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Las asambleas internacionales necesitan muchos trabajadores anuentesLa Atalaya 1978 | 15 de abril
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Las asambleas internacionales necesitan muchos trabajadores anuentes
CON buena razón para ello, a los testigos cristianos de Jehová se les conoce por su celo, su anuencia a trabajar juntos para el logro de la tarea entre manos. Típico de esto es lo que aconteció cuando construyeron un salón de asambleas cerca de Pittsburgo, Pensilvania. Un informe periodístico ilustrado declaró que “aproximadamente 200 hombres, con cascos protectores sobre la cabeza y ropa de trabajar, echaban el hormigón y hacían obra de albañil en una construcción, y ninguno recibía paga.” Entre otras cosas, el informe también citó las siguientes palabras de uno de los Testigos que supervisaba la obra: “A veces . . . tenemos aquí más hombres de los que necesitamos.” Pocos días después el mismo periódico informó acerca de un diácono que, en contraste, se quejaba de que casi no venía nadie a ayudar en un proyecto que tenía el auspicio de un “gran número de iglesias protestantes.”
El celo siempre ha sido una característica de los verdaderos siervos de Jehová. De seguro el tabernáculo del desierto y su mobiliario requirieron mucho trabajo afanoso. ¿Se le hizo necesario a Moisés compeler, u obligar, a su pueblo o pagarles para que hicieran el trabajo necesario? ¡De ninguna manera! Aquellos israelitas de aquel tiempo eran voluntarios llenos de aprecio, como leemos: “Procedió Moisés a llamar a . . . todo hombre de corazón sabio en cuyo corazón había puesto Jehová sabiduría, todo aquel cuyo corazón lo impelió a dirigirse a la obra para hacerla.” (Éxo. 36:2) El relato pasa a describir lo que todas aquellas personas de corazón dispuesto pudieron lograr.
El apóstol Pablo dijo de sí mismo que ejecutaba su ministerio de buena voluntad. (1 Cor. 9:17) Y aconsejó que el dar ayuda material a los compañeros de creencia en necesidad debería efectuarse anuentemente, no como bajo obligación, “porque Dios ama al dador alegre.” (2 Cor. 9:7) Y el apóstol Pedro dio a los ancianos la admonición de ejecutar sus deberes, “no como obligados, sino de buena voluntad.”—1 Ped. 5:2.
Anualmente, nuestras asambleas de distrito ofrecen a las almas anuentes excelentes oportunidades de servir a sus hermanos celosamente y con altruismo. Y en las asambleas internacionales venideras esto se verá con creces.
Como siervos dedicados y leales de Jehová, todos estamos interesados en que la Palabra de Dios resulte veraz, tal como lo estuvo Jesús, por llevar a cabo cuanto se había predicho acerca de él. (Rom. 3:4; Luc. 24:26, 27, 44-46) ¿Tenemos nosotros el mismo espíritu leal con relación a la Palabra profética de Dios? Entonces nos ofreceremos anuente, gratuita y alegremente en estas asambleas, porque Jehová Dios hizo que en su Palabra se escribiera: “Tu pueblo se ofrecerá de buena gana en el día de tu fuerza militar . . . Tienes tu compañía de hombres jóvenes justamente como gotas de rocío.” (Sal. 110:3) ¿No hemos estado viviendo en el día del poder militar de Jesucristo desde 1914? Sí, así es. Él todavía está llevando a cabo la voluntad predicha de Jehová relativa a él. ¿No deberíamos nosotros también estar llevando a cabo lo que Jehová ha predicho acerca de nosotros?
Es de esperar que las asambleas internacionales venideras sean ocasiones de gran banqueteo espiritual. El Cuerpo Gobernante está trabajando afanosamente, junto con otros hermanos en las oficinas centrales, para suministrar un excelente banquete espiritual para todos los siervos de Jehová que puedan asistir. Lo mismo se puede decir de los hermanos de las sucursales en cuyos países se han de celebrar estas asambleas. Pero no basta con solo preparar este alimento espiritual. También tiene que haber excelentes arreglos para la distribución de este nutritivo pan espiritual a todos los que asistan a estas asambleas, así como los arreglos debidos para atender sus otras necesidades. Eso significa ofrecerse voluntariamente para suministrar ayuda en tales asambleas. Ciertamente hay trabajo para todos. Especialmente se necesita a los “sabios” que tengan experiencia profesional o aptitud para tomar la superintendencia en la dirección de los diversos departamentos. Todos los demás pueden ofrecerse voluntariamente para ayudar dondequiera que ‘haya gran necesidad de ayuda,’ como acomodadores, o en los departamentos de limpieza e higiene, cafetería y refrescos, para mencionar solo unos cuantos.
Sí, se necesitarán trabajadores anuentes, muchos de ellos, para suministrar comodidad a los hermanos que asistan a las Asambleas Internacionales de 1978 de modo que éstos puedan oír los programas suministrados por el “esclavo fiel y discreto” y disfrutar de ellos. Los hermanos que sirven en las plataformas tienen el privilegio de dispensar el alimento espiritual. El suministrar las necesidades y conveniencias materiales también tiene importancia. Solo si se suministra apropiadamente lo que se necesita tanto en sentido espiritual como en sentido material se edificará en verdad espiritualmente a todos los que vengan a estas asambleas. Entonces ellos podrán regresar a sus hogares con la misma actitud mental que tuvieron los israelitas de la antigüedad al regresar de la dedicación del templo de Jehová en Jerusalén a sus hogares... ‘gozosos y sintiéndose bien en el corazón por la bondad que Jehová había ejecutado para con su pueblo.’—2 Cró. 7:10.
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Donde se halla libertad verdaderaLa Atalaya 1978 | 15 de abril
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Donde se halla libertad verdadera
● Para muchos, la libertad verdadera es poder hacer las cosas precisamente como uno quiera. Así pensaba un joven neozelandés. Sin embargo, con el tiempo él comprendió que en realidad no estaba libre. Este es su relato:
“Yo quería tener la libertad de decidir mi propio proceder. Cuando salí de mi casa a los quince años de edad, fui a vivir con unos parientes en Auckland. Allí me pareció que realmente estaba viviendo, pues iba a fiestas y bebía en los hoteles. Con el tiempo mi actitud se endureció a tal grado que llegué a considerar a los policías como enemigos míos. Posteriormente mis supuestos amigos me hicieron envolver con las drogas. Después de eso, la mayor parte del tiempo o estaba drogado o borracho. Una noche, en una fiesta, conocí a una muchacha que acababa de comenzar a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Sus comentarios reavivaron mi interés en la Biblia y me ayudaron a recobrar el juicio.
“Hice arreglos para participar en su estudio bíblico el mismo día siguiente, y continué progresando desde ese tiempo. Al mirar al pasado, veo que yo quería amigos, pero los estaba buscando en el lugar incorrecto. Ni mi llamada ‘libertad’ ni los compañeros que hallé en el mundo me habían producido gozo. Entre el pueblo de Jehová es donde se encuentran los amigos y compañeros verdaderos, así como la libertad verdadera.”
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