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La actividad ministerial de los testigos de JehováLa Atalaya 1954 | 15 de mayo
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de memoria mi testimonio y comencé a cubrir mi territorio. En todo lugar que coloqué literatura concluí que las personas estaban interesadas, pues no importaba lo que decían al recibirla, yo no podía entender. Un día en el trabajo de puerta en puerta, la señora de la casa, una dama de habla hispana, me invitó a pasar y me ofreció una silla. Ante tal bondad, comencé a repetir mi testimonio, esto a pesar de que ella me dijo enfáticamente que no estaba interesada. Porque continué mi testificación me comenzó a insultar con epítetos ofensivos; no obstante yo continué predicando. No deseando admitir que ignoraba lo que significaban las palabras que me decía, empecé a mover la cabeza en señal de afirmación, y al estallar ella en ira empecé a decir “Sí, sí.” Le dejé un folleto e hice arreglos para volver, lo cual hice. Cuando volví todavía no había leído el folleto, pero me dijo que tenía una Biblia y uno de nuestros libros. Otra vez me insultó diciéndome que yo era “una bruja vieja” y diciéndome que mi poder sobre ella era más fuerte que el de ella sobre mí, ya que ella era espiritista. Todavía tratando de ocultar mi ignorancia, dije “Sí, sí” a su andanada de insultos, tomándolos equivocadamente por expresiones de gozo e interés. Leí unos cuantos versículos de la Biblia sobre el tema la Tierra nueva. Esto verdaderamente pareció gustarle, y comenzó a manifestar interés. Tres semanas después comenzamos nuestro estudio bíblico. Después de cinco meses de estudio diligente y regular esta señora asiste a todas las reuniones regularmente, participa en toda actividad del servicio y conduce estudios bíblicos con otras personas de buena voluntad. El idioma puede ser un obstáculo, pero esta vez el entenderlo bien pudiera haber sido el obstáculo. Jehová de nuevo ha demostrado sus bendiciones sobre sus esclavos en los esfuerzos que hacen por predicar las buenas nuevas. Seguramente el espíritu de Jehová dirigió tanto a la publicadora como a la otra oveja. Ahora ambas entendemos el lenguaje puro y hay gran regocijo.’”
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1954 | 15 de mayo
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Preguntas de los lectores
● ¿Es lícito cruzar plantas o animales para conseguir híbridos, en vista del decreto del Génesis de que cada clase debe producirse según su género?—F. B., Estados Unidos.
Cuando Jehová Dios creó la vida vegetal decretó que mediante vástago o semilla se reprodujera “según su género.” Cuando creó la grande variedad de criaturas acuáticas se les ordenó que se propagaran “según sus géneros,” y también “toda criatura volátil alada según su género.” (Gén. 1:11, 12, 21, NM) El requisito principal en esta discusión es la definición del término “género” como la Biblia lo usa. En las páginas 112 y 113 de “Make Sure of All Things” (“Asegúrense de todas las cosas”) se da una definición bíblica, como sigue: “Una familia o grupo de criaturas vivientes o cosas que son fértiles entre ellas mismas, pero no fértiles con otras fuera de su familia. (Es decir, cuyas células sexuales se unirán para formar, o comenzar a formar, una descendencia; pero con las de otro ‘género’ o familia son absolutamente incompatibles e incapaces de unirse.)” Esta definición es igual a la antigua definición que en un tiempo se daba a “especie.” Entonces “especie” se usaba para significar la descendencia de una sola pareja especialmente creada. Pero con el advenimiento de la falsa teoría de la evolución “especie” ha cambiado de significado y de acuerdo con el uso científico del día presente numerosas especies pueden ser todas de un solo género bíblico. Cuando acontecen variaciones dentro de un solo género los evolucionistas se refieren a algunas de ellas como nuevas especies y como evidencia de que las especies cambian; de
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