BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Unidad mundial... ¿por fin a nuestro alcance?
    ¡Despertad! 1979 | 22 de julio
    • Unidad mundial... ¿por fin a nuestro alcance?

      DROGAS

      EGOÍSMO

      TERRORISMO

      NACIONALISMO

      GUERRA

      CRIMEN

      ODIO

      ¡UNIDAD mundial! ¡Qué bendición sería eso para la humanidad! Pero ¿hay cosa alguna que indique que sea más que un sueño utópico? ¿O es posible que por fin esté a nuestro alcance?

      Si usted ha viajado extensamente, tal vez ha experimentado la frustración que proviene de tratar de mantener en orden sus fondos. Sin duda se enfrentó al desafío de convertir sus yenes japoneses en marcos alemanes, luego en liras italianas, de nuevo en libras inglesas o tal vez en dólares norteamericanos, mientras que al mismo tiempo trataba de calcular lo que esto o aquello costaría “en dinero verdadero.” Así fácilmente puede ver la ventaja que provendría de la unidad mundial en una cosa tan pequeña como la moneda corriente.

      O ¿qué hay en cuanto a los interminables controles de pasaportes y aduanas? ¡Qué inconveniencia y qué pérdida de tiempo! Estos también cesarían si la unidad mundial fuera una realidad. Ya no se oiría: “¿Me hace el favor de abrir su maleta? ¿Cuánto tiempo piensa quedarse? ¿Dónde?” y a veces hasta “¿Por qué?”... casi haciéndole pensar que no se le desea.

      Por supuesto, estas inconveniencias son pequeñas cuando se comparan con los problemas verdaderamente GRANDES que la unidad mundial resolvería. Desaparecerían las diferencias, las críticas e insultos políticos que con demasiada frecuencia se intensifican y se convierten en prohibiciones comerciales, restricciones de moneda, el rompimiento de relaciones diplomáticas y a veces culminan en la guerra misma, con toda la innecesaria angustia y sufrimiento que vienen con ella.

      Si la gente pudiera resolver sus diferencias políticas, ¡piense en la tremenda cantidad de dinero, actualmente apartada para la defensa nacional, que estaría inmediatamente disponible! Este dinero pudiera proveerle a todo el mundo alojamiento adecuado y empleo y condiciones de trabajo dignos. Pudiera usarse para hacer habitables las zonas desoladas, construir carreteras y hospitales, y para mejorar el sistema educativo. ¡Bueno, la lista de posibilidades es casi interminable!

      En vista de los beneficios que la unidad produciría, es comprensible que se haya hecho un esfuerzo tras otro para lograrla. En pequeña escala algunos de estos esfuerzos han tenido buen éxito. Grupos de pueblos se han unido y formado naciones fuertes. Por ejemplo, considere el Sacro Imperio Romano Germánico, el Imperio Británico, o, más recientemente, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

      Otros esfuerzos, aunque no necesariamente tuvieron como meta la integración política, han resultado en mayor unidad de pensamiento y acción entre grupos de naciones. La Liga Árabe es un ejemplo, como también lo es la Organización de las Naciones Unidas.

      Sin embargo, algunos consideran la idea de unidad mundial netamente utópica. Pues, señalan que hasta el mismo Sacro Imperio Romano Germánico y el Imperio Británico se desintegraron con el tiempo. Hasta gobiernos federales estables están teniendo problemas, como el gobierno del Canadá, que está preocupado por la posibilidad de que Quebec se separe del resto del país.

      Por eso, aunque la unidad mundial sea una condición deseable, parece que hay fuertes corrientes ocultas opuestas a ella. Abba Eban, anterior ministro de relaciones exteriores de Israel, dijo en una ocasión: “Una paradoja de nuestros tiempos es el que la proliferación de pequeños estados-naciones guarda el paso con una búsqueda por formas más amplias de integración, de lo cual son ejemplos las Naciones Unidas, la Comunidad Económica Europea, la Organización de Estados Americanos y la Organización de la Unidad Africana.” El ínterin de 14 años desde que se pronunciaron esas palabras solo sirve para verificarlas, porque durante este período muchas naciones nuevas han llegado a existir: Angola, Bangla Desh y Botswana, para mencionar solo tres de ellas. Actualmente, 150 naciones son miembros de las Naciones Unidas, el mayor número hasta la fecha.

      En vista de esta fuerte tendencia hacia el nacionalismo, ¿podemos hablar de manera realista acerca de la unidad mundial? Sí, podemos. ¡Creemos que la unidad mundial no solo es deseable y factible, sino inevitable! Y creemos que producirá beneficios que el hombre hoy ni siquiera puede imaginarse.

