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No deje que la televisión lo prive de la lectura¡Despertad! 1983 | 22 de abril
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cuando una niñera insiste en que el niño abra la boca e ingiera lo que contenga la cucharilla. Sumerja sus procesos mentales en la corriente de palabras hasta que su intelecto nade en la comprensión.
La lectura es una forma de comunicación. ¿No es cierto que hay grandes cerebros con los que usted quisiera comunicarse? Parte de las palabras y la sabiduría de los cerebros más grandes de la historia humana se han recogido y guardado en registros escritos. Deléitese en ellos. También los ángeles han hablado palabras que los hombres han registrado. Y más importante aún, Dios mismo ha expresado palabras de vida a hombres de toda época. Estas se conservan en la santa Biblia, las Escrituras. Cuando uno lee las Escrituras se da cuenta de que “la palabra de Dios es viva y ejerce poder”. (Hebreos 4:12; Lucas 1:19; 9:35; Juan 8:40; 2 Timoteo 3:16, 17.)
Investigue el significado de las palabras
Si usted no lee con facilidad, no se dé por vencido. Puede aprender. Encárese al problema con entusiasmo. Es muy probable que su problema se deba a que no esté familiarizado con muchas palabras. Pero ¿cuántos de nosotros lo estamos? En los diccionarios en español pudieran hallarse unas 80.000 palabras diferentes. El adulto de término medio sólo emplea una fracción de esa cantidad de palabras. ¡Imagínese lo que nos estamos perdiendo!
Cuando no sepamos el significado de una palabra, considerémosla como una almendra encerrada en la cáscara. Rompemos la cáscara, sacamos la almendra y descubrimos que es sabrosa, deliciosa y nutritiva. Así de remuneradoras son las palabras. No desechemos ninguna de ellas sin haber desentrañado el misterio de su significado. El aprender una palabra nueva despierta la imaginación. Inspira la creación de símiles... uno se halla diciendo: “Es como esto”, o “Es como aquello... como un diamante cuya luz destella en muchas direcciones”. Cada palabra nueva alumbra el intelecto en algún campo del saber que apenas habíamos tocado antes.
¿Qué es lo primero que uno debe hacer cuando ve una palabra que no conoce? Un miembro de la “American Heritage Dictionary Usage Panel” dice que lo primero que él hace es tratar de acertar el significado de la palabra por la manera como ésta se usa. Si faltara esa palabra, ¿qué revelarían las palabras circundantes? Así empezamos a obtener algunas pistas.
Pero no nos conformemos sencillamente con tratar de acertar o preguntarnos. ¡Quitémosle la cáscara! Busquemos la palabra en el diccionario.
Digamos que nos topáramos con la palabra “catalizador”:
“El sentido del humor de Harvey resultó ser para todos nosotros el ‘catalizador’ que disipó el aspecto siniestro de aquella noche”.
Tan sólo por el contexto podemos formarnos una buena idea de lo que significa “catalizador”. Pero ¿se sentiría usted ya lo suficientemente seguro como para usar la palabra? Averiguemos lo que significa exactamente la palabra “catalizador”, antes de añadirla a nuestro vocabulario activo:
“CATALIZADOR. m. Sustancia que produce catálisis, es decir, que acelera o retarda un proceso físico o químico”. (Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas.)
Además de tener fundamentalmente una connotación química, “catalizador” es una palabra que se presta para describir cómo el humor de Harvey ‘retardó’, relajó o mitigó la tensión de un incidente desagradable. Pero ¿qué hay tras el significado de la palabra? ¿Cuáles son las raíces del árbol que produjo la almendra?
Descubrimos que “catalizador” es parte de toda una familia de palabras que tienen un tronco común. Antes de esta palabra se encuentra el nombre “catálisis” en el diccionario. Entre otras cosas, el diccionario nos dice que ésta se forma de la unión de dos raíces griegas, katá, bajo, y lyein, soltar.
El investigar las raíces de una palabra nos instruye de muchas maneras. Nos ayuda a recordar palabras. Profundiza el entendimiento que tenemos de las palabras que ya conocemos. Nos introduce a enteras familias de palabras nuevas a la vez. Las autoridades en la lingüística nos dicen que el aprender el significado de la raíz (o raíces) de la palabra es la recompensa más grande que recibimos al buscar en el diccionario.
En el diccionario hallamos columnas de palabras antes y después de “catalizador” que comienzan con “cata”, de la raíz griega katá, que significa bajo. He aquí unos ejemplos:
“Catacresis”, [Katá, bajo o contra, charesthai, usar] el “uso-bajo” o uso incorrecto de una palabra... algo que queremos evitar.
“Cataclismo”, [Katá, bajo, klysein, lavar] un diluvio.
“Catástrofe”, [katá, bajo, strephein, volverse] ruina, calamidad, desastre [...] Se nos introduce a un mundo de palabras solo mediante una simple raíz.
Así comenzamos a enriquecer nuestro vocabulario. Podemos ampliar el significado de las palabras al añadirles prefijos, partículas antepuestas, y sufijos, partículas pospuestas. Notemos lo que sucede con la palabra “forma” cuando le añadimos un prefijo, como “con” o “in” o “re”; o cuando le añadimos sufijos como “to” o “lidad” o “lismo”.
El dedicar tiempo a estudiar el mismísimo material introductorio que aparece al principio de un buen diccionario es educativo. Y sea que el lector todavía esté en la escuela o no, puede adquirir mayor entendimiento de lo que lee si desarrolla el buen hábito de consultar un diccionario, como se acaba de ilustrar en este artículo.
¿Qué hay que valga la pena leer?
En medio de todo el revoltijo de basura que llena los puestos de periódicos y las librerías, siempre hay algo que valga la pena procurar y leer. Pero ¿qué puede servirnos de guía para identificar el buen material de lectura? Hace casi dos mil años se registró una de las mejores guías tocante a la lectura o cualquier otra forma de comunicación que debemos escoger: “Cuantas cosas sean verdaderas [...] de seria consideración, [...] justas, [...] castas, [...] amables, [...] de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas”. (La Biblia, en Filipenses 4:8.)
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Abogados... ¿dónde se necesitan más?¡Despertad! 1983 | 22 de abril
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Abogados... ¿dónde se necesitan más?
Se informa que en los Estados Unidos, que solo tiene dos veces la cantidad de habitantes del Japón, hay aproximadamente 50 veces más abogados. ¿Por qué es tan grande la diferencia? Varios delegados de una conferencia de abogados que se celebró en Washington dijeron que parte del trabajo que por lo general atienden los abogados en los Estados Unidos, es atendido en el Japón por notarios, mediadores especiales y otros profesionales. Pero “aun después de efectuar ajustes en cuanto a estas diferencias de definición, el Japón todavía tiene menos abogados que nosotros —dijo The Wall Street Journal— y, en particular, menos litigios. Comúnmente los japoneses prefieren resolver sus disputas por mediaciones o negociaciones. [...] Los ejecutivos de las compañías en disputa prefieren resolver sus problemas basados en la confianza personal y el entendimiento”. El que una sociedad no cristiana despliegue estas cualidades, en contraste con la ausencia de ellas en una sociedad que alega ser cristiana, da mucho en qué pensar. ¡Qué mucho se han alejado las naciones de la cristiandad de los principios que Jesucristo enseñó! (Mateo 5:25, 37, 40, 41; 1 Corintios 6:1-8.)
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