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Las cadenas de la supersticiónLa Atalaya 1983 | 15 de enero
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Las cadenas de la superstición
¿ES USTED una persona supersticiosa? Si lo es, usted no es la única. Cierto investigador halló más de cuatrocientos mil supersticiones diferentes por todas partes del mundo. El hecho de que muchos hoteles no tengan un decimotercer piso, o que la gente trate de no caminar por debajo de una escalera ni permitir que algún gato negro le pase por enfrente, demuestra que hay supersticiones en el mundo occidental. La misma influencia malsana de la superstición se hace patente en África, como lo ilustra la siguiente experiencia.
Hace unos veinte años murió el esposo de Wawa después de estar enfermo por mucho tiempo. Durante los tres días siguientes a su muerte, Wawa yació en el suelo al lado del lecho de muerte llorando y gimiendo, mientras docenas de personas se lamentaban, gemían, bailaban y bebían alrededor de ella como parte del velorio. Muchos de los dolientes estaban tan envueltos en la situación que ni durmieron ni fueron a trabajar. ¿Por qué? Querían demostrar al espíritu del difunto y a su familia que ellos eran amigos de él.
Viviendo con temor a los muertos
Al tercer día el cuerpo fue llevado al cementerio, y todo el mundo fue tras él. Se puso el ataúd en el hoyo y se le tiraron encima piedrecitas y puñados de tierra. ¿Por qué? “Para decir adiós al espíritu de mi esposo”, dice Wawa. Luego, antes de rellenar la sepultura, Wawa juró delante de todos que ella siempre había sido fiel a su esposo. “Si no fue así”, proclamó ella, “que su espíritu me dé un golpe de muerte”. Desde entonces en adelante, el miedo que tenía al espíritu de su difunto esposo gobernaría la vida de Wawa.
La familia de su esposo seguía diciéndole: “Si haces cualquier cosa kirikiri [“irrazonable”, en el idioma sango], su espíritu regresará y te matará”. Para demostrar que ella realmente había amado a su esposo, no se dio un baño completo durante tres meses, llevó una vestidura sencilla alrededor de su cuerpo y durmió sobre una estera de paja en la tierra. Wawa creía que su difunto esposo estaba observando cada movimiento de ella. Parecía que el hombre a quien ella había amado se había convertido en su peor enemigo.
En algunas tribus se requiere que la viuda doliente lleve un cuchillo para rechazar cualquier ataque del espíritu del difunto esposo. Ella no puede mirar directamente a la llama cuando enciende un fuego, por miedo de ver al difunto. Se levanta a las tres o cuatro de la mañana todos los días y llora y gime para demostrar que todavía lo ama. Además le ofrece la primera porción de cada comida por medio de arrojar algo de ésta a la tierra.
Cuando se cumplieron tres meses, la familia del esposo de Wawa la llevó a orillas del río más cercano y la arrojaron al agua. Esto era una señal de que, en la medida en que ella había cumplido satisfactoriamente con el duelo, estaba limpia de cualquier espíritu inicuo. Algunas personas dicen que esto también indica que ella no tuvo nada que ver en la muerte de su esposo.
Pero ¿por qué murió él?
En la mente de muchas personas de esta parte del mundo, nadie simplemente muere. Al difunto se le tiene que haber dado muerte debido a la mala voluntad de un ser humano o de una fuerza sobrenatural. Por consiguiente, los parientes políticos de Wawa no la ayudaron a sobrellevar su dura prueba. A raíz de la muerte de su esposo, el hermano menor de éste le gritó a ella: “¡Tú le diste una pócima para que él te amara, pero la preparaste demasiado fuerte, y eso lo mató!”. Otros la acusaban diciéndole: “¡Tú hiciste brujerías para que él muriera!”.
Después del “baño de limpieza” del tercer mes aumentó el hostigamiento de ellos. Ella se veía de continuo en la obligación de darles dinero, alimento o bebidas alcohólicas. La pobre Wawa se decía a sí misma en son de queja: “Yo soy la que está necesitada. ¿Por qué tengo que seguir trayendo estas cosas a la familia de mi esposo?”. Sin embargo, no se atrevía a negárselas, por miedo al espíritu de su esposo.
Finalmente, después de dos años llenos de temor, el período de duelo de Wawa terminó. Se le dio la oportunidad de casarse con el hermano mayor de su difunto esposo, y luego con los hermanos menores. Cuando ella rehusó todas las ofertas quedó en libertad para regresar a vivir con su propia familia. Pero aún así Wawa creía que su difunto esposo estaba buscando oportunidades de hacerle daño.
Lo triste del caso es que todos los temores de Wawa no tenían ningún fundamento verdadero. No hay ningún “espíritu de los muertos” que regrese a hacer daño a sus amados. La Biblia nos dice que los muertos ‘bajan al silencio’. De hecho, los muertos “no están conscientes de nada en absoluto [...] También, su amor y su odio y sus celos ya han perecido”.—Salmo 115:17; Eclesiastés 9:5, 6.
