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  • La situación difícil de los jóvenes hoy día
    ¡Despertad! 1982 | 22 de octubre
    • cinismo, una desconfianza, una intolerancia de ideas, valores y proposiciones universales.”

      ¡Qué trágico es permitir que una generación de jóvenes crezca con pocos ideales, poco sentido de nobleza o hasta poco sentido de lo que es correcto y lo que es incorrecto! Y, sin embargo, eso es lo que está sucediendo por todo el mundo. “Los estudiantes de hoy tienen la sensación de que ellos son pasajeros en un barco que se está hundiendo, un Titanic, si se quiere, llamado los Estados Unidos o el mundo,” se dijo en un estudio reciente que efectuó el Consejo Carnegie para Estudios de Normas Directivas en la Educación Superior. “El fatalismo de hoy alimenta un espíritu de hedonismo [vivir para el placer] justificado. Entre los estudiantes universitarios se hace más común la creencia de que, si están destinados a viajar en el Titanic, al menos deben ... viajar en primera, pues suponen que no hay nada mejor.”

      Si eres joven, ¿crees que la generación adulta se apresura demasiado a señalarte con dedo acusador? Después de todo, ¿qué razón tiene la juventud para poner fe en este sistema de cosas? Los jóvenes de hoy día han crecido en una generación caracterizada por el escándalo político. ¿Por qué deberían tratar de mejorar un mundo que parece irremediablemente corrupto? Después de haber cenado opíparamente, los jóvenes que viven en países ricos pueden encender el televisor y ver en las noticias como muere de hambre la gente que vive en países pobres. Pueden oír a los políticos que justifican el gasto de miles de millones de dólares en armamentos en vez de en alimentos. ¿Por qué deberían los jóvenes apoyar un orden mundial que tiene prioridades tan torcidas? ¿Por qué deberían poner fe en un mundo que parece estar cada vez más resuelto a destruirse a sí mismo?

      Pero supón que el mundo realmente pudiera cambiar. Supón que la amenaza de una guerra nuclear pudiera desvanecerse, junto con el hambre, las enfermedades y la corrupción política. ¿No sería la vida mucho más significativa en un mundo como ése? ¿Dices que eso es imposible? Sin duda, el registro de gobernación independiente que se ha hecho el hombre no suministra razón para esperar un mundo de esa clase, pero, ¿qué sucedería si otro poder efectuara el cambio? Como joven, ¿estarías interesado en esa clase de mundo?

  • ‘¿Qué haré con mi vida?’
    ¡Despertad! 1982 | 22 de octubre
    • ‘¿Qué haré con mi vida?’

      PREGUNTE a una persona de mediana edad: “¿Qué quiere hacer con su vida?,” y a menudo recibirá una mirada de desconcierto. La mayoría de los adultos ha establecido un modo rutinario de vivir, quizás sin pensar mucho en ello. Tal vez nunca hayan decidido lo que quieren hacer con su vida ni se interesen ya en esta pregunta. Es posible que hasta sientan cierto miedo ante preguntas como ésta, por temor de que el plantearlas seriamente sea una invitación a una ‘crisis de la mediana edad.’

      Es diferente lo que sucede en el caso de los jóvenes. La pregunta: “¿Qué quieres hacer con tu vida?” es importante para ellos, aunque no estén seguros de la contestación. No sorprende el que a menudo los jóvenes se interesen más que los adultos en buscar ‘el significado de la vida.’ Pero, ¿dónde pueden hallarlo?

      ¿Están las respuestas en la educación?

      Si eres joven, pasas gran parte de tu tiempo en la escuela. Es natural que pienses que la educación, de algún modo, te mostrará el significado de la vida, pero dichas esperanzas a menudo conducen a desilusión. “Cuando ingresé en la universidad,” dijo un estudiante de honor, “pensé que añadiría a mi vida talentos, capacidades y logros nuevos. En vez de eso, cada curso que he tomado, cada buen libro que he leído y cada idea que he considerado seriamente me ha privado de algo. Me siento como una cebolla a la que han pelado, capa tras capa, hasta que ya no queda nada, nada en absoluto.”

      ¿Qué ha sucedido? En vez de descubrir el significado de la vida, este estudiante, llevado de un lado a otro por argumentos y contraargumentos igualmente plausibles, se confundió. Después de perder la fe en lo que creía originalmente, no le quedaba cosa alguna que reemplazara sus creencias anteriores, y estuvo a punto de llegar a la conclusión de que la vida carece de significado.

