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  • Los apócrifos—¿de Dios o de los hombres?
    La Atalaya 1960 | 15 de octubre
    • Esdras y de Nehemías, y entonces el ángel del Señor “sacudió la llama de fuego del horno.” (BC) Después de esto sigue el cántico, el cual es muy parecido al Salmo 148. El cántico, sin embargo, hace referencia al templo de Jehová, a sacerdotes y querubines, lo cual no cuadra de ninguna manera con la condición desolada de Jerusalén en aquel tiempo. Consta de sesenta y ocho versículos que fueron interpolados entre los versículos 23 y 24 de Daniel 3.

      Susana y los ancianos, capítulo 13 de Daniel, relata cómo dos ancianos formaron un complot contra una mujer virtuosa porque ella se negaba a tener relaciones con ellos, haciendo que se le sentenciara a morir. El joven Daniel expone la duplicidad de ellos por medio de interrogarles separadamente. Los ancianos mueren, Susana se salva y Daniel llega a ser famoso. Si esto verdaderamente le sucedió al joven Daniel, ¿por qué aparece como apéndice y porque se escribió primero en griego, igual que los otros dos agregados a Daniel, cuando el libro mismo se escribió en hebreo y arameo?

      El escrito apócrifo restante que hay que considerar es la Destrucción de Bel y el dragón. En la primera mitad Daniel expone un engaño practicado por los sacerdotes de Bel de comer alimento puesto delante de Bel y supuestamente consumido por el ídolo. Al mandársele que adore a un dragón vivo, él hace que éste estalle por medio de darle de comer una mezcolanza compuesta de betún, cebo y pelo. Por esto sus devotos hacen que Daniel sea arrojado al foso de los leones. Mientras está allí un ángel toma del pelo al profeta Habacuc, quien por casualidad se halla lejos, y lo lleva hasta el foso para darle a Daniel un plato de potaje. Después de siete días Daniel es librado y sus enemigos son echados a los leones. ¿Se recomienda semejante cuento a nuestro juicio como la Palabra de Dios?

      Una autoridad resumió el caso contra los escritos apócrifos diciendo: “No han tenido la sanción de la Iglesia judía ni de la cristiana primitiva; . . . carecen por completo del espíritu profético . . . ; no sólo no pretenden tener inspiración sino que lamentan la falta de ella; se caracterizan en muchos pasajes por un aire de romance y de mitología ajenos a la grandeza sencilla de la Biblia; se contradicen a sí mismos y a algunos hechos bien conocidos de la historia seglar; enseñan doctrinas no contenidas en la Biblia. . .; y aparentemente nunca fueron citados como autoridad por el Señor ni por sus apóstoles.”—Dictionary of Religious Knowledge, Abbott, págs. 50, 51.

      Verdaderamente los apócrifos no son de Dios sino de los hombres. ¡Qué falta de entendimiento y de aprecio se muestra al colocar sus escritos en el mismo nivel que los de la Palabra de Dios, la Biblia! Bien puede aplicarse a los apócrifos la advertencia de Pablo de no prestar atención a fábulas judías.—Tito 1:14.

  • “La iglesia depende de que el Estado la vaya llevando”
    La Atalaya 1960 | 15 de octubre
    • “La iglesia depende de que el Estado la vaya llevando”

      Bajo el encabezamiento supracitado el escritor Bo Stromstedt, en el Expressen de Estocolmo del 6 de enero de 1959, concluyó un artículo que trataba de si debieran o no separarse el Estado y la Iglesia, como sigue: “No puede evitarse; ciertamente le daría un aspecto más limpio, y al mismo tiempo sería la única cosa correcta desde el punto de vista de la ley acerca de libertad religiosa, si la Iglesia abandonara de una vez por todas la idea de conseguir que se le lleve en el viejo caballo del Estado y al contrario se atreviera a embarcarse ‘sola en un barco frágil’, como tienen que hacerlo todas las otras denominaciones. Pagando ella sola todo el pasaje.”

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