BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • “Han llenado Jerusalén con sus enseñanzas”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • Los discípulos de Jesús predicándoles a judíos y prosélitos en una calle llena de gente.

      SECCIÓN 1 • HECHOS 1:1-6:7

      “Han llenado Jerusalén con sus enseñanzas”

      (HECHOS 5:28)

      En el Pentecostés del año 33 de nuestra era, los discípulos de Jesús recibieron el espíritu santo. Y, en ese mismo momento, comenzaron a dar testimonio sobre el Reino de Dios. En esta sección veremos la emocionante historia de cómo se fundó la congregación cristiana. También veremos el sorprendente impulso que tuvo la obra en Jerusalén y el valor de los apóstoles a pesar de que la persecución se fue intensificando.

      Una pareja de Testigos predicándole a una mujer en la calle.
  • “Comenzó una gran persecución contra la congregación”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • Esteban mantiene la calma ante el Sanedrín.

      SECCIÓN 2 • HECHOS 6:8-9:43

      “Comenzó una gran persecución contra la congregación”

      (HECHOS 8:1)

      Al empeorar la oposición, ¿dejaron los primeros cristianos de dar testimonio sobre el Reino? Todo lo contrario. En esta sección veremos que la cruel persecución en realidad provocó que el mensaje llegara a más personas.

      Testigos de Jehová ante un tribunal comunista de Alemania oriental.
  • “Gente de las naciones había aceptado la palabra de Dios”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • Pedro y sus compañeros entrando en la casa de Cornelio.

      SECCIÓN 3 • HECHOS 10:1-12:25

      “Gente de las naciones había aceptado la palabra de Dios”

      (HECHOS 11:1)

      ¿Estarían dispuestos los cristianos judíos a predicarles a los incircuncisos? En esta sección, veremos cómo el espíritu de Jehová abrió los corazones de sus siervos para que superaran los prejuicios y cómo esto dio un gran impulso a la obra de dar testimonio a personas de todas las naciones.

      Un matrimonio de Testigos predicándole a un pescador.
  • “Enviados por el espíritu santo”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • Un grupo de gente furiosa echando a Bernabé de Antioquía de Pisidia.

      SECCIÓN 4 • HECHOS 13:1-14:28

      “Enviados por el espíritu santo”

      (HECHOS 13:4)

      En esta sección seguiremos al apóstol Pablo en su primer viaje misionero. Aunque lo persiguieron en una ciudad tras otra, gracias a la guía del espíritu santo continuó dando testimonio y fundó varias congregaciones. Esta emocionante historia nos animará a predicar con más ganas todavía.

      En 1945, un grupo de gente furiosa en Canadá caminando hacia unos testigos de Jehová.
  • “Los apóstoles y los ancianos se reunieron”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • Silas y Judas leyendo un rollo ante la congregación de Antioquía de Siria.

      SECCIÓN 5 • HECHOS 15:1-35

      “Los apóstoles y los ancianos se reunieron”

      (HECHOS 15:6)

      Una cuestión muy delicada provocó una controversia y puso en peligro la paz y la unidad de las congregaciones. ¿A quién acudieron en busca de instrucciones para resolver el problema? En esta sección veremos la manera en que estaban organizados los cristianos del siglo primero y cómo eso marca la pauta para el pueblo de Dios en la actualidad.

      Un superintendente de circuito dando un discurso en una congregación.
  • “Regresemos ya a visitar a los hermanos”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • El apóstol Pablo y Timoteo en la cubierta de un barco. Timoteo señalando algo a la distancia mientras los marineros están trabajando.

      SECCIÓN 6 • HECHOS 15:36-18:22

      “Regresemos ya a visitar a los hermanos”

      (HECHOS 15:36)

      ¿Qué importante labor realizan los superintendentes de circuito? ¿Qué bendiciones recibimos si aceptamos con gusto las responsabilidades que se nos asignan en la organización? ¿Cómo podemos ser más eficaces al razonar usando las Escrituras, y por qué tenemos que adaptarnos a nuestro público? Respondamos estas y otras preguntas mientras acompañamos a Pablo en su segundo viaje misionero.

      Un hermano maduro hablando con dos jóvenes en un auto.
  • Se enseña “públicamente y de casa en casa”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • Pablo predicándole a un grupo de personas en la plaza de mercado de Éfeso mientras el resto de la gente está comprando y vendiendo.

      SECCIÓN 7 • HECHOS 18:23-21:17

      Se enseña “públicamente y de casa en casa”

      (HECHOS 20:20)

      ¿Por qué es tan importante que seamos maestros humildes y adaptables? ¿Cuál es nuestro método principal para predicar las buenas noticias? ¿Cómo demostramos que para nosotros es más importante la voluntad de Dios que nuestras preferencias? El fascinante relato del tercer y último viaje misionero de Pablo nos ayudará a contestar estas preguntas tan importantes.

      Un hermano predicándole a una mujer en una estación de tren llena de gente.
  • “Les predicaba el Reino de Dios [...] sin ningún obstáculo”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • El sobrino de Pablo hablando con Claudio Lisias.

      SECCIÓN 8 • HECHOS 21:18-28:31

      “Les predicaba el Reino de Dios [...] sin ningún obstáculo”

      (HECHOS 28:31)

      En esta sección veremos cómo Pablo se enfrenta a grupos violentos, pierde la libertad y se defiende ante distintos funcionarios romanos, pero nunca deja de dar testimonio sobre el Reino. Mientras seguimos sus pasos en el emocionante final del libro de Hechos, preguntémonos: “¿Cómo puedo imitar a este incansable y valiente evangelizador?”.

      Escenificación: En los años cuarenta, un jovencito en bicicleta mirando de reojo hacia atrás mientras lleva publicaciones bíblicas prohibidas por el Gobierno.
  • “Serán mis testigos”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 2

      “Serán mis testigos”

      Jesús prepara a los apóstoles para dirigir la predicación

      Basado en Hechos 1:1-26

      1-3. ¿Cómo se despidió Jesús de sus apóstoles, y qué preguntas surgen?

      LAS últimas semanas han sido un sube y baja de emociones para los apóstoles. Primero, la muerte de Jesús los dejó destrozados; pero luego, cuando resucitó, no cabían en sí de la alegría. En los últimos 40 días se les ha aparecido en varias ocasiones para darles instrucciones y animarlos. Si fuera por ellos, lo que están viviendo junto a él no terminaría jamás. Pero esta vez será la despedida.

      2 Los apóstoles están reunidos con Jesús en el monte de los Olivos, pendientes de cada palabra que sale de su boca. Todo está sucediendo tan rápido que no quieren perderse nada de lo que dice. Entonces, cuando termina de hablar, levanta las manos, los bendice y empieza a subir hacia el cielo. Ellos no dejan de mirar hacia arriba ni siquiera cuando una nube lo oculta y él desaparece de su vista (Luc. 24:50; Hech. 1:9, 10).

      3 Ese momento les cambia la vida por completo. ¿Qué van a hacer ahora que el Maestro se ha ido al cielo? Les toca continuar la importante obra que él inició, y están listos para hacerlo. ¿Qué preparación les dio Jesús, y qué hicieron ellos? ¿Y qué tiene que ver eso con nosotros? Al repasar el capítulo 1 de Hechos, encontraremos respuestas muy animadoras.

      Jesús subiendo al cielo mientras los apóstoles lo observan fijamente.

      “Muchas pruebas convincentes” (Hechos 1:1-5)

      4. ¿Cómo comienza Lucas el libro de Hechos?

      4 Lucas comienza su relato de la misma manera que su Evangelio: dirigiéndose a un hombre llamado Teófilo.a Luego hace un repaso de lo que había escrito al final de su Evangelio —lo que indica con claridad que un libro es continuación del otro—, solo que en Hechos usa palabras diferentes y aporta nuevos detalles.

      5, 6. a) ¿Qué contribuiría a que la fe de los discípulos de Jesús se mantuviera fuerte? b) ¿Por qué decimos que nuestra fe también se basa en “muchas pruebas convincentes”?

      5 Hechos 1:3 dice que Jesús se les presentó a sus discípulos “dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo”. Lucas, “el médico amado”, es el único escritor bíblico que emplea la palabra griega traducida “pruebas convincentes” (Col. 4:14). Se trata de un término técnico que se usaba en los textos de medicina y que se refiere a indicios claros y confiables. Así eran las pruebas que aportó Jesús. Se les apareció a sus discípulos en muchas ocasiones: a veces a uno o dos, a veces a todos los apóstoles y en una ocasión a más de 500 discípulos (1 Cor. 15:3-6). Sin duda, estas pruebas claras y fidedignas contribuirían a que la fe de ellos se mantuviera fuerte.

      6 Hoy, nuestra fe también se basa en “muchas pruebas convincentes”. Piénselo: ¿hay indicios claros de que Jesús vivió en la Tierra, murió por nuestros pecados y resucitó? ¡Por supuesto! Los relatos de testigos oculares que incluye la Palabra inspirada de Dios son tan confiables que no necesitamos más. Por eso, si los estudiamos y oramos para entenderlos, nuestra fe se fortalecerá mucho. No olvidemos que tener verdadera fe en algo no significa que nos lo creemos porque sí, sino que estamos convencidos de eso por las pruebas sólidas que hay. Y esa fe es imprescindible para obtener la vida eterna (Juan 3:16).

      7. ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Jesús en la predicación?

      7 El relato de Hechos también dice que Jesús estuvo hablándoles a sus discípulos “acerca del Reino de Dios”. Por ejemplo, les aclaró profecías que anunciaban que el Mesías tendría que sufrir y morir (Luc. 24:13-32, 46, 47). Y, al darles más detalles sobre su papel como el Mesías, en realidad les estaba hablando del Reino de Dios, porque él era el futuro Rey de ese gobierno. De hecho, el Reino fue siempre el tema principal de su predicación, y nosotros debemos seguir su ejemplo (Mat. 24:14; Luc. 4:43).

      “Hasta la parte más lejana de la tierra” (Hechos 1:6-12)

      8, 9. a) ¿Qué dos ideas equivocadas tenían los apóstoles? b) ¿Cómo ayudó Jesús a sus apóstoles, y qué nos enseña su respuesta?

      8 Aquella conversación en el monte de los Olivos fue la última que los apóstoles tuvieron con Jesús en la Tierra. Llenos de curiosidad, le preguntaron: “Señor, ¿vas a restaurar el reino en Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6). Con esa pregunta, demostraron que tenían dos ideas equivocadas. Primero, creían que el gobierno de Dios se le devolvería a la nación de Israel. Y, segundo, esperaban que ese Reino prometido comenzara enseguida, pues emplearon la expresión “en este tiempo”. ¿Cómo los ayudó Jesús?

      9 Él seguramente sabía que ellos mismos rectificarían la primera idea poco después, así que no se la aclaró. De hecho, solo 10 días más tarde presenciarían el nacimiento de una nueva nación: el Israel espiritual. A partir de ese momento, la nación de Israel dejaría de ser el pueblo de Dios. Pero Jesús sí les habló de la segunda idea equivocada. Con bondad, les recordó: “No les corresponde a ustedes saber los tiempos o épocas que el Padre ha puesto bajo su propia autoridad” (Hech. 1:7). Así es, Jehová es el único que tiene la autoridad de decidir cuándo se cumple su voluntad. Jesús admitió poco antes de morir que ni siquiera él mismo sabía “el día y la hora” en que vendría el fin; en aquel entonces, “solo el Padre” lo sabía (Mat. 24:36). Esto nos enseña que nosotros tampoco debemos estar pendientes de la fecha exacta en que vendrá el fin, pues es algo que no nos corresponde saber.

      10. ¿Qué actitud de los apóstoles debemos imitar, y por qué?

      10 Ahora bien, no nos apresuremos a criticar a los apóstoles. A fin de cuentas, eran hombres que tenían mucha fe y que aceptaron con humildad la corrección de Jesús. Además, aunque estaban equivocados, en el fondo tenían una buena actitud. El propio Jesús les había dicho una y otra vez: “Estén siempre vigilantes” (Mat. 24:42; 25:13; 26:41). Y la verdad es que en sentido espiritual estaban muy despiertos, ansiosos de ver señales de que Jehová intervendría pronto. Nosotros debemos imitar la actitud vigilante de los apóstoles. De hecho, es más urgente que nunca, ya que vivimos en un periodo trascendental: “los últimos días” (2 Tim. 3:1-5).

      11, 12. a) ¿Qué comisión les dio Jesús a sus discípulos? b) ¿Por qué fue bueno que Jesús mencionara el espíritu santo antes de darles la comisión de predicar?

      11 Pero los apóstoles debían estar muy pendientes de algo en especial. Jesús les recordó: “Recibirán poder cuando el espíritu santo venga sobre ustedes. Y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8). Como vemos, tendrían que proclamar la resurrección de Cristo cada vez más lejos: primero en Jerusalén —la ciudad donde había sido ejecutado—, luego por toda Judea, más tarde en Samaria y después en regiones mucho más apartadas.

      12 Qué bueno que, antes de darles esa comisión, Jesús les recordó que iba a enviarles el espíritu santo para ayudarlos. Esta es una de las más de 40 veces que aparece la expresión “espíritu santo” en Hechos. Y es que este libro destaca una y otra vez que es imposible hacer la voluntad de Jehová sin la ayuda de ese espíritu. Ahora lo necesitamos más que nunca, por eso es tan importante que se lo pidamos a Dios todos los días (Luc. 11:13).

      13. ¿Hasta dónde debemos llegar con la predicación, y por qué debemos participar en ella con entusiasmo?

      13 Para los cristianos de hoy, la expresión “hasta la parte más lejana de la tierra” abarca un territorio mucho mayor que para los del siglo primero. Aun así, como vimos en el capítulo anterior, hemos aceptado con gusto la comisión de predicar, porque sabemos que Dios quiere que toda clase de personas escuchen las buenas noticias del Reino (1 Tim. 2:3, 4). ¿Participa usted con entusiasmo en esta obra que ayuda a salvar vidas? Ninguna otra labor puede darnos tanta satisfacción. Además, Jehová nos da las fuerzas para llevarla a cabo. Y el libro de Hechos contiene mucha información sobre los métodos y la actitud que nos permitirán ser más eficientes.

      14, 15. a) ¿Qué dijeron los ángeles sobre el regreso de Cristo, y a qué se referían? (Vea también la nota). b) ¿En qué sentido Cristo ha regresado “de la misma manera” en que se fue?

      14 Como ya mencionamos, después de ver a Jesús subir hacia el cielo y desaparecer, los 11 apóstoles se quedaron mirando a lo alto. Entonces llegaron dos ángeles y les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué están ahí de pie mirando al cielo? Este Jesús, que estaba con ustedes y fue llevado al cielo, vendrá de la misma manera en que lo han visto irse al cielo” (Hech. 1:11). ¿Querían decir que Jesús regresaría con el mismo cuerpo, tal como enseñan algunas religiones? No. ¿Cómo lo sabemos?

      15 No dijeron que volvería con la misma forma, sino “de la misma manera”.b ¿Y de qué manera se fue? Cuando los ángeles hablaron con los apóstoles, él ya había desaparecido. Así que solo unos pocos hombres se dieron cuenta de que Jesús había dejado la Tierra e iba de camino hacia su Padre celestial. Pues bien, Cristo regresaría de la misma manera, y así ha sido: solo quienes tienen comprensión espiritual se dan cuenta de que Jesús ya está gobernando como Rey del Reino de Dios (Luc. 17:20). Por eso, debemos reconocer las pruebas de su presencia y explicárselas a las personas para que también entiendan que tienen que servir a Dios cuanto antes, porque el tiempo se agota.

      “Indica a cuál [...] has elegido” (Hechos 1:13-26)

      16-18. a) ¿Qué detalles nos enseña Hechos 1:13, 14 sobre las reuniones cristianas? b) ¿Qué aprendemos del ejemplo de la madre de Jesús? c) ¿Por qué son fundamentales nuestras reuniones?

      16 Como era de esperar, los apóstoles “regresaron a Jerusalén con gran alegría” (Luc. 24:52). ¿Qué harían ahora, después de haber recibido claras instrucciones de su Maestro? Pues bien, centrémonos en Hechos 1:13, 14, un pasaje que nos enseña muchos detalles sobre cómo eran las reuniones en aquel tiempo. Allí dice que se reunieron en el “cuarto de arriba” de una casa. En Palestina, muchas casas tenían un cuarto situado en la planta alta, a la que se accedía por una escalera exterior. En este caso, tal vez estuvieran en la casa de la madre de Marcos, mencionada en Hechos 12:12. Sea como sea, seguramente era un lugar sencillo y funcional. Ahora bien, ¿quiénes estaban allí reunidos y qué hicieron?

      17 Llama la atención que, además de los apóstoles, en esa reunión había otros varones, e incluso “algunas mujeres”, entre ellas la madre de Jesús. Esta es la última vez en la Biblia que se menciona a María por nombre. Y qué bonito es quedarnos con esta imagen de ella: sirviendo a Dios junto a sus hermanos con humildad, sin creerse más importante que ellos. ¡Y cuánto debe haberla consolado ver allí a cuatro de sus hijos! Recordemos que, mientras Jesús estuvo en la Tierra, ellos no aceptaron la verdad, pero cuando su medio hermano murió y resucitó cambiaron totalmente (Mat. 13:55; Juan 7:5; 1 Cor. 15:7).

      18 ¿Y para qué se reunieron los discípulos? Hechos 1:14 dice: “Con un mismo objetivo, todos ellos perseveraban en la oración”. Las reuniones siempre han sido una parte fundamental de nuestra adoración. Nos reunimos para animarnos unos a otros, aprender y recibir consejos. Pero sobre todo nos reunimos para adorar a nuestro Padre, Jehová. Nuestras oraciones y canciones lo hacen muy feliz y son esenciales para nosotros. Como vemos, las reuniones son sagradas y edificantes. Por eso, ¡nunca dejemos de asistir a ellas! (Heb. 10:24, 25).

      19-21. a) ¿Qué aprendemos de que Jehová siguiera usando a Pedro? b) ¿Por qué había que reemplazar a Judas? ¿Qué nos enseña la forma en que se atendió este asunto?

      19 En aquel tiempo, los seguidores de Cristo tuvieron que resolver un asunto importante que afectaría la forma en la que estaban organizados, y Pedro tomó la iniciativa (Hech. 1:15-26). Piénselo: aunque había negado a su Señor unas semanas antes, Jehová seguía usándolo (Mar. 14:72). ¿No nos da tranquilidad esto? Como todos somos pecadores, necesitamos que nos recuerden que Jehová es bueno y está dispuesto a perdonarnos si nos arrepentimos de corazón (Sal. 86:5).

      20 Pedro entendió que, como Judas había traicionado a Jesús, se debía buscar a alguien que lo sustituyera. Pero ¿a quién? Tenía que ser alguien que hubiera acompañado a Jesús durante todo su ministerio y hubiera sido testigo de su resurrección (Hech. 1:21, 22). Esto encajaba muy bien con esta promesa de Jesús: “Ustedes, los que me han seguido, se sentarán en 12 tronos y juzgarán a las 12 tribus de Israel” (Mat. 19:28). Al parecer, Jehová quería que 12 apóstoles que hubieran seguido a Jesús durante su ministerio fueran las “12 piedras” que servirían de fundamento para la Nueva Jerusalén (Apoc. 21:2, 14). De modo que le ayudó a Pedro a comprender que la profecía de Salmo 109:8 se refería a Judas. Allí dice: “Que su puesto de superintendente lo ocupe otro”.

      21 ¿Cómo se hizo la selección? Echando suertes. En tiempos bíblicos, este era un método común para tomar decisiones (Prov. 16:33). Sin embargo, esta es la última vez que la Biblia lo menciona. Todo indica que dejó de usarse cuando se derramó el espíritu santo. Veamos qué los motivó a usarlo en esta ocasión. Los apóstoles le pidieron a Dios: “Oh, Jehová, tú que conoces los corazones de todos, indica a cuál de estos dos hombres has elegido” (Hech. 1:23, 24). Así que ellos querían dejar la decisión en manos de Jehová. ¿Y quién salió elegido para formar parte del grupo de “los Doce”?c Matías, probablemente uno de los 70 discípulos que Jesús envió a predicar (Hech. 6:2).

      22, 23. ¿Por qué debemos aceptar la autoridad de los superintendentes cristianos y obedecer sus instrucciones?

      22 Este suceso nos recuerda la importancia de que el pueblo de Dios esté organizado. Hoy también se elige a hermanos responsables para que sirvan como superintendentes en las congregaciones. Pero, antes de recomendar su nombramiento, el cuerpo de ancianos le pide a Dios que lo guíe con su espíritu y se asegura de que cumplan con los requisitos bíblicos. Así que todos reconocemos que los superintendentes han sido nombrados por espíritu santo. Por eso aceptamos su autoridad y obedecemos sus instrucciones. Así contribuimos a que en la congregación haya un espíritu de colaboración (Heb. 13:17).

      Una reunión de ancianos.

      Aceptamos la autoridad de los superintendentes cristianos y obedecemos sus instrucciones.

      23 Como vimos, los discípulos de Jesús se sintieron animados y fortalecidos cuando estuvieron con él después de su resurrección y cuando se hicieron cambios en la forma en que estaban organizados. Ahora estaban bien preparados para el suceso histórico que analizaremos en el próximo capítulo.

      a En el Evangelio, Lucas se dirige a Teófilo usando el título “excelentísimo”, lo que tal vez indique que era alguien importante que aún no era creyente (Luc. 1:3). Pero en Hechos lo llama “Teófilo” a secas. Algunos expertos creen que se hizo cristiano después de leer el Evangelio, y que por eso Lucas ya no usa ningún título y se dirige a él como hermano espiritual.

      b En griego, este versículo no usa el término morfḗ (“forma”), sino trópos (“manera”).

      c Con el tiempo, Pablo fue nombrado “apóstol a las naciones”, pero nunca tuvo el honor de formar parte del grupo de “los Doce” (Rom. 11:13; 1 Cor. 15:4-8). Y es que no podía porque no había seguido a Jesús durante su ministerio.

  • “Se llenaron de espíritu santo”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 3

      “Se llenaron de espíritu santo”

      Los efectos del derramamiento del espíritu santo el día de Pentecostés

      Basado en Hechos 2:1-47

      1. Describa el ambiente que había en la Fiesta de Pentecostés.

      HAY mucho movimiento en Jerusalén.a En el templo, el humo del altar se eleva mientras los levitas entonan el Hallel (los Salmos 113 a 118). Quizás unos cantan una parte y otros les responden, lo que se conoce como canto antifonal. Y las calles están repletas de extranjeros que vienen de tierras tan lejanas como Elam, Mesopotamia, Capadocia, el Ponto, Egipto y Roma.b ¿Qué se celebra? La Fiesta de Pentecostés, o “el día de los primeros frutos maduros” (Núm. 28:26). Es una fiesta anual llena de alegría que marca el final de la cosecha de la cebada y el principio de la del trigo.

      Un mapa que muestra de dónde vinieron las personas que escucharon las buenas noticias en el Pentecostés del año 33. 1. Regiones: Libia, Egipto, Etiopía, Bitinia, Ponto, Capadocia, Judea, Mesopotamia, Babilonia, Elam, Media y Partia. 2. Ciudades: Roma, Alejandría, Menfis, Antioquía (de Siria), Jerusalén y Babilonia. 3. Masas de agua: mar Mediterráneo, mar Negro, mar Rojo, mar Caspio y golfo Pérsico.

      JERUSALÉN, EL CENTRO DEL JUDAÍSMO

      En gran parte, los sucesos de los primeros capítulos de Hechos tienen lugar en Jerusalén. Esta ciudad está entre las colinas de la cordillera central de Judea, a unos 55 kilómetros (34 millas) al este del mar Mediterráneo. En el año 1070 antes de nuestra era, el rey David conquistó la fortaleza que había en la cima del monte Sion, y alrededor de ella creció Jerusalén, que se convirtió en la capital del antiguo Israel.

      Cerca del monte Sion está el monte Moria. Según la tradición judía, allí fue donde Abrahán iba a sacrificar a Isaac, algo que ocurrió 1.900 años antes de lo que cuenta Hechos. El monte Moria quedó dentro de la ciudad cuando Salomón construyó en él el primer templo dedicado a Jehová. Desde entonces, el templo fue el centro de las actividades diarias y religiosas de los judíos.

      Periódicamente, los judíos fieles de todas partes del mundo viajaban al templo para ofrecer sacrificios, adorar a Jehová y celebrar sus fiestas. Así obedecían este mandato: “Tres veces al año, todos tus varones deben presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escoja” (Deut. 16:16). En Jerusalén también estaba el Gran Sanedrín, que era el tribunal supremo y el consejo administrativo de la nación.

      2. ¿Qué suceso sorprendente ocurrió en el Pentecostés del año 33 de nuestra era?

      2 En este día primaveral del año 33, a eso de las nueve de la mañana, pasa algo sorprendente que se recordará por siglos. De repente, hay “un ruido desde el cielo, como el de una fuerte ráfaga de viento”, o un “viento huracanado” (Hech. 2:2; La Biblia de Nuestro Pueblo). El estruendo llena la casa donde están reunidos unos 120 discípulos de Jesús. Entonces, increíblemente, aparece algo similar a lenguas de fuego, y se va posando una sobre cada uno de ellos.c Luego estos discípulos se llenan de espíritu santo y, como resultado, comienzan a hablar en otros idiomas. Cuando salen de la casa, los extranjeros los escuchan asombrados hablar “en su propio idioma” (Hech. 2:1-6).

      3. a) ¿Por qué fue el Pentecostés del año 33 un acontecimiento histórico en la adoración pura? b) ¿De qué manera usó Pedro una de “las llaves del Reino” en Pentecostés?

      3 Esta apasionante narración relata un acontecimiento histórico de la adoración pura: la fundación del Israel espiritual, la congregación de cristianos ungidos (Gál. 6:16). Pero eso no es todo. Aquel mismo día, un poco más tarde, Pedro habló ante la multitud. Así usó la primera de las tres “llaves del Reino”, con las que les abriría oportunidades especiales a distintos grupos de personas (Mat. 16:18, 19). La primera llave haría posible que judíos y prosélitosd aceptaran las buenas noticias y fueran ungidos con espíritu. De este modo se convertirían en miembros del Israel espiritual y, por lo tanto, tendrían la esperanza de llegar a ser gobernantes y sacerdotes en el Reino mesiánico (Apoc. 5:9, 10). Esa misma oportunidad se les abriría en segundo lugar a los samaritanos y en tercer lugar a los gentiles (o sea, a los que no eran ni judíos ni prosélitos). ¿Qué aprendemos de los sucesos tan importantes que ocurrieron en aquel Pentecostés?

      “Todos estaban juntos en el mismo lugar” (Hechos 2:1-4)

      4. ¿Por qué decimos que la congregación cristiana actual es una continuación de la que se fundó en el año 33?

      4 Como vimos, la congregación cristiana nació cuando unos 120 discípulos que “estaban juntos en el mismo lugar” —el cuarto de arriba de una casa— fueron ungidos con espíritu santo (Hech. 2:1). Pero para el final del día ya se habían bautizado miles de personas. Y ese solo era el principio de un crecimiento que ha continuado hasta nuestros días. En efecto, la congregación cristiana actual es una organización formada por hombres y mujeres que aman a Dios y están predicando “las buenas noticias del Reino [...] en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones” antes de que llegue el fin (Mat. 24:14).

      5. Tanto en el siglo primero como en la actualidad, ¿de qué disfrutarían quienes formaran parte de la congregación cristiana?

      5 La congregación cristiana también serviría para ayudar y animar a quienes formaran parte de ella: los ungidos y, con el tiempo, las “otras ovejas” (Juan 10:16). Pablo valoraba mucho el apoyo que los hermanos se daban unos a otros. Por eso les escribió a los cristianos de Roma: “Estoy deseando verlos para transmitirles algún don espiritual a fin de fortalecerlos, o, más bien, para que nos animemos unos a otros mediante nuestra fe, tanto la de ustedes como la mía” (Rom. 1:11, 12).

      ROMA, LA CAPITAL DEL IMPERIO

      Cuando tuvieron lugar los relatos de Hechos, Roma era la ciudad más grande y el centro político más importante de la época. Era la capital de un imperio que llegó a extenderse desde la actual Gran Bretaña hasta el norte de África, y desde el océano Atlántico hasta el golfo Pérsico.

      En Roma vivían personas de muchísimas culturas, razas, idiomas y religiones. Gracias a su excelente sistema de carreteras, recibía viajeros y productos de todos los rincones del Imperio. Cerca de allí estaba el puerto de Ostia, al que llegaban muchos barcos que se dedicaban a recorrer las rutas comerciales para traer alimentos y artículos de lujo a la ciudad.

      Para el siglo primero de nuestra era, ya tenía más de un millón de habitantes. Probablemente la mitad eran esclavos, entre los cuales había delincuentes, niños que habían sido vendidos o abandonados, y prisioneros de guerra. Por ejemplo, cuando el general Pompeyo conquistó Jerusalén en el año 63 antes de nuestra, trajo muchos esclavos judíos.

      La mayoría de la población libre era pobre, vivía apiñada en edificios de varias plantas y dependía de las ayudas económicas del Gobierno. A pesar de eso, los emperadores se dedicaron a construir algunos de los edificios públicos más imponentes de la historia. Entre ellos había teatros y estadios que ofrecían representaciones dramáticas, luchas de gladiadores, carreras de carros y otros muchos espectáculos gratuitos para mantener distraídas a las masas.

      6, 7. ¿Cómo está cumpliendo la congregación la tarea de predicar en todas las naciones?

      6 Hoy, la congregación tiene los mismos objetivos que en el siglo primero. Para empezar, tiene que cumplir esta tarea —difícil pero fascinante— que Jesús les encargó a sus seguidores: “Hagan discípulos de gente de todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu santo. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (Mat. 28:19, 20).

      7 Los testigos de Jehová son la congregación cristiana que Dios usa hoy para cumplir esta labor. Claro está, predicar en tantos idiomas es todo un reto; pero lo están superando: los Testigos editan publicaciones bíblicas en más de 1.000 idiomas. ¿Está usted asistiendo a las reuniones y participando en la obra de predicar y hacer discípulos? Puede sentirse feliz, pues es una de las pocas personas en la Tierra que tienen el honor de dar un testimonio completo del nombre de Jehová.

      8. ¿Qué bendiciones recibe usted dentro de la congregación?

      8 Además, Jehová le regala una hermandad internacional para ayudarle a mantener la alegría y no rendirse en estos tiempos tan difíciles. Fíjese en lo que Pablo les escribió a los cristianos hebreos: “Estemos pendientes unos de otros para motivarnos a mostrar amor y a hacer buenas obras, sin dejar de reunirnos, como algunos tienen por costumbre. Más bien, animémonos unos a otros, sobre todo al ver que el día se acerca” (Heb. 10:24, 25). Como ve, dar y recibir ánimo es una de las muchas bendiciones que Jehová le regala a usted a través de la congregación. Por eso, manténgase muy unido a los hermanos y no deje de asistir a las reuniones.

      Todos oían “hablar a los discípulos en su propio idioma” (Hechos 2:5-13)

      Los discípulos de Jesús predicándoles a los judíos y los prosélitos en una calle llena de gente.

      “Los oímos hablar de las cosas magníficas de Dios en nuestros idiomas” (Hechos 2:11).

      9, 10. ¿Qué hacen algunos para predicarles a personas de otros idiomas?

      9 ¡Imagínese la emoción que debieron sentir los judíos y prosélitos aquel día! La mayoría seguramente usaba un idioma en común para comunicarse entre sí, quizás el griego o el hebreo. Pero ahora “cada uno de ellos oía hablar a los discípulos en su propio idioma” (Hech. 2:6). Sin duda, escuchar las buenas noticias en su lengua materna les tocó el corazón. Obviamente, los cristianos ya no tenemos el poder milagroso de hablar en lenguas. No obstante, muchos están predicándoles el mensaje del Reino a personas de todas las naciones. ¿Cómo? Algunos aprenden idiomas para servir en congregaciones de otra lengua o incluso para mudarse a otros países. Y a menudo ven que a sus oyentes les impresionan sus esfuerzos.

      10 Así le ocurrió a Christine, quien tomó un curso de gujaratí junto con otros siete Testigos. Al encontrarse con una compañera de trabajo que hablaba gujaratí, la saludó en su idioma. La joven se quedó asombrada y le preguntó por qué estaba aprendiendo ese idioma tan difícil. Christine logró darle un buen testimonio, y la mujer le dijo: “El mensaje de ustedes tiene que ser muy importante”.

      11. ¿Cómo podemos prepararnos para predicarles a personas de otros idiomas?

      11 Es cierto que no todos podemos aprender otra lengua. Pero sí podemos prepararnos para llevarles el mensaje del Reino a personas de otros idiomas. ¿Cómo? Por ejemplo, usando la aplicación JW Language®. Con ella puede aprenderse un saludo en alguna lengua que se hable en su zona. También puede aprenderse algunas frases que sirvan para despertar el interés de la gente. Podría decirles que entren al sitio jw.org, o incluso podría mostrarles los videos y publicaciones disponibles en su idioma. Aprovechemos este tipo de herramientas. Así nos sentiremos tan felices como los primeros cristianos cuando vieron que la gente se asombraba al escuchar las buenas noticias en su propio idioma.

      LA PRESENCIA JUDÍA EN MESOPOTAMIA Y EGIPTO

      El historiador Emil Schürer dice que “en Mesopotamia, Media y Babilonia residían los descendientes de los miembros del reino de 10 tribus [de Israel] y del reino de Judá que habían sido deportados allí por los asirios y los babilonios”. Según Esdras 2:64, cuando los israelitas salieron del destierro en Babilonia, solo 42.360 regresaron a Jerusalén. Esto ocurrió en el año 537 antes de nuestra era. Para el siglo primero de la era cristiana, Flavio Josefo comentó que había decenas de miles de judíos que “vivían en la región de Babilonia”. Y fueron esas comunidades de judíos las que, entre los siglos tercero y quinto, registraron la colección de leyes orales conocida como el Talmud de Babilonia.

      Respecto a Egipto, hay documentos que demuestran que en el siglo sexto antes de nuestra era ya había judíos allí. Para entonces, Jeremías les dirigió un mensaje a los judíos que vivían en diversas localidades de Egipto, entre ellas Nof, es decir, Menfis (Jer. 44:1). Siglos después, desde el año 323 hasta el año 30 antes de nuestra era, es probable que llegaran muchísimos más al país. De hecho, Josefo indica que entre los primeros pobladores de Alejandría había judíos. Con el tiempo se les concedió toda una sección de esta ciudad. Y, para el siglo primero de nuestra era, el historiador judío Filón indicó que un millón de israelitas vivían en Egipto, “desde la pendiente de Libia hasta los límites de Etiopía”.

      “Pedro se puso de pie” (Hechos 2:14-37)

      12. a) ¿Cómo anunció el profeta Joel el milagro ocurrido en Pentecostés? b) ¿Por qué se esperaba que la profecía de Joel se cumpliera en el siglo primero?

      12 El relato continúa diciendo que “Pedro se puso de pie” para dirigirle la palabra a aquel público internacional (Hech. 2:14). Les explicó que los discípulos estaban hablando en lenguas porque Dios estaba cumpliendo lo que había profetizado mediante Joel: “Derramaré mi espíritu sobre todo tipo de personas” (Joel 2:28). En realidad, ya se esperaba que esto se cumpliera en el siglo primero, pues antes de subir al cielo Jesús les había prometido a sus discípulos: “Yo le rogaré al Padre y él les dará otro ayudante”. Y él mismo les dijo cuál era ese ayudante: “El espíritu” (Juan 14:16, 17).

      13, 14. ¿Qué hizo Pedro para llegar al corazón de las personas, y cómo podemos imitarlo?

      13 Pedro concluyó su discurso con unas palabras muy directas: “Que toda la casa de Israel sepa sin duda alguna que Dios hizo Señor y también Cristo a este Jesús a quien ustedes ejecutaron en un madero” (Hech. 2:36). Es verdad que la mayoría de ellos ni siquiera había estado allí cuando mataron a Jesús; pero, como eran parte de la nación que lo asesinó, ellos también eran responsables. Sin embargo, notemos que el apóstol se dirigió a sus hermanos judíos con respeto y con la intención de llegarles al corazón. No quería condenarlos; quería que se arrepintieran. Y ellos no se ofendieron. Más bien, “sintieron que un dolor les atravesaba el corazón”, y por eso preguntaron: “¿Qué debemos hacer?”. La forma en que Pedro les habló seguramente contribuyó a que lograra su objetivo y a que muchos se arrepintieran (Hech. 2:37).

      14 Nosotros hacemos bien en imitar a Pedro para llegar al corazón de la gente. Cuando damos testimonio, no nos ponemos a corregir todas las ideas equivocadas de las personas. Más bien, nos concentramos en los puntos en que estamos de acuerdo, y entonces podemos ayudarlas a entender lo que dice la Palabra de Dios. Por lo general, cuando hablamos con respeto como lo hizo Pedro, es más probable que las personas de buen corazón acepten el mensaje de la Biblia.

      CRISTIANOS EN EL PONTO

      Entre los que oyeron el discurso de Pedro el día de Pentecostés había judíos que venían del Ponto, un distrito del norte de Asia Menor (Hech. 2:9). Todo indica que algunos de ellos llevaron a su tierra las buenas noticias al volver, pues el apóstol dirigió su primera carta a creyentes “esparcidos por el Ponto” y otros lugares (1 Ped. 1:1).g Además, en esa carta dijo que aquellos cristianos habían estado “angustiados por diversas pruebas” que habían sufrido por su fe (1 Ped. 1:6). Seguramente, eso incluía ataques y persecución.

      Años más tarde, los cristianos del Ponto sufrieron más ataques, que se mencionan en unas cartas entre el emperador Trajano y Plinio el Joven, que era gobernador de la provincia romana de Bitinia y el Ponto. Alrededor del año 112, Plinio le informó desde el Ponto que el “contagio” del cristianismo era una amenaza para todos, sin importar su sexo, edad o nivel social. También explicó que a los acusados de ser cristianos él les permitía elegir entre negar a Cristo y ser ejecutados. Si uno de ellos maldecía a Cristo o adoraba a los dioses o a la estatua de Trajano, lo dejaba libre, porque —como el propio Plinio dijo— nadie podía lograr que los verdaderos cristianos hicieran ese tipo de cosas.

      g La palabra “esparcidos” viene de un término griego que significa “de la diáspora” y se usaba para referirse a las comunidades judías. Esto indica que muchas de las primeras personas que se hicieron cristianas eran de origen judío.

      “Que cada uno de ustedes se bautice” (Hechos 2:38-47)

      15. a) ¿Qué les dijo Pedro a los prosélitos y a los judíos, y cómo reaccionaron ellos? b) ¿Cómo sabemos que los miles que se bautizaron aquel día estaban listos para dar ese paso?

      15 En aquel día tan emocionante, Pedro les dijo a los prosélitos y a los judíos que aceptaron el mensaje: “Arrepiéntanse, y que cada uno de ustedes se bautice” (Hech. 2:38). Por lo tanto, unas 3.000 personas se bautizaron, probablemente en estanques de Jerusalén y los alrededores.e ¿Actuaron por puro impulso? ¿Da a entender este relato que los estudiantes de la Biblia y los hijos de Testigos deben bautizarse cuanto antes, aunque no estén preparados? Por supuesto que no. Hay que tomar en cuenta que los prosélitos y los judíos que se bautizaron en Pentecostés ya eran buenos estudiantes de las Escrituras y pertenecían a una nación dedicada a Jehová. Además, habían demostrado ser personas espirituales, pues muchos de ellos habían viajado grandes distancias para estar en la fiesta. Lo único que les faltaba era aceptar las verdades fundamentales acerca del papel que tiene Jesucristo en el propósito divino. Una vez que lo hicieron, estuvieron listos para seguir sirviendo a Dios, pero ahora bautizados como seguidores de Cristo.

      ¿QUIÉNES ERAN LOS PROSÉLITOS?

      El discurso que dio Pedro en Pentecostés lo oyeron “tanto judíos como prosélitos” (Hech. 2:10).

      Entre los hombres fieles a los que se les encargó la “tarea necesaria” de distribuir comida todos los días estaba “un prosélito de Antioquía” llamado Nicolás (Hech. 6:3-5). Los prosélitos eran personas no judías que se habían convertido al judaísmo. Se les consideraba judíos porque habían aceptado al Dios de Israel y la Ley mosaica, habían abandonado a los dioses falsos, se habían unido a la nación de Israel y, si eran varones, se habían circuncidado.

      Después de que en el año 537 antes de nuestra era los judíos fueron liberados de Babilonia, muchos se asentaron fuera de su país pero continuaron practicando su religión. Esto hizo que sus creencias se conocieran por todo el Oriente Próximo e incluso en lugares más lejanos. Algunos escritores de la antigüedad, como Horacio y Séneca, confirman que muchas personas de distintos países se sintieron atraídas a los judíos y a su religión, y terminaron uniéndose a sus comunidades como prosélitos.

      16. ¿Cómo demostraron los cristianos del siglo primero que eran generosos?

      16 Está claro que Jehová estaba bendiciendo a ese grupo, pues el relato sigue diciendo: “Todos los que se hacían creyentes estaban juntos y compartían todo lo que tenían, y vendían sus posesiones y propiedades y repartían lo recaudado según lo que cada uno necesitara” (Hech. 2:44, 45).f Sin duda, los cristianos de la actualidad hacemos bien en imitar su amor y generosidad.

      17. ¿Qué pasos tiene que dar quien quiera bautizarse?

      17 Ahora bien, quien quiera dedicarse a Jehová y bautizarse tiene que dar los pasos que indica la Biblia. Primero, tiene que aprender lo que enseña la Palabra de Dios (Juan 17:3). Luego, demostrar fe y arrepentirse de sus errores del pasado, lo que implica probar que de veras los lamenta (Hech. 3:19). A continuación, debe convertirse —es decir, cambiar de dirección en la vida— y comenzar a hacer lo que Jehová espera de sus siervos (Rom. 12:2; Efes. 4:23, 24). Después de dar estos pasos, podrá hacer una oración para dedicarle su vida a Dios y luego bautizarse (Mat. 16:24; 1 Ped. 3:21).

      18. ¿Qué valioso privilegio tiene el cristiano bautizado?

      18 Y usted, ¿ya es un cristiano dedicado y bautizado? En ese caso, tal como Jehová hizo con los discípulos del siglo primero, a usted también le dará su espíritu para que pueda dar un testimonio completo de la verdad y hacer su voluntad. ¡Qué privilegio tan valioso!

      a Vea el recuadro “Jerusalén, el centro del judaísmo”.

      b Vea los recuadros “Roma, la capital del Imperio”, “La presencia judía en Mesopotamia y Egipto” y “Cristianos en el Ponto”.

      c Notemos que la Biblia dice que “vieron aparecer algo similar a lenguas de fuego”. Esto indica que cuando el espíritu santo fue derramado sobre cada discípulo se veía como fuego, pero no era fuego de verdad.

      d Vea el recuadro “¿Quiénes eran los prosélitos?”.

      e A modo de comparación, el 7 de agosto de 1993 se bautizaron 7.402 personas en 6 piscinas en una asamblea internacional de los testigos de Jehová celebrada en Kiev (Ucrania). Todo el proceso tomó 2 horas y 15 minutos.

      f Como muchos visitantes se quedaron en Jerusalén para aprender más sobre su nueva fe, se tomó esta medida de manera temporal para atender sus necesidades. Los bienes se compartían voluntariamente, así que no se trataba de ningún tipo de comunismo, como algunos afirman (Hech. 5:1-4).

  • “Hombres comunes y con poca educación”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 4

      “Hombres comunes y con poca educación”

      Los apóstoles actúan con decisión, y Jehová los bendice

      Basado en Hechos 3:1-5:11

      1, 2. ¿Qué milagro hicieron Pedro y Juan cerca de una puerta del templo?

      EL SOL de media tarde brilla sobre un mar de gente. Tanto los fieles del judaísmo como los discípulos de Cristo llegan al recinto del templo. Ya casi es “la hora de la oración” (Hech. 2:46; 3:1).a Entre la multitud, Pedro y Juan se abren paso hacia la Puerta Hermosa, una entrada del templo. El ruido de las voces y el ir y venir de la gente es intenso, pero no consigue apagar la voz de un mendigo de mediana edad, lisiado de nacimiento, que está allí pidiendo limosna (Hech. 3:2; 4:22).

      2 Al acercarse los dos apóstoles, aquel hombre empieza a suplicarles que le den dinero. Y, cuando se detienen a su lado, piensa que le van a dar algo. Sin embargo, Pedro le dice: “No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo. ¡En el nombre de Jesucristo el Nazareno, camina!”. Los presentes se quedan con la boca abierta cuando toma al hombre de la mano y hace que, por primera vez en su vida, sea capaz de mantenerse en pie (Hech. 3:6, 7). ¿Se imagina a este hombre, mirando asombrado sus piernas ya sanas y dando sus primeros pasos? ¡Cómo no va a saltar de alegría y alabar a Dios con todas sus fuerzas!

      3. ¿Qué valioso regalo les ofreció Pedro al pueblo y al hombre recién sanado?

      3 La gente, llena de euforia, corre hacia Pedro y Juan, quienes ya han llegado al Pórtico de Salomón. Allí, en el mismo lugar donde Jesús estuvo un día enseñando, Pedro explica cómo fue posible aquella curación (Juan 10:23). Al pueblo y al hombre recién sanado les ofrece un regalo mucho más valioso que todo el oro y la plata del mundo y que cualquier curación física. Se trata de la oportunidad de arrepentirse, ver borrados los pecados y convertirse en seguidores de Jesucristo, a quien Jehová nombró “Agente Principal de la vida” (Hech. 3:15).

      4. a) ¿Qué provocaría el milagro que hicieron Pedro y Juan? b) ¿Qué veremos a continuación?

