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¡Despertad! 1970
g70 8/7 págs. 27-28

“Tu palabra es la verdad”

Nadab y Abiú... ejemplos amonestadores

LOS nombres de Nadab y Abiú no están entre los nombres bíblicos mejor conocidos. Además de estar alistados en las genealogías bíblicas, solo se mencionan en relación con tres incidentes breves. Pero estos pocos incidentes bastan para hacer significativo el registro bíblico de ellos para todos los que se interesan en agradar a Jehová Dios y conseguir vida eterna.

Nadab y Abiú, junto con Eleazar e Itamar, fueron hijos del primer sumo sacerdote de Israel, Aarón el hermano del profeta Moisés. Como hijos de Aarón compartían su honor, porque eran sus auxiliares sacerdotales. Y Nadab, el primogénito, era el siguiente en línea para ser sumo sacerdote al morir su padre.—Éxo. 28:1.

Para comenzar, Nadab y Abiú fueron especialmente favorecidos al familiarizarse con Jehová Dios de manera singular a principios de la jornada de Israel por el desierto. Estuvieron entre los seleccionados cuando Dios invitó a Moisés, Aarón y setenta “hombres de más edad” de Israel a encontrarse con él en el monte Sinaí. Entonces estos “hombres distinguidos . . . consiguieron una visión del Dios verdadero y comieron y bebieron.” De modo que aquí Nadab y Abiú tuvieron el honor de estar entre “hombres distinguidos” de Israel que eran de mucha más edad que ellos.—Éxo. 24:1-11.

Al año siguiente Aarón y sus cuatro hijos fueron instalados en el sacerdocio, una ceremonia impresionante que presenció todo Israel. Esto de nuevo hizo que Nadab y Abiú, así como sus hermanos y su padre, disfrutaran de prominencia extraordinaria. Entonces los cinco tuvieron que permanecer a la entrada de la tienda de reunión durante siete días. Al octavo día éstos empezaron a funcionar como sacerdotes, ofreciendo sacrificios a favor de Israel.—Lev. 8:1–9:24.

Evidentemente antes de terminar ese octavo día Nadab y Abiú procedieron a obrar por su propia iniciativa. ¿Estuvieron considerando frívolamente estas actividades solemnes, o se les había subido a la cabeza toda esta prominencia, de modo que obraran con orgullo y ambición? Presuntuosamente “Nadab y Abiú, tomaron y trajeron cada uno su braserillo y pusieron en ellos fuego y sobre él colocaron incienso, y empezaron a ofrecer delante de Jehová fuego ilegítimo, que él no les había prescrito. Con esto salió un fuego de delante de Jehová y los consumió.”—Lev. 10:1, 2.

¡Qué precio pagaron por no comprender y apreciar su propia posición! Evidentemente pensaron como piensan tantos jóvenes hoy día, que saben más que sus padres y por eso no los necesitan para que les suministren guía e instrucción y llevar la delantera para ellos. Es obvio que Nadab y Abiú carecían también de amor y respeto a su padre, pues de otra manera hubieran notado la reverencia de él a la adoración de Jehová y jamás hubieran pensado en ofrecer incienso que Dios no les había prescrito.

Bien puede haber sido que algo que contribuyera a su falta de respeto a los aspectos serios del servicio sacerdotal haya sido el haber bebido vino u otra bebida semejante en aquella ocasión. Esto bien pudo haberles dado una actitud frívola y llevarlos a hacer algo tan presuntuoso y tan imprudente como ofrecer fuego ilegítimo. Por lo menos esto parece desprenderse de las instrucciones de Jehová a Aarón poco después de este incidente: “No bebas vino ni licor embriagante, tú ni tus hijos contigo, cuando entren en la tienda de reunión, para que no mueran. Es estatuto hasta tiempo indefinido para sus generaciones, tanto para hacer distinción entre la cosa santa y la profana y entre la cosa inmunda y la limpia, como para enseñar a los hijos de Israel todas las disposiciones reglamentarias que Jehová les ha hablado por medio de Moisés.”—Lev. 10:8-11.

Puesto que el apóstol Pablo nos asegura que “estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado,” ¿qué podemos aprender del derrotero de Nadab y Abiú?—1 Cor. 10:11.

Más de una sola cosa. Ante todo, se pudiera decir que se denota una advertencia a todos los hijos primogénitos para que no piensen muy elevadamente de sí mismos. Es muy probable que Nadab el primogénito haya llevado la delantera en este asunto. Entre otros hijos primogénitos que no resultaron buenos estuvieron Caín, el primogénito de Adán; Esaú, el primogénito de Isaac; Rubén, el primogénito de Jacob y Amón, el primogénito del rey David.

También este registro tiene para todos los jóvenes una lección sobre mostrar respeto a sus mayores, acudir a ellos para obtener guía, especialmente si esos padres son personas que temen a Dios. Los jóvenes deben ejercer cuidado para no permitir que se desarrolle una “brecha entre generaciones” entre ellos y sus padres y otros mayores, porque esta brecha conduce a que se vuelvan malos. Claramente la Palabra de Dios aconseja: “Honra a tu padre y a tu madre.” “Observa, oh hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no abandones la ley de tu madre.” Ciertamente si Nadab y Abiú hubieran tenido esta actitud mental acerca de su padre no hubieran fracasado.—Éxo. 20:12; Pro. 6:20.

En este registro también hay una advertencia contra la presunción, pues ilustra el principio: “¿Ha venido la presunción? Entonces vendrá la deshonra.” (Pro. 11:2) Si se nos favorece con privilegios especiales y recibimos prominencia extraordinaria, no debemos permitir que esto nos proporcione una opinión demasiado elevada de nosotros mismos. A menudo las personas que caen en esa falta quieren decir a sus superiores lo que deben hacer en vez de comprender modestamente que necesitan obtener dirección.

Y finalmente hay la advertencia en cuanto al peligro de caer uno bajo la influencia indebida de las bebidas alcohólicas. Es verdad, la Biblia nos dice que uno de los dones de Dios es el vino que “regocija el corazón del hombre mortal,” y que debemos dar “vino a los que están amargados de alma.” También se nos dice que un poco de vino es bueno para el malestar estomacal y otros males.—Sal. 104:15; Pro. 31:6; 1 Tim. 5:23.

Pero, ¿es prudente tomar vino o alguna otra bebida alcohólica cuando uno tiene deberes serios que desempeñar, cuando uno necesita pensar claramente y tener firme dominio de todas las facultades físicas y mentales? El Dr. M. A. Block, una autoridad sobre el efecto del alcohol en el cuerpo, dice que “el alcohol lo eleva a uno del estado de la realidad a un estado mental más agradable y deseable,” y que “con alcohol en la sangre el conductor de un vehículo quizás crea que está haciendo mejor las cosas cuando realmente las está haciendo peor.”—Vital Speeches of the Day, 15 de septiembre de 1969.

Sí, las bebidas alcohólicas estimulan las emociones y deprimen los procesos mentales. Con buena razón declaró el sabio rey Salomón: “El vino [en exceso] es burlador, el licor embriagante es alborotador, y todo el que se extravía por él no es sabio.” Por lo tanto, los cristianos deben ejercer cuidado tanto en cuanto a la ocasión como en cuanto a la cantidad que ingieren de tales bebidas. Y constituiría parte de usar discreción el no participar de esas bebidas precisamente antes de ocuparse en el ministerio o mientras se desempeña, y así evitar el ofender innecesariamente.—Pro. 20:1.

Verdaderamente, se puede aprender mucho de los ejemplos amonestadores de Nadab y Abiú según se encuentran en la Palabra de Dios, la Biblia.

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