¿Realmente quiere usted ley y orden?
¿REALMENTE quiere usted ley y orden? Y, si los quiere, ¿qué clase de ley y orden quiere usted?
¿Podría usted interesarse simplemente en la ley y el orden que le permitan a usted seguir viviendo como ha vivido, quizás esforzándose por realizar ciertas ambiciones personales libre de perturbación?
¿O se interesa usted en la clase de ley y orden que fija normas de conducta justas, basadas en altruismo, amor y respeto a los derechos de otros? En su interés por los derechos de otros, ¿entran en su consideración los derechos de Dios?
Algunas personas preferirían excluir a Dios del asunto. Pero ley y orden genuinos jamás pueden venir así. Ningún sistema de régimen diseñado por los hombres ha producido todavía ley y orden duraderos. Los sistemas antiguos declinan, nuevos sistemas surgen, duran por algún tiempo y luego ellos mismos son reemplazados por otros. Las leyes existentes por lo regular se revisan debido al descontento general con ellas o porque son ineficaces en cuanto a impedir abusos y delitos.
La lealtad a los códigos humanos constantemente se debilita en toda la Tierra. Cada vez es más grande la cantidad de las personas que solo obedecen las leyes que las favorecen o que no estorban sus miras y ambiciones. Aun militares, cuando se les captura y amenaza o se ejerce presión en ellos, violan los códigos de conducta de sus países. Algunos que resisten tales presiones, voluntariamente violan otros códigos de conducta cuando están libres.
Los humanos necesitan ley de una fuente superior a simples criaturas imperfectas como ellos mismos para dar lealtad plena y constante a esa ley. Solo la ley procedente de Dios puede atraer una lealtad de esa clase.
A todas las personas que realmente quieren esa ley y ese orden verdaderos, Dios les extiende una invitación para que disfruten de vida en la Tierra bajo su gobierno celestial. (Mat. 24:14) Pero no obliga a nadie a hacer esto. Los que optan por rechazar la ley y el orden de Dios tienen libertad para hacer eso. Sin embargo, tienen que aceptar las consecuencias de su selección.
Rechazando la ley y el orden de Dios
La Palabra de Dios muestra que cada persona tiene que aceptar la responsabilidad de su actitud para con las leyes de Dios. Dice: “Porque he llamado pero ustedes siguen rehusando, . . . cuando lo que los llena de pavor venga justamente como una tempestad, y el propio desastre de ustedes llegue aquí justamente como un viento de tempestad, cuando la angustia y los tiempos difíciles les sobrevengan a ustedes . . . seguirán llamándome, pero yo no responderé; seguirán buscándome, pero no me hallarán, por razón de que odiaron el conocimiento, y no escogieron el temor de Jehová. No consintieron en mi consejo; le mostraron falta de respeto a toda mi censura.”—Pro. 1:24-30.
Las personas que rechazan las normas elevadas de Dios no tendrán su protección cuando este sistema termine. Dios no está obligado a ayudar a esas personas. La Biblia dice: “Comerán del fruto de su camino, y se hartarán de sus propios consejos. Porque el renegar de los inexpertos es lo que los matará, y lo despacioso de los estúpidos es lo que los destruirá.”—Pro. 1:31, 32.
Hoy muchas personas están ‘renegando,’ es decir, están actuando traidoramente contra Dios y sus leyes. Jóvenes y adultos se están rebelando contra toda ley y todo orden, particularmente los de Dios. Pero a tales individuos se les llama “inexpertos.” Realmente no saben de qué hablan. Carecen de sabiduría y entendimiento.
Otros simplemente están dispuestos a flotar a la ventura y andar por el camino que menos dificultades les presente, como si las cosas fueran a disiparse y de alguna manera mejorar sin que ellos tengan que hacer nada. Pero, como muestra la Biblia, eso es estupidez. Jehová Dios ha decretado el fin de este sistema, y tanto los renegados como los que siguen por el camino de menos dificultades descenderán con éste. No tendría sentido seguir a éstos, ¿no es verdad?
Obedeciendo la ley y el orden de Dios
El derrotero razonable y sensato es acudir a Jehová, aprender cuáles son sus leyes, y luego obedecerlas. La Palabra de Dios promete a los que lo hacen: “En cuanto al que me escucha, él residirá en seguridad y estará libre del disturbio que se debe al pavor de la calamidad.”—Pro. 1:33.
Sí, el que presta atención a la sabiduría de Jehová y hace Su voluntad va a estar seguro cuando el desastre azote a este sistema. Ése es el que sobrevivirá para entrar en el nuevo orden de Dios, como dice la Biblia: “Busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente sean ocultados en el día de la cólera de Jehová.”—Sof. 2:3.
El conocimiento de la Biblia, la Palabra de Dios, es el mismísimo corazón de aprender la ley y el orden de Dios. Y no se puede aprender en una hora o dos. A algunas personas les parece que deben aprender todo acerca de los propósitos de Dios sin hacer ningún esfuerzo verdadero. Un científico en el libro Behind the Dim Unknown indicó lo irrazonable de esta actitud. Hizo notar:
“Dios ciertamente no es menos complejo y de menos facetas que Su universo. . . . nadie parece esperar saberlo todo acerca de la astronomía después de un solo curso de enseñanza superior. No obstante, continuamente me asombro de los que esperan que Dios sea algo menos intrincado e imponente que el universo y que exigen respuestas completas a todas las preguntas en cuanto a Dios durante un discurso de una hora, en el transcurso de una discusión informal de una noche, o, aun peor, de parte de su maestro de escuela dominical elemental.”
Puesto que la clave de la vida es el conocimiento de Dios, le invitamos a aprovecharse del curso especial de estudio bíblico de seis meses que los testigos de Jehová ofrecen a todas las personas que en ello se interesan, gratis. Centenares de miles de personas de todas partes de la Tierra están aprendiendo actualmente las enseñanzas verdaderas de la Biblia de esta manera. En el retiro de su propio hogar usted podrá escudriñar las Escrituras para ‘asegurarse de todas las cosas.’—1 Tes. 5:21.
Pronto los sistemas humanos actuales serán lanzados a confusión y caos en una “tribulación grande como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder.” (Mat. 24:21) Este cambio drástico viene por medio de ejecutar Dios sus juicios justos. Usted estará envuelto en ese cambio de una manera u otra, para vida o para muerte.
Si usted verdaderamente desea lo que es correcto, si desea ver ley y orden verdaderos, entonces querrá proceder como dice el Gran Juez y Dador de Vida: “No olvides mi ley, y observe tu corazón mis mandamientos, porque largura de días y años de vida y paz te serán añadidos.”—Pro. 3:1, 2.