      Pero todavía queda la pregunta: ¿Cómo se logrará? Posiblemente los europeos occidentales vean el progreso hacia los “Estados Unidos de Europa” propuestos como un paso en la dirección correcta. ¿Pudiera ser este organismo, si se logra establecerlo, el deseado avance sensacional? ¿Pondría por fin la unidad mundial a nuestro alcance? Consideremos la evidencia.

  • ¿Serían los “Estados Unidos de Europa” un paso en la dirección correcta?
    ¡Despertad! 1979 | 22 de julio
    • ¿Serían los “Estados Unidos de Europa” un paso en la dirección correcta?

      POR siglos Europa fue el centro de la civilización y cultura del mundo. Experimentó el Renacimiento; dio inicio a la revolución industrial; financió la exploración de tierras lejanas “no descubiertas”; las colonizó e hizo de sus “nativos paganos” cristianos de nombre. Aún hoy Europa hace valer su influencia en muchas partes de la Tierra.

      Por eso muchas personas creen que una Europa unida —tal vez hasta unos “Estados Unidos de Europa”— tendría un efecto positivo y beneficioso sobre el resto del mundo. ¿Pudiera esto posiblemente ser un paso en la dirección correcta... en la dirección de la unidad mundial?

      Intentos de unificación

      El famoso escritor francés Victor Hugo sirvió de presidente de un congreso que se celebró en París en 1849, el cual abogó por unos Estados Unidos de Europa para asegurar la paz universal. Más tarde el conde Ricardo Coudenhove-Kalergi, un austríaco, fundó lo que se llamaba una unión Pan-Europea con una meta parecida, pero tampoco tuvo ésta mucho éxito.

      Después que salieron de la II Guerra Mundial, que dividió a Europa en dos bloques políticos, las naciones de Europa occidental comenzaron a considerar de nuevo el aspecto deseable de la unificación. Las naciones de Europa del este rechazaron la idea, pues la veían como una acción política de parte de las naciones occidentales para oponerse al bloque comunista. Por lo tanto, los llamados “Estados Unidos de Europa” ha sido solamente un proyecto de Europa occidental.

      Se dio el primer paso en 1949 cuando 10 de estas naciones de Europa occidental convinieron en establecer un Consejo de Europa. Se estableció “con el propósito de salvaguardar y promover los ideales y principios que son parte de su herencia común y de favorecer su progreso social y económico.” Aunque no tenía poder para tomar decisiones, servía como grupo o foro consultivo en el cual las naciones que eran miembros podían expresar opiniones y hacer recomendaciones.

      Winston Churchill dijo respecto a este Consejo: “Se ha dado el primer paso, y el primer paso es el que cuenta”... con tal que, por supuesto, el primer paso sea en la dirección correcta. ¿Lo fue? El hecho de que otras naciones europeas han ingresado en este Consejo —actualmente hay 20 miembros— parece indicar que por lo menos ellas creen que sí lo fue.

      En 1951, obrando en armonía con la recomendación de Robert Schumann, ministro francés de relaciones exteriores, cinco de las 10 naciones originales (Francia, Italia, Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo), junto con la República Federal de Alemania, formaron la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Así mancomunaron sus recursos elementales y los sujetaron a una nueva autoridad multinacional.

      Puesto que esto resultó bastante práctico, estas seis naciones se arriesgaron a dar otro paso adelante en 1957. Establecieron la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de Energía Atómica. Más tarde, en enero de 1973, estas comunidades aumentaron y llegaron a contar con nueve miembros cuando Dinamarca, Irlanda y el Reino Unido ingresaron en el movimiento. Se consideró que este “Mercado Común,” como generalmente se le llama, era otro paso hacia lo que con el tiempo sería completa unión económica y política.

      ¿Qué opina de ello la gente?

      La actitud del hombre medio no se basa tanto en las implicaciones políticas de esta unión como en los resultados prácticos que él mismo ha experimentado. Las amas de casa se sienten felices porque ahora pueden escoger de entre una mayor variedad de alimentos, y también porque los productos del extranjero tienden a ser más económicos como resultado de arreglos comerciales favorables dentro del Mercado Común y con las otras naciones.

      Los viajeros se sienten felices porque ha sido posible moverse con más libertad entre los diferentes estados. Los gobiernos parecen estar más dispuestos a cooperar en los problemas comunes: el terrorismo, la inflación, el desempleo, la energía. Parece que una licencia europea para conducir está en vías de adoptarse, así como más tarde, posiblemente, una moneda corriente.

