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Un pueblo celoso de obras excelentesLa Atalaya 1975 | 1 de octubre
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cosa olvidada. Consideraremos todo contacto con otra persona como una posible oportunidad de compartir nuestra fe. El interés personal en las personas de características de oveja hará que sea un gozo para nosotros poder usar nuestro tiempo y habilidades en enseñarles. Convencidos del valor sobresaliente de las buenas nuevas, bondadosamente continuaremos ofreciéndoselas aun a los que inicialmente las rechazan. Sí, “en todas las cosas” nos esforzaremos por demostrar que somos “ejemplo de obras excelentes.”—Tito 2:7.
23. ¿Qué nos mueve a persistir en obras excelentes, y qué esperanza nos da esto para el futuro?
23 Nuestro motivo para practicar obras excelentes brota de un deseo profundamente arraigado de demostrar nuestro amor a Jehová y probar que el interés que tenemos en nuestro prójimo es igual al que sentimos por nosotros mismos. (Mat. 22:37-39) Al acercarse la “grande tribulación,” tratamos con mayor vigor de ‘obrar lo que es bueno para con todos.’ (Gál. 6:10; Rev. 7:14, 15) Confiamos en que habrá abundante galardón para nuestra persistencia en las obras excelentes. Gozosamente esperamos el día venidero en el cual todos los hombres en toda la Tierra practicarán celosamente obras excelentes en apoyo del régimen del reino de Cristo.
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“Listos para toda buena obra”La Atalaya 1975 | 1 de octubre
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“Listos para toda buena obra”
LAS Escrituras inspiradas exhortan a los cristianos a estar “listos para toda buena obra.” (Tito 3:1) ¿Qué requiere esto de los siervos devotos de Dios? Requiere respuesta resuelta a las necesidades de otros. Si podemos hacer algo positivo para prestar ayuda, ciertamente no querríamos postergarlo para otro tiempo ni dejarlo para que otra persona lo haga. Más bien, deberíamos hasta estar anuentes a negarnos a nosotros mismos, si eso se hiciera necesario, para ayudar a los que lo merecen.
Hay muchas actividades que se pueden describir como una “buena obra,” provechosa a nuestro prójimo y agradable a nuestro Dios. Por ejemplo, hay la obra de estimular a nuestros compañeros de creencia por palabra y ejemplo. Hay excelente oportunidad para hacer esto en las reuniones cristianas. El apóstol Pablo instó: “Debemos buscar la manera de ayudarnos unos a otros a tener amor y a hacer el bien. No debemos seguir el ejemplo de los que tienen costumbre de no asistir a nuestras reuniones [cristianas], sino que debemos animarnos unos a otros, y más ahora que vemos que el día del Señor se acerca.” (Heb. 10:24, 25, Versión Popular) Sí, es “buena obra” estar presente con regularidad en las reuniones de la congregación cristiana, para alegrar, animar y edificar a nuestros hermanos. Aunque nosotros mismos no estemos bien físicamente, ¡qué inspiración podemos ser para otros que observan que la fortaleza desplaza a nuestra debilidad por la ayuda del espíritu de Jehová!
En esas reuniones pudiera haber quienes estuvieran deprimidos, desconsolados, abrumados en espíritu, tristes. La presencia de uno allí lo sitúa en una posición que le permite ayudarles. Es posible que la expresión de su interés en el bienestar de ellos y sus expresiones acogedoras en la conversación los mueva a empezar a pensar en cosas mejores. No ha de pasarse por alto el estímulo que pueden obtener de las respuestas que uno dé a preguntas que se hayan presentado desde la plataforma.
Realmente es el espíritu de Jehová lo que hará que uno incite a compañeros creyentes “a tener amor y a hacer el bien.” Ese espíritu sobre Jesucristo le hizo posible “consolar a todos los que están de duelo; . . . darles una prenda de adorno para la cabeza en vez de cenizas, el aceite de alborozo en vez de duelo, el manto de alabanza en vez del espíritu desalentado.” (Isa. 61:2, 3; Luc. 4:17-21) En imitación de Jesucristo, ¿está usted, con la ayuda del espíritu de Dios, dando tal consuelo aun a los que todavía no están relacionados con usted en la fe?
