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Moralidad sexual... ¿es realmente posible?La Atalaya 1982 | 1 de mayo
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Moralidad sexual... ¿es realmente posible?
VIVIMOS en un mundo que está saturado de lo sexual, y tanto los jóvenes como los mayores han sentido los efectos. Tal vez usted comparta el parecer de cierto joven que dijo: “Todo lo que nos rodea gira en torno a lo sexual. Es tan común como el respirar y el dormir. Cada vez que uno se pone a mirar una revista o la televisión, se enfrenta con ello. Si uno está en la tienda, en su automóvil, en el trabajo, en la escuela... ¡se enfrenta con ello! Por su manera de comportarse, de hablar y de vestir las personas constantemente están llamando la atención al cuerpo humano y a lo sexual. Este es el tema de conversación más popular.” Estadísticas recientes muestran que, mundialmente, una cantidad sin precedente de adolescentes —y hasta de preadolescentes— están participando en relaciones sexuales premaritales.
GRAN BRETAÑA: Según revela una encuesta efectuada en 1980, “solamente una de cada seis muchachas todavía es virgen al llegar al final de la adolescencia y una de cada cuatro tiene el primer contacto sexual antes de cumplir los 16 años de edad.”
CANADÁ: “Una ‘epidemia’ de madres adolescentes no casadas,” dice un informe de 1979 emitido por el gobierno.
ESTADOS UNIDOS: Según indica un estudio efectuado en 1981, ‘cuatro de cada cinco muchachos y dos de cada tres muchachas ya han tenido relaciones sexuales para los 19 años de edad.’
JAPÓN: En algunas ciudades, ‘entre 1970 y 1979 se registró un aumento de sesenta veces el número de casos de madres no casadas cuyas edades están entre el final de la adolescencia y principios de los veinte años de edad.’
FRANCIA: Según revela una encuesta realizada en 1980, “más de la mitad de las muchachas de edad escolar de Francia afirman tener relaciones sexuales con regularidad.”
“Preñeces entre las adolescentes, un problema mundial creciente,” dice el titular de un artículo que apareció recientemente en el periódico Brazil Herald. El artículo dio prueba documental sobre dichos aumentos en Inglaterra, Gales, Alemania Oriental y Rusia. Hasta un 85 por ciento de todos los casos de enfermedad venérea que se informan ocurren entre jóvenes. Tales enfermedades han alcanzado proporciones epidémicas mundialmente.
Pero no todos los jóvenes han adoptado el lema de que el mantenerse virgen es una pérdida de tiempo. Muchos han decidido esperar hasta el matrimonio para disfrutar de las relaciones sexuales. Pero no se les hace fácil preservar su virginidad y ‘abstenerse de la fornicación,’ como lo ordena la Biblia. (1 Tesalonicenses 4:3) Tal vez pregunten con buena razón: ‘¿Tenemos disponible alguna fuerza que pueda ayudarnos a hacer frente a la aterradora marejada de promiscuidad sexual?’
Sí, la hay. Se vieron pruebas asombrosas de esta fuerza hace 2.000 años, durante uno de los períodos de mayor decadencia moral de historia registrada.
“Las monstruosas normas de moralidad de Roma”
El estadista romano Séneca fue testigo ocular de las condiciones que existían en el mundo romano cuando el cristianismo tuvo su principio. Admitió: ‘Cada día va creciendo el deseo de hacer lo malo. La iniquidad se ha apoderado del corazón de todos a tal grado que la inocencia no es cosa rara... sino que ya no existe.’ Juvenal, quien también vivió durante ese período, escribe acerca de “las monstruosas normas de moralidad de Roma.”
Al describir a las personas de su día, un escritor bíblico dijo que estaban “más allá de todo sentido moral.” (Efesios 4:19) Las relaciones sexuales promiscuas se consideraban la norma. Referente a aquella era, el antiguo historiador Lampridio dijo que un soltero tenía que tener una chica con quien pudiera tener relaciones sexuales con regularidad, “porque era imposible que subsistiera sin tenerla.” Pero, ¿a qué se podía atribuir un ambiente tan sórdido?
