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El gozo de participar en la adoración verdaderaLa Atalaya 1980 | 15 de febrero
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llegaron a ser sacerdotes.” (2 Sam. 8:18) El que se les llamara “sacerdotes” significa que eran ministros u oficiales de estado y, en aquella capacidad, deben haber pronunciado juicios.
En vista de la importancia de Jerusalén, el salmista continúa diciendo: “Pidan la paz de Jerusalén. Los que te aman, oh ciudad, estarán libres de cuidado. Continúe la paz dentro de tu antemural, libertad de cuidado dentro de tus torres de habitación.” (Sal. 122:6, 7) Era sumamente apropiado que los israelitas oraran por la paz o bienestar de Jerusalén, puesto que era la capital de la nación y el centro de la adoración. El amar a la ciudad por lo que ésta era estaba en armonía con la voluntad de Dios. Por lo tanto, todos los amadores de la ciudad, es decir, todos los amadores de la adoración verdadera y la justicia, podían contar con el favor divino y disfrutar de seguridad, ‘libertad de cuidado’ o ansiedad. Lo que el salmista estaba pidiendo en oración era que hubiera paz dentro del antemural o fortificaciones de Jerusalén, que estuviera seguro el bienestar de la ciudad. Esa seguridad incluiría las torres de habitación de las residencias reales fortificadas.
Especialmente debido a que la ciudad era el centro de la adoración de Jehová, el que ella disfrutara de paz era lo más conveniente para toda la nación. Así, al orar por la paz de Jerusalén, el israelita estaba buscando el bien de sus compañeros israelitas. Esto se pone de manifiesto en las siguientes palabras del Salmo 122: “Por amor de mis hermanos y mis compañeros ciertamente hablaré ahora: ‘Haya paz dentro de ti.’ Por amor de la casa de Jehová nuestro Dios ciertamente seguiré buscando el bien para ti.”—Sl 122 Vss. 8, 9.
Hoy día la adoración verdadera ya no está asociada con una ciudad específica o a una ubicación geográfica en particular. Jesucristo dijo a una samaritana: “La hora viene cuando ni en esta montaña [Gerizim], ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. . . . No obstante, la hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren.”—Juan 4:21-23.
De modo que, en vez de orar por un lugar en particular, apropiadamente los siervos de Dios oran los unos por los otros y por la paz de la congregación cristiana como un todo; esta congregación hoy día pone en alto la adoración verdadera delante de todas las demás personas. En cuanto a las reuniones de esta congregación, ¿son los sentimientos de usted como los del salmista? ¿Le regocija estar con otras personas que tienen una fe tan preciosa como la de usted? ¿Está tan interesado en el bienestar de la congregación como lo estaba el salmista en la paz de Jerusalén? Si así es, está viviendo en armonía con el espíritu del Salmo 122.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1980 | 15 de febrero
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Preguntas de los lectores
● Si un hombre (o una mujer) huye con el cónyuge de otra persona, ¿podría ser perdonado y aceptado de nuevo en la congregación cristiana?
Esta situación se presenta con alguna frecuencia entre personas que no tratan de vivir en armonía con las normas bíblicas. En contraste, es infrecuente entre los que se asocian con el pueblo de Jehová, lo cual hace que la situación sea más escandalosa si llega a presentarse. Sin embargo, no es necesario pensar que un caso de esa índole deba tratarse de acuerdo con alguna regla humana. Como sucede en el caso de otros pecados, antes de que el individuo que hubiera cometido este mal pudiera ser aceptado por Dios y Su pueblo, tal pecador tendría que arrepentirse y claramente mostrar los frutos del arrepentimiento.
Los tratos de Dios con los israelitas indican que él, en ciertas ocasiones, perdonó hasta pecados escandalosos y persistentes. (Deu. 4:30; Isa. 55:7; 57:16-18; Zac. 1:3, 4) Jesús habló del “gozo [que hay] en el cielo por un pecador que se arrepiente.” Entonces ilustró el punto con la historia del hijo pródigo que malgastó el dinero en un derrotero de disolución con rameras. Cuando el hijo recobró el juicio, regresó y buscó el perdón por haber pecado contra el cielo y contra su padre; el padre lo perdonó afectuosamente.—Luc. 15:1-7, 11-24.
No obstante, la Biblia también muestra que
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