Invierta ahora en un porvenir seguro
EN VERDAD, usted puede hacer muy poco para proteger sus bienes materiales. Es cierto que el gastar el dinero de modo más prudente y el usar frugalmente el crédito pudiera aliviar un poco la presión. Pero la mayoría de los factores que afectan la economía están totalmente fuera de su control. No obstante, hay algo que usted puede hacer para proteger la tranquilidad de espíritu y el bienestar de que disfruta. La Biblia dice: “La sabiduría es para una protección lo mismo que el dinero es para una protección; pero la ventaja del conocimiento es que la sabiduría misma conserva vivos a sus dueños”. (Eclesiastés 7:12.)
Esta sabiduría va más allá de la simple erudición seglar. “Porque Jehová mismo da la sabiduría; procedentes de su boca hay conocimiento y discernimiento” (Proverbios 2:6). Usted puede adquirir esta sabiduría si invierte tiempo en estudiar la Biblia. ¿Cómo obra esto como “protección”? En primer lugar, el conocimiento acerca de la Biblia le da una nueva perspectiva de la crisis económica que estamos atravesando hoy día. Usted se da cuenta de que estamos viviendo en lo que la Biblia llama “los últimos días” (2 Timoteo 3:1-4). Inevitablemente, este confuso y caótico sistema de cosas será arrasado en el día de juicio de Dios (2 Pedro 3:12, 13). Y como advierte Proverbios 11:4: “Las cosas valiosas no serán de ningún provecho en el día del furor”.
Cuando usted llega a conocer y entender estas cosas, se libra de muchas de las inquietudes que resultan de vanas búsquedas materialistas. No se desespera por conservar las cosas materiales que posee ahora, pues sabe que las riquezas son efímeras. Y no se desanima si no puede tener lo último en artículos de lujo. “Porque nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” (1 Timoteo 6:7, 8.)
Hasta los que están “seguros” económicamente se pueden beneficiar de la sabiduría piadosa. El apóstol Pablo dijo además, en 1 Timoteo 6:17, 18: “Da órdenes a los que son ricos en el presente sistema de cosas que no sean altaneros, y que cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios, que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas; que trabajen en lo bueno, que sean ricos en obras excelentes”. Hasta en tiempos bíblicos las riquezas materiales eran en el mejor de los casos “inseguras”. Los cristianos ricos, por lo tanto, tenían que darse cuenta de que cualquier seguridad que el dinero supuestamente produjera era mera ilusión. Tenían que ‘cifrar su esperanza’ en Dios.
Sin embargo, esto no quería decir que la vida había de ser una vigilia pasiva, una espera ociosa del “fin” que había de venir. Ellos habían de ‘trabajar en lo bueno, ser ricos en obras excelentes’. Esto obviamente significaba que había que dedicar mucho tiempo y energía a ello. Y hoy muchas personas desaparecen ante la mención de ‘trabajo’. Pero ¿qué hay de usted? ¿Está dispuesto a seguir el derrotero que recomienda la Biblia? ‘No estoy seguro’, sería la respuesta de muchos. Probablemente usted querría saber primero cómo se beneficiaría de hacer eso. ¿Qué envuelve tal derrotero? ¿Vale en realidad la pena todo el tiempo y el esfuerzo que se requiere? Apliquemos a este asunto algunos principios básicos de inversión para ayudarle a obtener algunas respuestas claras.
Evalúe sus inversiones
Los factores que implican riesgos, la valoración crediticia o solvabilidad, las perspectivas futuras, un cálculo aproximado de las ganancias, así como los beneficios complementarios, son cosas que un negociante listo investiga antes de comprometer sus recursos a un proyecto. ¿Cómo pudiera aplicar esto a su consideración para determinar si desea ‘cifrar su esperanza en Dios’, o no?
En primer lugar, considere lo que significa tener una buena “valoración crediticia”. Básicamente indica que a uno se le considera confiable, basándose en cómo se ha desempeñado uno anteriormente. Si se sigue esta lógica, la valoración del actual sistema económico sería extremadamente baja. Además, ¿cuánta confianza puede uno en realidad tener en los líderes religiosos y políticos?