‘Si un dios lo hace, ¿por qué no lo voy a hacer yo?’
Los dioses de los romanos, que en su mayor parte tuvieron sus orígenes en la cultura griega, se consideraban ejemplos de comportamiento. Pero, ¡qué personajes más inmorales! Venus y Flora eran unas prostitutas desvergonzadas. Baco era un borracho, Mercurio era un asaltador y Apolo era seductor de muchas mujeres. ¡Aun Júpiter, el principal de los dioses y el más sabio de ellos, cometió ya sea actos de adulterio o incesto, según se dice, con 59 mujeres!
¿Qué efecto en la gente tuvieron estos ejemplos? En una obra de teatro de aquella época se representa a un joven que está considerando si debe cometer fornicación con una bella joven o no. En ese momento él se fija en un cuadro que muestra a Júpiter seduciendo a una mujer. “Si un dios lo hace, ¿por qué no debería hacerlo yo que soy hombre?” razona él, y dice: “por lo tanto decidí hacerlo.” Esta obra de teatro reflejaba la vida real, pues, según escribió Séneca, la inmoralidad sexual ya no causaba vergüenza alguna a un hombre “puesto que él veía que los dioses no eran nada mejores que él.” No cabe duda de que los cerebros invisibles que originaron estos conceptos de divinidades fueron los ‘hijos de Dios’ que, en los días de Noé, se rebelaron por medio de bajar a la Tierra y tener relaciones inmorales con las hijas de los hombres. Aunque aquellos pervertidos sexuales regresaron a la esfera espiritual, han seguido inundando la sociedad humana con el espíritu de inmoralidad.—Génesis 6:1-4; Judas 6, 7.
“Un mercado para la fornicación”
Atenágoras, escritor del segundo siglo, afirma que algunas personas de aquel tiempo habían establecido “un mercado para la fornicación, e instalaron estaciones infames para proporcionar a los jóvenes toda clase de placer vil.” Este “mercado” que públicamente “vendía” relaciones sexuales ilícitas incluía el teatro. Los temas de los espectáculos centraban en los amores inmorales de los dioses. Los actores frecuentemente usaban “ropa ceñida” que daba la impresión de que estuvieran desnudos. Además, en las paredes de los hogares y templos, frecuentemente a plena vista del público, había pinturas “indescriptiblemente obscenas” que a veces hasta representaban el coito. Las estatuas de los dioses inmorales, que a menudo se representaban desnudos, estaban a vista del público de modo que aun los ojos de los más tiernos podían verlas. Además, circulaba libremente entre la juventud literatura que contenía lenguaje y descripciones de lo más sucio que jamás se hayan registrado. Las mentes se contaminaban desde una edad temprana debido a que las personas leían acerca de las aventuras de los dioses y las diosas o escuchaban mientras otros les leían relatos al respecto.
Adicionalmente deben mencionarse los muy populares baños públicos, que las masas utilizaban, los cuales se consideraban poco mejores que “casas de prostitución bajo un nombre respetable”; los gimnasios, donde muchos hombres jóvenes y viejos se entrenaban estando desnudos, llegaron a ser antros de homosexualidad; y los festivales, que a menudo simplemente eran orgías públicas para satisfacer los deseos sexuales. La situación llegó a ser exactamente como la que se describe en la carta del apóstol Pablo a los cristianos romanos. Refiriéndose a los que ‘rendían servicio sagrado a la creación más bien que a Aquel que creó’ y que seguían las normas de moralidad que estaban de moda, él escribió lo siguiente: “Dios los entregó a apetitos sexuales vergonzosos, porque sus hembras cambiaron el uso natural de sí mismas a uno que es contrario a la naturaleza; y así mismo hasta los varones dejaron el uso natural de la hembra y se encendieron violentamente en su lascivia unos para con otros, varones con varones, obrando lo que es obsceno.” (Romanos 1:24-27) El cuadro que Pablo pinta es de una exactitud asombrosa, pues la depravación moral del mundo grecorromano resultó en una de las prácticas más repugnantes de la historia... el ultraje sexual de los jóvenes por los mayores. Esta práctica inmunda se glorificó en la poesía y las obras de teatro, e infectó a la sociedad entera.
