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El aborto... ¿quién tiene razón?¡Despertad! 1987 | 8 de abril
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El aborto... ¿quién tiene razón?
DOS eminentes especialistas le dicen que su hijo sólo tiene un 0,1% de probabilidades de sobrevivir. Si nace con vida, tendrá graves anormalidades y puede morir a los pocos días. ¿Qué hará usted? ¿Se arriesgará, o se someterá a un aborto?
Usted quizás piense que esa es una situación poco probable. Pero puede suceder, y en Londres de hecho sucedió. Afortunadamente el hospital respaldó la decisión de los padres de no interrumpir el embarazo. “En ningún momento se nos dijo que deberíamos decidirnos por un aborto”, explicó el padre. Ahora tienen un niño, un niño que nació sin ningún defecto físico especial.
Uno de los especialistas dijo: “Nos sentimos obviamente muy satisfechos”, y luego añadió: “El problema es que en el campo de la biología nada es 100% seguro”. Es cierto, pero el juicio equivocado de un médico (o de uno de los padres) es solo uno de los aspectos del dilema actual del aborto.
Factores conflictivos
Las cuestiones médicas y éticas en pro y en contra del aborto suscitan fuertes sentimientos. Por ambos lados hay grupos de presión que alzan sinceramente su voz para ser oídos y comprendidos, y los debates suelen ser enconados. ¿Quién tiene la razón?
Los padres mencionados al principio obviamente tomaron la decisión correcta. Pero, ¿y si los doctores hubieran acertado en el diagnóstico? Bajo tales circunstancias, ¿habría estado bien que la madre se hubiera sometido a un aborto?
Si cree que esa pregunta resulta difícil, o hasta imposible de responder, no es usted el único. No obstante, como veremos, existen principios directrices que pueden ser de ayuda. Pero, consideremos en primer lugar el enorme alcance del problema del aborto.
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El aborto... una polémica mundial¡Despertad! 1987 | 8 de abril
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El aborto... una polémica mundial
¿CUÁNTOS abortos —legales e ilegales— se llevan a cabo en todo el mundo anualmente? El libro Abortion dice que la cantidad puede ser “por lo menos igual a la de muertes de personas adultas”: aproximadamente 45.000.000. Pero la Federación Internacional de Planificación Familiar ha calculado que la cifra podría alcanzar los ¡55.000.000!
La U.R.S.S. fue el primer país que, en el año 1920, legalizó el aborto. Según un informe reciente no confirmado, en ese país hay unos 5.000.000 de casos al año. En China, ciertos funcionarios del Ministerio de la Salud han comentado que en su país la cantidad de abortos se aproxima a los 9.000.000, es decir, una tercera parte de la cantidad de embarazos. En Japón se practican más de 2.000.000 de abortos, y en los Estados Unidos algo más de 1.500.000. Gran Bretaña cuenta con cerca de 250.000 casos.
En España e Irlanda, países católicos romanos, no está legalizado el aborto libre. Sin embargo, cada año hay decenas de miles de mujeres en esos países que todavía se las arreglan para someterse a un aborto. ¿Cómo? Por supuesto, hay clínicas que realizan abortos ilegales, pero lo que muchas mujeres hacen es viajar a un país donde el aborto sea legal, y Gran Bretaña es uno de los más solicitados.
Es obvio que no se practican todos estos abortos debido a que los niños puedan nacer con algún defecto, sea físico o mental, ni debido a que los embarazos sean el resultado de violación o de incesto. Las cifras de Gran Bretaña indican que apenas un 2% de los abortos se deben a estos motivos. Entonces, ¿por qué hay tantos abortos? Se debe a dos razones básicas.
Las cuestiones básicas
En tiempos antiguos el control demográfico no representaba ningún problema. Las tribus y las naciones recibían con agrado el aumento numérico, y en contadas ocasiones tenían las mujeres motivos para limitar el tamaño de su familia. El aborto solía ser ilegal y consecuencia del adulterio o la fornicación.
En contraste, hoy en día hay países donde el mismo gobierno patrocina el aborto. Por este medio puede controlarse el índice de natalidad en algunos países donde existe el peligro de explosión demográfica.
Aunque en muchas naciones occidentales no existe tal peligro, la cantidad de abortos que se practican sigue aumentando. ¿Por qué? “Si creemos en la libertad de la mujer —recalca la portavoz de la Coalición Religiosa Pro Derecho al Aborto, de la ciudad de Nueva York— tenemos que creer que la mujer tiene el derecho de tomar sus propias decisiones morales.”
