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  • ¿Está usted aprendiendo a pensar claramente?
    ¡Despertad! 1973 | 8 de abril
    • ¿Está usted aprendiendo a pensar claramente?

      EL PENSAR claramente es un factor primordial para una vida con buen éxito. Es de inmenso valor en el vivir diario y al tomar decisiones, ahorrándole a la persona mucho tiempo y gastos.

      Sin embargo, lo que es aun más importante, el pensar claramente ayuda a la persona a evitar decepciones y peligros que de otra manera fácilmente pueden descarriar al incauto. Un punto de vista claro le ayuda a hacer frente a problemas y situaciones en la vida que de otra manera serían arduos.

      Por qué no piensa claramente la mayoría

      Muchas personas simplemente prefieren ser pasivas y dejar que otros piensen por ellas. Por lo tanto, para la mayoría el modelo básico de pensar lo determina en gran parte la comunidad y el mundo en el que viven. Piensan y actúan de modo similar a los que los rodean. Esto se puede discernir aun en asuntos relativamente pequeños de la vida, pues la publicidad y la popularidad dictan sus puntos de vista. Y en los aspectos importantes de la vida, el modo en que otra gente piensa por ellas puede ser ilustrado por lo que ocurre en tiempos de guerra.

      Cuando su país natal publica propaganda instando a la población a la guerra, ¿analiza la mayoría de la gente cuidadosamente todas las cuestiones implicadas en el conflicto? O, ¿solo aceptan lo que se les dice que deben pensar? Al escribir acerca de la I Guerra Mundial, el difunto Winston Churchill declaró: “Solo se necesita una señal para transformar a estas multitudes de pacíficos campesinos y trabajadores en poderosas hordas que se despedazarán la una a la otra.” También declaró que, si se le dice lo que debe hacer, la mayoría de la gente responde sin pensarlo. (The World Crisis, Tomo VI, página 93) Veinticinco años más tarde otra generación permitió que el mismo modo de pensar la guiara a un conflicto mucho mayor, la II Guerra Mundial.

      ¿Cuál ha sido el resultado para las muchas personas que han permitido que otros pensaran por ellas? Millones han muerto o han sido mutilados, a menudo peleando guerras en tierra extraña debido a cuestiones que no entendían. Y ahora vemos que el modelo de pensar del mundo, y los esfuerzos que éste ha producido, no han traído paz duradera. De hecho, el mundo está armado con armas mucho más devastadoras que nunca antes.

      Pero, ¿no están algunos volviéndose en contra del modo de pensar que hay detrás de esas guerras? Sí, muchos de la generación más joven se están rebelando en contra del “pensar” de sus mayores. Sin embargo, ¿es el punto de vista de los jóvenes rebeldes realmente algo más claro o satisfaciente que aquello de lo que quieren huir? ¿Los ha guiado su rebelión a algo verdaderamente mejor?

      El “pensar” de los guías mundiales en un extremo, y el de los jóvenes rebeldes en el otro, se combinan para mostrar que el modo de pensar del hombre no está produciendo resultados deseables que sean duraderos. Tal vez usted se sienta impulsado a preguntar: ‘Si eso es así, entonces, ¿cómo se puede pensar claramente?’

      El aprender a pensar claramente exige, ante todo, que uno tenga un propósito o meta en la vida. ¿Por qué?

      Bueno, podemos asemejar el viajar través de la vida, a ir de viaje; cuanto más precisa sea su destinación, más positivo podrá ser su itinerario. Suponga que usted vive en Madrid (España) y dice que va a ir a Alemania. Esa es una meta muy amplia y se presentan muchos diferentes itinerarios. Sin embargo, al viajar de Madrid a Berlín, Alemania, aminora la cantidad de diferentes caminos que le es posible recorrer; es una meta más precisa. Así, también, es muy probable que cuanto más definidas sean las metas de uno en la vida, más estable será su pensar.

      Pero, ¿sabe usted que muy pocos individuos pueden declarar simple y claramente cuál exactamente es su meta en la vida? Un comentario del profesor Aaron Levenstein del City College de Nueva York hace resaltar cuán falta de propósito es la vida de la mayoría de la gente.

