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  • ¿Está usted andando como en la presencia de Dios?

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  • ¿Está usted andando como en la presencia de Dios?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1977
w77 1/11 págs. 643-644

¿Está usted andando como en la presencia de Dios?

LA DEBILIDAD humana heredada hace necesario vigilar a muchos empleados para que no hurten ni holgazaneen en el trabajo. A eso se debe que, por ejemplo, cada oficina postal grande de los Estados Unidos tenga inspectores estacionados muy por encima de los empleados corrientes del correo. Su trabajo es detectar a todo trabajador de “dedos pegajosos” que pudiera sucumbir a la tentación de embolsarse alguna valiosa pieza de correo. Los inspectores trabajan detrás de espejos que son transparentes en una sola dirección; ellos pueden ver a los empleados, pero los empleados no pueden ver a los inspectores.

Esto no quiere decir que solo sea necesario vigilar a los empleados postales. La falta de honradez de los empleados cunde con desenfreno por todas partes del mundo, y causa pérdidas que ascienden a muchos miles de millones de dólares. Las estadísticas manifiestan que la mayor cantidad de falta de honradez, contándose en dólares, se encuentra entre los supervisores y los ejecutivos.

Es claro que ninguno de éstos estaría pecando si estuviese andando como si fuese en la presencia de Dios. El andar en la presencia de Dios significa, ante todo, tener fe en que Dios realmente existe. La evidencia que llega a nuestros sentidos desde todo lo que nos rodea testifica de la existencia del Creador, Jehová Dios. Y también las páginas de Su Palabra, la Biblia. Pero el creer que Dios existe no basta, tal como su Palabra nos recuerda: “Tú crees que hay un solo Dios, ¿verdad? Haces bastante bien. Y sin embargo los demonios creen y se estremecen.” (Sant. 2:19) Tenemos que ir más allá de eso. Es preciso que tengamos fe en la justicia, la sabiduría y el poder de Dios; es preciso que comprendamos que él sabe lo que sucede en la Tierra, entre los hombres, y se interesa en ello.

Sí, Dios lo ve todo; sus facultades de visión son muy superiores a las de un inspector postal y Él no necesita espejos de transparencia en una sola dirección para impedir que los humanos lo vean. El que sea personalmente que tome nota de todo, o lo haga por medio de su inmensa organización angélica, no viene al caso. El efecto, el resultado, es el mismo: “Los ojos de Jehová están en todo lugar, vigilando a los malos y a los buenos.” Podemos estar seguros de que “no hay creación que no esté manifiesta a la vista de él, sino que todas las cosas están desnudas y abiertamente expuestas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.” Note, tenemos que dar cuenta a Dios.—Pro. 15:3; Heb. 4:13.

El hecho de que tenemos que dar cuenta a Dios debería hacer que tomáramos en serio el andar como en su presencia. Significa que andemos, es decir, que nos comportemos, con el conocimiento de que Dios está vigilando continuamente lo que hacemos. Moisés, profeta de Jehová y caudillo antiguo de Israel, fue uno que estuvo plenamente consciente de ese hecho, pues de él leemos que “continuó constante como si viera a Aquel que es invisible.” Dios de veras le era real y también debería serlo para nosotros.—Heb. 11:27.

El que andemos en la presencia de Dios impedirá que nos metamos en dificultades con él, pues significa que temeremos desagradarle, por saber que no hay modo de escapar de sus juicios. Eso impedirá que entremos en el derrotero del inicuo, de quien está escrito que “no hay pavor de Dios enfrente de sus ojos.” (Sal. 36:1) El hecho de que el temor de Dios impide que cedamos a la tentación y así nos metamos en dificultades se puede ver de la respuesta que dio el joven José, el hijo favorito del patriarca Jacob, cuando fue importunado por la esposa de su amo egipcio Potifar: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?” (Gén. 39:9) Él andaba como si fuese en presencia de Dios, como si Dios lo estuviese vigilando siempre, como si él pudiera ver a Dios siempre. El proceder así le sirvió de salvaguarda.

Sea que los ataques de nuestro adversario, Satanás el Diablo, vengan en forma de tentaciones hacia entregarnos a la conducta inmoral y otras formas de egoísmo, o en forma de presiones hacia transigir en nuestra lealtad a Jehová Dios, nuestra única seguridad se encuentra en andar como si fuese en la presencia de Dios. Eso significa que Dios tiene que ser muy real para nosotros. Para obtener ayuda con el fin de adquirir esa actitud tenemos que pensar en Dios. Una de las maneras en que podemos hacer esto es por medio de orar con regularidad a Dios. Si hacemos un hábito de la oración, instintivamente Le pediremos ayuda cuando nos veamos ante tentaciones o presiones. El orar a Dios fortalece nuestra fe, pues la oración es una expresión de fe, y Dios contesta las oraciones que se le dirigen de la manera apropiada y en cuanto a los asuntos apropiados. (1 Juan 5:14, 15) Pero se entiende que tenemos que hacer lo que nos corresponde; tenemos que trabajar en aquello por lo cual oramos, de todo corazón.—Fili. 4:6, 7.

Una manera en que podemos hacer eso es aumentando nuestro conocimiento de Jehová Dios mediante un estudio de su Palabra y las ayudas bíblicas que él ha provisto. Podemos beneficiarnos mediante las reuniones de congregación semanales. Mientras más lleguemos a conocer a Dios, más lo amaremos y más estará él en nuestros pensamientos y será el objeto principal de nuestros sentimientos. Por supuesto, todo esto requiere tiempo, y por esa razón el apóstol Pablo nos da esta amonestación: “Vigilen estrechamente que su manera de andar no sea como imprudentes, sino como sabios, comprándose todo el tiempo oportuno que queda, porque los días son inicuos.” Es cierto que necesitamos cierta cantidad de tiempo para proveer cosas honradas a la vista de todos los hombres, cierta cantidad de tiempo para comer y dormir, pero más allá de eso, ¿estamos gastando mucho tiempo en excesos en la recreación, la búsqueda del placer o las aficiones?—Efe. 5:15, 16.

Una razón por la cual el desafuero está en aumento en estos días peligrosos es que la gente está menos consciente que nunca de que Dios lo ve todo y que toda persona tiene que rendirle cuentas. Si somos sabios no vamos a pasar por alto estos hechos, sino que a todo tiempo vamos a andar como si fuera en la presencia de Dios.

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