      4 ¡Qué día tan memorable! Una persona lisiada se ha sanado y puede caminar, y a miles de personas se les da la oportunidad de curarse espiritualmente y andar de una manera digna de Dios (Col. 1:9, 10). No obstante, estos sucesos provocarán que las autoridades intenten detener la obra que Jesús les encargó a sus discípulos (Hech. 1:8). En este capítulo examinaremos el testimonio que Pedro y Juan dieron sobre el Reino, y veremos qué aprendemos de los métodos y actitudes de estos dos hombres que las autoridades consideraban “comunes y con poca educación” (Hech. 4:13).b También veremos cómo podemos imitar lo que hicieron ellos y los demás discípulos al enfrentarse a oposición.

      No fue “con nuestro propio poder” (Hechos 3:11-26)

      5. ¿Qué nos enseña la forma en que Pedro le habló a la multitud?

      5 Los dos apóstoles hablaron ante la multitud aunque sabían que allí podían estar algunos de los que pidieron a gritos la ejecución de Jesús (Mar. 15:8-15; Hech. 3:13-15). ¡Qué valiente fue Pedro al decirles que aquel hombre se había curado en el nombre de Jesús! Además, les explicó de forma clara y sin rodeos que eran cómplices de la muerte de Cristo. Pero no les habló con odio. Más bien, les dijo: “Sé que actuaron así por ignorancia” (Hech. 3:17). Es más, los llamó hermanos y se centró en darles las buenas noticias del Reino. Si se arrepentían y demostraban fe en Cristo, Jehová les concedería “tiempos de alivio” (Hech. 3:19). Nosotros también somos valientes y directos al anunciar el futuro juicio de Dios. Pero no lo hacemos de forma áspera y dura, como si fuéramos los jueces de la gente. Por el contrario, los tratamos como posibles hermanos y, al igual que Pedro, nos centramos en darles las buenas noticias del Reino.

      6. ¿Cómo demostraron Pedro y Juan que eran humildes?

      6 Los apóstoles eran humildes, así que no querían ningún reconocimiento por el milagro. Por eso, Pedro preguntó: “¿Por qué nos miran como si hubiéramos hecho caminar a este hombre con nuestro propio poder o por nuestra devoción a Dios?” (Hech. 3:12). Él y los demás apóstoles sabían que todo lo que habían logrado en su ministerio era gracias al poder de Dios, no al suyo. Así que humildemente les dieron todo el mérito a Jehová y a Jesús.

      7, 8. a) ¿Qué oportunidad les damos a las personas? b) ¿Cómo se está cumpliendo la promesa de “la restauración de todas las cosas”?

      7 Hoy también tenemos que ser humildes al predicar. Es cierto que el espíritu ya no nos da poder para curar de forma milagrosa a las personas. Pero sí hay algo que podemos hacer por ellas: ayudarlas a tener fe en Dios y en Cristo y, como Pedro, darles la oportunidad de recibir el perdón de los pecados y disfrutar del alivio que da Jehová. Todos los años, cientos de miles aceptan esta invitación y se bautizan como discípulos de Cristo.

      8 Vivimos en la época que mencionó Pedro: “los tiempos de la restauración de todas las cosas”. Esa restauración empezó en 1914, cuando Dios estableció su Reino en los cielos, tal como había anunciado “por boca de sus santos profetas de la antigüedad” (Hech. 3:21; Sal. 110:1-3; Dan. 4:16, 17). Y, poco después, Jesús comenzó a encargarse de que se restaurara la adoración pura en la Tierra. Desde entonces, millones de cristianos han aceptado ser siervos del Reino y ahora forman parte de un paraíso espiritual. Se han quitado la vieja personalidad que se va corrompiendo y se han puesto “la nueva personalidad que fue creada según la voluntad de Dios” (Efes. 4:22-24). Así como el hombre lisiado se curó gracias al poder de Dios, las personas consiguen cambiar gracias a la ayuda del espíritu santo, no a los esfuerzos de un ser humano. Nuestro papel, como el de Pedro, es usar la Palabra de Dios con habilidad y valentía. Todo lo que logremos en la obra de hacer discípulos será gracias al poder de Jehová, no al nuestro.

      “No podemos dejar de hablar” (Hechos 4:1-22)

      9-11. a) ¿Cómo reaccionaron las autoridades judías al enterarse de lo que estaban predicando Pedro y Juan? b) ¿A qué estaban decididos los apóstoles?

      9 Con el discurso de Pedro y los saltos y los gritos del mendigo, se formó un gran alboroto. Por eso, el capitán del templo —que se encargaba de la seguridad— y los sacerdotes principales salieron corriendo a ver qué ocurría. Al parecer, aquellos hombres eran saduceos, una secta que tenía mucho dinero y poder político, y que apoyaba a Roma. A diferencia de los fariseos —quienes obedecían las leyes al pie de la letra—, los saduceos rechazaban la ley oral y despreciaban la enseñanza de la resurrección.c ¡Cuánto les tuvo que molestar encontrarse allí a Pedro y a Juan enseñando abiertamente que Jesús había resucitado!

      10 Llenos de odio, aquellos hombres metieron a Pedro y a Juan en la cárcel, y al día siguiente los llevaron ante los jueces del tribunal supremo judío. Para estos líderes arrogantes, no eran más que un par de “hombres comunes y con poca educación”. Como no habían estudiado en ninguna escuela religiosa reconocida, no tenían derecho a enseñar en el templo. Con todo, los jueces se quedaron asombrados de la franqueza y seguridad con la que hablaban. ¿Por qué eran tan convincentes? Entre otras razones, porque “habían estado con Jesús” (Hech. 4:13). Él les había enseñado con verdadera autoridad, no como los escribas (Mat. 7:28, 29).

      11 El tribunal les ordenó a los apóstoles que dejaran de predicar. Y, en aquella sociedad, sus órdenes tenían mucho peso. De hecho, unas semanas atrás, cuando este mismo tribunal dictó una sentencia contra Jesús, declaró: “¡Merece morir!” (Mat. 26:59-66). Aun así, Pedro y Juan no se dejaron intimidar. Delante de todos esos hombres ricos, cultos e influyentes, respondieron sin miedo pero con respeto: “Si es correcto a los ojos de Dios obedecerlos a ustedes en vez de a Dios, júzguenlo ustedes mismos. Pero nosotros no podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído” (Hech. 4:19, 20).

      EL SUMO SACERDOTE Y LOS SACERDOTES PRINCIPALES

      El sumo sacerdote era el representante del pueblo ante Dios. En el siglo primero también era el presidente del Sanedrín. Él era líder de los judíos junto con los sacerdotes principales. Entre estos había ex sumos sacerdotes —como Anás— y otros hombres de las pocas familias —tal vez cuatro o cinco— de las que se elegían los sumos sacerdotes. Emil Schürer señala que “el mero hecho de pertenecer a una de aquellas familias privilegiadas conferiría [...] una particular distinción” (Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús 175 a. C. - 135 d. C.).

      Las Escrituras indican que el cargo de sumo sacerdote era para toda la vida (Núm. 35:25). Sin embargo, durante el periodo que abarca el libro de Hechos, eran los gobernadores romanos y los reyes nombrados por Roma quienes ponían y quitaban a su antojo al sumo sacerdote. De todos modos, parece que seguían seleccionándolo de la línea sacerdotal de Aarón.

      12. ¿Qué le ayudará a hablar con más convicción y valentía?

      12 Y usted, ¿consigue ser tan valiente como ellos? Por ejemplo, cuando tiene que darle testimonio a una persona rica, culta o poderosa, ¿cómo se siente? Y, si un familiar o un compañero de clase o de trabajo se burla de usted por ser Testigo, ¿se siente intimidado? No se preocupe, puede superar sus temores. Cuando Jesús estuvo en la Tierra, les enseñó a los apóstoles a defender sus creencias con seguridad y respeto (Mat. 10:11-18). Además, después de resucitar, les prometió a sus discípulos que estaría con ellos “todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mat. 28:20). Hoy, bajo la dirección de Jesús, “el esclavo fiel y prudente” nos enseña a defender nuestras creencias (Mat. 24:45-47; 1 Ped. 3:15). ¿Cómo lo hace? Por ejemplo, nos prepara mediante la reunión Vida y Ministerio Cristianos y mediante información bíblica como los artículos de la sección “Preguntas sobre la Biblia”, de jw.org. ¿Está aprovechando estos recursos? Si lo hace, conseguirá hablar con más convicción y valentía. Y, al igual que los apóstoles, no dejará que nada ni nadie le impida hablar de las maravillosas verdades espirituales que ha visto y oído.

      Una hermana predicándole a una compañera de trabajo durante un descanso.

      No deje que nada ni nadie le impida hablar de las maravillosas verdades espirituales que ha aprendido.

      “Le oraron juntos a Dios” (Hechos 4:23-31)

      13, 14. Si afronta oposición, ¿qué debe hacer, y por qué?

      13 Tan pronto como Pedro y Juan fueron liberados, se reunieron con el resto de la congregación. Entonces todos “le oraron juntos a Dios” y le pidieron que les diera valor para seguir predicando (Hech. 4:24). Pedro sabía por experiencia propia que, si uno quiere hacer la voluntad de Jehová, no puede confiar en sus propias fuerzas. Semanas antes había pecado de exceso de confianza al decirle a Jesús: “Aunque todos los demás fallen por tu causa, ¡yo nunca fallaré!”. Pero, tal como el propio Jesús profetizó, el miedo se apoderó de Pedro y lo llevó a negar a su amigo y maestro. ¡Menos mal que aprendió la lección! (Mat. 26:33, 34, 69-75).

      14 Así que, para seguir dando testimonio de Jesús, no basta con proponérselo. Si tratan de hacer que usted deje de predicar o de servir a Jehová, siga el ejemplo de Pedro y Juan. Pídale a Jehová que le dé fuerzas, busque el apoyo de la congregación y cuénteles a los ancianos y a otros hermanos maduros los problemas por los que esté pasando. No olvide que las oraciones de nuestros hermanos tienen un efecto muy poderoso (Efes. 6:18; Sant. 5:16).

      15. ¿Por qué no debe castigarse si en el pasado dejó de predicar por un tiempo?

      15 Si alguna vez cedió a la presión de los demás y dejó de predicar por un tiempo, no se castigue. Recuerde que hasta los apóstoles dejaron la predicación tras la muerte de Jesús, pero no tardaron en retomarla (Mat. 26:56; 28:10, 16-20). En vez de permitir que los errores del pasado lo agobien, trate de aprender de ellos y use su experiencia para ayudar a los demás.

      16, 17. ¿Qué nos enseña la oración que hicieron los discípulos de Cristo en Jerusalén?

      16 ¿Qué debemos pedirle a Dios si las autoridades nos persiguen? Pues bien, notemos que los apóstoles no le pidieron que los librara de los ataques de sus enemigos, porque sabían muy bien que Jesús había dicho: “Si ellos me han perseguido a mí, también los perseguirán a ustedes” (Juan 15:20). Más bien, le rogaron a Jehová: “Ten en cuenta sus amenazas” (Hech. 4:29). Aquellos fieles discípulos tenían muy claro el cuadro general y entendían que la persecución que sufrían estaba profetizada. Eran conscientes de que, dijeran lo que dijeran los gobernantes, la voluntad de Dios se haría en la Tierra, tal como Jesús les enseñó a pedir (Mat. 6:9, 10).

      17 Como querían obedecer a Jehová, los discípulos le pidieron: “Haz que tus esclavos sigan hablando de tu palabra con gran valor”. Y Jehová les respondió su oración de inmediato. El relato cuenta: “El lugar donde estaban reunidos tembló, y todos sin excepción quedaron llenos de espíritu santo y se pusieron a proclamar la palabra de Dios con valor” (Hech. 4:29-31). En efecto, nada puede impedir que se cumpla la voluntad de Jehová (Is. 55:11). Da igual que el obstáculo parezca insuperable o que el enemigo parezca invencible: si le pedimos ayuda a Jehová, él nos dará las fuerzas necesarias para seguir predicando con valor.

      “No les has mentido a los hombres; le has mentido a Dios” (Hechos 4:32-5:11)

      18. ¿En qué sentidos se ayudaban los hermanos de la congregación de Jerusalén?

      18 En poco tiempo, ya había más de 5.000 personas en la joven congregación de Jerusalén.d Aunque tenían orígenes muy distintos, “tenían un solo corazón y alma”, es decir, tenían la misma forma de pensar y el mismo propósito (Hech. 4:32; 1 Cor. 1:10). Además de pedirle a Jehová que los ayudara, también se ayudaban entre ellos en sentido espiritual y, cuando era necesario, en sentido material (1 Juan 3:16-18). Eso fue lo que hizo el discípulo José, a quien los apóstoles llamaban Bernabé. En cierta ocasión, vendió un terreno y donó todo el dinero para que se ayudara a los hermanos que habían venido a Jerusalén de muy lejos. De este modo, los nuevos discípulos podrían quedarse más tiempo para aprender más y fortalecer su fe.

      19. ¿Por qué ejecutó Jehová a Ananías y Safira?

      19 Ananías y Safira eran un matrimonio que también vendió una propiedad para hacer una donación. Sin embargo, aquella pareja trató de hacerles creer a los apóstoles que les estaba entregando todo lo que recibió, cuando en realidad “se quedó con parte del dinero y no se lo dijo a nadie” (Hech. 5:2). Así que Jehová los ejecutó a los dos. Y no porque la cantidad fuera insuficiente, sino porque tenían malos motivos y porque eran unos mentirosos. No les habían “mentido a los hombres”; le habían “mentido a Dios” (Hech. 5:4). Ananías y Safira eran como los hipócritas a los que Jesús condenó: estaban más interesados en las alabanzas de la gente que en la aprobación de Dios (Mat. 6:1-3).

      20. ¿Qué aprendemos sobre lo que le damos a Jehová?

      20 Hoy, millones de Testigos apoyamos la predicación mundial con la misma generosidad que aquellos discípulos de Jerusalén. Damos de nuestro tiempo y dinero de forma totalmente voluntaria, pues Jehová no quiere que nadie le sirva “de mala gana ni a la fuerza” (2 Cor. 9:7). Tampoco le importa cuánto damos, sino por qué lo hacemos (Mar. 12:41-44). Por eso, no seamos como Ananías y Safira; no sirvamos a Dios por interés o para recibir reconocimiento. Más bien, seamos como Pedro, Juan y Bernabé, y hagamos todo por auténtico amor a Dios y al prójimo (Mat. 22:37-40).

      PEDRO, UN PESCADOR QUE SE CONVIERTE EN UN APÓSTOL MUY DINÁMICO

      Este apóstol recibe en la Biblia cinco nombres: Symeón (tomado del hebreo), Simón (equivalente griego), Cefas (en arameo), Pedro (equivalente griego de Cefas) y el nombre compuesto Simón Pedro (Mat. 10:2; 16:16; Juan 1:42; Hech. 15:14).

      El apóstol Pedro con una canasta llena de pescado.

      Estaba casado y en su casa también vivían su hermano y su suegra (Mar. 1:29-31). Era de Betsaida, una ciudad al norte del mar de Galilea, y después se mudó a la cercana Capernaúm (Luc. 4:31, 38; Juan 1:44). Se dedicaba a la pesca. De hecho, fue en la barca de Pedro donde Jesús se sentó para dar un discurso ante la multitud reunida a orillas del mar de Galilea. Justo después, Jesús le dijo que echara las redes al mar, y Pedro sacó un montón de peces de forma milagrosa. Al ver que se había asustado, Jesús le dijo: “Ya no tengas miedo. A partir de ahora estarás pescando hombres” (Luc. 5:1-11). Trabajaba con su hermano Andrés y con Santiago y Juan, pero todos ellos dejaron el negocio para aceptar la invitación de Jesús de ser sus seguidores (Mat. 4:18-22; Mar. 1:16-18). Un año más tarde, Jesús lo eligió como uno de sus 12 “apóstoles”, que significa “enviados” (Mar. 3:13-16).

      Jesús les pidió a Pedro, Santiago y Juan que lo acompañaran en ciertas ocasiones especiales. Por ejemplo, vieron la transfiguración, la resurrección de la hija de Jairo y la angustia que sintió Jesús en el jardín de Getsemaní (Mat. 17:1, 2; 26:36-46; Mar. 5:22-24, 35-42; Luc. 22:39-46). Y fueron ellos —junto con Andrés— quienes le preguntaron por la señal de su presencia (Mar. 13:1-4).

      Pedro era directo, dinámico y un tanto impulsivo. Por lo que se ve, acostumbraba expresar su opinión antes que los demás apóstoles. De hecho, los Evangelios recogen más palabras de él que de los otros 11 juntos. Muchas veces, los demás estaban callados, pero él estaba haciendo preguntas (Mat. 15:15; 18:21; 19:27-29; Luc. 12:41; Juan 13:36-38). Y fue el único que se negó a que Jesús le lavara los pies. Pero luego, cuando él lo corrigió, le pidió que le lavara también las manos y la cabeza (Juan 13:5-10).

      Un día, se dejó llevar por los sentimientos e intentó convencer a Jesús de que no tenía que sufrir ni ser ejecutado, pero este le dijo con firmeza que estaba equivocado (Mat. 16:21-23). Por otro lado, la noche antes de que Jesús muriera, Pedro le prometió que él nunca lo abandonaría aunque los demás lo hicieran. De hecho, cuando lo arrestaron, tuvo el valor de defenderlo con la espada y de seguirlo hasta el patio del sumo sacerdote. Aun así, poco después lo negó tres veces; pero luego lloró amargamente al darse cuenta de lo que había hecho (Mat. 26:31-35, 51, 52, 69-75).

      Justo antes de que Jesús se apareciera ya resucitado en Galilea, Pedro dijo que iba a pescar, y otros apóstoles fueron con él. Cuando Pedro reconoció a lo lejos a Jesús, que estaba en la playa, se lanzó de la barca y llegó nadando a la orilla. Jesús les estaba preparando pescado para desayunar. Mientras ellos comían, le preguntó a Pedro si lo amaba más que “a estos”, refiriéndose a los pescados. De este modo lo animó a que lo siguiera todo el tiempo, en vez de dedicar sus energías a la pesca o a cualquier otro oficio (Juan 21:1-22).

      Jesús “le dio poder a Pedro para ser apóstol entre los circuncisos” (Gál. 2:8, 9). Así que estuvo predicándoles las buenas noticias a los muchos judíos de la ciudad de Babilonia (en el actual Irak) alrededor de los años 62 a 64 (1 Ped. 5:13). Allí escribió su primera carta y quizás también la segunda. Sin duda, Pedro fue muy dinámico y compasivo al cumplir su comisión.

      JUAN, EL DISCÍPULO AMADO DE JESÚS

      El apóstol Juan era hijo de Zebedeo y hermano del apóstol Santiago. Al parecer, su madre se llamaba Salomé y probablemente era hermana de María, la madre de Jesús (Mat. 10:2; 27:55, 56; Mar. 15:40; Luc. 5:9, 10). Así que es posible que Juan y Jesús fueran primos. Por lo visto, la familia de Juan era adinerada, ya que el negocio de pesca de Zebedeo era lo bastante grande como para tener que contratar trabajadores (Mar. 1:20). Es muy posible que Juan tuviera casa propia (Juan 19:26, 27). Salomé acompañó a Jesús en su ministerio y, cuando él iba a Galilea, atendía sus necesidades. Cuando él murió, ella compró especias para preparar el cuerpo para el entierro (Mar. 16:1; Juan 19:40).

      El apóstol Juan sujetando un rollo.

      Probablemente él era el otro discípulo de Juan el Bautista que estaba con Andrés cuando, al ver a Jesús, Juan el Bautista exclamó: “¡Miren, el Cordero de Dios!” (Juan 1:35, 36, 40). Después de eso, parece que Juan acompañó a Jesús a Caná y fue testigo de su primer milagro (Juan 2:1-11). También es posible que estuviera con él en Jerusalén, Samaria y Galilea, pues en su Evangelio describe con lujo de detalle lo que pasó. Y sin duda era un hombre de fe, ya que cuando Jesús lo invitó a ser su seguidor hizo lo mismo que Santiago, Pedro y Andrés: de inmediato abandonó sus redes, su barca y su medio de vida, y lo siguió (Mat. 4:18-22).

      Aunque los Evangelios no mencionan a Juan tantas veces como a Pedro, él también tenía una personalidad muy activa. Por eso Jesús les puso a él y a Santiago el apodo de “Boanerges, que significa ‘hijos del trueno’” (Mar. 3:17). Al principio, estos dos hermanos estaban tan preocupados por tener una posición importante que enviaron a su madre a pedirle a Jesús que les diera los mejores puestos en su Reino. Es cierto que eso fue egoísta de su parte. Sin embargo, demostró que el Reino era algo real para ellos y llevó a Jesús a enseñarles a todos los apóstoles que tenían que ser humildes (Mat. 20:20-28).

      Juan demostró que tenía mucho carácter cuando trató de impedir que un hombre que no iba con los discípulos expulsara demonios en el nombre de Jesús. Y, cuando los habitantes de una aldea de Samaria no quisieron recibir a Jesús y sus discípulos, Juan se ofreció para mandar que bajara fuego del cielo y acabara con la gente. En los dos casos, Jesús lo reprendió. Pero es obvio que con el tiempo Juan se volvió más razonable y compasivo (Luc. 9:49-56). A pesar de sus defectos, era “el discípulo al que Jesús amaba”. De hecho, cuando Jesús estaba a punto de morir, le encargó que cuidara de su madre, María (Juan 19:26, 27; 21:7, 20, 24).

      Tal como Jesús había profetizado, Juan vivió más años que los demás apóstoles (Juan 21:20-22). Hacia el final de su vida —en tiempos del emperador romano Domiciano—, fue desterrado a la isla de Patmos “por hablar acerca de Dios y por dar testimonio acerca de Jesús”. Allí recibió alrededor del año 96 las visiones que escribió en el libro de Apocalipsis (Apoc. 1:1, 2, 9). Según se cree, cuando salió libre se fue a Éfeso y allí escribió su Evangelio y sus tres cartas. Al parecer, murió en esa ciudad alrededor del año 100, tras siete décadas de fiel servicio a Jehová.

      a Las oraciones del templo coincidían con los sacrificios de la mañana y del anochecer. Este último se ofrecía a “la hora novena”, es decir, alrededor de las tres de la tarde.

      b Vea los recuadros “Pedro, un pescador que se convierte en un apóstol muy dinámico” y “Juan, el discípulo amado de Jesús”.

      c Vea el recuadro “El sumo sacerdote y los sacerdotes principales”.

      d Puede que para el año 33 solo hubiera unos 6.000 fariseos en Jerusalén y todavía menos saduceos. Quizás esa fue otra razón por la que esos dos grupos se sentían cada vez más amenazados por las enseñanzas de Jesús.

  • “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 5

      “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante”

      Con su firme postura, los apóstoles dejan un ejemplo para todos los cristianos

      Basado en Hechos 5:12-6:7

      1-3. a) ¿De qué acusaba el Sanedrín a los apóstoles, y a qué cuestión se enfrentaban ellos? b) ¿Por qué debe interesarnos lo que les pasó a los apóstoles?

      ¡LOS jueces del Sanedrín están furiosos! Ante ellos se encuentran los acusados: los apóstoles. El sumo sacerdote y presidente de este alto tribunal, José Caifás, está tan lleno de rabia que no quiere ni pronunciar el nombre de Jesús cuando les informa de los cargos: “Les dimos órdenes estrictas de que no siguieran enseñando en nombre de ese hombre. Pero resulta que han llenado Jerusalén con sus enseñanzas. Están decididos a hacernos culpables de la muerte de ese hombre” (Hech. 5:28). En otras palabras: “¡O dejan de predicar, o ya verán!”.

      2 ¿Cómo reaccionarán los apóstoles? El que les ha dado la comisión de predicar es Jesús, y lo ha hecho con la autoridad que le dio Jehová (Mat. 28:18-20). Entonces, ¿dejarán de predicar por miedo a sus enemigos? ¿O serán valientes y se mantendrán firmes? Dicho sencillamente, la cuestión era: ¿a quién obedecerán: a Dios o a los hombres? Con mucho valor, Pedro inmediatamente da una respuesta clara y directa en nombre de todos.

      3 ¿Por qué debe interesarnos todo esto? Pues bien, hoy también tenemos que predicar y puede que los enemigos también nos persigan (Mat. 10:22). De hecho, tal vez intenten limitar o incluso prohibir la obra que Jehová nos ha encargado. Algo que nos ayudará a permanecer firmes es analizar con mucha atención qué llevó a los apóstoles a comparecer ante el Sanedrína y cómo reaccionaron ante las amenazas.

      EL SANEDRÍN, TRIBUNAL SUPREMO DE LOS JUDÍOS

      Aunque Judea estaba bajo el dominio del Imperio romano, a los judíos se les permitía seguir sus tradiciones y gobernarse prácticamente por sí mismos. Había tribunales locales que juzgaban delitos menores y casos civiles. Cuando estos no podían decidir algún asunto, lo remitían al Gran Sanedrín, que estaba en Jerusalén. El Sanedrín servía de tribunal supremo y consejo administrativo de la nación, y tenía la última palabra sobre cómo debían interpretarse las leyes judías. Los judíos de todo el mundo respetaban su autoridad.

      El Sanedrín era un grupo de 71 hombres que se reunían al parecer en una sala situada en el recinto del templo o cerca de él. Estaba formado por el sumo sacerdote —que era el presidente—, por otros nobles de las familias sacerdotales —entre ellos los saduceos—, por nobles que no eran sacerdotes y por escribas eruditos. Las decisiones de este tribunal no se podían cambiar ni anular.

      “El ángel de Jehová abrió las puertas” (Hechos 5:12-21a)

      4, 5. ¿Por qué estaban “llenos de celos” Caifás y los demás saduceos?

      4 Como vimos antes, cuando el Sanedrín les ordenó por primera vez que dejaran de predicar, Pedro y Juan respondieron: “No podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído” (Hech. 4:20). Pues bien, ¿qué pasó después? Todos los apóstoles reanudaron la predicación en el templo, y más concretamente “en el Pórtico de Salomón”. En este lugar techado, ubicado en el lado este del templo, se reunían muchos judíos. Allí, los apóstoles hicieron grandes milagros, como curar enfermos y expulsar demonios. De hecho, parece que algunas personas se curaban cuando tan solo la sombra de Pedro las tocaba. Y muchos de los que se estaban curando en sentido físico también aceptaron el mensaje de curación espiritual. Gracias a eso, “siguió aumentando el número de creyentes en el Señor, muchísimos hombres y mujeres” (Hech. 5:12-15).

      5 “Llenos de celos”, Caifás y otros miembros de la secta de los saduceos mandaron encarcelar a los apóstoles (Hech. 5:17, 18). ¿Por qué estaban tan indignados? Para empezar, porque los apóstoles enseñaban que Jesús había resucitado, y ellos no creían en la resurrección. Además, como decían que solo quienes pusieran su fe en Jesús se salvarían, los saduceos temían que la gente viera a Jesús como su líder, y entonces los romanos tomaran medidas contra ellos (Juan 11:48). ¡Con razón querían silenciar a los apóstoles!

      6. ¿Quiénes están detrás de la persecución contra los siervos de Jehová, y por qué no debería extrañarnos esto?

      6 Hoy pasa lo mismo: detrás de la persecución contra los siervos de Jehová están principalmente los líderes religiosos. Por lo general, se valen de su posición para influir en las autoridades y en los medios de comunicación con tal de detener nuestra predicación. ¿Por qué no debería extrañarnos que nos tengan odio y envidia? Primero, porque gracias a nuestro mensaje la gente se da cuenta de las mentiras que enseñan las religiones falsas. Y, segundo, porque cuando las personas sinceras aceptan la verdad se liberan de las creencias y costumbres antibíblicas que sus líderes enseñan (Juan 8:32).

      7, 8. ¿Qué efecto tuvieron en los apóstoles las órdenes del ángel, y qué pregunta conviene que nos hagamos?

      7 Mientras estaban en la cárcel esperando a que los juzgaran, los apóstoles tal vez se preguntaron si sus enemigos acabarían matándolos (Mat. 24:9). Pero de noche ocurrió algo totalmente inesperado: “el ángel de Jehová abrió las puertas de la prisión” (Hech. 5:19).b Entonces les dio órdenes claras: “Vayan al templo y allí sigan predicándole al pueblo” (Hech. 5:20). ¿Qué efecto tuvo esto en ellos? Sin duda, les confirmó que estaban haciendo lo correcto y les dio nuevas fuerzas para permanecer firmes contra viento y marea. Llenos de fe y valor, “entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar” (Hech. 5:21).

      8 Conviene que nos preguntemos: “Si yo me enfrentara a situaciones parecidas, ¿tendría la fe y el valor necesarios para seguir predicando?”. Algo que nos fortalecerá es recordar que los ángeles nos apoyan y guían en la gran obra de dar “un testimonio completo sobre el Reino de Dios” (Hech. 28:23; Apoc. 14:6, 7).

      “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hechos 5:21b-33)

      Caifás, lleno de furia, acusando a los apóstoles delante de otros miembros del Sanedrín.

      “Los llevaron y los presentaron ante el Sanedrín” (Hechos 5:27).

      9-11. ¿Qué hicieron los apóstoles cuando les ordenaron dejar de predicar, y qué ejemplo nos dieron?

      9 Caifás y los otros jueces del Sanedrín ya estaban listos para castigar a los apóstoles. Como no sabían que ya no estaban en la prisión, mandaron oficiales a traerlos. Imagínese cuando estos vieron que los presos habían desaparecido, a pesar de que la cárcel estaba “cerrada y asegurada, y los guardias estaban de pie ante las puertas”. ¡Qué sorpresa debieron llevarse! (Hech. 5:23). El capitán del templo no tardó en enterarse de que otra vez estaban en el templo, haciendo lo mismo que los había llevado a la cárcel: dando testimonio de Jesús. De modo que, acompañado de sus oficiales, fue a arrestar de nuevo a los apóstoles y los escoltó hasta el tribunal.

      10 Como vimos al principio del capítulo, los líderes les ordenaron furiosos a los apóstoles que dejaran de predicar inmediatamente. ¿Y qué hicieron ellos? En representación de los demás, Pedro respondió con valentía: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hech. 5:29). De este modo, los apóstoles nos dieron el ejemplo a los cristianos de todas las épocas. Y es que, aunque obedecemos a “las autoridades superiores”, ellas no tienen la autoridad de prohibirnos hacer lo que Dios ordena ni de ordenarnos hacer lo que Dios prohíbe (Rom. 13:1). Por lo tanto, si nos prohíben predicar, no dejaremos de hacerlo, pues es una obra que Jehová nos ha mandado. Más bien, buscaremos formas discretas de seguir dando un testimonio completo sobre el Reino.

      11 No es de extrañar que los jueces sintieran tanto coraje al ver el valor de los apóstoles. De hecho, “quisieron matarlos” a toda costa (Hech. 5:33). De seguro, los apóstoles pensaron que de ahí no saldrían con vida, pero Jehová los ayudó de una manera sorprendente.

      “No podrán hacer que fracasen” (Hechos 5:34-42)

      12, 13. a) ¿Qué sugerencia les dio Gamaliel a los demás jueces, y qué decidieron ellos? b) ¿Cómo puede intervenir Jehová a favor de su pueblo? ¿De qué podemos estar seguros si Jehová permite que suframos “por causa de la justicia”?

      12 Entonces habló Gamaliel,c “un maestro de la Ley respetado por todo el pueblo” y también por los demás jueces. Tanto es así que, cuando ordenó que sacaran a los apóstoles por un momento, los demás le obedecieron (Hech. 5:34). Entonces les empezó a hablar sobre ciertos movimientos rebeldes que habían surgido algún tiempo antes. Dijo que, cuando murieron sus líderes, sus seguidores se dispersaron. Tomando en cuenta esto, les sugirió que fueran pacientes y ya no intentaran detener a los apóstoles, porque su líder acababa de morir. De manera muy persuasiva razonó: “Les digo que no se metan con estos hombres y que los dejen en paz. Porque, si este proyecto o esta obra es de origen humano, fracasará. Pero, si viene de Dios, ustedes no podrán hacer que fracasen. Y hasta puede que acaben luchando contra Dios mismo” (Hech. 5:38, 39). Los jueces decidieron hacerle caso. Con todo y eso, mandaron darles latigazos a los apóstoles y “les ordenaron que dejaran de hablar en nombre de Jesús” (Hech. 5:40).

      13 Hoy Jehová también puede utilizar a hombres influyentes, como Gamaliel, para que intervengan a favor de su pueblo (Prov. 21:1). Mediante su espíritu, puede influir en poderosos gobernantes, jueces o legisladores para que hagan lo que él desea (Neh. 2:4-8). Pero a veces quizá permita que suframos “por causa de la justicia” (1 Ped. 3:14). Si eso pasa, podemos estar seguros de que él nos dará las fuerzas para aguantar y de que nuestros enemigos no podrán detener la obra (Is. 54:17; 1 Cor. 10:13).

      14, 15. a) ¿Qué hicieron los apóstoles cuando les dieron latigazos, y por qué? b) ¿Qué experiencia demuestra que es posible ser felices al aguantar las pruebas?

      14 Cuando a los apóstoles les dieron latigazos, ¿qué hicieron? ¿Se desanimaron y dejaron de predicar? Al contrario, “salieron de delante del Sanedrín, felices” (Hech. 5:41). ¿Felices? Pero ¿por qué? No fue porque los habían maltratado, claro está, sino porque sabían que les habían hecho eso por ser leales a Jehová y seguir los pasos de Jesús (Mat. 5:11, 12).

      15 Al igual que en el siglo primero, los cristianos nos sentimos felices cuando nos persiguen por predicar las buenas noticias (1 Ped. 4:12-14). Claro está, no nos gusta que nos amenacen, que nos acosen ni que nos metan en prisión, pero sí sentimos una gran satisfacción cuando nos mantenemos íntegros. Tomemos como ejemplo al hermano Henryk Dornik, quien soportó maltratos durante años bajo gobiernos totalitarios. En agosto de 1944, las autoridades decidieron trasladarlos a él y a su hermano a un campo de concentración. Sus perseguidores dijeron: “Es imposible convencerlos de que hagan lo que se les dice. Parece que convertirse en mártires los hace felices”. Sin embargo, el hermano Dornik explica: “No tenía nada de ganas de convertirme en un mártir, pero sí estaba feliz porque al soportar los maltratos con valor y dignidad le estaba demostrando lealtad a Jehová” (Sant. 1:2-4).

      Una pareja, con la Biblia y unas publicaciones bíblicas, predicándole a un señor que está afuera de su casa.

      Igual que los apóstoles, predicamos “de casa en casa”.

      16. ¿De qué manera demostraron los apóstoles que estaban decididos a dar un testimonio completo? ¿Cómo seguimos hoy el método de predicación de los apóstoles?

      16 Sin perder tiempo, los apóstoles pusieron de nuevo manos a la obra. “Todos los días” continuaron “declarando las buenas noticias acerca del Cristo, Jesús, en el templo y de casa en casa” sin ningún temor (Hech. 5:42).d Estos evangelizadores tan valientes estaban decididos a dar un testimonio completo. Observemos que iban a las casas de las personas, tal como les había enseñado Jesús (Mat. 10:7, 11-14). Seguramente fue así como llenaron Jerusalén con sus enseñanzas. Hoy, los testigos de Jehová somos famosos por seguir el mismo método que los apóstoles. Al visitar cada hogar de nuestro territorio, dejamos muy claro que queremos dar un testimonio completo y ofrecerle a todo el mundo la oportunidad de escuchar las buenas noticias. ¿Ha bendecido Jehová la predicación de casa en casa? Sin duda. En este tiempo del fin, millones de personas han aceptado el mensaje del Reino, y muchas de ellas lo oyeron por primera vez cuando un Testigo llamó a su puerta.

      LA PREDICACIÓN “DE CASA EN CASA”

      A pesar de la prohibición del Sanedrín, los discípulos siguieron predicando y enseñando todos los días “en el templo y de casa en casa” (Hech. 5:42). Pero ¿qué significa exactamente “de casa en casa”?

      En el texto griego original se emplea la expresión katʼ óikon, que literalmente significa “según casa”. Varios traductores señalan que la palabra katá tiene un sentido distributivo, es decir, que la predicación de los discípulos se distribuía, o repartía, casa por casa. En Lucas 8:1 se usa katá de forma parecida para indicar que Jesús había llevado el mensaje “de ciudad en ciudad y de aldea en aldea”.

      En Hechos 20:20 se usa esta misma expresión, pero en plural: katʼ óikous. Aquí, Pablo les dice a los superintendentes cristianos: “No dudé en [...] enseñarles públicamente y de casa en casa”. Algunos afirman que Pablo se refiere a que él enseñaba en las casas de aquellos ancianos. Pero eso no es posible, porque justo después les dice: “Al contrario, tanto a judíos como a griegos les di un testimonio completo sobre la necesidad de arrepentirse y volverse a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús” (Hech. 20:21). Los cristianos ya se habían arrepentido y habían puesto su fe en Jesús. Así que predicar y enseñar de casa en casa significaba darles testimonio a quienes no eran creyentes.

      Se selecciona a ciertos hombres para una “tarea necesaria” (Hechos 6:1-6)

      17-19. ¿Qué problema surgió, y cómo lo resolvieron los apóstoles?

      17 Además, la joven congregación se enfrentó a un peligro sutil: las divisiones entre los hermanos. Como ya vimos, muchos de los recién bautizados se habían quedado temporalmente en Jerusalén para aprender más. Y los discípulos de la ciudad habían donado con gusto dinero para comprarles alimentos y otras cosas (Hech. 2:44-46; 4:34-37). Entonces surgió un problema delicado: las viudas de lengua hebrea se estaban beneficiando del “reparto diario de comida”, pero se “estaba pasando por alto” a las de lengua griega (Hech. 6:1). Al parecer, era un caso de favoritismo, una de las injusticias que más divisiones puede crear.

      18 Los apóstoles estaban muy ocupados dirigiendo a la congregación, que estaba creciendo cada vez más. Por eso, respondieron que no era conveniente que ellos dejaran “la palabra de Dios para repartir alimento” (Hech. 6:2). Así que les pidieron a los discípulos que eligieran a siete hombres que estuvieran “llenos de espíritu y sabiduría” para que los apóstoles los pusieran a cargo de “esta tarea necesaria” (Hech. 6:3). Tenían que ser hombres con ciertas cualidades, pues no se trataba tan solo de distribuir comida, sino de manejar los fondos, comprar provisiones y llevar registros. Los siete que fueron recomendados tenían nombres griegos, lo que tal vez hiciera que las viudas de habla griega se sintieran más a gusto con ellos. Los apóstoles oraron, analizaron las recomendaciones y luego nombraron a estos siete hermanos para que atendieran “esta tarea necesaria”.e

      19 Si los siete hermanos iban a estar tan ocupados distribuyendo alimentos, ¿significa eso que ya no tendrían que predicar las buenas noticias? No. De hecho, uno de los elegidos fue Esteban, quien pronto iba a demostrar que predicaba con valor y decisión (Hech. 6:8-10). Y otro fue Felipe, a quien en Hechos 21:8 se le llama “el evangelizador”. Es obvio que los siete siguieron predicando el Reino con mucha entrega.

      20. ¿Cómo seguimos hoy el modelo de los apóstoles al hacer nombramientos?

      20 En nuestros días, el pueblo de Jehová sigue el mismo sistema que los apóstoles para nombrar hermanos que atiendan responsabilidades en la congregación. Los hermanos a los que se recomienda para ser ancianos o siervos ministeriales deben demostrar en su vida que tienen la sabiduría que viene de Dios y manifestar las cualidades del fruto del espíritu santo. Bajo la dirección del Cuerpo Gobernante, los varones que cumplen los requisitos bíblicos reciben alguno de estos nombramientos (1 Tim. 3:1-9, 12, 13).f Como los requisitos se escribieron en la Biblia por espíritu santo, puede decirse que quienes los cumplen son nombrados por espíritu santo. Estos hermanos son muy trabajadores y se encargan de muchas tareas necesarias. Por ejemplo, los ancianos tal vez se encarguen de que los hermanos fieles de edad avanzada reciban la ayuda práctica que necesiten (Sant. 1:27). Y algunos están muy ocupados colaborando en la construcción de Salones del Reino, en la organización de asambleas y en los Comités de Enlace con los Hospitales. Por otro lado, los siervos ministeriales ayudan a la congregación de muchas formas prácticas mientras los ancianos se concentran en el pastoreo y la enseñanza. Todos estos hombres nombrados deben atender sus responsabilidades en la congregación y en la organización, pero al mismo tiempo cumplir con la obligación divina de predicar (1 Cor. 9:16).

      “La palabra de Dios siguió extendiéndose” (Hechos 6:7)

      21, 22. ¿Cómo sabemos que Jehová estaba bendiciendo a la joven congregación?

      21 Con la ayuda de Jehová, la joven congregación había superado la persecución y un problema de divisiones entre hermanos. La bendición de Dios era evidente, pues Hechos 6:7 dice: “La palabra de Dios siguió extendiéndose, y el número de discípulos siguió aumentando muchísimo en Jerusalén. Y un gran grupo de sacerdotes empezaron a aceptar la fe”. Este es tan solo uno de los varios informes de progreso que hay en este libro bíblico (Hech. 9:31; 12:24; 16:5; 19:20; 28:31). ¿Verdad que hoy también nos animan los informes sobre el progreso de la obra en otros países?

      22 Pero volvamos al siglo primero. Como era de esperar, los líderes religiosos no iban a darse por vencidos. Una oleada de persecución estaba a la vuelta de la esquina. Y, como veremos en el próximo capítulo, Esteban sería el blanco principal de un feroz ataque.

      GAMALIEL, UN RABÍ MUY RESPETADO

      Se cree que el Gamaliel del libro de Hechos es Gamaliel el Viejo. Este personaje histórico era nieto de Hilel, el creador de la escuela de pensamiento más liberal de los fariseos. Gamaliel ocupaba una importante posición en el Sanedrín, y los rabíes o maestros lo respetaban tanto que fue el primero en recibir el título honorífico de rabán. La Misná (una recopilación de tradiciones y leyes orales judías) explica que, cuando murió Gamaliel el Viejo, “cesó la gloria de la Torá y falleció la pureza y la abstinencia”. Se dice que en muchas de sus decisiones demostró ser una persona compasiva. Tal como destaca una obra de consulta, él señaló que “para que una mujer pudiera casarse de nuevo bastaba con que un solo testigo confirmara la muerte del esposo” (Encyclopaedia Judaica). También creó leyes para proteger a las mujeres y defenderlas de los esposos sinvergüenzas, y a las viudas, de los hijos sinvergüenzas. Además, defendió que los gentiles pobres tuvieran derecho a participar en la rebusca igual que los judíos pobres.

      a Vea el recuadro “El Sanedrín, tribunal supremo de los judíos”.

      b Esta es la primera de las 20 veces que Hechos menciona directamente a los ángeles, aunque ya en Hechos 1:10 se habla de “dos hombres vestidos de blanco”, que sin duda eran dos ángeles.

      c Vea el recuadro “Gamaliel, un rabí muy respetado”.

      d Vea el recuadro “La predicación ‘de casa en casa’”.

      e Aquella “tarea necesaria” era una responsabilidad importante. Así que es posible que estos hombres llenaran en líneas generales los requisitos para ser ancianos. No obstante, la Biblia no dice exactamente cuándo se comenzó a nombrar ancianos o superintendentes en la congregación cristiana.

      f En el siglo primero, había hombres capacitados que recibieron autoridad para nombrar ancianos (Hech. 14:23; 1 Tim. 5:22; Tito 1:5). Hoy, el Cuerpo Gobernante nombra a los superintendentes de circuito, y son estos quienes tienen la responsabilidad de nombrar a los ancianos y los siervos ministeriales.

  • “Esteban, lleno de favor divino y de poder”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 6

      “Esteban, lleno de favor divino y de poder”

      Lecciones del valeroso testimonio de Esteban ante el Sanedrín

      Basado en Hechos 6:8-8:3

      1-3. a) ¿A qué difícil situación se enfrentó Esteban, y cómo reaccionó? b) ¿Qué preguntas vamos a examinar?

      ESTEBAN se encuentra de pie en una sala que impone, probablemente cerca del templo. A su alrededor, formando un semicírculo, están sentados los 71 jueces del Sanedrín, listos para juzgarlo. Son hombres poderosos e influyentes, y la mayoría no siente la menor simpatía por este discípulo de Jesús. De hecho, han sido convocados por el sumo sacerdote Caifás, el mismo que hace meses presidió el juicio en el que se condenó a muerte a Jesucristo. ¿Estará asustado Esteban?

      2 Su cara lo dice todo: parece “la de un ángel” (Hech. 6:15). Es decir, su rostro refleja la valentía, la paz y la calma que caracteriza a los mensajeros celestiales de Jehová. Así que Esteban no tiene ningún miedo. Su tranquilidad es tan evidente que los propios jueces pueden verla aunque están cegados por el odio. Ahora bien, ¿cómo es posible que esté tan calmado en una situación tan complicada?

      3 Examinar la respuesta a esta pregunta nos enseñará mucho a los cristianos. Pero antes repasemos qué condujo a Esteban a una situación tan crítica. ¿Cómo había defendido su fe anteriormente? Y, por otro lado, ¿cómo podemos imitarlo?

      “Alborotaron al pueblo” (Hechos 6:8-15)

      4, 5. a) ¿Por qué fue Esteban un hermano tan valioso para la congregación del siglo primero? b) ¿Por qué afirma el relato bíblico de Hechos 6:8 que él estaba “lleno de favor divino y de poder”?

      4 En el capítulo anterior de esta publicación vimos que Esteban fue un pilar muy valioso de la joven congregación cristiana. Como sabemos, fue uno de los siete hermanos que estuvieron dispuestos a ayudar humildemente a los apóstoles. Y su humildad destaca todavía más si tenemos en cuenta que Dios le había dado poder para realizar “grandes milagros y cosas impresionantes”, igual que a algunos apóstoles. Además, el relato también indica que estaba “lleno de favor divino y de poder” (Hechos 6:8). ¿A qué se refieren estas palabras?

