¡Cuide su fuerza!
GENERALMENTE estamos alerta contra nuestras debilidades, para no caer. Pero ¿se le ocurrió a usted alguna vez que debemos cuidar nuestras cualidades fuertes? Las buenas cualidades desarrolladas al exceso pueden convertirse en flaquezas que produzcan nuestra caída.
Está escrito en la Biblia: “No quieras ser demasiado justo ni demasiado sabio: ¿para qué quieres destruirte? Lo mejor es adoptar un curso, y sin embargo no evitar el otro; el que teme a Dios evitará ambos extremos.” (Ecl. 7:16, NC; 7:18, Mo) Debemos esforzarnos por hacer lo que es propio, y evitar los extremos de la injusticia y la vanagloria de rectitud propia. Debemos buscar el conocimiento, pero no ambiciosamente el eclipsar a otros y llegar a ser sabios en nuestro propio concepto. Eso operaría para nuestra ruina.
Debe reinar unidad y armonía en la organización de Jehová. Pero el llevar esto a uniformidad rígida sería incorrecto. La unidad de organización no requiere el reprimir la variedad y la individualidad. Debemos tener el valor de ser nosotros mismos.
El pueblo de Jehová debe mostrar amistad y ser sociable. Pero la sociabilidad extremada consume el tiempo y hace a uno sentirse perdido cuando está solo. El individuo que no puede estar solo es superficial. Con razón se aburre con su propia compañía. Una persona de riqueza interior a menudo desea la soledad y se retira para estar sola para estudiar, meditar y orar. Jesús lo hacía. ¿Recuerda?
El entrenamiento teocrático debe darnos confianza, pero no debemos llegar a ser demasiado confiados y exhibir arrogancia. Nuestra convicción en la veracidad de la Palabra de Jehová debe ser fuerte y debemos explicarla con confianza, pero el llegar a ser inflexibles y dogmáticos sería un extremo imprudente. Debemos hablar con la dulzura y modestia de la sabiduría madura que no necesita ser reforzada por la arbitrariedad.
Algunos naturalmente son cándidos, francos y no se muerden los labios, lo cual sólo es loable. Pero ellos tienen que guardarse de llegar a ser faltos de tino, bruscos y mordaces. Otros son muy discretos, saben dónde parar. Si llegamos a ser demasiado discretos podemos llegar a ser inciertos y evasivos, debilitando el mensaje de Jehová hasta que pierda su objetivo.
Si una de sus fuerzas es el ser concienzudo en cuanto a deber, cuídese de exagerado sentido de ello y perfeccionismo autoatormentadores. Usted es un trabajador diligente. Eso es loable. Pero no sea exigente al grado de ir más allá de los requisitos prácticos de un asunto, agotándose innecesariamente, y quizás ocasionándose un agotamiento. La actividad intranquila que no sea equilibrada mediante períodos razonables y naturales para reposo de la mente y el cuerpo es suicidio lento, no sacrificio.
Siga las reglas sencillas de vida sana que usted ha aprendido que surten efecto para usted, y goce de la vida. Aplique estas reglas demasiado estrictamente y usted llegará a ser un caprichoso concentrado en sí mismo que constantemente está lamentándose y hablando acerca de su salud, comida y bebida, vitaminas y minerales.
Si usted es de una naturaleza amorosa y afectuosa, cuídese de que su afecto no se vuelva sentimentalismo dulce y sin principios. No limite su afecto amigable a unos cuantos favoritos. No sea parcial. Usted tiene muchos hermanos. Ensanche su corazón y un sinnúmero de buenos amigos hallará lugar en él. Es verdad que Jesús amó a Juan en particular, atraído a él debido a parentesco interior, espiritual, los dos siendo amorosos y valientes. Pero Jesús no limitó su amistad a Juan solo, ¿no es verdad? Tampoco debe usted limitar la suya.
No pocos de ustedes son elocuentes y tienen facilidad de palabra, estando dotados de una libre afluencia de pensamientos y palabras. Controlen este don. No dejen que las palabras fluyan sin cauce definido o con detalle innecesario. No monopolicen las conversaciones. Un buen conversador también es un buen oyente. No hablen demasiado y digan poco. Más bien que decir poco con muchas palabras, digan mucho con pocas. “Es parco en palabras quien tiene la sabiduría.” Por eso cuenten sus palabras y ustedes harán que sus palabras cuenten. Rebose con verdad, sí; pero no charlotee. Recuerde, aun el silencio puede ser elocuente a veces. “Aun el necio, si calla, pasará por sabio, y por prudente si cierra sus labios.”—Pro. 17:27, 28, NC.
Por eso mientras estamos alerta contra nuestras debilidades vigilemos nuestras fuerzas, recordando: “El que teme a Dios evitará ambos extremos.”