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Carta de la SucursalMinisterio del Reino 1978 | noviembre
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total al discurso público de 255.283 personas en siete asambleas. Muchas expresiones de nuestros hermanos nos aseguran que el programa, al igual que las nuevas publicaciones, fueron grandemente apreciados.
Les enviamos nuestro amor cristiano.
Sus hermanos,
LA OFICINA DE SUCURSAL DE BROOKLYN
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‘Siempre tenga mucho que hacer en la obra del Señor’Ministerio del Reino 1978 | noviembre
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‘Siempre tenga mucho que hacer en la obra del Señor’
1 Todos tenemos mucho que hacer cada día. Cada día nos enfrentamos a muchas responsabilidades, las cuales acaparan nuestro tiempo. Las demandas de la familia y del trabajo seglar pueden ser suficientes para mantenernos ocupados. Además, nos gustaría esforzarnos por participar cabalmente en las actividades de la congregación, incluso reuniones, estudio personal y participación en la obra de hacer discípulos. A veces pudiéramos desanimarnos, y pensar que no podemos dar la atención debida a cada responsabilidad.
2 Pero, el tener un horario muy ocupado no es algo nuevo para los siervos de Dios. El apóstol Pablo dio a entender que él tenía un horario muy ocupado cuando habló de la ansiedad por las congregaciones que “se me viene encima de día en día.” (2 Cor. 11:28) Sin embargo, él siempre consideró las cosas de manera positiva, y discernió con aprecio los beneficios implícitos. Ese aprecio lo motivó a amonestar a sus hermanos a que ‘siempre tuvieran mucho que hacer en la obra del Señor.’—1 Cor. 15:58.
3 También nos es provechoso ver las cosas de manera positiva. El mantenernos ocupados en la actividad del Reino sirve de protección. Hay peligro en estar ‘desocupados.’ (1 Tim. 5:13) La ociosidad es terreno fértil para las semillas de queja e indiferencia. Se nos insta a tener nuestra “mente puesta en mantener obras excelentes.” (Tito 3:8) Las personas que se mantienen ocupadas en actividades que valen la pena raras veces tienen tiempo para ir en pos de cosas vanas, guardar resentimiento, preocuparse de sus errores, o envolverse en conducta incorrecta.
4 El tener mucho que hacer también protege la congregación. A veces, personas cuyos motivos no son bien intencionados se asocian con la congregación cristiana. Pero cualquier persona que no sea sincera o tenga un motivo incorrecto no permanecerá mucho tiempo donde hay mucho trabajo que hacer. Esto salvaguarda la congregación y contribuye a asegurar que los que están en ella son devotos. También nos ayuda individualmente a fortalecernos espiritualmente por medio de ejercer y desarrollar nuestras habilidades para pensar y facultades perceptivas.—Heb. 5:14.
5 El siempre tener mucho que hacer nos enseña algunas lecciones vitales. Las asignaciones para ayudar a otros nos ayudan a pensar en otros y en sus necesidades antes que en las nuestras. El estar dispuesto a aceptar de buena gana las responsabilidades y a seguir instrucciones nos ayuda a aprender el significado de la humildad. El trabajar lado a lado con otros provee lecciones valiosas en paciencia y amor fraternal. El apegarse a una tarea hasta terminarla nos ayuda a ser fieles y apreciar el valor del aguante, además de mantenernos conscientes de que debemos esforzarnos “vigorosamente” a fin de ganar la bendición de Jehová. (Luc. 13:24) El tener mucho que hacer en el servicio de Jehová puede contribuir a que se nos cuente entre los siervos fieles que ‘recibirán muchas bendiciones.’—Pro. 28:20.
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Los que están ‘adquiriendo una excelente posición’Ministerio del Reino 1978 | noviembre
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Los que están ‘adquiriendo una excelente posición’
1 En cuanto a siervos ministeriales, Pablo escribió: “Porque los hombres que sirven de manera excelente están adquiriendo para sí mismos una excelente posición y gran franqueza de expresión en la fe relacionada con Cristo Jesús.” (1 Tim. 3:13) De esta manera el apóstol Pablo estaba explicando, no un requisito previo para llegar a ser siervo ministerial, sino los beneficios que resultan cuando tal hermano sirve o atiende sus deberes de una manera excelente.
2 La Biblia establece normas elevadas para un siervo ministerial. (1 Tim. 3:8-10, 12) Los hermanos que se recomiendan deben llenar éstas claramente. El llegar a ser siervo ministerial no es algo rutinario; no es como si casi todo varón adulto bautizado debiera tener el puesto para llegar a estar titulado. Los siervos ministeriales deben ser ejemplares, hombres espirituales.
3 Hechos 6:1-6 ilustra lo que debe ser verdad de tales hombres. (ad págs. 1162, 1163) Con el fin de concentrarse en la Palabra, los apóstoles necesitaron ayuda para atender deberes que eran importantes, pero que otros hombres capacitados podían atender. Escogieron hombres “llenos de espíritu y de sabiduría.” Por lo tanto, serían dignos de la confianza de la congregación. La selección de ellos no era solo con el fin de cuidar de algunas tareas serviles o con el fin de animarlos; era un privilegio mediante el cual podrían trabajar duro al servir a la congregación.
4 Hoy en día los siervos ministeriales ayudan a atender muchos deberes necesarios que tienen que ver con el Salón del Reino, distribución de abastecimientos, y ayudar a los ancianos con el mantenimiento de los registros y las cuentas. De esta manera trabajan a favor de sus hermanos y hermanas. Si aprecian que esto es lo que están haciendo, cumplirán diligentemente con sus responsabilidades. Más bien que obrar de manera casual en cuanto a presentarse para atender deberes asignados, serán cumplidores semana tras semana. De hecho, si algo más allá de su control interfiere con el que estén a tiempo o con el atender su asignación, se puede depender de hombres del nivel espiritual de ellos para que hagan arreglos alternativos. Se interesarán en que la congregación no quede abandonada. La congregación respeta y atesora a tales hermanos.—Luc. 16:10-12.