Pero, una vez que la mujer ha concebido, ¿tiene el derecho incontrovertible de optar por rechazar su papel de madre y abortar? ¿Es aceptable dicho proceder? Este es el punto focal del debate actual en pro y en contra del aborto. ¿Cuál es la respuesta?
Mucho depende de cómo se defina: ¿Qué es la vida? ¿Cuándo comienza? ¿Tiene algún derecho legal la criatura no nacida?
¿Cuándo comienza la vida?
Cuando el espermatozoide masculino une sus 23 cromosomas a los otros tantos del óvulo femenino se concibe una nueva vida humana. Desde este momento de la concepción tanto el sexo como otros detalles de la persona han quedado inmutablemente establecidos. El único cambio será el crecimiento que experimentará durante el período de nueve meses de embarazo. El Dr. John C. Willke escribe: “El decir que usted en un tiempo fue una sola célula es declarar una realidad biológica”. De modo que, ¿comienza la vida en el momento de la concepción? Muchas personas responden que sí, y para ellas el aborto equivale siempre a asesinato.
Otros sostienen que ‘la vida comienza unas veinte semanas después de la concepción inicial’. ¿Por qué opinan de ese modo? Porque es más o menos para entonces cuando la madre empieza a sentir el movimiento del feto. A partir de la vigésima semana pueden nacer fetos vivos. Normalmente se practican abortos hasta la vigésimo cuarta semana de embarazo, siendo este un plazo generalmente aceptado. ¿Es entonces cuando se considera legalmente que la criatura no nacida está viva?
En Gran Bretaña la ley no reconoce a la criatura no nacida como un ser humano. Bajo tales circunstancias un aborto nunca puede calificarse legalmente de asesinato. Pero una vez fuera del cuerpo de su madre, aunque todavía permanezca intacto el cordón umbilical, el matar a ese niño sería un delito criminal. A partir de ese momento la criatura ya tiene derechos legales. Por lo tanto, desde este punto de vista, la vida empieza legalmente al momento de nacer.
La opinión judía, expresada por el principal rabino de Gran Bretaña, concuerda con ese punto de vista. La vida no “empieza hasta el momento del nacimiento”, dice él. Y añade: “No consideramos que la destrucción de una criatura no nacida sea asesinato”. ¿Qué hay entonces del feto, el niño que está creciendo dentro de la matriz? En la obra Marital Relations, Birth Control and Abortion in Jewish Law, el rabino David M. Feldman de Nueva York expresó: “El feto es una parte desconocida, futura y potencial de ‘los secretos de Dios’”.
Opiniones en conflicto
De lo supracitado sería fácil concluir que el aborto es religiosamente aceptable. Pero no todas las religiones opinan igual. Consideremos el punto de vista oficial de la Iglesia Católica Romana.
En el año 1869 el papa Pío IX castigó con la excomunión el aborto de un embrión de cualquier edad. En 1951 Pío XII planteó de nuevo el principio diciendo: “Todo ser humano, hasta el niño que está en la matriz de su madre, recibe su derecho a la vida directamente de Dios, no de sus padres”. En 1985, en Kenia, Juan Pablo II declaró contundentemente: “Acciones como la anticoncepción y el aborto son incorrectas”.
Sin embargo, muchos católicos sostienen actualmente que este criterio está desfasado y debe ser revisado. Como resultado de ello los católicos están divididos en esta cuestión. A continuación se detallan algunos hechos.
El dilema católico romano
El cardenal Bernardin, presidente del Comité Americano de Obispos para Actividades Pro Vida, afirma que el aborto es un mal moral y que la postura oficial de la Iglesia es “obligatoria” para todos los católicos romanos. Asimismo, en el año 1982, James T. Burtchaell, profesor católico romano de teología moral de la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), escribió: “Mi argumento es sencillo. El aborto es homicidio: la destrucción de un niño”. Sin embargo, cuatro años después, el sacerdote Richard P. McBrien, presidente del departamento de teología de la misma universidad, hizo hincapié en que el aborto no es una doctrina definida de su Iglesia. a Según este punto de vista los católicos que favorecen el aborto no pueden ser excomulgados, aunque puede que se les considere desleales.
Por motivo de esta ambigüedad en las autoridades eclesiásticas, muchos católicos prominentes se declaran abiertamente en pro del aborto, entre los que se cuentan algunos sacerdotes de los Estados Unidos. Esta también es la postura de varias monjas, algunas de las cuales respaldaron un anuncio polémico a favor del aborto que apareció en un periódico, por lo que fueron amenazadas con ser expulsadas de sus órdenes religiosas.