      Esto hace recordar una observación muy sabia que se hizo hace unos 3.000 años, en el sentido de que “el hacer muchos libros” [u “opiniones”] no tiene fin, y el aplicarse mucho a ellos le es fatigoso a la carne.” (Eclesiastés 12:12) El tratar de hallar el significado de la vida en los ‘grandes libros’ y en las grandes ideas del hombre es algo que resulta en frustración, porque tales libros e ideas se contradicen constantemente entre sí, como bien descubren en poco tiempo los estudiantes.

      ¿Ofrece esperanza la ciencia?

      “Tanto la ciencia como la tecnología, que solo unos años atrás fueron aclamadas como las soluciones seguras para todos nuestros problemas sociológicos, que son cada vez más complejos, están en aprietos en estos días,” admite el Dr. Lewis Thomas, ensayista sobre asuntos científicos que tiene muchos lectores. Max Delbruck, ganador de un premio Nobel, es aún más franco. Dijo: “Es obvio que la ciencia no va a resolver nuestros problemas.”

      Los adultos de hoy día fueron criados al son de refranes optimistas como: “Una mejor vida mediante la química.” Por otra parte, los jóvenes han crecido viendo el lado más oscuro de la ciencia. “Todo el mundo habla acerca de los nuevos adelantos relacionados con los secretos de la naturaleza. Pero por alguna razón no puedo tragarme eso,” escribió recientemente un estudiante universitario a su profesor. “Adelantos, adelantos... ¿adónde nos llevan? Bombas atómicas, contaminación, drogas que causan terror: ¿Es esto lo que encierran las fronteras de la ciencia?”

      “Por favor, no me conteste con frases estereotipadas en cuanto a la brecha que existe entre la ética y el conocimiento científico,” continuó diciendo el estudiante. “Lo he escuchado todo cientos de veces. La gente cree que nuestra ciencia es buena, pero que nuestra ética es mala. Esto es exactamente lo que no puedo tragar. ¿Estoy loco? ¿Son en realidad cosas tan separadas la moralidad y el conocimiento?”

      Este joven estudiante estaba sacando a relucir un punto importante. El conocimiento sin moralidad, como cuando se usa el conocimiento de la física nuclear para construir bombas atómicas, puede ofrecer invenciones brillantes, pero, ¿nos ofrece esperanza tal conocimiento? ¿Da a la humanidad alguna razón para vivir? ¿O sencillamente aumenta la probabilidad de que los hombres terminen por destruirse a sí mismos?

      “Creo que el curso futuro de la historia no se decidirá mediante más descubrimientos científicos,” dijo el Dr. Delbruck, “sino mediante preguntas sobre los valores humanos.” En otras palabras, es más importante saber la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto que saber cómo construir una bomba más eficaz.

      Pero parece que hoy el mundo se interesa mucho más en las bombas que en lo que es correcto o incorrecto. Los jóvenes perciben esto, lo cual puede llevarlos a que se den por vencidos en cuanto a tratar de hacer lo correcto. “Tengo quince años de edad,” escribió un jovencito. “No fumo marihuana ni uso drogas, aunque muchas veces he querido hacerlo. Trato de no robar, ni destruir propiedades ni hacer daño a otras personas ... lo que quiero decir es que toda mi vida he tratado de hacer lo correcto. Entonces, hace solo unos meses, comprendí que daba lo mismo. Sea cual sea la clase de vida que yo viva, no va a alterar el estado de las cosas. Ahora no me importa si vivo o muero. Parece que la gente mayor no entiende por qué queremos ‘arruinarnos la vida.’ El punto es que ya no tiene importancia.”

      ¿Puede ayudar la religión?

      A menudo se alega que la ciencia no está supuesta a enseñar a la gente qué es correcto y qué es incorrecto... eso es algo que la religión tiene que hacer. Pero los jóvenes de hoy no parecen estar muy satisfechos con lo que la religión ha logrado. Un clérigo de Gran Bretaña que entrevistó a 10.000 jóvenes descubrió que la fe religiosa está decayendo rápidamente entre los jóvenes de ese país. En los Estados Unidos, una encuesta Gallup que se efectuó recientemente indica que, aunque la mayoría de los adolescentes estadounidenses creen en Dios, tres cuartas partes de ellos no tienen mucha confianza en la religión organizada.