      5 El término griego que aquí se traduce “favor divino” también puede significar “gracia” o “carisma”. Sin duda, Esteban sabía ganarse a la gente. Era amable y cortés, y era capaz de convencer a quienes lo escuchaban de que sus palabras eran sinceras y podían beneficiarles. Por otro lado, el relato dice que estaba lleno “de poder”, porque humildemente se dejaba llevar por el espíritu santo. En vez de andar presumiendo de sus dones y habilidades, daba toda la gloria a Jehová y se interesaba por la gente. No es de extrañar que sus enemigos lo vieran como un rival temible.

      6-8. a) ¿De qué dos cosas acusaron a Esteban sus enemigos, y por qué? b) ¿Por qué nos ayudará mucho el ejemplo de este discípulo?

      6 Pues bien, resulta que varios individuos “fueron a discutir con Esteban. Sin embargo, no eran capaces de hacer frente a la sabiduría y el espíritu con los que él hablaba”.a Frustrados, “convencieron en secreto a unos hombres” para que inventaran acusaciones contra él. También “alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas”, y acabaron llevándoselo a la fuerza al Sanedrín (Hech. 6:9-12). Allí sus enemigos lo acusaron de blasfemar contra Dios y también contra Moisés. ¿Por qué?

      7 En primer lugar, lo acusaron de blasfemar contra Dios porque, según ellos, había hablado contra el “lugar santo”, es decir, el templo de Jerusalén (Hech. 6:13). Y, en segundo lugar, lo acusaron de blasfemar contra Moisés porque, supuestamente, había criticado la Ley mosaica y había tratado de cambiar las costumbres que Moisés había transmitido. Eran acusaciones muy graves para los judíos de la época, pues ellos les daban mucha importancia al templo, a los detalles de la Ley y a la enorme cantidad de tradiciones orales que le habían añadido. Por lo tanto, presentaron a Esteban como un tipo peligroso que merecía la muerte.

      8 Lamentablemente, no es raro que personas religiosas usen estrategias parecidas para complicarles la vida a los siervos de Dios. Hasta el día de hoy, muchas de ellas incitan y manipulan a las autoridades para que persigan a los testigos de Jehová. ¿Cómo deberíamos reaccionar cuando nos acusan falsamente? El ejemplo de Esteban nos ayudará a verlo.

      Dio un testimonio muy valiente sobre “el Dios de la gloria” (Hechos 7:1-53)

      9, 10. ¿Por qué han criticado algunos estudiosos el discurso de Esteban ante el Sanedrín, y qué debemos tener presente?

      9 Como vimos en el párrafo 2, mientras Esteban oía los cargos en su contra, se veía tan sereno que su cara parecía la de un ángel. Entonces Caifás le preguntó: “¿Son ciertas estas cosas?” (Hech. 7:1). Ahora era el turno de Esteban para hablar, y sin duda lo aprovechó bien.

      10 Algunos estudiosos han criticado el discurso de Esteban. Según ellos, habló demasiado y no demostró que era inocente. Pero ¿tienen razón? No. De hecho, nos dio un magnífico ejemplo de cómo se debe “presentar una defensa” de las buenas noticias (1 Ped. 3:15). Tengamos presente que a Esteban se le acusó de blasfemar contra Dios y contra Moisés porque supuestamente había hablado contra el templo y había criticado la Ley. Por eso, para responder a estas acusaciones, decidió resumir tres épocas de la historia de Israel, destacando con habilidad ciertos puntos clave. Veamos una por una estas tres épocas.

      11, 12. a) ¿Cómo aprovechó Esteban el caso de Abrahán? b) ¿Por qué fue significativo que Esteban incluyera a José en su discurso?

      11 La época de los patriarcas (Hech. 7:1-16). Esteban comenzó hablando de Abrahán. Tanto él como todos los demás judíos sentían un gran respeto por este patriarca. Así que aprovechó este punto que tenían en común para destacar que Jehová, “el Dios de la gloria”, se le apareció a Abrahán cuando estaba en Mesopotamia (Hech. 7:2). De hecho, luego vivió como extranjero en la Tierra Prometida y nunca contó con un templo ni con la Ley de Moisés. Por tanto, ¿cómo podía insistir alguien en que estos medios eran imprescindibles para servir a Jehová?

      12 A continuación, Esteban habló de otro personaje muy respetado por todos los presentes: José, un hombre justo que era descendiente de Abrahán. Les recordó que fueron los propios hermanos de José, los fundadores de las tribus de Israel, quienes lo persiguieron y vendieron como esclavo. No obstante, Dios lo usó para salvar a Israel del hambre. Esteban sabía que entre José y Jesucristo había claras semejanzas, pero no lo dijo para que siguieran escuchándolo.

      13. ¿Por qué el ejemplo de Moisés le sirvió a Esteban para demostrar que las acusaciones eran falsas, y qué verdad fue dejando muy clara?

      13 La época de Moisés (Hech. 7:17-43). Esteban habló largo y tendido acerca de Moisés. Y esto fue muy inteligente de su parte, ya que muchos miembros del Sanedrín eran saduceos, y ellos solo creían en los libros de las Escrituras redactados por Moisés. Además, recordemos que habían acusado a Esteban de blasfemar contra él. Pero con sus palabras dejó claro que sentía un profundo respeto por Moisés y por la Ley, y así demostró que esas acusaciones eran falsas (Hech. 7:38). Además, destacó que Moisés también sufrió el rechazo de los demás israelitas, a quienes intentaba salvar. Y es que, cuando tenía 40 años de edad, los israelitas se pusieron en su contra. Y, más de 40 años después, se rebelaron contra su autoridad y lo siguieron haciendo vez tras vez.b Poco a poco, Esteban fue dejando muy clara una gran verdad: que el pueblo de Dios rechazó muchas veces a los hombres que Jehová había elegido para dirigirlo.

      14. ¿Qué cosas destacó Esteban basándose en el ejemplo de Moisés?

      14 Esteban les recordó a sus oyentes que el propio Moisés predijo que Dios nombraría un profeta como él. ¿Quién sería y cómo lo recibirían? Esteban se guardó la respuesta para el final. Mientras tanto, destacó otro punto clave: que Moisés había aprendido que cualquier terreno puede llegar a ser santo, como sucedió cuando Jehová le habló desde la zarza ardiente y el suelo se volvió santo. En vista de esto, ¿quería Jehová que solamente lo adoraran en un lugar específico, como el templo de Jerusalén? Veamos lo que dijo Esteban.

      15, 16. a) ¿Cómo usó Esteban el ejemplo del tabernáculo para apoyar sus argumentos? b) ¿Cómo usó Esteban el templo de Salomón en su explicación?

      15 La época del tabernáculo y del templo (Hech. 7:44-50). Esteban le recordó al tribunal que, antes de que existiera el templo, Jehová le dijo a Moisés que construyera una tienda o carpa portátil para adorarlo: el tabernáculo. Así que, si el propio Moisés había adorado allí a Jehová, ¿quién se atrevería a afirmar que el tabernáculo era inferior al templo?

      16 A continuación, Esteban dijo que fue Salomón quien construyó el templo de Jerusalén. Entonces parafraseó las palabras inspiradas que Salomón dijo en una oración: “El Altísimo no vive en casas hechas por manos humanas” (Hech. 7:48; 2 Crón. 6:18). Es cierto que Jehová puede usar un templo para cumplir sus propósitos, pero no es que necesite uno para lograrlo. Entonces, ¿por qué deberían creer sus siervos que la adoración pura depende de un edificio hecho por manos humanas? Finalmente, para cerrar con broche de oro, Esteban citó del libro de Isaías: “El cielo es mi trono y la tierra es el banquillo para mis pies. ¿Qué clase de casa harán para mí? —dice Jehová—. ¿O dónde está mi lugar de descanso? ¿Acaso no fue mi mano la que hizo todas estas cosas?” (Hech. 7:49, 50; Is. 66:1, 2).

      17. a) ¿Cómo puso Esteban al descubierto las actitudes de sus acusadores? b) ¿Cómo demostró con su discurso que era inocente?

      17 Pensemos en lo que Esteban ha logrado hasta este momento. ¿Verdad que ha sido muy hábil a la hora de poner al descubierto las malas actitudes de sus acusadores? Demostró que Jehová es flexible y que, para cumplir su propósito, puede usar distintos medios; él no está atado a ninguna circunstancia ni tradición. Aquellos miembros del Sanedrín se habían encariñado demasiado con el templo y con tradiciones que simples seres humanos le habían añadido a la Ley. Pero no prestaron atención a lo más importante: la razón por la que Jehová les había dado la Ley y el templo. Con su discurso, es como si Esteban estuviera preguntando: “¿Cuál es la mejor manera de honrar la Ley y el templo? ¿Acaso no es obedeciendo a Jehová?”. En realidad, ese era el punto clave de toda la cuestión. Así que Esteban sí defendió su inocencia, porque demostró que había hecho todo lo posible por obedecer a Jehová.

      18. ¿De qué maneras debemos imitar a Esteban?

      18 Tras repasar el discurso de Esteban, ¿qué aprendemos? Bueno, él conocía muy bien las Escrituras. Así que, si nosotros también queremos manejar “la palabra de la verdad correctamente”, debemos ser buenos estudiantes de la Biblia (2 Tim. 2:15). Por otra parte, el ejemplo de Esteban nos enseña a hablarle a la gente con amabilidad y tacto. El público que tuvo no podía haber sido peor. Aun así, logró hablarles durante un buen rato de cosas que todos tenían en común y que consideraban muy importantes. Además, los trató con el debido respeto al dirigirse a los ancianos como “padres” (Hech. 7:2). De igual modo, se espera que nosotros hablemos de las verdades de la Palabra de Dios “con apacibilidad y profundo respeto” (1 Ped. 3:15).

      19. ¿Qué mensaje de juicio transmitió Esteban con valor?

      19 Ahora bien, no vamos a callarnos las verdades bíblicas por miedo a ofender y tampoco vamos a suavizar los mensajes de juicio de Jehová. En esto, Esteban también nos dio el ejemplo. Probablemente se dio cuenta de que las pruebas que había presentado no lograron que aquellos jueces insensibles cambiaran de opinión. Entonces, movido por el espíritu santo, terminó su discurso diciéndoles con valor que eran igualitos a sus antepasados, quienes habían rechazado a José, a Moisés y a todos los profetas (Hech. 7:51-53). En realidad, aquellos miembros del Sanedrín asesinaron al Mesías que Moisés y todos los profetas habían anunciado. ¡No hay peor manera de violar la Ley!

      “Señor Jesús, recibe mi espíritu” (Hechos 7:54-8:3)

      Esteban mantiene la calma ante el Sanedrín.

      “Al oír estas cosas, ellos se sintieron furiosos en el corazón y, mirándolo, empezaron a apretar los dientes” (Hechos 7:54).

      20, 21. ¿Cómo reaccionaron los jueces, y de qué manera le dio Jehová fuerzas y valor a Esteban?

      20 Como no pudieron con todas las verdades que Esteban les dijo, los jueces perdieron la poca dignidad que les quedaba y, llenos de furia, apretaron los dientes a más no poder. A Esteban debió quedarle muy claro lo que se le venía encima: iban a tratarlo con tanta crueldad como a su Señor, Jesús.

      21 Esteban recibió las fuerzas y el valor que necesitaba gracias a la visión que Jehová por amor le permitió ver. En ella vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Jehová. Entonces se puso a describir la visión, pero los jueces se taparon los oídos. ¿Por qué? Porque Jesús poco antes le había dicho a este mismo tribunal que él era el Mesías y que no tardaría en estar a la derecha de su Padre (Mar. 14:62). Por lo tanto, la visión demostró que Jesús había dicho la verdad. ¡Aquellos jueces habían conspirado contra el Mesías y lo habían asesinado! Al final, todos juntos se llevaron a Esteban para matarlo a pedradas.c

      22, 23. ¿En qué se pareció la muerte de Esteban a la de su Señor? ¿Por qué podemos sentirnos tan seguros como Esteban?

      22 Al igual que su Señor, Esteban murió con el corazón lleno de paz, de confianza en Jehová y de perdón hacia sus asesinos. Tal vez seguía contemplando en la visión al Hijo del Hombre junto a su Padre, y quizás por eso entre sus últimas palabras dijo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Y es que está claro que conocía muy bien las alentadoras palabras de Cristo: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Luego se dirigió a Dios en oración con voz fuerte: “Jehová, no les tengas en cuenta este pecado”. Tras esto, se durmió en la muerte (Hech. 7:59, 60).

      23 Hasta donde se sabe, Esteban fue el primer discípulo de Cristo que murió como mártir (vea el recuadro “Esteban, testigo y mártir”). Pero, por desgracia, no fue el último. A lo largo de la historia, ha habido siervos fieles de Jehová que han muerto a manos de fanáticos religiosos, extremistas políticos y otros enemigos despiadados. Aun así, tenemos buenas razones para sentirnos tan seguros como Esteban. Jesús ya es Rey, y Jehová le ha dado un poder extraordinario, así que nada le impedirá resucitar a sus seguidores leales (Juan 5:28, 29).

      ESTEBAN, TESTIGO Y MÁRTIR

      La palabra en español mártir viene del término griego mártys. En tiempos bíblicos, esta palabra griega significaba “testigo”, es decir, alguien que presencia un hecho o suceso y que —según explica un diccionario de términos griegos— también adopta un “papel activo” al “contar lo que ha visto u oído” y “proclamar lo que sabe”. Como Esteban habló acerca de Jesús, la Biblia lo llama “testigo” (Hechos 22:20). En realidad, todos los cristianos verdaderos tenemos el deber de dar testimonio de lo que sabemos acerca de Jehová y sus propósitos (Luc. 24:48; Hech. 1:8).

      Ahora bien, para los cristianos, dar testimonio a menudo ha significado sufrir oposición, detenciones, palizas e incluso la muerte. Por eso, desde el siglo segundo, la palabra griega mártys empezó a usarse también para referirse a quien sufre por negarse a renunciar a su fe. De ahí viene el significado de la palabra en español mártir, y por eso también podemos decir que Esteban fue el primer mártir cristiano.

      24. ¿Cómo colaboró Saulo en el asesinato de Esteban? ¿Qué efectos a largo plazo tuvo la muerte de este fiel discípulo?

      24 Cuando apedrearon a Esteban, estaba presente un joven llamado Saulo. Él estaba de acuerdo con el asesinato, y de hecho se quedó vigilando los mantos de los que lanzaron las piedras. Poco después, él mismo empezó a perseguir cruelmente a los discípulos de Jesús. Ahora bien, la muerte de Esteban tuvo efectos positivos a largo plazo. ¿Cuáles? Por un lado, les dio fuerzas a otros cristianos para mantenerse fieles hasta la muerte. Además, el propio Saulo —mayormente conocido después como Pablo— terminó arrepintiéndose profundamente de haber participado en el asesinato de Esteban (Hech. 22:20). Él mismo reconoció: “Era blasfemo, perseguidor e insolente” (1 Tim. 1:13). Está claro que Esteban y su impresionante discurso dejaron una huella imborrable en él. Tanto es así que en varios de sus discursos y cartas desarrolló algunos de los temas que Esteban había tratado (Hech. 7:48; 17:24; Heb. 9:24). Y, con el tiempo, logró seguir el ejemplo de fe y valentía de aquel hombre “lleno de favor divino y de poder”. Hacemos bien en preguntarnos: “¿Lo lograré yo también?”.

      a Algunos de ellos eran miembros de la “Sinagoga de los Libertos”. (Los libertos tal vez eran judíos que Roma había capturado y luego habían sido liberados, o quizás eran esclavos liberados que se habían hecho prosélitos). Otros venían de la región de Cilicia, de donde era Saulo de Tarso. Sin embargo, el relato no indica si él estaba entre los que no fueron capaces de hacerle frente a Esteban.

      b El discurso de Esteban contiene detalles que no encontramos en ninguna otra parte de la Biblia. Por ejemplo, qué educación recibió Moisés en Egipto, a qué edad huyó de allí y cuánto tiempo estuvo en Madián.

      c Bajo las leyes romanas, lo más probable es que el Sanedrín no tuviera autoridad para ordenar ejecuciones (Juan 18:31). Pero, sea como sea, podría decirse que Esteban no murió ejecutado por una acción judicial, sino linchado por una manada enfurecida.

  • “Declaró las buenas noticias acerca de Jesús”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 7

      “Declaró las buenas noticias acerca de Jesús”

      Felipe, un evangelizador ejemplar

      Basado en Hechos 8:4-40

      1, 2. ¿Qué pasó cuando los enemigos del pueblo de Dios trataron de frenar la obra del Reino?

      ACABA de desatarse una ola de cruel persecución. Saulo comienza a “atacar ferozmente” —con una crueldad salvaje y despiadada— a la congregación recién formada (Hech. 8:3). Los discípulos salen huyendo de Jerusalén, y podría parecer que Saulo conseguirá acabar con el cristianismo. Sin embargo, todo esto tiene un efecto inesperado. Veamos lo que sucedió.

      2 Al poco tiempo, los que salen de Jerusalén ya están “declarando las buenas noticias de la palabra” en las tierras a las que han huido (Hech. 8:4). ¡Imagínese! Lejos de frenar la obra del Reino, la persecución contribuye a extenderla. A los enemigos les sale mal la jugada: al esparcir a los discípulos, lo único que consiguen es que el mensaje llegue todavía más lejos. Como veremos, en la actualidad han pasado cosas muy parecidas.

      “Los que habían sido esparcidos” (Hechos 8:4-8)

      3. a) ¿Quién era Felipe? b) ¿Por qué la mayoría de la gente de Samaria no había oído el mensaje del Reino? ¿Qué había predicho Jesús acerca de Samaria?

      3 Uno de “los que habían sido esparcidos”, Felipe,a se dirigió a la ciudad de Samaria (Hech. 8:4; vea el recuadro “Felipe el evangelizador”). Allí la mayoría de la gente no había oído el mensaje del Reino, ya que Jesús les había ordenado a los apóstoles: “No entren en ninguna ciudad de Samaria. Más bien, vayan vez tras vez a buscar a las ovejas perdidas de la nación de Israel” (Mat. 10:5, 6). Sin embargo, Jesús sabía que más tarde Samaria recibiría un testimonio completo, porque antes de subir al cielo había predicho: “Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8).

      4. ¿Cómo reaccionaron los samaritanos cuando Felipe les predicó, y cuál pudo ser un motivo?

      4 Felipe vio que en Samaria los campos estaban “blancos, listos para la cosecha” (Juan 4:35). Para sus habitantes, recibir el mensaje fue como respirar aire fresco, y es fácil entender por qué. Recordemos que los judíos no se relacionaban con los samaritanos, y muchos hasta los despreciaban. Además, los fariseos eran muy cerrados y estaban llenos de prejuicios. Pero Felipe era muy diferente: les predicó con ganas las buenas noticias a todos por igual, sin hacer distinción de clases. Con razón, “todos en las multitudes prestaban mucha atención a lo que Felipe decía” (Hech. 8:6).

      5-7. Cuente alguna experiencia que demuestre que la persecución ha contribuido a que el mensaje llegue a más lugares.

      5 Igual que en el siglo primero, la persecución tampoco ha logrado detener la predicación en nuestros días. De hecho, cada vez que los enemigos obligan a los cristianos a trasladarse —sea a una prisión o a otra región o país—, lo único que consiguen es que el mensaje llegue a más lugares. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, los Testigos siguieron predicando hasta en los campos de concentración nazis. Un judío que conoció allí la verdad dijo: “El valor de los presos que eran testigos de Jehová me convenció de que sus creencias se basaban en las Escrituras, de modo que me hice Testigo”.

      6 A veces, hasta los mismos perseguidores escuchan el mensaje y lo aceptan. Este fue el caso de un oficial de las SS del campo de concentración de Gusen (Austria). Él aceptó estudiar la Biblia con un Testigo llamado Franz Desch, que había sido trasladado allí. Años más tarde, Franz se reencontró en una asamblea con aquel oficial, pero ahora él también era un publicador de las buenas noticias. ¡Qué alegría se llevaron los dos!

      7 Algo parecido ocurre cuando los cristianos huyen a otro país por culpa de la persecución. Por ejemplo, en la década de 1970, Mozambique recibió un magnífico testimonio cuando muchos hermanos no tuvieron más remedio que huir de Malaui. La predicación no se detuvo ni siquiera cuando empezaron a perseguir a los Testigos en Mozambique. El hermano Francisco Coana recuerda: “Es cierto que a algunos de nosotros nos detuvieron varias veces por predicar; pero ver que muchos respondían al mensaje del Reino nos dio la seguridad de que Dios estaba de nuestro lado, tal como apoyó a los cristianos del siglo primero”.

      8. ¿Qué efecto han tenido en la predicación los cambios políticos y económicos?

      8 Claro, si el cristianismo ha llegado y sigue llegando a tantos países, no es solo por la persecución. En las últimas décadas, muchas personas se han mudado de país debido a los cambios políticos y económicos, a las guerras o a la pobreza, y allí han podido escuchar el mensaje y estudiar la Biblia. Con la llegada de tantos refugiados, ha surgido la necesidad de predicar en muchos idiomas. Pero ¿qué hay de cada uno de nosotros? ¿Nos esforzamos por dar testimonio a la gente “de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas” que hay en nuestro territorio? (Apoc. 7:9).

      “Denme este poder a mí también” (Hechos 8:9-25)

      Simón, quien había sido mago, acercándose con una bolsa de dinero a un apóstol. El apóstol está poniendo las manos sobre los hombros de un cristiano. Al fondo, otro cristiano está curando a una niña con muletas, y la gente mira sorprendida.

      “Cuando Simón vio que se recibía espíritu cuando los apóstoles imponían las manos, les ofreció dinero” (Hechos 8:18).

      9. ¿Quién era Simón, y al parecer qué le llamó la atención de Felipe?

      9 Felipe realizó en Samaria muchos milagros, como curar a personas con discapacidades e incluso expulsar espíritus malignos (Hech. 8:6-8). Hubo un hombre que se quedó especialmente asombrado con el poder que Dios le dio a Felipe. Era Simón, un mago al que la gente admiraba tanto que decía: “Este hombre es el Poder de Dios”. Pero, cuando Simón vio los milagros de Felipe, se dio cuenta de que ese sí era el verdadero poder de Dios, y se hizo creyente (Hech. 8:9-13). No obstante, sus motivos se pusieron a prueba más tarde. Veamos cómo.

      10. a) ¿Qué hicieron Pedro y Juan en Samaria? b) ¿Qué hizo Simón al ver el poder que tenían Pedro y Juan?

      10 Cuando los apóstoles se enteraron del crecimiento de la obra en Samaria, enviaron allí a Pedro y a Juan (vea el recuadro “Pedro emplea ‘las llaves del Reino’”). Cuando llegaron, les impusieron las manos a los nuevos discípulos, y estos recibieron el espíritu santo.b Al ver lo que hacían, Simón se quedó tan impresionado que les dijo a los apóstoles: “Denme este poder a mí también para que cualquiera a quien yo le imponga las manos reciba espíritu santo”. Hasta les ofreció dinero pensando que podía comprar este privilegio sagrado (Hech. 8:14-19).

      11. ¿Qué le respondió Pedro a Simón, y cómo reaccionó Simón?

      11 Pedro le respondió con firmeza: “Que tu plata muera contigo, porque pensaste que podías conseguir con dinero el regalo de Dios. Tú no tienes absolutamente nada que ver en este asunto, porque tu corazón no es recto a los ojos de Dios”. Entonces le dijo que se arrepintiera y añadió: “Suplícale a Jehová que, si es posible, sean perdonadas las malas intenciones de tu corazón”. Por lo visto, Simón no era un hombre malo; quería hacer lo correcto, pero en ese momento se dejó llevar por un impulso. Por eso, les pidió a los apóstoles: “Suplíquenle a Jehová por mí para que no me pase nada de lo que han dicho” (Hech. 8:20-24).

      12. ¿Qué es la simonía, y hasta qué punto se extendió en la cristiandad?

      12 Las firmes palabras de Pedro deberían servirnos a todos de advertencia. De hecho, de este incidente se origina la palabra simonía, que designa la acción de comprar o vender beneficios o cargos religiosos. La historia de la cristiandad está repleta de casos de simonía. De hecho, hablando sobre las juntas de cardenales para elegir al papa, una famosa enciclopedia afirmó en 1878: “No ha habido ni una sola elección que haya estado libre de la mancha de la simonía, en muchos casos de la manera más grave, descarada y abierta” (The Encyclopædia Britannica, novena edición).

      13. ¿Cómo podemos evitar la simonía?

      13 En vista de que los cristianos no queremos caer en la simonía, ¿cómo podemos evitarla? Por ejemplo, no estaría bien hacerles muchos regalos a hermanos con autoridad o elogiarlos exageradamente para que luego nos hagan favores, como concedernos más privilegios en la congregación. ¿Y si somos nosotros los que tenemos autoridad? Pues tampoco estaría bien tratar con favoritismo a los que tienen más dinero. Ambas situaciones son simonía. Cada siervo de Dios debe comportarse “como uno de los menores” y dejar que sea el espíritu santo el que haga los nombramientos (Luc. 9:48). Tratar de “buscar gloria para uno mismo” está totalmente fuera de lugar en la organización de Dios (Pro. 25:27).

      PEDRO EMPLEA “LAS LLAVES DEL REINO”

      Jesús le dijo a Pedro: “Yo te daré las llaves del Reino de los cielos” (Mat. 16:19). ¿Qué quiso decir con estas palabras? Que Pedro les abriría a distintos grupos la posibilidad de aprender las buenas noticias y de ir al cielo para gobernar con Jesús en el Reino. ¿Y cuándo empleó Pedro estas “llaves”?

      • La primera fue en el Pentecostés del año 33, cuando animó a los judíos y a los prosélitos a arrepentirse y bautizarse. Ese día, unas 3.000 personas aceptaron la invitación y recibieron la oportunidad de heredar el Reino (Hech. 2:1-41).

      • La segunda fue poco después de la muerte de Esteban, cuando Pedro y Juan les impusieron las manos a los samaritanos que acababan de bautizarse. Esto les permitió a los nuevos discípulos recibir el espíritu santo (Hech. 8:14-17).

      • La tercera fue en el año 36, cuando Pedro le predicó a Cornelio, el primer gentil incircunciso que se hizo cristiano. De esta manera se les ofreció a los gentiles la esperanza de ir al cielo (Hech. 10:1-48).

      “¿De veras entiendes lo que estás leyendo?” (Hechos 8:26-40)

      14, 15. a) ¿Quién era el eunuco etíope, y cómo llegó a encontrárselo Felipe? b) ¿Cómo respondió el etíope al mensaje, y cómo sabemos que no se bautizó por impulso? (Vea la nota).

      14 Volvamos al relato de Felipe. El ángel de Jehová le indicó que se dirigiera al camino que iba de Jerusalén a Gaza. ¿Para qué? Felipe tal vez no lo sabía, pero lo descubrió cuando se encontró a un eunuco etíope que “iba sentado en su carro leyendo en voz alta al profeta Isaías” (vea el recuadro “¿En qué sentido era eunuco?”). Impulsado por el espíritu santo, Felipe se acercó a él corriendo, y entonces le preguntó: “¿De veras entiendes lo que estás leyendo?”. El etíope le contestó: “¿Y cómo voy a entenderlo sin alguien que me enseñe?” (Hech. 8:26-31).

      15 Luego lo invitó a subir a su carro. ¡Y qué conversación tan apasionante debieron de tener! Por siglos no se supo quién sería la “oveja” o el “siervo” de la profecía de Isaías (Is. 53:1-12). Pero, durante el trayecto, Felipe le explicó que era Jesucristo. Entonces el etíope —que ya era prosélito judío, como los que se bautizaron en el Pentecostés del año 33— no tuvo ninguna duda sobre lo que debía hacer. Así que dijo: “¡Mira! Aquí hay agua. ¿Qué impide que me bautice?”. De inmediato, Felipe lo bautizó (vea el recuadro “Bautismo en ‘una masa de agua’”).c Tras esto, el espíritu condujo a Felipe a una nueva asignación en Asdod, donde siguió proclamando las buenas noticias (Hech. 8:32-40).

      ¿EN QUÉ SENTIDO ERA EUNUCO?

      La palabra eunuco viene del término griego eunóukhos, que puede referirse tanto a un hombre castrado como a un alto funcionario de la corte de un rey. Es cierto que los encargados del harén de un rey podían estar castrados, pero esto no era un requisito para otros funcionarios de la casa real, como el copero o el tesorero. El eunuco al que Felipe bautizó estaba a cargo del tesoro del Gobierno de Etiopía, así que por lo visto era tesorero o ministro de finanzas.

      Además, el etíope era prosélito, es decir, alguien no judío que se había hecho siervo de Jehová. De hecho, había ido a Jerusalén para adorar a Dios (Hech. 8:27). Por lo tanto, no podía ser eunuco en sentido físico, ya que la Ley de Moisés les prohibía a los castrados entrar en la congregación de Israel (Deut. 23:1).

      BAUTISMO EN “UNA MASA DE AGUA”

      ¿Cuál es la manera correcta de realizar el bautismo cristiano? Hay quienes creen que basta con derramar o salpicar agua sobre la cabeza de la persona. Sin embargo, recordemos que el eunuco etíope fue bautizado dentro de “una masa de agua”. De hecho, el relato dice que “tanto Felipe como el eunuco se metieron en el agua” (Hech. 8:36, 38). Si de veras bastaba con derramar o salpicar agua, ¿por qué el eunuco detuvo el carro junto a una masa de agua? Como él estaba recorriendo “un camino por el desierto”, seguramente llevaba un recipiente de cuero con agua, y con un poquito habría sido suficiente (Hech. 8:26).

      El término bautizar se deriva del griego baptízō, que significa “sumergir, hundir en el agua” (Diccionario griego-español, de Francisco R. Adrados). Y los textos bíblicos que hablan de bautismos encajan muy bien con esta definición. Por ejemplo, la Biblia indica que “Juan estaba bautizando, en Enón, cerca de Salim, porque allí abundaba el agua” (Juan 3:23). Y también dice que, cuando Jesús se bautizó, vio que los cielos se abrían “en cuanto salió del agua” (Mar. 1:9, 10). Así que, para los cristianos verdaderos, la única forma correcta de bautizarse es sumergiéndose por completo en agua.

      16, 17. ¿Cómo intervienen hoy los ángeles en la predicación?

      16 Nosotros tenemos el honor de participar en la misma obra que Felipe. A menudo aprovechamos cualquier situación para predicar, como por ejemplo cuando vamos de viaje. Al hacerlo, muchas veces encontramos a una persona de buen corazón, y no es casualidad, pues la Biblia dice que los ángeles están dirigiendo la predicación para que el mensaje llegue “a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6). De hecho, eso fue lo que Jesús predijo. Al contar la parábola del trigo y la mala hierba, mencionó que durante la temporada de la cosecha —la conclusión de este sistema— “los cosechadores” serían “los ángeles”. Ellos no solo arrancarían del Reino “todas las cosas que llevan al pecado y a las personas que violan la ley” (Mat. 13:37-41). También reunirían a los futuros herederos del Reino celestial y luego a la “gran muchedumbre” de “otras ovejas” que Jehová quiere traer a su organización (Apoc. 7:9; Juan 6:44, 65; 10:16).

      17 Algo que demuestra que los ángeles intervienen en la predicación es que muchas veces encontramos personas que le habían estado orando a Dios para pedirle su guía. Veamos el caso de dos Testigos que iban predicando con un niño. Era casi el mediodía, y estaban a punto de terminar. Pero de repente el niño se puso a insistir en que visitaran la siguiente casa. De hecho, se fue a tocar el timbre él solo. Salió una chica, y se acercaron a hablar con ella. Para su sorpresa, les dijo que acababa de hacer una oración para que alguien fuera a explicarle la Biblia. Y entonces aceptó un curso bíblico.

      Un matrimonio en la predicación tocando el timbre de la casa de una mujer que está orando adentro.

      “Dios, no te conozco, pero te ruego que me ayudes”.

      18. ¿Por qué debemos seguir valorando nuestro ministerio?

      18 Al igual que todos los demás cristianos, usted tiene un gran honor: colaborar con los ángeles en un programa mundial de educación bíblica. Así que siga demostrando que valora este privilegio y no deje de esforzarse por anunciar “las buenas noticias acerca de Jesús” (Hech. 8:35). Solo así se sentirá inmensamente feliz.

      “FELIPE EL EVANGELIZADOR”

      Según el relato bíblico, “los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que la gente de Samaria había aceptado la palabra de Dios”. ¿Cómo se enteraron? Cuando los discípulos de Cristo salieron de Jerusalén por culpa de la persecución, Felipe se fue a Samaria. Al parecer, él le informaba al cuerpo gobernante cómo iba la predicación allí. Gracias a eso, los apóstoles “enviaron a Pedro y a Juan”, y los nuevos creyentes recibieron el regalo del espíritu santo (Hech. 8:14-17).

      Felipe y el eunuco etíope sentados en un carro.

      Después de los sucesos relatados en el capítulo 8 de Hechos, tan solo se menciona a Felipe en otra ocasión. Fue cuando, unos 20 años más tarde, Pablo y sus compañeros se dirigían a Jerusalén a finales del tercer viaje misionero del apóstol. Lucas explica lo que hicieron después de desembarcar en Tolemaida: “Partimos al día siguiente y llegamos a Cesarea. Fuimos a la casa de Felipe el evangelizador, que era uno de los siete hombres, y nos quedamos con él. Este hombre tenía cuatro hijas solteras que profetizaban” (Hech. 21:8, 9).

      Por lo visto, Felipe se había establecido en su territorio de predicación y estaba con su familia. Es interesante que Lucas lo llame “el evangelizador”, porque la Biblia aplica este término a quien deja su hogar para ir a predicar adonde nunca se ha predicado. Así que es evidente que Felipe seguía muy activo en su ministerio. Y el hecho de que tuviera cuatro hijas que profetizaban demuestra que le había enseñado a su familia a amar y servir a Jehová.

      a Este Felipe no es el apóstol. Se trata de uno de los “siete hombres de buena reputación” —mencionados en el capítulo 5 de esta publicación— que organizaron el reparto diario de comida en Jerusalén entre las viudas cristianas de habla hebrea y las de habla griega (Hech. 6:1-6).

      b Parece que en aquella época lo habitual era que los nuevos discípulos fueran ungidos con espíritu santo cuando se bautizaban. Recibir el espíritu les daba la oportunidad de ir al cielo para servir con Jesús como reyes y sacerdotes (2 Cor. 1:21, 22; Apoc. 5:9, 10; 20:6). Sin embargo, estos nuevos discípulos no fueron ungidos cuando se bautizaron. Más bien, recibieron el espíritu santo —y también los dones del espíritu— después, cuando Pedro y Juan les impusieron las manos.

      c El etíope no se bautizó por impulso. Como era un prosélito judío, ya tenía conocimiento de las Escrituras, lo que incluía las profecías sobre el Mesías. Ahora que había aprendido el papel de Jesús en el propósito de Dios, podía bautizarse en ese mismo momento.

  • “La congregación entró en un periodo de paz”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 8

      “La congregación entró en un periodo de paz”

      Saulo, de cruel perseguidor a predicador imparable

      Basado en Hechos 9:1-43

      1, 2. ¿Con qué intenciones fue Saulo hacia Damasco?

      UNOS hombres están a punto de llegar a la ciudad de Damasco, y sus intenciones no son nada buenas: quieren buscar a los discípulos de Jesús para sacarlos a rastras de sus casas, humillarlos y llevárselos atados a Jerusalén para que los castigue el Sanedrín.

      2 El líder de este grupo de hombres es Saulo.a Él ya tiene las manos manchadas de sangre, porque hace poco observó con gusto cómo otros fanáticos judíos apedreaban hasta la muerte a Esteban, un fiel discípulo de Cristo (Hech. 7:57-8:1). Y, más tarde, empezó a atacar ferozmente a los seguidores de Jesús que viven en Jerusalén. No contento con eso, ahora se propone perseguir por todos lados a esa supuesta secta peligrosa conocida como el Camino para exterminarla (Hech. 9:1, 2; vea el recuadro “La autoridad de Saulo en Damasco”).

      3, 4. a) ¿Qué le pasó a Saulo? b) ¿Qué preguntas vamos a responder?

      3 De repente, una luz brillante ilumina por completo a Saulo. Sus acompañantes ven esa luz, pero se asustan tanto que ni siquiera pueden hablar. Él pierde la vista y se cae al suelo. Entonces oye una voz que viene del cielo y le dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Desconcertado, pregunta: “¿Quién eres, Señor?”. Y la respuesta que recibe seguramente lo deja sin aliento: “Soy Jesús, a quien tú persigues” (Hech. 9:3-5; 22:9).

      4 ¿Qué aprendemos de las primeras palabras que Jesús le dijo a Saulo? ¿Cómo nos sirve repasar todo lo que pasó cuando Saulo se convirtió en discípulo de Jesús? ¿Cómo aprovechó la congregación el periodo de paz que hubo justo después, y qué nos enseña eso?

      LA AUTORIDAD DE SAULO EN DAMASCO

      ¿Cómo es que Saulo tenía autoridad para arrestar cristianos en una ciudad extranjera? Resulta que el Sanedrín y el sumo sacerdote tenían una gran autoridad moral sobre los judíos de todo el mundo. Y parece que el sumo sacerdote también tenía autoridad para llevar delincuentes desde cualquier lugar hasta Jerusalén para juzgarlos. Así que las cartas del sumo sacerdote le garantizaban a Saulo el apoyo de los ancianos de las sinagogas de Damasco (Hech. 9:1, 2).

      Lo que es más, los romanos les habían dado autoridad a los judíos para atender sus propios casos judiciales. De ahí que en cinco ocasiones los judíos pudieran castigar al apóstol Pablo dándole “40 golpes menos uno” (2 Cor. 11:24). Además, el Primer Libro de los Macabeos señala que, en el año 138 antes de nuestra era, un cónsul romano le envió una carta al rey Tolomeo VIII de Egipto en la que le ordenaba: “Si hombres perversos de aquel país [Judea] se refugian en el de ustedes, entréguenlos al sumo sacerdote Simón para que los castigue según su ley” (1 Macabeos 15:21, Biblia de América). Y, en el año 47 antes de nuestra era, Julio César confirmó la autoridad que ya tenía el sumo sacerdote, incluido su derecho a juzgar cualquier asunto relacionado con las costumbres judías.

      “¿Por qué me persigues?” (Hechos 9:1-5)

      5, 6. ¿Qué nos enseña la pregunta que Jesús le hizo a Saulo?

      5 Cuando Jesús detuvo a Saulo en el camino a Damasco, no le preguntó “¿Por qué persigues a mis discípulos?”, sino “¿Por qué me persigues?” (Hech. 9:4). Así que, si los discípulos de Jesús sufren, él también sufre (Mat. 25:34-40, 45).

      6 Por eso, si usted está sufriendo oposición por su fe, puede tener la seguridad de que tanto Jesús como Jehová están al corriente de la situación (Mat. 10:22, 28-31). Ahora bien, es posible que la prueba no desaparezca de inmediato. Por ejemplo, cuando Saulo colaboró en el asesinato de Esteban y cuando sacaba a rastras de sus hogares a los hermanos de Jerusalén, Jesús lo vio y no intervino (Hech. 8:3). Pero recuerde que Jehová usó a Cristo para darles a Esteban y a los demás discípulos las fuerzas que necesitaban para mantenerse fieles.

      7. ¿Qué hay que hacer para aguantar fielmente la persecución?

      7 ¿Qué le ayudará a aguantar fielmente la persecución? Primero, estar decidido a ser leal a Jehová, pase lo que pase. Segundo, pedirle ayuda en oración (Filip. 4:6, 7). Tercero, dejar la venganza en manos de Jehová (Rom. 12:17-21). Y, cuarto, confiar en que él le dará fuerzas para aguantar la prueba hasta que la elimine (Filip. 4:12, 13).

      “Saulo, hermano, el Señor [...] me ha enviado” (Hechos 9:6-17)

      8, 9. ¿Cómo debió de sentirse Ananías al enterarse de su misión?

      8 Después de decirle a Saulo quién era, Jesús le ordenó: “Levántate y entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer” (Hech. 9:6). Como Saulo no podía ver, tuvieron que llevarlo de la mano hasta su hospedaje en Damasco, donde pasó tres días orando y ayunando. Mientras tanto, Jesús le habló sobre Saulo a Ananías, un discípulo “de quien hablaban bien todos los judíos” de aquella ciudad (Hech. 22:12).

      9 Ananías tuvo que sentir una mezcla de emociones. La cabeza de la congregación, el mismísimo Jesucristo resucitado en persona, se estaba dirigiendo a él para enviarlo a una misión especial: ir a hablar con Saulo. ¡Qué honor tan inmenso, pero al mismo tiempo qué miedo! Por eso le respondió: “Señor, he oído a muchos hablar de este hombre y de todo el daño que les hizo a tus santos en Jerusalén. Y aquí tiene autoridad de parte de los sacerdotes principales para arrestar a todos los que invocan tu nombre” (Hech. 9:13, 14).

      10. ¿Qué nos dice de Jesús la manera en que trató a Ananías?

      10 Jesús no lo regañó por expresarle su preocupación, pero sí le dio instrucciones muy claras. Además, tuvo la bondad de explicarle por qué quería que cumpliera esa misión tan fuera de lo común: “Este hombre [Saulo] es un instrumento escogido por mí para llevar mi nombre a las naciones, así como a reyes y a los hijos de Israel. Yo le mostraré claramente todo lo que tendrá que sufrir por mi nombre” (Hech. 9:15, 16). Ananías obedeció a Jesús de inmediato, y fue a visitar a quien había perseguido a tantos hermanos. Entonces le dijo: “Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por el que venías, me ha enviado para que recuperes la vista y quedes lleno de espíritu santo” (Hech. 9:17).

      11, 12. ¿Qué aprendemos de este relato en que aparecen Jesús, Ananías y Saulo?

      11 ¿Qué nos enseña este relato? Entre otras cosas, que Jesús está cumpliendo su promesa de dirigir la predicación (Mat. 28:20). Aunque hoy no se comunica directamente con ningún ser humano, coordina esta obra a través del esclavo fiel y prudente, a quien puso a cargo de los sirvientes de la casa (Mat. 24:45-47). Bajo la dirección del Cuerpo Gobernante, los publicadores y los precursores buscan a las personas que quieren conocer mejor a Cristo. Como vimos en el capítulo anterior, muchas de ellas le han orado a Jehová y luego han recibido la visita de los Testigos (Hech. 9:11).

      12 Ananías fue obediente y aceptó su misión, y por eso Jehová lo bendijo. ¿Qué hay de nosotros? ¿Cumplimos con el mandato de dar un testimonio completo, aunque hacerlo nos produzca cierta ansiedad? Algunos cristianos se angustian mucho con solo pensar en ir de casa en casa a hablar con extraños. A otros les cuesta predicar en los comercios, en las calles, por teléfono o por carta. Si ese es nuestro caso, imitemos a Ananías. Él superó sus miedos y tuvo el honor de ayudar a Saulo a recibir el espíritu santo.b Logró realizar su comisión porque confió en Jesús y trató a Saulo como si ya fuera su hermano. De igual modo, nosotros venceremos nuestros temores si confiamos en que Jesús dirige la predicación, si nos ponemos en el lugar de la gente y si recordamos que hasta quienes más nos intimidan pueden llegar a ser hermanos nuestros (Mat. 9:36).

      “Se puso a predicar [...] acerca de Jesús” (Hechos 9:18-30)

      13, 14. Si usted está estudiando la Biblia pero todavía no se ha bautizado, ¿qué aprende del ejemplo de Saulo?

      13 De inmediato, Saulo puso en práctica lo que había aprendido. Después de recuperar la vista, se bautizó y empezó a reunirse con los discípulos de Damasco. Lo que es más, “enseguida se puso a predicar en las sinagogas acerca de Jesús, diciendo que es el Hijo de Dios” (Hech. 9:20).

      14 Si usted está estudiando la Biblia pero todavía no se ha bautizado, ¿qué le enseña el ejemplo de Saulo? Que es importante que ponga en práctica lo que aprende. Es cierto que Saulo vio con sus propios ojos un milagro de Cristo, y eso sin duda lo ayudó a actuar con decisión. Pero pensemos en otras personas que también vieron milagros de Jesús. Por ejemplo, unos fariseos lo vieron curar a un hombre con la mano paralizada. Y muchos judíos supieron que Jesús había resucitado a Lázaro. Aun así, muchos reaccionaron con apatía o incluso con hostilidad (Mar. 3:1-6; Juan 12:9, 10). Pero Saulo no fue como ellos, sino que se dejó transformar. ¿Por qué? Porque temía a Dios más que al hombre y agradecía de corazón que Cristo le hubiera demostrado misericordia (Filip. 3:8). Si usted imita a Saulo, no permitirá que nada ni nadie le impida predicar y llegar a estar listo para bautizarse.

      15, 16. ¿Qué se puso a hacer Saulo en las sinagogas, y de qué maneras reaccionaron los judíos de Damasco?

      15 Imagínese cómo reaccionaron los judíos al ver a Saulo predicando sobre Jesús en las sinagogas. ¡Debieron de estar sorprendidos, confundidos y enojados! De hecho, se preguntaban: “¿No es este el hombre que atacaba ferozmente en Jerusalén a los que invocaban este nombre?” (Hech. 9:21). Para explicarles por qué había cambiado sus creencias, Saulo tuvo que “demostrarles de forma lógica que Jesús es el Cristo” (Hech. 9:22). Ahora bien, la lógica no es una llave maestra que sirva para todas las puertas. No puede abrir todos los corazones y mentes cerrados por las tradiciones o por el orgullo. Pero Saulo no se dio por vencido.

      16 Tres años más tarde, los judíos de Damasco todavía estaban en su contra, hasta que al final planearon matarlo (Hech. 9:23; 2 Cor. 11:32, 33; Gál. 1:13-18). Cuando Saulo se enteró de lo que tramaban, muy discretamente abandonó la ciudad. Lucas cuenta que lo bajaron de noche en una canasta por una abertura de la muralla. ¿Quiénes lo ayudaron? “Sus discípulos” (Hech. 9:25). Esta expresión parece indicar que algunos de sus oyentes de Damasco aceptaron el mensaje y se hicieron seguidores de Cristo.