Además, los legos católicos forman actualmente un grupo activo en pro del aborto. “Comparto la opinión de la mayoría de los legos católicos”, afirmó la Sra. Eleanor C. Smeal, presidenta de la Organización Nacional de la Mujer, en un mitin sobre el aborto celebrado en Washington D.C. Al mismo tiempo, según The New York Times, ni siquiera consideró que su apoyo al derecho del aborto pudiera hacer que fuese excomulgada de la Iglesia Católica Romana.
Se le hace cada vez más difícil a la Iglesia de Roma resolver estos puntos de vista encontrados dentro de sus filas.
Peligros del aborto ilegal
El promulgar leyes y edictos es una cosa. Sin embargo, aun contando con los mejores motivos, el que alguna autoridad trate de imponer una normativa sobre el aborto ya es otro asunto. Hay seres humanos envueltos, profunda y personalmente. Bajo presión la gente puede reaccionar de modo imprevisible.
En el caso de que un grupo antiabortista tenga éxito, sea en impedir que el gobierno legalice el aborto o en revocar la legislación existente, entonces, ¿qué? ¿Se resuelven los problemas? “Una mujer encontrará la manera [de someterse a un aborto], a veces a costa de su propia vida —comentó Marilyn Waring, miembro proabortista del Parlamento de Nueva Zelanda—, y no hay nada que los políticos o las leyes puedan hacer para detenerla.” Y este es un argumento de peso. “¿Qué es preferible?”, preguntan los que abogan a favor del aborto.
En los países en los que el aborto está legalizado, aunque todavía ocurren algunas muertes, este se practica bajo estricta supervisión médica. Por otro lado, los abortos ilegales, clandestinos, tienen un espantoso índice de mortalidad, pues suelen llevarse a cabo en condiciones insalubres y por personal no cualificado. Por ejemplo, se calcula que en Bangladesh mueren cada año 12.000 mujeres como resultado de tales abortos.
Pero en todo esto hay otro factor humano que debe ser considerado. ¿Cómo se sienten los doctores y las enfermeras al tener que practicar abortos en serie? ¿Qué precio, a nivel físico, mental y emocional, se cobra de los padres el aborto? Estas son algunas cuestiones que consideraremos a continuación.
[Nota a pie de página]
a Una “doctrina definida” es la que se considera infalible por haber sido promulgada por la Iglesia Católica Romana con autoridad papal.
[Fotografía en la página 5]
“Tenemos que creer que la mujer tiene el derecho de tomar sus propias decisiones morales”, dicen muchos
[Reconocimiento]
H. Armstrong Roberts
[Fotografía en la página 7]
Muchas mujeres son abiertamente antiabortistas
[Reconocimiento]
H. Armstrong Roberts
[Recuadro en la página 5]
Denominaciones alternativas
Los que apoyan el aborto suelen preferir que se les llame luchadores pro elección, tal como los que se oponen a esta práctica a menudo se llaman a sí mismos luchadores pro vida. Pero para mayor claridad, en estos artículos se han usado los términos proabortista y antiabortista.
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El aborto... ¿a qué precio?¡Despertad! 1987 | 8 de abril
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El aborto... ¿a qué precio?
EN GLASGOW, Escocia, dos enfermeras tuvieron “pesadillas horrorosas” y experimentaron noches de insomnio, informó The Daily Telegraph. ¿Por qué? Porque intervinieron en una operación de aborto de un niño de veinticuatro semanas, y contrario a lo esperado, siguió vivo “por un poco de tiempo”.
En Detroit, EE.UU., un feto de veintinueve semanas al que se creía que se había dado muerte dentro de la matriz de su madre mediante una inyección, fue echado en un cubo de acero inoxidable en una sala de abortos de un hospital. Pero sobrevivió. Sus llantos fueron oídos y la niñita fue llevada urgentemente a la unidad de cuidados intensivos justo a tiempo.
El aborto de fetos viables es un problema creciente según aumenta la cantidad de abortos. El avance de las técnicas médicas proporciona mejores cuidados a los niños que nacen prematuramente, de modo que actualmente es posible que un feto saludable de veintiséis semanas sobreviva, algo que hubiera sido muy difícil hace unos cuantos años. Debido a ello, en algunos países las enfermeras tienen el derecho legal de negarse a participar, por motivos de conciencia, en operaciones de aborto.
Pero, ¿y los médicos? ¿Cómo reaccionan?
El negocio del aborto
“El ser identificado públicamente como abortista es el beso de Judas”, confesó el Dr. Phillip Stubblefield en una entrevista de la revista Newsweek. De hecho, la presión pública ha resultado en que muchos médicos de los Estados Unidos dejen por completo de practicar abortos. Varias clínicas para abortos han sido destruidas por bombas, y “por todo el país tenemos clínicas que no pueden conseguir directores médicos porque los doctores tienen miedo de lo que hará la comunidad”, explicó el Dr. Stubblefield.