      Euro-Barometre, una publicación de la Comisión de las Comunidades Europeas, en su número de julio de 1977 anunció los resultados de encuestas que ha realizado cada seis meses desde 1973. Dijo: “En conjunto han cambiado poco las actitudes en la Comunidad . . . seis de cada diez (57%) opinaron que la Comunidad era ‘una cosa buena,’ entre una y dos de cada diez (14%) opinaron que era ‘una cosa mala.’ . . . Las actitudes todavía varían considerablemente de país en país, pero no tanto como en 1973.” Este artículo también señaló que 42 por ciento de los interrogados opinaron que debería acelerarse el movimiento hacia la unificación europea, 34 por ciento prefería ver que continuara como está en la actualidad, mientras que solo 11 por ciento deseaba una disminución del ritmo.

      Están por darse dos pasos nuevos

      Una institución de la Comunidad Europea se llama el Parlamento Europeo (no debe confundirse con el ya mencionado Consejo de Europa). El Parlamento sirve a la Comunidad como portavoz para sus problemas. Pero como no es un cuerpo legislativo, sus poderes están limitados. Hasta ahora sus miembros han sido nombrados por los parlamentos de las naciones individuales, pero en 1976 se tomó la decisión de celebrar elecciones generales en la primavera de 1978 para elegirlos directamente. Sin embargo, debido a dificultades en decidir los procedimientos electorales fue necesario diferir las elecciones.

      Se ha mostrado poco interés en estas elecciones. Una encuesta que se realizó hace varios meses indicó que solo el 28 por ciento de la población de la República Federal de Alemania consideraba seriamente participar en la votación. Los oponentes decían que las elecciones solo serían un experimento político, que carecerían de verdadero significado y no podrían cambiar la situación general. Por otra parte, los proponedores opinaban que por lo menos las elecciones intensificarían el interés en el Parlamento e impresionarían en sus miembros el hecho de que eran responsables a la gente que los había elegido.

      Otro paso envuelto en debate es el agrandamiento del Mercado Común para incluir a España, Portugal y Grecia. Algunos temen que esto debilitaría la alianza. Aunque en su discurso de coronación Juan Carlos, rey de España, mencionó que ‘Europa estaría incompleta sin el español,’ ambos lados manifiestan cierta renuencia en cuanto a seguir adelante con la idea. Puesto que dentro del Mercado Común las cifras de desempleo están desagradablemente altas, sus miembros actuales no se sienten muy dispuestos a admitir a naciones cuyo problema de desempleo es aún mayor que el suyo. Algunos han estado hablando en términos de un período de negociación de 10 años, que naturalmente no les es acepto a los que desean progreso más rápido.

      Obviamente muchas personas opinan que el agrandamiento serviría para impedir, más bien que adelantar, las posibilidades de la unidad europea. En un artículo en The Observer, John Cole lo expresó de esta manera: “Además el agrandamiento probablemente significa abandonar por muchos años cualquier esperanza —o temor— de una Europa federal, cualquier posibilidad temprana de una unión económica y monetaria.”

      Otras barreras al progreso

      Sin duda el nacionalismo es la barrera principal a la verdadera unidad. La cooperación entre iguales políticos a fin de obtener beneficios comerciales mutuos es una cosa; el renunciar uno a su soberanía nacional, o aun a parte de ella, es otra cosa. En realidad se han formado muchas alianzas con el entendimiento —sí, aun con la condición— de que las soberanías nacionales se respetarían y no se violarían de modo alguno. La historia nos enseña que rara vez ocurre que las naciones y los gobernantes estén dispuestos a renunciar a su soberanía a favor de otros.

      Ni siquiera las naciones cuyas formas de gobierno tienen cierto parecido y están basadas en una ideología común se muestran muy interesadas en unirse bajo un solo gobierno. Por ejemplo, la Unión Soviética y China han estado desarrollando sus propios tipos de comunismo. La Gran Bretaña y los Estados Unidos de América probablemente disfrutan de una de las relaciones más íntimas que jamás ha existido entre potencias mundiales. No obstante, ¿esperaríamos que los planes para unirlos políticamente, de modo que resultara posiblemente en un “Presidente de la Gran Bretaña” o una “Reina de los Estados Unidos,” se recibieran con aprobación unánime e instantánea?

      Es obvio que la unidad política, si pudiera realizarse, lograría mucho para promover la unidad mundial. ¡Pero la unidad política significaría la eliminación del nacionalismo, y verdad que el nacionalismo resiste tenazmente!

      Otra cosa: la base para la unidad tiene que ser una ley común que todos reconozcan y a la cual todos se sometan, sin excepción. Pero una ley común da por sentado que habría una sola norma de conducta y de convicciones éticas. ¿Realmente puede haber unidad mientras los pueblos y naciones sigan estableciendo sus propias normas, haciendo cada uno lo que a él le convenga? El que no haya convicciones y normas de conducta parecidas hace sumamente difícil de lograr la formación de una ley común a la cual todos se sometan. ¿Quién tendría la sabiduría y la autoridad que se necesitarían para establecer normas a las cuales todos estarían dispuestos a someterse?

