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Enfrentándose a la creciente marea de vandalismo¡Despertad! 1974 | 8 de diciembre
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unas 100 personas en los Estados Unidos.
Pero los jóvenes no son los únicos vándalos. En 1971 se abrió para el público el nuevo Centro John F. Kennedy para las Artes Interpretativas. En tres meses los vandálicos buscadores de recuerdos se llevaron virtualmente todo lo “alcanzable y desarmable,” se lamentó el senador Charles Percy. Cortaron las alfombras, arruinaron las arañas, se llevaron cuadros y macetas con plantas, destornillaron los grifos de los cuartos de baño, y así por el estilo. Los jóvenes y los viejos por igual, también destruyen los hermosos parques nacionales.
Un costo que da vértigos
Es gigantesca la cuenta total del vandalismo. ¡Tan solo en un año en las escuelas de la ciudad de Nueva York se rompieron 243.652 ventanas! Se calcula que las pérdidas nacionales anuales para las escuelas norteamericanas ascienden a 200 millones de dólares debido a la rotura de ventanas, el robo y los incendios premeditados. Pero otras autoridades dicen que esta cantidad es “muy inferior a la real,” puesto que hay otras pérdidas.
Por ejemplo, en 1969 se informó que las pérdidas debido al vandalismo en las escuelas de la ciudad de Nueva York fueron de 2.266.025 dólares. Pero Hugh McLaren, hijo, principal director de la Oficina de Edificios Escolares de la ciudad de Nueva York, señaló que en esta cifra no se incluían los gastos de reparación de paredes y escritorios estropeados, ni muebles ni artefactos rotos. Él dijo que, si se incluían esos gastos, “el total sobrepasaría el triple de la cantidad citada en el informe.”
Pero hay otro gasto más de importancia: La mantención de una fuerza de seguridad escolar. En 1971 las escuelas de la ciudad de Nueva York aumentaron a más del doble la cantidad de su fuerza de seguridad a un costo de un millón de dólares. Las escuelas de Los Ángeles, también, gastan más de un millón de dólares por año en agentes de seguridad. En las escuelas de Nueva York los funcionarios policíacos a veces se inscriben como estudiantes y asisten a las clases.
Prescindiendo del costo del vandalismo escolar —algunos dicen que está “cerca de los 500 millones de dólares al año”— la cuenta no se puede calcular sencillamente en dólares y centavos. El temor y la tensión creados por la destrucción, o la amenaza de destrucción, interfiere con la educación y hasta puede contribuir a enfermedades. Todo este costo para las escuelas es solo parte de la cuenta total que hay que pagar por el vandalismo.
La reparación de automóviles, hogares privados, negocios, iglesias, y otros establecimientos destruidos también cuesta muchos millones de dólares. Solo el quitar los escritos y las manchas de pintura es un gasto mayor. El costo tan solo para el sistema de trenes subterráneos de Nueva York es de aproximadamente medio millón de dólares al año. Filadelfia calcula que anualmente gasta cuatro millones de dólares para hacer frente al problema. En un artículo de fondo The Christian Century señaló: “El quitar los escritos y los lemas de las paredes y rocas es una empresa inútil de mil millones de dólares tan solo en los Estados Unidos.”
¿Por qué es que esta marea de vandalismo parece crecer cada año?
¿A qué se debe?
Se han dado muchas explicaciones. “El crimen en general está aumentando en todas partes y esto solo es parte de ello,” dijo un funcionario del transporte en Chicago.
“Vandalismo y violencia,” un informe especial presentado por el personal de Education U.S.A., señala a la instrucción inapropiada y al comportamiento de los adultos como factores contribuyentes: “El tea party de Boston se señala frecuentemente a los estudiantes como un ‘acto patriótico,’ una especie de castigo a los ingleses en desquite por un impuesto oneroso al té. Sin embargo lo que sucedió fue puro vandalismo perpetrado por hombres adultos.”
Cuando se consideran juntas las varias razones que se dan parecen indicar que el vandalismo frecuentemente es una protesta. El profesor Philip G. Zimbardo de la Universidad de Stanford explica: “El vandalismo es una rebelión con una causa.” La causa, dice él, es “la indiferencia social, la apatía, la pérdida de valores de la comunidad, del vecindario y de la familia.”
Es cierto que prácticamente en todas partes los jóvenes ven la pérdida de valores... el mentir, hacer trampas y la hipocresía están desenfrenados, aun entre los líderes mundiales. Esto engendra la hostilidad juvenil en contra del ‘establecimiento,’ y el vandalismo es un modo de desahogar sus sentimientos.
Además, los padres contribuyen al vandalismo. El juez John Forte de Concord, Massachusetts, indica cómo: “Uno ve a los muchachos sentados junto a sus padres, esperando ser juzgados en nuestra nueva sala de tribunal. Están grabando sus iniciales en los bancos mientras sus padres lo pasan por alto, despreocupados. Los desdichados muchachos tienen padres cuyo interés por ellos no los impulsa ni a notar lo que los muchachos hacen, mucho menos a instruirlos.”