No obstante, la cantidad de abortos que se practican sigue aumentando. Y una de las razones quizás no sea muy difícil de deducir: es un negocio rentable.
Por ejemplo, según un informe que apareció en la revista médica Pulse de París, unos padres pagaron el equivalente a 1.000 libras esterlinas (1.400 dólares) para que a su hija adolescente se le practicara un aborto en una clínica privada. El mismo informe dice que algunas clínicas de Londres cobran hasta 2.000 libras esterlinas (2.800 dólares) por cada aborto que llevan a cabo.
En 1982 dos de las agencias para el aborto más importantes de Gran Bretaña tuvieron unos ingresos combinados de 4.500.000 libras esterlinas (6.300.000 dólares). Con respecto a esta cifra, la publicación Human Concern comenta: “El aborto es un negocio rentable”. El gobierno del Japón se niega a legalizar la píldora anticonceptiva. “La proscripción —informó The Sunday Times de Londres— se debe al cabildeo de los médicos, quienes ganan fortunas de las operaciones de aborto”. Mire donde uno mire en el mundo del aborto, lo que aflora es el dinero.
Esto no es muy sorprendente. Al encararse repentinamente a una situación traumática, como la de una adolescente soltera y embarazada, muchos padres estarán dispuestos a considerar aceptable cualquier precio para remediar la situación, especialmente si se puede practicar un aborto de un modo seguro, rápido y estrictamente reservado.
Aun así, muchos médicos se sienten cada vez más incómodos ante esta situación. Cuando comenzaba la era del aborto en Gran Bretaña, el periódico Daily Mail citó las siguientes palabras del profesor Ian Morris: “Si estuviese ahora empezando mi carrera sabiendo lo que ahora sé en cuanto a los abortos, nunca habría escogido la ginecología”, y añadió: “Detesto esa operación. Va totalmente en contra de toda mi formación médica. El entero objetivo es salvar vidas, no llevar a cabo esta forma particular de homicidio”. No cabe duda que estas son palabras fuertes, y no todos los médicos concordarán con ellas. Pero sí transmiten hasta cierto grado la repugnancia que algunos médicos instintivamente sienten con respecto al aborto.
Abortar... ¿de quién es la decisión?
Cuando una mujer se enfrenta a la cuestión del aborto, hay pocas personas, y quizás ni siquiera la misma mujer, que den consideración al padre. A menudo la decisión de someterse a un aborto la toma la mujer sola, con el apoyo de amigos íntimos y parientes. Pero “los hombres también pasan por el pesar, el sentimiento de pérdida —informa The New York Times— y también pueden experimentar mucha de la ambivalencia que experimentan las mujeres ante la perspectiva de tener un hijo”.
Algunos padres creen firmemente que también deberían tomarse en cuenta sus deseos, y que debería tener más peso su opinión antes de que la madre decida abortar a la criatura que ambos han engendrado. Después de un estudio de diez años sobre el problema, el sociólogo Arthur Shostak dijo: “Los hombres quisieran tener parte en tomar la decisión, no imponerla”. Y sin duda esta no es una actitud irrazonable.
Enfrentarse a la reacción
Sin embargo, al tomar la decisión, es la mujer, y no el hombre, quien tiene que enfrentarse a la conmoción física de todo su sistema si su gestación se interrumpe repentinamente. ¿Qué conlleva eso exactamente?
Aun después de un aborto en una etapa temprana es normal que una mujer se sienta débil y cansada. Los calambres, las náuseas y posiblemente las hemorragias también son comunes. Cuando el aborto se lleva a cabo en una etapa más avanzada, las consecuencias de la interrupción del embarazo pueden durar hasta una semana o más según disminuye el nivel hormonal. Otros factores adicionales a los que encararse son los pechos doloridos y un sentimiento de depresión. Efectivamente, el tener un aborto puede ser una experiencia dolorosa, algo que solo la mujer entiende, y raras veces es una elección fácil.
Un factor más importante aún es que, emocional y mentalmente, el efecto de un aborto puede ser devastador. El problema es que, en tanto que la reacción física puede ser inmediata y esperada, las heridas mentales y emocionales aparecen con posterioridad y tardan más en sanar, si algún día llegan a sanar. Un corresponsal del periódico londinense The Times escribe: “Hablando desde el punto de vista de alguien que de vez en cuando tiene que tratar a nivel profesional con pacientes que han tenido abortos, puedo decir que estas personas suelen estar muy perturbadas por muchos años después de la intervención”. ¿Cuán serio es este problema?
