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  • ¿Qué quiso decir el sabio?
    La Atalaya 1978 | 1 de marzo
    • son nocivos y destruyen la fe. Por otra parte, las palabras de los que tienen sabiduría en armonía con la guía divina obrarán como aguijones que incitarán a los oyentes o lectores a adelantar en armonía con la sabiduría que se expresa. También, los que se ocupan en coleccionar sentencias, es decir, dichos sabios genuinamente dignos de consideración, son como clavos. Esto puede ser porque sus buenas palabras, que reflejan la sabiduría de Jehová Dios, pueden servir para estabilizar y apoyar a los oyentes.

      Resumiendo su entera investigación, dice Salomón: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque esto es el deber todo del hombre. Porque el Dios verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala.” (Ecl. 12:13, 14) Un temor o respeto sano al Creador nos protegerá contra el adoptar en la vida un derrotero temerario que pudiera acarrear sobre nosotros incalculable dificultad. También, el reconocer que nada pasa inadvertido para el Creador puede servir como incentivo que lleve a la observación de sus mandamientos. El Altísimo juzgará todas las cosas, incluso las cosas que están escondidas de la vista de los seres humanos. Puesto que sus mandatos tienen el fin de promover nuestro bienestar duradero, ¿no es correcto y verdaderamente sabio observarlos?

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1978 | 1 de marzo
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Qué quiso decir Dios cuando le dijo a Jonás que en la ciudad de Nínive había más de 120.000 personas “que de ningún modo saben la diferencia entre su mano derecha y su izquierda”?

      Jehová Dios envió al profeta Jonás a Nínive para anunciar la inminente ruina de ésta. Entonces todo el populacho se arrepintió, de modo que Dios optó por perdonar a la ciudad. Jonás respondió mal a ese desenvolvimiento, y Dios le dijo: “¿No debería yo sentir lástima por Nínive la gran ciudad, en la cual existen más de ciento veinte mil hombres que de ningún modo saben la diferencia entre su mano derecha y su izquierda, además de muchos animales domésticos?”—Jonás 4:11.

      De esto, algunos comentaristas han entendido que había 120.000 jóvenes (quizás de menos de cinco o siete años de edad) en la ciudad, de modo que calculan que su población total era de 600.000 personas. Esos comentaristas aluden a la ocasión en que Dios le dijo a Moisés que los únicos que entrarían en la Tierra Prometida serían los “pequeñuelos” o “los hijos de ustedes que hoy día no saben lo bueno ni lo malo.” (Deu. 1:39) También, se ha dicho que si Jehová estaba dispuesto a perdonar a Sodoma si había solo diez justos en ella, no hay duda de que su misericordia lo hubiera impelido a perdonar a una ciudad grande en la cual hubiera 120.000 jóvenes que ni siquiera hubieran aprendido cuál mano era la derecha y cuál la izquierda.—Gén. 18:22-32.

      Sin embargo, es interesante el hecho de que entre los “pequeñuelos” de Deuteronomio 1:39 evidentemente había jóvenes de hasta diecinueve años de edad. (Núm. 14:29) Además, en Jonás 4:11 a las 120.000 personas no se les llamó “pequeñuelos” sino adam, la palabra hebrea que significa “hombres” o “seres humanos.” También, indudablemente debe haber habido más de diez niñitos en Sodoma; por lo tanto, de lo que Dios hablaba allí era de diez adultos responsables, justos. En consecuencia, en Jonás 4:11 Jehová pudo haberse referido a la población general de Nínive como una población de 120.000 seres humanos que, de hecho, no sabían la diferencia entre su mano derecha y su izquierda.

      Con esta descripción obviamente Dios no quiso decir que eran tan ignorantes mentalmente que no pudieran distinguir entre una mano y la otra, pues la evidencia arqueológica testifica de los logros técnicos de los ninivitas. Más bien, lo que Dios indicó fue que esencialmente los ninivitas no poseían ninguna norma sana para juzgar lo que era apropiado o lo que no era apropiado desde el punto de vista de Dios. Cuando Jonás presentó el mensaje de Dios, entonces pudieron distinguir entre lo bueno y lo malo y se arrepintieron, se volvieron de lo malo.

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