      El Dr. Owen, secretario de relaciones exteriores británico, al hablar en Bruselas en febrero de 1978, dijo que el “federalismo cabalmente desarrollado,” al cual algunas personas todavía están comprometidas, era “una meta noble pero una que para la mayoría de nosotros en Inglaterra no es fáctica, y para algunos es mítica. No podemos ver en términos concretos cómo es posible que nueve naciones con muy diferentes tradiciones políticas, sociales y culturales . . . puedan federarse en conformidad con cualquier horario de actividad política en el cual nos sea fáctico concentrarnos.”

      Bajo el título “Europa mañana,” el mensuario alemán Unsere Arbeit (Nuestra labor) declaró: “El camino que lleva a una Unión Europea —con su propio cuerpo legislativo, gobierno, banco central y todos los símbolos de un estado soberano— es arduo, y lleno de obstáculos. Ni siquiera el Mercado Común, el punto de partida de la federación, . . . funciona sin quejas.”

      La revista Time dijo que la Comunidad, después de 20 años de existencia, “se parecía más a un adolescente insuficientemente desarrollado que a un adulto maduro” y agregó que “es posible que el progreso futuro hacia una Europa verdaderamente unificada sea más difícil de lograr ahora que cuando se inició el gran experimento. Los estados miembros no vacilan en seguir pasando por alto las instituciones de la Comunidad sin vacilar cuando hay posibilidad de conseguir una ventaja nacional.”

      Por eso, aunque se ha logrado algún progreso, parece que son formidables los problemas que todavía afronta esta empresa europea occidental. De muchas maneras estos problemas son parecidos a los que afronta en escala global la Organización de las Naciones Unidas. Por lo tanto, dirijamos nuestra atención a ella por un momento para ver si por fin ha tenido éxito en poner la unidad mundial a nuestro alcance.

      [Ilustración de la página 5]

      Winston Churchill dijo: “Se ha dado el primer paso, y el primer paso es el que cuenta.”

      [Mapa de la página 8]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      Naciones del Mercado Común

      1 Italia

      2 Francia

      3 Rep. Fed. de Alemania

      4 Bélgica

      5 Países Bajos

      6 Luxemburgo

      7 Inglaterra

      8 Irlanda

      9 Dinamarca

      Todavía no

      10 Grecia

      11 Portugal

      12 España

      Europa

      NORUEGA

      SUECIA

      REP. DEM. DE ALEMANIA

      POLONIA

      CHEC.

      AUST.

      HUNGRÍA

      YUGOSLAVIA

      ALB.

      ÁFRICA

  • ¿Tiene la solución la O.N.U.?
    ¡Despertad! 1979 | 22 de julio
    • ¿Tiene la solución la O.N.U.?

      ¿Puede la O.N.U. tapar las grietas?

      FRANCIA

      CHINA

      U.R.S.S.

      GRAN BRETAÑA

      E.U.A.

      TERRORISMO

      NACIONALISMO

      EGOÍSMO

      ODIO

      CRIMEN

      DROGAS

      GUERRAS

      LOS errores tipográficos causan gran aflicción al negocio de imprenta. Hace unos años en un artículo acerca de las Naciones Unidas que se publicó en un periódico en inglés, debido a la transposición accidental de las letras “i” y “t” se habló de las Naciones Desatadas (Untied) en vez de las Naciones Unidas (United).

      Por supuesto, uno pudiera explicar irónicamente que en realidad esto no fue un error. Aunque la O.N.U. todavía existe después de su fundación hace más de 30 años, ha habido momentos en que las naciones parecían estar más “desatadas” —cada nación yendo por su propio camino y buscando el logro de sus propios intereses— que atadas, o unidas, en intereses y esfuerzos mutuos.

      Metas loables

      Las metas de la O.N.U. son loables. “Los Propósitos de las Naciones Unidas son,” así reza su carta, “mantener la paz y la seguridad internacionales.”

      En su artículo 55 la carta dice: “Con el propósito de crear las condiciones de estabilidad y bienestar necesarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, la Organización promoverá: a) niveles de vida más elevados, trabajo permanente para todos, y condiciones de progreso y desarrollo económico y social; b) la solución de problemas internacionales de carácter económico, social y sanitario, y de otros problemas conexos; y la cooperación internacional en el orden cultural y educativo; y c) el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y la efectividad de tales derechos y libertades.”