“Ahora parece que la seriedad del problema oculto es mayor de lo que anteriormente se pensaba”, comentó The Sunday Times. A menudo los efectos de la depresión y de los trastornos emocionales son tan importantes que “la mitad de las mujeres no casadas que tienen abortos por razones terapéuticas acaban necesitando ayuda siquiátrica”. Estas conclusiones han sido corroboradas por un estudio hecho en el hospital King’s College de Londres. Según el periódico The Times, este estudio revela que “las parejas que se deciden por la interrupción del embarazo pueden experimentar graves reacciones de pesar” y que su pesar es “difícil de afrontar”.
Los japoneses tienen una manera singular de enfrentarse a este problema humano. Colocan en los terrenos de los templos pequeñas figurillas hechas de plástico, escayola o piedra para representar a los niños abortados. Allí se les encomienda al cuidado de Jizo, el guardián budista de los niños. Así, cuando los padres oran a la deidad en busca de perdón pueden desahogar sus sentimientos de vergüenza, pesar y culpabilidad. Pero ellos no son los únicos que sienten esta necesidad. Consideremos las siguientes experiencias particulares.
“Pronto me sentí avergonzada”
A la edad de veintidós años Elaine había tenido ya tres abortos. “Se me había dicho que no era incorrecto ni criminal hacerlo si solo llevaba seis semanas de gestación, pues para entonces el niño todavía no estaba formado, solo sería incorrecto a partir de los tres meses —recuerda Elaine—. Después de aquello, cuando oía a las personas reprobar a las madres solteras me alegraba de haber interrumpido mi embarazo. Dos años después repetí el mismo procedimiento dos veces, y cada vez me sentía más contenta de haber encontrado la manera de no traer niños a este mundo.”
Poco después Elaine se hizo enfermera, dedicándose a la obstetricia. “Me encantaba —recuerda— ver nacer a un bebé y experimentar el gozo que produce un nacimiento en los médicos, las comadronas y los padres. Pero pronto me sentí avergonzada de mí misma por haber acabado con las vidas de tres inocentes, y me encontraba luchando contra mis sentimientos de inquietud y vergüenza. Continuamente reflexionaba en ello y contaba la edad que tendrían mis hijos y me preguntaba si hubieran sido niños o niñas o el aspecto que tendrían. Es horroroso encontrarse en tal situación.”
Janet es una madre que ahora tiene treinta y nueve años. Ella cuenta los sentimientos que experimentó después de someterse a un aborto: “De la única manera que podía enfrentarme a la situación era lavándome yo misma el cerebro para creer que aquello verdaderamente nunca me había sucedido a mí. Por muchos años me convencí a mí misma de que no era posible que yo lo hubiera hecho, de que se trataba de una horrible pesadilla”.
Karen, de diecinueve años, confiesa: “Hice lo posible para minimizar lo que había hecho, pero cuando veía un bebé o a una mujer embarazada, lloraba. ¡Me sentía tan deprimida! Entonces, como si fuera para recordármelo, mis pechos empezaron a producir leche. Las pesadillas que tenía hacían que me despertara llorando, oyendo el llanto de niños pequeños. Todo aquello me producía una gran amargura”.
El considerar un aborto como una simple operación de conveniencia es una equivocación. Una vez que se ha dado el paso es irreversible. El problema inmediato puede que desaparezca, pero, como hemos visto, sus efectos pueden ser trascendentes y duraderos. Pero, ¿qué sucede cuando es el mismo médico quien recomienda el aborto?
“Usted tiene que abortar”
Este fue el consejo franco que recibió Sue de su médico. ¿Por qué? Sue ya era madre de dos hijos pequeños, y poco después de darse cuenta de que estaba embarazada, uno de ellos enfermó de rubéola (“sarampión alemán”). “Era inevitable que yo también me contagiara, pues no la había pasado”, dice ella. Efectivamente, al poco tiempo también contrajo la enfermedad.
La experiencia médica ha demostrado que cuando una mujer contrae rubéola al principio de su embarazo es posible que el embrión se desarrolle con terribles deformidades. Fue pensando en este hecho que el médico le aconsejó el aborto. Sue recuerda: “Me dijo sin rodeos que la criatura nacería deforme y que yo nunca podría enfrentarme a la situación. Estando una vez en su clínica insistió en que si no prestaba atención a su consejo, tendría que firmar una carta exonerándole a él y aceptando yo toda la responsabilidad”. Sue la firmó. “No obstante, y en justicia, debo decir a su favor que él estaba sinceramente preocupado por mí, especialmente porque soy epiléptica”, añadió.