      17. a) ¿De qué maneras reacciona la gente a las verdades bíblicas? b) ¿Qué debemos seguir haciendo, y por qué?

      17 Cuando usted empezó a estudiar la Biblia, ¿cómo reaccionaron sus familiares, amigos y conocidos? Al comenzar a predicarles, quizás esperaba que la lógica de las verdades bíblicas los convenciera. Tal vez algunos las han aceptado, pero muchos otros no. Puede que hasta en su propia casa lo hayan tratado como a un enemigo (Mat. 10:32-38). Si así es, no se desanime. ¿Quién sabe? Quizás cambien de actitud si sigue manteniendo una conducta ejemplar y perfeccionando sus métodos para razonar con ellos usando las Escrituras (Hech. 17:2; 1 Ped. 2:12; 3:1, 2, 7).

      18, 19. a) ¿Qué pasó gracias a que Bernabé dio la cara por Saulo? b) ¿Cómo podemos imitar a Bernabé y a Saulo?

      18 Cuando Saulo volvió a Jerusalén, los hermanos obviamente no creían que ahora fuera discípulo de Jesús. Sin embargo, como Bernabé dio la cara por él, los apóstoles recibieron a Saulo con los brazos abiertos, y él se quedó con ellos por un tiempo (Hech. 9:26-28). Aunque actuaba con prudencia, no se avergonzaba de las buenas noticias (Rom. 1:16). Al contrario, predicó con valor en Jerusalén, el mismo lugar en el que empezó a promover la persecución contra los discípulos de Jesucristo. Por otra parte, los judíos de Jerusalén vieron horrorizados que su héroe había cambiado de bando, y ahora querían matarlo. Pero, “cuando los hermanos se enteraron, lo llevaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso” (Hech. 9:30). En efecto, Jesús usó a la congregación para darle instrucciones a Saulo, y este obedeció. De este modo, tanto Saulo como la congregación salieron ganando.

      19 El relato indica que Bernabé tomó la iniciativa de ayudar a Saulo. Seguro que aquel gesto contribuyó a que los dos se hicieran buenos amigos. Y nosotros, ¿cómo podemos imitar a Bernabé? Tomando la iniciativa de apoyar a los nuevos publicadores, tal vez predicando con ellos y ayudándolos a progresar espiritualmente. Si lo hacemos, Jehová nos recompensará generosamente. Y, si somos nosotros los nuevos, ¿cómo podemos imitar a Saulo? Aceptando la ayuda que nos ofrezcan hermanos con experiencia. Así seremos más hábiles en la predicación, nos sentiremos más felices y haremos amistades que pueden durar toda la vida.

      “Muchos creyeron en el Señor” (Hechos 9:31-43)

      20, 21. ¿Cómo han aprovechado los periodos de paz los siervos de Dios del pasado y del presente?

      20 ¿Qué pasó después de que Saulo se convirtió en discípulo y escapó de Jerusalén? “Por toda Judea, Galilea y Samaria, la congregación entró en un periodo de paz” (Hech. 9:31). ¿Cómo lo aprovecharon? (2 Tim. 4:2). El relato indica que la congregación “fue edificada” y que “andaba en el temor de Jehová y en el consuelo del espíritu santo”. Todo esto fue gracias a que los apóstoles y otros varones responsables estaban fortaleciendo la fe de los discípulos y dirigiendo bien la obra. Por ejemplo, Pedro fue a animar a los hermanos de la ciudad de Lida, en la llanura de Sarón. Gracias al trabajo que hizo allí, muchos habitantes de las cercanías “se convirtieron al Señor” (Hech. 9:32-35). Además, en vez de centrarse en asuntos personales, los discípulos se dedicaron a ayudarse mutuamente y a predicar las buenas noticias. Como consecuencia, la congregación “siguió creciendo”.

      21 A finales del siglo veinte, los testigos de Jehová de muchos países entraron también en “un periodo de paz”. De la noche a la mañana desaparecieron gobiernos que llevaban décadas oprimiendo al pueblo de Dios y se eliminaron o suavizaron algunas prohibiciones contra nuestra obra. Miles y miles de hermanos aprovecharon la oportunidad para predicar abiertamente, y los resultados fueron espectaculares.

      22. ¿Cuál es la mejor manera de aprovechar los periodos de paz?

      22 Si usted disfruta de libertad religiosa en su país, ¿la está aprovechando? Recuerde que a Satanás le encantaría que usted se centrara en conseguir cosas materiales y descuidara las espirituales (Mat. 13:22). ¡No caiga en la trampa! Más bien, aproveche los periodos de relativa paz para dar un testimonio completo y edificar a la congregación. No olvide que su vida puede cambiar de la noche a la mañana.

      23, 24. a) ¿Qué dos cosas nos enseña el relato de Tabita? b) ¿Qué firme decisión debemos tomar?

      23 Pensemos en el caso de Tabita (también llamada Dorcas),c una fiel hermana que vivía en la localidad de Jope, no muy lejos de Lida. Ella aprovechaba muy bien su tiempo y recursos, pues “hacía muchas obras buenas y ayudaba mucho a los necesitados”. Pero, de repente, se enfermó y murió. Imagínese lo tristes que se sintieron los cristianos de Jope, sobre todo las viudas a las que había ayudado tanto. Entonces Pedro llegó a la casa donde la estaban preparando para el entierro y, después de orar, hizo un milagro que ningún apóstol había hecho antes: la resucitó. Luego invitó a las viudas y a los demás hermanos a pasar a la habitación y les enseñó a Tabita. ¡Qué contentos tuvieron que ponerse al verla viva! Sin duda, este milagro les dio fuerzas para lo que se les venía encima. Como era de esperar, “toda Jope se enteró de esto, y muchos creyeron en el Señor” (Hech. 9:36-42).

      Una hermana llevándole flores a una hermana enferma de edad avanzada.

      ¿Cómo podemos imitar a Tabita?

      24 Este animador relato nos enseña dos cosas muy importantes. Primero, que la vida se va en un suspiro; por eso es fundamental que la aprovechemos bien y nos hagamos un buen nombre ante Dios (Ecl. 7:1). Y, segundo, que podemos confiar por completo en la esperanza de la resurrección. Jehová tomó en cuenta todas las muestras de bondad de Tabita y la recompensó, y también tomará en cuenta todos nuestros esfuerzos. Y, si morimos antes del Armagedón, nos resucitará (Heb. 6:10). Así pues, tomemos esta decisión: sea que atravesemos “tiempos difíciles” o disfrutemos de “un periodo de paz”, nunca dejemos de dar un testimonio completo sobre Cristo (2 Tim. 4:2).

      SAULO, EL FARISEO

      Cuando Hechos 7:58 relata el asesinato de Esteban, dice que allí estaba presente “un joven llamado Saulo”. Era de Tarso, la capital de la provincia romana de Cilicia, en el sur de la actual Turquía. En esa ciudad había una comunidad de judíos muy grande. Él mismo explicó la pureza de su linaje judío cuando escribió: “Fui circuncidado al octavo día, soy de la nación de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de padres hebreos, fariseo en cuanto a la ley” (Filip. 3:5).

      Saulo, el fariseo.

      Tarso era una ciudad comercial grande y próspera, y un centro de la cultura griega. Así que, como Saulo se crio allí, hablaba griego. Seguramente recibió su educación primaria en una escuela judía. Además, aprendió a hacer tiendas de campaña, un oficio común en la zona. Es probable que se lo enseñara su padre cuando Saulo era jovencito (Hech. 18:2, 3).

      La Biblia dice que era ciudadano romano de nacimiento (Hech. 22:25-28). Esto indica que alguno de sus antepasados había conseguido la ciudadanía, aunque no se sabe cómo. Sea como sea, esto quiere decir que la familia de Saulo era de una clase social alta en aquella provincia. Tanto su origen como su educación le permitían entender bien tres culturas distintas: la judía, la griega y la romana.

      Probablemente, cuando tenía unos 13 años, se mudó a Jerusalén —a 840 kilómetros (520 millas) de Tarso— para seguir con sus estudios. Allí estudió a los pies de Gamaliel, un maestro fariseo muy respetado (Hech. 22:3).

      Esta preparación extra —que hoy equivaldría a los estudios universitarios— consistía en aprender y memorizar pasajes de las Escrituras y leyes de la tradición oral judía. Ser un buen estudiante de Gamaliel garantizaba un futuro prometedor, y por lo visto Saulo era brillante. Él escribió: “Estaba progresando en el judaísmo más que muchos de mi nación que tenían mi edad, ya que mostraba mucho más celo por las tradiciones de mis padres” (Gál. 1:14). Fue precisamente este celo por la tradición judía lo que lo convirtió en un destacado perseguidor de la joven congregación cristiana.

      TABITA “HACÍA MUCHAS OBRAS BUENAS”

      Tabita regalándole ropa a alguien que le suplica ayuda.

      Tabita era una cristiana que vivía en la ciudad portuaria de Jope. Los hermanos de la congregación la querían mucho porque “hacía muchas obras buenas y ayudaba mucho a los necesitados” (Hech. 9:36). Muchos judíos que vivían en zonas donde había gentiles tenían dos nombres: uno en hebreo o arameo, y el otro en griego o latín. En el caso de Tabita, ese era su nombre en arameo; pero también tenía uno en griego: Dorcas. Los dos nombres significan “gacela”.

      Parece que, de repente, Tabita se enfermó y murió. De acuerdo con la costumbre de la época, la lavaron para el entierro y la colocaron en la habitación de la planta alta de una casa, probablemente la suya. Como en Oriente Medio suele hacer mucho calor, los funerales tenían que celebrarse el mismo día de la muerte o al día siguiente. Los cristianos de Jope se enteraron de que Pedro se encontraba en la localidad de Lida, que estaba a solo 18 kilómetros (unas 11 millas), o a unas cuatro horas caminando. Como vieron que le daría tiempo a llegar antes del entierro, enviaron a dos hombres para pedirle que fuera cuanto antes (Hech. 9:37, 38). Un experto dice: “Era una práctica habitual en el judaísmo primitivo enviar emisarios por parejas, en parte para que uno pudiera validar el testimonio del otro”.

      El relato indica qué sucedió cuando Pedro llegó: “Lo llevaron al cuarto de la planta alta. Y todas las viudas se presentaron ante él llorando y mostrándole todas las ropas y los mantos que Dorcas había hecho cuando estaba viva” (Hech. 9:39). La congregación quería mucho a Tabita porque, entre otras cosas, solía coser para los hermanos. Les hacía túnicas, que se llevaban directamente sobre el cuerpo, y mantos, que se usaban encima. No sabemos si Tabita compraba la tela o si solo la cosía. En cualquier caso, era muy querida porque era muy buena y porque “ayudaba mucho a los necesitados”.

      Cuando Pedro entró en el cuarto y vio la escena, seguro que se le partió el corazón. El profesor Richard Lenski explica: “Era un lamento muy distinto del que hubo en casa de Jairo, con el ruido de los flautistas y las lloronas de alquiler. Aquel era artificial, pero este no” (Mat. 9:23). Más bien, era una muestra de dolor totalmente sincera. Por otro lado, el relato no menciona en ningún momento que Tabita tuviera esposo, y por eso muchos opinan que no estaba casada.

      Cuando Jesús envió a sus discípulos a predicar, también les dio poderes y les dijo: “Resuciten a los muertos” (Mat. 10:8). Pedro había visto a Jesús devolverles la vida a varias personas —entre ellas la hija de Jairo—, pero no hay constancia de que hasta ese momento algún apóstol lo hubiera hecho (Mar. 5:21-24, 35-43). Entonces Pedro sacó a todo el mundo del cuarto e hizo una intensa oración, y Tabita abrió los ojos y se incorporó. Finalmente, Pedro se la presentó viva a las viudas y a los demás discípulos de Jope. ¡Qué alegría tuvieron que sentir al ver a su amada hermana! (Hech. 9:40-42).

      a Vea el recuadro “Saulo, el fariseo”.

      b Por regla general, solo los apóstoles podían transmitir los dones del espíritu. Pero, en este caso, parece que Jesús le dio autoridad a Ananías para transmitírselos a Saulo. Por un buen tiempo, Saulo no iba a tener contacto con ninguno de los apóstoles, pero mientras tanto estaría predicando. Así que por lo visto Jesús hizo esto a fin de que Saulo tuviera el poder necesario para cumplir con su ministerio.

      c Vea el recuadro “Tabita ‘hacía muchas obras buenas’”.

  • “Dios no es parcial”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 9

      “Dios no es parcial”

      La predicación llega a los incircuncisos

      Basado en Hechos 10:1-11:30

      1-3. ¿Qué visión tuvo Pedro, y por qué es importante saber lo que significa?

      ESTAMOS en el otoño del año 36. Pedro siente el calor del sol mientras ora en la azotea o terraza de una casa cerca del mar, en la ciudad costera de Jope. Lleva varios días hospedado allí, lo cual indica que, hasta cierto punto, no es una persona que se deja llevar por los prejuicios. ¿Por qué decimos eso? Porque es el hogar de un tal Simón, que trabaja de curtidor, motivo por el que muchos judíos nunca se alojarían con él.a No obstante, Pedro está a punto de aprender una lección esencial sobre la imparcialidad de Jehová.

      2 Mientras está orando, cae en un trance y tiene una visión que habría escandalizado a cualquier judío. Del cielo baja una especie de sábana, y encima de ella hay animales que son impuros según la Ley. Entonces una voz le dice que los mate y se los coma, pero Pedro se niega y responde: “Nunca he comido nada contaminado o impuro”. La voz le repite tres veces: “Deja de llamar contaminadas a las cosas que Dios ha purificado” (Hech. 10:14-16). La visión lo deja desconcertado, pero no tuvo que esperar mucho para entenderla.

      3 Es importante comprender bien lo que significa esta visión, pues nos revela cómo ve Jehová a la gente. De hecho, si queremos dar un testimonio completo sobre el Reino, es indispensable que tengamos el mismo punto de vista que él. Así pues, ¿qué profunda verdad nos enseña esta visión? Para saberlo, empecemos por examinar el contexto.

      “Le rogaba a Dios constantemente” (Hechos 10:1-8)

      4, 5. ¿Quién era Cornelio, y qué sucedió mientras oraba?

      4 Pedro no tenía ni idea de lo que había pasado el día anterior en la ciudad de Cesarea, a unos 50 kilómetros (30 millas) al norte de Jope. Allí había “un hombre devoto” que también había tenido una visión de parte de Dios. Se trataba de Cornelio, un centurión del ejército romanob que además era un cabeza de familia ejemplar, ya que “temía a Dios, al igual que toda su casa”. No era ni judío ni prosélito, sino un gentil; no estaba circuncidado. De todos modos, trataba con compasión a los judíos más necesitados y les daba ayuda material. Por otro lado, “le rogaba a Dios constantemente” (Hech. 10:2).

      5 A eso de las tres de la tarde, Cornelio estaba orando cuando tuvo una visión en la que un ángel le dijo: “Tus oraciones y la ayuda que les das a los pobres han subido hasta Dios, y él las recuerda” (Hech. 10:4). A continuación, le indicó que enviara a unos hombres a buscar al apóstol Pedro, y Cornelio obedeció. Estaba a punto de escuchar el mensaje de la salvación y entrar así por una puerta que hasta entonces había estado cerrada para los gentiles.

      6, 7. a) Cuente una experiencia que demuestre que Dios escucha las oraciones de quienes lo buscan con sinceridad. b) ¿Qué nos enseña este tipo de experiencias?

      6 ¿Escucha Dios las oraciones de quienes lo buscan con sinceridad? Sin lugar a dudas. Así le sucedió a una señora de Albania. Cuando una hermana la visitó y le ofreció una Atalaya con un artículo sobre la crianza de los hijos,c la señora le explicó: “No lo va a creer, pero acabo de pedirle a Dios que me ayude a educar a mis hijas. ¡Tiene que haberla enviado él! Esto me viene como anillo al dedo”. Aquella mujer y sus hijas empezaron a estudiar la Biblia, y más tarde el esposo también.

      7 ¿Es este un caso aislado? De ningún modo. Este tipo de experiencias se repiten por todo el mundo demasiadas veces para ser una simple casualidad. ¿Qué nos enseña esto? Primero, que Jehová contesta las oraciones de quienes lo buscan de todo corazón (1 Rey. 8:41-43; Sal. 65:2). Y, segundo, que los ángeles nos guían en la predicación (Apoc. 14:6, 7).

      “Pedro estaba desconcertado” (Hechos 10:9-23a)

      8, 9. ¿Qué le reveló el espíritu santo a Pedro, y cómo reaccionó él?

      8 Pedro seguía en la azotea, desconcertado y tratando de entender la visión. Entonces llegaron a la casa los mensajeros de Cornelio (Hech. 10:17). ¿Qué haría Pedro? Si no quería comer alimentos que según la Ley eran impuros, ¿estaría dispuesto a irse con aquellos hombres y entrar en la casa de un incircunciso? Dios usó su espíritu para dejarle claro a Pedro lo que quería que él hiciera. Le dio esta orden: “¡Mira! Tres hombres están preguntando por ti. Así que levántate, baja y vete con ellos sin dudarlo, porque yo los he enviado” (Hech. 10:19, 20). Obviamente, la visión de la sábana había preparado a Pedro para seguir la dirección del espíritu santo.

      9 Entonces, los hombres le contaron que Cornelio los había enviado porque un ángel se lo había mandado. Así que Pedro “los invitó a entrar y les dio hospedaje” (Hech. 10:23a). Sin duda, Pedro se estaba dando cuenta de cuál era ahora la voluntad de Dios, de modo que fue obediente y empezó a adaptarse.

      10. ¿Cómo guía Jehová a su pueblo, y qué haríamos bien en preguntarnos?

      10 Hoy día Jehová también nos revela su voluntad poco a poco (Prov. 4:18). Usa su espíritu santo para guiar al “esclavo fiel y prudente” (Mat. 24:45). Por eso a veces se hacen cambios en la manera de entender algún pasaje bíblico o en la manera de hacer ciertas cosas en la organización. Preguntémonos: “¿Cómo reacciono yo cuando hay cambios? ¿Sigo con gusto la dirección del espíritu de Dios?”.

      “Mandó que fueran bautizados” (Hechos 10:23b-48)

      11, 12. ¿Qué hizo Pedro al llegar a Cesarea, y qué había aprendido?

      11 Al día siguiente, Pedro salió para Cesarea junto con otras nueve personas: los tres mensajeros de Cornelio y “seis hermanos” judíos de Jope (Hech. 11:12). Para recibir a Pedro, Cornelio ya “había reunido a sus parientes y amigos íntimos”, que seguramente eran gentiles, como él (Hech. 10:24). Al llegar a Cesarea, el apóstol hizo algo que nunca antes se le habría pasado por la cabeza: entrar en la casa de un incircunciso. Él explicó: “Ustedes saben bien que va contra la ley que un judío tenga trato con un hombre de otra raza o se acerque a él. Pero Dios me ha mostrado que no debo llamar contaminado o impuro a nadie” (Hech. 10:28). Para entonces, ya había comprendido que Dios no pretendía enseñarle con esa visión tan solo qué alimentos podía comer, sino también que no debía “llamar contaminado o impuro a nadie”, incluidos los gentiles.

      Pedro y sus compañeros entrando en la casa de Cornelio.

      “Cornelio [...] los estaba esperando y había reunido a sus parientes y amigos íntimos” (Hechos 10:24).

      12 En casa de Cornelio esperaban a Pedro con los brazos abiertos. De hecho, el propio Cornelio le dijo: “Todos estamos aquí delante de Dios para oír todas las cosas que Jehová te ha mandado decir” (Hech. 10:33). ¿Nos imaginamos cómo nos sentiríamos nosotros si encontráramos a alguien con tanto interés? Pues bien, ¿qué hizo Pedro? Para empezar, dijo estas palabras tan impactantes: “Ahora de veras entiendo que Dios no es parcial, sino que acepta a los que le temen y hacen lo que está bien, sea cual sea su nación” (Hech. 10:34, 35). Así que había aprendido que Dios es imparcial, es decir, no juzga a nadie por factores externos como su raza, color de piel o nacionalidad. Después de decir esto, el apóstol les dio testimonio sobre el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús.

      13, 14. a) ¿Por qué fue tan importante la conversión de Cornelio y otros gentiles en el año 36? b) ¿Por qué no debemos juzgar a nadie por las apariencias?

      13 “Mientras Pedro todavía estaba hablando de estas cosas”, sucedió algo insólito: ¡el espíritu santo empezó a derramarse “sobre gente de las naciones”! (Hech. 10:44, 45). Esta es la única vez que la Biblia dice que se derramó espíritu santo sobre unos discípulos antes de su bautismo. Pedro se dio cuenta de que aquellos gentiles tenían la aprobación de Dios, así que “mandó que fueran bautizados” (Hech. 10:48). De ese modo Pedro usó la tercera y última llave del Reino (Mat. 16:19). Desde el momento en que esos gentiles se convirtieron en discípulos de Jesús, cualquier incircunciso tendría la oportunidad de ser ungido. Así, aquel día del año 36, terminó toda una época en la que Dios les había dado a los judíos privilegios especiales (Dan. 9:24-27).

      14 Hoy, quienes predicamos el Reino reconocemos que “Dios no es parcial” (Rom. 2:11). De hecho, “su voluntad es que toda clase de personas se salven” (1 Tim. 2:4). Así que nunca deberíamos juzgar a la gente por su apariencia. Nuestra comisión es dar un testimonio completo del Reino de Dios, lo que implica predicarle a todo el mundo, independientemente de la raza, el color de piel, la nacionalidad o la religión.

      “Dejaron de poner objeciones y le dieron gloria a Dios” (Hechos 11:1-18)

      15, 16. ¿Por qué se pusieron a criticar a Pedro algunos discípulos de origen judío, y qué explicaciones les dio?

      15 Seguro que Pedro tenía muchas ganas de contarles a los hermanos que un grupo de incircuncisos “había aceptado la palabra de Dios”. Así que se fue a Jerusalén, pero parece que la noticia llegó antes que él. En cuanto puso un pie en la ciudad, “los defensores de la circuncisión se pusieron a criticarlo”. Estaban escandalizados y empezaron a decirle: “Entraste en la casa de hombres que no están circuncidados y comiste con ellos” (Hech. 11:1-3). En el fondo, lo que les molestaba no era que los gentiles se hubieran hecho discípulos de Cristo. Ellos afirmaban que, para que Jehová los aceptara, debían obedecer sí o sí la Ley mosaica, lo que incluía circuncidarse. Es obvio que a muchos discípulos de origen judío les costaba trabajo dejar atrás la Ley.

      16 ¿Qué explicaciones les dio Pedro? En Hechos 11:4-16 mencionó cuatro motivos por los que estaba seguro de que Jehová lo había guiado. Primero, había tenido una visión de parte de Dios (versículos 4 a 10). Segundo, Jehová le había dado una orden mediante el espíritu (versículos 11 y 12). Tercero, un ángel había visitado a Cornelio (versículos 13 y 14). Y, cuarto, los gentiles habían recibido espíritu santo (versículos 15 y 16). Concluyó con un razonamiento aplastante: “Si Dios les estaba dando a ellos el mismo regalo [el espíritu santo] que nos dio a nosotros, que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?” (Hech. 11:17).

      17, 18. a) ¿En qué sentido la explicación de Pedro puso a prueba a los discípulos de origen judío? b) ¿Por qué no siempre es fácil mantener la unidad en la congregación, y qué preguntas deberíamos hacernos?

      17 Tras escuchar lo que Pedro les explicó, aquellos discípulos de origen judío tuvieron que tomar una decisión: ¿vencerían sus prejuicios y aceptarían en la congregación a los gentiles recién bautizados? El relato da la respuesta: “Al oír todo esto, ellos [los apóstoles y otros hermanos] dejaron de poner objeciones y le dieron gloria a Dios. Dijeron: ‘¡Así que Dios también le ha dado a gente de las naciones la oportunidad de arrepentirse para recibir vida!’” (Hech. 11:18). Su buena actitud mantuvo la unidad de la congregación.

      18 En la actualidad, mantener la unidad en la congregación no siempre es fácil. Los siervos de Dios provenimos “de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas”, de modo que en muchas congregaciones hay hermanos de distintos orígenes, razas y culturas (Apoc. 7:9). Por eso, hacemos bien en preguntarnos: “¿He arrancado de mi corazón cualquier prejuicio que pueda tener? ¿Estoy decidido a impedir que las actitudes de este mundo —como el orgullo de raza, nación, idioma o cultura— influyan en mi manera de tratar a los hermanos y divida a la congregación?”. Recordemos el error que cometió Pedro (es decir, Cefas) unos años después de la conversión de los primeros gentiles: se dejó influir por los prejuicios de otros y “se separó” de los cristianos incircuncisos, y Pablo tuvo que corregirlo (Gál. 2:11-14). Así pues, tengamos siempre mucho cuidado con la trampa del prejuicio.

      “Un gran número de personas se hicieron creyentes” (Hechos 11:19-26a)

      19. ¿A quiénes empezaron a predicarles los discípulos de Jesús en Antioquía, y qué pasó?

      19 Ahora que sabían lo que Dios quería, ¿comenzaron los discípulos de Jesús a predicarles a los incircuncisos? Sí. Veamos lo que pasó más tarde en Antioquía de Siria.d En esta ciudad, había buenas relaciones entre los gentiles y los muchos judíos que vivían allí, así que ese era el lugar ideal para predicarles a los gentiles. Y allí fue donde algunos discípulos de origen judío empezaron a predicarles “a las personas de habla griega”, tanto a circuncisos como a incircuncisos (Hech. 11:20). Con la bendición de Jehová, “un gran número de personas se hicieron creyentes” (Hech. 11:21).

      ANTIOQUÍA DE SIRIA

      Esta ciudad estaba situada junto al río Orontes. Siguiendo el río, a unos 30 kilómetros (18 millas) estaba el puerto mediterráneo de Seleucia (Hech. 13:4). Viajando hacia el sur, a unos 550 kilómetros (350 millas) estaba Jerusalén. Antioquía fue fundada por Seleuco I Nicátor —el primer emperador del Imperio seléucida— en el año 300 antes de nuestra era. Como Antioquía era la capital de este Imperio, no tardó en convertirse en una ciudad muy importante. En el año 64 antes de nuestra era, el general Pompeyo conquistó Siria y la hizo provincia romana, pero Antioquía siguió siendo su capital. Para el siglo primero, en el Imperio romano solo Roma y Alejandría eran más grandes y prósperas.

      Antioquía era un centro político y comercial. Por ella pasaban las mercancías de toda Siria para exportarlas a los demás países del mar Mediterráneo. Un comentarista bíblico señaló: “Debido a su situación entre el mundo urbanizado del Mediterráneo y el desierto oriental, era aún más cosmopolita que la mayoría de las ciudades helenistas”. Además, allí vivían muchos judíos, y Flavio Josefo dice que ellos “convirtieron a muchos griegos a su religión”.

      20, 21. ¿Cómo demostró Bernabé que era humilde, y cómo podemos imitarlo en nuestro ministerio?

      20 ¿Quién se encargaría de atender los “campos blancos” de Antioquía? La congregación de Jerusalén envió a Bernabé. Pero había tanta gente que quería escuchar las buenas noticias que él solo no daba abasto. ¿Y quién mejor para ayudarlo que Saulo, el futuro apóstol a las naciones? (Hech. 9:15; Rom. 1:5). Lejos de verlo como a un posible rival, Bernabé fue humilde y reconoció que necesitaba ayuda. Él mismo fue a buscarlo a Tarso y luego estuvieron un año juntos edificando a los discípulos de Antioquía (Hech. 11:22-26a).

      21 ¿Cómo podemos demostrar humildad en nuestro ministerio? Reconociendo que a veces necesitamos ayuda. Todos tenemos nuestros puntos fuertes y débiles. Por ejemplo, a algunos se les da muy bien predicar informalmente o de casa en casa, pero les cuesta trabajo hacer revisitas y empezar cursos bíblicos. Si vemos que necesitamos trabajar en una determinada faceta, tomemos la iniciativa y busquemos ayuda. Así seremos mejores maestros y nos sentiremos más felices (1 Cor. 9:26).

      “Decidieron enviarles ayuda [...] a los hermanos” (Hechos 11:26b-30)

      22, 23. ¿Cómo demostraron los cristianos de Antioquía que de verdad querían a sus hermanos, y cómo seguimos hoy su ejemplo los cristianos?

      22 El relato sigue diciendo: “Fue en Antioquía donde, por dirección divina, a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez” (Hech. 11:26b). Ese nombre, que el propio Dios eligió, describe bien a quienes viven como Cristo enseñó. Ahora bien, ¿llegarían a quererse como hermanos los cristianos gentiles y los de origen judío? Para saberlo, veamos lo que sucedió alrededor del año 46, cuando hubo una época de hambre.e Los periodos de hambre eran especialmente difíciles para los pobres, porque no tenían ahorros ni reservas de alimentos. Al parecer, en aquel momento esa era la situación de muchos cristianos de origen judío que vivían en Judea. Cuando los hermanos de Antioquía se enteraron, todos —tanto judíos como gentiles— “decidieron enviarles ayuda” (Hech. 11:29). ¡Se nota que los querían de verdad!

      23 Hoy pasa lo mismo: cuando nos enteramos de que nuestros hermanos necesitan ayuda, hacemos todo lo posible por dársela, incluso si viven en otro país. Los Comités de Sucursal organizan rápidamente Comités de Socorro para atender a los afectados por huracanes, terremotos, tsunamis y otros desastres naturales. Así demostramos que de verdad nos queremos como hermanos (Juan 13:34, 35; 1 Juan 3:17).

      24. Si estamos conscientes de lo importante que es la visión de Pedro, ¿qué debemos hacer?

      24 Los cristianos verdaderos estamos muy conscientes de lo importante que es la visión que tuvo Pedro en aquella azotea de Jope. Sabemos que Jehová es imparcial y quiere que demos un testimonio completo sobre el Reino. Por eso, esforcémonos al máximo para que personas de toda raza, nacionalidad y clase social tengan la oportunidad de escuchar y aceptar las buenas noticias (Rom. 10:11-13).

      Hermanos reparando el techo de una casa.

      Cuando nuestros hermanos necesitan ayuda, hacemos todo lo posible por dársela.

      CORNELIO Y EL EJÉRCITO ROMANO

      Cesarea era el centro político y militar de Judea, que era parte del Imperio romano. El gobernador tenía a su cargo entre 500 y 1.000 jinetes de caballería y 5 cohortes —o grupos— de infantería, cada una de ellas con unos 600 soldados. Por lo general, se reclutaba a hombres que no eran ciudadanos romanos. Aunque la mayoría de los soldados estaban en Cesarea, había grupitos por toda Judea. En Jerusalén, en la Fortaleza Antonia, había una cohorte permanente que patrullaba el monte del templo y la ciudad. Durante las fiestas judías, se enviaban refuerzos para evitar posibles disturbios.

      Un centurión estaba al mando de unos 100 hombres. El texto griego de Hechos 10:1 indica que Cornelio era un centurión en lo que se conocía como el regimiento italiano, probablemente con base en Cesarea. Es posible que este regimiento sea la Cohorte Itálica Segunda de Ciudadanos Romanos Voluntarios.f Los centuriones gozaban de un nivel social, militar y económico muy importante. De hecho, se cree que cobraban 16 veces más que un soldado raso.

      f En latín, Cohors II Italica voluntariorum civium Romanorum. Hay pruebas que confirman que este regimiento se encontraba en Siria en el año 69 de nuestra era.

      a Muchos judíos menospreciaban a los curtidores porque trabajaban con pieles y cadáveres de animales y con materiales repugnantes. De hecho, se los consideraba indignos de presentarse en el templo, y su taller tenía que estar a más de 50 codos (algo más de 20 metros o 70 pies) de cualquier población. Esta puede ser una de las razones por las que la casa de Simón estaba “junto al mar” (Hech. 10:6).

      b Vea el recuadro “Cornelio y el ejército romano”.

      c El artículo se titulaba “Consejos infalibles para la crianza de los hijos” y se publicó en el número del 1 de noviembre de 2006, páginas 4 a 7.

      d Vea el recuadro “Antioquía de Siria”.

      e Según el historiador judío Josefo, esta “época de gran hambre” tuvo lugar durante el reinado del emperador Claudio (41-54 e. c.).

  • “La palabra de Jehová siguió creciendo”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 10

      “La palabra de Jehová siguió creciendo”

      Pedro es liberado, y la persecución no detiene el avance de las buenas noticias

      Basado en Hechos 12:1-25

      1-4. ¿A qué situación se enfrentó Pedro, y cómo se habría sentido usted en su lugar?

      ¡CLANG! La pesada puerta de hierro se cierra detrás de Pedro. ¿Qué está pasando? Dos soldados que lo llevaban encadenado acaban de meterlo en una celda, donde pasará horas o incluso días sin saber qué será de él. No hay mucho que mirar, solo muros, barrotes, cadenas y centinelas.

      2 Por fin recibe noticias, pero no son nada buenas. El rey Herodes Agripa I ha decidido acabar con él.a De hecho, lo quiere presentar ante el pueblo después de la Pascua y darles el gusto de escuchar su sentencia de muerte. Pedro sabe que es muy capaz de matarlo, pues ya mandó matar a uno de sus compañeros, el apóstol Santiago.

      3 Imagínese a Pedro en aquella celda oscura la noche antes de la ejecución. ¿Qué estará pensando? ¿Se estará acordando de lo que Jesús le había dicho unos años antes? Él le había dado a entender que un día, en contra de su voluntad, se lo llevarían atado y lo matarían (Juan 21:18, 19). ¿Habrá llegado ese momento?

      4 Si usted estuviera en su lugar, ¿cómo se sentiría? Muchos se hundirían en la desesperación y lo darían todo por perdido. Sin embargo, los cristianos verdaderos nunca pierden del todo la esperanza. Veamos lo que podemos aprender de Pedro y otros cristianos al enfrentarse a la persecución.

      “La congregación no dejaba de orarle con fervor a Dios” (Hechos 12:1-5)

      5, 6. a) ¿Por qué comenzó el rey Herodes Agripa I a perseguir a los cristianos, y cómo lo hizo? b) ¿Por qué fue la muerte de Santiago una prueba para la congregación?

      5 Como vimos en el capítulo anterior de esta publicación, la conversión de Cornelio y su familia marcó un antes y un después en la congregación cristiana. Ahora bien, para los judíos que no se habían hecho cristianos tuvo que ser un golpe ver a tantos judíos adorando a Dios junto con gentiles.

      6 El rey Herodes, tan astuto como siempre, vio una oportunidad de oro para quedar bien con los judíos. Así que se aprovechó de la situación y comenzó a perseguir a los cristianos. De hecho, “mató a espada a Santiago, el hermano de Juan”, ya que seguramente sabía que era uno de los apóstoles más allegados de Jesús (Hech. 12:2). ¡Qué prueba tan terrible para la congregación! Santiago fue uno de los tres apóstoles que vieron la transfiguración de Jesús y fue de los únicos que presenciaron algunos de sus milagros (Mat. 17:1, 2; Mar. 5:37-42). Él y su hermano Juan tenían una personalidad tan activa y entusiasta que el propio Jesús les puso de apodo “hijos del trueno” (Mar. 3:17). Sin duda, la congregación había perdido a un hermano valiente y fiel, a un apóstol muy querido.

      7, 8. ¿Qué hizo la congregación mientras Pedro estuvo encarcelado?

      7 Tal como había previsto Herodes, los judíos quedaron encantados con el asesinato de Santiago. Esto lo envalentonó y ahora se fue contra Pedro. Por eso, como leímos al principio, lo metió en la cárcel. Pero en el pasado los apóstoles ya habían sido liberados de forma milagrosa de la prisión, como vimos en el capítulo 5 de este libro. Herodes lo sabía, así que no quiso arriesgarse: mandó encadenar a Pedro a 2 soldados y puso a 16 guardias trabajando por turnos día y noche para que no huyera. Si se escapaba, les darían el mismo castigo que le iban a dar a Pedro. En vista de todo esto, ¿cómo podría la congregación ayudarlo?

      8 Hechos 12:5 dice: “Dejaron a Pedro encerrado en la prisión. Mientras tanto, la congregación no dejaba de orarle con fervor a Dios por él”. Así que la congregación sabía muy bien lo que tenía que hacer: todos oraron por este hermano tan querido con mucho fervor e intensidad. La muerte de Santiago no logró que se rindieran ni les hizo creer que orar no servía de nada. ¡Qué buena lección para los cristianos de hoy! No olvidemos nunca que Jehová valora muchísimo nuestras oraciones. Si lo que le pedimos está de acuerdo con su voluntad, él siempre nos responde (Heb. 13:18, 19; Sant. 5:16).

      9. ¿Qué lección aprendemos de las oraciones de los hermanos a favor de Pedro?

      9 ¿Sabe de alguien que esté pasando por situaciones muy duras, como oposición, persecución o algún desastre natural? Si así es, ore con intensidad por esa persona. También puede pedir por quienes pasen por otro tipo de situaciones, como problemas familiares, desánimo u otras pruebas de fe. Si medita antes de orar, de seguro recordará a varias personas por las que puede pedir y mencionárselas por nombre a Jehová, “el que escucha las oraciones” (Sal. 65:2). Al fin y al cabo, cuando usted pase por momentos difíciles, también necesitará que otros hermanos oren por usted.

      Un guardia llevando a un hermano esposado a una celda.

      Le oramos a Dios por los hermanos que están presos por sus creencias.

      “Sígueme” (Hechos 12:6-11)

      10, 11. ¿Cómo liberó el ángel de Jehová a Pedro?

      10 ¿Estaba Pedro angustiado por lo que le esperaba? No lo sabemos, pero durante su última noche en la cárcel él dormía profundamente aunque estaba entre los dos soldados que lo vigilaban. Pedro tenía una fe muy fuerte, así que seguramente estaba convencido de que, pasara lo que pasara, estaría a salvo en las manos de Jehová (Rom. 14:7, 8). Sea como sea, no tenía ni idea de la sorpresa que estaba a punto de llevarse. Resulta que, de repente, una luz iluminó la celda. ¡Ahí estaba un ángel! Y por lo visto los soldados ni lo vieron. Entonces despertó a Pedro, y esas cadenas que parecían tan fuertes cayeron de sus manos.

      Pedro siguiendo a un ángel y pasando junto a los guardias en dirección a la puerta de hierro que lleva a la ciudad.

      “Llegaron a la puerta de hierro que llevaba a la ciudad y esta se abrió sola” (Hechos 12:10).

      11 El ángel le dio unas órdenes muy sencillas y directas. Primero le dijo: “¡Levántate! ¡Rápido!”. Luego le ordenó: “Vístete y ponte las sandalias”. Y por último le dijo: “Ponte tu manto y sígueme”. Pedro obedeció inmediatamente todas las instrucciones. Salieron de la celda, pasaron justo por delante de los guardias que la vigilaban y se dirigieron en silencio hacia la pesada puerta de hierro. ¿Cómo lograrían salir por ella? Si esa pregunta le pasó a Pedro por la mente, pronto vio la respuesta: en cuanto llegaron a la puerta, “esta se abrió sola”. Sin pensarlo, salieron a la calle, continuaron juntos y luego el ángel desapareció y Pedro se quedó solo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que eso no había sido una visión. ¡Había pasado de verdad y ahora estaba libre! (Hech. 12:7-11).

      12. ¿Por qué sentimos alivio al ver cómo Jehová liberó a Pedro?

      12 ¡Cuánto nos alivia ver que Jehová usa su poder infinito para salvar a sus siervos! Piénselo: aunque Herodes contaba con el respaldo del Imperio más poderoso del mundo, no logró impedir que Pedro saliera de la cárcel así de fácil. Claro, Jehová no siempre hace ese tipo de milagros por todos sus siervos. No lo hizo en el caso de Santiago y tampoco lo hizo en el del propio Pedro cuando se cumplió la profecía de Jesús. Hoy los cristianos no esperamos que Jehová nos salve de forma milagrosa. Pero sabemos que él no ha cambiado y que pronto usará a su Hijo para liberar a millones de personas de la muerte, una prisión de la que parece imposible escapar (Mal. 3:6; Juan 5:28, 29). Promesas como esta nos llenan de valor cuando pasamos por problemas.

      Lo vieron y “se quedaron sorprendidos” (Hechos 12:12-17)

      13-15. a) ¿Cómo reaccionaron los hermanos que estaban reunidos en casa de María cuando llegó Pedro? b) ¿En qué se centra ahora el libro de Hechos? ¿Qué siguió haciendo Pedro por sus hermanos espirituales?

      13 En plena noche y en medio de la calle, el apóstol Pedro se puso a pensar adónde debería ir. Entonces se le ocurrió ir a casa de María, una cristiana que vivía cerca de allí. Al parecer era viuda y tenía mucho dinero, ya que su casa era lo suficientemente grande como para que toda una congregación se reuniera allí. Ella era la madre de Juan Marcos, que hasta ahora no había aparecido en el libro de Hechos y que llegaría a ser como un hijo para Pedro (1 Ped. 5:13). Pues bien, aquella noche muchos hermanos seguían orando con fervor en la casa de María aunque era muy tarde. Seguramente rogaban por la liberación de Pedro, pero no esperaban que Jehová les respondiera como lo hizo.

      14 Pedro llamó a la puerta, que daba a un patio situado delante de la casa. Una sirvienta llamada Rode —nombre griego muy común que equivale al español Rosa— fue para ver quién era. ¡No podía ser verdad! ¡Era la voz de Pedro! Se emocionó tanto que, en vez de abrir la puerta, dejó a Pedro en la calle y regresó a contárselo a los demás. Los hermanos le dijeron que estaba loca, pero ella siguió insistiendo. Así que algunos llegaron a la conclusión de que quizás era un ángel que había venido en lugar de Pedro (Hech. 12:12-15). Mientras, Pedro siguió llamando a la puerta hasta que por fin le abrieron.

      15 “Cuando ellos abrieron y lo vieron, se quedaron sorprendidos” (Hech. 12:16). Estaban tan emocionados que les tuvo que pedir que se callaran para contarles lo que había pasado. También les pidió que se lo informaran al discípulo Santiago y a los hermanos. Luego se fue de allí antes de que los soldados de Herodes lo encontraran y se dirigió a un lugar más seguro para continuar con su fiel servicio. A partir de este momento, el libro de Hechos solo vuelve a mencionar a Pedro en el capítulo 15 —cuando se resolvió el asunto de la circuncisión— y se centra en el ministerio y los viajes de Pablo. De todos modos, fuera adonde fuera Pedro, podemos estar seguros de que se dedicó a fortalecer la fe de los hermanos. Y también podemos estar seguros de que los hermanos que estaban reunidos en casa de María nunca olvidaron lo felices que se sintieron aquella noche.

      16. ¿Por qué estamos seguros de que el futuro nos traerá una alegría tras otra?

      16 A veces, Jehová sorprende a sus siervos dándoles más de lo que esperan recibir y los deja que no caben en sí de alegría. Así fue como se sintieron los hermanos espirituales de Pedro aquella noche. Gracias a las bendiciones que Jehová nos da ahora, nosotros también podemos sentirnos así a veces (Prov. 10:22). Y, en el futuro, veremos cómo cumple sus maravillosas promesas por todo el planeta. Entonces todo lo que imaginemos se quedará muy corto al lado de las maravillas que hará Jehová. No hay duda: si nos mantenemos fieles, nos espera una alegría tras otra.

      “El ángel de Jehová hizo que se enfermara” (Hechos 12:18-25)

      17, 18. ¿Qué circunstancias hicieron que la multitud comenzara a alabar a Herodes?

      17 Pero alguien más se sorprendió, y no para bien, de que Pedro escapara: Herodes Agripa. Inmediatamente mandó hacer una búsqueda concienzuda. Después “interrogó a los guardias y luego mandó que los castigaran”, probablemente ejecutándolos (Hech. 12:19). Como es obvio, Herodes no era precisamente un rey compasivo y misericordioso. ¿Se quedaría este individuo cruel sin castigo?

      18 Quizá Herodes sintió que había quedado en ridículo por no poder matar a Pedro. Pero muy pronto encontró la oportunidad de sanar su orgullo herido. Durante un acto público en el que algunos diplomáticos le solicitaban la paz, aprovechó para lucirse pronunciando un discurso ante un gran auditorio. Lucas explicó que para esa ocasión “Herodes se vistió con las ropas reales”. El historiador judío Josefo dijo que se trataba de una prenda tejida con plata que a la luz del sol resplandecía, dando la impresión de que Herodes era un dios. Lleno de arrogancia, el rey soltó su discurso y, queriendo quedar bien con él, la multitud comenzó a gritar: “¡Es la voz de un dios, y no de un hombre!” (Hech. 12:20-22).

      19, 20. a) ¿Por qué castigó Jehová a Herodes? b) ¿Por qué nos sirve de consuelo lo que le pasó a Herodes?

      19 ¡Y pensar que Jehová, el único que merece ese tipo de alabanza, estaba viéndolo todo! Herodes pudo haber corregido a la multitud o por lo menos demostrar que no estaba de acuerdo, y así evitar que Dios lo castigara. Pero le pasó justo lo que dice el proverbio: “El orgullo viene antes de estrellarse” (Prov. 16:18). Y es que, “al instante, el ángel de Jehová hizo que se enfermara” aquel vanidoso narcisista, quien “murió comido por los gusanos” (Hech. 12:23). ¡Qué muerte tan espantosa! Josefo también señaló que Herodes se enfermó repentinamente y que él mismo admitió que eso le estaba pasando por aceptar las alabanzas de la multitud. Además, escribió que estuvo agonizando durante cinco días.b

      20 Hay ocasiones en que parece que los malvados se salen con la suya. Esto no nos sorprende, pues sabemos que “el mundo entero está bajo el poder del Maligno” (1 Juan 5:19). Aun así, los fieles siervos de Dios a veces se sienten impotentes cuando ven que no se hace justicia. Este tipo de relatos nos sirven de consuelo porque nos muestran que Jehová toma cartas en el asunto y nos recuerdan que él ama la justicia (Sal. 33:5). Y su justicia terminará triunfando tarde o temprano.

