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¡Proclamen con denuedo el Reino de Jehová!La Atalaya 1990 | 15 de junio
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Después de partir de allí con rumbo a Fenice, un viento tempestuoso que venía del nordeste se apoderó de la nave. Los marineros, temerosos de encallar en la Sirte (arenas movedizas) cerca de la costa de África del norte, “arriaron los aparejos”, quizás las velas y los mástiles. Se habían pasado cuerdas alrededor del casco para que las partes de la nave no se separaran.
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