Un católico defiende a niños testigos
A MENUDO en las secciones remotas y aisladas del mundo puede hallarse gran fe en Dios. Fué de una sección de esa clase en el valle Cagayán que la oficina de la Watch Tówer en la Ciudad de Quezón recibió el informe de que ciertos niños habían sido expulsados de la escuela porque, según se decía, mostraban falta de respeto a la bandera, a sus maestros y a sus padres. Era preciso que recibieran ayuda para allanar la controversia y hacer que los niños fueran admitidos de nuevo en la escuela.
El abogado de la Sociedad, un católico romano, se dió prisa en dirigirse a la escena. Fué en avión desde Manila hasta Tuguegarao. Desde allí le acompañaron autoridades principales de las escuelas provinciales, que iban con la mira de hacer una investigación administrativa de las quejas. Después de valerse del transporte de tierra hasta donde les fué posible, los hombres se descalzaron, se arrollaron los pantalones y siguieron caminando a pie por el sendero lodoso hasta la escuela distante. Como acto de cortesía, al abogado visitante se le proveyó un carabao en que hacer el viaje. Pero después de caminar como un kilómetro el animal rehusó dar otro paso. El abogado se dejó resbalar desde su lomo al lodo abajo y completó el viaje a pie junto con los demás.
Se exigió la presencia de los maestros y los niños para la investigación. La acusación era que los niños habían rehusado saludar la bandera en la escuela cuando los maestros les mandaron hacerlo. Por esto se les acusaba de mostrar falta de respeto a la bandera y a sus maestros. Porque se referían a sus madres y padres como a “hermanos” y “hermanas” en sentido espiritual, se les acusaba de faltarle al respeto a sus padres.
Se pidió que los niños explicaran su comportamiento. Con la Biblia en mano serenamente expresaron que estaban opuestos a la idolatría, cosa que ellos reconocían que era el saludo a la bandera. Nunca les han mostrado falta de respeto a sus padres de intención. Los padres corroboraron esto. Los niños fueron despedidos de la reunión. Entonces los funcionarios escolares se dirigieron a los maestros y los reprendieron por haber dado informes falsos acerca de niños cristianos inocentes y mandaron que los admitieran de nuevo en las clases. El abogado y también los funcionarios escolares quedaron asombrados al ver niños que pudiesen hacer una defensa tan inteligente de su fe. Como el abogado mismo declaró: “Allí, entre llana gente del campo, hallé verdadera fe cristiana.”
En junio de 1957, el abogado de la Sociedad compareció ante un tribunal de las Filipinas para defender y legalmente establecer el derecho que tienen los hijos de los testigos de Jehová a negarse a saludar la bandera, cantar el himno nacional y repetir el voto a la bandera. Se enfrentó a un tribunal lleno de abogados disgustados con el punto de vista de los testigos de Jehová. Sin embargo, con calma y lógica presentó sus argumentos por una hora y media a un tribunal atento. Este abogado católico terminó con estas palabras: “Así como los católicos defienden hasta lo sumo el derecho que tienen de refrenarse de comer ciertos alimentos en los días de abstinencia, también tienen el derecho los testigos de Jehová de abstenerse de ejecutar cierto acto que, en lo que concierne a ellos, les acarrearía el disgusto del Dios Todopoderoso.” Entonces se sentó.
Momentáneamente hubo silencio completo en el tribunal. Entonces el juez católico eligió demostrar su humildad de una manera muy impresionante. Dejando el banco, bajó a la mesa de los abogados y le tomó la mano al abogado de la Sociedad. Dijo: “Tal vez no esté de acuerdo con todo lo que usted ha dicho, pero me han gustado mucho los argumentos que usted ha presentado. Es el discurso más impresionante que he oído en este tribunal.” Cuando la sesión fué disuelta, los presidentes de las asociaciones provincial y municipal de abogados felicitaron al abogado por los argumentos que presentó y le brindaron las facilidades de sus hogares y oficinas como demostración de su cambio de actitud y de que ahora entendían el punto de vista de los testigos de Jehová, padres e hijos.