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  • ¿Por qué envidiar a celebridades?
    ¡Despertad! 1970 | 22 de noviembre
    • Tocante a esto, Maurice Zolotow, quien estuvo estrechamente asociado con muchas personas famosas, comentó: “Por aproximadamente quince años he sido el confidente de actores y actrices de Broadway y Hollywood que tienen oportunidades de llevar una vida sexual sin riendas. Y algunos de ellos la viven hasta lo sumo . . . Pero cuando ellos confían en uno y hablan con franqueza, confiesan lo frustráneo y no satisfactorio que es todo ello.”

      Por lo general la persona famosa pasa al olvido poco después que muere. Aunque su nombre sea conservado en libros de historia, cesa de brotar de los labios de la gente. Esto sucede en particular a medida que vienen nuevas generaciones y las generaciones más antiguas que la conocían pasan. Por ejemplo, ¿a cuántos atletas de los que se hicieron famosos en la Grecia antigua conoce usted por nombre? ¿A cuántos se aclama hoy?

      ¿Ha oído alguna vez de Filónides? Se hizo famoso por correr 169 kilómetros en un solo día, pero hoy el público no lo aclama. ¿Qué hay de Alcibíades? Fue famoso porque fue el único que tuvo siete carros en los juegos olímpicos en una sola ocasión y ganó el primero, segundo y tercer premios. Varias ciudades celebraron juntas su victoria; no obstante, hoy el público en general lo desconoce.

      La fama de esas personas duró relativamente poco. No fue eterna, como algunos quizás hayan pensado que sería. Hoy lo mismo es cierto en cuanto a la fama. Hace poco un miembro bien conocido de un trío de cantantes dijo: “Aquí estamos, fijos en el tiempo, por siempre jamás.” ¿No es eso simple ilusión, hacer castillos en el aire? La única manera en que uno puede estar ‘fijo en el tiempo, por siempre jamás’ es obteniendo el don de vida eterna que nuestro Creador ha prometido a los que hacen su voluntad.—Rom. 6:23.

      Un atleta de hoy, un boxeador que se hizo famoso en Oceanía, se dio cuenta de que hay algo que vale más la pena que buscar la fama. Sabía lo que era ser famoso. La gente extendía la mano para tocarlo cuando pasaba; tenía trofeos, publicidad y gloria personal.

      Al darse cuenta de que su ocupación de pelear no le agradaba a su Creador, inmediatamente renunció. Cuando se le preguntó qué diría la gente, especialmente cuando tenía un encuentro importante programado para el día después de haber renunciado, y considerando que había sido escogido para representar a su isla en unos juegos especiales en Nueva Caledonia, dio una respuesta breve y al grano. Dijo que las alabanzas de los hombres ya no le importaban. Lo que quería era la aprobación de Dios.—2 Tim. 2:24.

      En vez de envidiar a las celebridades que tienen un nombre famoso, pero pasajero, entre los hombres, ¿no sería mucho más remunerador y satisfactorio buscar un buen nombre ante Dios por obras buenas que estén en armonía con su Palabra escrita?

      El boxeador que renunció a la fama para buscar un buen nombre ante Dios escogió el mejor derrotero de la vida. Ahora tiene la satisfacción de ayudar a otros, el placer de estar rodeado de amigos genuinos y la felicidad de esperar un futuro eterno en perfección humana en el nuevo orden de Dios. ¿No es esto más deseable que la fama efímera de ser una celebridad?

  • Los idiomas más ampliamente usados
    ¡Despertad! 1970 | 22 de noviembre
    • Los idiomas más ampliamente usados

      Son más las personas que usan el chino que las que usan cualquier otro idioma, pero en su mayor parte el uso de este idioma se circunscribe al Asia. Aproximadamente 400.000.000 de personas utilizan el inglés, más que cualquier otro idioma excepto el chino. Pero el inglés se usa en muchos más lugares de la Tierra que el chino.

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