      Metas excelentes, pero ¿a qué grado ha sido posible alcanzarlas? ¿A qué grado pueden alcanzarlas? Un artículo en el Frankfurter Allgemeine Zeitung en 1965 llamó la atención a ciertos hechos que todavía aplican hoy, 14 años después: “El saldo de veinte años de la historia de la O.N.U. y de una larga lista de medidas de conciliación y mediación indica que las Naciones Unidas han tenido buen éxito en aquellos casos en que las ‘superpotencias’ no han estado directamente envueltas.”

      El artículo llamó atención al excelente trabajo que habían hecho órganos de las Naciones Unidas en otros campos, como, por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (U.N.E.S.C.O.), el Fondo Internacional de las Naciones Unidas de Socorro a la Infancia (U.N.I.C.E.F.) y muchos otros órganos.

      Por ejemplo, hay agencias de la O.N.U. que tratan de los usos pacíficos del espacio sideral, de la energía atómica y del lecho del mar. También se presentan para consideración cuestiones sobre el ambiente, el desarrollo industrial y el desarrollo económico. Hay un Fondo de las Naciones Unidas para el Control del Abuso de las Drogas. Se ha hecho mucho para socorrer a las víctimas de desastres. Uno de los logros más notables fue la manera en que cuidó de las necesidades de millones de refugiados de Bangla Desh después de la guerra con Paquistán.

      Un problema básico

      Sin embargo, estos excelentes resultados no son por lo general la base sobre la cual se juzga a la organización misma. En ese artículo se continuó diciendo que la O.N.U. “tiene que acostumbrarse a la idea de que se usará un metro político para medirla.”

      Sin embargo, es difícil usar un metro político. La O.N.U. no es un gobierno político común. Es algo diferente. No es un gobierno mundial, ni fue diseñada para serlo, aunque Kurt Waldheim, su actual secretario general confiesa: “En sus primeros días muchos se preocupaban por temor de que las Naciones Unidas violarían la independencia y soberanía nacional.”

      Pero ¿cómo pudiera hacerlo? La O.N.U. no tiene poder para hacer leyes, mucho menos para hacer que se cumplan. Las decisiones que toma no son obligatorias para las naciones que son miembros. Todos los estados miembros son soberanos y a todos se les considera iguales. Es esta misma falta de autoridad verdadera, es decir, autoridad que todas las naciones miembros respeten y acepten, lo que parece ser uno de los principales defectos inherentes a la O.N.U.

      Por ejemplo, a excepción de los casos que tienen que ver con la paz y seguridad internacionales, no hay disposición que permita a las Naciones Unidas intervenir en los asuntos internos de las naciones individuales. Pero esto, por supuesto, deja lugar para la interpretación... ¿cuáles son asuntos internacionales y cuáles simplemente internos?

      El presidente estadounidense Jimmy Carter ha hablado vigorosamente a favor de los derechos humanos y protestado contra la repudiación de éstos, en algunos países, en violación de la carta de las Naciones Unidas. Otros países acusan a los Estados Unidos de intervenir indebidamente en sus asuntos internos por motivo de esas expresiones. En resumidas cuentas la realidad es que cada nación solo acepta lo que quiere aceptar y rechaza lo que considera una violación de sus derechos como nación soberana. ¡Es el mismo problema que existe en los “Estados Unidos de Europa,” solo en escala más grande!

      Nacionalismo fuerte

      Apoya esto lo que dice un folleto de la O.N.U. respecto a la Corte Internacional de Justicia de la O.N.U.: “El Estatuto de la Corte forma parte de la Carta de las Naciones Unidas, y todo Estado Miembro tiene acceso automático a la Corte. Los Estados que tienen parte en el Estatuto pueden declarar en cualquier momento que reconocen la jurisdicción obligatoria de la Corte en disputas legales. La mayoría de los Estados Miembros todavía no han aceptado la jurisdicción obligatoria.” [Letras bastardillas son nuestras.] De modo que es una corte sin verdadera autoridad, un ‘¡tigre de papel!’

      Kurt Waldheim, repasando 30 años de actividad de la O.N.U., dijo que es inevitable que un sistema internacional factible le imponga limitaciones a la soberanía individual. Dijo que aunque se estaban logrando estas limitaciones en algunos campos, también ha habido “fuertes reafirmaciones de nacionalismo” por todo el mundo durante los pasados 30 años.

      Esas “fuertes reafirmaciones de nacionalismo” hacen más difícil el logro de la unidad mundial. Waldheim expresó lo que tiene que afrontar la O.N.U. cuando dijo: “Tal vez la tarea más difícil es fortalecer el papel que nuestra Organización desempeña en mantener la paz por medio de conseguir respeto general para las decisiones que toman sus órganos principales.”

