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Rindiendo servicio sagrado de toda almaLa Atalaya 1977 | 15 de diciembre
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muchedumbre,” el estímulo que Pedro da aquí para ‘que se haga lo sumo posible’ aplica a cada persona que quiere disfrutar de las bendiciones del Reino.
22 Este no es un tiempo en el cual disminuir nuestro servicio sagrado. Más bien, Pedro nos hace este llamamiento: “¡Qué clase de personas deben ser ustedes en actos santos de conducta y hechos de devoción piadosa, esperando y teniendo muy presente la presencia del día de Jehová!” (2 Ped. 3:11, 12) Jesús no dio la asignación de hacer discípulos a los ángeles, esperando que se materializaran para efectuar la obra de separar a las “ovejas” y las “cabras.” Más bien, la dio a los que demuestran ser sus seguidores verdaderos tanto por su servicio como por su devoción de toda alma. (Rev. 12:17) Ahora es el tiempo en el cual estar agradando a nuestro Rey celestial por medio de participar con regularidad en la actividad del Reino, y no por medio de ofrecer un sacrificio lisiado o desanimado de alabanza por medio de servicio poco frecuente o irregular.—Mal. 1:6-8; Luc. 13:24, 25.
23. ¿Qué maravillosas expectativas tienen los que ahora le rinden servicio sagrado a Dios con toda el alma?
23 A medida que llenamos nuestra vida de servicio sagrado rendido de toda alma, podemos tener la seguridad de que estaremos entre la feliz muchedumbre de sobrevivientes del Armagedón que se regocijarán en continuar ese servicio día y noche delante del trono de Dios después de haber terminado la grande tribulación. Y como nos dice Revelación 7:17: “El Cordero, que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida.” ¡Qué maravillosa expectativa tenemos ante nosotros si continuamos rindiendo servicio sagrado a Jehová con toda el alma!
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¿Qué quiso decir el sabio?La Atalaya 1977 | 15 de diciembre
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¿Qué quiso decir el sabio?
Lo sabio de evitar los extremos
Es muy fácil para los seres humanos imperfectos perder el equilibrio y ver cualesquier asuntos desde un punto de vista extremado. Por lo tanto, el rey Salomón dio esta admonición: “No te hagas justo en demasía, ni te muestres excesivamente sabio. ¿Por qué debes causarte desolación? No seas inicuo en demasía, ni te hagas tonto. ¿Por qué debes morir cuando no es tu tiempo? Mejor es que eches la mano al uno, pero del otro también no retires tu mano; porque el que teme a Dios saldrá con todos ellos.”—Ecl. 7:16-18.
La persona que es justa en demasía se preocupa demasiado por asuntos de poca importancia. Por ejemplo, da tremenda importancia a cosas que son procedimientos o métodos estrictamente humanos, asuntos que no se manifiestan en las Escrituras. Cuando ve que alguien muestra una bondad, o quizás obra con misericordia, quizás objete fundándose en que se ha pasado por alto cierto “protocolo.” Es muy semejante a los fariseos que no se regocijaron por el maravilloso alivio que Jesucristo daba a los afligidos en el sábado, sino que se enfurecieron y llegaron a la conclusión de que el Hijo de Dios había violado la ley al ejecutar curaciones en aquel día. (Mar. 3:1-6; Luc. 14:1-6) Las personas que son justas en demasía suelen no pensar en lo que sería misericordioso, amoroso o ayudador hacer. Llevan las reglas hasta lo
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