      ¿Qué perturba a estos jóvenes? “El que las iglesias no sirvan genuinamente a las personas a quienes Cristo amó ... el que tantos miembros de las iglesias adopten una actitud superficial; el que las congregaciones no puedan tratar con los fundamentos de la fe y atraer a los jóvenes sobre una base espiritual sólida; la falta del sentimiento de entusiasmo y cariño dentro de la comunidad eclesiástica, y sentimientos negativos en cuanto al clero que está a cargo,” informan los que efectuaron las encuestas. Es significativo el que añadieran que “de cada diez adultos jóvenes, cuatro declaran que el nivel de honradez y ética personal del clero es ‘solo promedio,’ ‘bajo,’ o ‘muy bajo.’

      Puesto que no confían en la ciencia, ni en la educación ni en la religión, ¿es de extrañar que tantos jóvenes estén a la deriva hoy? ¿En qué pueden cifrar su confianza? “Cuando pedí a mi hija que me ayudara suministrándome cierta información que tratara sobre los adolescentes,” escribió una madre, “gustosa e instantáneamente suministró la cita: ‘Los adolescentes son los cadáveres del mañana.’” Un adolescente de diecinueve años de edad, de Lausana, Suiza, lo expresó así: “¿Por qué he de afanarme tanto como mi padre? ¿Por qué no he de divertirme, si quizás todos estemos muertos en unos cuantos años?”

      A menudo se acusa a los jóvenes de ser superficiales y materialistas. Pero desde su infancia la televisión ha estado predicándoles sobre las virtudes de la gratificación instantánea. De hecho, sería extraño el que los jóvenes de hoy no fueran materialistas, cuando se considera la “educación” que han recibido. Por otro lado, ¿dónde pueden conseguir estímulo los jóvenes de hoy para ser nobles y abnegados? No de la televisión. No del ejemplo de los líderes políticos y financieros del mundo. No de las religiones principales. Entonces, ¿dónde pueden conseguirlo?

      Ayuda del Creador del hombre

      Algunos jóvenes han concluido que es tonto el deseo de creer en algo. Según lo expresó un estudiante de la Universidad de Columbia, en los E.U.A.: “La gente se interesa básicamente en sí misma.” Sin embargo, ¿conduce realmente a la felicidad esta actitud? Si eres joven, ¿realmente crees que una vida llena de egoísmo va a hacerte feliz? ¿Qué hay en cuanto a las personas egoístas que conoces? ¿Son verdaderamente felices ellas? Tal como lo expresó cierto sabio: “Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata, ni ningún amador de la riqueza con los ingresos.” (Eclesiastés 5:10) ¿Por qué no?

      Porque tal como la gente fue creada con la necesidad de cosas materiales, como comida, ropa y abrigo, también tiene necesidades espirituales. El dinero no puede satisfacer estas necesidades. La vaga, pero persistente, necesidad que los jóvenes tienen de entender ‘el significado de la vida’ es una necesidad espiritual. También lo es la necesidad de expresar amor altruista y recibirlo. Estas cosas no se pueden comprar, prescindiendo de lo que los anuncios comerciales televisados digan.

      Sin embargo, el hecho de que el hombre tenga necesidades espirituales no significa que esté capacitado para satisfacerlas. Si eres joven, probablemente comprendas que, aunque tienes necesidad de alimento, ropa y abrigo, no estás tan equipado para satisfacer dichas necesidades como lo están tus padres. De igual modo, nuestro Padre celestial está mejor equipado para satisfacer nuestras necesidades espirituales. Recuerda: El nos creó con estas necesidades.

      Pero, ¿cómo se comunica uno con el Creador para ver satisfechas sus necesidades? En los últimos diez años muchos jóvenes, desilusionados con las iglesias principales de la cristiandad, se han unido a otras organizaciones religiosas. Algunas de éstas, como la Iglesia Unificada, alegan que son cristianas. Otras, como la Misión de la Luz Divina, no. Todas ellas alegan que pueden satisfacer las necesidades espirituales de los jóvenes, pero, ¿verdaderamente están ayudando a sus seguidores a acercarse a nuestro Creador? Muchas de ellas ni siquiera enseñan que exista un Creador, y solo hablan vagamente de una “primera causa.” Hasta entre las religiones que afirman que adoran al Creador, ¿cuántas enseñan a sus seguidores que él tiene tanto nombre como personalidad?

      “Porque, ¡mira!,” dice el profeta Amós, “el Formador de las montañas y el Creador del viento, y Aquel que informa al hombre terrestre lo que es el intenso interés de su mente, Aquel que torna el alba en lobreguez, y Aquel que pisa los lugares altos de la tierra, Jehová el Dios de los ejércitos es su nombre.”—Amós 4:13.