      Se reconoce que no es fácil lograr tal “respeto general.” N. J. Padelford y L. M. Goodrich en su libro acerca de los logros y expectativas de las Naciones Unidas hacen este comentario significativo acerca de la O.N.U.: “Se le ha pedido que mantenga la paz cuando no ha habido paz en los corazones de los hombres . . . La Organización no puede impedir que la humanidad se suma en una guerra nuclear si las naciones están resueltas a hacer eso. No puede obligar a las grandes potencias a cumplir lo que ella manda ni a adoptar sus recomendaciones. . . . Ofrece un foro en el cual los representantes de los estados pueden razonar juntos, si quieren. Puede hacer disponibles procedimientos de diplomacia preventiva, de conciliación, y de mantener paz para ayudar a allanar las disputas y mantener la paz y seguridad internacionales. Pero los estados tienen que estar preparados para aceptar y usar éstos o los esfuerzos se malograrán.” [Las bastardillas son nuestras.]

      Ese es el quid del asunto. A fin de conseguir la unidad todos tienen que estar dispuestos a cooperar para el bien mutuo. El estar así dispuestos tiene que nacer del corazón, no tan solo de la mente. En resumen, el amor es la llave a la unidad mundial.

      Pero el nacionalismo, el mayor problema que le cierra el paso a la unidad mundial, no es una expresión de amor. Lo que hace es recalcar los intereses personales, egoístas de una sola nación, en vez de procurar el bienestar en conjunto de todas las naciones.

      El amor verdadero requiere que el individuo se ensanche de modo que manifieste interés y afecto no solo a los de su propia nación, sino a los pueblos de todo el mundo. Esto requiere un modo de pensar internacional.

      Pero el amor no se puede establecer por ley. Entonces, ¿cómo puede lograrse? ¿Puede presentarse indicio alguno de que las naciones, sean éstas las que acarician la idea de los “Estados Unidos de Europa” o las 150 naciones miembros de la O.N.U., hayan reconocido esta llave y la estén usando para abrir la puerta que conduce a la unidad mundial, de modo que por fin la hayan puesto a nuestro alcance?

  • ¡Regocíjese! ¡La unidad mundial está a su alcance!
    ¡Despertad! 1979 | 22 de julio
    • ¡Regocíjese! ¡La unidad mundial está a su alcance!

      LA PAZ y la unidad van juntas. Si se tiene una, se tiene la otra. La unidad mundial daría seguridad de paz mundial, una paz tan abundante o completa y duradera como la unidad sobre la cual estuviera basada.

      Pero ambas dependen de otra cosa. ¿De qué? Salmo 119:165 responde: “Paz abundante pertenece a los que aman tu ley [la ley de Dios], y no hay para ellos tropiezo.”

      Es el amor a la ley de Dios, no simplemente el conocerla, lo que se necesita para salvar los tropiezos que se hallan en el camino a la paz y a la unidad mundial. Ese amor es la llave que abre la puerta a la unidad mundial.

      Las palabras del cardenal católico romano Franz König de Austria ponen de relieve la realidad de lo que acabamos de mencionar. Al hablar acerca de las posibilidades de lograr una Europa unida, dijo: “Los síntomas de la enfermedad espiritual que se ven hoy en el hombre occidental pueden resumirse brevemente: la incapacidad para amar. . . . Todos nosotros, los europeos, sabemos que estamos pasando por una crisis. Según nuestro parecer, esta crisis del mundo occidental proviene de un desarraigo espiritual. . . . En su loca arrebatiña por conseguir prosperidad material el hombre se está arruinando tanto física como espiritualmente. . . . Mientras más enferme espiritualmente el hombre, más irresolubles serán los problemas de la Europa futura.” [Las bastardillas son nuestras.]

      No hay amor a Dios

      La unidad mundial no es simplemente asunto de política. Comprende la espiritualidad; comprende la religión, religión basada en la Biblia. El llegar a conocer la ley de Dios requiere un estudio cuidadoso de la Biblia. El aprender a amar la ley de Dios envuelve más: el meditar en la sabiduría de esa ley y en los beneficios que la obediencia a ella trae a uno personalmente. La persona que aprende a amar la ley de Dios lo expresa por medio de amar a su prójimo, pero principalmente por medio de amar a Dios.

      Tanto los gobiernos como los órganos humanitarios de la O.N.U. quizás expresen cierto amor al prójimo, pero ¿dónde está su amor a Dios cuando se alinean en oposición a Su reino? ¿Han hecho esto? Sí.

      La cronología bíblica y el cumplimiento de las profecías bíblicas indican que en el año 1914 se cumplieron las palabras de Revelación 11:15: “El reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo.”

      ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que después de haber dado al hombre miles de años de tiempo en el cual regir al mundo sin interrupción, Dios por medio de su Hijo Jesucristo está tomando acción para producir la unidad mundial que el hombre se ha mostrado incapaz de producir. Pero en vez de fiarse del reino de Dios, las naciones se han ligado —sí, unido, por decirlo así, en la O.N.U. u otras organizaciones— en oposición a este reino.

