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Ejecución del juicio contra los opositoresLa Atalaya 1951 | 15 de marzo
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como Ananías y Safira cayeron al momento y expiraron cuando Pedro les indicó que habían tratado engañosamente, no con los hombres, sino con Dios. ¿Qué efecto tuvo esto para con los demás? “Por consiguiente vino grande temor sobre toda la congregación y sobre todos los que oyeron de estas cosas.” Cuando el apóstol Pablo y Bernabé estaban predicando ante el procónsul romano en la isla de Creta y el mago, el falso profeta judío Elimas, se opuso al mensaje divino, Pablo pronunció el juicio divino contra él. “Al instante cayeron sobre él una neblina espesa y oscuridad, y él andaba buscando quien lo llevara de la mano. Entonces el procónsul, al ver lo que había sucedido, llegó a ser un creyente, porque estaba maravillado de la enseñanza de Jehová.” (Hech. 5:1-11 y 13:6-12, NM) Ciertamente no fué sin propósito que la autoridad divina, representada por los apóstoles, llevó la espada.
9, 10. ¿Cuál es la razón impelente para que estemos en sujeción? ¿Por qué?
9 Inspira temor al contemplar la ejecución del juicio de Dios en contra de la maldad. Pero no solamente por motivo del temor debemos evitar el mal hacer y hacer lo bueno. La fuerza impelente más poderosa en nosotros debe ser el amor concienzudo de la justicia. Por eso el apóstol dice: “Hay por lo tanto razón impelente para que estén en sujeción, no sólo por causa de esa ira sino también por causa de su conciencia.” (Rom. 13:5, NM) Resulta en un corazón tranquilo y en estar libres de temor cuando tenemos la aprobación de nuestra conciencia. Pero para asegurar que nuestra conciencia sea un indicador verdadero y seguro de que nuestras acciones son justas debe ser instruída por la Palabra de Dios.
10 Si amamos la vida y deseamos la aprobación divina, nosotros, por supuesto, deseamos hacer lo que es recto y escapar la ira de Dios. El temor de la ira no es la fuerza más poderosa para el bien hacer. “Los demonios creen y se estremecen.” (Sant. 2:19, NM) Pero a pesar de todo su temor de la ira divina ellos no se apartan del mal hacer en la organización del Diablo. Sin embargo, cuando tenemos una conciencia que se ha entrenado en la justicia y deseamos que ésta nos apruebe a todo tiempo porque hacemos lo bueno, entonces abandonaremos el mal hacer y nos dedicaremos a hacer lo que es bueno. El someternos a las “autoridades superiores” porque éstas son el arreglo de Dios es correcto. Entonces, no solamente para evitar la ira de Dios, sino más bien por causa de nuestra buena conciencia, nosotros nos mantendremos en sujeción a las “autoridades superiores”. Esto resulta en la vida eterna para nosotros, porque vindica la soberanía universal de Dios.
11. ¿Por qué, pues, pagamos el tributo principalmente? ¿Qué propósito sirven constantemente los siervos públicos de Dios?
11 Con autoridad Jesús le dijo a sus seguidores que devolvieran a César las cosas de César, incluyendo el pago de contribuciones. Entonces por causa de nuestra conciencia le pagamos tributo a César mientras que el Dios Todopoderoso le permita continuar sobre la tierra. “Porque por eso también pagan ustedes tributo,” escribió Pablo a los cristianos que estaban en Roma, la misma capital de César el gran imponedor de contribuciones y tributos. Luego refiriéndose otra vez a la organización teocrática de Jehová Pablo añade: “Porque ellos son siervos públicos de Dios sirviendo este mismo propósito.” (Rom. 13:6, NM) Cristo y sus apóstoles, revestidos con autoridad de Dios y por esto habiéndoseles dado la superioridad dentro de la organización de él, son y tienen que ser sus siervos públicos. Dios los vigila estrechamente y los tiene por responsables de la manera en que usan su autoridad delegada. Al debido tiempo tienen que dar cuenta de cómo usaron esa autoridad en su nombre. Por eso esas autoridades superiores bajo el Altísimo deben servir su propósito constantemente para el bien eterno de los que se someten de acuerdo con la voluntad de Dios. Cristo Jesús y sus asociados en el cielo harán eso.
12. ¿Qué cosas pagaremos a diferentes personas, según se nos manda?
12 El apóstol ahora concluye la discusión, manifestando que podemos devolver concienzudamente las cosas de “César” a “César” mientras que al mismo tiempo devolvemos las cosas de Dios a Dios. En vista de las palabras de Jesús y las instrucciones de los apóstoles, el proceder de esta manera denota nuestra sujeción a las “autoridades superiores”. Pablo dice: “Paguen a todos lo que se les debe, al que pide tributo [exigido por personas y bienes raíces], el tributo; al que pide impuesto [sobre cosas comerciales], el impuesto; al que pide temor, dicho temor; al que pide honor, dicho honor.” (Rom. 13:7, NM) Las autoridades superiores dentro de la organización divina exigen nuestro temor y honor apropiados. Pagaremos estas cosas que debemos. A “César” le pagaremos lo que le debemos por los servicios que él nos rinde, pero no permitiremos que él invada nuestra adoración del Dios Altísimo mediante decretos contra el arreglo de Dios. Estaremos “en temor de aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena”, es decir, el Todopoderoso y Altísimo. (Mat. 10:28, NM) A las personas que ocupan puestos de prominencia dentro de la organización de “César” daremos el debido y apropiado respeto, pero lo haremos con el temor de Dios. “Honren a hombres de todas clases,” escribe Pedro, “tengan amor para toda la asociación de hermanos, estén en temor de Dios, tengan honra para el rey.” (1 Ped. 2:17, NM) En el temor de Dios honraremos a su Rey a quien ha revestido con la autoridad del nuevo mundo.
13. ¿Qué estaremos siempre pagando los unos a los otros como cosa que se debe? ¿En obediencia a qué mandamiento estaremos en sujeción a las autoridades superiores?
13 Procediendo de esta manera prescrita por la Autoridad Suprema, estaremos pagando a cada cual lo que se le debe. Cumpliremos nuestras obligaciones en este mundo tanto a “César” como a Dios, para que en el juicio final no se nos pueda cobrar alguna deuda no pagada. Una cosa siempre estaremos debiéndole a nuestro prójimo, y eso es el amor, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esto trataremos de pagar a todo tiempo, en obediencia a la instrucción apostólica: “No le deban a nadie ni una sola cosa, sólo el amarse los unos a los otros; porque el que ama a su prójimo ha cumplido la ley.” (Rom. 13:8, NM) En obediencia. al más grande mandamiento, el de amar a Dios cabalmente, nos sujetaremos a las “autoridades superiores”.
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Jesús el fiel Hijo de DiosLa Atalaya 1951 | 15 de marzo
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Jesús el fiel Hijo de Dios
NINGÚN otro nacimiento en toda la historia humana ha igualado el nacimiento de Jesús en importancia. El que fué el interlocutor o Logos de Dios, el que fué la primera y única creación directa de Dios, por medio de quien fueron hechas todas las demás cosas, éste puso a un lado su elevada existencia invisible como criatura espiritual y nació de carne humana en la forma inferior de hombre. Con razón criaturas angelicales
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