      “La gente quizás tenga un vago entendimiento de su actual posición pero no puede decidirse en cuanto a dónde quiere ir. Viven su vida sin una filosofía. No logran alcanzar ninguna meta, porque nunca se han establecido una.”

      Aunque es cierto, como dice el profesor Levenstein, que la mayoría de la gente no tiene una meta en la vida, ¿no es esto hasta cierto grado fácil de entender? ¿Qué meta duradera y satisfaciente ofrece cualquier parte del mundo a una persona hacia la cual ésta pueda guiar realmente sus pensamientos?

      Por otra parte, un cristiano verdadero tiene lo fundamental para pensar claramente. ¿Por qué? Porque él tiene un propósito en la vida, pues por encima de todo, trata de agradar a Dios. No obstante, para disfrutar del pensar claro que esto hace posible tiene que hacer un verdadero esfuerzo. Es necesario que estudie la Biblia. En ella aprende acerca de la recompensa de vida eterna en el justo nuevo orden de Dios. Su amor a Dios y su deseo de obtener la recompensa ofrecida por Dios le dan motivo para conformarse a los elevados requisitos morales de Dios y cesar de “amoldarse a este sistema de cosas.” Por eso hace cambios morales en su vida y éstos frecuentemente lo ayudan grandemente en su modo de pensar, pues descargan su conciencia y mente de las innecesarias cargas que produce una vida inmoral.—Rom. 12:2.

      Sin embargo, algunos quizás pregunten, ¿no resulta el tener una sola meta en la vida en que la persona sea de espíritu “cerrado” en vez de un espíritu “abierto”? Veamos.

      Por lo general cuando la gente habla de tener una mente o un espíritu “abierto” simplemente está diciendo que son tolerantes para con los puntos de vista de otros. Pero el meramente tolerar los puntos de vista de otros en realidad no requiere pensar, ¿no es así? De hecho, una mente completamente “abierta” puede asemejarse a una cañería que sencillamente deja pasar cualquier cosa a través de ella, aun aguas de albañal. Ninguna persona que se respete quiere una mente contaminada con desperdicios. Por eso, es necesario seleccionar, examinar cuidadosamente lo que recibe en su mente. En breve, necesita pensar. Sin embargo, no quiere llegar a ser de miras tan estrechas o de tener tanto prejuicio que rehúse considerar hechos que pueden mejorar su pensar.

      Por lo tanto es necesario un equilibrio en su pensar. Como dijo el profesor Levenstein: “Es necesario pensar tanto estrechamente como ampliamente.” ¿Cómo?

      Uno puede lograr un pensar equilibrado por medio de tener una norma con la cual medir la nueva información que se nos presenta. De esta manera un individuo controla lo que entra en su mente y no se distrae de lograr su meta, sin embargo no excluye la información nueva que vale la pena.

      En esto el cristiano también tiene una fuente de gran ayuda. ¿Cómo es eso? Tiene la Biblia como una guía segura para su pensar. Por una parte, su mente está “abierta,” esto es, receptiva a información nueva de virtualmente todo campo del esfuerzo humano, incluso las artes y las ciencias. El cristiano examina apropiadamente esa información nueva comparándola con su norma bíblica y la amolda a su manera de pensar. Por otra parte, su mente está “cerrada” a información que es completamente inconsistente con su meta basada en la Biblia; puede ser rechazada por ser indigna de recibir más atención.

      Cada día la persona de pensar claro tiene que filtrar o colar lo que es malo, a lo cual su mente apropiadamente está “cerrada.” El constante bombardeo de la propaganda por la prensa pública, periódicos y revistas, así como por medio de libros, televisión y los programas radiales, hacen que esto sea más esencial ahora que nunca antes.

      Por supuesto, muchas cosas publicadas hoy día inmediatamente muestran que son indignas de la atención de uno. Por ejemplo, entre éstas, están las novelas, obras de teatro, o programas de televisión que glorifican la perversión sexual, la inmoralidad o la violencia. Puesto que éstos satisfacen los deseos viles, su propósito por lo general es desanimar el pensar que vale la pena, pues adormecen la mente a favor de la pasión irrazonable.

