, una preciosa provisión amorosa
“No estén ansiosos por cosa alguna, sino que en todas las cosas por medio de oración y súplica junto con acción de gracias den a conocer sus peticiones a Dios.”—Fili. 4:6.
1. ¿Qué hechos ponen de relieve la naturaleza milagrosa de la oración?
AL SOLO reflexionar en cuanto a esta provisión de la oración no podemos menos de maravillarnos del milagro de todo ello. El hombre se sintió sumamente gozoso cuando el 10 de enero de 1946, después de extensos preparativos, estableció contacto por primera vez con la luna mediante señales de radar, regresando hasta él el eco sumamente débil de tales señales “después de un intervalo de entre 2.38 y 2.72 segundos, correspondiendo con la distancia a la luna de 355,666 a 407,166 kilómetros.” Puede que los rayos de radar del hombre lleguen a la luna con la velocidad de la luz, pero ¡qué es eso comparado con nuestras oraciones que llegan hasta el trono de Jehová, el cual, estando muy por encima del universo material, ha de estar a un sinnúmero de años luz, y llegan en sólo un
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