Si usted hubiera vivido en aquel tiempo y por dondequiera que miraba veía cosas inmundas desde el punto de vista moral, ¡qué difícil pudiera haber sido mantenerse limpio en sentido moral! Sí, para mantener su virtud un joven o una joven ciertamente habría tenido que ejercer fuerza moral y adherirse a principios morales. No obstante, en medio de todo esto, y como por milagro, algunos sí desplegaron tal virtud.
Un milagro de moralidad
Después de enumerar las clases de personas inmorales que abundaban en la antigua ciudad de Corinto —fornicadores, adúlteros, homosexuales y así por el estilo— el apóstol Pablo, en su carta a la congregación de Corinto, escribió: “Eso es lo que algunos de ustedes eran. Mas ustedes han sido lavados.” (1 Corintios 6:9-11) Las enseñanzas del cristianismo genuino habían impartido fuerza moral a los que se adherían a ellas de modo que dichas personas pudieron cambiar y mantenerse libres de la inmoralidad sexual.
“Tal vez lo más novedoso de la doctrina cristiana fue que hizo hincapié en la castidad,” concluye William Sanger en su libro The History of Prostitution, en el que se consideran detalladamente las normas de moralidad de la antigüedad. Agrega él: “Desde un principio, las comunidades cristianas se jactaban con razón de la pureza de sus normas de moralidad.” ¿A qué se debía dicha reputación? Con la ayuda de Dios pudieron imitar a una “imagen” mejor que la de los dioses enloquecidos con lo sexual.
La “imagen” mejor
“Vístanse de la nueva personalidad,” aconsejó el apóstol Pablo, “que va haciéndose nueva en conocimiento exacto según la imagen de Aquel que la creó.” (Colosenses 3:10) Mediante la información proveniente de las Escrituras inspiradas y de las enseñanzas y el ejemplo de Jesucristo, el Hijo de Dios, los cristianos pudieron llegar a un “conocimiento exacto” de las cualidades del Dios verdadero, Jehová. Su “imagen” se destacaba en vivo contraste con la de las deidades romanas.
Los cristianos verdaderos consideraban al Creador como su Padre celestial que les amaba y se interesaba por ellos. (1 Pedro 5:6, 7) Aprendieron que él siempre obra de manera justa, recta y misericordiosa. Es puro y santo. (Deuteronomio 32:4; 1 Pedro 1:15, 16) Se sintieron conmovidos por las cualidades de El, y se esforzaron por seguir el consejo inspirado: “Háganse imitadores de Dios, como hijos amados.” (Efesios 5:1) Consideraban a Dios, según lo reveló Cristo, como un amigo que siempre estaba presente. Podían amarlo. El espíritu de amor genuino les llenó el corazón y les impulsó a efectuar obras cristianas.
Dios ayudó a estos cristianos primitivos mediante su espíritu santo, el cual les dio “poder que es más allá de lo normal.” Además, en sus reuniones religiosas se les recalcaba la necesidad de mantenerse castos. Por medio de asociarse estrechamente con sus hermanos cristianos lograron mantenerse fieles. (2 Corintios 4:7; Hebreos 10:24-26) “Nosotros que anteriormente nos deleitábamos en la fornicación, ahora nos esforzamos por mantenernos puros,” declaró el cristiano profeso del segundo siglo Justino el mártir. Pero, no era fácil hacer dicho esfuerzo por mantener la pureza moral.