5 También pueden surgir otras vías en las cuales pueden servir. Aunque los ancianos tienen la responsabilidad primaria “en hablar y enseñar,” se pueden asignar discursos de instrucción o partes en la reunión de servicio a siervos ministeriales que tengan habilidad. (1 Tim. 5:17; 3:2) Quizás hasta se les pida que pronuncien parte o todo un discurso público. Su adelantamiento puede ser mayor si abordan a un anciano que tenga experiencia o tenga un don como maestro y piden sugerencias, o quizás pidan consejos después de dar un discurso. A menudo se les pedirá que lean La Atalaya o, quizás conduzcan un estudio de libro donde las circunstancias lo requieran. Por supuesto, se debe efectuar preparación diligente en tales asignaciones.
6 Debido a que ha de ser un ejemplo espiritual, el siervo ministerial debe participar en el servicio del campo tanto como sus circunstancias razonablemente se lo permitan. Él sabe que así está agradando y alabando a Jehová. También será un estímulo a los que trabajan con él. Él puede suministrarles mucho entrenamiento excelente. Sabrán que él no es alguien que solo cuida de pormenores, sino que es un siervo ejemplar de Jehová en todo respecto.
7 Es fácil ver, pues, por qué Pablo dijo que estos hombres “están adquiriendo . . . una excelente posición.” Esto no es, como algunos sugieren, un ascenso en una jerarquía eclesiástica. Más bien, los siervos ministeriales que “sirven de manera excelente” tienen la seguridad de recibir la bendición de Jehová y Jesús, y tienen el respeto y apoyo de la entera congregación. Apropiadamente adquieren “gran franqueza de expresión en la fe relacionada con Cristo Jesús.” Por ser fieles en su posición, se les aprecia por su servicio excelente; tienen firmeza de fe y pueden declarar su fe sin cobardía o temor de reproche.
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Tema de conversaciónMinisterio del Reino 1978 | noviembre
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Tema de conversación
Vea el artículo “Tenemos la solución... ‘hable’ a otros”
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Presentando las buenas nuevas... por medio de ser buen oyenteMinisterio del Reino 1978 | noviembre
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Presentando las buenas nuevas... por medio de ser buen oyente
1 El estar dispuesto a escuchar es una evidencia de interés sincero. La gente responde a eso. Por lo tanto, es bueno ser “presto en cuanto a oír.” (Sant. 1:19) El escuchar cuidadosamente nos ayuda a saber qué decir y cómo decirlo. Nuestro interés en lo que se dice puede animar al amo de casa a decir más, y darnos la oportunidad adicional para testificar más eficazmente.
2 Escuchar significa más que solo oír con nuestros oídos. Significa prestar atención con interés genuino en el bienestar del que habla. Requiere un despliegue de altruismo, bondad, paciencia y gobierno de uno mismo. (Gál. 5:22, 23) Además de las palabras, note el tono de la voz. ¿Está el que habla feliz o deprimido, complacido o airado, es orgulloso o humilde?
3 Muchos amos de casa son algo reservados o escépticos cuando tratamos de conversar con ellos en la puerta. El uso de preguntas amigables con tacto es uno de los mejores medios para animarlos a expresarse. Cuando hacen comentarios, siempre busque puntos en que estén de acuerdo y trate de edificar sobre eso más bien que criticar un punto de vista incorrecto.
4 A veces estamos inclinados a hablar demasiado y a “predicar” a la gente. Aun si hacemos preguntas, la tendencia es no escuchar la respuesta cuando tenemos en mente una presentación preparada. Subconscientemente pudiéramos temer que si pausamos, el amo de casa perderá interés y se irá. ¿Se ha sentido usted así alguna vez? Es bueno recordar que una conversación afectuosa es mucho más llamativa que un “sermón” preparado de antemano.—Ecl. 3:7.
5 El ser buen oyente es una ayuda al hacer revisitas y conducir estudios bíblicos. A la gente le gusta que se le trate con respeto y se le dé atención personal. Cuando hacen comentarios podemos preguntarnos: ¿Entiende realmente? ¿Está usando buen razonamiento? ¿Capta lo que la Biblia dice y lo cree? Lo que usted puede aprender como oyente cuidadoso puede determinar su buen éxito como maestro.
6 Debido al aumento de las presiones en esta generación, a menudo las personas interesadas están preocupadas con muchos problemas. Se deprimen y necesitan estímulo. A veces el que alguien esté dispuesto a escuchar tiene un efecto maravilloso sobre el espíritu de otro. Aunque debemos tener cuidado de no meternos en los asuntos personales de ellos, o tomar decisiones por ellos, podemos demostrar que somos un amigo verdadero que quiere ayudar.—Pro. 18:24.
7 Así que, para ser buen maestro, uno debe ser buen oyente. Podemos apreciar por qué Jesús aconsejó a sus discípulos a que prestaran “atención a cómo escuchan.” (Luc. 8:18) Si escuchamos, otros quizás nos escuchen y salven su vida.—1 Tim. 4:16.
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5 de noviembre: páginas 171 a 179
12 de noviembre: páginas 180 a 189
19 de noviembre: Repaso de la primera mitad del libro
26 de noviembre: Repaso de la segunda mitad del libro
● El año próximo la celebración de la Cena del Señor será después de la puesta del Sol el miércoles, 11 de abril de 1979. El saber esto ahora puede servir de ayuda en situaciones donde varias congregaciones usan el mismo Salón del Reino.
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