Felicidad en un mundo inestable
“LAS cosas han cambiado desde que yo era joven,” lamenta el sabio que deplora el que hayan pasado los “buenos tiempos de antaño”. Muchos expertos convendrán y algunos de ellos indicarán que el último año de normalidad del mundo fué el de 1913. Desde entonces, guerras y cataclismos multiplicados han conducido a seudoedificadores mundiales de un proyecto frenético a otro en busca de un “nuevo orden de cosas” factible. Sus fracasos continuados hacen recordar lo dicho por Salomón, que discernió en su día pacífico este desatino.
“Los hombres quizás digan de algo, ‘¡Ah, esto es nuevo!’—pero existió mucho tiempo antes de nuestra época. He visto todo lo que acontece en este mundo; es asunto vano e inútil. Usted no puede enderezar lo que es torcido, ni puede contar los defectos de la vida. Me dediqué a grandes obras, edifiqué mansiones, planté viñedos, puse jardines y parques . . . Me hice más y más rico, . . . Pero cuando me volví para ver todo lo que había logrado con mi afán y dificultad, entonces todo era vano e inútil. Nada en este mundo vale la pena. Porque ¿qué podrá hacer el que suceda al rey? Nada aparte de lo que ya ha hecho el rey.”—Ecl. 1:10, 14, 15; 2:4, 5, 9, 11, 12, Mo.
Desde 1914 d. de J.C. la lógica de Salomón relativa a la transformación del mundo asume más significado que nunca antes. Porque ahora presenciamos el cumplimiento de guerras globales, catástrofes, cataclismos y temores que Jesús dijo que esperáramos como una señal segura de su aparición con autoridad del Reino. (Mat. 24; Mar. 13; Luc. 21) Correspondería con la guerra en el cielo que resultaría en lanzar a Satanás y sus demonios a la tierra para rugir de ira y esperar su fin que ahora se aproxima en el Armagedón. (Apo. 12:7-12) ¡En realidad qué inútil es ahora buscar felicidad duradera por medio de este viejo sistema de cosas!
De nada sirve que seudooptimistas profeticen mejores mañanas para estos gobiernos. Aun mientras alardean, guerra y lucha civil destrozan el Oriente. El oso de Rusia, en constante temor de insurrección, gruñe y expele a desleales líderes satélites. Y al Occidente no le va mejor. Francia baraja sus gabinetes como si jugara a los naipes y escoge primeros ministros de una bolsa de arrebatiña política. El gobierno laborista de Inglaterra trabajó en vano aun para mantenerse vivo. Y en los Estados Unidos, la potestad más influyente de la tierra, se ha hallado corrupción en los puestos más elevados.
Pero seguramente se hallará que la apreciada “religión cristiana” del Occidente es una fuerza moral para la estabilidad mundial. Así les gustaría creer a su clero bien pagado y a sus adherentes. ¿Pero dónde se halla tal fuerza?
¿Han permanecido tales fes con firmeza a favor del cristianismo verdadero? En tal caso, ¿por qué la tendencia tanto por protestantes como por católicos de adoptar la evolución despreciadora de Dios mientras profesan creer la Biblia? Y ¿por qué será que las tenazas del comunismo atraviesan la Europa central y occidental católica, haciendo peligrar hasta el mismo Vaticano y promoviendo especulación de una posible abdicación papal y retirada del colegio de cardenales a un refugio en el Hemisferio Occidental? ¿Por qué, en vista de todo esto, sigue la cristiandad orando y orando sin resultado? Santiago contesta:
“Ustedes desean, y sin embargo no tienen. Siguen asesinando y codiciando, y sin embargo no pueden obtener. Siguen peleando y guerreando. No tienen debido a que no piden. Piden, y no obstante no reciben, porque están pidiendo para un propósito malo, para que puedan gastarlo en los deseos vehementes que ustedes tienen por placer sensual.”—Sant. 4:2, 3, NM.
Sí, Dios conoce a la cristiandad rebelde, sabe cómo sólo usaría su favor hacia ella por egoísmo, por placer sensual. Por eso él se lo rehusa y amonesta que su hipocresía la arrojará a la destrucción en el Armagedón a manos de los mismos príncipes políticos que ella ha engañado. Pero sus ojos y oídos pesados y embotados no pueden notar esto. La cristiandad está ofuscada y tambaleante.—Apo. 17; Isa. 29:9-11, Mo.
Entonces ¿quién en el mundo es feliz en estos tiempos? En su sermón del monte Jesús describió la clase de personas que serían gozosas. Diferentes de la cristiandad pomposa y jactanciosa, él dijo que estas personas tendrían “hambre y sed de justicia” y estarían “conscientes de su necesidad espiritual”. Él dijo que estarían llorando por las condiciones de este viejo sistema, así que serían hechos felices por las nuevas del nuevo reino de Cristo. Ellos serían los mansos, anuentes a aprender. Serían misericordiosos a otros y puros de corazón respecto a sus intenciones, anuentes a usar la Palabra de Dios correctamente. Él une a estos felices con los predicadores mundiales de su reino mencionados en Mato 24:14 por la descripción común a ambas clases de que serían odiados por causa de su nombre y justicia. Aquí les dice que salten de gozo por esa razón y, “Resplandezca su luz delante de la humanidad, para que vean sus obras rectas y den gloria a su Padre que está en los cielos.”—Mat. 5:3-16, NM.
¿Qué prueba tenemos de que tal felicidad exista en 1952? La Europa insegura recibió un testimonio de ello el verano pasado. En medio de la misma inestabilidad de esos muchos gobiernos y pueblos confundidos acabados de mencionar, una cadena de convenciones internacionales se celebró a través de la porción occidental de ese continente. En vez de tener miras políticas o sectarias, estas asambleas se hicieron para equipar a los ministros cristianos de Jehová, sus testigos modernos, para su obra de predicar las nuevas del reino de Dios.
Estas asambleas emitieron confianza. Los que llevan el anuncio del Reino tienen confianza en la Palabra de Dios de que la guerra universal del Armagedón abrirá los portales hacia un glorioso nuevo mundo para la humanidad. Esta es una confianza posible sólo para los que ahora representan el reino de los cielos. Su rey, Cristo Jesús, ya ha ganado la victoria inicial contra Satanás el Diablo, el fundador de la idea “cortina de hierro”. Mediante censura, prejuicio, enseñanzas religiosas equivocadas y la persistente inestabilidad mundial, ese gran dictador trata de mantener a toda la humanidad preocupada detrás de una cortina de hierro y lejos del mensaje liberador del Reino.
¡Regocíjese al saber que el Diablo fracasará! Aun ahora el anuncio del Reino penetra en toda nación. Sus portadores gozosos están determinados a seguir adelante, aumentando su testimonio del reino de Dios y su estabilidad y bendiciones. Su felicidad y obras rectas son como luces en un mundo oscuro. Qué gozo es decir a más y más oyentes, “¡Regocijaos, oh naciones, con su pueblo!”—Rom. 15:10.