Una lucha diaria
No debemos olvidar que los cristianos primitivos vivían en un mundo depravado. Algunos de los que se hicieron cristianos eran de “la casa de César.” (Filipenses 4:22) En aquel entonces, Nerón era el César, y son bien conocidos sus escandalosos ultrajes de la moralidad. Él organizaba entretenimiento que era de lo más lascivo. Hasta “se casó” con un joven y “pasó por todas las formalidades de un matrimonio normal.”a No obstante, los de su “casa” que eran cristianos (tal vez oficiales del gobierno o sirvientes) permanecieron moralmente limpios a pesar del ambiente.
Los cristianos de Roma fueron objeto de mucha presión y burla de parte de sus semejantes. Por ejemplo, Séneca refleja la actitud de la gente en general al escribir: “Se desprecia a cualquiera que no tenga aventuras amorosas.” “La castidad simplemente es prueba de fealdad.” Según se informa, otros se lamentaban: ‘¡Qué mujer extraordinaria ella era! ¡Qué sensual, qué alegre! ¡Qué muchacho estupendo él era! ¡Tan relajado, tan lascivo! Ahora se han hecho cristianos... ¡qué lástima!’
Pero, no había por qué tenerles pena a aquellos discípulos primitivos. Ellos podían mantener la cabeza erguida con dignidad. Tenían la conciencia limpia. Como “hijos de luz” esparcían su mensaje puro por todas partes sin sentirse avergonzados. (Efesios 5:8) ¿No lo habría considerado usted un privilegio ser identificado como una de esas “rocas” de moralidad en medio de aquel fango? Podía establecerse un contraste absoluto entre el modo de vivir de ellos, que era verdaderamente satisfaciente, y el de las personas de las naciones que ‘no conocen a Dios y se entregan a codicioso apetito sexual’ para su propio perjuicio.—1 Tesalonicenses 4:5.
Por ejemplo, para muchos de los que vivían en el primer siglo, la vida había llegado a carecer de sentido. Habían bebido de la copa embriagadora del placer hasta las heces... de modo que agotaron todos los medios de placer. No les quedaba ningún encanto, ninguna delicadeza... y ninguna satisfacción tampoco. Según los escritos de Juvenal, cierto homosexual, que se vio rechazado por su amante al llegar a una edad avanzada, imploró: “¿Qué es lo mejor que puedo hacer ahora después de todos esos años perdidos y esperanzas quebrantadas? La flor de la vida se marchita demasiado pronto, nuestra mísera vida sobre la Tierra se va agotando: Mientras bebemos, mientras reclamamos guirnaldas y perfumes y muchachas, la vejez nos sorprende sin que nos demos cuenta de ello.” Pero, ningún sentimiento de desilusión ni tristeza sobrevino a aquellos cristianos fieles.
Aunque los seguidores verdaderos de Jesús tuvieron que luchar a diario para mantenerse moralmente limpios, la tranquilidad mental de la que disfrutaban valía la pena. La moralidad sexual sí era posible.
¿Vemos ejemplos de semejante fuerza moral hoy día? Sí. Un sinnúmero de jóvenes por todo el mundo dicen que la moralidad sexual sí es posible. Estos son jóvenes que se asocian con las congregaciones de los testigos de Jehová. A pesar de las influencias moralmente corruptoras del entretenimiento y la vida social de la sociedad de hoy —que están a la par con lo que existía en la Roma antigua— estos jóvenes, en conjunto, se destacan como ejemplos brillantes de pureza.
No obstante, algunos jóvenes que se asocian con dichas congregaciones cristianas tienen dificultades al respecto. De vez en cuando, aun los que han sido criados en hogares cristianos pierden el aprecio por las normas morales de la Biblia. ¿Cómo pueden los jóvenes cristianos mantener la misma pureza moral que se manifestó tan claramente entre los cristianos genuinos del primer siglo... a pesar de tremendos obstáculos? ¿Cómo pueden ayudarles sus padres? Dos artículos que siguen a éste tienen el propósito de proporcionar ayuda práctica.—Vea la página 8.