El marido de Sue, aunque naturalmente estaba muy preocupado, dejó que su esposa decidiera, y ella resolvió dar a luz. Al debido tiempo les nació una hija. Inmediatamente le hicieron pruebas, y aparte de una ligera anemia, estaba perfectamente bien. Sin embargo, los médicos se sorprendieron al encontrar anticuerpos en la sangre de la niña que su madre no tenía, lo cual indicaba claramente que durante su desarrollo había sido afectada por la rubéola.
Cuando hay posibilidades de que nazca deforme
Aunque el caso anterior tuvo un desenlace feliz, el hecho es que muchos niños sí nacen deformes y necesitan cuidados especiales. Es fácil decir que lo humano es evitar que vengan al mundo personas impedidas, pero ¿quién está en posición de juzgar la calidad de la vida de otra persona? ¿Acaso no hay personas en todas las comunidades con diferentes impedimentos físicos y que disfrutan de la vida en la medida que pueden, contribuyendo a su vez algo a favor de la humanidad?a
Sue opinaba de esta manera. Pero también tenía una fuente de donde derivar fortaleza: su fe. Cuando el doctor insinuó por primera vez que su hijo nacería deforme, Sue le dijo que aunque así fuese, ella sabía que podía contar con que Dios le daría fuerzas para enfrentarse a ello. Además, explicó que ella no tenía ningún derecho a privar a una criatura impedida de la “maravillosa esperanza de recibir curación de todas las enfermedades físicas en el nuevo sistema de cosas de Dios” bajo la gobernación de su Reino. (Revelación 21:1-4.) Una fe como esta tiene sus recompensas.
La decisión crucial
“¿Dar a luz o abortar?” Si usted se enfrentase ante esta disyuntiva, ¿qué decisión tomaría?
Sue razonó de la siguiente manera: “Mi hijo no había pedido ser concebido, de modo que ¿qué derecho tenía yo de terminar con su vida antes de que tuviera la oportunidad de ver la luz?”.
Su pregunta es muy sencilla. ¿Cómo la respondería usted?
[Nota a pie de página]
a Los cuidados de un niño afectado por el síndrome de Down (mongolismo) se trataron en el número del 8 de febrero de 1986 de esta revista.
[Fotografía en la página 8]
Debido a las técnicas médicas avanzadas, los niños prematuros ahora tienen posibilidades de sobrevivir
[Reconocimiento]
Justitz/Zefa/H. Armstrong Roberts
[Fotografía en la página 10]
Pocas personas piensan en los sentimientos del padre de la criatura
[Fotografía en la página 12]
Emocional y mentalmente, el efecto de un aborto puede ser devastador
[Recuadro en la página 9]
¿Lealtades en conflicto?
En septiembre de 1948 la asamblea general de la Asociación Médica Mundial adoptó en Ginebra, Suiza, la Declaración de Ginebra. Esta se basa en el antiguo juramento hipocrático. A continuación aparece un extracto de esta Declaración:
“Al tiempo de ser reconocido como miembro de la profesión médica: Me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad. [...] Practicaré mi profesión con conciencia y dignidad. [...] Mantendré el máximo respeto por la vida humana desde el momento de la concepción; ni siquiera bajo amenaza usaré mi conocimiento médico en contra de las leyes de la humanidad.”
¿Cómo interpretan los médicos ese juramento? Seguidamente hay dos opiniones en conflicto. ¿Con cuál se identifica usted?
DOCTOR I. M.
“Nunca puedo dejar de sentir repugnancia cuando miro los tejidos que he extirpado al interrumpir un embarazo. Puede que sea una gelatina, pero, al fin y al cabo, es una vida humana lo que estoy destruyendo.”
DOCTOR V. A.
“Yo no creo que ningún aborto esté mal. Siempre que una criatura dependa completamente de su madre, no es una persona.”
[Recuadro en la página 11]
Técnicas abortivas
Los peligros a los que se enfrenta una madre al abortar están directamente relacionados con la edad del feto. Estos no deberían ser subestimados.
Durante el primer trimestre de gestación el proceder habitual es succionar el embrión con un aspersor.b Este procedimiento suele efectuarse en una clínica en poco tiempo. Cuando el embrión ya está en el segundo trimestre de su desarrollo lo usual es desmembrarlo para extraerlo de la madre, o bien provocar el aborto mediante una inyección. Por lo general se requiere una corta estancia en un hospital. Cuando se trata del tercer trimestre es posible que la única opción sea una operación mayor como la histerotomía.c
[Notas a pie de página]
b A veces el período de nueve meses de gestación se divide médicamente en tres etapas de tres meses cada una llamadas trimestres.
c Histerotomía es una incisión practicada en el útero, o matriz, para extraer la criatura que está desarrollándose. No debe confundirse con histerectomía, lo cual es la extirpación del propio útero.