      Pero aun los libros y programas de los cuales uno sí obtiene alguna información útil requieren que se ejerza precaución. A menudo sutilmente revelan una errónea tendencia de pensar, pues tal vez han sido influidos por teorías que no han sido probadas, como la evolución. Así es que algunas publicaciones sobre el cuidado de los niños, historia, ciencias naturales, arqueología, medicina, psicología, libros de texto de la escuela primaria y hasta algunas llamadas obras de referencias bíblicas, hacen alusión a la evolución o presuponen que ésta sea un “hecho” al considerar sus variadas materias. En esto, particularmente, el individuo de “mente abierta” tiene que ejercer precaución al leer si quiere evitar ser influenciado adversamente o, como algunos proponentes de doctrina incorrecta del primer siglo fueron descritos, llegar a estar ‘mentalmente enfermos.’—1 Tim. 6:3-11.

      ¿Está aprendiendo a pensar claramente? Si uno tiene una meta definida en la vida y si tiene una norma por la cual juzgar la información nueva que viene a su atención, entonces ha comenzado bien. Pero puede que usted diga: ‘Yo tengo una meta y una norma en la vida. No son estas cosas grandes las que confunden mi pensar. Más bien, es la multitud de pequeñas decisiones diarias... éstas son las cosas que me confunden. ¿Cómo puedo instar a mis facultades de pensar a fin de hacer frente a estas pequeñas inquietudes cotidianas de la manera más eficiente?’

  • Ayudas para pensar para un cerebro perezoso
    ¡Despertad! 1973 | 8 de abril
    • Ayudas para pensar para un cerebro perezoso

      ¿PARECE resistirse su cerebro en lo que respecta al pensar cotidiano y a tomar decisiones? Tal vez usted razone que los “pensadores” son siempre los eruditos o los genios. Bueno, eso no es cierto. La mayoría de los pensadores verdaderos son gente corriente que saben cómo hacer frente a la infinita multitud de desafíos a los que se enfrentan día tras día. ¿Qué puede ayudarlo a desarrollar la misma habilidad?

      ¿Mantiene todas sus metas en vista?

      Como se explicó en el artículo previo, la ayuda fundamental para pensar mejor es mantener siempre presente su propósito total en la vida. Cuando se pierde de vista la meta principal, el pensar se hace incierto.

      También importantes para aguzar sus procesos de pensar, son lo que se podrían llamar metas secundarias. Algunos problemas cotidianos nunca llegan a resolverse porque la gente piensa solo en las metas de largo alcance, las principales, pasando por alto las metas menores que no obstante son importantes.

      Podemos volver a ilustrar por medio de un viaje la manera en que las metas secundarias pueden ayudar a pensar. La persona que viaja de Madrid, España, a Berlín, Alemania, sabe cuál es su meta principal. Sin embargo, quizás desee fraccionar el viaje en tapas más pequeñas, tal vez haciendo paradas en Toulouse y París, Francia. El viaje total entonces parece ser más corto y tiene una meta inmediata hacia la cual dirigir su pensar.

      Es lo mismo con nuestras vidas. Una persona quizás sepa su meta principal en la vida. Manteniéndola en primer lugar debe, después de pesar cuidadosamente sus propias circunstancias, decidir en cuanto a ciertas metas secundarias. El trabajar hacia éstas hace que la meta principal parezca llegar más fácil.

      Así, aunque el cristiano tiene la meta principal de recibir la aprobación de Dios a fin de obtener la vida eterna, sabiamente decide en cuanto a las metas secundarias de su vida. Un misionero condiciona su pensar enfocándolo hacia la meta de asirse a su privilegio de enseñar a la gente en un país extranjero. Pero, él también podría establecer metas de aprender mejor su nuevo idioma o las costumbres de la gente. O, un padre cristiano, aunque tiene la misma meta primaria que el misionero, puede establecer la meta de edificar a su familia espiritualmente haciendo arreglos para un estudio regular de la Biblia. Por otra parte, su meta podría ser equilibrar el programa de estudio con esparcimiento para la familia.

      De ahí en adelante cuando cualquiera de estos hombres considera una decisión, no solo debe pensar en, ‘¿cómo afectará esto mi meta principal en la vida?’ sino preguntarse: ‘¿Cómo afectará esto cualesquier de mis metas secundarias?’