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Ponderando las noticiasLa Atalaya 1982 | 1 de mayo
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Ponderando las noticias
No resulta en un matrimonio más feliz
“Ya no se le puede decir a mamá que el vivir juntos primero resultará en un mejor matrimonio después,” declaró la revista “Psychology Today.” Informó acerca de los resultados de un nuevo estudio que reveló que existe el mismo grado de probabilidad de divorcio entre las parejas que han vivido juntas antes de casarse y las que han vivido separadas. Este estudio que llevó a cabo la Universidad de California de Los Ángeles confirmó otro estudio que había efectuado anteriormente la Universidad de A & M de Florida, en el cual se obtuvieron resultados parecidos. Es interesante también que, según los resultados, los que habían vivido juntos antes del matrimonio tenían más problemas de adulterio, alcoholismo y abuso de las drogas. Pero, fueran cuales fueran los resultados de dichos estudios, las personas que concienzudamente quieren hacer la voluntad de Dios se apegan a la norma bíblica de no tener relaciones sexuales antes del matrimonio, pues Su Palabra declara: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.”—Hebreos 13:4.
Un millón de preñeces entre las adolescentes
Cada año, tan solo en los Estados Unidos, más de un millón de muchachas de edad escolar llegan a estar encinta, dice el Instituto Nacional de Educación, y el 80 por ciento de ellas abandonan la escuela. El Instituto informa que más o menos la mitad de las que escogen dar a luz al bebé se hacen cargo de él, pero muy pocas se casan. El resultado es que un porcentaje grande de esas madres jóvenes no casadas pronto solicitan ayuda pública, y les queda muy poca esperanza de sostenerse a sí mismas algún día. Frecuentemente, sus hijos al crecer dejan la escuela también, de modo que se mantienen en el ciclo de recibir asistencia pública.
Agréguense a esto los siguientes datos: la ola de enfermedades venéreas entre la juventud promiscua en asuntos sexuales; la angustia tanto para la muchacha no casada que está encinta como para su familia; en muchos casos, el recurrir al homicidio mediante el aborto; el hecho de que “la cantidad de desórdenes cerebrales y del sistema nervioso es tres veces mayor entre los bebés que nacen de mujeres de menos de 15 años de edad” que entre los que nacen de mujeres mayores de esa edad, según informa el Ministerio de Salud, Educación y Bienestar Social. Además, tome en cuenta que la probabilidad de que estos bebés sean prematuros y pesen dos kilos o menos es dos veces mayor, lo cual significa que la probabilidad de que mueran durante su primer año de vida es tres veces mayor que en el caso de un niño que nazca de una madre que tenga entre 20 y 24 años de edad; y que la mujer que tenga un bebé durante su temprana adolescencia es dos veces más propensa a necesitar someterse a una histerectomía luego en su vida que mujeres que hayan tenido sus hijos cuando ya habían pasado la adolescencia.
Según tales hechos, es evidente que los frutos de las relaciones sexuales ilícitas son muy malos. Por lo tanto, note la sabiduría del consejo de la Palabra de Dios: “Huyan de la fornicación.” (1 Corintios 6:18) Pero, además del fruto malo que producen las relaciones sexuales inmorales, hay algo que es aun más importante considerar. Es el que “ningún fornicador . . . tiene herencia alguna en el reino de Cristo y de Dios.”—Efesios 5:5.
“No les crean”
“Ciertas personas están matando a otras, y afirman ser cristianas. No les crean,” declaró Steve Whysall, miembro de la redacción del “Sun” de Vancouver. Indicó que la violencia que cometen o apoyan los que afirman ser cristianos contradice directamente las enseñanzas de Jesús, quien dijo: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.”—Juan 13:34, 35.