      Sí, Jehová es el nombre de nuestro Creador, la Persona mejor capacitada para satisfacer nuestras necesidades espirituales. ¿Notaste, joven, en el versículo bíblico que se citó arriba, que Jehová se interesa en dar a conocer a la humanidad Su voluntad? El está dispuesto a ‘darnos a conocer lo que es el intenso interés de su mente,’ o, como expresa eso la Nueva Biblia Española: “Descubre al hombre sus pensamientos.”

      Cuando uno aprende acerca de Jehová Dios y estudia Sus pensamientos, se pueden obtener contestaciones excelentes a la pregunta: ‘¿Qué haré con mi vida?’ ¿Te gustaría saber de algunos jóvenes que han hecho precisamente eso?

      [Comentario en la página 6]

      “Bombas atómicas, contaminación, drogas que causan terror: ¿Es esto lo que encierran las fronteras de la ciencia?”

      [Comentario en la página 7]

      La vaga, pero persistente, necesidad que los jóvenes tienen de entender ‘el significado de la vida’ es una necesidad espiritual

      [Ilustración en la página 8]

      “¿Cómo puedo comunicarme con el Creador?”

  • La hallaron... ¡una vida significativa!
    ¡Despertad! 1982 | 22 de octubre
    • La hallaron... ¡una vida significativa!

      BIAGIO es un italiano que ahora tiene veinte y tantos años de edad. A la edad de diecisiete años comenzó a vagar por Europa. “Pedía a los que iban en auto que me llevaran gratis de un lugar a otro,” dice él, “y no tenía más hogar que el saco de dormir que llevaba a la espalda. La libertad era muy importante para mí, ¡y me sentía realmente libre!” Pero no por mucho tiempo.

      “Cuando regresaba a casa, el aburrimiento solía invadirme. Me preguntaba si sería posible llevar una vida más significativa. No tenía amigos fuera del círculo familiar; nadie estaba esperándome para saludarme a mi regreso, y nadie contaba con que yo lograra algo. Con mucha frecuencia me sentaba a observar a la gente pasar por la calle y me preguntaba qué hacían otras personas con su vida. A veces me emborrachaba, generalmente cuando estaba sin compañía y me embargaban sentimientos de soledad.

      “La sensación de futilidad que yo experimentaba ha conducido a algunos jóvenes a depender de las drogas, o hasta a suicidarse. Una vez, en Amsterdam, precisamente cuando estaba por entrar en un lugar donde las drogas circulaban libremente, un joven se lanzó de un balcón del edificio en un momento de depresión y murió en el acto. Casi cayó sobre mí.

      “Comencé a darme cuenta de que los mismos males del ‘sistema’ que nosotros los jóvenes rechazábamos, estaban presentes entre nosotros. No estábamos libres del oportunismo, la disensión ni el egotismo, y entre nosotros simplemente habíamos creado un sistema paralelo al viejo. Por ejemplo, jóvenes que alegaban tener altos ideales animaban a sus amigas a prostituirse para obtener dinero.

      “Censurábamos a la sociedad, pero en realidad no queríamos hacer nada al respecto. ¿Por qué no? No teníamos el deseo de trabajar por un futuro mejor, porque no teníamos perspectivas de un futuro que valiera la pena. Me encontré haciéndome cada vez más cínico. Para cuando tenía veinte años de edad me sentía viejo.

      “Cierta noche, en casa de un amigo, encontré un libro acerca de la Biblia. Su título era ‘La verdad que lleva a vida eterna,’ y había sido publicado por la Sociedad Watchtower. Leí unos cuantos capítulos ... “

      En ese libro Biagio aprendió que el propósito original de Dios era que la humanidad viviera junta en un ambiente de paz y amor. Descubrió que a Dios no se le puede considerar responsable de la avaricia y la opresión que hay por todo el mundo y que tanto disgusta a las personas de corazón recto hoy día.—Deuteronomio 32:4, 5.

      Pero si Dios no es responsable de las condiciones mundiales de la actualidad, ¿quién lo es? “El capítulo intitulado ‘¿Hay espíritus inicuos?’ me convenció de que Satanás, la criatura espiritual que desde hace mucho tiempo se rebeló contra Dios, está dominando todo este sistema de cosas,” recuerda Biagio. En realidad, la Biblia llama a Satanás “el dios de este sistema de cosas” o “el malvado dios de este mundo.” (2 Corintios 4:4, Traducción del Nuevo Mundo; Today’s English Version) ¡No es de extrañar que el mundo refleje un espíritu tan cruel y egoísta!

