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  • Se deja resplandecer la luz en el corazón de África
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
  • Subtítulos
  • Problemas en el comienzo
  • Progreso por mejoras en la organización
  • Verdad bíblica produce cambios en modo de vivir
  • Libertad religiosa... ganada y restringida
  • Problemas que hay que resolver
  • Buenas perspectivas para el futuro
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1982
w82 1/10 págs. 9-12

Se deja resplandecer la luz en el corazón de África

MONTADA en el ecuador como jinete gigante, la República de Zaire está en el corazón de África. Conocida antes como el Congo, la enorme selva y la sabana de Zaire albergan leones, gorilas, leopardos, monos, elefantes, okapis y muchos otros animales salvajes. Por su riqueza en recursos minerales, este país ha sido por largo tiempo objeto de interés internacional y a menudo ha sido escenario de invasiones o guerras civiles. No obstante, lejos de ser de naturaleza belicosa, la mayor parte de los 26.000.000 de habitantes de este país son personas humildes, bondadosas, amadoras de la paz y, a pesar de que las costumbres de sus antepasados ejercen gran influencia en ellas, tienen respeto a la Biblia.

En el pasado, la vida religiosa se caracterizaba sobre todo por la superstición y la creencia en los espíritus de los muertos. La gente vivía en temor de lo desconocido y recurría al uso de fetiches, como amuletos y talismanes, en busca de ayuda. Tal creencia ha mantenido a estas personas en gran oscuridad.

Problemas en el comienzo

Fue durante los últimos años de la década de los cuarenta cuando las publicaciones de los testigos de Jehová comenzaron a circular en el Congo, pero en realidad no había ningún Testigo que enseñara cómo debían usarse éstas. Había grupos de nativos que se llamaban a sí mismos miembros de la “Watchtower,” pero torcían las enseñanzas bíblicas y las mezclaban con costumbres supersticiosas y un modo de vida inmoral. A menudo rehusaban pagar los impuestos y se oponían al gobierno de otras maneras. No es de extrañar que el gobierno belga proscribiera estos movimientos de “Kitawala,” nombre por el que se les conocía. Sin embargo, el gobierno indentificó incorrectamente a los testigos de Jehová con estos practicantes del falso “movimiento Watchtower” y no dejó entrar al país a ninguno de los misioneros genuinos de los testigos de Jehová, quienes pudieran haber ayudado a aclarar la situación.

Sin embargo, había un grupito que, a pesar de estar proscrito por las autoridades, compartía diligentemente las verdades de la Biblia con otras personas. Su conducta recta y honrada mostraba que eran totalmente diferentes de los agitadores del movimiento Kitawala.

Como resultado de la independencia congolesa en 1960, a aquel grupito se le hizo algo más fácil dar a conocer la verdad. Sin embargo, el mantener neutralidad en los asuntos políticos requirió que ellos tuvieran discernimiento profundo y fe firme. La independencia trajo mayor tolerancia religiosa y para fines de 1960 la cantidad de los que estaban dejando resplandecer la luz del Reino aumentó a casi mil personas.

Progreso por mejoras en la organización

Finalmente, en 1961, se permitió que los primeros misioneros de los testigos de Jehová entraran en el país. Se estableció una sucursal en la capital, Leopoldville, que ahora se llama Kinshasa, lo cual resultó en mejor dirección de la obra. Las cosas comenzaron a adelantar rápidamente. Pero todavía había que resolver muchos problemas, como las barreras del idioma, la poligamia, el espíritu tribual, la superstición y el espiritismo. Los escasos medios de comunicación dificultaron el ponerse en contacto con grupos de personas esparcidos por todo el país que tenían interés en la Biblia. Los superintendentes viajantes tuvieron que separar a las personas que verdaderamente tenían interés en seguir las verdades de la Biblia de los miembros del falso movimiento Kitawala. Dicha tarea no fue fácil.

Verdad bíblica produce cambios en modo de vivir

Personas honradas efectuaron cambios enormes en su vida. Un hombre escribió:

“Antes de conocer el modo de vivir cristiano, era un verdadero entusiasta de los deportes y practicaba la lucha y el boxeo tradicionales. Para mí el pelear era un modo de vida y la lucha cuerpo a cuerpo era un gran placer. También me encantaba levantar pesas. En 1963 gané el campeonato de lucha para el Congo y ese mismo año quedé en primer lugar en el levantamiento de pesas, al levantar 85 kilos con una mano y 150 kilos con las dos. Todo el tiempo recurría a mis fetiches en busca de fortaleza y aguante. Esto fue aún más cierto cuando quisieron enviarme al Japón para representar a mi país.

“Una vez más eché de la casa a mi esposa para poder concentrarme en las actividades deportivas. Ella se puso a vivir con un teniente. Todavía solía verla de vez en cuando y cierto día hallé el libro intitulado ‘De paraíso perdido a paraíso recobrado,’ que el teniente había comprado para ella. Quedé impresionado con este libro y lo tomé prestado por dos semanas. Me impresionó particularmente el título de la página 203: ‘Cómo termina este mundo.’ Leí el libro con detenimiento y cada vez que pensaba en él, sentía temor. Decidí escribir una carta a los publicadores del libro para pedirles otros libros, y al mismo tiempo saqué los fetiches de mi habitación y los puse en la de mi padre. Mi familia estaba bastante sorprendida por lo que hice.

“El mismo día que escribí la carta, tocaron a mi puerta. Eran dos testigos de Jehová que querían compartir conmigo las buenas nuevas de la Biblia. Al principio pensé que ellos habían venido a ver a mi padre, quien era pastor provisional. Les dije que mi padre no estaba en casa, pero discretamente me hicieron saber que el mensaje que traían era para mí también. Cuando vi otro libro Paraíso en el maletín de ellos, que estaba abierto, metí la mano en él y tomé el libro. Les mostré el libro Paraíso que yo tenía y la carta que acababa de escribir. Quedé muy impresionado con las respuestas que aquellos Testigos me dieron y, al final de la consideración, tomé un ejemplar de cada libro que ellos llevaban en el maletín. Me dieron la dirección del pequeño Salón del Reino en el que se reunían.

“A pesar de la oposición y las amenazas de mi padre, seguí recibiendo ayuda de los Testigos y no perdí ninguna de las reuniones. Destruí hasta el último de mis fetiches y el 8 de noviembre de 1964 me casé oficialmente con mi esposa, con quien estaba viviendo otra vez. Entonces dediqué mi vida a Jehová y simbolicé mi dedicación mediante bautismo en agua.”

Ahora este Testigo es precursor especial (ministro de tiempo completo) y anciano en una congregación al norte de Zaire. Él es sencillamente un ejemplo de los miles de personas que han salido de la oscuridad y ahora dejan resplandecer su luz espiritual.

Libertad religiosa... ganada y restringida

Para el año 1966, la cantidad de testigos de Jehová en Zaire había aumentado a casi 4.000 personas. El 9 de junio de aquel año la organización fue oficialmente inscrita en el gobierno. Desde aquel momento los testigos de Jehová pudieron predicar públicamente, reunirse libremente y organizar asambleas para disfrutar de compañerismo e instrucción cristianos. Al país podían entrar misioneros para ayudar a efectuar la obra. Las ayudas para el estudio de la Biblia se tradujeron a los seis idiomas principales que se hablan en el país.

Pero aquella libertad duró poco. El 31 de diciembre de 1971 se aprobó una ley que requería que todas las denominaciones religiosas, excepto las tres más grandes, volvieran a presentar una solicitud para que se les reconociera legalmente. Las religiones que no recibieran reconocimiento legal en tres meses serían disueltas. Cualquier persona que practicara alguna religión que no estuviera autorizada estaría expuesta a multas grandes y a pasar de cinco a diez años en prisión. Los testigos de Jehová volvieron a presentar su solicitud, pero llegó la fecha límite del 31 de marzo y no recibieron respuesta alguna de reconocimiento.

Esa restricción de la libertad religiosa hizo que aumentaran las dificultades. Ya no se podían celebrar reuniones públicas grandes. Ya no podían entrar libremente al país nuevos misioneros. Y en algunos lugares donde los líderes religiosos informaron mal a las autoridades locales, los Testigos fueron víctimas de mucha persecución.

Cerca de Moba, Shaba, se encarceló a más de 200 Testigos en 1973. Se les obligó a trabajar muy duro limpiando los campos de maleza, sembrando, reparando puentes y construyendo casas, todo a mano y mientras les daban muy poco de comer. Pero los testigos de Jehová se ocuparon tranquilamente en su modo de vivir cristiano, acudieron a Jehová en busca de fortaleza y guía, y la luz de la verdad bíblica continuó resplandeciendo cada vez más clara.

Problemas que hay que resolver

La inmensidad del territorio y la falta de buenas carreteras dificultan mucho la propagación de las “buenas nuevas.” A veces hay que esperar varias semanas para tomar alguna embarcación que navegue por una de las numerosas vías fluviales que cruzan el país. O quizás hay que viajar por varios días en la parte de atrás de un camión que lleva una carga pesada de sacos de maíz o mandioca. Y para los que no pueden darse el lujo de pagar las costosas tarifas, el único recurso es caminar.

Una Testigo de la congregación de Bulungu se enteró de que la asamblea de circuito se celebraría en Kikwit, a 108 kilómetros de su casa. A menudo había oído hablar de estas asambleas, pero nunca había podido asistir a una y quería saber cómo se organizaban éstas. Puesto que no tenía dinero para pagar por la transportación pública, decidió caminar todo el trayecto con su hijo de 13 años de edad. Caminaron por dos días y llegaron a Kikwit en el tercer día, cansados y hambrientos. Allí ella dijo a los hermanos: “A pesar de la distancia que mi hijo y yo caminamos, no pareció que fuera tan lejos. Jehová me ayudó.”

Los superintendentes viajantes en particular tienen que demostrar gran valor y fe para visitar a sus hermanos y estimularlos espiritualmente. A menudo hay largas distancias entre una congregación y otra y frecuentemente hay que cruzar sectores infestados de moscas tse-tsé, bosques donde hay animales salvajes, o ríos caudalosos debido a inundaciones. La distancia entre Kinshasa y la segunda ciudad principal del país, Lubumbashi, es mayor que la distancia entre Londres y Roma.

No hace mucho un superintendente de circuito escribió lo siguiente a la sucursal, excusándose por haber enviado tarde sus informes:

“La demora se debe a circunstancias que expongo abajo. El 12 de abril era el día en que salía el tren de Kisangani con rumbo a Ubundu. El tren parte a las 8 de la mañana, pero como la cantidad de asientos es tan limitada, la gente tiene que estar allí a las tres de la mañana para poder conseguir asiento. Nos estábamos quedando al otro lado del río y decidimos que era mejor que mi esposa, nuestro hijito Moza, y yo cruzáramos el río la noche antes y durmiéramos allí.

“Estamos en plena estación lluviosa y el río estaba crecido. A las 7:30 de la noche tomamos un taxi hasta el río con la intención de cruzarlo en una piragua con un motorcito fuera de borda. Cuando abordamos la embarcación vimos rápidamente que había demasiada gente. Le pedimos con insistencia al timonel que sacara a algunas personas de la piragua o al menos que nos dejara salir a nosotros. Pero, sediento de dinero, nos contestó: ‘¡Likambo te!’... ‘No es nada, no se preocupen,’ y puso en marcha el motorcito fuera de borda. En cuanto nos alejamos unos 15 metros de la orilla, la embarcación chocó con una roca enorme que estaba bajo el agua, lo cual dio una terrible sacudida a la piragua que casi la vuelca. Treinta personas cayeron al río gritando, vociferando y chapoteando.

“Imagínense, queridos hermanos, el espectáculo que hubo en el río Zaire. Todo nuestro equipaje cayó al agua, incluso mis archivos, mis formularios, el proyector y todas las diapositivas. Le grité a mi esposa que se mantuviera calmada y abrazara fuertemente al niño hasta que yo pudiera llegar a ellos. Felizmente mi esposa y mi hijo fueron los únicos que no se cayeron de la piragua, la cual estaba ahora medio sumergida y llenándose rápidamente de agua. Afortunadamente, al final se pudo sacar del agua, sanos y salvos, a todos los pasajeros y solo se perdió nuestro equipaje, incluso el proyector.”

Buenas perspectivas para el futuro

El 30 de abril de 1980, el presidente de la República de Zaire convirtió en ley el Decreto Núm. 124 que una vez más otorgaba reconocimiento legal a la Asociación de los Testigos de Jehová. Desde entonces, el tener más libertad ha resultado en mayores aumentos en la obra del Reino que los que hubo en el pasado.

A fines de los años cuarenta solo había un puñado de proclamadores del Reino que estaba dejando resplandecer activamente su luz en el Congo. Pero la cantidad de predicadores activos de las buenas nuevas del reino de Dios en Zaire alcanzó un máximo de 25.753 en 1981. Hay más de 2.200 ministros precursores de tiempo completo, incluso unos 450 precursores especiales que concentran sus esfuerzos en abrir nuevos territorios. Cada mes más de 36.000 personas y familias estudian la Biblia con los testigos de Jehová. Y a juzgar por las 107.766 personas que asistieron a la Conmemoración de la muerte de Cristo que se celebró el 19 de abril de 1981 en las 838 congregaciones por todo Zaire, todavía hay una gran cantidad de personas a quienes les gustaría beneficiarse de la luz de la verdad que ahora resplandece en este país. Más de 200 tribus que hablan unos 300 idiomas o dialectos reciben testimonio concerniente al Reino.

Todavía hay que resolver muchos problemas, como la barrera del idioma, el espíritu tribual, la poligamia, la superstición, el espiritismo y la escasez de medios de transportación y comunicación, solo para nombrar algunos. Y los problemas económicos mundiales relacionados con la inflación desenfrenada también han afectado a Zaire. Pero esto contribuye a que muchas personas busquen una esperanza sólida para el futuro. Los testigos de Jehová les están ofreciendo esa esperanza... ¡el nuevo orden de Dios bajo Su reino por Cristo Jesús!

[Comentario en la página 11]

De solo un puñado de proclamadores del Reino que había en el Congo a fines de los años cuarenta, la cantidad de predicadores activos de las “buenas nuevas” en Zaire alcanzó un máximo de 25.649 en abril de 1981

[Mapa en la página 9]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Zaire

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