      Salmo 2:2-6 predijo esto: “Los reyes de la tierra toman su posición y los funcionarios encumbrados mismos se han reunido en masa como uno solo contra Jehová y contra su ungido . . . Jehová mismo . . . les hablará . . . diciendo: ‘Yo, sí, yo, he instalado a mi rey sobre Sión, mi santa montaña.’”

      “Las harás añicos”

      Jesús predijo que se llevaría a cabo una obra de predicar por todo el mundo (Mat. 24:14) después que el reino de Dios empezara a regir. Esto les proporcionaría a los habitantes de la Tierra la oportunidad individual de decidir si querían apoyar la soberanía de Jehová o la de las naciones.

      Una vez que se hubiese presentado esta oportunidad al grado que Dios deseara, Cristo dirigiría su atención a las naciones y haría con ellas lo que dice Salmo 2:9: “Las quebrarás con cetro de hierro, como si fueran vaso de alfarero las harás añicos.”—Vea también Daniel 2:44.

      ¿Debería esto impresionarnos como extraño o cruel de parte de Dios? Los gobiernos humanos frecuentemente toman medidas firmes cuando consideran que su existencia o el bienestar de sus ciudadanos está en peligro. ¿Debería el Creador del universo tener menos derecho a tomar acción cuando ve amenazada la existencia misma de la humanidad por las naciones desunidas mediante guerra nuclear?

      Unidos religiosamente bajo un solo gobierno

      En La Nouvelle Gazette, un periódico belga, se publicó un artículo con este encabezamiento: “Para evitar una guerra nuclear dentro de 25 años, los peritos americanos han hallado una sola solución: ¡La de los testigos de Jehová!” El artículo dijo esto en explicación: “El único remedio sería que cada país hiciera una renuncia extensa a su soberanía . . . a favor de un gobierno mundial.” Dijo que esto era precisamente “la proposición que los testigos de Jehová sostienen.”

      Pero ¿cuál es esta “proposición” que hasta incitó a un periódico australiano a declarar que “los testigos de Jehová son el único movimiento en pro de paz mundial que ha tenido éxito”? ¿Realmente han hallado ellos la llave a la paz, a la unidad mundial?

      Los testigos de Jehová han escogido unirse bajo un solo gobierno, el gobierno de Dios. Esto exige que ellos adopten una posición de neutralidad estricta para con los asuntos de las más de 200 naciones en las cuales viven actualmente, una posición que por lo general es tan bien conocida que escasamente hay necesidad de documentarla aquí.

      Aunque el reino de Dios es un gobierno celestial, es una realidad. Tiene agencias u órganos terrestres que contribuyen a la paz y unidad: programas de entrenamiento, escuelas, sistemas judiciales y arreglos asesores. Debido a la ayuda que han recibido, miles de personas han dejado las drogas, el fumar, el beber en exceso, el sexo promiscuo, y han aprendido a ser trabajadores honrados, concienzudos. ¿Ha contribuido esto a la salud, al bienestar general, a la paz mental y la felicidad de estas personas? Júzguelo usted mismo.

      Estas agencias también han ayudado a miles de personas a aprender a leer y escribir. Mientras que el 77 por ciento de los testigos de Jehová en Nigeria saben leer y escribir, The Times, un periódico nigeriano, recientemente mencionó que “solo el 20 por ciento [por todo el país] sabe leer y escribir.” En una entrevista con los testigos de Jehová, un anterior ministro de educación en Santo André, SP, Brasil, declaró: “Es raro hallar a personas o grupos como los testigos de Jehová que se interesan tanto en la educación de sus vecinos [que los instruyen] con el propósito de incorporar a miles de personas en una sociedad de la cual anteriormente estaban excluidos debido a su analfabetismo. Pueden contar con nuestro apoyo y gratitud. Si otros grupos hicieran esfuerzos semejantes habría menos analfabetismo en el Brasil.”

      El gobierno de Dios se interesa en instruir a sus súbditos para que puedan conseguir conocimiento exacto de sus leyes. También ha provisto arreglos judiciales para asegurar que se cumplan estas leyes. Pero puesto que sus súbditos están convencidos de que estas leyes son justas y correctas y tienen por propósito hacerlos felices, están dispuestos a aceptar la jurisdicción obligatoria del gobierno celestial. Personas que viven en más de 200 países y no obstante han podido unirse bajo una ley común basada en una sola norma de conducta y convicciones éticas, y que activamente apoyan el mismo un solo gobierno, ciertamente han hecho buen progreso en dirección a lograr la unidad mundial dentro de sus filas.

