Un buen lugar en donde predicar
CUANDO Cristo estuvo en la tierra dió el mandato de “ve y declara por todas partes el reino de Dios.” (Luc. 9:60) Este mandato no aplicó únicamente a sus seguidores del primer siglo, sino que también aplica a los de este siglo veinte. Él hizo que esto se entendiera claramente cuando predijo que en los últimos días “estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada.” (Mat. 24:14) Esa predicación la están llevando a cabo hoy día los testigos de Jehová.
Han hallado que la ciudad de Nueva York es un buen lugar en donde obedecer el mandato de Jesús. Es una ciudad que tiene un buen sistema de transporte y millones de personas que viven en estrecha proximidad sobre 200,000 acres de tierra. Esto hace posible que los testigos hablen con un gran número de personas en el espacio de unas cuantas horas.
El profeta Isaías dijo que “el pequeño vendrá a ser mil.” (Isa. 60:22, Mod) Esto ha sido muy cierto en la ciudad de Nueva York. Hace veintiséis años sólo había en ella una congregación de testigos de Jehová. Hoy día tiene sesenta y nueve congregaciones, con más de ocho mil testigos activos en proclamar las buenas nuevas del reino de Dios. Estos ministros están conduciendo más de 5,600 estudios bíblicos en los hogares de los residentes de Nueva York. La rapidez con que crecen aumenta de continuo.
Se puede atribuir este crecimiento al hecho de que han estado haciendo lo que predijo el rey David hace casi tres mil años: “Conversarán de la gloria de tu reino, y hablarán de tu fortaleza; para dar a conocer a los hijos de los hombres los poderosos hechos de él, y la gloria de la majestad de su reino.”—Sal. 145:11, 12, Mod.
A medida que los seguidores de Cristo del primer siglo predicaban de casa en casa en Jerusalén se encontraban con judíos de muchas naciones. En el día del Pentecostés, por ejemplo, tuvieron el privilegio de hablar a una grande muchedumbre compuesta de personas que hablaban muchos idiomas. La Biblia dice acerca de esto: “La multitud se juntó y se azoraron, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.”—Hech. 2:6.
Nueva York también es una ciudad de muchos idiomas. En 1950 había en ella más de dos millones quinientos mil ciudadanos nacidos en el extranjero y casi dos millones con padres nacidos en el extranjero o de padres mixtos. A estas personas no se les está predicando en la manera milagrosa en que le predicaron a la muchedumbre los discípulos en el Pentecostés; pero, sea como fuere, están oyendo las buenas nuevas del reino de Dios en su propio idioma por medio de ayudas impresas para el estudio de la Biblia y por medio de testigos que pueden hablar estos idiomas.
Dado que es una ciudad tan mixta, Nueva York realmente es un lugar excelente en donde celebrar la asamblea internacional de los testigos de Jehová. Los delegados visitantes tendrán muchas oportunidades espléndidas para predicar en su propio idioma.
Habrá amplio territorio para que participen en el ministerio todos los testigos mientras estén allí, pero puede que las circunstancias en que se hallen difieran bastante de aquellas a que están acostumbrados. Una cosa que es bueno saber es que los neoyorquinos por lo general son muy impacientes y quieren que los que vienen a sus puertas declaren el objeto de su visita en el menor número de palabras posible. Esto exige el uso de introducciones llamativas y breves, así como también el uso de sermones que tengan un tema que se destaque con claridad desde el principio hasta el fin. Los testigos de Jehová descubrirán que, en muchos casos, tendrán que predicar a través de mirillas, sin poder ver más del amo de casa que el ojo. En otros casos se esperará que hablen a través de puertas cerradas. Nueva York les proporcionará una buena oportunidad para demostrar su habilidad como ministros.
Está escrito en Proverbios 1:20: “La sabiduría verdadera misma sigue clamando a gritos en la calle misma. En las plazas públicas sigue dando su voz.” Esto fué cierto en los días de los apóstoles, porque ellos predicaron públicamente en las calles y plazas de mercado. También es cierto hoy en lo que concierne a la obra que los testigos de Jehová están haciendo. Ellos también están declarando la sabiduría de Dios en los lugares de concurrencia pública. Nueva York se adapta bien a esta clase de predicación. Tiene muchas calles frecuentadas y plazas públicas con aceras anchas y amplias. Los que asistan a la asamblea hallarán que éstas se prestan bien a la obra con los carteles y las revistas.
Durante los ocho días que se celebrará la asamblea este verano los testigos que vienen de visita no querrán perderse la experiencia de declarar las buenas nuevas del Reino en esta gran ciudad. Su predicación celosa hará que reciba el más tremendo testimonio al nombre y propósitos de Jehová que se le haya dado en cualquier tiempo.