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  • ¿Puede usted hacer remunerador el tiempo de ocio?
    La Atalaya 1971 | 1 de octubre
    • muchedumbres para películas, acontecimientos deportivos y otras formas mundanas de entretenimiento. Hace poco se descubrió una bomba en uno de los teatros más grandes de la ciudad de Nueva York. Robos, atracos y hasta motines presentan una amenaza a los que asisten a esas reuniones.

      Aunque existe esta condición, la persona joven que solo conoce el modo de vivir que se lleva a cabo en estos tiempos críticos quizás encuentre atractivos algunos de sus entretenimientos extremos. Quizás quiera disfrutar de correrla ahora, con la idea de tener una vida más seria, juiciosa, más tarde. Cualquier persona que tenga ideas como ésta debe comparar sobriamente su actitud con las palabras del escritor inspirado de Eclesiastés, quien aconsejó: “Regocíjate, joven, en tu juventud, y hágate bien tu corazón en los días de tu mocedad, y anda en los caminos de tu corazón y en las cosas vistas por tus ojos. Pero sabe que debido a todas éstas el Dios verdadero te traerá a juicio.”—Ecl. 11:9.

      El fervor de gozar de las cosas es natural entre los jóvenes. El corazón se inclina a eso. Dios, por supuesto, quiere que no solo los jóvenes, sino todos, disfrutemos con gozo de la vida. Pero Dios especialmente advierte a los jóvenes que hay que ejercer restricción. (2 Tim. 2:22) Si hay placer sin freno y las cosas que se hacen no son buenas, la persona tendrá que rendir cuentas a Dios de sus actos. En vista de esto, el escritor de Eclesiastés continúa:

      “Por lo tanto quita de tu corazón la vejación y evita a tu carne la calamidad; pues la juventud y la flor de la vida son vanidad.” La juventud es transitoria; no dura mucho. Por eso durante este tiempo evite abusos que traigan libertinaje, calamidad y el disfavor de Dios. Seleccione el esparcimiento y disfrute apropiados ahora.—Ecl. 11:10.

      Mientras la selección disponible de buenas películas, programas de televisión y otras formas de entretenimiento se hace cada vez más estrecha, tanto los ancianos como los jóvenes deben tener cada vez más cuidado. Paradójicamente, esta situación obra hacia el bien para el cristiano. Tiende a hacer que él dirija la mente más exclusivamente a las cosas fundamentales que traen satisfacción y galardón. Sí, lo impele a ‘hacer todas las cosas para la gloria de Dios,’ lo cual a la vez edifica y contribuye a la paz.

  • Testimonio de la Crónica de Nabonido
    La Atalaya 1971 | 1 de octubre
    • Testimonio de la Crónica de Nabonido

      LA CAÍDA de la fuertemente fortificada Babilonia se produjo tan súbitamente que debe haber sorprendido al mundo de la antigüedad. El conquistador, Ciro el Grande, desvió las aguas del río Éufrates que corría a través de la ciudad. Entonces sus fuerzas avanzaron por el lecho del río, tomando por sorpresa a la ciudad por las puertas abiertas a lo largo del muelle. En una sola noche cayó Babilonia, lo cual dio fin a siglos de supremacía semítica y cumplió la palabra de Jehová hablada por sus profetas Isaías y Jeremías.—Isa. 44:27; 45:1, 2; Jer. 50:38; 51:30-32.

      La fecha de este acontecimiento es de interés para los estudiantes de la Biblia. Esto se debe a que las fechas de muchos otros acontecimientos que se mencionan en las Santas Escrituras pueden determinarse en relación con cuántos años antes o después de la caída de Babilonia acontecieron.

      La Crónica de Nabonido (conocida también como la “Crónica de Ciro-Nabonido” y “La Tabla Analizante de Ciro”), aunque muy breve, contiene el más completo registro cuneiforme existente acerca de la caída de Babilonia. Esta tabla de arcilla fragmentaria mide aproximadamente catorce centímetros de ancho en su punto más ancho y aproximadamente lo mismo de longitud.

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