Salmos

¿Cómo puede usted ser feliz?

EL FAMOSO jurista inglés Blackstone declaró que las leyes de Dios sobre la justicia están tan inseparablemente vinculadas a la felicidad de cada individuo que, sin adherirse a la ley divina, no se puede alcanzar la felicidad. Esto es razonable, dado que la cualidad sobresaliente del Creador del hombre es el amor y, por lo tanto, todas sus leyes tienen como propósito promover el mayor bien de sus criaturas inteligentes.

Es por eso por lo cual la verdadera felicidad en todo aspecto de la vida depende de tener un temor saludable al Dios Todopoderoso. Se da énfasis a esto en el Salmo 128, donde leemos: “Feliz es todo el que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Porque comerás el afán de tus propias manos. Feliz serás y te irá bien. Tu esposa será como vid que produce fruto en las partes más interiores de tu casa. Tus hijos serán como plantones de olivos alrededor de tu mesa. ¡Mira! Así será bendecido el hombre físicamente capacitado que teme a Jehová. Jehová te bendecirá desde Sión. También ve tú el bien de Jerusalén todos los días de tu vida, y ve a los hijos de tus hijos. Haya paz sobre Israel.”—Sl 128 Vss. 1-6.

Una persona demuestra que le tiene respeto apropiado al Creador si camina en Sus senderos, se conforma al proceder que él traza, y observa Sus mandamientos. Personas que se adhieren a la ley divina no desperdician sus recursos, sino que manejan sus asuntos de manera sabia y hacen trabajo bueno y de alta calidad. Por lo tanto, con la bendición de Dios, disfrutan de las provisiones para las cuales trabajan, y se sienten verdaderamente felices y seguros.

A la esposa del hombre que teme a Dios se le compara con una viña que da mucho fruto. ¿Por qué? Una viña necesita alguna clase de apoyo, como el de un palo. De igual manera, al beneficiarse del buen apoyo de su esposo y al ser madre de los hijos de él, la esposa es como una viña que da mucho fruto; se siente feliz y contenta de llevar a cabo sus deberes en lo más íntimo del hogar.

A los hijos de la pareja feliz se les asemeja a sarmientos de un olivo. Los mugrones o sarmientos de un árbol ya crecido suelen usarse para dar comienzo a nuevos árboles. También es posible que un árbol viejo haga brotar retoños desde sus raíces y se perpetua de esta manera. Como los retoños de un olivo, los hijos rodean al padre, y contribuyen su parte a la felicidad de la familia.

Cuando este salmo fue puesto por escrito, la sagrada arca del pacto, que representaba la presencia de Dios, se hallaba en el monte Sión. Por lo tanto, puesto que el Altísimo estaba habitando allí de manera representativa, podía decirse que toda bendición venía desde Sión o Jerusalén. Dado que Jerusalén era el centro de la adoración verdadera, el bienestar de los israelitas, individualmente, estaba estrechamente ligado al bienestar de Jerusalén. Por lo tanto, el individuo se beneficiaba de ver el bien de Jerusalén todos los días de su vida... una vida larga que le permitiría ver a sus nietos.

La felicidad que podía lograrse al obedecer las leyes de Dios no se limitaba a los israelitas como individuos. La nación entera podía disfrutar de ella, si era obediente. Es apropiado, pues, que el salmista, expresándose en oración, concluya: “Haya paz sobre Israel.” (Sal. 128:6) Sí, que el pueblo de Dios pueda disfrutar de paz y seguridad en todo momento.

Si usted desea la clase de felicidad a la cual se alude en el Salmo 128, considere cuidadosamente la Biblia y déjese guiar por sus normas. Compruebe, por su propia experiencia, que la verdadera felicidad proviene de obedecer las leyes de Dios.