      De hecho, la gente puede ayudar grandemente su pensar por medio de fijar una meta para cada día. El saber que a usted le gustaría realizar ciertas tareas dentro del día a menudo puede servirle de estímulo para considerar cómo hacer todas las cosas de la manera más eficaz. Por supuesto, esto significa que hay que planear cada día.

      Algunas personas hallan tiempo para planear su día de trabajo levantándose un poco más temprano por la mañana o por medio de permanecer despierto un poco más tarde la noche anterior. Otros recuperan tiempo que de otra manera se perdería mirando la televisión para este propósito. Algunos toman solo unos pocos minutos antes de dejar su trabajo cada día para programar sus actividades para el día siguiente.

      ¿Piensa usted sistemáticamente?

      Otra ayuda para mover a un cerebro perezoso es aprender a pensar de manera sistemática. Esto requiere que uno vea el asunto en todos sus aspectos. Para aprender cómo hacer esto, algunos han sugerido enfocar los problemas como si jugaran el juego de “Las veinte preguntas.” En este juego a un equipo o grupo de peritos se le da veinte oportunidades de arrancar un tema secretamente enterrado en la mente del árbitro. La idea es eliminar tantas probabilidades como sea posible con cada pregunta, con el fin de reducir progresivamente el campo hasta dar con una respuesta lógica.

      Este juego abarca un modelo de pensar productivo, es decir los principios de la investigación científica, a saber, el hacer una serie de preguntas para eliminar las probabilidades hasta poder señalar una respuesta.

      Este proceso de pensar ordenado puede ilustrarse con una familia que, habiendo decidido mudarse a otra localidad, establece una lista de requisitos con relación al nuevo hogar que tiene que encontrar: Por ejemplo: (1) ¿Queremos una casa o un apartamento? (2) ¿Una casa nueva o más antigua? (3) ¿Uno o dos pisos? (4) ¿Con cierto precio como límite? (5) ¿En la ciudad o en un suburbio? (6) ¿A qué distancia máxima del lugar de empleo? (7) ¿A qué distancia de las escuelas? (8) ¿A qué distancia del centro comercial y de otros lugares de conveniencia, etc.?

      Hasta que se arraigue en uno el hábito de considerar todos los problemas sistemáticamente, no se sienta avergonzado de utilizar una lista escrita de verificación similar a ésta. Naturalmente, este modo de pensar se puede aprender usándolo en relación con todas sus tareas diarias, no solo con las acciones importantes.

      Por ejemplo, ¿es usted un ama de casa pensadora? En vez de envidiar secretamente a las mujeres “talentosas,” ¿por qué no usar los mismos métodos mentales que ellas tienen que emplear para poder hacer su trabajo? Samm S. Baker en su libro Your Key to Creative Thinking (1962) muestra las maneras de hacer esto:

      “Un prominente profesor de psicología declaró: ‘La capacidad para crear . . . no está limitada a la persona de gran talento, sino que es el derecho de nacimiento de cada persona de talento de término medio.’ . . . Si usted es un ama de casa, hay muchos desafíos creativos a su alrededor que están esperando que se les resuelva para la conveniencia y el disfrute de su familia. Considere algo tan simple como el guardarropa. Usted puede dejar que se desarrolle una situación desordenada, como sucede en muchos hogares . . . O, puede planear creativamente a fin de que cada cosa tenga un lugar limpio y ordenado en el guardarropa, ahorrando tiempo y nervios para cada miembro de la familia, y ganándose alabanza para sí misma.”—Páginas 1, 17.

      Puede decirse lo mismo de su habilidad para cocinar. Un famoso psicólogo dijo: “Hay más actividad creativa en cocinar una sopa de primera categoría que en pintarrajear un cuadro de segunda categoría.”

      O, como un padre que se propone unas vacaciones para su familia, ¿se detiene realmente para pensar acerca de todos los detalles del viaje? ¿Considera usted todos los problemas que posiblemente pudieran surgir en cuanto a su auto? ¿Ropa para un clima diferente? ¿Esparcimiento para los niños mientras usted está conduciendo, y así por el estilo?