Después de comentar sobre la violencia que se comete entre los católicos y protestantes de Irlanda del Norte, el apoyo que la Iglesia ha dado a dictadores, la Inquisición y otros actos de violencia cometidos por los que afirman ser cristianos, Whysall dijo: “El que personas vayan a la iglesia todos los domingos, citen las escrituras y estén rodeadas de personas que hacen lo mismo, no significa que sean cristianas. Jesucristo dijo: ‘Juzguen a un árbol por sus frutos.’” Whysall también dijo: “¿Quién jamás ha dicho que los que hacen semejantes cosas terribles sean cristianos? Oh, dice usted, las iglesias establecidas lo dicen. Bueno, ¿quién jamás ha dicho que las iglesias establecidas sean cristianas? Pues el papa bendijo a Mussolini, y hay prueba de que otros papas cometieron actos viles en el pasado. Bueno, ¿quién dijo que ellos eran cristianos? . . . Ningún cristiano puede guerrear contra otro cristiano... sería como si un hombre estuviera luchando contra sí mismo. Los cristianos verdaderos son hermanos y hermanas en Jesucristo. . . . Y ellos jamás se herirían uno al otro intencionalmente.” Agregó que aun en tiempos de contienda “los cristianos verdaderos” se esfuerzan por “cultivar el amor, la armonía y la unidad.”
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Jóvenes, ¿es la moralidad bíblica el mejor camino?La Atalaya 1982 | 1 de mayo
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Jóvenes, ¿es la moralidad bíblica el mejor camino?
“Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña a sacar provecho, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar.”—Isaías 48:17.
1. ¿Por qué es la juventud un buen tiempo de la vida, pero qué actitud tienen algunos jóvenes?
“LOS días de nuestra juventud son los días de nuestra gloria,” escribió cierto poeta. Muchos jóvenes concuerdan con él, pues la juventud es un tiempo emocionante en que uno está libre de las responsabilidades pesadas de la vida adulta. Pero muchos jóvenes despliegan un deseo vehemente de asirse de todos los placeres que están disponibles tanto a los jóvenes como a los adultos. En resumidas cuentas se puede decir que su actitud es ésta: ‘Nada de esperar; queremos todos los placeres ahora mismo.’
2. (a) ¿Qué revelan las estadísticas recientes acerca de la juventud y la moralidad? (b) ¿Cree usted que estas tendencias están afectando a los jóvenes de la congregación cristiana?
2 Durante este período, denominado “la flor de la vida,” el empeño en disfrutar de todos los placeres ha resultado en que más jóvenes que en cualquier otro período de la historia moderna participen en relaciones sexuales premaritales, que se llama fornicación.a Este torrente de promiscuidad sexual ha afectado hasta a algunos jóvenes de la congregación cristiana. Como cristiano usted tal vez se pregunte: ‘¿Por qué se le hace tan difícil a una persona joven permanecer casta, especialmente durante estos “últimos días”?’—Eclesiastés 11:10; 2 Timoteo 3:1-5.
¡Se está haciendo sentir la presión!
3, 4. (a) ¿Por qué no se le hace fácil a una persona joven mantenerse casta? (b) ¿Cómo crean problemas la presión que ejercen otros jóvenes y la necesidad que tienen los jóvenes de que haya alguien que los comprenda?
3 Durante la adolescencia, hay un ‘florecimiento’ del deseo sexual. Este período, que en la Biblia se llama “la flor de la juventud,” generalmente viene acompañado de una fuerte atracción hacia personas del sexo opuesto. Por lo tanto, no es extraño si, como joven, sientes deseos sexuales que te perturban. Sin embargo, este deseo normal es avivado por el entretenimiento y los medios de publicidad de hoy día, que glorifican el sexo.—1 Corintios 7:36.