Padres indiferentes y despreocupados tal vez sean la causa principal del vandalismo. Y esta abdicación de la responsabilidad por parte de los padres se nota prácticamente en toda comunidad. Como resultado, los jóvenes ricos, pobres, de clase media, negros y blancos están profundamente implicados en el vandalismo. ¡Un estudio de más de 3.100 adolescentes de “todo sector principal de la población adolescente de Illinois” reveló que casi uno de cada tres había participado en la destrucción de propiedad!
¿Cómo se puede detener esta creciente marea de vandalismo?
Se están haciendo muchos esfuerzos para hacer retroceder la marea. En las ventanas de las escuelas el plástico difícil de romper está reemplazando al vidrio. En las paredes interiores se están usando pinturas resinosas con un acabado áspero que repele las marcas de los marcadores de fibra, lápiz labial y barritas de color. Las nuevas escuelas se construyen como fortalezas, con pocas si es que algunas ventanas exteriores. Se han empleado alarmas, cercas, alumbrado nocturno, perros guardianes... todas estas medidas y aun más. Sin embargo el vandalismo aumenta.
Esto no significa que la situación sea irremediable. Hay una solución. Un artículo de fondo la señaló cuando dijo: “La verdadera solución es modificar la conducta de nuestros jóvenes.” Pero, ¿cómo?
Se ha tratado de hacer por medio de la legislación. Treinta y ocho estados han aprobado leyes que ahora hacen responsables a los padres por la conducta vandálica de sus hijos. El hacer que los padres paguen los daños causados por sus hijos ha ayudado, pero de ninguna manera ha resuelto el problema. Se requiere más.
Un funcionario para jóvenes indicó esto diciendo: “El pago de dinero no terminará con el vandalismo... solo empapela esta enfermedad con billetes de dólares. Cuando los padres dediquen suficiente tiempo y atención a sus hijos debido a que lo quieran hacer —no porque teman las cuentas o multas futuras— el problema del vandalismo comenzará a disminuir.”
En realidad los niños requieren más que sencillamente el tiempo y la atención de sus padres. Necesitan que los padres los instruyan en cuanto a por qué es correcto mostrar obediencia a la ley y respetar la propiedad ajena. Pero, ¿quién puede decir lo que es correcto? No son sencillamente algunos humanos. Es nuestro Creador, el Dios Todopoderoso, y él dice lo que es correcto en su Palabra, la Biblia.
Los padres que crían a sus hijos con amor y respeto a su Creador y sus requisitos justos hallan que entre su prole se puede contener eficazmente la creciente marea de vandalismo.
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Fíjese metas que tengan propósito¡Despertad! 1974 | 8 de diciembre
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Fíjese metas que tengan propósito
SI QUEREMOS progresar, si queremos tener una vida plena, útil y significativa, debemos fijarnos metas para el futuro. En vez de seguir las líneas del menor esfuerzo, “tomándolo con calma,” como reza el dicho, dejándonos llevar por la corriente, debemos nadar contra la corriente, y para hacer eso debemos tener metas que nos impulsen.
La primera pareja humana, Adán y Eva, tuvieron metas muy significativas. Su Creador, Jehová Dios, fue quien se las estableció. Él les mandó: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción . . . toda criatura viviente.” Ese mandamiento le dio verdadero significado a su vida. Desafortunadamente no apreciaron los privilegios y las oportunidades que representaban esas metas y perdieron la vida y todas sus bendiciones.—Gén. 1:28; 3:1-19.
Por supuesto, la mayor parte de nosotros tenemos nuestra rutina diaria. Nos levantamos, nos bañamos, nos vestimos y salimos a trabajar si somos el que gana el sustento. O, si somos amas de casa, nos encargamos de los quehaceres domésticos, o, si somos estudiantes, vamos a la escuela. Pero, ¿realizamos esas tareas diarias como si fuera en contra de nuestra voluntad, empujados por la necesidad en vez de hacerlo con anhelo para poder alcanzar una meta valedera? ¿Y qué hacemos con nuestro tiempo libre?
Sencillamente no hay tiempo para hacer todo lo que podríamos o lo que quisiéramos hacer. De modo que a menos que nos fijemos metas, podríamos descubrir que las cosas de menor importancia han desalojado las cosas de mayor importancia. Tal como dice un viejo refrán: “Nunca es esto Y aquello, sino esto O aquello.” Este es el principio detrás del consejo: “Nunca demasiado ocupado para orar.”
Recientemente un ministro cristiano se sorprendió al enterarse de que uno de sus amigos estaba asociado con una congregación de habla hispana y otro con una congregación de habla francesa. No tenía ninguna idea de que ellos hablaran esos idiomas, pues son anglosajones. ¿Cómo habían aprendido esos idiomas? Se fijaron las metas de aprender a hablar estos idiomas para que pudieran ser más útiles. En su ciudad hay una apremiante necesidad de
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