Por otro lado, ¿cómo se pudiera considerar a Dios en lo que toca a confiabilidad? El juez Josué había dedicado toda su vida a servir a Dios. Los años que había pasado marchando penosamente por el desierto árido, peleando batallas y juzgando a una nación obstinada no habían debilitado su confianza en Dios. Confiadamente declaró: “Ahora, ¡miren! hoy me voy por el camino de toda la tierra, y ustedes bien saben con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado para ustedes. Ni una sola palabra de ellas ha fallado” (Josué 23:14). Jehová ha establecido para sí un registro de confiabilidad que supera por mucho el de cualquier institución humana. Las inversiones que se hagan en una promesa que Él respalde tienen una base tan sólida como una roca.
¿Qué hay de los factores que implican riesgos? La regla general es: ‘Mientras mayores sean las ganancias prometidas de la inversión, mayor es el riesgo’. Una razón por la cual uno arriesga demasiado cuando confía en una institución humana es que el hombre mismo tiene poder, previsión y vida muy limitados. La Biblia amonesta apropiadamente: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna. Sale su espíritu, él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos” (Salmo 146:3, 4). No obstante, los que confían en las promesas de Dios no se corren tales riesgos. Como Soberano del universo, ¡Jehová tiene recursos ilimitados! Nadie puede frustrar su propósito. Ni siquiera la muerte misma puede impedir que una persona reciba las “ganancias” de la “inversión” que ha hecho de servicio fiel, pues Jehová promete resucitar, si fuera necesario, a los siervos fieles. (Juan 5:28, 29; Hechos 24:15.)
¿Qué hay de las perspectivas y “ganancias” futuras, y los beneficios complementarios, de tomar la decisión de confiar en Dios? El Hacedor de este planeta prevé algo mucho mejor para la Tierra que la galopante inflación, la extensa contaminación, la incontenible violencia y la cada vez más intensa carrera de armamentos. Ha prometido, en lugar de todo eso, “causar la ruina de los que están arruinando la tierra” (Revelación 11:18). Hará “cesar” las guerras y los armamentos que se usan en ellas (Salmo 46:9). Nadie hará “temblar” a los justos habitantes de la Tierra, pues las amenazas de violencia y muerte serán cosas del pasado (Miqueas 4:4). ¿Pudiera uno tener mejor perspectiva para el futuro?
¡“Invierta” ahora!
Sin embargo, recuerde que hay que trabajar duro para recibir esas bendiciones. Esto cuesta tiempo y esfuerzo. Pero ¿no vale la pena el poder disfrutar de un porvenir seguro? Para ilustrar el punto: En una de sus parábolas Jesús habló de un “comerciante viajero” que procuraba invertir en perlas excelentes. “Al hallar una perla de gran valor, se fue y prontamente vendió todas las cosas que tenía y la compró.” (Mateo 13:45, 46.) La persona que aprecie la promesa que ha hecho Dios de un Reino justo hará lo mismo que el hombre de esta parábola. Lo pondrá en primer lugar en su vida. Para esa persona, bien vale la pena el sacrificio. (Mateo 6:33.)
De modo que, ¿en qué invertirá usted? ¿Será como los israelitas de la antigüedad, quienes en vano fueron en pos de bienes materiales en vez de los intereses de la adoración de Dios? Ellos trabajaron muy duro para tener casas lujosamente enmaderadas. No obstante, el profeta Ageo los comparó a un hombre que “se alquila por una bolsa que tiene agujeros” (Ageo 1:4-6). ¡Imagínese la desilusión de descubrir que el dinero que uno ha ganado mediante su duro trabajo ha desaparecido por el agujero de un monedero! Los bienes materiales hoy día son así de inciertos y fugaces.
Por lo tanto, instamos a todos y cada uno de ustedes a asirse de las promesas de Dios y confiar en él plenamente. Mediante el estudio continuo y diligente de la Biblia, y mediante la aplicación del sabio consejo que ésta contiene, usted puede alcanzar las más grandiosas bendiciones, ¡incluso la de vida eterna en un Paraíso en la Tierra! Ésos son los dividendos que se pagan por invertir ahora en el porvenir seguro que Dios promete en su Palabra. (Efesios 3:20, 21.)
[Ilustración en la página 5]
Después de una vida de servicio confiable, Josué pudo decir acerca de las promesas de Jehová: “Ni una sola palabra de ellas ha fallado”
[Ilustración en la página 6]
El ir en pos de bienes materiales es como ‘alquilarse por una bolsa que tiene agujeros’