      Pero también hay buenas noticias. “Descubrí que la Biblia hablaba de cosas que yo siempre había anhelado,” dice Biagio. “Prometía un nuevo sistema de cosas sin guerras, enfermedades, vejez ni muerte.” Sí, como otros millones de personas que han leído La verdad que lleva a vida eterna, Biagio se emocionó al enterarse de que la Biblia revela mucho acerca del futuro de nuestra Tierra. No es simplemente un libro acerca de la ‘otra vida.’ ¿No dice la Biblia que “los mansos heredarán la tierra”? (Salmo 37:11, Versión Valera, revisión de 1977) Si Dios no estuviera interesado en corregir los asuntos de la Tierra, ¿por qué habría dicho Jesús a sus discípulos que oraran: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”?—Mateo 6:10.

      Entusiasmado por lo que había aprendido, Biagio se puso en comunicación con los testigos de Jehová, y ellos hicieron arreglos para ayudarle a estudiar la Biblia con regularidad. “Desde el mismo principio me interesaron las palabras de Juan 8:32,” relata él. “Ahí dice: ‘La verdad los libertará.’ Comencé a entender lo que significa la verdadera libertad.” Ahora Biagio podía ver por qué su estilo de vida “libre” había sido tan poco satisfaciente. “Realmente había sido un esclavo todo ese tiempo,” dice él, “aunque había tratado de escapar.”

      “Empecé a asistir a las reuniones que celebraban los Testigos y éstos me recibieron bondadosamente en sus estudios bíblicos. Los jóvenes que conocí en estas reuniones diferían de los que había conocido antes. Estos eran personas felices, bondadosas y respetuosas. Cada uno de ellos tenía su propia dignidad personal y se afanaba por mostrar amor a otros. ¡Estas eran las cosas que yo siempre había querido ver puestas en práctica!”

      Muchos jóvenes, como Biagio, sueñan con un mundo mejor. Tal vez tú también sueñas con ello. Si pudieras convencerte de que un mundo como ése no es simplemente un sueño, sino una realidad, ¿cómo te sentirías? ¿Te sentirías movido a querer compartir esas buenas noticias, esas “buenas nuevas,” con otras personas? Biagio se sintió movido a hacer eso. “Dejé de fumar, mejoré mi apariencia personal, y dije a mi amiga que no podíamos seguir llevando una vida inmoral y tener la aprobación de Dios,” recuerda él. “Por mí mismo me di cuenta de lo necesarios que eran estos cambios, sin que nadie me dijera qué hacer.” Biagio quería calificar para bautizarse como testigo de Jehová. ¿Por qué? Porque los testigos de Jehová le habían ayudado a hallar esperanza respecto al futuro y significado en la vida. Biagio quería participar con los Testigos en compartir con otras personas lo que había hallado. Hoy él y su esposa son precursores especiales, predicadores de tiempo completo de las “buenas nuevas.”

      “La verdadera libertad no es sencillamente hacer lo que uno quiera,” dice él. “Lo sé por experiencia. Otras personas necesitan saberlo también. El mejor modo de mostrar amor a nuestros vecinos es difundiendo este conocimiento y ayudando a otros a hallar un modo de vida que vale la pena.”

      El aprender la verdad acerca del reino de Dios dio a Biagio esperanza para el futuro. El deseo natural de compartir esta esperanza con otros le dio algo que realmente valía la pena hacer con su vida.

      Khem... en busca del propósito de la vida

      “A pesar de ser joven, yo era un escritor afortunado en mi nativa Camboya,” relata Khem. “Tenía prestigio, éxito, un empleo bien remunerado... todo lo que desean los jóvenes. No obstante, no veía ningún significado particular en la vida. Es más, escribí una novela intitulada ‘La vida no tiene propósito.’

      “Verá usted: fui criado estrictamente como budista, pero perdí la fe en esa religión. Después de renunciar al budismo, me volví a la filosofía, pero pronto descubrí que por cada filósofo hay otro filósofo opuesto a ése. ¿Qué iba a creer? Una y otra vez me preguntaba qué propósito tenía la vida.

      “En los años setenta Camboya se vio sumida en la guerra civil. Fui testigo de ejecuciones. Vi tanto fosas comunes como ríos y lagos que estaban llenos de cadáveres y literalmente rojos de sangre. Dos mil años de tradición camboyana desaparecieron casi de la noche a la mañana. ¡Ningún camboyano habría pensado que aquello fuera posible!

