Un mundo sin violencia... ¿es posible?

“Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.”—Sal. 37:10, 11.

¿SE LO puede imaginar?... un mundo en el cual nadie tenga que cerrar las puertas con llave, donde la gente pueda andar sola por las calles, de día o de noche, sin temor de ser víctima del delito o la violencia, y donde ya no haya más guerras. ¡De seguro usted recibiría con regocijo tal mundo!... un mundo en el cual toda la humanidad: negros, blancos y amarillos, se entremezclen como una hermandad unida, y todos sirvan gozosamente para el bien común... un mundo donde las personas se manifiesten interés y amor genuinos unas a otras, donde cada individuo se interese afectuosa y personalmente en el bienestar de su prójimo... un mundo donde no haya un abismo separando a los ricos y los pobres, sino donde todos sean trabajadores gozosos, que se deleiten en compartir las riquezas de la Tierra... un mundo donde los que estén en autoridad no mientan, defrauden ni hurten, sino que sirvan altruistamente para beneficio de todos.

¿Podría haber posibilidad de un mundo como ése? ¡Realmente, sí! De hecho, ese mundo es mucho más que una posibilidad... es una certeza, ¡y se realizará en un futuro muy cercano! Permítanos explicarle por qué será así.

Hoy abundan los problemas en la vida. Pero la Biblia nos asegura un futuro maravilloso. Esto será el resultado de la gobernación de un reino tan verdadero como el del rey David en tiempos antiguos, pero en escala mucho más grandiosa. Este reino abarcará toda la Tierra y unirá a la raza humana como una sola familia segura y feliz. El profeta Isaías nos dice lo siguiente sobre los conmovedores beneficios de ese reino bajo su “Príncipe de Paz”:

“De la abundancia del gobierno principesco y de la paz no habrá fin, sobre el trono de David y sobre su reino a fin de establecerlo firmemente y sustentarlo por medio del derecho y por medio de la justicia, desde ahora en adelante y hasta tiempo indefinido. El mismísimo celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”—Isa. 9:7.

Sí, Dios, quien manda a los ejércitos angélicos, será celoso en el establecimiento de ese reino de paz. ¡Y él puede hacerlo! Pues a los ojos del magnífico Creador, las naciones de la humanidad son como una simple “gota de un cubo” y una “capa tenue de polvo en la balanza.” (Isa. 40:15) Este Dios magnífico nos dice también por medio de su profeta: “Yo mismo he hecho la tierra y he creado aun al hombre sobre ella. Yo... mis propias manos han extendido los cielos, y a todo el ejército de ellos yo he dado órdenes.”—Isa. 45:12.

Meditemos por un momento en esas palabras. ¿Comprendemos lo estupendo que es ese ‘ejército de los cielos físicos’? Se dice que en nuestra propia galaxia, la llamada “Vía Láctea,” hay por lo menos 100.000 millones de estrellas, similares a nuestro Sol. Si pudiésemos viajar a la velocidad de la luz, necesitaríamos 100.000 años para cruzar la expansión de esta galaxia. Pero se calcula que la Vía Láctea es solo una de más de 100.000 millones de galaxias y cada una tiene decenas de miles de millones de estrellas. ¡Qué diminutas son nuestra Tierra y la humanidad en comparación con eso! Y sin embargo, desde la creación en adelante el Señor Soberano Jehová ha tenido bajo control absoluto toda esta inmensidad de su creación. Ha ‘dado órdenes a todo el ejército’ de esos cuerpos.

Además, en esta Tierra, donde el hombre no la ha contaminado, se perpetúa una maravillosa creación según leyes que han sido implantadas divinamente. La grandeza de ésta habla de la gloria y sabiduría de un Creador amoroso, que se interesa profundamente en la humanidad. Él nos dice: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada: ‘Yo soy Jehová, y no hay ningún otro.’” (Isa. 45:18) Jehová se proponía que esta Tierra fuera habitada por seres humanos perfectos y felices, no que fuera arruinada como la están arruinando los hombres codiciosos hoy día.

Alegres podemos estar de que este Creador todopoderoso se haya propuesto “causar la ruina de los que están arruinando la tierra.” (Rev. 11:18) Esto significa que removerá de esta Tierra, no solo a los que voluntariosamente contaminan su aire, sus campos y aguas, sino también a los belicistas, a los gobernantes políticos corruptos y a los opresores religiosos que han hecho difícil la vida para la gente en tantos países. En vez de violencia y guerras, Jehová Dios proporcionará seguridad y paz, tal como profetizó el rey David: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.”—Sal. 37:10, 11.

[Ilustración de la página 4]

Dios ‘extendió los cielos’ en los cuales nuestro Sol es solo uno entre miles de millones