      21. ¿Cuál es la lección más importante del capítulo 12 de Hechos, y por qué es una inyección de ánimo?

      21 El relato concluye así: “La palabra de Jehová siguió creciendo y extendiéndose” (Hech. 12:24). Este informe sobre el progreso de la predicación nos anima y nos recuerda que Jehová está bendiciendo esa misma obra en nuestros tiempos. Está claro que lo más importante del capítulo 12 de Hechos no es solo hablarnos de la muerte de un apóstol y la liberación de otro. Lo más importante es enseñarnos cómo Jehová frustra los intentos de Satanás de acabar con la congregación y de detener su constante predicación. Todos sus malvados planes han fracasado y seguirán fracasando (Is. 54:17). Por eso, al mantenernos fieles a Jehová y Jesucristo, colaboramos en una obra que nunca fracasará. ¿Verdad que esto es una inyección de ánimo? ¡Qué honor poder contribuir a que “la palabra de Jehová” siga extendiéndose!

      HERODES AGRIPA I

      El rey Herodes Agripa I —quien mandó matar a Santiago y encarcelar a Pedro— era nieto de Herodes el Grande y formaba parte de una familia de políticos que gobernaban a los judíos. Los Herodes eran idumeos (o sea, edomitas). A los idumeos se les consideraba judíos porque aproximadamente desde el año 125 antes de nuestra era se les había obligado a circuncidarse.

      Herodes Agripa nació en el año 10 antes de nuestra era y recibió su educación en Roma. Allí se hizo amigo de muchos miembros de la familia imperial, como Cayo, más conocido como Calígula, quien se convirtió en emperador en el año 37 de nuestra era. Calígula no tardó en nombrar a Herodes rey de Iturea, Traconítide y Abilene, y más tarde de Galilea y Perea.

      Calígula fue asesinado en el año 41, y eso desató una crisis. Herodes, que en ese momento estaba en Roma, al parecer contribuyó a solucionarla participando en las tensas negociaciones entre el Senado y otro de sus influyentes amigos, Claudio. Como resultado, Claudio fue proclamado emperador y se evitó una guerra civil. Para recompensar a Herodes por su intervención, el nuevo emperador también lo hizo rey de Judea y Samaria, que desde el año 6 de nuestra era habían estado bajo la administración de procuradores romanos. Así, Herodes llegó a tener bajo su mando un territorio tan extenso como el de su abuelo.

      La capital de su reino era Jerusalén, donde consiguió ganarse el respeto de los líderes religiosos. Se dice que “defendía con ardor la fe judía” y que cumplía al pie de la letra leyes y tradiciones. Por ejemplo, ofrecía sacrificios diarios en el templo y leía la Ley en público. Sin embargo, lo que hacía supuestamente por servir a Dios era pura hipocresía, pues organizaba combates de gladiadores y espectáculos teatrales paganos. Se le describe como un personaje “traicionero, superficial y derrochador”.

      a Vea el recuadro “Herodes Agripa I”.

      b Un especialista en salud explicó en un libro que los síntomas que Josefo y Lucas describieron pudieron deberse a una grave obstrucción intestinal originada por lombrices. A veces, el paciente las vomita o se salen de su cuerpo cuando muere. Una obra reconoce que, como Lucas era médico, pudo hacer una descripción exacta de la muerte tan horrible que tuvo Herodes.

  • Se llenaron “de felicidad y de espíritu santo”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 11

      Se llenaron “de felicidad y de espíritu santo”

      Pablo se enfrenta a personas que se oponen a la predicación

      Basado en Hechos 13:1-52

      1, 2. ¿Por qué fue diferente la asignación de Bernabé y Saulo a la de otros misioneros? ¿Cómo contribuiría su labor al cumplimiento de Hechos 1:8?

      HOY es un día emocionante en Antioquía de Siria. De entre todos los profetas y maestros que hay en la congregación, se elige por espíritu santo a Bernabéa y a Saulo para que lleven las buenas noticias a lugares lejanos (Hech. 13:1, 2). No es la primera vez que se envían misioneros a predicar, pero hasta ahora solo han ido a regiones donde ya había cristianos (Hech. 8:14; 11:22). En esta ocasión, Bernabé y Saulo irán junto con Juan Marcos, su ayudante, a tierras donde prácticamente no se le ha predicado a nadie.

      2 Hace unos 14 años, Jesús les dijo a sus discípulos: “Serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8). Y ahora el cumplimiento de esta profecía se acelerará gracias al trabajo que harán Bernabé y Saulo como misioneros.b

      “Sepárenme a Bernabé y a Saulo a fin de que realicen la misión” (Hechos 13:1-12)

      3. ¿Por qué eran difíciles los viajes en el siglo primero?

      3 En la actualidad, gracias a los avances tecnológicos, en solo un par de horas se pueden recorrer largas distancias. Pero en el siglo primero no había automóviles ni aviones. Se solía viajar a pie, y los caminos por lo general no eran muy buenos. Después de pasar todo un día caminando, la gente terminaba agotada y solo había recorrido unos 30 kilómetros (20 millas).c Así que, aunque Bernabé y Saulo estarían muy emocionados con su nueva misión, seguramente sabían que exigiría mucho esfuerzo y sacrificio (Mat. 16:24).

      POR LOS CAMINOS

      En el mundo antiguo, viajar por tierra era más lento, más agotador y probablemente más caro que viajar por mar. Por desgracia, había muchos lugares a los que solo se podía llegar a pie.

      Un viajero podía caminar al día unos 30 kilómetros (20 millas). Estaba expuesto al sol, la lluvia, el calor, el frío y a los asaltantes. Con razón, Pablo dijo: “He hecho muchos viajes, me he visto en peligro a causa de ríos, en peligro a causa de ladrones” (2 Cor. 11:26).

      El Imperio romano contaba con una amplia red de carreteras o calzadas empedradas. A lo largo de las vías principales, se encontraban posadas a intervalos de un día de camino. Entre una posada y otra, había negocios, llamados tabernas, donde se vendían artículos de primera necesidad. Según cuentan los escritores de la época, todos estos establecimientos estaban sucios, húmedos, llenos de chinches y atestados de viajeros. Además, tenían una pésima reputación, pues la gente que iba allí era de lo peor. Y no era raro que los dueños de las posadas les robaran a sus huéspedes y que, entre otras cosas, les ofrecieran los servicios de prostitutas.

      Es evidente que los cristianos evitaban en lo posible esos lugares, aunque tal vez no tuvieran otra alternativa cuando viajaban por regiones donde no tenían parientes o amigos.

      4. a) ¿Qué dirigió el nombramiento de Bernabé y Saulo, y cómo reaccionaron los demás hermanos? b) ¿Cómo apoyamos a los hermanos nombrados para atender ciertas responsabilidades?

      4 ¿Por qué indicó el espíritu santo que se nombrara específicamente a Bernabé y a Saulo? (Hech. 13:2). La Biblia no lo explica. Pero lo importante es que el espíritu santo dirigió su nombramiento. Y nada da a entender que los profetas y maestros de Antioquía de Siria cuestionaran la decisión. Por el contrario, la respaldaron incondicionalmente y sin ningún tipo de envidia. De hecho, “después de ayunar y orar, les impusieron las manos y se despidieron de ellos” (Hech. 13:3). ¡Qué bien debieron sentirse Bernabé y Saulo! Nosotros también debemos apoyar a quienes han sido nombrados para atender ciertas responsabilidades, entre ellos los superintendentes de la congregación. En vez de tenerles envidia, seguimos este consejo: “Demuestren tenerlos en muy alta estima y trátenlos con amor por el trabajo que hacen” (1 Tes. 5:13).

      5. ¿Cómo predicaron Bernabé y Saulo en Chipre?

      5 Bernabé y Saulo salieron de Antioquía y fueron caminando hasta Seleucia. Desde allí viajaron en barco hasta la isla de Chipre, a unos 200 kilómetros (120 millas).d Como Bernabé era de Chipre, seguro que tenía muchas ganas de anunciar las buenas noticias en su tierra. En cuanto llegaron a la ciudad de Salamina, en la costa este de la isla, “se pusieron a predicar la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos” (Hech. 13:5).e Luego cruzaron la isla de punta a punta, seguramente dando testimonio en las ciudades principales por las que fueron pasando. Aunque no sabemos qué ruta siguieron, probablemente caminaron unos 160 kilómetros (100 millas).

      LAS SINAGOGAS DE LOS JUDÍOS

      Literalmente, la palabra sinagoga significa “reunión” o “asamblea”. Al principio los judíos la usaban solo para referirse a sus reuniones, pero con el tiempo empezaron a usarla para referirse al lugar donde se reunían para adorar a Jehová.

      Según parece, las sinagogas aparecieron durante el destierro de 70 años en Babilonia o poco después. Los judíos iban allí para adorar a Jehová, aprender de él, leer las Escrituras y escuchar discursos. Para el siglo primero, en todas las ciudades palestinas había una, en las ciudades más grandes había varias y en Jerusalén había muchas.

      Ahora bien, después del destierro, no todos los judíos regresaron a Palestina. Muchos viajaron al extranjero por cuestiones de negocios. En el siglo quinto antes de nuestra era ya había comunidades hebreas en las 127 provincias del Imperio persa (Est. 1:1; 3:8). Con el paso del tiempo se formaron barrios judíos en numerosas ciudades alrededor del mar Mediterráneo. Estas comunidades en conjunto llegaron a conocerse como la diáspora (que significa “dispersión”) y también fundaron sinagogas en los lugares donde vivían.

      En las sinagogas, todos los sábados se leía y explicaba la Ley desde una plataforma rodeada de asientos por tres lados. Y todos los varones fieles podían participar en la lectura, las explicaciones y los discursos.

      6, 7. a) ¿Quién era Sergio Paulo? ¿Por qué se puso su consejero en contra de las buenas noticias? b) ¿Qué hizo Saulo para evitar que Bar-Jesús apagara el interés de Sergio Paulo?

      6 En aquella época, Chipre estaba plagado de prácticas paganas. Así lo comprobaron Bernabé y Saulo cuando llegaron a Pafos, en la costa oeste de la isla. Allí “se encontraron con cierto judío llamado Bar-Jesús, que era un hechicero y un falso profeta. Él estaba con el procónsul Sergio Paulo, un hombre inteligente”.f En aquella época, muchos romanos de un nivel social alto acudían a brujos o astrólogos antes de tomar decisiones importantes. Hasta Sergio Paulo, que era “un hombre inteligente”, lo hacía. Con todo, se sintió atraído por el mensaje del Reino y “estaba muy interesado en oír la palabra de Dios”. Esto no le hizo ninguna gracia a Bar-Jesús, conocido también por su título profesional, Elimas, que quiere decir “hechicero” (Hech. 13:6-8).

      7 Bar-Jesús se puso en contra del mensaje del Reino. La única forma de conservar su influencia como consejero de Sergio Paulo era “apartar de la fe al procónsul” (Hech. 13:8). Pero Saulo no iba a quedarse de brazos cruzados viendo cómo intentaba apagar el interés de Sergio Paulo. ¿Qué hizo con Bar-Jesús? El relato continúa: “Saulo, también llamado Pablo, se llenó de espíritu santo, lo miró fijamente y dijo: ‘Tú que estás lleno de toda clase de fraude y toda clase de maldad, tú que eres hijo del Diablo y enemigo de todo lo justo, ¿cuándo dejarás de torcer los caminos rectos de Jehová? ¡Mira! La mano de Jehová está sobre ti: te quedarás ciego y no verás la luz del sol por un tiempo’. Al instante, una espesa neblina y oscuridad cayeron sobre sus ojos, y comenzó a buscar a su alrededor a alguien que lo llevara de la mano”.g ¿Qué efecto tuvo este milagro? “Al ver lo sucedido, el procónsul se hizo creyente, pues quedó muy impresionado con las enseñanzas de Jehová” (Hech. 13:9-12).

      Un hermano con una Biblia abierta en sus manos defendiendo la verdad ante un juez en un tribunal.

      Como Pablo, defendemos la verdad con valor cuando la gente se opone al mensaje.

      8. ¿Cómo podemos imitar el valor de Pablo?

      8 Como vemos, Pablo no se dejó intimidar por Bar-Jesús. Nosotros tampoco debemos dejarnos intimidar por quienes tratan de apagar el interés que alguien siente por el mensaje. Es cierto que nuestras palabras deben ser “agradables, sazonadas con sal” (Col. 4:6). Pero esto no significa que vamos a pecar de prudentes y a quedarnos de brazos cruzados cuando alguien ponga en riesgo el bienestar espiritual de otra persona. Tampoco podemos permitir que el miedo nos impida denunciar a la religión falsa, que no deja de “torcer los caminos rectos de Jehová”, como lo hacía Bar-Jesús (Hech. 13:10). Igual que Pablo, declararemos con valor la verdad y ayudaremos a las personas que quieren conocerla. Es cierto que Jehová no nos dará a nosotros el poder para hacer milagros, como sí se lo dio a Pablo. Pero podemos estar seguros de que usará su espíritu santo para traer a la verdad a quienes merecen conocerla (Juan 6:44).

      Una “palabra de ánimo” (Hechos 13:13-43)

      9. ¿Qué ejemplo les dieron Pablo y Bernabé a quienes dirigen hoy las congregaciones?

      9 Posteriormente, Pablo, Bernabé y Marcos partieron de Pafos y navegaron hacia Perga, en la costa de Asia Menor, a unos 250 kilómetros (150 millas). En Hechos 13:13 se empieza a usar la expresión “Pablo y sus compañeros”. Esto da a entender que a partir de este punto Pablo era el que, por decirlo así, llevaba la batuta en el grupo. Pero nada indica que Bernabé le tuviera envidia. Al contrario, los dos continuaron trabajando juntos para hacer la voluntad de Dios. ¡Qué buen ejemplo para quienes dirigen a las congregaciones! En vez de buscar protagonismo, los cristianos recordamos estas palabras de Jesús: “Ustedes son todos hermanos”. Él mismo añadió: “El que se engrandece será humillado, pero el que actúa con humildad será engrandecido” (Mat. 23:8, 12).

      10. ¿Cómo era el trayecto entre Perga y Antioquía de Pisidia?

      10 Al llegar a Perga, Juan Marcos de repente dejó a Pablo y Bernabé, y regresó a Jerusalén sin que sepamos por qué. El caso es que los dos siguieron su camino y fueron a pie a Antioquía de Pisidia, una ciudad de la provincia de Galacia. No era un trayecto fácil, ya que se encuentra a unos 1.100 metros (3.600 pies) sobre el nivel del mar. Además, tuvieron que atravesar una región montañosa llena de asaltantes. Para colmo, es probable que para ese entonces Pablo ya sufriera problemas de salud.h

      11, 12. ¿Cómo captó Pablo el interés de la gente en la sinagoga de Antioquía de Pisidia?

      11 En Antioquía de Pisidia, Pablo y Bernabé fueron a la sinagoga en sábado. El relato dice: “Después de la lectura pública de la Ley y los Profetas, los presidentes de la sinagoga mandaron a decirles: ‘Hermanos, si tienen alguna palabra de ánimo para el pueblo, díganla’” (Hech. 13:15). Entonces Pablo se puso de pie y empezó a hablar.

      12 Su auditorio estaba formado por judíos y prosélitos, y por eso comenzó de este modo: “Hombres de Israel y todos los demás que temen a Dios, escuchen” (Hech. 13:16). En vista de que su público no reconocía la función de Jesús en el propósito de Dios, ¿qué hizo para captar su interés? En primer lugar, habló de la historia de Israel. Explicó que Jehová “engrandeció al pueblo mientras vivían como extranjeros en la tierra de Egipto” y que, después de liberarlos, “durante cerca de 40 años los soportó en el desierto”. Tras esto, Pablo les recordó cómo los israelitas conquistaron la Tierra Prometida y que Jehová “les dio sus tierras como herencia” (Hech. 13:17-19). Hay quienes creen que Pablo se refirió a pasajes bíblicos que acababan de leerse durante la celebración del sábado. En ese caso, sería un ejemplo más de cómo lograba Pablo adaptarse a “gente de todo tipo” (1 Cor. 9:22).

      13. ¿Cómo podemos lograr que la gente se interese en el mensaje?

      13 Nuestro propósito también es captar el interés de las personas a quienes les predicamos. Por ejemplo, seleccionamos temas que les llamen la atención tomando en cuenta sus creencias religiosas. Y, si conocen la Biblia, podemos citarles pasajes que les resulten familiares. A veces es mejor pedirles que los lean de su propia Biblia. Sea como sea, busquemos siempre la forma de lograr que la gente se interese en el mensaje.

      14. a) ¿Cómo logró Pablo relacionar a Jesús con el tema del que estaba hablando, y qué advertencia dio? b) ¿Cuál fue la reacción de los oyentes?

      14 Después, Pablo explicó que los reyes de Israel fueron antepasados de “un salvador, Jesús”, y que Juan el Bautista había preparado al pueblo para aceptarlo. A continuación, les dijo que Jesús había sido ejecutado pero que luego había resucitado (Hech. 13:20-37). Y después afirmó: “Sepan que les estamos anunciando el perdón de los pecados mediante él y que, por medio de él, todo el que cree es declarado libre de culpa de todas las cosas”. Pero también les dio una advertencia: “Tengan cuidado para que no les pase lo que se dice en los Profetas: ‘Véanlo ustedes, burlones, asómbrense y mueran, porque en sus días estoy haciendo algo que ustedes no creerán aunque alguien se lo explique en detalle’”. La reacción de los oyentes fue sorprendente. De hecho, “la gente les suplicó que hablaran de estos asuntos el sábado siguiente”. Además, “una vez terminada la reunión en la sinagoga, muchos judíos y prosélitos que adoraban a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé” (Hech. 13:38-43).

      “Nos vamos a las naciones” (Hechos 13:44-52)

      15. ¿Qué pasó el sábado siguiente?

      15 “El sábado siguiente casi toda la ciudad se reunió para oír” al apóstol. Esto les cayó como un jarro de agua fría a ciertos judíos, que “empezaron a contradecir a Pablo y a blasfemar contra lo que él decía”. Sin embargo, él y Bernabé les dijeron sin miedo: “Era necesario predicarles la palabra de Dios a ustedes primero. Pero, como la han rechazado y piensan que no merecen la vida eterna..., nos vamos a las naciones. Jehová nos lo ha ordenado al decir: ‘Te he nombrado luz de las naciones, para que lleves la salvación hasta las partes más lejanas de la tierra’” (Hech. 13:44-47; Is. 49:6).

      Un grupo de gente furiosa echando a Pablo y a Bernabé de Antioquía de Pisidia.

      “Provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé”, pero “los discípulos siguieron llenándose de felicidad y de espíritu santo” (Hechos 13:50-52).

      16. ¿Cómo respondieron los judíos a las palabras de Pablo y Bernabé, y qué hicieron ellos?

      16 Los gentiles que oyeron esto se alegraron, “y todos los que tenían la actitud correcta para obtener vida eterna se hicieron creyentes” (Hech. 13:48). Así, la palabra de Jehová no tardó en extenderse por toda la región. Pero la respuesta de los judíos fue totalmente distinta. Pablo y Bernabé les dijeron que habían sido los primeros en oír las buenas noticias sobre el Mesías, pero lo habían rechazado, y por eso Dios los castigaría. Los judíos se enfurecieron, “alborotaron a las mujeres influyentes [...] y a los hombres importantes de la ciudad y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio”. ¿Qué hicieron Pablo y Bernabé? “Se sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio”. ¿Había llegado el fin del cristianismo en Antioquía de Pisidia? ¡No, ni mucho menos! Allí dejaron discípulos que “siguieron llenándose de felicidad y de espíritu santo” (Hech. 13:50-52).

      17-19. ¿De qué maneras podemos imitar a Pablo y Bernabé, y cómo nos ayudará esto a ser felices?

      17 ¿Qué aprendemos de la forma en que reaccionaron Pablo y Bernabé? Que no podemos dejar de predicar aunque haya gente importante que trate de detenernos. Por otro lado, cuando los habitantes de Antioquía rechazaron el mensaje, los dos misioneros “se sacudieron el polvo de los pies”. Este gesto no indicaba que estuvieran indignados con ellos, sino que ya no eran responsables de lo que les pasara. Comprendían que no podían obligar a esas personas a aceptar el mensaje. Lo que sí podían hacer era irse a otro lugar para seguir predicando, y por eso se fueron a Iconio.

      18 ¿Y qué pasó con los discípulos que dejaron en Antioquía de Pisidia? Estaban rodeados de personas que estaban en contra de ellos, pero su felicidad no dependía de que la gente aceptara la verdad. Jesús había dicho: “¡Felices los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica!” (Luc. 11:28). Y esa fue la actitud que aquellos cristianos se esforzaron por mantener.

      19 Igual que Pablo y Bernabé, recordemos siempre que nuestro deber es predicar las buenas noticias pero que es la gente la que decide si acepta o rechaza el mensaje. ¿Y si no quieren escucharnos? Imitemos a los discípulos del siglo primero. Si amamos la verdad y nos dejamos guiar por el espíritu santo, seguiremos siendo felices aunque la gente se ponga en contra de nosotros (Gál. 5:18, 22).

      BERNABÉ, EL “HIJO DEL CONSUELO”

      En la congregación de Jerusalén había un miembro destacado que era levita y nació en Chipre. Se llamaba José, pero por su personalidad los apóstoles le pusieron un apodo: Bernabé, que significa “hijo del consuelo” (Hech. 4:36). Cuando veía que sus hermanos necesitaban algo, enseguida los ayudaba.

      Bernabé donando dos bolsas llenas de monedas.

      Como vimos, en el Pentecostés del año 33 se bautizaron 3.000 discípulos. Muchos de ellos seguramente habían viajado a Jerusalén para la fiesta y no habían previsto que se quedarían más tiempo. La congregación decidió cubrir sus necesidades, pero no tenía suficientes fondos. Por eso, Bernabé vendió un terreno y generosamente les entregó el dinero a los apóstoles (Hech. 4:32-37).

      Era un superintendente maduro que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. De hecho, fue él quien defendió a Saulo de Tarso cuando todos le tenían miedo porque no creían que se había hecho discípulo (Hech. 9:26, 27). Por otro lado, aceptó con humildad el firme consejo que Pablo les dio a él y a Pedro sobre cómo debían tratarse los cristianos de origen judío y los de origen gentil (Gál. 2:9, 11-14). Estas son solo unas pocas pruebas que demuestran que su apodo le venía a Bernabé como anillo al dedo.

      a Vea el recuadro “Bernabé, el ‘hijo del consuelo’”.

      b En este momento ya hay congregaciones en lugares tan apartados de Jerusalén como la propia Antioquía de Siria, a unos 550 kilómetros (350 millas) al norte de allí.

      c Vea el recuadro “Por los caminos”.

      d Los barcos del siglo primero podían recorrer unos 160 kilómetros (100 millas) en un día si tenían el viento a favor. Pero, si hacía mal tiempo, tardaban mucho más.

      e Vea el recuadro “Las sinagogas de los judíos”.

      f Chipre estaba bajo la autoridad del Senado romano, que elegía un gobernador como representante en la isla y le daba el puesto de procónsul.

      g A partir de este pasaje, a Saulo se le deja de llamar por este nombre (que viene del hebreo) y se le llama por su nombre romano, Pablo (que viene del latín). Hay quienes afirman que el apóstol adoptó el nombre Pablo (o Paulo) en honor al procónsul, pero no es muy probable. De hecho, él siguió utilizándolo cuando se fue de Chipre; así que seguramente tenía este nombre romano desde niño y empezó a usarlo debido a que ahora era el “apóstol a las naciones”. Otra posible razón para dejar de usar Saulo es que este nombre se parecía a una palabra que en griego sonaba muy mal (Rom. 11:13).

      h En la carta que Pablo les escribió años después a los gálatas, les dijo: “Fue debido a una enfermedad que pude predicarles las buenas noticias por primera vez” (Gál. 4:13).

  • Hablaron “con valor gracias a la autoridad de Jehová”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 12

      Hablaron “con valor gracias a la autoridad de Jehová”

      Pablo y Bernabé demuestran humildad, perseverancia y valor

      Basado en Hechos 14:1-28

      1, 2. ¿Qué les pasó a Pablo y Bernabé en Listra?

      ¡QUÉ revuelo se acaba de formar! En Listra, Pablo y Bernabé acaban de curar a un hombre que había nacido con los pies lisiados, y ahora va dando saltos de alegría. La multitud está fuera de sí ¡y los aclama como dioses! El sacerdote de Zeus trae guirnaldas o coronas para ellos y prepara unos toros para sacrificarlos en su honor. Con todo el ruido de las voces y de los toros, Pablo y Bernabé tienen que gritar para pedirle a la gente que se detenga. Se rasgan la ropa, se meten corriendo entre la multitud y, a base de protestar y suplicar, consiguen a duras penas que no los adoren.

      2 Entonces unos judíos que están en contra del mensaje llegan de Iconio y de Antioquía de Pisidia, y empiezan a soltar sucias mentiras contra Pablo y Bernabé. La gente de Listra les cree y empiezan a odiarlos a muerte. ¡Cómo cambian las cosas! ¡Los mismos que querían adorar a Pablo ahora quieren apedrearlo! Así que lo rodean y empiezan a lanzarle piedras hasta dejarlo inconsciente. Cuando terminan de descargar su furia, lo dan por muerto y arrastran su cuerpo ensangrentado hasta sacarlo de la ciudad.

      3. ¿Qué preguntas responderemos en este capítulo?

      3 ¿Cómo se llegó a este punto tan terrible? ¿Qué aprendemos de lo que pasó con Pablo, Bernabé y la caprichosa multitud de Listra? ¿Cómo pueden los ancianos de congregación imitar la perseverancia de estos dos hombres fieles, que predicaron “con valor gracias a la autoridad de Jehová”? (Hech. 14:3). Veámoslo.

      “Muchísimos judíos y griegos se hicieron creyentes” (Hechos 14:1-7)

      4, 5. ¿Por qué fueron Pablo y Bernabé a Iconio, y qué sucedió allí?

      4 Como vimos, Pablo y Bernabé habían sido expulsados unos días antes de la ciudad romana de Antioquía de Pisidia por culpa de unos judíos que se oponían al mensaje. En vez de desanimarse, “se sacudieron el polvo de los pies” contra aquellas personas insensibles a la verdad (Hech. 13:50-52; Mat. 10:14). Luego se marcharon pacíficamente dejando que respondieran ante Dios por su decisión (Hech. 18:5, 6; 20:26). Sin perder la alegría, caminaron unos 150 kilómetros (100 millas) hacia el sureste, hasta llegar a una fértil meseta entre los montes Tauro y los montes Sultán.

      5 La primera parada fue Iconio, que era una de las principales ciudades de la provincia romana de Galacia y conservaba su cultura griega.a Allí había una gran cantidad de judíos y prosélitos. Pablo y Bernabé, como siempre, fueron a predicar a la sinagoga (Hech. 13:5, 14). “Hablaron de tal manera que muchísimos judíos y griegos se hicieron creyentes” (Hech. 14:1).

      ICONIO, CIUDAD DE LOS FRIGIOS

      Iconio estaba en lo alto de una meseta fértil y bien regada. Era un punto estratégico dentro de una importante ruta comercial entre Siria, Roma, Grecia y la provincia romana de Asia.

      La gente de esa ciudad adoraba a Cibeles, diosa frigia de la fertilidad. Su religión incluía ciertas costumbres que adoptaron cuando estuvieron bajo el control de los griegos. La ciudad cayó bajo el dominio romano en el año 65 antes de nuestra era, y para el tiempo de los apóstoles gozaba de gran prosperidad gracias al comercio y la agricultura. Aunque allí había muchos judíos influyentes, todo indica que Iconio mantuvo su cultura griega. Es más, el libro de Hechos habla de sus residentes judíos y “griegos” (Hech. 14:1).

      Iconio estaba en la frontera entre Licaonia y Frigia, dos regiones de Galacia. Según algunos escritores antiguos, como Cicerón y Estrabón, Iconio era parte de Licaonia, y eso es cierto desde el punto de vista geográfico. Sin embargo, Lucas no dijo que Iconio fuera parte de Licaonia, como sí hizo con otras ciudades. Por eso, algunos críticos dijeron que el libro de Hechos es inexacto. No obstante, en realidad Lucas hizo bien al dar a entender que Iconio era distinta de las ciudades de Licaonia. ¿Por qué? Porque en esas ciudades se hablaba “la lengua licaónica”, pero en 1910 se descubrieron inscripciones en Iconio que probaban que dos siglos después de la visita de Pablo y Bernabé allí todavía se hablaba otro idioma, el frigio (Hech. 14:1-6, 11).

      6. ¿Por qué eran Pablo y Bernabé tan buenos maestros, y cómo podemos imitarlos?

      6 ¿Por qué eran tan buenos maestros Pablo y Bernabé? Pablo era un pozo de sabiduría bíblica. Sabía perfectamente cómo enlazar relatos históricos, citas de la Ley y profecías para probar que Jesús era el Mesías prometido (Hech. 13:15-31; 26:22, 23). Y Bernabé se destacaba por su interés en los demás (Hech. 4:36, 37; 9:27; 11:23, 24). Los dos hablaban “gracias a la autoridad de Jehová” en vez de basarse en su manera de ver las cosas. ¿Cómo puede imitarlos cuando predique? Siguiendo estos pasos: estudie a fondo la Palabra de Dios, seleccione citas bíblicas que capten el interés de la gente, busque formas de consolar a quienes lo escuchan y base siempre sus enseñanzas en la Biblia en vez de en sus opiniones.

      7. a) ¿Qué efecto tienen las buenas noticias en las personas? b) Si algún familiar se opone a que usted le obedezca a Jehová, ¿qué debería recordar?

      7 Lucas señala que en Iconio no todo el mundo aceptó con gusto el mensaje: “Los judíos que no creyeron alborotaron a la gente de las naciones y los pusieron en contra de los hermanos”. Pero Pablo y Bernabé pensaron que lo mejor era quedarse a defender las buenas noticias. El relato dice que “pasaron bastante tiempo hablando con valor”, y el resultado fue que “la gente de la ciudad se dividió: algunos estaban a favor de los judíos y otros a favor de los apóstoles” (Hech. 14:2-4). Hoy, las buenas noticias tienen un efecto parecido en las personas: a unas las unen, a otras las dividen (Mat. 10:34-36). ¿Se oponen algunos de sus familiares a que usted le obedezca a Jehová? En tal caso, recuerde que muchas veces lo hacen porque se creen los rumores infundados o las mentiras descaradas que han oído sobre nosotros. Gracias a la buena conducta de usted, podrían darse cuenta de que esos comentarios son falsos y con el tiempo cambiar de actitud (1 Ped. 2:12; 3:1, 2).

      8. ¿Por qué se fueron Pablo y Bernabé de Iconio, y qué aprendemos de lo que hicieron?

      8 Al cabo de un tiempo, la gente de Iconio que estaba en contra de Pablo y Bernabé tramó un plan para apedrearlos. Pero, en cuanto ellos se enteraron, decidieron irse a predicar a otro lugar (Hech. 14:5-7). Nosotros también procuramos ser prudentes. Cuando nos atacan verbalmente, hablamos con valor (Filip. 1:7; 1 Ped. 3:13-15). Pero, si vemos que va a estallar la violencia, evitamos cometer una imprudencia que nos ponga en peligro innecesariamente a nosotros o a nuestros hermanos (Prov. 22:3).

      Se les predica para que “se vuelvan al Dios vivo” (Hechos 14:8-19)

      9, 10. ¿Dónde estaba la ciudad de Listra, y qué sabemos de sus habitantes?

      9 La siguiente parada fue Listra. Esta colonia romana, situada a 30 kilómetros (20 millas) al suroeste de Iconio, mantenía fuertes lazos con Antioquía de Pisidia, pero en Listra vivían muchos menos judíos. Los habitantes de esta ciudad probablemente hablaban griego, pero su lengua materna era el licaonio. En esta ocasión, Pablo y Bernabé comenzaron a predicar en un lugar público, quizás por no haber sinagoga. Además, Pablo sanó allí a un hombre que había nacido con los pies lisiados, un milagro muy parecido al que había hecho Pedro en Jerusalén (Hech. 14:8-10). Sin embargo, mientras que con el milagro de Pedro muchos se hicieron creyentes, con el de Pablo la gente reaccionó de manera totalmente inesperada (Hech. 3:1-10).

      10 La gente de Listra adoraba a otros dioses. Por eso, en cuanto vieron que aquel hombre se había puesto de pie de un salto, pensaron que Pablo y Bernabé eran dioses. Creyeron que Bernabé era Zeus, el dios supremo de los griegos, y que Pablo era su hijo Hermes, el portavoz de los dioses (vea el recuadro “Listra y el culto a Zeus y Hermes”). Sin embargo, Pablo y Bernabé querían dejarles muy claro que ellos no eran dioses, sino que el que les había dado la autoridad para hablar y el poder para hacer aquel milagro era el único Dios verdadero, Jehová (Hech. 14:11-14).

      LISTRA Y EL CULTO A ZEUS Y HERMES

      La ciudad de Listra se encontraba en un valle fuera de las principales rutas. César Augusto la convirtió en colonia romana y le puso por nombre Julia Felix Gemina Lustra. Tenía una guarnición militar encargada de defender la provincia de Galacia contra las tribus de las montañas. Se regía por las leyes romanas y sus oficiales usaban títulos romanos, pero su cultura seguía siendo más licaónica que romana. Tanto es así que Hechos indica que la gente de Listra hablaba la lengua licaónica.

      Cerca de la antigua Listra, los arqueólogos encontraron una estatua del dios Hermes, inscripciones que mencionan a los “sacerdotes de Zeus” y un altar dedicado a estos dos dioses.

      Algo que nos ayuda a entender mejor el relato de Hechos es una leyenda que puso por escrito el poeta romano Ovidio (43 a. e. c.-17 e. c.). La leyenda cuenta que Júpiter y Mercurio —los dioses romanos equivalentes a los dioses griegos Zeus y Hermes— visitaron el montañoso país de Frigia disfrazados de mortales. Aunque pidieron en mil casas que les dejaran pasar la noche, todo el mundo los rechazó excepto una pareja de ancianos llamados Filemón y Baucis, quienes los recibieron en su humilde chocita. Por eso, los dos dioses transformaron su chocita en un templo de mármol y oro, convirtieron al matrimonio en sus sacerdotes y destruyeron las casas de quienes se negaron a hospedarlos. Cierta obra explica: “Si la gente de Listra pensó en esa leyenda cuando vio a Pablo y Bernabé curar al hombre lisiado, no es de extrañar que quisiera darles la bienvenida ofreciéndoles sacrificios” (The Book of Acts in Its Graeco-Roman Setting).

      Pablo y Bernabé rechazando las alabanzas de la gente de Listra. La gente está tocando música, preparando sacrificios e inclinándose ante ellos dos.

      “Estamos predicándoles [...] para que abandonen estas cosas inútiles y se vuelvan al Dios vivo, el que hizo el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas” (Hechos 14:15).

      11-13. a) ¿Qué le dijeron Pablo y Bernabé a la gente de Listra? b) ¿Qué lección nos enseña lo que dijeron Pablo y Bernabé?

      11 A pesar de la reacción de la gente, Pablo y Bernabé buscaron la mejor forma de llegarle al corazón. Dijeron: “Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos humanos y tenemos las mismas debilidades que ustedes. Estamos predicándoles las buenas noticias para que abandonen estas cosas inútiles y se vuelvan al Dios vivo, el que hizo el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos. En el pasado, él permitió que cada nación siguiera su camino, aunque no dejó de dar testimonio de sí mismo haciendo cosas buenas. Les dio lluvias del cielo y cosechas abundantes, les dio suficiente comida y llenó sus corazones de alegría” (Hech. 14:15-17). Este pasaje registrado por Lucas nos enseña varias lecciones sobre cómo predicarles a quienes no son cristianos.

      12 ¿Cuál es la primera lección? Pues bien, fijémonos en que Pablo y Bernabé no los trataron como si ellos se creyeran superiores. En vez de hacerse pasar por algo que no eran, admitieron humildemente que también eran humanos y tenían limitaciones como ellos. Es cierto que habían sido liberados de las enseñanzas falsas, que habían recibido el espíritu santo y que tenían la esperanza de reinar en el cielo con Cristo. Pero sabían que la gente de Listra recibiría esas mismas bendiciones si obedecía a Cristo.

      13 Y nosotros, ¿qué pensamos de la gente a la que le predicamos? ¿Entendemos que son iguales a nosotros? Si las personas a las que les enseñamos la Palabra de Dios comienzan a alabarnos, ¿tratamos de impedírselo, tal y como hicieron Pablo y Bernabé? Charles Russell, que dirigió la obra a finales del siglo diecinueve y principios del veinte, también nos dejó un buen ejemplo al respecto. Aunque este hermano era un excelente maestro, en cierta ocasión escribió: “No deseamos que se nos dé honra ni reverencia, ni a nosotros mismos ni a lo que escribimos; tampoco deseamos que se nos llame reverendo o rabí”. Sin duda, era tan humilde como Pablo y Bernabé. Cuando predicamos, nuestro objetivo tampoco es recibir gloria, sino ayudar a las personas para que “se vuelvan al Dios vivo”.

      14-16. ¿Qué otras dos lecciones nos enseña lo que dijeron Pablo y Bernabé en Listra?

      14 Veamos la segunda lección que nos enseña este pasaje. Pablo y Bernabé se adaptaron a su público. Los judíos y prosélitos de Iconio tenían conocimientos sobre las Escrituras y la relación de Dios con Israel, pero los habitantes de Listra prácticamente no sabían nada de esto. De lo que sí sabían era de agricultura. Su ciudad tenía un buen clima y estaba rodeada de campos fértiles. Así que se les haría fácil ver las cualidades de Dios en cosas como las épocas de cosechas abundantes, y por eso Pablo y Bernabé usaron esta información para predicarles (Rom. 1:19, 20).

      15 Y nosotros, ¿podemos adaptarnos, igual que ellos, a nuestro público? Aunque el agricultor plante las mismas semillas en varios campos, no siempre puede usar los mismos métodos para preparar el suelo. Hay terrenos que ya de por sí son blandos y están listos para la siembra, mientras que otros requieren más trabajo. Lo mismo pasa en la predicación. La semilla siempre es la misma: el mensaje del Reino, que está en la Palabra de Dios. Pero, igual que Pablo y Bernabé, tendremos en cuenta las circunstancias y creencias de la gente, y usaremos esa información para adaptar nuestras presentaciones (Luc. 8:11, 15).

      16 La tercera lección es que no debemos desesperarnos si la gente no responde a la verdad. ¿Por qué? Porque, por mucho que nos esforcemos, lo que sembremos puede caer en terreno rocoso o alguien puede arrancarlo (Mat. 13:18-21). Como más tarde les escribió Pablo a los cristianos de Roma, “cada uno de nosotros rendirá cuentas de sí mismo a Dios”, y esto incluye a cualquiera con el que hablamos de la Biblia (Rom. 14:12).

      “Los dejaron al cuidado de Jehová” (Hechos 14:20-28)

      17. ¿Adónde fueron Pablo y Bernabé cuando salieron de Derbe, y por qué?

      17 Como vimos antes, la gente de Listra apedreó a Pablo, lo dieron por muerto, lo arrastraron hasta sacarlo de la ciudad y lo dejaron allí tirado. ¿Qué pasó después? Los discípulos se juntaron a su alrededor, él se levantó y entró en la ciudad para pasar allí la noche. Al día siguiente, salió de viaje con Bernabé hacia Derbe, a una distancia de 100 kilómetros (60 millas). Tuvo que hacer el viaje muy adolorido, pero poquito a poquito llegaron a su destino. Allí, en Derbe, hicieron “una buena cantidad de discípulos”. Luego, en vez de tomar el camino más corto de regreso a Antioquía de Siria, “volvieron a Listra, Iconio y Antioquía” de Pisidia. ¿Para qué regresaron a estas localidades? Para fortalecer “a los discípulos animándolos a permanecer en la fe” (Hech. 14:20-22). Así que antepusieron los intereses de las congregaciones a los suyos. ¡Qué ejemplo de sacrificio! En la actualidad, muchos misioneros y superintendentes viajantes han imitado su ejemplo.

      18. ¿Cómo se nombra a los ancianos?

      18 Además de fortalecer a los discípulos con sus palabras y su buen ejemplo, Pablo y Bernabé “nombraron ancianos en cada congregación”. Notemos que, aunque habían sido “enviados por el espíritu santo”, de todas maneras oraron y ayunaron cuando “dejaron al cuidado de Jehová” a esos ancianos (Hech. 13:1-4; 14:23). En la actualidad se sigue un método muy parecido. Antes de que un cuerpo de ancianos recomiende el nombramiento de un hermano, primero ora y luego examina si el hermano reúne los requisitos bíblicos (1 Tim. 3:1-10, 12, 13; Tito 1:5-9; Sant. 3:17, 18; 1 Ped. 5:2, 3). Lo más importante no es cuánto tiempo lleva en la verdad. Más bien, conviene fijarse en su forma de hablar y actuar, así como en su reputación, para saber hasta qué grado deja que el espíritu santo guíe su vida. El hermano estará capacitado para ser pastor del rebaño siempre y cuando cumpla con las condiciones que establece la Biblia (Gál. 5:22, 23). El superintendente de circuito tiene la responsabilidad de hacer estos nombramientos (compare con 1 Timoteo 5:22).

      19. ¿De qué están conscientes los ancianos, y cómo imitan a Pablo y Bernabé?

      19 Los ancianos están conscientes de que tienen que rendir cuentas ante Dios por la forma en que traten a la congregación (Heb. 13:17). Al igual que Pablo y Bernabé, nos ponen el ejemplo en la predicación, fortalecen a los hermanos con sus palabras y están dispuestos a sacrificarse por el bien de la congregación (Filip. 2:3, 4).

      20. ¿Qué efecto tiene en nosotros enterarnos del trabajo que hacen nuestros fieles hermanos?

      20 Cuando Pablo y Bernabé finalmente regresaron a Antioquía de Siria, “contaron todas las cosas que Dios había hecho mediante ellos” y también “que él les había abierto a las naciones la puerta de la fe” (Hech. 14:27). Hoy día, al enterarnos de todo el trabajo que hacen nuestros fieles hermanos y de las bendiciones que Jehová les da, ¿verdad que nos entran más ganas de continuar “hablando con valor gracias a la autoridad de Jehová”?

      a Vea el recuadro “Iconio, ciudad de los frigios”.

  • “Tras mucha discusión”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 13

      “Tras mucha discusión”

      Se le consulta al cuerpo gobernante si es necesaria la circuncisión

      Basado en Hechos 15:1-12

      1-3. a) ¿Qué debate amenazó con dividir a la congregación del siglo primero? b) ¿Por qué hacemos bien en analizar este relato?

      PABLO y Bernabé regresan a Antioquía de Siria de su primer viaje. Están muy felices porque Jehová les ha “abierto a las naciones la puerta de la fe” (Hech. 14:26, 27). La noticia se riega por la ciudad, donde “un gran número” de gentiles también se están haciendo cristianos (Hech. 11:20-26).

      2 Cuando los cristianos de Judea se enteran, no todos están contentos. De hecho, la noticia aviva el debate entre los que dicen que hay que circuncidarse para ser cristiano y los que dicen que no. ¿Cómo deben tratarse los cristianos de origen judío y los de origen gentil? ¿Deben los cristianos gentiles obedecer la Ley? La discusión llega a tal punto que amenaza con dividir en bandos a la congregación. ¿Habrá alguna solución?

      3 Analizar este relato será útil porque nos ayudará a saber qué hacer si ocurre algo que amenace la unidad de la congregación.

      “A menos que se circunciden” (Hechos 15:1)

      4. ¿Qué se pusieron a enseñar algunos cristianos de origen judío, y qué pregunta es lógico hacerse?

      4 Lucas escribió: “Unos hombres bajaron de Judea [a Antioquía] y se pusieron a enseñarles a los hermanos: ‘A menos que se circunciden de acuerdo con la costumbre de Moisés, no pueden ser salvados’” (Hech. 15:1). No se sabe si estos hombres habían sido fariseos antes de hacerse cristianos; pero, como mínimo, estaban muy influidos por esa mentalidad y por eso eran muy estrictos con la Ley. Además, puede que afirmaran que hablaban en nombre de los apóstoles y los ancianos de Jerusalén (Hech. 15:23, 24). Ahora bien, si 13 años antes Dios ya le había dejado claro a Pedro que aceptaba a los incircuncisos en la congregación, ¿por qué había cristianos de origen judío que aún defendían la circuncisión? (Hech. 10:24-29, 44-48).a

      5, 6. a) ¿Por qué había cristianos de origen judío que aún defendían la circuncisión? b) ¿Cuál es la diferencia entre el pacto de la circuncisión y el pacto con Abrahán? (Vea la nota).

      5 Aquellos cristianos pudieron haber tenido muchos motivos. Por ejemplo, fue Jehová mismo el que había mandado que los hombres se circuncidaran. De hecho, la circuncisión era una señal de que la persona tenía una relación especial con Dios. Los primeros a quienes les ordenó circuncidarse fueron Abrahán y los hombres de su casa, y tiempo después incluyó ese mandato en el pacto de la Ley para todos los israelitas (Lev. 12:2, 3).b Es más, la Ley exigía que los extranjeros se circuncidaran si querían participar en celebraciones como la Pascua (Éx. 12:43, 44, 48, 49). Por eso los judíos consideraban que el hombre que no estaba circuncidado era impuro y no podía servir a Dios (Is. 52:1).

      6 Sin duda, los cristianos de origen judío necesitaban fe y humildad para adaptarse y ver las cosas como Jehová quería. El nuevo pacto había reemplazado al pacto de la Ley, de modo que ser judíos de nacimiento ya no los convertía automáticamente en parte del pueblo de Dios. Además, los cristianos que vivían en comunidades judías —como los de Judea— tenían que ser muy valientes para decir que creían en Jesús y para adorar a Dios junto con los cristianos incircuncisos (Jer. 31:31-33; Luc. 22:20).