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El aborto... y “la Fuente de la vida”¡Despertad! 1987 | 8 de abril
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El aborto... y “la Fuente de la vida”
HOY en día, con la tecnología moderna, los médicos pueden determinar fácilmente el sexo de un feto. Pero, ¿quién puede determinar la clase de persona que será? ¿Quién puede ver lo que será capaz de desarrollar como alma humana viviente? (Génesis 2:7.) El único que puede hacerlo es Jehová Dios, pues él es “la fuente de la vida”. (Salmo 36:9.) Consideremos los siguientes ejemplos bíblicos.
Las leyes patriarcales sobre la herencia se basaban en la supremacía del primogénito. No obstante, cuando Rebeca, la esposa de Isaac, llevaba en su vientre gemelos, Dios le dijo: “El mayor servirá al menor”. Las respectivas vidas de sus dos hijos —Jacob y Esaú— dieron testimonio de que Jehová sabía qué clase de personas serían aun mucho antes de que nacieran. (Génesis 25:22, 23.)
Siglos después un ángel le dijo al sacerdote Zacarías que su esposa Elisabet tendría un hijo y deberían llamarle Juan. Este hijo, al que más tarde se conoció como Juan el Bautista, tuvo el privilegio de preparar el camino para Jesús, el Mesías. La humildad mental era un requisito necesario para cumplir con esta comisión, como Dios bien sabía. (Lucas 1:8-17.)
El feto humano... ¿cuán preciado es?
El rey David reconoció: “Me tuviste [Jehová] cubierto en resguardo en el vientre de mi madre. [...] Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas”. Y esto es igualmente cierto en el caso de cualquiera de nosotros. (Salmo 139:13-16.)
Todo embarazo humano es preciado para “la fuente de la vida”, Jehová Dios. La ley mosaica aclara precisamente cuán preciado es en Éxodo 21:22, 23: “En caso de que unos hombres luchen el uno con el otro y realmente lastimen a una mujer encinta [...], si ocurre un accidente mortal, entonces tienes que dar alma por alma”.
Algunas traducciones de la Biblia vierten este texto de manera que parezca que esta ley se dio para defender a la madre, no al feto. Sin embargo, el texto hebreo original se refiere a un accidente mortal que afectara ya fuera a la madre o al hijo.
La opinión de los cristianos primitivos
Después de la muerte de los apóstoles de Jesucristo en el primer siglo, muchos hombres comentaron sus enseñanzas. Estos no eran escritores inspirados como los de la Biblia, pero sus comentarios son de interés porque reflejan el pensar religioso de su tiempo en cuanto a esta importante cuestión. A continuación se recogen unos extractos.
Carta de Bernabé, capítulo 19:5 (c. 100-132 E.C.)
“No debes matar al niño provocando un aborto; ni tampoco debes destruirlo después de nacer.”
La Didaché, o Enseñanza de los Doce Apóstoles (c. 150 E.C.)
“Este es el Camino de la Vida: [...] No debes matar al niño que está en la matriz ni asesinar a un recién nacido.”
Tertuliano: Apología contra los gentiles, capítulo 9, pág. 39 (c. 197 E.C.)
“La ley que una vez nos prohíbe el homicidio, nos manda no descomponer en el vientre de la madre las primeras líneas con que la sangre dibuja la organización del hombre, que es anticipado homicidio impedir el nacimiento. No se diferencia matar al que ya nació y desbaratar al que se apareja para nacer; que también es hombre el que lo comienza a ser.”
Basilio: Carta a Anfíloco (347 E.C.)
“La mujer que deliberadamente destruye un feto tiene que pagar la pena por asesinato. Y para nosotros es inadmisible cualquier sutil distinción entre si el feto estaba ya formado o no.”
El punto de vista cristiano
Un aborto espontáneo o malparto es algo que puede suceder en cualquier momento debido a la imperfección humana o a un accidente. Sin embargo, un aborto provocado deliberadamente sólo para impedir el nacimiento de una criatura no deseada es una cuestión diferente. Según las Escrituras, como hemos visto, eso corresponde a quitar voluntariamente la vida humana.
¿Quién es “Aquel que tiende la tierra y su producto, Aquel que da aliento a la gente sobre ella, y espíritu a los que andan en ella”? No es ningún hombre sino la Fuente de toda la vida: Jehová Dios. (Isaías 42:5.) La capacidad que Dios nos ha dado de transmitir la vida a nuestra prole es un privilegio preciado por el que, como en todas las cosas, “cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios”. (Romanos 14:12.)