Felizmente Wawa aprendió esto después de aquello. Ahora sabe que su terrible miedo era irrazonable, supersticioso y sin fundamento alguno. Pero millones de personas todavía tienen tales temores. ¿Por qué? ¿Qué encadena a la gente a las supersticiones? ¿Pueden romperse esas cadenas?
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Rompiendo las cadenasLa Atalaya 1983 | 15 de enero
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Rompiendo las cadenas
EN CASI todo lugar de la Tierra la superstición controla la vida de muchas personas. Mientras muchos que viven en Occidente creen que una herradura o una patita de conejo les protegerá, muchos africanos llevan puesto alrededor del cuello un amuleto para que los proteja de los espíritus inicuos. Por la misma razón, también atan un cordón protector alrededor de la muñeca de un bebé recién nacido. En algunas tribus se cree que el bebé crecerá fuerte y saludable si se ata a este cordón un pedacito de hueso de gorila.
La gente que vive cerca de los ríos cree en las sirenas, a las que llaman Mami Wata en África Central. Se cree que éstas tienen el cabello largo y rubio y que atraen a los que se acercan al agua a fin de agarrarlos y ahogarlos. Algunas personas se aprovechan de esta creencia. Vierten sacrificios en el río con el fin de estimular a Mami Wata a que se apodere de su enemigo la próxima vez que éste vaya a la orilla del río.
De importancia en la superstición africana son el fetichista y el curandero. El fetichista de la localidad arroja las nzeke (pequeñas conchas marinas) para ver lo que encierra el futuro. El curandero prepara un filtro de amor para vivificar el amor marchito de un consorte. Si un rayo cae cerca de uno, se cree que probablemente alguien con el que uno ha discutido ha contratado a un hechicero para que le ayude a vengarse. Algunas personas creen que el hechicero puede cambiar a los hombres en mujeres, a las mujeres en hombres, ¡hasta a los seres humanos en animales!
Para la persona supersticiosa son de mal agüero los sucesos imprevistos. Si una serpiente o un camaleón se cruza en su camino, váyase rápidamente a casa antes de que suceda algo malo. Si por casualidad un pájaro entra volando a su casa, alguien allí va a morir. Si los perros hacen más ruido de lo usual durante la noche, alguien está a punto de morir, o acaba de morir.
Para las personas educadas de África y de otras partes del mundo tales supersticiones pudieran parecer irrazonables. Pero ¿qué hay de las personas educadas que evitan cuidadosamente pasar por debajo de una escalera, cancelan un viaje innecesario un viernes trece, convidan a un invitado de última hora para evitar tener trece personas en la cena o consultan el horóscopo en el periódico matutino? ¿No están ellas también encadenadas a la superstición?
Pero ¿qué es la superstición? ¿Y qué le permite controlar a la gente?
Temor de lo desconocido
La superstición se define como “la creencia o práctica que resulta de la ignorancia, el temor de lo desconocido y el confiar en la magia o el azar”. Atrae el interés de las personas sólo mientras éstas se mantengan en ignorancia y crean en ella. Cuando una persona supersticiosa adquiere verdadero conocimiento y ve lo irrazonable de sus creencias, cesa el poder que ejerce sobre ella la superstición. Y la mejor fuente de conocimiento para contrarrestar la superstición es la Biblia.
Wawa descubrió esto. Una vez que aprendió en qué condición están verdaderamente los muertos, ya no tuvo miedo. Dejó de hacer lo que exigía la superstición y no le ocurrió nada malo. Ahora comprende que no tenía que temer a las supersticiones.
Muchos africanos han tenido la misma experiencia. Cuando leen en la Biblia que Dios creó cada animal “según su género”, se dan cuenta de que Mami Wata —mitad pez, mitad humana— no podría existir. (Génesis 1:20-27) Además, ningún pescador jamás ha pescado en sus redes a tal clase de criatura y la ha puesto en exhibición. De igual manera, se dan cuenta de que un hechicero no podría convertir a una persona en leopardo ni en cocodrilo, puesto que éstos son ‘géneros’ completamente distintos.
También la Biblia llama “irracionales” a los animales. (2 Pedro 2:12) Así, ¿cómo puede saber un pájaro o un perro que alguien va a morir? O ¿cómo puede una serpiente o un camaleón (o un gato negro, en Europa) causar calamidad a una persona delante de quien cruce casualmente? De hecho, ¿cómo puede un fetichista predecir el futuro, cuando la Biblia dice que únicamente Dios conoce realmente el futuro? (Isaías 44:6-8) La razón nos dice que ellos no pueden, como tampoco las estrellas ni los planetas a una distancia de miles de millones de kilómetros, cambiar la vida de los que creen en los horóscopos aquí en este planeta Tierra.
