Ponderando las noticias
“Sodoma y Gomorra otra vez”
La ciudad de San Francisco, California, ha aceptado en puestos gubernamentales y en agencias del gobierno a personas que admiten ser homosexuales, al alegar que dicho proceder denota tolerancia y justicia social. Por ejemplo, se dice que unos 60 miembros del cuerpo de la policía son homosexuales o lesbianas. En un informe para el Star de Toronto, Canadá, Tom Harpur, redactor de temas religiosos, dijo que “aunque tal vez parezca algo sorprendente, entre los que manifiestan más tolerancia está la religión organizada... entre ellas las principales iglesias protestantes, anglicanas, católicas romanas, y sinagogas judías”.
Harpur pasa a encomiar a San Francisco por ser una ciudad “en la que se hace hincapié en la libertad de escoger lo que uno quiera para sí mismo, en la tolerancia, en una actitud de que no se debe juzgar a otras personas y en la común búsqueda de justicia social”. “Por otro lado”, añade él, si “la moralidad es asunto de reglas rígidas que la mayoría impone a la minoría, si se basa en la clasificación de otras personas, o en un sentimiento de temor ansioso y tradicional de personas que son diferentes, entonces esto es Sodoma y Gomorra otra vez”.
A medida que sigue aumentando en escala mundial la aprobación de la depravación moral, podemos estar seguros de que el Creador pronto tomará medidas, como en el caso de Sodoma y Gomorra, para salvar a las personas como el “justo Lot, que se hallaba sumamente angustiado por la entrega a conducta relajada de parte de la gente desafiadora de ley”.—2 Pedro 2:6-8.
‘¿Lo malo es bueno?’
A un matrimonio que había servido de padres adoptivos a 47 hijos, las autoridades del servicio social británico le dijeron recientemente que era incompetente para adoptar un hijo. Según informa el Star de Toronto, los oficiales dijeron que “el hijo que creciera en el ambiente feliz del hogar de ellos no estaría suficientemente expuesto a ‘experiencias negativas’. Una carta que se envió al matrimonio decía: “Según las entrevistas y los informes, parecería que ambos han tenido pocas experiencias negativas, si acaso alguna, cuando ustedes mismos fueron niños, y también parece que ustedes disfrutan de una relación marital en la cual no hay peleas ni disputas”. Según se informa, la pareja decepcionada dijo: “Es increíble que se diga que somos incompetentes debido a que no tenemos peleas ni disputas”.
¿Realmente tienen que estar expuestos los hijos a “peleas y disputas” para asegurar que tendrán una vida equilibrada? El sabio consejo de la Biblia de que se ‘entrene al muchacho conforme al camino para él’ ciertamente no sugiere que se hagan demostraciones de riñas en el hogar. De seguro que existen bastantes de tales “experiencias negativas” fuera del hogar. Las ideas de algunos ingenieros sociales de este mundo traen a la memoria la advertencia de Isaías al Israel antiguo: “¡Ay de los que están diciendo que lo bueno es malo y lo malo es bueno!”.—Proverbios 22:6; Isaías 5:20.
Los “pacientes” más pequeños
La cirugía dentro de la matriz alcanzó un nuevo apogeo en años recientes cuando unos cirujanos de California insertaron un minúsculo tubo plástico en la vejiga de un feto a fin de drenar una obstrucción en la vía urinaria. Según escriben algunos médicos en el Journal of the American Medical Association (JAMA), a juzgar por tales nuevos acontecimientos en lo que tiene que ver con la manera de tratar a la criatura aún no nacida parece “probable que el feto que tenga un defecto congénito que se pueda tratar esté a punto de convertirse en un paciente”. Pero en un artículo de fondo que aparece en el mismo número de la revista se plantea una pregunta ética perturbadora acerca de dichos “pacientes” aún no nacidos:
“¿No es contradictorio el que los médicos califiquen al feto de ‘paciente’, dado que con relación a este papel se estipula que los médicos bajo ninguna circunstancia abandonarían a dicha persona?” No obstante, al efectuar un aborto, el médico precisamente abandona al minúsculo “paciente”. Por lo tanto, JAMA dice que hay una “aparente contradicción entre el promulgar la terapia en el caso del feto y el respetar la decisión de los padres en cuanto al aborto”. (14 de agosto de 1981, págs. 772-777) Este dilema de los médicos y su nuevo grupo de minúsculos “pacientes” ilustra vívidamente la posición bíblica de que la vida tanto dentro como fuera de la matriz no es una mercancía desechable.—Salmo 139:13-16; Éxodo 21:22-24.