El que participemos en la obra vital de proclamar las “buenas nuevas” del reino de Dios de veras puede llevar consuelo a muchos. Por consiguiente, queremos estar seguros de que estamos apartando tiempo para el servicio esencial de ir a los hogares de la gente en nuestro vecindario, tratando de interesarla en el mensaje de Dios para la gente de esta generación.
¡Qué fortalecedor es para nosotros mismos mientras edificamos aguante en esta obra! Puesto que la Biblia describe esta obra como una obra de buscar “ovejas” perdidas, no se puede esperar que en cada calle o en toda población o aldea hallemos una persona genuinamente comparable a una oveja. (Compare con Mateo 10:6, 14.) Por eso no debemos desanimarnos cuando encontramos a personas que no responden. Más bien, debemos querer perseverar ante la falta de respuesta así como ante contradicciones por ignorancia y blasfemas. Esa perseverancia produce aguante.—Rom. 5:3-5.
También queremos utilizar bien las oportunidades que se nos presentan al tratar diariamente con la gente para familiarizar a otros con las promesas confortantes que contiene la Biblia. Pudiéramos hablar con la gente mientras esperamos el medio de transportación, o mientras viajamos; o quizás se nos presenten oportunidades de hablar brevemente con extraños. ¿No se despliega que estamos listos para la “buena obra” cuando dirigimos la atención de la gente a lo que dice la Biblia acerca de las condiciones mundiales de hoy y el cumplimiento de la profecía? Debido a que a menudo se presentan oportunidades como ésas, pudiéramos tener como práctica nuestra el llevar con nosotros una ayuda para el estudio de la Biblia —un libro pequeño, folleto o revista— que podamos ofrecer a los que expresan algún interés en el mensaje del Reino.
La Ley que se les dio a los israelitas por medio de Moisés les mandaba que se interesaran en los que caían en la pobreza. (Deu. 15:7, 8, 11) Hoy los adoradores cristianos de Jehová deben esforzarse por estar aun más preparados mentalmente y en disposición para discernir y satisfacer, al grado que sea posible, las necesidades de sus hermanos más pobres. Merecedores de su ayuda y generosidad serían los que, a pesar de penalidades, demostraran celo por la obra del Reino y una profunda devoción a Jehová Dios. Deberíamos querer imitar la generosidad de aquel hombre llamado Cornelio. Fíjese: aun antes de su bautismo se le reconocía como hombre que “adoraba a Dios y tenía temor de él,” que daba “mucho dinero para ayudar” y “oraba siempre a Dios.” En una visión, un ángel le dijo: “Dios ha aceptado tus oraciones y lo que has hecho para ayudar a los necesitados.”—Hech. 10:2-4, Versión Popular.
En nuestro día, como en el tiempo de los apóstoles, hay representantes viajeros de la congregación cristiana mundial que van de lugar en lugar y edifican el aprecio de los hermanos al magnífico privilegio de servir a Jehová, y comparten con ellos sugerencias y experiencias útiles relacionadas con tal servicio. Estos hermanos viajeros merecen nuestro apoyo generoso y de todo corazón, como recomendó el apóstol Pablo en su carta a Tito (3:13, 14): “A Zenas el jurisconsulto y a Apolo mira de proveerlos solícitamente para el viaje, de modo que nada les falte, y que los nuestros aprendan a ejercitarse en buenas obras para atender a las apremiantes necesidades y que no sean hombres infructuosos.”—Versión Nácar-Colunga.
Por supuesto, quizás no siempre nos demos cuenta de las necesidades físicas y espirituales de nuestros compañeros de adoración, especialmente de los que viven en países lejanos. Sin embargo aunque así sea podemos rendir “buena obra” a favor de ellos. Lo que no podamos hacer personalmente a modo de llegar a los necesitados lo podemos hacer por medio de la agencia jurídica que usan los testigos cristianos de Jehová, la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. Las contribuciones remitidas a esa Sociedad se usan para el adelantamiento de los intereses espirituales por toda la Tierra. También, debido a la generosidad y prontitud de ánimo por parte de una grande muchedumbre de hermanos, la Sociedad dispone de fondos para emprender medidas de socorro inmediatas a favor de los que sufren a causa de alguna gran catástrofe o debido a la persecución que se amontone contra ellos.
