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¿Añora usted “los viejos tiempos”?La Atalaya 1978 | 15 de mayo
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esto hace que la gente esté inquieta y añore “los viejos tiempos.”
MÁS QUE “COSAS”
Pero hay más en el extenso añorar de “los viejos tiempos” que solo el pasar por alto el progreso técnico que la humanidad ha logrado. Como ya se ha mencionado, hay personas que anhelan en particular el modo de vivir o el ambiente que solía existir. Quizás reconozcan que los artículos que hoy se fabrican son en ciertos respectos superiores a los productos del ayer, pero eso de por sí no les produce contentamiento. Es posible que personalmente perciban que alguna necesidad fundamental no esté siendo satisfecha al grado que lo fue en tiempos anteriores. Además, personas pensadoras quizás se estén preguntando si esta insatisfacción fundamental no estará contribuyendo al derrumbe moral general que vemos abundar a pesar del progreso material del hombre.—2 Tim. 3:1-5.
Entonces, examinemos por qué parece existir hoy día un espíritu o ambiente diferente, y qué podemos hacer tocante a ello.
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Captando el espíritu de “los viejos tiempos”La Atalaya 1978 | 15 de mayo
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Captando el espíritu de “los viejos tiempos”
EL JUGADOR norteamericano de baloncesto Julius Erving fue entrevistado después de haber firmado un contrato por tres millones y medio de dólares para jugar baloncesto. Se informa que cuando se le preguntó a Erving: “¿Hay algo que usted quiera que todavía no pueda comprar?” él contestó: “Posiblemente haya cosas emocionales o espirituales que nadie puede comprar, pero nada material.”
Con su comentario, este millonario jugador de baloncesto puede haber señalado ligeramente a una razón fundamental por la cual muchísimas personas hoy día hablan con añoranza de “los viejos tiempos.” Mientras que en muchas partes de la Tierra hay gente que está experimentando progreso material o tecnológico sin precedente, todavía hay muchas personas descontentas. Esto se debe a que la satisfacción de nuestras necesidades emocionales y espirituales no se relaciona, necesariamente, con los bienes materiales que tengamos. Tampoco podemos comprar la satisfacción emocional y espiritual. De hecho, los esfuerzos que hacen muchas personas por
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