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Guárdese del habla injuriosa y del bromear obscenoLa Atalaya 1964 | 15 de febrero
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hable con franqueza para que la hipocresía y la falsedad sean expuestas y extirpadas. Pero no tiene que acudir a la inmundicia para efectuar esta obra. La verdad es lo que hace libres a los hombres.—Mat. 23:13-36; Juan 8:32.
PROTEJA A SU HIJO DE LA OBSCENIDAD
Si su hijo usa lenguaje sucio, pregúntese: “¿Es saludable y limpio el lenguaje en el hogar?” “¿Usan sus amigos lenguaje decente?” “¿Qué libros lee?” Los niños no nacen con un vocabulario de palabras imprecatorias. Aprenden éstas de su medio ambiente.
Hoy, más que nunca, las mentes jóvenes impresionables están bajo ataque por un enemigo muy vicioso y sutil—el vendedor de obscenidad. En 1959 el Departamento de Correos de los Estados Unidos informó que vendedores de pornografía sucia estaban enviando por lo menos 50,000,000 de artículos de material obsceno por el correo, ganando más de 500,000,000 de dólares al año. ¡Estos vendedores están dirigiendo sus mercancías mayormente, si no exclusivamente, a los adolescentes! Millones de niños, algunos entre los ocho y once años de edad, han sido alcanzados por literatura descrita por un subcomité del Senado estadounidense como “libertina, depravada, nauseabunda, despreciable, desmoralizadora, destructiva y capaz de envenenar cualquier mente de cualquier edad.” Autoridades declaran que en los Estados Unidos uno de cada dieciocho niños de edad escolar es el blanco de los abastecedores de tal inmundicia increíble.
Tal clase de material impreso corrompe más que el habla de uno. Según J. Edgardo Hoover, jefe del FBI (Departamento Federal de Investigaciones), ha habido un aumento alarmante de crímenes sexuales juveniles desde 1955, lo cual, muy significativamente, corre paralelo con el aumento de literatura salaz. También ha habido un aumento de perversiones entre los adolescentes y un aumento de casos de enfermedades venéreas, y más de la mitad de los casos se hallan entre adolescentes y adultos jóvenes—condición inaudita hace veinte años.
PROTECCIÓN—¿CÓMO? ¿DÓNDE?
Solamente por medio de cuidar la mente pueden los niños y adultos protegerse de tal contaminación. El habla se origina en la mente. Lo que llena la mente es lo que finalmente sale de la boca. Los pensamientos limpios producen habla limpia; los pensamientos sucios, habla sucia. La gente que usa lenguaje obsceno piensa cosas obscenas. Su mente está llena de la inmundicia obscena que inunda al mundo. Es tan sencillo como eso. Para que el habla sea limpia es preciso que la mente sea salvaguardada de todas las intrusiones impuras.
Es conveniente que el hombre y la mujer regulen sus pensamientos, palabras y acciones de tal manera que no piensen ni hablen cosa alguna respecto a Dios y sus propósitos que no sea con el más grande sentimiento de aprecio, sobriedad y reverencia, que al meditar en sus palabras no se forme ninguna opinión que sea deshonorable a Él. Tales pensamientos y expresiones regulados son tan hermosos como manzanas de oro en entalladuras de plata. Sin embargo, cuando no se controlan los pensamientos y el habla, no solo llegan a ser feos, sino que la muerte y la destrucción a menudo son su fruto.—Pro. 15:4; 25:11; 18:21.
El lenguaje profano y bromear obsceno no pueden curarse por mucho tiempo por medio de la vacuidad, es decir, mediante el decir sencillamente: “Ya no voy a perjurar más,” o, “ya no voy a participar más en el bromear obsceno.” Meras prohibiciones negativas no bastan. La mera censura de literatura lasciva no cerrará las puertas eficazmente contra la infiltración de pensamientos malos en la mente. El modo malo de pensar tiene que ser echado por medio de la verdad y la razón. La verdad tiene que tomar el lugar donde en un tiempo la corrupción tenía hogar propio. Jesús señaló esto en una de sus ilustraciones. Dijo que una casa barrida hasta quedar limpia de espíritus inmundos y luego dejada vacía pronto llegará a estar peor que antes. La casa tiene que llenarse del espíritu santo de Dios como protección contra la invasión demoníaca.—Mat. 12:43-45.