      “Las autoridades me buscaban. Así que, junto con otros, huí a la selva con la esperanza de llegar a Tailandia. Durante aquel viaje pensé mucho en la existencia de Dios. ¡Qué maravillosa e intrincada es la creación! Por alguna razón no era satisfaciente atribuirlo todo a un simple accidente o a fuerzas naturales ciegas. ¿Por qué no dar la honra al sabio Creador?

      “Reflexioné sobre esa pregunta por mucho tiempo. Entonces, por primera vez en la vida, realmente oré desde el corazón. Por primera vez comprendí que tiene que haber un Creador. Pero, ¿qué propósito tenía él para el hombre? ¿Por qué permite el sufrimiento y la maldad, como en los casos que yo había presenciado en mi propio país? ¿Qué religión adora al Dios verdadero? Me di cuenta de que, si lograba cruzar la selva, la búsqueda de la respuesta a aquellas preguntas tendría prioridad en mi vida. Después de diez días, agotados y medio muertos de hambre, llegamos a Tailandia.

      “En el campamento de refugiados en Tailandia conseguí una Biblia en mi idioma nativo y aprendí que el Dios que se había dado a conocer a los antiguos judíos también era el Dios de los cristianos. Vi en la Biblia que él tiene un nombre personal, Jehová. Quise llegar a conocer mejor a este Dios.

      “Después de pasar cinco meses en Tailandia emigré a Austria. Cierto día hallé una hoja suelta en la que se extendía una invitación a un Salón del Reino de los testigos de Jehová. El nombre Jehová significaba algo para mí, pero, ¿quiénes eran sus testigos? ¿De qué podrían estar dando testimonio ellos? Con escepticismo, pero movido por la curiosidad, visité el Salón del Reino.

      “Puesto que todavía estaba aprendiendo alemán, no pude entender todo el discurso que escuché, pero sí pude captar que estaba aprendiendo las buenas nuevas del reino de Dios. Por medio del reino de Jehová la Tierra llegaría a ser un paraíso, donde la gente ya no derramaría lágrimas de aflicción y sufrimiento, y en el cual Dios ‘haría nuevas todas las cosas.’ (Revelación 21:3-5) ¡Esto era exactamente lo que yo esperaba de un Dios poderoso y justo! Pero, ¿por qué no había creado Jehová un mundo como ése mucho tiempo atrás?

      “Los Testigos comenzaron a considerar con regularidad la Biblia conmigo, y en estas consideraciones contestaban mis preguntas,” dice Khem. Durante aquellas consideraciones Khem aprendió que Dios creó el mundo con la intención de que fuera un mundo sin dolor, sufrimiento o maldad. Estos elementos, que habían llevado a Khem a preguntarse el significado de la vida, no tenían lugar en el propósito original de Dios. No fue sino hasta cuando la humanidad rechazó la gobernación de Jehová que comenzaron a surgir tales problemas. ¡Pero es inequívoca la prueba de que pronto terminará la triste historia de la rebelión de la humanidad y su alejamiento de Dios!

      “Me alegré de hallar una religión que me estaba probando sus creencias con la Biblia, sin pedir fe ciega,” dice Khem ahora. “¡Cuánto quisiera compartir las buenas nuevas del reino de Dios con mi pueblo desconsolado en Camboya! Ya que esto no es posible ahora, estoy publicando las ‘buenas nuevas’ a mis semejantes en Austria. ¡Qué privilegio es ser colaborador de Dios y participar en esta obra salvavidas! ¡Ahora puedo decir con gozo: ¡La vida sí tiene propósito!”

      [Comentario en la página 9]

      “La sensación de futilidad que yo experimentaba ha conducido a algunos jóvenes a depender de las drogas, o hasta a suicidarse”

      [Comentario en la página 10]

      Si Dios no es responsable de las condiciones mundiales de la actualidad, ¿quién lo es?

      [Comentario en la página 11]

      Khem aprendió que Dios transformará esta Tierra en un paraíso donde no habrá sufrimiento

  • Reconociendo que tenemos necesidades espirituales
    ¡Despertad! 1982 | 22 de octubre
    • Reconociendo que tenemos necesidades espirituales

      AUNQUE Biagio, italiano, y Khem, camboyano, eran diferentes en muchos respectos, tuvieron en común algo muy importante. Ambos se dieron cuenta de que, por alguna razón, la vida que llevaban no tenía sentido, era poco satisfaciente. Habían satisfecho sus necesidades materiales, pero no sus necesidades espirituales. Querían hallar la respuesta a preguntas como: ‘¿Por qué hay maldad en el mundo?’ y ‘¿Qué propósito tiene mi vida?’