Al estar “listos para toda buena obra” probamos que ponemos nuestra esperanza en Dios. Por lo tanto podemos estar seguros de que tendremos su bendición ahora y en el futuro. Esto fue lo que indicó el apóstol Pablo cuando recomendó un espíritu de generosidad. Su admonición a Timoteo fue que animara a ciertos compañeros de creencia a “que trabajen en lo bueno, que sean ricos en obras excelentes, que sean liberales, listos para compartir, atesorando para sí mismos con seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que lo es realmente.” (1 Tim. 6:18, 19) ¡Qué excelente es poder participar en la “buena obra” y así imitar a Dios, quien da generosamente a todos, tanto cosas materiales como espirituales!—Mat. 5:45; Sant. 1:5.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1975 | 1 de octubre
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Preguntas de los lectores
● Soy viuda, con hijos adolescentes, y aprendí la verdad de la Palabra de Dios hace aproximadamente un año. ¿Debo insistir en que mis hijos vayan a las reuniones de congregación, aunque se muestren renuentes a hacerlo?
Es correcto que los padres cristianos requieran de los hijos que asistan a las reuniones cristianas. La Palabra de Dios da esta amonestación: “Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es muy agradable en el Señor.” “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él.”—Col. 3:20; Pro. 22:6.
El progreso en esto, por supuesto, dependerá a grado considerable de la edad y respuesta del niño, y usted tendrá que decidir hasta qué grado es prudente ir al tomar medidas para poner en vigor lo que usted requiere.
En su caso, los hijos no han sido ‘entrenados’ desde su nacimiento en los principios de la adoración verdadera, pero todavía hay tiempo para efectuar lo bueno a favor de ellos mientras estén en la casa. “Castiga a tu hijo mientras existe esperanza,” dice el proverbio inspirado. (Pro. 19:18) Por supuesto, por lo general el obligar físicamente a un niño, particularmente a los que no son de pocos años, a asistir no es la mejor manera de manejar la situación y realmente puede ser contraproducente. Pero la combinación correcta de amoroso consejo, paciencia, comprensión y firmeza al tratar con la actitud de un niño en particular a menudo produce resultados remuneradores. No se dé por vencida en cuanto al niño ni se deje desanimar ni vencer fácilmente.
Sobre los padres está la obligación de suministrar lo necesario a sus hijos, no solo materialmente sino también espiritualmente. Quizás a los hijos no les guste ir a la escuela, pero, sabiendo lo que es mejor para un niño y teniendo respeto a la ley “de César” de que un niño vaya a la escuela hasta cierta edad o año, la mayoría de los padres no titubean en requerir que se obedezca la ley de que los hijos vayan a la escuela. Si esto es importante en lo que toca a educación seglar, ¡cuánto más importante es con relación a una educación en la ley dadora de vida de Jehová!
Pero las circunstancias varían. Si en el pasado en el hogar reinó un buen grado de consentimiento, antes que se empezaran a introducir los principios bíblicos, es probable que se requiera tiempo antes que los hijos se acostumbren a un control más estrecho por la madre. A la madre cristiana quizás le sea aconsejable, ante todo, sentarse con los hijos y explicarles bondadosamente cómo y por qué se harán ajustes en el hogar en el futuro. Esto se puede hacer progresivamente, paso a paso. Muestre por qué el consejo y los requisitos de la Biblia son razonables y producen beneficios duraderos. La vida eterna está envuelta en el asunto. El que usted reconozca que cometió errores de juicio y entrenamiento del pasado ayudará a los hijos a ver que usted, también, está cambiando su vida para amoldarse al mejor camino de Dios. Podrán ver con mayor facilidad que no está siendo arbitraria o dictatorial, que no está simplemente imponiéndoles su propia voluntad. Esto les señalará a Dios como Gobernante, y los estimulará a cooperar más fácilmente. Tenga presente la meta de asistir con regularidad, a medida que los principios bíblicos son
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