4 También puede ser intensa la presión que otros jóvenes ejercen, como lo explica una joven alumna cristiana que dice: “Hoy día es realmente difícil ser diferente. Algunas de las muchachas que asisten a mi escuela me preguntaron si yo ya había tenido relaciones sexuales. Cuando les dije que no, todas se echaron a reír. Realmente tenía ganas de llorar y decir que sí las había tenido.” Además, los jóvenes tienen necesidad del amor y comprensión, y quizás esta necesidad no se satisfaga en casa. Los jóvenes sienten cariño por un amigo o una amiga que los trate de modo “especial” y que les preste un oído compasivo. Tal estrechez en lo emocional puede resultar en intimidad sexual. Algunos jovencitos se sienten perturbados al verse invadidos por tantas nuevas emociones. Quizás se pregunten: ‘¿Pudiera ser incorrecto algo que es tan grato? ¿Es la moralidad bíblica realmente el mejor proceder?’
El mejor proceder
5. (a) ¿Qué nos dice acerca de Dios Isaías 48:17? (b) Según 1 Tesalonicenses 4:3-8, ¿cuál es la voluntad de Dios para nosotros en cuanto a lo moral?
5 Nuestro Padre celestial recordó a su pueblo escogido: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña a sacar provecho, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar.” (Isaías 48:17) ¿Cuál es ‘el camino en que debemos andar’ en cuanto a lo moral? “Esto es voluntad de Dios [o, lo que él requiere] . . . que se abstengan de la fornicación; que cada uno de ustedes sepa tomar posesión de su propio vaso [cuerpo] en santificación y honra, no en codicioso apetito sexual . . . Porque Dios nos llamó, no con permiso para inmundicia.”—1 Tesalonicenses 4:3-8.
6. (a) ¿Qué mandó el apóstol Pablo que hicieran los cristianos ungidos respecto a la fornicación, y por qué? (b) ¿Por qué debería esto hacer que los jóvenes consideren su proceder?
6 Está claro cuál es la voluntad de Dios respecto a la moralidad... ‘que uno domine su cuerpo’; que se abstenga de la fornicación y la inmundicia. Ustedes los jóvenes que han dedicado su vida a Dios han formado una unión estrecha con él y han llegado a ser parte de una organización limpia. ¡Cuánto se deleita Dios con tal proceder! Pero el que ustedes participaran en relaciones sexuales antes de casarse sería como si uno de los “miembros [ungidos] del Cristo” que están ‘unidos al Señor’ llegara a ‘unirse [sexualmente] a una ramera.’ “¡Jamás suceda eso!,” exclamó el apóstol Pablo. Sería el peor insulto que pudiera dirigirse a una relación tan preciosa. No hay otro pecado que sea precisamente igual a éste, porque “el que practica la fornicación está pecando contra su propio cuerpo.” Ciertamente, tal pecado puede destruir la relación espiritual que tenemos con Dios. Con razón Pablo insta a que “huyan de la fornicación.” ¡Sí, ‘huye’! No te detengas para razonar o debatir sobre el asunto. Aléjate lo más posible... ¡y pronto! Pero, ¿qué hay si una persona no ‘huye’ de tal conducta?—1 Corintios 6:15-18.
“Haciéndose mal a sí mismos”
7-9. (a) ¿Qué dice 2 Pedro 2:9-13 acerca de los que participan en la inmoralidad? (b) ¿Cómo ‘se han hecho mal a sí mismos’ algunos de los que han participado en conducta inmunda?
7 El apóstol Pedro dice que los de la congregación que hablaron injuriosamente de “los gloriosos” y participaron en la inmoralidad terminaron por ‘hacerse mal a sí mismos como paga por hacer mal.’ (2 Pedro 2:9-13) La “paga” por el mal comportamiento con relación a lo sexual tiene efectos más profundos que simplemente la enfermedad venérea o un embarazo ilegítimo. Destruye el amor, el respeto y la tranquilidad mental. Por ejemplo, algunos jóvenes que “se extralimitaron,” y cometieron fornicación, admitieron lo siguiente con tristeza:
“Fue una tremenda desilusión. No hubo ningún sentimiento de que habíamos hecho algo bueno ni el calor del cariño como se suponía que habría. Al contrario, de repente me di cuenta totalmente de lo mala que era la acción que había cometido.”