      7. ¿Qué no habían captado los hombres que bajaron de Judea?

      7 Claro, no es que las normas de Jehová hubieran cambiado. En realidad, el nuevo pacto seguía los principios básicos de la Ley de Moisés (Mat. 22:36-40). Cuando años después Pablo habló de la circuncisión, escribió: “Es judío el que lo es interiormente y su circuncisión es la del corazón, que se hace por el espíritu, y no por un código escrito” (Rom. 2:29; Deut. 10:16). Los hombres que bajaron de Judea no habían captado esto y se empeñaban en que Jehová todavía exigía que sus siervos se circuncidaran. ¿Estarían dispuestos a adaptarse al cambio?

      LAS DOCTRINAS DE LOS JUDAIZANTES

      A pesar de que el cuerpo gobernante del siglo primero había resuelto el asunto de la circuncisión, ciertos hombres que decían ser cristianos se empeñaron en cuestionar su decisión. Pablo dijo que eran “falsos hermanos” que querían “distorsionar las buenas noticias acerca del Cristo” (Gál. 1:7; 2:4; Tito 1:10).

      A estos hombres se les llamaba judaizantes. Al parecer, pretendían quedar bien con los judíos para que no los persiguieran (Gál. 6:12, 13). Afirmaban que, para que Dios considerara justo a alguien, esa persona tenía que obedecer la Ley de Moisés en asuntos como la alimentación, la circuncisión y las fiestas judías (Col. 2:16).

      Como era de esperar, quienes pensaban así se sentían incómodos en presencia de los cristianos de origen gentil. Desgraciadamente, su mala actitud llegó a influir en algunos hermanos de origen judío que dirigían la congregación. Por ejemplo, algunos representantes de la congregación de Jerusalén visitaron Antioquía y no se juntaron con los hermanos gentiles. El propio Pedro, que hasta entonces se había relacionado libremente con los gentiles, los evitó y hasta dejó de comer con ellos. ¡Imagínese! Estaba haciendo justo lo contrario a lo que él mismo había defendido tiempo atrás. Al final, Pablo tuvo que corregirlo con firmeza (Gál. 2:11-14).

      “Mucha discusión” (Hechos 15:2)

      8. ¿Por qué hubo que consultar al cuerpo gobernante sobre el asunto de la circuncisión?

      8 Lucas explica que “Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con ellos”, es decir, con los hombres que bajaron de Judea. Así que, “tras mucha discusión, se hicieron preparativos para que Pablo, Bernabé y algunos más subieran adonde estaban los apóstoles y los ancianos de Jerusalén para hablar de este asunto” (Hech. 15:2).c Entre los hermanos de Antioquía había “mucha discusión” porque las dos partes defendían sus posturas con firmeza y convicción. Como no llegaban a un acuerdo y querían proteger la paz y la unidad, la congregación tomó la sabia decisión de consultar a “los apóstoles y los ancianos de Jerusalén”, quienes formaban el cuerpo gobernante. ¿Qué aprendemos de los ancianos de Antioquía?

      Algunos cristianos de la congregación de Jerusalén del siglo primero discutiendo con Pablo y Bernabé.

      Algunos insistían en que era necesario ordenarles a los gentiles que obedecieran la Ley.

      9, 10. ¿Qué aprendemos tanto de los hermanos de Antioquía como de Pablo y Bernabé?

      9 Primero, que debemos confiar en la organización de Dios. Veamos por qué decimos esto. Los hermanos de Antioquía sabían que todos los miembros del cuerpo gobernante eran de origen judío. Aun así, estaban convencidos de que aquellos hermanos resolverían la cuestión de la circuncisión basándose en las Escrituras. ¿Por qué? Porque sabían que Jehová dirigiría los asuntos valiéndose de su espíritu santo y de Jesucristo, cabeza de la congregación (Mat. 28:18, 20; Efes. 1:22, 23). En la actualidad, cuando surjan cuestiones delicadas, imitemos a los cristianos de Antioquía confiando en la organización de Dios y el Cuerpo Gobernante.

      10 También aprendemos que es muy importante ser humildes y pacientes. Pensemos en Pablo y Bernabé. Ellos habían sido nombrados por espíritu santo para ir a predicar a las naciones. Aun así no pensaron que eso les daba el derecho de resolver por su propia cuenta el asunto de la circuncisión (Hech. 13:2, 3). Además, Pablo dijo que había subido a Jerusalén “debido a una revelación”, lo que indica que Dios lo estaba dirigiendo (Gál. 2:2). En la actualidad, los ancianos también se esfuerzan por ser pacientes y humildes cuando se enfrentan a cuestiones que podrían dividir a la congregación. En vez de ponerse a discutir y tratar de salirse con la suya, buscan la guía de Jehová consultando la Biblia y las instrucciones del esclavo fiel (Filip. 2:2, 3).

      11, 12. ¿Por qué es importante esperar a que Jehová aclare las cosas?

      11 En ocasiones, tal vez tengamos que esperar a que Jehová nos ayude a entender bien alguna cuestión. Recordemos que Cornelio fue ungido en el año 36 de nuestra era, pero los hermanos tuvieron que esperar hasta el año 49 —es decir, unos 13 años— para que Jehová aclarara si los gentiles tenían que circuncidarse o no. ¿Por qué tardó tanto? Quizás porque quería darles tiempo a los judíos sinceros para que se adaptaran a este cambio tan grande. Después de todo, los siervos de Dios llevaban 1.900 años bajo el pacto de la circuncisión, que Jehová había hecho con su amado antepasado Abrahán (Juan 16:12).

      12 ¡Es un gran honor que nuestro Padre celestial nos guíe y nos moldee con tanta paciencia y cariño! Siempre nos enseña por nuestro propio bien (Is. 48:17, 18; 64:8). Así que no dejemos que el orgullo nos lleve a insistir en que nuestra opinión personal es la mejor ni a criticar los cambios o aclaraciones que haga la organización (Ecl. 7:8). Si vemos en nosotros mismos la más mínima tendencia a actuar así, reflexionemos en los principios que nos enseña el capítulo 15 de Hechos y pidámosle ayuda a Jehová para aplicarlos.d

      13. ¿Cómo podemos imitar la paciencia de Jehová en nuestro ministerio?

      13 Además, tenemos que ser pacientes con los estudiantes a los que les cuesta abandonar creencias o costumbres antibíblicas por las que sienten cariño. En esos casos, tal vez haya que dejar pasar un tiempo razonable para que el espíritu santo actúe en su corazón (1 Cor. 3:6, 7). También sería bueno pedirle ayuda a Dios, quien de alguna manera nos indicará a su debido tiempo lo que debemos hacer (1 Juan 5:14).

      “FUNDAN SUS CREENCIAS [...] EN LO QUE REALMENTE DICE LA BIBLIA”

      La historia de la congregación cristiana del primer siglo es un claro ejemplo de que Jehová siempre les ha ayudado a sus siervos a ir entendiendo la verdad poco a poco (Prov. 4:18; Dan. 12:4, 9, 10; Hech. 15:7-9). Igual que los primeros cristianos, nosotros vamos ajustando nuestras creencias a medida que Jehová nos ayuda a entender la verdad. Nunca forzamos la Biblia para que encaje con nuestras opiniones. Y así lo han reconocido personas que no son Testigos. Por ejemplo, un profesor adjunto a la cátedra de Estudios Religiosos de la Universidad del Norte de Arizona escribió que los testigos de Jehová analizan la Biblia “con una cierta inocencia y fundan sus creencias y prácticas en lo que realmente dice la Biblia y no en ideas preconcebidas sobre lo que creen que debe decir” (Truth in Translation, de Jason BeDuhn).

      Iban “contando en detalle” experiencias animadoras (Hechos 15:3-5)

      14, 15. a) ¿De qué manera les mostró consideración la congregación de Antioquía a Pablo, Bernabé y sus compañeros? b) ¿Cómo animaron Pablo y sus compañeros a los hermanos de Fenicia y Samaria?

      14 Lucas sigue su relato así: “La congregación los acompañó durante una parte del camino. Después, ellos siguieron adelante a través de Fenicia y de Samaria. Y, al ir contando en detalle la conversión de gente de las naciones, alegraban muchísimo a todos los hermanos” (Hech. 15:3). La congregación acompañó una parte del trayecto a Pablo, Bernabé y los que iban con ellos. Esto fue una muestra de cariño y consideración, y de que les deseaban la bendición de Dios. Una vez más, ¡qué buen ejemplo nos dejaron los hermanos de Antioquía! Hacemos bien en preguntarnos: “¿Les muestro consideración a todos mis hermanos espirituales, especialmente a los ancianos ‘que trabajan duro hablando y enseñando’?” (1 Tim. 5:17).

      15 De camino a Jerusalén, Pablo y sus compañeros les contaron en detalle a los hermanos de Fenicia y Samaria cómo les había ido predicándoles a los gentiles, y esto los animó mucho. Entre estos cristianos probablemente había judíos que huyeron allí tras la muerte de Esteban. Hoy sucede igual: nos anima mucho escuchar relatos sobre cómo bendice Jehová la predicación, en particular si estamos pasando por situaciones difíciles. Esos informes tan animadores los recibimos mediante nuestras reuniones y asambleas, así como mediante las experiencias y biografías que se publican en nuestras revistas y en jw.org. ¿Los estamos aprovechando?

      16. ¿Qué indica que el asunto de la circuncisión se había convertido en un problema grave?

      16 Tras recorrer 550 kilómetros (350 millas) en dirección sur, los hermanos que venían de Antioquía llegaron a Jerusalén. Lucas escribió: “La congregación, los apóstoles y los ancianos los recibieron amablemente, y ellos les contaron todas las cosas que Dios había hecho por medio de ellos” (Hech. 15:4). Sin embargo, “algunos miembros de la secta de los fariseos que se habían hecho creyentes se levantaron de sus asientos y dijeron: ‘Es necesario circuncidarlos y ordenarles que obedezcan la Ley de Moisés’” (Hech. 15:5). Era obvio que el asunto de la circuncisión se había convertido en un problema grave y había que solucionarlo.

      “Los apóstoles y los ancianos se reunieron” (Hechos 15:6-12)

      17. ¿Quiénes formaban el cuerpo gobernante, y por qué estaban incluidos “los ancianos” de Jerusalén?

      17 Proverbios 13:10 dice: “La sabiduría acompaña a los que piden consejo”. Así que, siguiendo este principio, “los apóstoles y los ancianos se reunieron para tratar este asunto” (Hech. 15:6). Igual que hace el Cuerpo Gobernante en la actualidad, “los apóstoles y los ancianos” tomaban decisiones en representación de toda la congregación cristiana. Ahora bien, ¿por qué servían “los ancianos” de Jerusalén junto con los apóstoles en el cuerpo gobernante? Bueno, recordemos que el apóstol Santiago había sido ejecutado y que, al menos por un tiempo, el apóstol Pedro estuvo encarcelado. Si algo parecido les pasaba a otros apóstoles, contar con otros varones ungidos garantizaba que siempre hubiera hermanos capacitados dirigiendo la obra.

      18, 19. ¿Cuál fue el argumento de Pedro, y a qué conclusión se esperaba que llegaran sus oyentes?

      18 Lucas continúa diciendo: “Después de discutirlo mucho, Pedro se levantó y les dijo: ‘Hermanos, ya saben que desde el principio Dios me eligió de entre todos ustedes para que la gente de las naciones oyera de mi boca el mensaje de las buenas noticias y creyera. Y Dios, que conoce el corazón, demostró que los aprobaba dándoles el espíritu santo, tal como también hizo con nosotros. Él no hizo ninguna diferencia entre ellos y nosotros, sino que purificó sus corazones con la fe’” (Hech. 15:7-9). Según explica una obra de consulta, la expresión griega que en el versículo 7 se traduce como “discutirlo mucho” también podría indicar que se realizó una investigación y se plantearon preguntas. Al parecer, unos hermanos veían las cosas de una manera y otros las veían de otra, pero todos ellos estuvieron dispuestos a analizar juntos el asunto y expresaron con franqueza lo que pensaban y sentían.

      19 Las palabras tan contundentes del apóstol Pedro les recordaron claramente a todos que él mismo estuvo presente cuando los primeros incircuncisos —es decir, Cornelio y los de su casa— fueron ungidos con espíritu santo en el año 36. Así que, si Jehová ya no estaba haciendo distinciones entre judíos y gentiles, ¿por qué iba un simple ser humano a empezar a hacerlas? Y no solo eso, Pedro también destacó que Jehová acepta la adoración de alguien por su fe en Cristo y no por su obediencia a la Ley de Moisés (Gál. 2:16).

      20. ¿Por qué dijo Pedro que los defensores de la circuncisión estaban poniendo a prueba a Dios?

      20 En vista de lo que Dios había dicho y en vista de la manera en que había usado su espíritu santo, el apóstol Pedro concluyó así: “Entonces, ¿por qué ponen a prueba a Dios imponiendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros antepasados ni nosotros pudimos llevar? Más bien, nosotros tenemos fe en que somos salvados mediante la bondad inmerecida del Señor Jesús, igual que ellos” (Hech. 15:10, 11). Dicho con otras palabras, los defensores de la circuncisión estaban tratando de obligar a los cristianos de origen gentil a que cumplieran la Ley de Moisés, cuando ni siquiera los propios judíos habían podido cumplirla en su totalidad y por eso estaban condenados a muerte (Gál. 3:10). En realidad, tenían que estar agradecidos de que Jehová les hubiera mostrado a ellos su bondad inmerecida por medio de Jesús. Con razón Pedro les dijo que estaban poniendo a prueba a Dios con su actitud, es decir, estaban poniendo a prueba su paciencia.

      21. ¿Cómo ayudaron Bernabé y Pablo a que se tomara una decisión?

      21 Por lo visto, las palabras de Pedro cumplieron su propósito, ya que “el grupo entero se calló”. A continuación, Bernabé y Pablo “les contaron todos los milagros y las cosas impresionantes que Dios había hecho mediante ellos entre las naciones” (Hech. 15:12). Llegados a este punto, los apóstoles y los ancianos por fin estaban listos para evaluar toda la información y tomar una decisión que reflejara el punto de vista de Dios sobre la circuncisión.

      22-24. a) ¿Cómo imita el Cuerpo Gobernante a los apóstoles y los ancianos del siglo primero? b) ¿Cómo demuestran los ancianos que respetan el orden que Dios ha establecido?

      22 Hoy, cuando los miembros del Cuerpo Gobernante se reúnen, también buscan la guía de la Palabra de Dios y le ruegan a Jehová que les dé su espíritu santo para tomar decisiones que reflejen su punto de vista (Sal. 119:105; Mat. 7:7-11). Todos reciben con suficiente antelación una lista de puntos que van a tratar, para que puedan orar y meditar en ellos (Prov. 15:28). Luego, ya en la reunión, estos hermanos ungidos consultan con frecuencia la Biblia y expresan sus opiniones con franqueza y respeto.

      23 Los ancianos de las congregaciones hacen bien en imitar su ejemplo. Pero ¿qué ocurre si en una de sus reuniones no logran ponerse de acuerdo sobre algún asunto importante? En este caso, pueden consultar a la sucursal o a alguno de sus representantes, como los superintendentes de circuito. Y, si la sucursal lo necesita, puede escribirle al Cuerpo Gobernante.

      24 Sin duda, Jehová recompensa a quienes respetan el orden que él ha establecido y actúan con humildad, lealtad y paciencia. Los bendice con paz verdadera, prosperidad espiritual y unidad cristiana, como veremos en el próximo capítulo.

      a Vea el recuadro “Las doctrinas de los judaizantes”.

      b El pacto de la circuncisión no era parte del pacto con Abrahán. El pacto con Abrahán (o Abrán) entró en vigor en el año 1943 antes de nuestra era —cuando él cruzó el río Éufrates para ir a Canaán— y hoy sigue vigente. En ese entonces, Abrahán tenía 75 años. El pacto de la circuncisión se estableció después, en el año 1919 antes de nuestra era, cuando Abrahán tenía 99 años (Gén. 12:1-8; 17:1, 9-14; Gál. 3:17).

      c Parece que entre los que fueron a Jerusalén estaba Tito, un cristiano griego e incircunciso que llegaría a ser un fiel compañero y ayudante de Pablo (Gál. 2:1; Tito 1:4). Este hermano era un buen ejemplo de que los gentiles incircuncisos podían ser ungidos por espíritu santo (Gál. 2:3).

      d Vea el recuadro “Fundan sus creencias [...] en lo que realmente dice la Biblia”.

  • Se tomó una decisión “de forma unánime”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 14

      Se tomó una decisión “de forma unánime”

      El cuerpo gobernante del primer siglo toma una decisión que une aún más a las congregaciones

      Basado en Hechos 15:13-35

      1, 2. a) ¿Qué preguntas importantes debía contestar el cuerpo gobernante del siglo primero? b) ¿Qué ayuda tenía para tomar la decisión correcta?

      EL AMBIENTE está lleno de expectación. Los apóstoles y los ancianos, reunidos en una sala de Jerusalén, se miran unos a otros. Llegó el momento de tomar una decisión histórica. El asunto de la circuncisión ha hecho surgir preguntas importantes: ¿tienen que obedecer los cristianos la Ley mosaica?, ¿debe haber alguna diferencia entre los cristianos de origen judío y los de origen gentil?

      2 Estos hermanos responsables acaban de analizar mucha información. Por ejemplo, hablaron de algunas profecías de la Palabra de Dios y de las experiencias de algunos hermanos que demuestran que Jehová aceptaba a los cristianos gentiles. Ya dijeron todo lo que tenían que decir. Tienen una cantidad abrumadora de pruebas, y el espíritu de Jehová les está indicando claramente cuál es la dirección a seguir. La cuestión es: ¿se dejarán guiar?

      3. ¿Cómo puede servirnos analizar el capítulo 15 de Hechos?

      3 Para seguir la guía del espíritu santo, los apóstoles y los ancianos necesitan mucho valor y fe. ¿Por qué? Porque corren el peligro de avivar el odio de los líderes religiosos judíos. Además, en la congregación hay hombres que se empeñan en que los demás tienen que seguir obedeciendo la Ley de Moisés. En vista de lo anterior, ¿qué hará el cuerpo gobernante? A medida que veamos cómo manejaron la situación, aprenderemos cómo sigue su ejemplo el Cuerpo Gobernante de la actualidad. Esto también nos servirá a todos los cristianos a la hora de tomar decisiones y enfrentarnos a problemas.

      “Eso coincide con las palabras de los Profetas” (Hechos 15:13-21)

      4, 5. ¿Qué profecía citó Santiago para ayudar a aclarar la cuestión?

      4 El discípulo Santiago, medio hermano de Jesús, empezó a hablar.a Por lo visto, era él quien dirigía la reunión. Al parecer, lo que dijo reflejaba la decisión que había tomado todo el grupo. Comenzó diciendo: “Symeón nos ha contado con todo detalle la primera vez que Dios dirigió su atención a las naciones para sacar de entre ellas un pueblo para su nombre. Y eso coincide con las palabras de los Profetas” (Hech. 15:14, 15).

      5 Lo que dijeron Symeón —es decir, Simón Pedro—, Bernabé y Pablo probablemente le recordó a Santiago algunos textos bíblicos que contribuyeron a aclarar la cuestión (Juan 14:26). Explicó que lo que dijeron ellos coincidía con “las palabras de los Profetas”, y entonces citó de Amós 9:11, 12, que forma parte de la sección de las Escrituras Hebreas conocida como “los Profetas” (Mat. 22:40; Hech. 15:16-18). Notaremos que las palabras de Santiago y las de Amós no son exactamente iguales, tal vez porque Santiago estaba citando de la Septuaginta, una traducción al griego de las Escrituras Hebreas.

      6. ¿Cómo ayudaron las Escrituras a aclarar el asunto de la circuncisión?

      6 En la profecía de Amós, Jehová anunció que levantaría de nuevo “la cabaña de David”, o sea, la línea real que conduciría al Reino mesiánico (Ezeq. 21:26, 27). ¿Quería decir eso que Jehová iba a mantener de nuevo una relación exclusiva con la nación de Israel? No, pues la profecía añadió que “gente de todas las naciones” formaría un grupo unido de personas llamadas por el nombre de Dios. Además, Pedro ya había explicado lo siguiente: “Él [Jehová] no hizo ninguna diferencia entre ellos [los cristianos gentiles] y nosotros [los cristianos judíos], sino que purificó sus corazones con la fe” (Hech. 15:9). Dicho de otro modo, Dios quiere que tanto judíos como gentiles hereden el Reino (Rom. 8:17; Efes. 2:17-19). Las profecías jamás dieron a entender que, para poder entrar en el Reino de Dios, los gentiles tendrían que circuncidarse o ser prosélitos.

      7, 8. a) ¿Cómo concluyó Santiago su intervención? b) ¿Por qué sabemos que no estaba tratando de imponer una decisión?

      7 En vista de las pruebas tan claras que aportaban las profecías y los testimonios de los hermanos, Santiago concluyó así: “Por lo tanto, mi opinión es que no hay que causarle problemas a la gente de las naciones que se está volviendo a Dios. Más bien, hay que escribirles que se abstengan de cosas contaminadas por los ídolos, de inmoralidad sexual, de animales estrangulados y de sangre. Pues desde tiempos antiguos Moisés ha tenido predicadores en cada ciudad, porque todos los sábados lo leen en voz alta en las sinagogas” (Hech. 15:19-21).

      8 ¿Estaba Santiago aprovechándose de su autoridad como presidente de la reunión para imponer una decisión? De ningún modo. Al decir “mi opinión es”, está claro que no pretendía decir algo como “aquí se hace lo que yo digo”. Simplemente le estaba proponiendo al grupo una posible solución basándose tanto en los testimonios de otros hermanos como en lo que decían las Escrituras.

      9. ¿Qué ventajas tenía la propuesta de Santiago?

      9 Los apóstoles y los ancianos aceptaron la idea de Santiago. Sin duda fue una buena propuesta. ¿Qué ventajas tenía? Primero, evitaba “causarle problemas a la gente de las naciones”, es decir, a los cristianos gentiles, porque no los obligaba a obedecer la Ley (Hech. 15:19). Segundo, respetaba la conciencia de los cristianos de origen judío, quienes durante años habían escuchado leer los escritos de Moisés “todos los sábados [...] en voz alta en las sinagogas” (Hech. 15:21).b Tercero, fomentaba la unidad entre los cristianos de origen judío y los de origen gentil. Y lo más importante: contaba con la aprobación de Jehová porque estaba de acuerdo con su propósito. ¡Qué magnífica manera de solucionar un problema que ponía en peligro la paz y la unidad de todo el pueblo de Dios! Sin duda, es un muy buen ejemplo para la congregación actual.

      El hermano Albert Schroeder en 1998 en una asamblea internacional.

      10. ¿Cómo sigue el Cuerpo Gobernante el modelo del grupo de los apóstoles y los ancianos del siglo primero?

      10 En el capítulo anterior vimos que, al igual que el grupo de los apóstoles y los ancianos del siglo primero, hoy el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová siempre busca la guía de Jehová, el Soberano del universo, y de Jesucristo, la cabeza de la congregación (1 Cor. 11:3).c ¿Cómo lo hace? Veamos lo que explicó el hermano Albert Schroeder, que fue miembro del Cuerpo Gobernante desde 1974 hasta marzo de 2006, cuando terminó su vida en la Tierra. Él dijo: “El Cuerpo Gobernante se reúne los miércoles. Se comienza con oración y se pide la dirección del espíritu de Jehová. Se hace un verdadero esfuerzo para que todos los asuntos que se traten y todas las decisiones que se tomen estén de acuerdo con la Palabra de Dios, la Biblia”. Algo parecido dijo Milton Henschel, que sirvió muchos años en el Cuerpo Gobernante y acabó su vida en la Tierra en marzo de 2003. Él les hizo esta importante pregunta a los estudiantes de la clase 101 de Galaad: “¿Qué otra organización en la Tierra tiene una junta administrativa que consulte la Palabra de Dios, la Biblia, antes de tomar decisiones importantes?”. Está claro que ninguna.

      “Decidieron elegir a algunos hombres [...] y enviarlos” (Hechos 15:22-29)

      11. ¿Cómo lograron informarles la decisión a las congregaciones?

      11 Los apóstoles y los ancianos de Jerusalén habían llegado a una decisión unánime sobre la circuncisión. Sin embargo, para que los hermanos de las congregaciones pudieran actuar en unidad, había que informarles la decisión de forma clara, positiva y animadora. ¿Cómo lo lograron? El relato lo explica así: “Los apóstoles y los ancianos, junto con toda la congregación, decidieron elegir a algunos hombres de entre ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Enviaron a Judas, también llamado Barsabás, y a Silas, que eran hombres con grandes responsabilidades entre los hermanos”. Además, redactaron una carta para que ellos la leyeran en las congregaciones de Antioquía, Siria y Cilicia (Hech. 15:22-26).

      12, 13. a) ¿Qué ventajas tuvo enviar a Judas y Silas? b) ¿Qué logró la carta del grupo de apóstoles y ancianos?

      12 Judas y Silas eran “hombres con grandes responsabilidades entre los hermanos”, así que ellos reunían las condiciones para representar al cuerpo gobernante. El hecho de que llegaran cuatro hermanos dejaba claro que su mensaje no era una simple respuesta a una consulta, sino una instrucción directa del cuerpo gobernante. La presencia de Judas y Silas iba a estrechar los lazos entre los cristianos judíos de Jerusalén y los hermanos de origen gentil que había en las congregaciones. Sin duda, enviar a estos hermanos fue una medida muy sabia y amorosa que reforzó la paz y la unidad del pueblo de Dios.

      CÓMO ESTÁ ORGANIZADO EL CUERPO GOBERNANTE

      Al igual que los cristianos del siglo primero, los testigos de Jehová recibimos la dirección de un grupo de hombres ungidos. Este grupo de hermanos leales se conoce como el Cuerpo Gobernante, y se reúne todas las semanas. Sus miembros se distribuyen en seis comités, que atienden diferentes responsabilidades.

      • Comité de Coordinadores. Supervisa los asuntos legales y el uso de los medios de comunicación cuando es necesario transmitir información exacta sobre nuestras creencias. También actúa en casos de desastres, persecuciones y otras emergencias que afecten a nuestros hermanos en cualquier parte del mundo.

      • Comité de Enseñanza. Supervisa lo que se enseña en las reuniones y asambleas, así como la preparación de programas de audio y video. También prepara los planes de estudios de escuelas como la de Galaad y la del Servicio de Precursor, y los programas espirituales que reciben quienes sirven en las sucursales.

      • Comité de Personal. Cuida del bienestar físico y espiritual de los betelitas de todo el mundo. Además, se encarga de aprobar las invitaciones que hacen las sucursales cuando desean invitar a nuevos hermanos a servir en Betel.

      • Comité de Publicación. Supervisa la impresión, edición y envío de publicaciones bíblicas. Está a cargo de las imprentas y las propiedades que utilizan las corporaciones de los testigos de Jehová, así como la construcción de sucursales, Salones del Reino y Salones de Asambleas. También supervisa el uso de los donativos recibidos.

      • Comité de Redacción. Supervisa la producción de publicaciones bíblicas para las congregaciones y para el público en general. Contesta preguntas bíblicas, supervisa la traducción por todo el mundo y aprueba guiones de producciones audiovisuales, bosquejos de discursos y cosas por el estilo.

      • Comité de Servicio. Supervisa la predicación y todo lo que tiene que ver con los ancianos, los superintendentes de circuito, los precursores y los misioneros. Además, se encarga de las invitaciones y los destinos de los estudiantes de la Escuela de Galaad, con el objetivo de estabilizar y fortalecer nuestra obra por todo el mundo.

      El Cuerpo Gobernante siempre busca la guía del espíritu santo. Sus miembros no se consideran líderes del pueblo de Jehová. Más bien, como todos los cristianos ungidos que están en la Tierra, “van siguiendo al Cordero [Jesucristo] vaya donde vaya” (Apoc. 14:4).

      13 ¿Qué logró la carta? No solo dejó claro el asunto de la circuncisión. También les indicó a los cristianos de origen gentil lo que tenían que hacer para que Jehová los aceptara y bendijera. La parte más importante decía: “Al espíritu santo y a nosotros nos ha parecido bien no imponerles más cargas aparte de estas cosas necesarias: que se abstengan de cosas sacrificadas a ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de inmoralidad sexual. Si evitan por completo estas cosas, les irá bien. ¡Que tengan buena salud!” (Hech. 15:28, 29).

      14. ¿Qué hace posible que los siervos de Jehová estemos tan unidos en este mundo tan dividido?

      14 En la actualidad, hay más de 8.000.000 de testigos de Jehová sirviendo en más de 100.000 congregaciones por todo el mundo. Aun así, creemos lo mismo y disfrutamos de verdadera unidad. Pero, si vivimos en un mundo en caos y tan dividido, ¿cómo es posible que estemos tan unidos? Principalmente, porque tenemos la guía clara que nos da Jesucristo —la cabeza de la congregación— a través del “esclavo fiel y prudente”, es decir, el Cuerpo Gobernante (Mat. 24:45-47). Y nosotros, por nuestra parte, seguimos con gusto su guía.

      “Se sintieron felices por las palabras de ánimo” (Hechos 15:30-35)

      15, 16. ¿Cómo reaccionaron las congregaciones a las instrucciones del cuerpo gobernante, y por qué?

      15 El relato de Hechos sigue diciendo que, al llegar a Antioquía, los cuatro hermanos que venían de Jerusalén “reunieron a todo el grupo y les entregaron la carta” con las instrucciones del cuerpo gobernante. ¿Cómo reaccionó la congregación? “Cuando la leyeron, se sintieron felices por las palabras de ánimo” (Hech. 15:30, 31). Además, Judas y Silas “animaron a los hermanos con muchos discursos y los fortalecieron”. Como estos dos hermanos proclamaron o dieron a conocer la voluntad de Dios, la Biblia los llama “profetas”, igual que a Bernabé, Pablo y otros siervos de Jehová (Hech. 13:1; 15:32; Éx. 7:1, 2).

      16 Está claro que Jehová bendijo las decisiones del cuerpo gobernante, y entonces las congregaciones se sintieron fortalecidas. ¿Por qué fueron tan positivos los resultados? Porque las instrucciones del cuerpo gobernante fueron claras, se dieron al tiempo debido, se basaron en la Palabra de Dios y contaron con la guía del espíritu santo. Además, porque el cuerpo gobernante envió a hermanos para informarles la decisión a las congregaciones con cariño y consideración.

      17. ¿En qué se parecen los superintendentes de circuito a Pablo, Bernabé, Judas y Silas?

      17 Siguiendo este modelo, el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová les da instrucciones a las congregaciones de todo el mundo al tiempo debido. Cuando toma una decisión, la comunica de forma directa y clara. A veces lo hace mediante las visitas de los superintendentes de circuito, que transmiten esas instrucciones y, al mismo tiempo, animan con cariño a los hermanos. Estos hombres, que hacen muchos sacrificios y viajan de una congregación a otra, siguen el ejemplo de Pablo y Bernabé, quienes pasaron muchas horas “enseñando y predicando con muchos otros las buenas noticias de la palabra de Jehová” (Hech. 15:35). También son como Judas y Silas, que “animaron a los hermanos con muchos discursos y los fortalecieron”.

      18. ¿Qué tiene que hacer el pueblo de Dios para que Jehová lo siga bendiciendo?

      18 ¿Y qué puede decirse de las congregaciones que hay por todo el mundo? ¿Qué hace posible que sigan disfrutando de paz y unidad en este mundo tan dividido? Recordemos que más tarde el mismo Santiago dijo: “La sabiduría de arriba es en primer lugar pura, luego es pacífica y razonable, está lista para obedecer [...]. Además, el fruto de la justicia se siembra en condiciones pacíficas para los que fomentan la paz” (Sant. 3:17, 18). No sabemos si Santiago estaba pensando en aquella histórica reunión de Jerusalén cuando escribió estas palabras. Sea como sea, por lo que vemos en el capítulo 15 de Hechos, para tener la bendición de Jehová hay que fomentar la paz y la unidad, y obedecer las instrucciones de quienes nos dirigen.

      19, 20. a) ¿Cómo sabemos que los hermanos de Antioquía volvieron a estar unidos y en paz? b) ¿En qué pudieron centrarse Pablo y Bernabé?

      19 Cuando los hermanos de la congregación de Antioquía escucharon la decisión del cuerpo gobernante, volvieron a estar unidos y en paz. No se pusieron a discutir con los hermanos que vinieron de Jerusalén. Al contrario, agradecieron muchísimo la visita de Judas y Silas. De hecho, el pasaje cuenta que ellos dos “pasaron un tiempo allí, y después los hermanos les desearon paz y los mandaron de vuelta” a Jerusalén (Hech. 15:33).d Seguro que los hermanos de Jerusalén se alegraron mucho por todo lo que les contaron Judas y Silas sobre el viaje. ¡Gracias a la bondad inmerecida de Jehová, todo había salido muy bien!

      20 Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía y ahora pudieron centrarse en seguir impulsando allí la predicación (Hech. 13:2, 3). Eso es precisamente lo que hacen hoy los superintendentes de circuito cuando visitan las congregaciones. ¡Qué bendición para el pueblo de Dios contar con estos hermanos! Ahora bien, ¿cómo siguió utilizando y bendiciendo Jehová a aquellos dos incansables predicadores? Vamos a verlo en el próximo capítulo.

      En una asamblea, una hermana con su hija hojeando el volumen 2 del libro “Los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas”.

      Hoy nos beneficiamos de la guía espiritual del Cuerpo Gobernante y sus representantes.

      SANTIAGO, “EL HERMANO DEL SEÑOR”

      Santiago era hijo de José y María. Como Jesús era el hijo mayor de María y Santiago aparece en primer lugar en la lista de sus medio hermanos, probablemente era el segundo hijo de María (Mat. 13:54, 55). Se crio con Jesús, lo vio predicar y sabía que hizo milagros, aunque no sabemos si vio alguno. Sin embargo, durante esos años, Santiago y sus hermanos “no demostraban fe en él” (Juan 7:5). Tal vez hasta pensaba lo mismo que otros parientes, quienes decían de Jesús: “Se ha vuelto loco” (Mar. 3:21).

      Santiago leyendo un rollo de las Escrituras.

      Pero esto cambió tras la muerte y resurrección de Jesús. Durante los siguientes 40 días, en algún momento Jesús se le apareció a Santiago (1 Cor. 15:7). Aunque en las Escrituras Griegas hay otros tres hombres que se llaman Santiago, todo parece indicar que fue a este, su medio hermano, al que se le apareció. Puede que este hecho lo llevara a aceptar que Jesús realmente era el Mesías. En todo caso, menos de 10 días después de que Jesús subió al cielo, vemos a Santiago, su madre y sus hermanos orando con los apóstoles en el cuarto de arriba de una casa (Hech. 1:13, 14).

      Con el tiempo, se convirtió en un miembro muy respetado de la congregación de Jerusalén, y al parecer llegaron a verlo como apóstol —o “enviado”— de esa congregación (Gál. 1:18, 19). Es obvio que era un hermano de mucho peso, porque después de que Pedro salió milagrosamente de la cárcel les dijo a los discípulos: “Infórmenles de estas cosas a Santiago y a los hermanos” (Hech. 12:12, 17). Igualmente, parece que dirigió la reunión de “los apóstoles y los ancianos” de Jerusalén cuando trataron el asunto de la circuncisión (Hech. 15:6-21). Además, Pablo dijo que “Santiago, Cefas [o sea, Pedro] y Juan [...] eran considerados columnas” de la congregación de Jerusalén (Gál. 2:9). Años más tarde, cuando Pablo regresó a Jerusalén de su tercer viaje misionero, le fue a dar informes a Santiago, y “estaban presentes todos los ancianos” (Hech. 21:17-19).

      En Gálatas 1:19 se le llama “el hermano del Señor”, y todo indica que fue este Santiago quien escribió el libro bíblico que lleva su nombre. Con todo y eso, en esta carta se presenta humildemente como “esclavo de Dios y del Señor Jesucristo”, y no como hermano de Jesús o apóstol (Sant. 1:1). En ella también demuestra que, igual que Jesús, era un buen observador del comportamiento humano y de la creación. De hecho, explica verdades espirituales con ejemplos sencillos sobre el mar agitado, los cielos estrellados, el sol abrasador, las frágiles flores, los incendios forestales y la tarea de domar los animales salvajes (Sant. 1:6, 11, 17; 3:5, 7). Los sabios consejos que dio por inspiración divina sobre las actitudes y conductas de la gente son excelentes para mantener buenas relaciones con los demás (Sant. 1:19, 20; 3:2, 8-18).

      En 1 Corintios 9:5, Pablo da a entender que Santiago estaba casado. Aunque la Biblia no dice ni cuándo ni cómo murió, el historiador judío Josefo explica que murió poco después de que el gobernador romano Porcio Festo muriera (alrededor del año 62) y antes de que su sucesor, Albino, ocupara su puesto. Cuenta que el sumo sacerdote Anán (Ananías) convocó al Sanedrín y “llamó a juicio al hermano de Jesús que se llamó Cristo; su nombre era Jacobo [o Santiago], y con él hizo comparecer a varios otros. Los acusó de ser infractores a la ley y los condenó a ser apedreados”.

      a Vea el recuadro “Santiago, ‘el hermano del Señor’”.

      b Santiago hizo muy bien al mencionar los escritos de Moisés. Estos escritos no solo incluían la Ley. Además, incluían la historia de la relación de Dios con sus siervos y también relatos que, desde antes de que existiera la Ley, indicaban cuál era su voluntad. Por ejemplo, en el libro de Génesis se ve claramente qué piensa Dios sobre la sangre, el adulterio y la idolatría (Gén. 9:3, 4; 20:2-9; 35:2, 4). De esta manera, Jehová enseñó principios que todos los seres humanos deben obedecer, sean judíos o no.

      c Vea el recuadro “Cómo está organizado el Cuerpo Gobernante”.

      d En Hechos 15:34, algunas traducciones de la Biblia —como la Reina-Valera— dicen que Silas decidió quedarse en Antioquía. Pero, por lo visto, esa idea se añadió después de que se escribiera el libro de Hechos.

  • Estuvieron “fortaleciendo a las congregaciones”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 15

      Estuvieron “fortaleciendo a las congregaciones”

      Los superintendentes viajantes visitan las congregaciones para fortalecer su fe

      Basado en Hechos 15:36-16:5

      1-3. a) ¿Quién es el nuevo compañero de Pablo, y qué sabemos de él? b) ¿Qué aprenderemos en este capítulo?

      A MEDIDA que atraviesan terrenos accidentados entre una ciudad y otra, Pablo mira pensativo al joven que lo acompaña. Se llama Timoteo, tiene alrededor de 20 años y desborda vitalidad. A cada paso que da, el muchacho se va alejando de su hogar, y la región de Listra e Iconio se va quedando atrás. En fin, ¿qué les espera en su viaje? Para el apóstol ya es su segundo viaje misionero, así que puede imaginar que no faltarán peligros y problemas. Pero ¿qué tal los afrontará su nuevo compañero?

      2 Es probable que Pablo confíe en Timoteo más que el propio joven. Por experiencias recientes, sabe que necesita un buen compañero de viaje. Los dos van a visitar congregaciones para fortalecerlas, así que también sabe que deben estar muy unidos y decididos a cumplir la labor que tienen por delante. Algo que quizá lo lleva a pensar así es lo que acaba de pasar con Bernabé. ¿Y qué pasó? Que tuvieron una discusión y se separaron.

      3 En este capítulo aprenderemos muchas lecciones útiles para solucionar las diferencias de opinión. También veremos por qué Pablo eligió a Timoteo para que lo acompañara en su viaje y comprenderemos mejor la importantísima labor de los superintendentes de circuito.

      “Regresemos ya a visitar a los hermanos” (Hechos 15:36)

      4. ¿Por qué decidió Pablo hacer un segundo viaje misionero?

      4 En el capítulo anterior vimos que Pablo, Bernabé, Judas y Silas fueron a la congregación de Antioquía para informarle la decisión sobre la circuncisión y así fortalecerla y animarla. ¿Qué sucedió luego? Pablo le dijo a Bernabé: “Regresemos ya a visitar a los hermanos de todas las ciudades donde predicamos la palabra de Jehová para ver cómo están” (Hech. 15:36). En este segundo viaje misionero, no pretendía tan solo hacer visitas sociales a los cristianos recién bautizados. Entonces, ¿para qué viajaría en esta ocasión? El propio libro de Hechos lo revela. En primer lugar, para seguir informándoles a los hermanos la decisión de los apóstoles y los ancianos de Jerusalén (Hech. 16:4). Y, en segundo lugar, como superintendente viajante, para fortalecer la fe de los hermanos de las congregaciones (Rom. 1:11, 12). ¿De qué manera siguen los testigos de Jehová este modelo que estableció el cuerpo gobernante del siglo primero?

      5. ¿Cómo da instrucciones y anima a las congregaciones el Cuerpo Gobernante?

      5 Hoy, el medio que emplea Cristo para dirigir a su congregación es el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Este grupo de ungidos fieles se vale de cartas, publicaciones impresas y digitales, reuniones y otros medios para dar instrucciones y animar a las congregaciones del mundo entero. Además, procura mantenerse en contacto estrecho con cada una de ellas. A fin de lograrlo, ha nombrado directamente como superintendentes de circuito a miles de ancianos capacitados para que visiten las congregaciones de todo el mundo.

      6, 7. ¿Cuáles son algunas de las responsabilidades de los superintendentes de circuito?

      6 Los superintendentes de circuito se concentran en dar atención personal y fortalecer a los hermanos de las congregaciones que visitan. ¿De qué manera? Imitando a cristianos del siglo primero como Pablo. Él le dio estos consejos a otro superintendente viajante: “Predica la palabra; hazlo con urgencia en tiempos buenos y en tiempos difíciles; censura, reprende y aconseja seriamente, con mucha paciencia y arte de enseñar”. Y luego añadió: “Haz tu trabajo de evangelizador” (2 Tim. 4:2, 5).

      7 De acuerdo con estos consejos, los superintendentes de circuito —y sus esposas, si están casados— participan con las congregaciones en diversas facetas de la predicación. Como son excelentes maestros y les encanta predicar, su ejemplo anima mucho a todos los hermanos (Rom. 12:11; 2 Tim. 2:15). Lo que más los caracteriza es su amor y su espíritu de entrega. Están dispuestos a hacer sacrificios como viajar en condiciones climáticas difíciles o incluso por zonas peligrosas (Filip. 2:3, 4). Además, animan, enseñan y aconsejan a los hermanos dando discursos basados en la Biblia. Todos hacemos bien en fijarnos en la conducta de los superintendentes viajantes y tratar de imitar su fe (Heb. 13:7).

      “Un fuerte estallido de ira” (Hechos 15:37-41)

      8. ¿Cómo reaccionó Bernabé a la propuesta de Pablo?

      8 A Bernabé le pareció muy bien la propuesta de Pablo de regresar para “visitar a los hermanos” (Hech. 15:36). Los dos ya habían formado un buen equipo y conocían bien a las congregaciones de las zonas por las que habían viajado (Hech. 13:2-14:28). Así que la idea de volver a trabajar juntos parecía sensata y práctica. Pero las cosas se complicaron. Hechos 15:37 dice que “Bernabé estaba decidido a llevarse con ellos a Juan, al que llamaban Marcos”. Como vemos, no era una simple sugerencia: “estaba decidido” a llevarse a Marcos, que era su primo.

      9. ¿Por qué surgió un desacuerdo entre Pablo y Bernabé?

      9 Pablo no estuvo de acuerdo en llevarse a Marcos. Y el relato explica por qué: “A Pablo no le parecía bien llevárselo porque se había separado de ellos en Panfilia y no los había acompañado en la obra” (Hech. 15:38). Como ya vimos, Marcos había ido con Bernabé y con él en su primer viaje misionero, pero no se quedó hasta el final (Hech. 12:25; 13:13). De hecho, dejó su asignación y regresó a Jerusalén casi al principio del viaje, cuando todavía estaban en Panfilia. ¿Por qué? La Biblia no lo dice, pero es obvio que a Pablo le pareció muy irresponsable. Así que tal vez había perdido la confianza en él.

      10. ¿En qué resultó el desacuerdo entre Pablo y Bernabé?

      10 Bernabé se empeñó en que Marcos fuera con ellos, y Pablo se empeñó en que no fuera con ellos. “Esto provocó un fuerte estallido de ira, y cada uno se fue por su lado” (Hech. 15:39). Bernabé se fue a la isla de Chipre, su tierra natal, junto con Marcos. Mientras, Pablo siguió con su plan de hacer un segundo viaje. El relato dice: “Pablo eligió a Silas y se fue después de que los hermanos lo dejaron bajo el cuidado de la bondad inmerecida de Jehová” (Hech. 15:40). Juntos pasaron “por Siria y Cilicia fortaleciendo a las congregaciones” (Hech. 15:41).

      11. ¿Qué cualidades necesitamos para conservar las buenas relaciones cuando un hermano nos ofende?

      11 El relato nos recuerda lo imperfectos que somos todos. No olvidemos que Pablo y Bernabé habían sido enviados por el cuerpo gobernante y que el propio Pablo tal vez llegó a ser miembro de ese grupo. Aun así, aquellos dos buenos hermanos se dejaron vencer por la imperfección en ese momento. Ahora bien, ¿permitirían que aquella discusión acabara con su amistad? No. Aunque eran imperfectos, los dos querían imitar a Jesús y por tanto eran humildes. Con el tiempo, demostraron una actitud cristiana haciendo las paces y recuperando su buena relación (Efes. 4:1-3). Además, años más tarde, Pablo y Marcos volvieron a trabajar juntos en otras asignaciones (Col. 4:10).a

      12. ¿Qué cualidades de Pablo y Bernabé deben imitar los ancianos cristianos?