Tal vez algunas personas pongan la objeción: ‘¡Pero una culebra se cruzó en mi camino y dos días después enfermó mi hijo mayor!’. Por supuesto, eso pudiera suceder. Pero ¿qué hay de todas las personas cuyos hijos enferman sin haber visto serpientes ni camaleones? O ¿qué hay de las personas que ven estas criaturas y no tienen problema alguno poco después? Al describir las experiencias de los hombres, la Biblia dice: “El tiempo y la casualidad les tocan a todos ellos”. (Eclesiastés 9:11, Versión Moderna) Sí, las cosas pueden ocurrir simplemente por casualidad. Por estar en cierto lugar en un momento inoportuno, una persona pudiera resultar herida en una tormenta. La enfermedad y los accidentes no tienen que ser el resultado de la maquinación maligna de un enemigo. Muchos están descubriendo esto, y ahora los temores supersticiosos ya no controlan su vida.
El creer en la magia
Pero hay un aspecto de la superstición que no se puede pasar por alto. A veces parece haber envuelto en el asunto un poder sobrenatural —algunas personas pudieran llamarlo magia— que va más allá de la coincidencia o meros accidentes. La gente de Occidente sabe que durante una sesión espiritista pueden ocurrir cosas extrañas. Un joven describió una experiencia que tuvo con una tabla Ouija. Dijo que él y sus amigos estaban sentados alrededor de la tabla para ver lo que sucedería, cuando él fue arrojado violentamente de la silla y golpeado contra la pared al otro extremo de la habitación.
También en África se informan sucesos extraños. La gente insiste en que ha visto una sirena rubia que les hace señas para que se acerquen al río. O se han oído informes de animales que hablan y dicen que anteriormente fueron humanos. O parece que algunas enfermedades son el resultado del maleficio de un hechicero. ¿Cómo podemos explicar estas cosas?
En realidad sí ocurren algunas cosas sobrenaturales, y la Biblia nos dice por qué. He aquí que de nuevo el adquirir conocimiento es la manera de romper las cadenas de la superstición. Según la Biblia, hay fuerzas espirituales inicuas que quisieran engañarnos. Sin embargo, no son los espíritus de los muertos. Y uno puede oponerse al poder de ellos.
En primer lugar, ¿quiénes o qué son estas fuerzas espirituales? En la Biblia se les llama demonios, y el principal de ellos es Satanás. No debemos burlarnos de la idea de que existen. Jesús mismo sabía que ellos existían. ¿Cómo llegaron a existir? La Biblia muestra que eran siervos angelicales de Dios que se rebelaron y se hicieron opositores.—Mateo 12:26-28; 2 Pedro 2:4.
La Biblia también dice que Satanás “está extraviando a toda la tierra habitada”. (Revelación 12:9) Por eso, no es de extrañar que él quiera mantener a la gente encadenada a la superstición. ¿Puede él realizar obras sobrenaturales a fin de engañar a la gente? Sí, puede hacerlo. Por ejemplo, la Biblia dice que “la presencia del desaforado es según la operación de Satanás con toda obra poderosa y señales y portentos mentirosos y con todo engaño injusto para los que están pereciendo”.—2 Tesalonicenses 2:9, 10.
Por eso si parece que en efecto ocurren cosas extrañas, tiene que ser mediante la influencia de Satanás y sus demonios. Por supuesto, Satanás es más poderoso que cualquier ser humano. Pero no estamos indefensos, porque Dios es aún más poderoso que Satanás, y Dios nos ha ofrecido ayuda si la queremos.
El escritor bíblico Santiago dijo: “Sujétense, por lo tanto, a Dios; pero opónganse al Diablo, y él huirá de ustedes”. (Santiago 4:7) Wawa y muchos otros africanos han aceptado esta invitación. Porque han aceptado la verdad de la Palabra de Dios, la Biblia, y han obedecido los mandamientos de Dios en cuanto a cómo deberían comportarse, han descubierto que la superstición satánica no tiene poder en su vida. Se han librado de los temores que tenían antes.
De modo que ellos han quitado el amuleto que colgaba del cuello y los hilos protectores de la muñeca de sus hijos, y han quemado esos artículos. Ya no participan en rituales supersticiosos para aplacar el espíritu de los muertos; tampoco temen a los maleficios de los hechiceros. También se abstienen de prácticas inicuas, como la inmoralidad y la violencia.
¿Han sufrido estas personas debido a su denuedo? ¡Muy al contrario! Jesús prometió a sus discípulos: “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará”. (Juan 8:31, 32) El pecado ya no es amo de estas personas. Dios las protege de la posible actividad de los demonios, y el conocimiento que ellas han adquirido recientemente les revela la inutilidad de las supersticiones en las que creían antes. ¡La verdad ha roto los grilletes!
Tal libertad está disponible para todos los que la deseen. Si usted quiere disfrutar de la libertad del temor, libertad de la que ahora disfruta Wawa, los testigos de Jehová tendrán mucho gusto en ayudarle de la misma manera que le ayudaron a ella.
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