      Jesús comenzó su más famoso sermón con las palabras: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual, puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos.” (Mateo 5:3) Las experiencias de Khem y Biagio ilustran esto. Cuando ellos oyeron de los testigos de Jehová las buenas nuevas del reino de Dios, respondieron gozosamente, porque, en alguna parte de sus adentros, se dieron cuenta de que éstas satisfacían su necesidad espiritual. Por reconocer con aprecio el valor de estas “buenas nuevas,” ellos ahora las comparten con otras personas. Después de todo, ¿qué pudiera ser más satisfaciente que ayudar a otras personas a satisfacer su necesidad espiritual y adquirir la esperanza de vivir para siempre? El aprecio a las “buenas nuevas” fue lo que dio a Biagio y Khem propósito en la vida.

      Lamentablemente, cabe la posibilidad de que haya jóvenes que nazcan en hogares cristianos, conozcan las “buenas nuevas” y, sin embargo, no reconozcan su valor. “Llega el día en que el joven tiene que hacer suya ‘la verdad,’” dijo un Testigo adolescente. “Tiene que preguntarse: ¿Realmente creo en ella?” Algunos jóvenes han permitido que el énfasis que el mundo da a la búsqueda de riquezas y placeres los ofusque y no les permita percatarse de sus propias necesidades espirituales. Pero, ¿llevará esto a la felicidad? “El mundo es espantoso,” continúa diciendo el joven Testigo. “Los jóvenes están preocupados. No saben lo que le va a pasar al mundo, y no saben lo que ellos mismos quieren. Pero yo sé que Jehová sólo permitirá que las cosas lleguen hasta cierto punto. Disfruto de una seguridad de que otros no disfrutan. ¿No son de más valor esa seguridad y ese sentido de propósito que el simplemente ‘pasarlo bien’? Desde luego que es así para Biagio y otros que han aprendido la verdad acerca del reino de Dios.

      Hay otra ventaja de tomar en serio la verdad. “Tengo verdaderos amigos,” dice otro joven Testigo. “Los jóvenes de la escuela no tienen ninguno, y les tengo lástima. Ni siquiera en sus fiestas disfrutan verdaderamente de conversar unos con otros, a menos que se endroguen o emborrachen.” Biagio experimentó algo parecido antes de ser testigo de Jehová. Hablando de sí y de otros como él, recuerda: “Creo que nos alegrábamos solo por las noches, cuando podíamos ir a algún club o alguna discoteca. Dentro de esos lugares la música y las luces creaban un ambiente irreal que borraba de la mente el aburrimiento y la soledad... pero solo temporalmente.”

      En su profecía sobre los tiempos en que vivimos, Jesús advirtió en contra de desatender las necesidades espirituales, cuando dijo: “Presten atención a ustedes mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que moran sobre la haz de toda la tierra. Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre.”—Lucas 21:34-36.

      Los cristianos, tanto jóvenes como mayores, necesitan tomar a pecho esas palabras. Deben preguntarse: ¿Realmente estoy consciente de mi necesidad espiritual? ¿O he permitido que los placeres o los problemas de este sistema de cosas me distraigan y sean una ‘carga’ para mí? ¿Es el reino de Dios una realidad para mí? ¿Soy verdaderamente una persona de punto de vista espiritual? ¿O soy poco entusiasta y trato de ‘servir a dos amos’? ¡Sería una tragedia terrible e innecesaria para uno el perecer por no haber reconocido su necesidad espiritual!

      Joven, ¿estás tú siguiendo el consejo de Jesús de mantenerte despierto en sentido espiritual, “en todo tiempo haciendo ruego”? No hay duda de que Jehová escuchó la oración sincera que hizo Khem en la selva camboyana, e hizo arreglos para satisfacer su necesidad espiritual. Dios hará lo mismo por ti, ¡pero tienes que seguir pidiendo!

      Como señala la Biblia: “La carne está contra el espíritu en su deseo, y el espíritu contra la carne.” (Gálatas 5:17) Así que mientras más atención des a tus deseos carnales, más difícil se te hará reconocer tu necesidad espiritual. ¿Está tu entretenimiento —las revistas que lees, los programas y las películas que ves en televisión— dificultándote el reconocer tu necesidad espiritual? ¿Por qué no decides apartar tiempo cada día para leer por lo menos una pequeña porción de la Palabra de Dios y meditar en ella? ¿Por qué no reemplazas parte del tiempo que dedicas a ver televisión por la lectura de sanas publicaciones cristianas? El estudio del libro que ayudó a Biagio, La verdad que lleva a vida eterna, pudiera ser un proyecto valioso.