      12 Ni Bernabé ni Pablo tenían la fama de tener un carácter explosivo. Bernabé —que en realidad se llamaba José— era tan cariñoso y generoso que los apóstoles lo empezaron a llamar Bernabé, un apodo que significa “hijo del consuelo” (Hech. 4:36). Y Pablo también era conocido por su ternura y amabilidad (1 Tes. 2:7, 8). Al igual que Pablo y Bernabé, todos los ancianos cristianos —incluidos los superintendentes de circuito— deben esforzarse por ser humildes y por tratar con cariño y bondad tanto a sus compañeros ancianos como a las demás ovejitas (1 Ped. 5:2, 3).

      “Hablaban muy bien de él” (Hechos 16:1-3)

      13, 14. a) ¿Quién era Timoteo, y cómo lo conoció Pablo? b) ¿Por qué se fijó Pablo en Timoteo? c) ¿Qué responsabilidad le encargaron a Timoteo?

      13 En su segundo viaje misionero, Pablo se dirigió a la provincia romana de Galacia, donde ya había algunas congregaciones. El relato señala que “llegó a Derbe y luego a Listra”. Entonces añade: “Allí había un discípulo llamado Timoteo. Él era hijo de una mujer judía creyente, pero su padre era griego” (Hech. 16:1).b

      14 Al parecer, Pablo conoció a la familia de Timoteo aproximadamente en el año 47, cuando visitó la región por primera vez. Ahora, dos o tres años más tarde, durante su segunda visita, se fijó más en él. ¿Por qué razón? Porque los hermanos —tanto en su ciudad como fuera de ella— “hablaban muy bien de él”. Hechos señala que los hermanos de Listra y los de Iconio decían cosas muy positivas de Timoteo, y eso que había unos 30 kilómetros (20 millas) de distancia entre estas ciudades (Hech. 16:2). Bajo la guía del espíritu santo, los ancianos le encargaron a Timoteo la gran responsabilidad de ayudar a Pablo y Silas como superintendente viajante (Hech. 16:3).

      15, 16. ¿Por qué se había ganado Timoteo una reputación tan buena?

      15 ¿Por qué tenía Timoteo una reputación tan buena a pesar de su edad? ¿Será que era un joven muy inteligente, muy guapo y lleno de talento? Es cierto que estas cosas suelen impresionar a la gente. Hasta el profeta Samuel se dejó llevar por las apariencias en cierta ocasión. Sin embargo, el propio Jehová le recordó: “Dios no ve las cosas como las ve el hombre. El hombre ve lo que tiene ante los ojos, pero Jehová ve el corazón” (1 Sam. 16:7). En realidad, el buen concepto que los hermanos tenían de Timoteo no se basaba en su apariencia ni en sus capacidades, sino en sus cualidades.

      16 Años más tarde, Pablo mencionó algunas de sus cualidades espirituales. Por ejemplo, habló de su buena actitud, su amor, su espíritu de sacrificio y su disposición a trabajar duro por los hermanos (Filip. 2:20-22). También destacó su “fe sin hipocresía” (2 Tim. 1:5).

      17. ¿Cómo pueden los jóvenes imitar a Timoteo?

      17 En este tiempo hay muchos jóvenes que se esfuerzan por tener las mismas cualidades que Timoteo. Así se ganan una buena reputación ante Jehová y su pueblo, incluso siendo muy jovencitos (Prov. 22:1; 1 Tim. 4:15). Ellos también tienen una fe sin hipocresía y se niegan a llevar una doble vida (Sal. 26:4). Por eso, como Timoteo, estos jóvenes pueden aportar mucho en la congregación. A todos nos hace muy felices que lleguen a ser publicadores y que con el tiempo se dediquen a Jehová y se bauticen.

      “Continuaron haciéndose firmes en la fe” (Hechos 16:4, 5)

      18. a) ¿Qué hicieron Pablo y Timoteo como superintendentes viajantes? b) ¿Cómo se beneficiaron las congregaciones?

      18 Pablo y Timoteo trabajaron juntos muchos años. Estos superintendentes viajantes cumplieron con todo lo que el cuerpo gobernante les encargó. Por ejemplo, “mientras viajaban de ciudad en ciudad, les transmitían a los hermanos las decisiones tomadas por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén para que las obedecieran” (Hech. 16:4). Y, como las congregaciones obedecieron esas instrucciones, “continuaron haciéndose firmes en la fe y creciendo día tras día” (Hech. 16:5).

      19, 20. ¿Por qué debemos obedecer a los que nos dirigen?

      19 En la actualidad, Jehová también bendice a sus siervos cuando obedecen las instrucciones de “los que los dirigen” (Heb. 13:17). En vista de que la escena de este mundo está cambiando constantemente, es vital que todos estemos al día con el alimento espiritual que nos da “el esclavo fiel y prudente” (Mat. 24:45; 1 Cor. 7:29-31). De este modo, nuestra fe seguirá fuerte y nos mantendremos sin mancha del mundo (Sant. 1:27).

      20 Es verdad que hoy los ancianos cristianos —incluidos los miembros del Cuerpo Gobernante— son igual de imperfectos que Pablo, Bernabé, Marcos y los demás ancianos ungidos del siglo primero (Rom. 5:12; Sant. 3:2). Pero recordemos que el Cuerpo Gobernante merece nuestra confianza, ya que sigue fielmente las instrucciones de la Biblia y el ejemplo de los apóstoles (2 Tim. 1:13, 14). Al final, las congregaciones se fortalecen y se hacen más firmes en la fe.

      TIMOTEO “SIRVIÓ COMO ESCLAVO [...] EN LA DIFUSIÓN DE LAS BUENAS NOTICIAS”

      Timoteo ayudó durante unos 11 años a Pablo, que lo valoraba mucho. Por eso dijo: “No tengo a nadie más con una actitud como la de él, alguien que sinceramente se preocupe por ustedes”. Y añadió: “Ustedes saben que él ha demostrado cuánto vale, porque sirvió como esclavo conmigo en la difusión de las buenas noticias” (Filip. 2:20, 22). Gracias a sus esfuerzos en la predicación, se ganó el cariño del apóstol y se convirtió en un magnífico ejemplo para nosotros.

      Timoteo.

      Su padre era griego y su madre era judía, y parece que se crio en Listra. Desde muy pequeñito, su madre Eunice y su abuela Loida le enseñaron de la Palabra de Dios (Hech. 16:1, 3; 2 Tim. 1:5; 3:14, 15). Es probable que los tres se hicieran cristianos cuando Pablo visitó Listra por primera vez.

      El apóstol regresó años más tarde. Para aquel entonces, Timoteo debía tener más o menos 20 años y “los hermanos de Listra y de Iconio hablaban muy bien de él” (Hech. 16:2). De acuerdo con unas profecías sobre Timoteo, Pablo y los ancianos locales decidieron darle una asignación especial (1 Tim. 1:18; 4:14; 2 Tim. 1:6). Acompañaría a Pablo en la obra misionera. Timoteo tuvo que dejar a su familia y también tuvo que circuncidarse para no hacer tropezar a los judíos a quienes les predicara (Hech. 16:3).

      Timoteo viajó muchísimo. Con Pablo y Silas predicó en Filipos; con Silas, en Berea, y luego predicó él solo en Tesalónica. Después se volvió a encontrar con Pablo en Corinto y le contó que los tesalonicenses seguían siendo fieles y demostrando amor a pesar de todas sus dificultades (Hech. 16:6-17:14; 1 Tes. 3:2-6). Tiempo después, cuando Pablo estaba en Éfeso, recibió noticias preocupantes sobre los cristianos de Corinto y pensó en enviar allí de vuelta a Timoteo (1 Cor. 4:17). Más tarde, Pablo los mandó a él y a Erasto a Macedonia. Y, cuando Pablo escribió su carta a los romanos, Timoteo estaba nuevamente con él en Corinto (Hech. 19:22; Rom. 16:21). Estos son tan solo algunos de los viajes que hizo por las buenas noticias.

      Parece que Timoteo no se sentía muy seguro de poder cumplir con su asignación, porque Pablo tuvo que decirle: “No permitas que nadie menosprecie tu juventud” (1 Tim. 4:12). Aun así, Pablo confiaba mucho en él. De hecho, lo envió a una congregación con problemas graves y le dijo claramente cuál era el propósito: “Para que les ordenes a ciertas personas que no enseñen una doctrina diferente” (1 Tim. 1:3). Además, le dio autoridad para nombrar ancianos y siervos ministeriales (1 Tim. 5:22).

      Pablo le tomó mucho cariño por sus excelentes cualidades. Para él fue más que un amigo íntimo y leal; fue como un hijo. Por eso llegó a escribirle que recordaba sus lágrimas, que tenía ganas de verlo y que oraba por él. Y también le preocupaba su salud, porque le dio un consejo debido a que se enfermaba con frecuencia, por lo visto del estómago (1 Tim. 5:23; 2 Tim. 1:3, 4).

      La primera vez que Pablo estuvo preso en Roma, Timoteo estuvo a su lado. Y, al menos por cierto tiempo, él también estuvo preso (Filem. 1; Heb. 13:23). Estaban tan unidos que, cuando Pablo se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo de vida, le rogó: “Haz todo lo posible por venir a verme pronto” (2 Tim. 4:6-9). Sin embargo, la Biblia no dice si Timoteo consiguió llegar a tiempo para ver a su querido amigo y maestro.

      MARCOS DISFRUTÓ DE RESPONSABILIDADES ESPECIALES

      Es probable que Marcos (conocido también como Juan Marcos) fuera el joven que “se escapó desnudo” cuando detuvieron a Jesús (Mar. 14:51, 52). ¿Por qué decimos esto? Porque su Evangelio es el único que menciona esta anécdota. En ese caso, Marcos estuvo por lo menos alguna vez con Jesús.

      Marcos tomando notas mientras un hombre mayor habla.

      Unos 11 años después, en cierta ocasión —cuando Herodes Agripa estaba persiguiendo a los cristianos— “muchos discípulos” de la congregación de Jerusalén se reunieron para orar en casa de María, la madre de Marcos. Allí es adonde fue Pedro cuando salió milagrosamente de la cárcel (Hech. 12:12). Así que es probable que Marcos creciera en un hogar que llegó a usarse para celebrar reuniones cristianas. Sin duda conocía bien a los primeros discípulos de Jesús, quienes fueron una buena influencia para él.

      Llegó a trabajar muy de cerca con varios superintendentes de las primeras congregaciones. Por lo que dice la Biblia, su primera asignación fue ir con su primo Bernabé y con Pablo a Antioquía de Siria (Hech. 12:25). Más tarde, los acompañó en su primer viaje misionero, primero a Chipre y luego a Asia Menor. Pero, por alguna razón desconocida, al llegar a ese punto regresó a Jerusalén (Hech. 13:4, 13). El capítulo 15 de Hechos cuenta que más tarde Bernabé y Pablo tuvieron una discusión relacionada con él, y que entonces Marcos y Bernabé se fueron juntos a Chipre para continuar su servicio como misioneros (Hech. 15:36-39).

      Parece que más tarde todo se resolvió, ya que para el año 60 o 61 Marcos estaba trabajando de nuevo con Pablo, esta vez en Roma. Lo sabemos porque el apóstol, que para entonces estaba preso, les escribió a los colosenses: “Aristarco, mi compañero de prisión, les envía sus saludos, y también Marcos, el primo de Bernabé (a quien deben recibir con gusto si va a verlos, según las instrucciones que recibieron)” (Col. 4:10). Como vemos, estaba pensando en enviar a Marcos a Colosas como su representante.

      En algún momento entre los años 62 y 64, Marcos trabajó con Pedro en Babilonia. Como mencionamos en el capítulo 10, ambos llegaron a ser muy buenos amigos. De hecho, Pedro se refirió a él como “Marcos, mi hijo” (1 Ped. 5:13).

      Por último, alrededor del año 65, cuando Pablo estaba preso por segunda vez en Roma, le escribió a Timoteo, que estaba en Éfeso: “Trae a Marcos contigo, porque me es útil en el ministerio” (2 Tim. 4:11). Seguramente, en cuanto se lo dijeron a Marcos, salió de Éfeso y viajó a Roma. No es de extrañar que Pablo, Bernabé y Pedro lo quisieran tanto.

      Pero el mayor honor que tuvo Marcos fue que Jehová lo inspiró para que escribiera un Evangelio. Hay quienes dicen que gran parte de la información la recibió de Pedro. Y es muy posible que sea cierto, pues el relato contiene detalles que solo podría haber dado un testigo ocular, como Pedro. No obstante, se cree que lo redactó cuando estaba en Roma, y no mientras estaba con Pedro en Babilonia. Parece que lo escribió pensando sobre todo en los gentiles, puesto que usó muchas expresiones en latín y tradujo expresiones hebreas que para ellos serían difíciles de entender.

      a Vea el recuadro “Marcos disfrutó de responsabilidades especiales”.

      b Vea el recuadro “Timoteo ‘sirvió como esclavo [...] en la difusión de las buenas noticias’”.

  • “Ven a Macedonia y ayúdanos”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 16

      “Ven a Macedonia y ayúdanos”

      Aceptar una asignación y aguantar la persecución sin perder la alegría da buenos resultados

      Basado en Hechos 16:6-40

      1-3. a) ¿Cómo dirigió el espíritu santo a Pablo y sus compañeros? b) ¿Qué vamos a ver en este capítulo?

      VARIAS mujeres salen de la ciudad de Filipos, en Macedonia, y se dirigen al río Gangites. Como siempre, se sientan a la orilla de aquel estrecho río para orarle a Jehová, el Dios de Israel, quien está muy pendiente de ellas (2 Crón. 16:9; Sal. 65:2).

      2 Mientras tanto, un grupo de misioneros sale de la ciudad de Listra, en el sur de Galacia, más de 800 kilómetros (500 millas) al este de Filipos. Se trata de Pablo, Silas y Timoteo. Al cabo de unos días, llegan a una calzada romana que los llevará, yendo en dirección oeste, a la región más poblada del distrito de Asia. Los tres están ansiosos de atravesar esta ruta para visitar Éfeso y otras ciudades en las que hay miles de personas que necesitan oír el mensaje de Cristo. Pero, antes de que puedan iniciar el viaje, de alguna manera el espíritu santo los detiene y les prohíbe predicar en el distrito de Asia. Y es que Jesús está usando el espíritu de Dios para indicarles que atraviesen Asia Menor, crucen el mar Egeo y se dirijan a las orillas del Gangites.

      3 La forma en que Jesús guio a Pablo y sus compañeros durante este excepcional viaje a Macedonia nos enseña lecciones valiosas. Así pues, veamos algunas de las cosas que ocurrieron durante el segundo viaje misionero de Pablo, que empezó por el año 49.

      “Dios nos había llamado” (Hechos 16:6-15)

      4, 5. a) ¿Qué les pasó a Pablo y sus compañeros al acercarse a Bitinia? b) ¿Qué decisión tomaron, y qué pasó después?

      4 Como no podían predicar en el distrito de Asia, Pablo y sus compañeros se fueron hacia el norte para predicar en las ciudades de Bitinia. Para llegar allí, seguramente pasaron días recorriendo caminos sin pavimentar a través de las regiones de Frigia y Galacia, en las que vivía poca gente. Ahora bien, cuando se acercaban a Bitinia, Jesús volvió a utilizar el espíritu santo para cerrarles el paso (Hech. 16:6, 7). ¡Qué confundidos debieron sentirse! Sabían qué predicar y cómo hacerlo, pero no sabían dónde. Aunque, por así decirlo, habían llegado hasta la puerta de Asia y habían tocado, no les habían abierto. Luego habían tocado en la de Bitinia, y tampoco. Sin darse por vencidos, siguieron buscando un lugar donde predicar. De hecho, tomaron una decisión que podría parecer ilógica: se dirigieron hacia el oeste y caminaron unos 550 kilómetros (350 millas) saltándose una ciudad tras otra hasta llegar al puerto de Troas, desde donde podían embarcarse a Macedonia (Hech. 16:8). La tercera fue la vencida: ¡esta vez les abrieron la puerta de par en par!

      5 El evangelista Lucas, quien se unió a Pablo y sus compañeros en Troas, cuenta lo que pasó: “Durante la noche, Pablo tuvo una visión: un hombre macedonio estaba frente a él suplicándole: ‘Ven a Macedonia y ayúdanos’. Justo después de haber tenido la visión, tratamos de ir a Macedonia, pues llegamos a la conclusión de que Dios nos había llamado para anunciar allí las buenas noticias” (Hech. 16:9, 10).a Así que Pablo por fin sabía dónde predicar. ¡Qué feliz tuvo que sentirse por no haberse rendido a mitad de camino! Enseguida, los cuatro zarparon para Macedonia.

      El apóstol Pablo y Timoteo en la cubierta de un barco. Timoteo señalando algo a la distancia mientras los marineros están trabajando.

      “Nos embarcamos en Troas” (Hechos 16:11).

      6, 7. a) ¿Qué aprendemos de lo que le pasó a Pablo durante su viaje? b) ¿De qué podemos estar seguros?

      6 ¿Qué aprendemos de este relato? Piense en esto: el espíritu santo intervino solo después de que Pablo salió para Asia; Jesús actuó solo después de que Pablo se acercó a Bitinia, y le dio instrucciones de ir a Macedonia solo después de que Pablo llegó a Troas. Hoy día, Jesús, la cabeza de la congregación, puede hacer algo parecido con nosotros (Col. 1:18). Por ejemplo, tal vez llevemos tiempo pensando en hacernos precursores o mudarnos adonde se necesita ayuda para predicar. Pero puede que Jesús utilice el espíritu santo para guiarnos solo después de que nosotros empecemos a dar pasos para alcanzar nuestra meta. ¿Por qué? Pongamos un ejemplo: para poder dirigir un automóvil a la izquierda o a la derecha, primero tiene que estar en movimiento. De manera parecida, para que Jesús nos dirija y nos ayude a hacer más en la predicación, primero tenemos que ponernos en movimiento, es decir, esforzarnos y dar pasos.

      7 ¿Y si por mucho que nos esforcemos no alcanzamos de inmediato nuestra meta? ¿Debemos rendirnos pensando que el espíritu no nos está dirigiendo? Claro que no. Recordemos que Pablo tenía un objetivo, pero al tratar de alcanzarlo se encontró con puertas cerradas; sin embargo, siguió buscando otros lugares donde predicar hasta que encontró una puerta que se abrió. Podemos estar seguros de que, si seguimos buscando “una puerta grande para trabajar más”, Jehová recompensará nuestros esfuerzos (1 Cor. 16:9).

      8. a) ¿Cómo era Filipos? b) ¿Qué pasó cuando Pablo les predicó a unas mujeres que estaban en “un lugar para orar”?

      8 Tras llegar al distrito de Macedonia, Pablo y sus compañeros fueron a una de sus ciudades: Filipos, donde los habitantes estaban muy orgullosos de tener la ciudadanía romana. La ciudad se parecía tanto a Roma que los soldados romanos retirados que vivían allí la consideraban una Italia en miniatura en plena Macedonia. Por fuera de la ciudad pasaba un estrecho río. En la orilla de ese río, los misioneros encontraron una zona donde pensaban que había “un lugar para orar”.b Al llegar el sábado, bajaron allí y encontraron a varias mujeres reunidas para adorar a Dios, así que se sentaron a hablar con ellas. El relato cuenta que una de esas mujeres “estaba escuchando” y que “Jehová le abrió el corazón por completo”. Se llamaba Lidia y quedó tan impresionada con lo que aprendió que se bautizó junto con los de su casa. Luego insistió en hospedar a Pablo y sus compañeros (Hech. 16:13-15).c

      9. ¿Cómo han imitado muchos el ejemplo de Pablo, y qué bendiciones han recibido?

      9 ¡Qué felices tuvieron que sentirse todos cuando se bautizó Lidia! Seguro que Pablo se alegró mucho porque había aceptado la invitación de ir a Macedonia y porque Jehová los había usado a él y a sus compañeros para contestar las oraciones de aquellas fieles mujeres. Hoy también hay muchos hermanos —hombres y mujeres, jóvenes y mayores, solteros y casados— que se mudan a regiones donde se necesita ayuda para predicar. Claro, no todo es de color de rosa, pero los problemas les parecen pequeños cuando los comparan con la alegría de encontrar personas que aceptan la verdad, como Lidia. Y usted, ¿puede hacer cambios en su vida para “ir a Macedonia” y ayudar en otro territorio? Si lo hace, Jehová le dará muchas bendiciones. Por ejemplo, un hermano llamado Aaron se mudó a un país de Centroamérica cuando era joven. Él dice: “Servir en otro país me ha ayudado a madurar en sentido espiritual y a acercarme más a Jehová. Y me encanta predicar aquí: ¡ya dirijo ocho cursos bíblicos!”. Muchos hermanos han hecho lo mismo y se sienten como él.

      Dos hermanas predicándole a una muchacha en la calle y un joven asomándose por encima de ellas para averiguar de qué están hablando.

      ¿Cómo podemos “ir a Macedonia” y ayudar en otro territorio?

      “La gente se lanzó contra ellos” (Hechos 16:16-24)

      10. ¿Qué hicieron los demonios para tratar de detener a Pablo y sus compañeros?

      10 Seguro que Satanás se puso furioso al ver que las buenas noticias echaban raíces en una región que, hasta entonces, él y sus demonios habían dominado a sus anchas. No es de extrañar que los demonios hicieran todo lo posible por detener a Pablo y sus compañeros. Por ejemplo, cierto día, mientras ellos visitaban el lugar de oración, se encontraron con una joven sirvienta que estaba poseída por un demonio y que ganaba dinero para sus amos prediciendo el futuro. Ella se puso a seguirlos y a gritar: “Estos hombres son esclavos del Dios Altísimo y les están predicando el camino de la salvación”. ¿Por qué hizo el demonio que la muchacha dijera eso? Tal vez quería que pareciera que tanto las predicciones de la joven como las enseñanzas de Pablo venían de Dios, y así robarles a los cristianos verdaderos la atención de la gente. El caso es que Pablo hizo que ella se callara librándola de aquel demonio (Hech. 16:16-18).

      11. ¿Qué les pasó a Pablo y Silas después de expulsar al demonio?

      11 Cuando los amos de la esclava se enteraron de que habían perdido esa fuente de dinero fácil, se enojaron muchísimo y arrastraron a Pablo y Silas hasta el mercado. Allí había un tribunal donde juzgaban los magistrados, unos funcionarios que eran representantes de Roma. Como los amos de la esclava sabían que los jueces tenían ciertos prejuicios y eran muy patrióticos, prácticamente les dijeron: “Estos judíos están perturbando la paz y enseñando costumbres que nosotros los romanos no podemos aceptar”. De inmediato, la gente que estaba en el mercado “se lanzó contra ellos” dos, y luego los jueces “ordenaron que los golpearan con varas”. Tras esto, acabaron con muchas heridas y los llevaron a rastras a la prisión. El carcelero “los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo” (Hech. 16:19-24). Aquel calabozo estaría tan oscuro que Pablo y Silas apenas podrían verse las caras. Pero Jehová lo estaba viendo todo (Sal. 139:12).

      12. a) ¿Cómo veían Pablo y sus compañeros la persecución, y por qué? b) ¿Qué tácticas siguen usando contra nosotros Satanás y la gente que actúa bajo su influencia?

      12 Años antes, Jesús les había dicho a sus seguidores: “También los perseguirán a ustedes” (Juan 15:20). Así que, cuando Pablo y sus compañeros llegaron a Macedonia, estaban preparados para afrontar oposición. Por eso, cuando los empezaron a perseguir, sabían que Jehová no estaba descontento con ellos, sino que Satanás estaba furioso con ellos. Hoy, quienes actúan bajo la influencia del Diablo recurren a tácticas semejantes a los de aquellos opositores. Por ejemplo, en las escuelas y lugares de trabajo, a veces cuentan mentiras acerca de nosotros con tal de avivar la oposición. En algunos países, los enemigos nos acusan en los tribunales diciendo cosas como: “Esos Testigos están perturbando la paz y enseñando costumbres que nosotros ‘los creyentes de toda la vida’ no podemos aceptar”. Y hay lugares donde golpean y encarcelan a nuestros hermanos. Pero hoy Jehová también lo está viendo todo (1 Ped. 3:12).

      “Enseguida [...] fueron bautizados” (Hechos 16:25-34)

      13. ¿Qué situación llevó al carcelero a preguntar qué debía hacer para salvarse?

      13 A Pablo y a Silas les tuvo que tomar un tiempo asimilar todo lo que les había pasado ese día. A eso de la medianoche, ya se habían recuperado lo suficiente de la paliza como para estar “orando y alabando a Dios con canciones”. De repente, un terremoto sacudió la prisión. El carcelero despertó sobresaltado, vio que las puertas estaban abiertas y pensó que los presos se habían escapado. Como sabía que lo castigarían, “sacó su espada” para quitarse la vida. Cuando “estaba a punto de matarse”, Pablo le gritó: “¡No te hagas daño! ¡Todos estamos aquí!”. Angustiado, el carcelero les preguntó: “Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?”. Pablo y Silas sabían que su salvación no dependía de ellos, sino de Jesús; por eso le respondieron: “Cree en el Señor Jesús, y tú y tu casa serán salvados” (Hech. 16:25-31).

      14. a) ¿Cómo ayudaron Pablo y Silas al carcelero? b) ¿Qué bendición recibieron Pablo y Silas por aguantar la persecución sin perder la alegría?

      14 ¿De verdad quería el carcelero saber la respuesta a esa pregunta? Es obvio que Pablo estaba seguro de que el hombre era sincero. Pero, claro, era gentil y por lo tanto no conocía la Palabra de Dios. Así que para llegar a ser cristiano primero tenía que aprender y aceptar las verdades fundamentales de las Escrituras. Por eso, Pablo y Silas “le predicaron la palabra de Jehová”. Se concentraron tanto en enseñarle que tal vez hasta se les olvidó el dolor de las profundas heridas que tenían en la espalda. Pero el carcelero sí se fijó en ellas y se puso a limpiárselas. “Enseguida, él y todos los de su casa fueron bautizados”. ¡Qué bendición recibieron Pablo y Silas por aguantar la persecución sin perder la alegría! (Hech. 16:32-34).

      15. a) ¿De qué manera han seguido muchos Testigos el ejemplo de Pablo y Silas? b) ¿Por qué debemos seguir visitando a las personas de nuestro territorio?

      15 Al igual que Pablo y Silas, muchos hermanos de la actualidad han predicado el mensaje estando encarcelados por su fe, y también han tenido buenos resultados. Por ejemplo, en un país donde estaban prohibidas nuestras actividades, hubo un momento en que casi la mitad de los Testigos que vivían allí había aprendido la verdad en prisión (Is. 54:17). Por otro lado, tal como el carcelero aceptó las buenas noticias después del terremoto, algunas personas responden al mensaje después de haber sufrido un “terremoto” en su vida, por decirlo así. Por eso, debemos ser constantes y visitar a las personas de nuestro territorio para estar ahí en caso de que un día quieran aceptar nuestra ayuda.

      “¿Y ahora nos echan a escondidas?” (Hechos 16:35-40)

      16. ¿Qué pasó la mañana después de que golpearan a Pablo y Silas?

      16 La mañana después de haberlos golpeado, los magistrados ordenaron liberar a Pablo y a Silas. Pero Pablo protestó: “Nos dieron golpes públicamente sin habernos juzgado aunque somos romanos, y nos metieron en la prisión. ¿Y ahora nos echan a escondidas? ¡Pues no! Que vengan ellos mismos a sacarnos”. Al enterarse de que habían castigado a dos ciudadanos romanos, a los magistrados “les dio miedo”. Como ellos habían violado los derechos de Pablo y Silas,d las cosas se volvieron en su contra. Los habían golpeado en público, y ahora tuvieron que pedirles disculpas en público. Luego les suplicaron que se marcharan de Filipos. Ellos accedieron, aunque primero se tomaron el tiempo de ir y animar a todos los nuevos discípulos.

      17. ¿Qué importante lección aprendieron de Pablo y Silas los nuevos discípulos?

      17 ¿Por qué Pablo y Silas no dijeron antes que eran ciudadanos romanos? ¿No se habrían ahorrado la paliza? Tal vez sí (Hech. 22:25, 26). Sin embargo, los nuevos discípulos se habrían quedado con la impresión de que se estaban aprovechando de su ciudadanía para no sufrir por Cristo. Además, ¿qué efecto habría tenido en la fe de los hermanos que no eran ciudadanos romanos? A fin de cuentas, a ellos la ley no los protegía de ser golpeados. Así que, al aguantar aquel castigo, Pablo y Silas les enseñaron a los nuevos hermanos que todos los cristianos pueden mantenerse firmes ante la persecución. Por otro lado, cuando Pablo y Silas dijeron después que eran ciudadanos romanos, obligaron a los magistrados a reconocer públicamente que habían actuado contra la ley. Esto sentó un precedente para que en el futuro lo pensaran dos veces antes de maltratar a algún cristiano. Así los hermanos podrían tener cierta protección legal en casos parecidos.

      18. a) ¿Cómo imitan a Pablo los superintendentes cristianos? b) ¿Cómo defendemos y establecemos legalmente las buenas noticias?

      18 Hoy, los superintendentes cristianos también enseñan con el ejemplo. Estos pastores no esperan que los hermanos hagan algo que ellos mismos no están dispuestos a hacer. Además, igual que Pablo, pensamos bien cómo y cuándo utilizaremos nuestros derechos legales para recibir protección. Si es necesario, recurrimos a los tribunales locales, nacionales e incluso internacionales para defendernos y seguir adorando a Dios. No buscamos hacer reformas sociales. Más bien, queremos hacer lo que Pablo les dijo a los filipenses unos 10 años después de que estuviera preso en Filipos: seguir “defendiendo y estableciendo legalmente las buenas noticias” (Filip. 1:7). Y, sin importar lo que pase en los tribunales, estamos decididos, como Pablo y sus compañeros, a “anunciar [...] las buenas noticias” allá adonde nos dirija el espíritu santo (Hech. 16:10).

      LUCAS, EL ESCRITOR DE HECHOS

      A partir de Hechos 16:10, 11, hay un cambio de estilo en el libro. Hasta entonces, Lucas había escrito los relatos solo en tercera persona, es decir, contaba lo que otras personas dijeron o hicieron. Pero, a partir de estos versículos, él empieza a incluirse en la historia. Por ejemplo, Hechos 16:11 dice: “Nos embarcamos en Troas y fuimos directamente a Samotracia”. Ahora bien, en vista de que el nombre de Lucas no aparece en ninguna parte de este libro, ¿cómo sabemos que él fue su escritor?

      Lucas sentado frente a una mesa escribiendo en un rollo.

      Encontramos la respuesta en los primeros versículos de Hechos y del Evangelio de Lucas. Ambos se dirigen a un hombre llamado “Teófilo” (Luc. 1:1, 3; Hech. 1:1). Hechos empieza diciendo: “En el primer relato, Teófilo, escribí acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar”. Hay escritores antiguos muy respetados que concuerdan en que Lucas escribió “el primer relato”, es decir, el Evangelio. Así que él también debió de ser el escritor de Hechos.

      ¿Qué sabemos acerca de él? La verdad es que no mucho. Su nombre aparece solo tres veces en la Biblia. Pablo lo llama “el médico amado” y dice que era uno de sus “colaboradores” (Col. 4:14; Filem. 24). Las secciones de Hechos donde Lucas se incluye en el relato indican que él fue con Pablo de Troas a Filipos alrededor del año 50. Sin embargo, cuando Pablo se fue de Filipos, Lucas ya no estaba con él. Alrededor del año 56 volvieron a encontrarse en Filipos, y desde allí viajaron con otros siete hermanos a Jerusalén, donde Pablo fue arrestado. Dos años más tarde, Pablo aún seguía preso y, cuando lo trasladaron de Cesarea a Roma, Lucas fue con él (Hech. 16:10-17, 40; 20:5-21:17; 24:27; 27:1-28:16). Por último, cuando Pablo estaba preso por segunda vez en Roma y estaban a punto de ejecutarlo, dijo: “Solo Lucas está conmigo” (2 Tim. 4:6, 11). Es obvio que Lucas recorrió largas distancias y estuvo dispuesto a pasar por situaciones muy duras por las buenas noticias.

      Lucas nunca dijo que hubiera visto con sus propios ojos lo que contó sobre Jesús en su Evangelio. Por el contrario, señaló que se había “dedicado a organizar un relato de los hechos” basándose en lo que le contaron “testigos oculares”. Lo que es más, explicó que había “investigado todo con exactitud desde el comienzo” y luego lo había escrito “en orden lógico” (Luc. 1:1-3). Cuando leemos lo que escribió, es evidente que fue muy meticuloso. Es posible que entrevistara a Elisabet, a María —la madre de Jesús— y a otras personas para recopilar información. Muchos de los detalles que él cuenta no aparecen en ningún otro Evangelio (Luc. 1:5-80).

      Como vimos, Pablo dijo que Lucas era médico, y en sus relatos se nota el interés que sentía por quienes sufrían. Por ejemplo, cuando Jesús curó a un endemoniado, explicó que el demonio “salió de él sin hacerle daño”. También destacó que la suegra de Pedro “tenía una fiebre muy alta”. Y, al hablar de una mujer a la que Jesús ayudó, dio estos detalles: “Llevaba 18 años con un espíritu de debilidad. Estaba muy encorvada y no se podía enderezar” (Luc. 4:35, 38; 13:11).

      Está claro que el objetivo de Lucas no era tener una carrera prestigiosa, sino ayudar al prójimo a conocer y servir a Jehová. Lo más importante para él era “la obra del Señor” (1 Cor. 15:58).

      LIDIA, LA VENDEDORA DE PÚRPURA

      Lidia era de la ciudad de Tiatira, que estaba en una región que se llamaba Lidia, en el oeste de Asia Menor. En algún momento cruzó el mar Egeo para mudarse a Filipos— una ciudad muy importante de Macedonia— y dedicarse allí a su negocio. Puede que vendiera artículos teñidos de púrpura, como alfombras, tapices y telas, o incluso los propios tintes. Una inscripción encontrada en Filipos prueba la existencia de una asociación de vendedores de púrpura en la ciudad.

      Lidia ofreciendo una de sus telas.

      La Biblia dice que Lidia “adoraba a Dios”, así que probablemente era prosélita judía (Hech. 16:14). Puede que empezara a adorar a Jehová en Tiatira, donde sí había una sinagoga, a diferencia de Filipos. Algunos creen que su nombre era un apodo que le pusieron en Filipos por su lugar de origen, y que significaba “mujer de Lidia”. No obstante, hay documentos que indican que, para aquel entonces, Lidia ya se usaba como nombre propio.

      La gente de Lidia y de los alrededores era famosa por su habilidad tiñendo telas con púrpura desde los tiempos de Homero (siglo noveno u octavo antes de nuestra era). De hecho, todo el mundo sabía que con el agua de Tiatira se conseguían los tintes más brillantes y permanentes.

      Los tejidos teñidos de púrpura eran tan caros que solo los ricos podían comprarlos. Había varios métodos para obtener la púrpura, pero el mejor tinte y el más caro —usado para teñir el lino fino— era el que se sacaba de un molusco del mar Mediterráneo. De cada uno de estos caracoles se podía extraer una sola gota, así que se necesitaban unos 8.000 para conseguir tan solo un gramo (0,04 onzas) de este tinte tan valioso. ¡Con razón las telas teñidas de púrpura eran tan caras!

      Para poder dedicarse al negocio de la púrpura, Lidia debió de tener mucho dinero. Y tenía una casa lo suficientemente grande como para alojar a Pablo, Silas, Timoteo y Lucas. Además, cuando la Biblia usa la expresión “los de su casa”, puede que se refiera a familiares que vivían con ella, pero también podría referirse a que tenía esclavos y sirvientes (Hech. 16:15). Por otro lado, Pablo y Silas se juntaron en la casa de Lidia con algunos hermanos antes de irse de Filipos. Esto da a entender que su casa se convirtió en un lugar de reuniones para los primeros cristianos de esta ciudad (Hech. 16:40).

      Unos 10 años después, Pablo escribió su carta a los hermanos filipenses, pero en ella no mencionó a Lidia. Así que lo único que sabemos de ella está en el capítulo 16 de Hechos.

      a Vea el recuadro “Lucas, el escritor de Hechos”.

      b Puede que a los judíos no se les permitiera tener una sinagoga en la ciudad por la cantidad de soldados retirados que había en ella. O puede que allí no hubiera 10 hombres judíos, que era el número mínimo para poder establecer una sinagoga.

      c Vea el recuadro “Lidia, la vendedora de púrpura”.

      d Según la ley romana, todo ciudadano siempre tenía derecho a un juicio justo y nunca debía ser castigado públicamente sin haber sido juzgado y declarado culpable.

  • “Razonó con ellos usando las Escrituras”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 17

      “Razonó con ellos usando las Escrituras”

      La base de una buena enseñanza; el excelente ejemplo de los bereanos

      Basado en Hechos 17:1-15

      1, 2. ¿Quiénes viajan de Filipos a Tesalónica, y en qué es posible que vayan pensando por el camino?

      LA CALZADA romana es toda una obra de ingeniería. En ella se oye el traqueteo de las carretas sobre las gruesas losas de piedra, los rebuznos de los burros y las charlas de soldados, comerciantes, artesanos y otros viajeros. Entre ellos están Pablo, Silas y Timoteo, que viajan de Filipos a Tesalónica, una distancia de más de 130 kilómetros (80 millas) a través de escarpadas montañas. No es un viaje nada fácil, sobre todo para Pablo y Silas, que aún están recuperándose de la paliza que les dieron en Filipos (Hech. 16:22, 23).

      2 Seguramente, ir conversando les hace el viaje más llevadero. Todavía tienen fresco en la mente al carcelero que hace tan solo unos días se hizo cristiano junto con su familia en Filipos. Esa experiencia les ha dado mucho ánimo para seguir predicando la palabra de Dios. Con todo, al acercarse a la ciudad de Tesalónica, quizás piensen: “¿Nos tratarán bien los judíos de allí? ¿O se pondrán violentos y nos golpearán, como en Filipos?”.

      3. ¿Por qué nos conviene estudiar el ejemplo de Pablo?

      3 Algún tiempo después, cuando Pablo les escribió a los cristianos de Tesalónica, les contó cómo se había sentido: “Como saben, sufrimos y fuimos maltratados en Filipos, pero por medio de nuestro Dios cobramos valor para hablarles de las buenas noticias de Dios a pesar de una fuerte oposición” (1 Tes. 2:2). Al parecer, después de lo que le había pasado en Filipos, le daba un poquito de miedo ir a predicar a Tesalónica. ¿Ha sentido usted algo parecido? ¿Alguna vez le ha dado miedo ir a predicar? Pablo superó sus temores confiando en Jehová. Estudiar su ejemplo lo ayudará a usted a cobrar valor igual que él (1 Cor. 4:16).

      “Razonó con ellos usando las Escrituras” (Hechos 17:1-3)

      4. ¿Por qué es probable que Pablo pasara más de tres semanas en Tesalónica?

      4 El relato muestra que, mientras estuvo en Tesalónica, Pablo predicó durante tres sábados en la sinagoga. ¿Significa eso que solo estuvo tres semanas en esa ciudad? No necesariamente. Para empezar, no sabemos cuántos días tardó desde que llegó allí en ir por primera vez a la sinagoga. Además, en sus cartas explicó que en Tesalónica él y sus compañeros tuvieron que trabajar para ganarse la vida y en dos ocasiones recibieron ayuda material de los hermanos de Filipos (Filip. 4:16; 1 Tes. 2:9; 2 Tes. 3:7, 8). Así que es probable que Pablo pasara más de tres semanas en Tesalónica.

      5. ¿Qué hizo Pablo para tratar de convencer a sus oyentes?

      5 Como vimos, Pablo se armó de valor y fue a predicarles a los que iban a la sinagoga. Tal como tenía por costumbre, “razonó con ellos usando las Escrituras. Les explicaba y probaba con referencias que era necesario que el Cristo sufriera y se levantara de entre los muertos. Les decía: ‘Este es el Cristo: el Jesús del que yo les estoy hablando’” (Hech. 17:2, 3). Fijémonos en que no apeló a las emociones, sino a la lógica. Sabía que aquellos oyentes conocían y respetaban las Escrituras, pero lo que les faltaba era entenderlas mejor. Por eso, usó las Escrituras para razonar, explicar y probar que Jesús de Nazaret era el Cristo, el Mesías prometido.

      6. ¿Cómo usó Jesús las Escrituras para razonar con los demás, y qué efecto tuvo esto en sus discípulos?

      6 Pablo imitó a Jesús, quien siempre basó sus enseñanzas en las Escrituras. Por citar un caso, durante su ministerio, Jesús les dijo a sus discípulos que según las profecías el Hijo del Hombre tenía que sufrir, morir y resucitar (Mat. 16:21). Después de su resurrección, se les apareció a sus seguidores. Seguramente, ver a Jesús resucitado bastaba para demostrar que las profecías se habían cumplido, pero él les dio más pruebas a sus discípulos. Por ejemplo, en una ocasión se les apareció a dos de ellos y, “empezando por Moisés y todos los Profetas, les explicó cosas que se decían de él en todas las Escrituras”. Ellos se quedaron tan impresionados que dijeron: “¿Acaso no nos ardía dentro el corazón cuando él venía hablándonos por el camino, cuando nos explicaba claramente las Escrituras?” (Luc. 24:13, 27, 32).

      7. ¿Por qué es tan importante que usemos la Biblia en nuestro ministerio?

      7 La Palabra de Dios actúa con poder (Heb. 4:12). Por eso, los cristianos de la actualidad nos basamos en ella siempre, como hicieron Jesús, Pablo y los demás apóstoles. En nuestro ministerio, nosotros también leemos de la Biblia para razonar con la gente, explicarles lo que esta enseña y demostrarles que lo que decimos se basa en las Escrituras. Cuando la usamos constantemente, pueden ver que no les llevamos ideas de nuestra propia cosecha, sino las enseñanzas de Dios. A nosotros también nos sirve tener presente que el mensaje que predicamos se basa por completo en la Palabra de Dios, y por eso es totalmente confiable. ¿Verdad que esto nos da más seguridad y valor para predicar, igual que le pasó a Pablo?

      “Algunos de ellos se hicieron creyentes” (Hechos 17:4-9)

      8-10. a) ¿Cómo reaccionaron los habitantes de Tesalónica al escuchar las buenas noticias? b) ¿Por qué sintieron envidia de Pablo algunos judíos? c) ¿Qué hicieron los judíos que se opusieron al mensaje?

      8 Pablo ya había vivido en carne propia estas palabras de Jesús: “El esclavo no es más que su amo. Si ellos me han perseguido a mí, también los perseguirán a ustedes; si ellos han obedecido mis palabras, también obedecerán las suyas” (Juan 15:20). En Tesalónica, Pablo se encontró justo con esas dos reacciones: unos estuvieron dispuestos a obedecer y otros se opusieron. Hablando de los judíos que aceptaron el mensaje, Lucas escribió: “Algunos de ellos se hicieron creyentes y se unieron a Pablo y a Silas”. Y añadió: “Lo mismo hicieron un gran grupo de griegos que adoraban a Dios, así como muchas mujeres importantes” (Hech. 17:4). Seguramente, estos nuevos discípulos se pusieron muy contentos cuando les explicaron claramente las Escrituras.

      9 Pero no a todo el mundo le gustó lo que Pablo enseñó. De hecho, algunos se pusieron muy furiosos. Unos judíos de Tesalónica sintieron envidia de Pablo porque convenció a “un gran grupo de griegos que adoraban a Dios”. Y es que aquellos judíos habían tratado de convertir a esos griegos al judaísmo y hasta les habían enseñado lo que dicen las Escrituras Hebreas. Por eso se creían sus dueños. ¡Y ahora llega Pablo a la sinagoga y se los roba allí mismo! ¡Estaban echando chispas!

      Pablo y Silas atravesando un patio para escapar de una chusma furiosa. Un hombre tratando de hablar con esa chusma a través de las rejas del patio.

      Buscaron “a Pablo y a Silas para entregárselos a la chusma” (Hechos 17:5).

      10 Lucas nos cuenta lo que pasó a continuación: “Los judíos, llenos de envidia, juntaron a algunos hombres malvados que vagaban por la plaza de mercado y formaron una chusma que alborotó la ciudad. Entonces asaltaron la casa de Jasón buscando a Pablo y a Silas para entregárselos a la chusma. Como no los encontraron, se llevaron a rastras ante los gobernantes de la ciudad a Jasón y a algunos hermanos, y gritaban: ‘Los hombres que han trastornado toda la tierra habitada están aquí también, y Jasón los tiene hospedados en su casa. Todos estos hombres actúan en contra de los decretos de César diciendo que hay otro rey: Jesús’” (Hech. 17:5-7). ¿Cuáles podrían ser las consecuencias para Pablo y sus compañeros?

      11. ¿De qué fueron acusados Pablo y sus compañeros, y qué ley quizá tenían presente los judíos? (Vea la nota).

      11 Imagínese a un gran grupo de gente violenta y furiosa. ¡Qué peligro! Cuando una multitud se descontrola es como un río que se desborda y arrasa con todo. Ese fue precisamente el medio que usaron los judíos para librarse de Pablo y Silas. Así que ellos mismos alborotaron la ciudad, y luego acudieron a los gobernantes para acusar a Pablo y sus compañeros de cargos muy graves. El primero, que habían “trastornado toda la tierra habitada”, aunque ellos no fueron los que habían causado todo ese caos en Tesalónica. Y el segundo era peor todavía, porque era una clara violación de las leyes del emperador: estaban anunciando a otro Rey, Jesucristo.a

      12. ¿Qué demuestra que los cargos contra los cristianos en Tesalónica pudieron haber tenido graves consecuencias?

      12 Recordemos que los escribas y fariseos habían acusado a Jesús de algo parecido. Le dijeron a Pilato: “Encontramos a este hombre alborotando a nuestra nación [...] y diciendo que él mismo es Cristo, un rey” (Luc. 23:2). A Pilato quizá le dio miedo que el emperador pensara que él estaba tolerando alta traición, y por eso mandó matar a Jesús. Del mismo modo, los cargos contra los cristianos en Tesalónica también pudieron haber tenido graves consecuencias. Según una obra de consulta, “es difícil exagerar el peligro al que los expuso esto, porque ‘la mera sugerencia de traición contra los emperadores con frecuencia resultaba fatal para el acusado’”. ¿Les habrá funcionado a aquellos judíos su plan perverso?