“Lloré toda la noche.”
“Me sentí el más vil de los canallas. Fue un sentimiento vacío, repugnante. Perdí mi sentido de dignidad y mi respeto por la muchacha. De hecho, hallé que estaba culpando a la muchacha por haber permitido que aquello sucediera.”
8 Nuestro Padre celestial nos dice que evitemos no solo la fornicación, sino también la “inmundicia.” (1 Tesalonicenses 4:7) Aunque este vocablo es de amplio alcance, se refiere a conducta que es moralmente repugnante. Por ejemplo, la masturbación es un hábito ‘inmundo’ que han practicado muchas personas jóvenes. Ciertamente aviva el “apetito sexual” y puede causar intensos sentimientos de culpa. En algunos casos en que la persona no se esforzó en serio por vencer el hábito, el modo de pensar que acompañaba a éste creó problemas después de casarse. Cierto joven quedó horrorizado al descubrir, después de casarse, que su larga práctica de autosatisfacción sexual lo hizo incapaz de proporcionar el “débito” conyugal. ¡El resultado fue meses de infelicidad!—1 Corintios 7:3.
9 Algunas parejas han participado en estimularse el uno al otro sexualmente mediante el tocarse apasionadamente las partes íntimas del cuerpo. Esto también es “inmundicia” y de ello fácilmente podrían resultar —y frecuentemente resultan— relaciones sexuales inmorales. Esta práctica puede avivar el “apetito sexual” de una persona a tal grado que se ponga verdaderamente frenética. Un joven confesó: “Uno se ve a sí mismo como un animal con deseos bestiales, lo cual resulta devastador en lo que tiene que ver con las emociones.” Conducta de esa clase ha resultado en la ruptura de compromisosb y frecuentemente en problemas para los que sí se casaron después. “Hicimos casi todo menos cometer fornicación y rayamos en eso antes de casarnos,” confesó un matrimonio joven. “Aunque conseguimos ayuda de los ancianos, las cosas nunca volvieron a ser lo mismo. Ha sido difícil recobrar el respeto mutuo que nos teníamos antes.”
10. ¿Por qué es perjudicial a las parejas solteras la “inmundicia”?
10 Si una persona no casada se pone a participar en algunas de las prácticas sexuales ‘embriagantes’ que están reservadas para el lecho conyugal, él o ella puede caer en el engaño y casarse con alguien que no tenga las cualidades que se requiere que tenga un buen esposo o una buena esposa. El interés en lo sexual tiende a cubrir diferencias importantes que reaparecen después en el matrimonio y causan problemas. No sorprende el que un estudio haya revelado que de 265 casamientos en que la novia estaba encinta, ¡después de cinco años solo 15 parejas todavía estaban viviendo juntas! Otros estudios de investigación muestran que si una persona participa en relaciones sexuales antes de casarse, él o ella tiene dos veces más probabilidad de cometer adulterio. Por lo tanto, hermanos y hermanas jóvenes, no se dejen engañar por las “palabras vacías” de los que dicen que el tener relaciones sexuales antes de casarse resulta en un matrimonio más feliz. (Efesios 5:6) Hay quienes hasta afirman que enfermará el joven o la joven que no tenga relaciones sexuales después de alcanzar la pubertad. Esto es falso. ¡Jamás han hallado los médicos enfermedad alguna que esté relacionada con la castidad! ¡Triste es decirlo, pero algunas personas que se han casado por lujuria más bien que por amor, lo han lamentado durante el resto de su vida!
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