      O, ¿le es difícil llevarse bien con cierta clase de personas? ¿Ha pensado usted en cuanto a qué pasos definidos tomar a fin de poder resolver la situación?

      En todo campo de la vida, el pensar sistemática y cabalmente en cualquier cosa a lo que se enfrente, en conformidad con sus metas en la vida, es de un valor inconmensurable para poner en acción a un cerebro satisfecho de sí mismo.

      ¿Rehúsa usted tomar decisiones?

      Otra ayuda para aguijonear el pensar vacilante es recordar que los problemas “no se desaparecen” simplemente como resultado de postergarlos o de rehusar tomar una decisión. El no tomar ninguna decisión, de hecho, es en sí mismo tomar una decisión. Muchas personas que rehúsan tomar decisiones cuando deben hacerlo, hallan que más tarde éstas son más difíciles de tomar. ¿Por qué tienen muchos esta tendencia?

      Algunos temen consecuencias imaginarias. Otros recuerdan decisiones pasadas, y, debido a que les pesa la manera en que resultaron las cosas, vacilan en tomar nuevas decisiones. Pero suponga que ellos hubieran decidido de otra manera en sus decisiones pasadas... ¿quién realmente podría decir que el resultado hubiera sido mucho mejor?

      Por otra parte, es posible que usted haya hecho decisiones erróneas en el pasado. ¿Debería ahora el orgullo hacerlo sentirse frustrado y evitar que haga decisiones en el futuro? Nada menos que un pensador como Alberto Einstein dijo con respecto a las conclusiones que él sacaba de su estudio: “Yo pienso y pienso, por meses, por años, y noventa y nueve veces la conclusión es falsa. La centésima vez acierto.” Afortunadamente, en las decisiones personales el promedio es mucho más alto.

      No obstante, como una ayuda para hacer decisiones que sean apropiadas y prontas, pregúntese: ‘¿Estoy dispuesto a considerar las opiniones de otras personas, especialmente si éstas están de alguna manera implicadas en mi decisión?’ Un superintendente o cabeza de familia prudente aprecia que él no es el único que sabe cómo pensar. Sí, aun en el nivel familiar, cada miembro puede tener algo que contribuir. Señala Rudolph Flesch:

      “Si quiere combinar rápidamente las opiniones de personas de diversas edades y sexos, quédese en su propio hogar. La base del pensar claro . . . es el darse cuenta de que la experiencia nos ayuda a pensar. La familia . . . es el lugar para aprender esto de una vez por todas. . . . Es corriente en la familia el pensar como un grupo cuando hay que tomar grandes decisiones, como el comprar una nueva casa. Es entonces cuando el esposo, la esposa y los hijos mayores se reúnen para considerar el problema, pesando los pros y los contras de las posibles soluciones, haciendo planes con papel y lápiz, y revisando la información disponible al caso.”—The Art of Clear Thinking (1951), páginas 160, 163.

      Por supuesto, no solo en los proyectos más importantes, sino también en los de menos importancia es una buena idea el consultar con otras personas. Es cierto el principio bíblico de que “en la multitud de consejeros hay logro.” (Pro. 15:22) El considerar los consejos de otras personas también impide que uno haga decisiones apresuradas o “del momento.” Como nos recuerda otro proverbio, “todo el que es apresurado seguramente se encamina a la carencia.”—Pro. 21:5.

      Otra fuente de información basada en la experiencia, es el material de lectura. En ésta uno se puede beneficiar de la experiencia del autor, tal vez una persona que se ha dedicado por años al campo que abarca su libro o artículo. No obstante, si usted lee para conseguir información antes de tomar una decisión, asegúrese de hacer una buena selección.

      Una vez que usted ha reunido una cantidad razonable de hechos por medio de la lectura y la consideración, y ha dedicado tiempo a la meditación, entonces tome su decisión. Finalmente, a menos que más tarde se presente abrumadora evidencia en contra, apéguese a lo que ha decidido.—Sant. 1:5-8.

      A manera de resumen, para aprender a pensar claramente es necesario fijar su mente en su principal meta en la vida, así como establecer metas secundarias en la vida. Entonces a medida que uno trate con los problemas cotidianos, planee su trabajo, piense sistemáticamente y tome decisiones de una manera consistente con sus metas.

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