Cuando la mente de un niño o de un adulto se vuelve hacia la verdad como ésta se halla en la Palabra de Dios, la Biblia, y se mantiene sintonizada a ella por medio de pedir, buscar y llamar, tiene la fuerza activa de Dios, es decir, el espíritu santo de Dios, trabajando en ella, edificándola, haciendo que sea nueva. Pablo llamó este hecho a la atención de los efesios, diciendo: “Que sean hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente.” Esto resultaría para los que “le oyeron [a Cristo] y fueron enseñados por medio de él, así como la verdad está en Jesús.” De manera que no es una verdad cualquiera la que puede suministrar una fuerza protectora contra las fuerzas que influyen en la mente. Solamente aquellas verdades que se hallan incorporadas en los principios del cristianismo pueden proveer esa protección.—Efe. 4:20-24.
El llenar la mente de estas verdades, estos pensamientos de Dios, significa que hay que estudiar la Biblia. Significa que hay que meditar en sus verdades, sus promesas. Significa que hay que deshacerse de ideas del viejo mundo y hacer que los pensamientos de Dios sean pensamientos nuestros. Pablo aconseja: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios.” (Rom. 12:2) Esto puede hacerse, dice Pablo, si uno ‘mantiene su mente fija en las cosas de arriba, no en las cosas sobre la tierra.’ (Col. 3:2) Él también dice: “Sigan andando por espíritu y no llevarán a cabo ningún deseo carnal.” (Gál. 5:16) Luego él exhorta a los cristianos a meditar en cosas virtuosas y dignas de alabanza. “Las cosas que ustedes aprendieron así como también aceptaron y oyeron y vieron relacionadas conmigo,” dice él, “practiquen éstas; y el Dios de paz estará con ustedes.”—Fili. 4:8, 9.
El camino a una mente limpia y una lengua saludable comienza con la alimentación de verdad en la mente. Depende de lo que leemos, miramos, escuchamos, en qué meditamos, el que la mente sea afectada para bien o para mal. Si fijamos en la mente pensamientos modelados según las enseñanzas saludables de la Palabra de Dios, entonces fluirán de ella palabras de vida.—Sant. 3:1-18.
Esto significa que tenemos que vigilar nuestras asociaciones. Escoja a asociados buenos y limpios, sea que fuesen personas en realidad, o las que se hallan en películas, personajes de novelas, o los imaginarios, porque pueden afectar drásticamente su modo de pensar. Las malas asociaciones corromperán las costumbres provechosas y echarán a perder el lenguaje limpio.—1 Cor. 15:33.
La mejor asociación es aquella de la cual se puede gozar con Dios en oración. Cuando surge la tentación de abusar del uso de la lengua, ore. Uno no puede imaginarse el usar lenguaje obsceno al orar a Dios. En cierta ocasión Jesús aconsejó a sus discípulos: “Ocúpense en orar, para que no entren en tentación.” (Luc. 22:40, 46) Ore también cuando esté en tentación para que no sucumba. Que Dios esté siempre tan vívidamente presente en su conciencia cristiana que usted nunca diga ni haga cosa alguna que le desagrade a él.—1 Ped. 3:10-12.
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Huyendo de sus responsabilidadesLa Atalaya 1964 | 15 de febrero
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Huyendo de sus responsabilidades
● El Daily Star de Toronto del 2 de abril de 1962 informa que el clérigo anglicano A. Gordon Baker dijo: “Por siglos la Iglesia ha estado evitando sus responsabilidades. . . . El cristianismo ha llegado a ser cosa tan sellada al vacío como el café de los anaqueles de un supermercado moderno. Seguramente Jesucristo no dotó a ninguna iglesia con su presencia para establecer un club privado confortable y seguro.”
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