      ¿Hay algo que realmente excuse al cristiano que desatiende las cosas espirituales en estos tiempos críticos? Si un joven como Biagio, quien estaba a la deriva en el mundo, pudo reconocer su necesidad espiritual de tener propósito en la vida, ¿qué puede decirse de un joven cristiano que no reconoce esa necesidad? ¿No se parece un poco esta situación a la que describió Jesús en el capítulo 12 de Lucas? Allí Jesús dio una parábola acerca de su venida en nuestros días y dijo: “Entonces aquel esclavo que entendió la voluntad de su amo, pero que no se alistó, ni hizo conforme a la voluntad de él, será golpeado con muchos azotes. ... De hecho, a todo aquel a quien se le dio mucho, mucho se le exigirá.” (Lucas 12:47, 48) Si tú, joven, has recibido conocimiento tocante a la profecía bíblica y la importancia del reino de Dios, ¿no deberías tomar a pecho esas palabras?

      Jesús no dijo a los cristianos que ‘alzaran sus cabezas’ porque este sistema de cosas en deterioro hubiera de salvarse. Es insensato esperar que eso suceda. Más bien, él prometió que sus seguidores serían libertados. La Biblia dice claramente que el mundo, como lo conocemos, va rumbo a la destrucción en una “grande tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.”—Mateo 24:21.

      ¿Qué opinas del mundo de hoy día? ¿Puedes ver lo completamente irreformable y digno de destrucción que es? Si así es, ¿por qué no sigues la senda que te llevará a la “liberación”? Puedes ser como las personas a quienes vio en una visión el profeta Ezequiel, personas que fueron marcadas para salvación en la antigua Jerusalén, la cual prefiguró a la cristiandad del día moderno. Aquellas personas habían estado ‘suspirando y gimiendo por todas las cosas detestables que se estaban haciendo’ en aquella ciudad infiel. (Ezequiel 9:4) Hoy, también, Jehová está buscando a esa clase de personas, personas que están gimiendo por la iniquidad que ven en las sociedades “cristianas” y no cristianas a su alrededor. Esas personas tienen que darse cuenta de que su necesidad espiritual solo puede quedar completamente satisfecha en un mundo gobernado por Dios, donde ‘Su voluntad se efectúe en la tierra, como en el cielo.’ (Mateo 6:10) ¿Quisieras vivir en un mundo como ése? Biagio y Khem esperan lograrlo, y viven ahora en armonía con su esperanza. ¡Tú también puedes!

      [Ilustración en la página 13]

      Llega el día en que el joven tiene que hacer suya la verdad bíblica. Tiene que preguntarse: ¿Realmente creo en ella?

  • Extraña lección de “catecismo”
    ¡Despertad! 1982 | 22 de octubre
    • Extraña lección de “catecismo”

      Un matrimonio joven que estaba de visita en el extranjero empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Pero poco a poco después comenzaron a tener dudas porque tendrían que encararse a la situación de cuál religión escoger, y, al regresar al pueblecito italiano donde vivían, descontinuaron su estudio bíblico.

      Después, el hermano de la esposa se preparaba para casarse y el sacerdote del pueblo los visitó para tener una consideración catequística de los deberes de una pareja casada. Durante la conversación, en la que participó también el matrimonio joven, el sacerdote sacó un librito azul. La pareja casada reconoció el libro y quedó sorprendida cuando lo vió. ¿No era ese el libro La verdad que lleva a vida eterna?... ¿el que los testigos de Jehová utilizan a menudo cuando consideran gratuitamente la Biblia con las familias? ¡Claro que sí!

      El sacerdote, en su lección de “catecismo,” usó el capítulo intitulado: “edificando una vida de familia feliz,” que está en esta publicación. El matrimonio preguntó en cuanto al uso del libro La verdad y el sacerdote contestó que hasta en tal libro había cosas buenas. Por eso, el matrimonio decidió que, si el sacerdote podía usar el libro, ellos también podían estudiarlo. Emprendieron de nuevo sus conversaciones con los Testigos y ambos llegaron a ser testigos dedicados de Jehová. Otros dos miembros de la familia también empezaron a asociarse con la congregación de aquel lugar.

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