[Reconocimiento en la página 15]
H. Armstrong Roberts
[Recuadro en la página 14]
Un embarazo con final feliz
En 1973 apareció en La Atalaya, la revista compañera de ¡Despertad!, un artículo breve en cuanto al punto de vista bíblico sobre el aborto. Dos estudiantes jóvenes lo leyeron. La muchacha estaba encinta, y ambos estaban de acuerdo en que abortara. Pero el artículo les hizo pensar y, como resultado, decidieron tener el hijo.
Recientemente los testigos de Jehová volvieron a ponerse en contacto con el esposo, y él dijo: “Tengo en alta estima su literatura bíblica. Es debido a aquel impresionante artículo que mi esposa y yo nos sentimos orgullosos de ser ahora ¡los padres de una encantadora hija de trece años!”.
El que su decisión se basase en la Biblia fue verdaderamente recompensador para ellos.
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El aborto... el conocimiento conlleva responsabilidad¡Despertad! 1987 | 8 de abril
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El aborto... el conocimiento conlleva responsabilidad
¿SE PRONUNCIA usted siempre que sabe que algo es correcto? Es conveniente hacerlo, especialmente cuando está en juego el bienestar de otros. Después de leer un artículo sobre el tema del aborto en un número anterior de esta revista, una madre de Inglaterra escribió lo siguiente:
“Acabo de leer la ‘Carta de una madre cuyo niño no nació’ que aparece en el número del 22 de julio [1986] de la revista ¡Despertad!, y me ha partido el corazón.
”Yo nunca he abortado, pero cuando estaba embarazada de cuatro meses de mi primer hijo, mi cuñada estaba en el segundo mes de embarazo de su tercer hijo. Sus dos niñas acababan de empezar el colegio y ella se buscó un trabajo bien remunerado. Quería conseguir ciertas cosas: muebles, vídeos, un automóvil nuevo, plantas para el jardín. Pero otro hijo hubiera puesto fin a su empleo y, por consiguiente, a los ingresos que le permitirían comprar todas esas cosas. De modo que decidió abortar.
”A medida que se acercaba el día del aborto, se sentía entusiasmada. Pero a mí me daba cada vez más repugnancia solo pensarlo. Para entonces yo ya empezaba a notar las pataditas del hijo que llevaba dentro, y solía pensar en el niño que mi cuñada llevaba en su vientre, y que también estaba creciendo.
”Llegó la víspera del aborto y yo continuaba esperando que mi cuñada cambiara de opinión. Podía imaginarme a su hijito, cómodo y seguro en su vientre, escuchando los latidos suaves y relajantes del corazón de su madre. Pero me horrorizaba pensar que aquel niñito iba a ser arrancado de su pequeño y seguro mundo para morir sin remedio. El solo pensarlo me hacía llorar profundamente. El aborto se llevó a cabo. Mi hijita nunca conocerá al primo con el que hubiera podido crecer, siendo tan poca la diferencia de edad entre ellos.
”¿Qué pasó con mi cuñada? Perdió su empleo, pero encontró otro, y desde entonces ha tenido varios trabajos. Consiguió sus vídeos, su nuevo automóvil, sus plantas, ropa nueva, etc., pero se sumió en una depresión y dejó a su marido y a sus hijas; luego, después de unos días, regresó a casa. De todos modos, no es feliz. Cuando viene a visitarme, sus niñas juegan con la mía y con mi hijo de once meses, y de mi niña dicen: ‘¿No es encantadora, mamá? Nos hubiera gustado tener una hermanita o un hermanito’. Cuando oigo estas palabras miro disimuladamente su expresión. Siento deseos de consolarla porque cuando abortó no se daba cuenta realmente de lo que estaba haciendo. Pero mi cuñada escogió el dinero antes que la vida de su hijo, y es por esta razón que creo que ahora lo lamenta.
”Sin embargo, esto hace que me formule a mí misma una pregunta muy seria. Yo me considero testigo de Jehová, aunque todavía no estoy bautizada. Pero me doy cuenta de que todavía me falta mucho, pues los verdaderos Testigos son como Jesús, sienten amor y compasión para con todos sin importar lo que hayan sido o hayan hecho. Anhelo el día en que pueda decir que verdaderamente siento lo mismo que ellos por los demás y llevar el nombre de Jehová con orgullo. Quizás si no me hubiera quedado indecisa tanto tiempo, hubiera podido tener el valor de testificarle a mi cuñada, y su hijito pudiera haberse salvado.”
Los editores de ¡Despertad! esperamos sinceramente que esta serie de artículos ayuden a lograr ese objetivo.
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