      El Sentinel de Milwaukee enfatizó este mismo punto cuando dijo lo siguiente acerca de los testigos de Jehová: “El acuerdo entre ellos no tiene que ver simplemente con las cosas triviales de la vida, sino con las cosas vitales... reglas de conducta, apego a principios, adoración de Dios.” El periódico brasileño O Tempo concordó: “Aunque hay muchas religiones imponentes que hacen propaganda en toda parte del orbe terrestre, hoy no existe una sola en la haz de la Tierra que muestre el mismo amor y unidad que la organización teocrática de los testigos de Jehová.”

      Esto se debe a que los testigos de Jehová son súbditos leales del gobierno que han escogido. ¿Qué nación en la Tierra hoy día pudiera decir que SOLO tiene súbditos leales cuando se ve que a muchas de ellas las tienen en situaciones engorrosas los grupos radicales resueltos a derribar el gobierno, los ciudadanos que despliegan lealtad de dientes afuera, pero que deslealmente cometen fraude en sus impuestos, pasan por alto leyes inconvenientes para sacar ventaja personal, muestran desacato a las “decisiones que toman sus órganos principales” y se burlan de sus líderes?

      En contraste, los súbditos del reino de Dios que ya está gobernando obedecen sus leyes en la medida que sus capacidades imperfectas les permiten, aun cuando no sea conveniente, porque aman la ley de Dios. Muestran respeto a las “decisiones que toman sus órganos principales” y gustosamente pagan a su gobierno lo que es justo y merecido.

      De hecho, hasta están dispuestos a morir en defensa de su gobierno celestial, sí, dispuestos a morir por su país, por decirlo así. Su dechado, Jesucristo, no entregó su vida en defensa del Imperio Romano, ni para conservar el sistema judío de cosas, sino para adelantar los intereses del reino de Dios. Es esta lealtad inquebrantable al gobierno de Dios basada en amor a Dios lo que asegura la unidad de sus súbditos.

      Sin embargo, esta unidad no ahoga el individualismo ni la variedad. El anterior ministro de relaciones exteriores de Israel Abba Eban dijo en una ocasión que “la diversidad nacional puede ser una fuente de vitalidad intensa y positiva, con tal que esté reconciliada con las restricciones y solidaridades de un orden internacional.” Los testigos de Jehová que viven en más de 200 diferentes naciones mantienen su “diversidad nacional” —su modo de vestir, costumbres locales, estilo de vida, toda la diversidad que Dios se propuso que hubiera entre la humanidad— y esto realmente es “una fuente de vitalidad intensa y positiva” porque les permite aprender unos de otros. Los grupos nacionales cuya característica fuerte es la hospitalidad están enseñando a los pueblos más restringidos a ser más francos y generosos; los que tienen talentos en asuntos de organización están ayudando a otros a ser más prácticos y eficaces; se están asimilando los buenos rasgos de otros, mientras que se están erradicando los rasgos negativos. Han aprendido a pensar de modo internacional, y así dejan que su “diversidad nacional” ‘se reconcilie con las restricciones y solidaridades de un orden internacional,’ en este caso el reino de Dios.

      Respecto al logro de todo esto los testigos de Jehová no se atribuyen crédito personal. No dicen que ellos son los arquitectos de la unidad mundial. Dios es quien ha provisto la llave a la unidad mundial y la llave está disponible para que todos la usen. La unidad que los testigos de Jehová demuestran solo puede atribuirse al hecho de que están dispuestos a ajustar sus caminos a los caminos de Dios. Este proceder es sabio y es la única manera que le asegura a uno la vida en el nuevo sistema de cosas de Dios que se describe en Revelación 21:3, 4: “Y Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.” ¡Esto es lo que el reino de Dios hará!

      Los propuestos “Estados Unidos de Europa,” o aun una Organización de Naciones Unidas, es un sustituto defectuoso —en realidad, no es sustituto— del reino de Dios, a pesar de que el papa Paulo VI, al dirigir la palabra a la O.N.U. en 1965, mencionó que los pueblos estaban volviéndose “a las Naciones Unidas como la última esperanza para armonía y paz.” La realidad es que cada vez más personas están acudiendo al reino de Dios como la última esperanza, atraídas por la unidad mundial que éste ya ha producido en escala pequeña y en expectativa de la unidad mundial que éste pronto convertirá en realidad en escala global.

      El deseo sincero de los publicadores de ¡Despertad! es que muchas más personas todavía se enteren de la maravillosa provisión de Dios y se aprovechen de ella. Se ha hallado la llave a la unidad mundial y ya se ha abierto la puerta a ella. ¡Regocíjese! ¡La unidad mundial ESTÁ a su alcance! ¿Se esforzará por aceptarla?

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir