“Sobreviviendo” al primer año de matrimonio
“FUE duro.” Eso dicen muchas personas con relación a su primer año de matrimonio. “Antes de casarme pensaba que era la máxima autoridad mundial en cuanto a la vida familiar,” confesó un joven esposo. “Estaba seguro de que sabría cómo resolver cualquier problema. Pero una vez que me casé, descubrí que no sabía nada.” Su esposa añade: “Lloré más durante el primer año que en cualquier otro tiempo. Supongo que se debió a toda la presión que sentía y a no estar segura de lo que se esperaba de mí.”
Aunque el primer año de matrimonio no es tan difícil para todas las parejas, quizás no sea necesariamente fácil. La Biblia dice: “Los que lo hacen [casarse] tendrán tribulación en su carne.” O como lo vierte otra traducción: “Los que se casan tendrán problemas.”—1 Corintios 7:28, La Nueva Biblia (Latinoamérica).
El matrimonio puede traer gozo y satisfacción, pero eso requiere tiempo... y mucho esfuerzo. Dos personalidades diferentes tienen que fusionarse. La pareja se encara a nuevas presiones, nuevos desafíos, nuevas situaciones. No es de extrañar que el primer año de matrimonio sea un período crítico. Sin embargo, ¿a qué problemas específicos se enfrentan las parejas recién casadas? ¿Pueden “sobrevivirlos” alegremente? ¿Ayuda realmente el consejo de la Biblia, que siempre está al día?
El conocerse mutuamente
Después que desaparece el encanto del traje de novia de encaje y del esmoquin, usted queda con una persona. ¿Cuán familiarizado está usted con esa persona? Usted espera que el cortejo le haya dado una idea. Lamentablemente, durante el cortejo las parejas a menudo permiten que el sentimentalismo las ciegue a los defectos y las peculiaridades de personalidad.
No obstante, usted solo puede aprender ciertas cosas sobre la otra persona durante el cortejo. El vivir con esa persona es lo que presentará la verdadera prueba. Puede que su cónyuge trate de desplegar perfección durante las primeras semanas. Podemos comprender a la joven novia que se duchaba tres veces al día para que su cónyuge no pensara que ella olía mal.
Pero no pasará mucho tiempo antes de que usted descubra cómo es verdaderamente su cónyuge: humilde o altanero, de miras estrechas o razonable, nítido o desaseado. Si algunos hábitos de su cónyuge le escandalizan, es probable que se deba a que ustedes fueron criados de manera diferente. Usted quizás tenga que ser indulgente; las viejas costumbres desaparecen lentamente. Puede que a su cónyuge también le tome tiempo hacerse experto en las destrezas domésticas. Puede que el grifo todavía gotee; quizás la cena sea un desastre. Pero cada uno aprende mucho acerca de la otra persona a medida que ambos ahogan en la risa las calamidades insignificantes.
El ritmo actual de la vida está lleno de presiones, y es fácil caer en una rutina que levanta una barrera de silencio. Cierto esposo recuerda: “Cuando tenía alguna dificultad en mi empleo, ‘llevaba mi trabajo a casa.’ Aunque mi esposa estaba cerca, callado como un muerto yo permanecía inconsciente de lo que estaba pasando.” Otro recuerda: “Solía llegar a casa y encender inmediatamente el televisor. Pero, en vez de eso, aprendí a sentarme con mi esposa y simplemente hablar.”
Sí, se requiere esfuerzo para mantener encendida la chispa del interés en su relación matrimonial. No permitan que esta relación se estanque. En vez de hacer hincapié en las diferencias, tomen como base las cosas que tienen en común. Maduren juntos y nunca se sobrepasarán uno al otro.
Ajuste respecto a lo sexual
Es probable que las parejas comprometidas esperen con anhelo participar en las intimidades sexuales del matrimonio, como en el caso de la joven sulamita, de cuya reputación habla la Biblia. (El Cantar de los Cantares 1:13) Dichas relaciones pueden ser magníficas expresiones de amor y una fuente de “éxtasis” para ambos. (Proverbios 5:18, 19) Aunque la mayoría de las parejas se ajustan rápidamente, no debe causar sorpresa el que las relaciones sexuales sean decepcionantes al principio. Un esposo dijo sinceramente: “El primer mes fue un tormento para ambos. Me deprimí gravemente.”
Los problemas de esa índole son comunes. Al principio las novias con frecuencia experimentan malestar durante las relaciones sexuales. Muchas veces los esposos no se dan cuenta de que la reacción sexual de la mujer es generalmente más lenta que en el hombre. Por desconocer la necesidad de ternura y afecto que tiene la mujer, algunos no preparan a sus esposas para el coito. La prisa o la falta de gobierno de sí mismo resulta en la pronta satisfacción de las pasiones del esposo y en frustración para la esposa. Aunque el tiempo, la experiencia y la paciencia pueden servir de remedio, ambos cónyuges deben esforzarse por comprender las necesidades y las limitaciones que tienen respectivamente. (1 Pedro 3:7) Cuando cada cónyuge ‘busca la ventaja del otro,’ las relaciones sexuales rara vez son un problema.—Compare con 1 Corintios 10:24.
Abunda la ignorancia con relación a los asuntos sexuales, y por eso algunas personas hallan que es útil prepararse de antemano. Una esposa joven dijo: “Realmente no tuve ningún problema al respecto. No me avergonzaba de hacer mi ‘tarea’... estudiaba información sobre el tema. Sabía qué esperar. Mi esposo también desplegó comprensión y mucha ternura.” A veces puede ser útil buscar consejo médico. Se debe dar la debida importancia a las palabras del padre (o la madre) cristiano o a las de un amigo (o amiga) casado que sea maduro y en quien uno confíe. La esposa susodicha añade: “Mi madre me explicó muy bien los asuntos. Fue muy franca.”
Sin embargo, se puede desarrollar discordia si la pareja no comparte la responsabilidad. Por ejemplo, cuando las parejas deciden aplazar el tener hijos, muchas veces los hombres piensan que es asunto de la mujer evitar el embarazo. (”Eso es problema tuyo. ¡Resuélvelo tú!” ) Cargada con “el problema de ella,” la mujer puede llegar a temer las relaciones sexuales. ¡Cuánto mejor es la situación cuando el esposo cristiano acepta su parte de la responsabilidad, prescindiendo del método que escoja la pareja para el control de la natalidad!
El compartir los sentimientos también es muy importante. El hombre quizás piense que su esposa es indiferente. Puede que la esposa piense que su marido es exigente. Algunos permiten que las frustraciones empeoren. Pero cierta pareja aconseja: “Consideren a fondo el asunto. Usted puede llorar a lágrima viva. Pudiera hasta enfadarse. Pero ¡consideren a fondo el asunto!” En lo relacionado con estos asuntos íntimos, la comunicación verdadera edificará el amor y la confianza que se tienen mutuamente.
La “perspicacia” retarda la cólera
No pasará mucho tiempo antes de que tengan su primer desacuerdo. Pudiera ser un estremecimiento leve, o un temblor devastador. De modo que la Biblia aconseja: “Quítense de ustedes toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa.” (Efesios 4:31) “Pero usted no conoce a mi esposa,” puede que usted diga. “¡A veces es imposible considerar calmadamente con ella las cosas, y me pongo de mal humor!” Sin embargo, Proverbios 19:11 aconseja: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera.”
Por ejemplo, los hombres a menudo tienen poca “perspicacia” en cuanto a los cambios emocionales que experimenta la mujer durante su ciclo menstrual. “Todo eso es mental,” piensan algunos. Algunas mujeres modernas hasta pudieran tender a negar la seriedad de tales cambios bruscos de humor. Las películas y la televisión rara vez pintan a las mujeres afectadas así. Pero la investigación médica señala que esos cambios en el cuerpo pueden afectar en gran manera la personalidad de la mujer.
“No tenía ni la más remota idea de que las mujeres pudieran ser de humor tan cambiadizo,” se lamentó cierto hombre. Claro, él había observado que su madre y su hermana desplegaban cierta medida de irritabilidad. Pero “no hay comparación entre una hermana y la esposa de uno,” añade él. Sí, puede que ahora usted sienta el efecto más recio de las tensiones de su esposa. Ella pudiera irritarse, ponerse a criticar, ser propensa a deshacerse en lágrimas, y pudiera tener un sinnúmero de otros síntomas que la mayoría de las mujeres experimentan durante ese tiempo del mes.
El comprender cómo se siente su esposa —o al menos tratar de entenderla— pudiera ‘retardar su cólera’ si ella fuera brusca o áspera. Cierta esposa dijo: “Me puedo poner verdaderamente ‘quisquillosa’ al acercarse ese tiempo del mes, y de vez en cuando mi esposo olvida la razón de ello. A veces hasta yo misma olvido por qué estoy actuando así.” Por eso, cierta pareja lleva un registro del ciclo menstrual de la esposa a fin de tener presente que ella quizás no se sienta bien durante ese tiempo del mes y necesite que se le muestre más amor y consideración que lo acostumbrado. Además, las mujeres deben comprender que los hombres también tienen sus altibajos, días buenos y días malos. Esa “perspicacia” pudiera ser justamente lo que se necesite para sosegar una discusión.
¿Quién manda aquí?
La “sujeción” —odiosa para muchas mujeres hoy día— es el proceder que la Biblia esboza para las mujeres. (Efesios 5:22-27) Se pudieran decir muchas cosas para mostrar lo práctico que en realidad es este arreglo decretado por Dios, pero éstas no facilitan necesariamente la sumisión a la jefatura. Algunas mujeres han disfrutado de una medida considerable de independencia, y puede que se les haga difícil ser sumisas. Cierta novia recién casada admitió: “Me casé joven y no tenía mucha libertad antes de casarme. Aún así se me hizo difícil estar en sujeción. Tal vez se debió a que no reflexioné lo suficiente sobre lo que realmente significa la sujeción.”
La resistencia inicial a la jefatura puede frustrar al esposo joven, que todavía intenta resolver sus propias incertidumbres. ¿Qué puede hacer usted si su esposa no responde de inmediato a algo que usted le pida? Usted pudiera volver a considerar el asunto. Quizás ella tenga razón. Si todavía cree que usted tiene razón, trate nuevamente de razonar con ella calmadamente. Pero ¿qué hay si esto no surte efecto? Cierta esposa confesó: “He dicho: ‘¡NO!,’ sin más deliberación, pero no creo que alguna vez me haya aferrado a esa decisión.” Como el hijo del cual habló Jesús en cierta parábola, la mayoría de las esposas accederán más tarde si se les da tiempo para reflexionar.—Mateo 21:28-31.
Un hombre casado dice: “A veces los hombres se toman a sí mismos demasiado en serio. En realidad, mientras más tiempo está uno casado, mayor libertad da a la esposa.” El, como la mayoría de los muchos hombres, aprendió eso del modo difícil. “Al principio yo quería encargarme de todos los asuntos financieros. A ella no le gustaba eso porque ella había sido independiente.” Pero en el transcurso de los años él ha aprendido a confiar en el juicio de su esposa. Recuerde, la “esposa capaz” que se describe en la Biblia en Proverbios 31:10-31 no es una mujer sin inteligencia, que necesite dirección para cada paso que da. Es una compradora astuta, una organizadora, ¡hasta una inversionista en bienes raíces! Pues, ¡”en ella el corazón de su dueño ha cifrado confianza”! Confíe en su esposa. No le imponga reglas y restricciones innecesarias.
Esposas, ustedes pueden reducir al mínimo las disensiones por medio de estar ‘listas para obedecer.’ (Santiago 3:17) Expresen su parecer sobre cuestiones importantes, pero no conviertan en cuestiones las pequeñeces. Eviten “obligarse mutuamente a tener una confrontación” por medio de desafiar la posición de su esposo.—Gálatas 5:26, New World Translation, nota al pie de la página, edición de 1950.
Algunas esposas se quejan de que sus maridos no llevan la delantera, que no ‘se portan como hombres.’ (1 Corintios 16:13) Esposos, ¿es cierto eso? Tal proceder pudiera atribuirse en parte a sus antecedentes y a la crianza que haya recibido cada uno. Cierto hombre dijo: “En mi familia, pasé la mayor parte de mi vida bajo la dirección de mi madre, sin un padre que llevara la delantera.” ¿Qué efecto tuvo esto? “A veces pregunto a mi esposa: ‘¿Qué quieres?,’ y ella dice: ‘¿Qué quieres tú?,’ y yo contesto: ‘¡Pero yo te pregunté primero!’”
Si ustedes, esposos, se ven atrapados en tal remolino de indecisión, tendrán que desarrollar sus aptitudes latentes para dirigir. ¿Cómo? Tomando decisiones. No será fácil al principio, pero a medida que su esposa lo anime y lo apoye, puede hacérsele muy fácil. ¡Oh, usted cometerá errores, pero eso es mejor que huir de la responsabilidad!
Como el apóstol Pablo, utilice su autoridad como cabeza con moderación. En vez de mandar, Pablo suplicó “por la apacibilidad y bondad del Cristo.”—2 Corintios 10:1; 13:10.
“Sobreviva”... ¡y disfrute del matrimonio!
Esos pueden ser los gozos y las tribulaciones de su primer año de matrimonio. Pero su meta no es simplemente sobrevivir. Usted puede sobrevivir a un accidente automovilístico, pero quiere disfrutar de su matrimonio. Mantenga un punto de vista optimista. Evite las expectativas irreales. Mantenga un buen sentido del humor. Conozca a su cónyuge y sea adaptable. Ningún matrimonio es perfecto. No hay dos personas que sean perfectamente compatibles. Pero su adaptabilidad puede compensar cualquier falta. Edifique sobre el amor que sintió al principio y nunca permita que éste se debilite.
El rey Salomón tenía razón cuando dijo: “Mejor es el fin de un asunto ... que su principio.” (Eclesiastés 7:8) Sí, con tiempo y paciencia, hasta los matrimonios que tienen el comienzo más inestable pueden convertirse en relaciones maduras y duraderas.
[Comentario en la página 7]
Los hombres a menudo tienen poca “perspicacia” en cuanto a los cambios emocionales que experimenta la mujer durante su ciclo menstrual
[Ilustraciones en la página 5]
Ahoguen en la risa los problemas insignificantes
Las viejas costumbres desaparecen lentamente
[Ilustración en la página 6]
¡Consideren a fondo el asunto!