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Respeto a la santidad de la sangreLa Atalaya 1962 | 15 de marzo
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que alimentación intravenosa. El hecho es que alimenta o sostiene la vida del cuerpo. En armonía con esto se halla una declaración en el libro Hemorrhage and Transfusion, por Jorge W. Crile, A.M., M.D., quien cita una carta procedente de Denys, médico francés e investigador primitivo en el campo de las transfusiones. Dice: “Al ejecutar transfusión no es otra cosa sino nutrir por camino más corto que el usual—es decir, colocar en las venas sangre que está toda hecha en vez de ingerir alimento que solo se convierte en sangre después de varios cambios.”
19, 20. (a) En vista de los desarrollos constantes de la terapia médica, ¿cómo puede uno determinar sí el tratamiento que envuelve el uso de la sangre ha de aceptarse o rechazarse? (b) ¿Qué excelente ejemplo puso David en este respecto, mostrando respeto a la santidad de la sangre?
19 En vista del énfasis puesto sobre el uso de la sangre en el mundo médico, constantemente están siendo recomendados nuevos tratamientos en que está envuelto su uso. Pero prescindiendo de que sea sangre íntegra o un componente de la sangre, de que sea sangre tomada del propio cuerpo de uno o tomada de alguna otra persona, de que se administre como una transfusión o como una inyección, aplica la ley divina. Dios no ha dado al hombre la sangre para que la use como pudiera usar otras sustancias; él requiere respeto a la santidad de la sangre.
20 ¡Cuán excelente ejemplo de respeto a esta ley fue puesto por el rey David que temía a Dios! Antes de que los enemigos del pueblo de Dios hubiesen sido arrojados del país, los filisteos tenían un baluarte en Belén cerca de Jerusalén, y en una ocasión “David mostró su deseo intenso y dijo: ‘¡Ay si yo tuviera un trago del agua de la cisterna de Belén, que está a la puerta!’ ” Sí, deseaba que los filisteos se hubieran ido y que él pudiera estar libre para ir a esa cisterna y refrescarse con su agua. Pero al oírlo expresarse así, “tres [hombres valientes] se abrieron paso a fuerza dentro del campamento de los filisteos y sacaron agua de la cisterna de Belén, que está a la puerta, y vinieron cargándola y llevándosela a David.” Lo que trajeron no fue otra cosa que agua, pero hicieron esto arriesgando su vida, y David lo sabía. “Y David no consintió en beberla, sino que la derramó a Jehová. Y pasó a decir: ‘¡Ni se piense, de parte mía, con relación a mi Dios, el que yo haga esto! ¿Es la sangre de estos hombres lo que debería beber a riesgo de sus almas? Porque fue a riesgo de sus almas que la trajeron.’ Y no consintió en beberla.” (1 Cró. 11:16-19; 2 Sam. 23:15-17) David respetaba la ley de Dios. No solo se abstuvo de sangre de animales; evitó el agravio mucho más craso de consumir sangre humana. Sí, él evitó hacer cosa alguna que aun pareciera ser una violación de esa ley. Era un hombre conforme al corazón de Dios. Es un derrotero semejante de obediencia desde el corazón lo que hoy impele a los cristianos maduros a abstenerse absolutamente de cualquier práctica en que esté envuelto el abuso de la sangre. Por amor a Dios ellos respetan la santidad de la sangre.
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Todos debieran testificarLa Atalaya 1962 | 15 de marzo
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Todos debieran testificar
“El programa de evangelismo de una congregación está fuera de su centro cuando se deja toda la testificación al pastor. También está fuera de su centro cuando el pastor espera que su gente testifique y no los equipa, entrena y organiza para esta obra básica. Él debe ser un testigo para testigos y un entrenador y organizador de testigos.”—The Lutheran Witness del 20 de octubre de 1959.
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