      13, 14. a) ¿Por qué no logró aquella chusma violenta detener la predicación? b) ¿Cómo siguió Pablo el consejo de Jesús, y cómo podemos imitarlo?

      13 La chusma violenta no logró impedir que continuara la predicación en Tesalónica. ¿Por qué? Para empezar, porque Pablo y Silas no aparecieron por ningún lado. Además, todo parece indicar que los gobernantes de la ciudad no estaban convencidos de que las acusaciones fueran ciertas. Así que “les pidieron una fianza” —probablemente dinero— a Jasón y a los demás hermanos, y luego los dejaron en libertad (Hech. 17:8, 9). ¿Pero qué pasó con Pablo? Prudentemente, siguió el consejo de Jesús de ser “cautelosos como serpientes, pero también inocentes como palomas” (Mat. 10:16). De modo que evitó el peligro para poder seguir predicando en otra parte. Era un hombre valiente, pero no se hacía el valiente. ¿Cómo podemos imitarlo?

      14 En la actualidad, muchos líderes de la cristiandad han puesto a las masas en contra de los testigos de Jehová para que los ataquen. Manipulan a los políticos para que prohíban sus actividades acusándolos de traición y de ser una amenaza para su país. Al igual que los perseguidores del siglo primero, actúan así por pura envidia. ¿Y cómo respondemos nosotros? Los cristianos verdaderos nunca nos hacemos los valientes. Siempre que es posible, evitamos enfrentamientos con personas furiosas y que no están dispuestas a razonar. Más bien, buscamos la forma de seguir predicando de forma pacífica. Quizás esto implique irnos y esperar a que las cosas se calmen para poder volver.

      LOS CÉSARES Y EL LIBRO DE HECHOS

      Todo lo que cuenta el libro de Hechos, así como el resto de las Escrituras Griegas Cristianas, ocurrió en lugares que formaban parte del Imperio romano. Y en todos esos lugares la máxima autoridad era el emperador. Así que, cuando los judíos tesalonicenses hablaron de “los decretos de César”, se estaban refiriendo al emperador (Hech. 17:7). Durante el periodo que abarca el libro de Hechos hubo cuatro emperadores o césares: Tiberio, Cayo, Claudio I y Nerón.

      • Tiberio (14-37 e. c.). Gobernó durante todo el ministerio de Jesús y durante los primeros años de la congregación cristiana. En el juicio de Jesús, cuando los judíos le gritaron a Pilato “¡Si lo pones en libertad, no eres amigo de César!” y “No tenemos más rey que César”, se estaban refiriendo a Tiberio (Juan 19:12, 15).

      • Cayo, también conocido como Calígula (37-41 e. c.). No se menciona en las Escrituras Griegas Cristianas.

      • Claudio I (41-54 e. c.). Se le menciona dos veces en Hechos. Como predijo el profeta Ágabo, “toda la tierra habitada” pasó por “una época de mucha hambre, que de hecho tuvo lugar en tiempos de Claudio”, alrededor del año 46. Y en el año 49, o a principios del 50, Claudio ordenó “que todos los judíos se fueran de Roma”. Por eso Áquila y Priscila se mudaron a Corinto, donde conocieron al apóstol Pablo (Hech. 11:28; 18:1, 2).

      • Nerón (54-68 e. c.). Fue el emperador al que apeló Pablo (Hech. 25:11). Según dicen, culpó a los cristianos por el incendio que destruyó gran parte de Roma alrededor del año 64. Poco después, aproximadamente en el 65, Pablo estuvo preso allí por segunda vez y luego lo ejecutaron.

      Ellos “eran más nobles” (Hechos 17:10-15)

      15. ¿Cómo respondieron los bereanos al mensaje de las buenas noticias?

      15 Por seguridad, los hermanos enviaron a Pablo y Silas a Berea, a unos 65 kilómetros (40 millas). Al llegar, Pablo fue a la sinagoga y les predicó a los que estaban reunidos allí. Seguro que le dio mucha alegría encontrar personas que aceptaban el mensaje. Lucas dijo que los judíos de Berea “eran más nobles que los de Tesalónica, porque aceptaron la palabra con muchísimo interés, y todos los días examinaban con cuidado las Escrituras para ver si estas cosas eran tal como les decían” (Hech. 17:10, 11). Claro, esto no significa que los tesalonicenses que habían aceptado la verdad no tuvieran una buena actitud. De hecho, Pablo les escribió más tarde: “Nosotros también le damos constantemente gracias a Dios, porque, cuando ustedes recibieron la palabra de Dios —que oyeron por medio de nosotros—, no la aceptaron como palabra de hombres, sino como lo que de verdad es, como palabra de Dios, la cual también está actuando en ustedes, los creyentes” (1 Tes. 2:13). Entonces, ¿por qué se destaca que los judíos de Berea eran tan nobles?

      16. ¿Por qué se puede decir que los bereanos eran muy nobles?

      16 Para los bereanos, el mensaje de las buenas noticias era algo nuevo. Sin embargo, ni se pusieron a discutir cuestionándolo todo ni se lo creyeron todo así porque sí. Primero escucharon atentamente a Pablo, quien les explicó claramente las Escrituras. Y luego, para comprobar que lo que habían escuchado era cierto, examinaron con cuidado la Palabra de Dios. Es más, no lo hicieron solo en sábado, sino todos los días. Además, investigaron “con muchísimo interés” y se dedicaron de lleno a descubrir si lo que estaban aprendiendo coincidía con las Escrituras. Por último, fueron humildes y cambiaron, y al final “muchos de ellos se hicieron creyentes” (Hech. 17:12). ¡Con razón Lucas destacó su actitud tan noble!

      17. ¿Por qué son los bereanos un buen ejemplo para nosotros, y cómo podemos imitarlos aunque llevemos mucho tiempo en la verdad?

      17 Poco se imaginaban los bereanos que iban a aparecer en la Biblia. Con su reacción al mensaje y su buena actitud, nos pusieron un buen ejemplo. Hicieron justo lo que Pablo esperaba de ellos y lo que Jehová quería que hicieran. Hoy, nosotros también animamos a la gente a que examinen la Biblia con cuidado para que su fe vaya creciendo y esté firmemente arraigada en la Palabra de Dios. Ahora bien, esto no quiere decir que cuando uno se bautiza ya no necesita seguir teniendo la misma actitud que los bereanos. De hecho, es aún más importante que sigamos alimentando nuestras ganas de aprender de Jehová y que pongamos en práctica lo que nos enseña. Solo así permitiremos que él nos moldee y nos capacite para convertirnos en lo que él quiere (Is. 64:8). De este modo, seguiremos siendo instrumentos útiles en las manos de nuestro Padre y lo haremos muy feliz.

      18, 19. a) ¿Por qué se fue Pablo de Berea? ¿Qué siguió haciendo, y cómo podemos imitarlo? b) ¿Qué público le esperaba en su próximo destino?

      18 El relato dice que Pablo no se quedó mucho tiempo en Berea. Leemos: “Cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo también estaba proclamando la palabra de Dios en Berea, fueron allá para provocar y alborotar a las multitudes. De inmediato, los hermanos hicieron salir a Pablo hacia el mar, pero Silas y Timoteo se quedaron allí. Sin embargo, los que acompañaban a Pablo lo llevaron hasta Atenas. Luego regresaron con las instrucciones de que Silas y Timoteo se reunieran con Pablo cuanto antes” (Hech. 17:13-15). ¡Esos opositores estaban empeñados en hacerles la vida imposible a los cristianos! No les bastó con hacer que Pablo huyera de Tesalónica, sino que fueron hasta Berea para seguir dando problemas. Pero no lograron detener la obra. Pablo sabía que su territorio era enorme, así que sencillamente se fue a predicar a otro sitio. Nosotros también haremos todo lo posible para que nada ni nadie detenga nuestra predicación.

      19 Después de haberles dado un testimonio completo a los judíos de Tesalónica y Berea, a Pablo debió de quedarle muy claro lo importante que es predicar con valor y razonar usando las Escrituras. Y ahora a nosotros también nos queda más claro. En su próximo destino, a Pablo le esperaba un público muy diferente: los gentiles de Atenas. ¿Qué tal le iría con ellos? Veámoslo en el siguiente capítulo.

      a Según explica un especialista, en aquel entonces estaba en vigor un decreto imperial que prohibía hacer “predicciones de la llegada de un nuevo rey o reino, particularmente si se afirmaba que iba a suplantar o juzgar al emperador existente”. De modo que aquellos judíos bien pudieron haber distorsionado las palabras de Pablo para que pareciera que estaba violando ese decreto (vea el recuadro “Los césares y el libro de Hechos”).

  • “Para que buscaran a Dios [...] y de veras lo encontraran”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 18

      “Para que buscaran a Dios [...] y de veras lo encontraran”

      Pablo busca puntos en común con la gente y se adapta a ella

      Basado en Hechos 17:16-34

      1-3. a) ¿Por qué estaba indignado Pablo en Atenas? b) ¿Qué nos enseñará el ejemplo de Pablo?

      PABLO va caminando por Atenas (Grecia), ciudad académica donde siglos antes los filósofos Sócrates, Platón y Aristóteles enseñaban sus ideas. A cada paso que da, Pablo está cada vez más indignado: la gente allí, que es muy religiosa, adora a muchísimos dioses. De hecho, por todas partes hay ídolos: no solo en los templos, sino también en las plazas, en las calles... Pablo sabe lo que el Dios verdadero piensa de las imágenes (Éx. 20:4, 5). Por eso, igual que Jehová, él también odia la idolatría.

      2 Al llegar a la plaza de mercado, se encuentra con una escena repugnante: en la esquina noroeste, cerca de la entrada principal, hay una larga fila de estatuas obscenas del dios Hermes. Y la plaza entera está llena de santuarios. ¿Qué hará Pablo para predicar en un ambiente así? ¿Logrará controlarse y encontrar puntos en común con la gente? ¿Ayudará a alguien a buscar y encontrar al Dios verdadero?

      3 En Hechos 17:22-31 podemos leer el discurso que pronunció ante los intelectuales de Atenas. Examinar su ejemplo nos enseñará a predicar con tacto, convicción y habilidad, y a encontrar puntos en común para ayudar a la gente a razonar.

      “En la plaza de mercado” (Hechos 17:16-21)

      4, 5. ¿En qué lugares de Atenas predicó Pablo, y por qué no iba a ser fácil predicar en la plaza de mercado?

      4 Pablo visitó Atenasa alrededor del año 50, durante su segundo viaje misionero. Mientras esperaba a que Silas y Timoteo llegaran de Berea, “se puso a razonar en la sinagoga con los judíos”, como siempre. También fue a un lugar donde podía predicarles a los atenienses que no eran judíos de religión: la “plaza de mercado”, también llamada ágora (Hech. 17:17). Esta plaza estaba situada al noroeste de la Acrópolis y abarcaba unas 5 hectáreas (12 acres). Pero era mucho más que un mercado; era el punto de reunión más importante de Atenas. En palabras de un especialista, era el “corazón económico, político y cultural de la ciudad”. A los intelectuales les encantaba juntarse allí para tener sus tertulias.

      ATENAS, CAPITAL CULTURAL DE LA ANTIGÜEDAD

      La primera vez que se escribió algo sobre la historia de Atenas fue en el siglo séptimo antes de nuestra era. Pero, desde mucho antes, la Acrópolis ya era una fortaleza. Atenas llegó a ser la ciudad más importante del distrito del Ática. Tenía una extensión de 2.500 kilómetros cuadrados (1.000 millas cuadradas) y estaba rodeada por las montañas y el mar. Al parecer, su nombre se relaciona con el de su diosa principal, Atenea.

      En el siglo sexto antes de nuestra era, un legislador ateniense llamado Solón hizo reformas sociales, políticas, jurídicas y económicas. Mejoró la situación de los pobres y sentó las bases para un gobierno democrático. Ahora bien, la democracia solo era para los ciudadanos libres, pero la mayoría de los habitantes eran esclavos.

      Después de que los griegos derrotaran a los persas en el siglo quinto antes de nuestra era, Atenas se convirtió en la capital de un pequeño imperio. Sus rutas marítimas para comerciar alcanzaban Italia y Sicilia, al oeste, y Chipre y Siria, al este. En su mejor época, Atenas era la capital cultural de la antigüedad, pues se destacaba en las artes, el teatro, la filosofía, la retórica y las ciencias. Contaba con hermosos edificios públicos y templos. El punto más alto de la ciudad era una imponente colina, la Acrópolis. Allí estaba el Partenón, un enorme templo donde había una estatua de Atenea hecha de oro y marfil que medía 12 metros (40 pies).

      Primero la conquistaron los espartanos, luego los macedonios y por último los romanos, quienes se llevaron todas sus riquezas. Aun así, por su historia y su fama, en los días del apóstol Pablo todavía se consideraba una ciudad muy importante. De hecho, no era parte (y nunca lo fue) de ninguna provincia del Imperio romano, sino que tenía autoridad para gobernar a sus ciudadanos y no tenía que pagarle impuestos a Roma. Aunque sus días de gloria habían pasado a la historia, Atenas seguía siendo una ciudad académica adonde las familias ricas enviaban a sus hijos a estudiar.

      5 No iba a ser fácil predicar en la plaza de mercado. Entre las personas que iban allí había filósofos de dos grupos muy distintos: los epicúreos y los estoicos.b Los epicúreos creían que la vida había surgido por accidente. Su forma de ver la vida se ha resumido así: “No hay que temer a Dios. En la muerte no se siente nada. El bien es alcanzable y el mal es soportable”. Por otro lado, los estoicos daban prioridad a la lógica y la razón, y creían que Dios no era una persona. Además, ninguno de los dos grupos creía en la resurrección que enseñaban los discípulos de Cristo. Está claro que las ideas de estos dos grupos no tenían nada que ver con lo que Pablo les llevaba: las enseñanzas puras del cristianismo.

      6, 7. ¿Cómo respondieron al mensaje de Pablo algunos filósofos griegos, y cómo reaccionan hoy algunas personas a nuestro mensaje?

      6 ¿Cómo respondieron aquellos filósofos griegos al mensaje de Pablo? Algunos lo llamaron “charlatán” o, literalmente, “recogedor de semillas” (vea la nota de estudio de Hechos 17:18 en la Biblia de estudio). Un especialista dice que este término griego “originalmente se refería a los pajaritos que iban por ahí recogiendo semillas; después se usó también para referirse a las personas que iban por el mercado recogiendo sobras de comida y cosas que la gente desechaba. Con el tiempo llegó a referirse a quienes iban recogiendo ideas sueltas de aquí y de allá, y sobre todo si luego eran incapaces de juntarlas con un orden lógico”. Así que aquellos intelectuales estaban insultando a Pablo diciendo que era un ignorante y que solo estaba repitiendo las ideas de otros. Pero, como veremos, no dejó que ese insulto lo intimidara.

      7 Hoy las cosas no han cambiado demasiado. Muchos se burlan de nosotros porque somos testigos de Jehová y creemos en la Biblia. Por ejemplo, hay profesores que enseñan que la evolución es un hecho incuestionable y que, si uno es inteligente, tiene que creer en ella. Para ellos, quien se niegue a aceptarla es un ignorante. Estos intelectuales nos pintan como tontos porque enseñamos lo que dice la Biblia y probamos que alguien lo diseñó todo. Pero nosotros no nos dejamos intimidar, sino que defendemos con valor que todo lo que hay en la Tierra es la obra de un Creador inteligente, Jehová Dios (Apoc. 4:11).

      8. a) ¿Cómo reaccionaron otras personas al mensaje de Pablo? b) ¿A qué puede referirse la palabra Areópago? (Vea la nota de la página 142).

      8 Otros que escuchaban a Pablo reaccionaron de manera distinta. Dijeron: “Parece que es un predicador de dioses extranjeros” (Hech. 17:18). Pero, si Pablo estuviera promoviendo la adoración a otros dioses en Atenas, se estaría metiendo en problemas. Siglos atrás, al filósofo Sócrates lo acusaron de algo parecido, y esa fue una razón por la que lo sentenciaron a muerte. Así que no es de extrañar que llevaran a Pablo al Areópagoc y le pidieran que les explicara mejor esas ideas que, según ellos, eran tan raras. ¿Cómo defendería su mensaje delante de un público que no sabía nada de las Escrituras?

      LOS EPICÚREOS Y LOS ESTOICOS

      Los epicúreos y los estoicos eran dos grupos muy distintos de filósofos. Ninguno creía en la resurrección.

      Los epicúreos creían que los dioses existían pero que no tenían ningún interés en los seres humanos y no premiaban ni castigaban a nadie, así que era inútil orarles o hacerles sacrificios. Además, enseñaban que lo más importante en la vida era la búsqueda del placer. La manera de pensar y actuar de los epicúreos no seguía ningún principio moral. Sin embargo, sí creían que había que ser moderado, porque así se evitaban las malas consecuencias de los excesos. Pensaban que el conocimiento solo servía para librar a la persona de las supersticiones y los temores que causa la religión.

      Los estoicos creían que dios era una fuerza impersonal y que todo en el universo, incluida el alma humana, formaba parte de ella. Algunos pensaban que con el tiempo el alma sería destruida junto con el universo. Otros decían que al final el alma sería reabsorbida por esa fuerza impersonal. Pero todos coincidían en que la felicidad se alcanzaba viviendo en armonía con la naturaleza.

      “Hombres de Atenas, veo que...” (Hechos 17:22, 23)

      9-11. a) ¿Qué dijo Pablo para establecer un punto en común con sus oyentes? b) ¿Cómo podemos imitar a Pablo en la predicación?

      9 Recordemos lo indignado que se sintió Pablo al ver tantos ídolos. Pero, en vez de ponerse a decir pestes de toda esa idolatría, se controló. Con mucha delicadeza, trató de ganarse a sus oyentes centrándose en algo que todos tenían en común. Empezó diciendo: “Hombres de Atenas, veo que en todas las cosas ustedes parecen ser más devotos de los dioses que otros” (Hech. 17:22). Así que fue muy inteligente y los felicitó por su inclinación espiritual. Es como si les hubiera dicho: “Ya veo que son muy religiosos”. Comprendía que quienes están cegados por creencias falsas pueden tener un buen corazón y estar dispuestos a aprender la verdad. A fin de cuentas, Pablo reconocía que él mismo “había actuado con ignorancia y sin fe” (1 Tim. 1:13).

      10 Luego destacó un detalle que demostraba lo religiosos que eran: tenían un altar dedicado “a un Dios Desconocido”. Una obra de consulta explica que “los griegos y otros pueblos solían dedicar altares a ‘dioses desconocidos’ por miedo a pasar por alto a algún dios y ofenderlo sin querer”. Así que, con ese altar, los atenienses admitían que había un Dios del que no sabían nada. Y Pablo lo usó de puente para empezar a predicarles las buenas noticias. Les explicó: “Yo les estoy hablando de aquel a quien ustedes adoran sin conocerlo” (Hech. 17:23). Aunque tuvo mucho tacto, su argumento fue aplastante. Él no estaba promoviendo dioses nuevos o extranjeros, que era de lo que algunos lo acusaban. Más bien, quería hablarles del Dios que no conocían: el Dios verdadero.

      11 ¿Cómo podemos imitar a Pablo en la predicación? Si somos observadores, podremos ver si una persona es religiosa. Tal vez lleve algún tipo de joyería o haya cierto adorno en la casa o en el jardín que nos indique su religión. Pudiéramos decirle: “Veo que usted es creyente. ¡Qué gusto me da hablar con personas que se interesan en asuntos espirituales!”. Felicitar a alguien por su inclinación espiritual nos puede ayudar a centrarnos en los puntos que tengamos en común con la persona para conversar con ella. No debemos juzgar a nadie por sus creencias. Recordemos que muchos de nuestros hermanos antes creían sinceramente en enseñanzas falsas.

      Un joven hablando ante su maestro de Ciencias y sus compañeros de clase.

      Tratemos de encontrar puntos en común con nuestro público.

      Dios “no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:24-28)

      12. ¿Cómo se adaptó Pablo a su público?

      12 Pablo había encontrado un punto en común con su público, pero ¿lograría mantener su interés? Él estaba al tanto de que sabían mucho de filosofía griega pero nada de las Escrituras. De modo que adaptó su predicación de varias formas. Primero, habló de las enseñanzas de las Escrituras sin citar directamente de ellas. Segundo, se puso al mismo nivel que su auditorio, y por eso él mismo se incluyó usando expresiones como nos y nosotros. Tercero, citó palabras de escritores griegos para demostrar que algunas de las cosas que él decía también las dijeron ellos. Ahora bien, ¿qué información importante les transmitió Pablo a los atenienses sobre el Dios que no conocían? Analicemos su excelente discurso.

      13. ¿Qué dijo Pablo sobre el origen del universo, y qué dejó muy claro?

      13 Dios creó el universo. Pablo dijo: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él es Señor del cielo y de la tierra, así que no vive en templos hechos por hombres” (Hech. 17:24).d El universo no llegó a existir por accidente; el Dios verdadero creó todas las cosas (Sal. 146:6). Él es el Señor Soberano del cielo y la Tierra. No es como Atenea y los demás dioses. La gloria de ellos dependía de altares, santuarios y templos, pero no hay templo hecho por los hombres que pueda contener a Jehová (1 Rey. 8:27). Así que Pablo dejó muy claro que el Dios verdadero es infinitamente superior a lo que se adoraba en los templos: ídolos hechos por el hombre (Is. 40:18-26).

      14. ¿Cómo mostró Pablo que Dios no depende de nadie?

      14 Dios no depende de nadie. La gente vestía a sus ídolos con ropa lujosa, les hacía ofrendas caras y les llevaba alimentos y bebidas, ¡como si les hiciera falta! Sin embargo, puede que algunos filósofos que estaban escuchando a Pablo pensaran que los dioses no necesitaban nada de los seres humanos. Coincidían con él en que a Dios no le hace falta “que le sirvan manos humanas, como si necesitara algo”. Y es cierto, al Creador no le hace falta que le demos cosas materiales. Más bien, es él quien nos da “vida, aliento y todas las cosas” que necesitamos, como el sol, la lluvia y la tierra fértil (Hech. 17:25; Gén. 2:7). Así que Dios no depende de nadie. Es él quien nos lo da todo.

      15. ¿Cómo corrigió Pablo el punto de vista de los atenienses, y qué valiosa lección nos enseña su ejemplo?

      15 Dios hizo al hombre. Los atenienses creían que ellos eran superiores a quienes no eran griegos. Pero el orgullo de raza y el nacionalismo son actitudes contrarias a lo que enseña la Biblia (Deut. 10:17). Pablo fue muy hábil y prudente cuando habló de este asunto tan delicado. Seguro que puso a pensar a su auditorio cuando, refiriéndose a Dios, dijo: “De un solo hombre creó todas las naciones humanas” (Hech. 17:26). Pablo se estaba basando en el relato de Génesis que habla de ese hombre, Adán, el padre de toda la humanidad (Gén. 1:26-28). Como todos venimos del mismo antepasado, no hay ninguna raza o nacionalidad superior a las demás. ¡Era imposible que los presentes no captaran esa idea! El ejemplo de Pablo nos enseña una valiosa lección: aunque queremos ser respetuosos y prudentes, no debemos quitarle fuerza a la verdad con tal de que la gente la acepte.

      16. ¿Por qué hizo Dios a los seres humanos?

      16 Dios quiere que los seres humanos nos acerquemos a él. Puede que aquellos filósofos llevaran años discutiendo sobre el sentido de la vida. Si ese fue el caso, nunca lo iban a descubrir por sí solos. Sin embargo, Pablo se lo explicó con claridad: el Creador hizo a los seres humanos para que “buscaran a Dios, aunque fuera a tientas, y de veras lo encontraran, pues lo cierto es que él no está muy lejos de cada uno de nosotros” (Hech. 17:27). Así que sí se puede conocer al Dios que los atenienses no conocían. Él está cerca de todos los que se esfuerzan por encontrarlo y aprender sobre él (Sal. 145:18). De hecho, al decir “nosotros”, el propio Pablo se estaba incluyendo entre los que debían buscar a Dios, aunque fuera a tientas.

      17, 18. ¿Por qué se esperaría que los seres humanos quisiéramos conocer a Dios? ¿Qué aprendemos de la forma en que Pablo mantuvo la atención de sus oyentes?

      17 Las personas deberían querer conocer a Dios. Pablo siguió: “Por él tenemos vida, nos movemos y existimos”. Algunos expertos dicen que Pablo estaba citando las palabras de Epiménides, poeta cretense del siglo sexto antes de nuestra era y “figura destacada de la tradición religiosa ateniense”. Luego Pablo destacó por qué el ser humano debería querer conocer a Dios: “Como han dicho algunos de los poetas de ustedes: ‘Porque nosotros también somos hijos de él’” (Hech. 17:28). Hasta cierto punto, todos deberíamos sentir que somos familia de Jehová, porque él creó al hombre del que descendemos todos los seres humanos. Como vemos, para mantener la atención, Pablo tuvo la buena idea de citar directamente de autores griegos que su público probablemente respetaba.e Igual que Pablo, nosotros también podríamos usar a veces libros de historia, enciclopedias y otras obras respetadas. Por ejemplo, una cita bien escogida de una fuente confiable tal vez logre que nuestros oyentes abran los ojos y vean el verdadero origen de ciertas prácticas y tradiciones religiosas.

      18 Hasta este punto, Pablo dio información importante sobre Dios y, con mucha habilidad, se adaptó a su público. Pero ¿qué quería que hicieran ellos con todo lo que habían escuchado? Eso fue lo que les explicó justo después.

      “Les está diciendo a todos en todas partes que se arrepientan” (Hechos 17:29-31)

      19, 20. a) ¿Qué dijo Pablo con mucho tacto para demostrar que es ilógico usar ídolos? b) ¿Qué debían hacer los atenienses?

      19 Llegó el momento de que Pablo animara a su público a hacer algo con lo que habían escuchado. Tomando en cuenta lo que dijeron los autores griegos, continuó: “Así que, puesto que somos hijos de Dios, no debemos pensar que el Ser Divino sea semejante al oro, la plata o la piedra, semejante a algo tallado que resulta del arte y la imaginación de los seres humanos” (Hech. 17:29). Obviamente, si Dios hizo al ser humano, ¿cómo puede Dios tomar la forma de un objeto hecho por el ser humano? Con mucho tacto, Pablo demostró que no era lógico adorar a un ídolo (Sal. 115:4-8; Is. 44:9-20). Al incluirse y decir “no debemos”, su consejo era más fácil de aceptar.

      20 Luego les dijo: “Dios ha pasado por alto esos tiempos de ignorancia, pero ahora les está diciendo a todos en todas partes que se arrepientan” (Hech. 17:30). Así que ya había pasado el tiempo de pensar que Dios quiere que lo adoren con ídolos. Por eso Pablo les dejó claro lo que debían hacer: arrepentirse. Puede que esto les sorprendiera a algunos. Pero, con ese discurso tan directo, Pablo les demostró claramente que Dios les dio la vida y, por lo tanto, tenían que rendirle cuentas. Tenían que buscarlo, aprender la verdad sobre él y vivir de la manera que Dios espera. Para aquellos atenienses, eso implicaba reconocer que la idolatría es un pecado y que debían dejar de practicarla.

      21, 22. ¿Con qué impactante conclusión cerró Pablo su discurso, y qué significan esas palabras?

      21 Pablo concluyó con unas palabras llenas de fuerza: “[Dios] ha fijado un día en el que se propone juzgar a la tierra habitada con justicia mediante un hombre nombrado por él. Y les ha dado una garantía a todos los hombres al resucitarlo de entre los muertos” (Hech. 17:31). Saber que llegaría el Día del Juicio era una poderosa razón para buscar y encontrar al Dios verdadero. Pablo no mencionó el nombre del Juez. Pero sí dijo algo asombroso acerca de él: que había sido un hombre, que había muerto y que Dios lo resucitó.

      22 Nosotros entendemos muy bien lo que significa la impactante conclusión de este discurso. Sabemos que el Juez que Dios nombró es Jesucristo (Juan 5:22). También sabemos que el Día del Juicio durará 1.000 años y que empezará muy pronto (Apoc. 20:4, 6). Además, sabemos que aquellos a quienes el Juez considere fieles recibirán bendiciones que nunca imaginaron, y por eso ese día no nos asusta. ¿Qué nos garantiza que ese futuro tan maravilloso no es un sueño? El mayor milagro de todos: la resurrección del propio Jesucristo.

      “Algunos [...] se hicieron creyentes” (Hechos 17:32-34)

      23. ¿Qué reacciones provocó el discurso de Pablo?

      23 El discurso de Pablo provocó distintas reacciones. Cuando se puso a hablarles de la resurrección, “algunos empezaron a burlarse”. Otros, que fueron muy amables pero no querían comprometerse a nada, le dijeron: “Te oiremos hablar de esto en otro momento” (Hech. 17:32). Por último, unos cuantos respondieron muy bien. El relato cuenta: “Algunos hombres se unieron a él y se hicieron creyentes. Entre ellos estaban Dionisio, que era juez del tribunal del Areópago, y una mujer llamada Dámaris, además de otros” (Hech. 17:34). Hoy nos pasa lo mismo cuando predicamos: algunos se ríen de nosotros, muchos son amables pero no quieren nada y otros nos dan la alegría de aceptar el mensaje del Reino y de llegar a ser Testigos.

      24. ¿Qué lecciones nos enseña el discurso de Pablo que acabamos de analizar?

      24 Analizar el discurso de Pablo nos enseña a dar argumentos lógicos y convincentes, así como a adaptarnos a nuestro público. También nos enseña que es importante ser pacientes con quienes han vivido engañados por la religión falsa y que debemos hablarles con tacto. Otra valiosa lección que aprendemos es que nunca deberíamos quitarle fuerza a la verdad con tal de que la gente no se enoje. Si ponemos en práctica estas lecciones, estaremos más preparados para ayudar a otros y seremos mejores maestros: los publicadores, en la predicación, y los superintendentes, en la congregación. Así seremos como Pablo, quien ayudó a otros a que “buscaran a Dios [...] y de veras lo encontraran” (Hech. 17:27).

      a Vea el recuadro “Atenas, capital cultural de la antigüedad”.

      b Vea el recuadro “Los epicúreos y los estoicos”.

      c El Areópago era una colina situada al noroeste de la Acrópolis, y era donde tradicionalmente se reunía el tribunal superior de Atenas. Así que la palabra Areópago puede referirse tanto a la propia colina como al tribunal. Por eso, algunos expertos piensan que a Pablo lo llevaron a esa colina o a un lugar cercano, y otros opinan que lo llevaron a una reunión del tribunal que se celebró en otra parte, quizás en la plaza de mercado.

      d La palabra griega que aquí usó Pablo para “mundo” es kósmos. Los griegos usaban esa palabra para referirse al universo físico. Es posible que Pablo también la estuviera usando con ese sentido porque estaba tratando de mantener puntos en común con quienes lo escuchaban.

      e Pablo citó de la obra poética Fenómenos, del escritor estoico Arato. Hay expresiones parecidas en otros escritos griegos, como el “Himno a Zeus”, de Cleantes, que también era estoico.

  • “Sigue hablando y no calles”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 19

      “Sigue hablando y no calles”

      Pablo trabaja para mantenerse, pero le da prioridad al ministerio

      Basado en Hechos 18:1-22

      1-3. ¿Para qué fue Pablo a Corinto, y qué es posible que le preocupara?

      ESTAMOS a finales del año 50. Pablo está en Corinto, una ciudad comercial y bastante próspera en la que viven muchos griegos, romanos y judíos.a Pero él no está allí para hacer negocios ni buscar trabajo, sino para algo mucho más importante: para dar testimonio sobre el Reino de Dios. Obviamente necesita alojamiento, pero no quiere ser una carga económica para nadie. Tampoco quiere dar la impresión de que, con la excusa de que predica la Palabra de Dios, vive a costa de los demás. ¿Qué va a hacer?

      2 Él había aprendido un oficio: fabricar tiendas de campaña. Era un trabajo duro y se hacía a mano, pero está dispuesto a hacerlo para ganarse la vida. Ahora bien, en una ciudad con tanta gente y tanto movimiento, ¿podrá encontrar trabajo y hospedaje? Aunque esto tal vez le preocupa, sabe muy bien que su trabajo más importante es predicar.

      3 Parece que Pablo se quedó un buen tiempo en Corinto, y le fue muy bien en la predicación. Veamos todo lo que hizo mientras estuvo allí y analicemos cómo nos ayuda su ejemplo a dar un testimonio completo sobre el Reino de Dios en nuestro territorio.

      CORINTO, SEÑORA DE DOS PUERTOS

      La antigua Corinto estaba situada en una franja de tierra o istmo que conectaba la parte continental de Grecia con la península ubicada al sur, llamada el Peloponeso. Esta franja medía menos de seis kilómetros (cuatro millas) en su parte más angosta, y a cada lado había un puerto. El puerto que estaba en el oeste, en el golfo de Corinto, se llamaba Lequeo y atendía las rutas de Italia, Sicilia y España. El puerto que estaba en el este, en el golfo Sarónico, se llamaba Cencreas y atendía las rutas de las islas del Egeo, Asia Menor, Siria y Egipto.

      Los fuertes vientos que soplaban en el extremo sur del Peloponeso hacían que fuera muy peligroso navegar por allí. Por eso, los marineros generalmente preferían parar en uno de los dos puertos de Corinto, descargar la mercancía, llevarla por tierra hasta el otro puerto y allí cargarla en otro barco. O, si el barco era ligero, también podían subirlo a un tipo de remolque y llevarlo de un puerto al otro. Como Corinto estaba en un punto tan céntrico, muchos comerciantes que venían por tierra y por mar la atravesaban para hacer negocios. Eso hizo que la ciudad se llenara de dinero, pero también de vicios, como era común en muchos puertos.

      En los días de Pablo, Corinto era la capital de la provincia romana de Acaya y un importante centro administrativo. En la ciudad se practicaban religiones muy diferentes. De hecho, había un templo para adorar al emperador romano, santuarios y templos dedicados a dioses griegos y egipcios, y una sinagoga judía (Hech. 18:4).

      Cerca de Corinto estaba Istmia, donde cada dos años se celebraban los Juegos Ístmicos, las competencias deportivas más importantes después de los Juegos Olímpicos. Es probable que Pablo estuviera en Corinto durante los juegos del año 51. De hecho, un diccionario bíblico señala: “No puede ser casualidad que la primera vez que él usa un ejemplo deportivo sea en una carta a Corinto” (1 Cor. 9:24-27).

      “Su oficio era hacer tiendas de campaña” (Hechos 18:1-4)

      4, 5. a) ¿Dónde se quedó el apóstol Pablo mientras estuvo en Corinto, y cómo se ganó la vida? b) ¿Cómo es que Pablo sabía hacer tiendas de campaña?

      4 Poco después de llegar a Corinto, Pablo conoció a un matrimonio muy cariñoso y hospitalario: Áquila, que era judío, y Priscila, también llamada Prisca. Vivían en Roma, pero se mudaron a Corinto porque el emperador Claudio “había ordenado que todos los judíos se fueran de Roma” (Hech. 18:1, 2). Gracias a ellos, Pablo consiguió casa y trabajo. El relato dice: “Como tenía el mismo oficio, se quedó en su casa y trabajó con ellos. Su oficio era hacer tiendas de campaña” (Hech. 18:3). Durante todo el tiempo que predicó en Corinto, Pablo estuvo en la casa de esta pareja, y es probable que desde allí escribiera algunas cartas que llegaron a formar parte de la Biblia.b

      5 ¿Cómo es posible que alguien que había tenido el honor de estudiar “a los pies de Gamaliel” se pusiera a hacer tiendas de campaña? (Hech. 22:3). Por lo visto, para los judíos del siglo primero no era degradante enseñarles a sus hijos a hacer trabajos manuales aunque también les dieran una educación superior. Recordemos que Pablo era de Tarso, que estaba en Cilicia. Esta región era famosa por un tejido que se llamaba cilicium y que se usaba para hacer tiendas de campaña. Así que puede que Pablo aprendiera el oficio de joven. Hacer tiendas de campaña no era nada fácil. Puede que implicara cortar y coser esta tela tan dura y áspera, o incluso fabricarla.

      6, 7. a) ¿Cómo veía Pablo su trabajo, y cómo sabemos que Áquila y Priscila pensaban igual? b) ¿En qué sentido somos los siervos de Dios como Pablo, Áquila y Priscila?

      6 Pero para Pablo su trabajo no era lo más importante. Tan solo era un medio para mantenerse y poder enseñar “sin costo las buenas noticias” (2 Cor. 11:7). Y, como Áquila y Priscila eran buenos cristianos, seguro que tenían el mismo punto de vista que Pablo sobre el trabajo. De hecho, cuando él se fue de Corinto en el año 52, lo dejaron todo y se mudaron con él a Éfeso. Allí usaron su casa para que la congregación se reuniera (1 Cor. 16:19). Más tarde, volvieron a Roma y después se fueron otra vez a Éfeso. Para ellos, el Reino siempre fue lo primero, y pusieron las necesidades de los demás por encima de las suyas. Con razón “todas las congregaciones de las naciones” los apreciaban tanto (Rom. 16:3-5; 2 Tim. 4:19).

      7 Hoy, los siervos de Jehová imitan a Pablo, Áquila y Priscila. Aunque están muy ocupados en el ministerio, trabajan duro “a fin de no ser una carga económica” para nadie (1 Tes. 2:9). Por ejemplo, muchos precursores trabajan a tiempo parcial o por temporadas para poder mantenerse y dedicarse a lo más importante para ellos: la predicación. Además, como Áquila y Priscila, muchos hermanos tienen la costumbre de recibir en sus hogares a los superintendentes de circuito. Gracias a que son “siempre hospitalarios”, tienen muchas oportunidades de sentirse contentos y animados con estas visitas (Rom. 12:13).

      CARTAS QUE DIOS INSPIRÓ PARA DAR ÁNIMO

      Durante los 18 meses que estuvo en Corinto, alrededor de los años 50 y 52, Pablo escribió al menos dos cartas que después formaron parte de las Escrituras Griegas Cristianas: sus cartas a los tesalonicenses. En ese mismo periodo, o poco después, debió de escribir también su carta a los gálatas.

      Primera a los Tesalonicenses. Es la primera carta de Pablo que llegó a formar parte de la Biblia. Él visitó Tesalónica alrededor del año 50, en su segundo viaje de predicación. Poco después de que se creara la congregación, los judíos empezaron a perseguir a los hermanos, así que Pablo y Silas tuvieron que marcharse (Hech. 17:1-10, 13). Como estaba preocupado por ellos, Pablo intentó volver dos veces, pero él mismo dijo: “Satanás nos impidió el paso”. Entonces les mandó a Timoteo para darles fuerzas y consuelo. Seguramente a finales del año 50, Timoteo se reencontró con Pablo en Corinto y le dio buenos informes sobre la congregación de Tesalónica. Fue entonces cuando Pablo les escribió esta carta (1 Tes. 2:17-3:7).

      Segunda a los Tesalonicenses. Al parecer, la escribió poco después de la primera, quizás en el año 51. En las dos cartas, Pablo envió sus saludos junto con los de Timoteo y Silvano, llamado Silas en el libro de Hechos (Hech. 18:5, 18; 1 Tes. 1:1; 2 Tes. 1:1). Después del periodo que Pablo estuvo en Corinto, no hay constancia de que los tres volvieran a estar juntos. Ahora bien, ¿por qué escribió esta segunda carta? Por lo visto, porque recibió más noticias de los tesalonicenses, tal vez por medio de la persona que les había llevado la primera. Y esas noticias lo motivaron a felicitarlos por su amor y aguante, pero también a corregir a algunos que pensaban que la presencia del Señor estaba a la vuelta de la esquina (2 Tes. 1:3-12; 2:1, 2).

      Gálatas. La propia carta da a entender que, antes de escribirles a los gálatas, Pablo los había visitado al menos dos veces. Primero, en los años 47 y 48, había ido con Bernabé a Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe, que eran ciudades de la provincia romana de Galacia. Más tarde, en el año 49, había vuelto a la misma zona junto con Silas (Hech. 13:1-14:23; 16:1-6). Les escribió porque, justo después de su visita, los judaizantes llegaron y se pusieron a enseñar que los cristianos tenían que circuncidarse y obedecer la Ley de Moisés. Es muy probable que enviara su carta en cuanto se enteró de que se estaban difundiendo esas mentiras. Puede que la escribiera desde Corinto; pero también pudo haber sido desde Éfeso —en una parada mientras iba de regreso a Antioquía de Siria— o incluso desde la misma Antioquía (Hech. 18:18-23).

      “Muchos de los corintios [...] empezaron a creer” (Hechos 18:5-8)

      8, 9. ¿Qué hizo Pablo cuando los judíos se pusieron en su contra, y adónde se fue para seguir predicando?

      8 Veamos otro detalle que confirma que Pablo veía su trabajo solo como un medio para mantenerse y seguir predicando. Resulta que Silas y Timoteo llegaron de Macedonia con una generosa ayuda para cubrir las necesidades de Pablo (2 Cor. 11:9). De inmediato, él “se dedicó por completo [o todo el tiempo] a predicar la palabra” (Hech. 18:5). Sin embargo, los judíos no dejaban de ponerse en su contra. Y no hubo manera de que aceptaran el mensaje de que Cristo podía salvarlos. Así que Pablo se sacudió la ropa para demostrarles que él no era responsable de lo que les pasara y les dijo directamente: “Ustedes son responsables de su propia muerte. Yo no tengo la culpa. De ahora en adelante iré a la gente de las naciones” (Hech. 18:6; Ezeq. 3:18, 19).

      9 El relato dice que entonces Pablo se fue de la sinagoga. Pero ¿adónde se iría a predicar? Ticio Justo —probablemente un prosélito judío— lo recibió en su casa, que estaba pegada a la sinagoga (Hech. 18:7). Aunque Pablo siguió viviendo en la casa de Áquila y Priscila mientras estuvo en Corinto, la casa de Ticio Justo era el centro de operaciones de su ministerio.

      10. ¿Qué demuestra que Pablo no dejó de predicarles a los judíos?

      10 Si ahora Pablo iba a predicarle a la gente de las naciones, ¿es porque ya no les predicaría a los judíos y prosélitos que quisieran escucharlo? De ningún modo. Por ejemplo, “Crispo, el presidente de la sinagoga, y toda su casa creyeron en el Señor”. Y parece que un buen número de los que iban a esa sinagoga hicieron lo mismo que Crispo, ya que la Biblia dice: “Muchos de los corintios que oyeron el mensaje empezaron a creer y a bautizarse” (Hech. 18:8). La casa de Ticio Justo se convirtió en el lugar de reuniones para la congregación recién formada de Corinto. Si el relato de Hechos está escrito en orden cronológico (que era el estilo de Lucas), entonces los judíos o prosélitos se hicieron cristianos después de que Pablo se sacudiera la ropa. Esto demostraría que, si alguien quería escuchar la verdad, el apóstol era flexible y le predicaba.

      11. Igual que hizo Pablo con los judíos de Corinto, ¿qué hacemos los Testigos para ayudar a la gente que afirma ser cristiana?

      11 En la actualidad, hay muchos lugares donde las Iglesias de la cristiandad influyen en la vida de la gente, sea porque llevan siglos ahí o porque sus misioneros han hecho todo lo posible por conseguir muchísimos adeptos. Igual que les pasaba a los judíos de Corinto, hay gente religiosa muy atada a sus tradiciones. Nosotros, al igual que Pablo, nos esforzamos por llegar a esas personas y ayudarles a entender bien lo que les han enseñado de la Biblia. Aunque no quieran que prediquemos o sus guías religiosos nos persigan, no nos rendimos. Tengamos presente que entre ellos hay personas de muy buen corazón que “tienen devoción por Dios, pero no se basa en conocimiento exacto” (Rom. 10:2). ¡Vayamos a buscarlas!

      “Tengo a mucha gente en esta ciudad” (Hechos 18:9-17)

      12. ¿Qué le aseguró Jesús a Pablo en una visión?

      12 Tal vez Pablo no sabía cuánto tiempo más debía quedarse en Corinto. Pero Jesús se lo dejó muy claro cuando una noche se le apareció y le dijo: “No tengas miedo. Sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo y nadie te atacará para hacerte daño. Tengo a mucha gente en esta ciudad” (Hech. 18:9, 10). ¡Qué visión tan alentadora! El propio Jesús le aseguró que él lo protegería y que todavía había muchas personas en la ciudad que merecían escuchar el mensaje. Así que Pablo “se quedó allí un año y seis meses enseñándoles la palabra de Dios” (Hech. 18:11).

      13. ¿Qué puede que recordara Pablo mientras se acercaba al tribunal? ¿Por qué estaba seguro de que no le iba a pasar algo parecido?

      13 Al cabo de un año en Corinto, a Pablo le pasó algo que lo convenció todavía más de que Jesús estaba con él. Fue cuando “los judíos se pusieron de acuerdo para atacar a Pablo y lo llevaron ante el tribunal” (Hech. 18:12). Según algunos expertos, aquel tribunal (en griego, bḗma) era una plataforma elevada de mármol blanco y azul decorado con muchos grabados. Al parecer estaba cerca del centro de la plaza de mercado. Al frente tenía un espacio amplio donde cabía una multitud considerable. Los descubrimientos arqueológicos indican que se encontraba a unos pasos de la sinagoga y, por lo tanto, de la casa de Ticio Justo. Al acercarse a esta plataforma, puede que Pablo recordara el asesinato de Esteban, el primer mártir cristiano. De hecho, él mismo —conocido en ese entonces como Saulo— había estado de acuerdo con su ejecución (Hech. 8:1). ¿Le pasaría a Pablo algo parecido ahora? No, puesto que Jesús le había prometido que nadie le haría daño (Hech. 18:10).

      Galión, delante de una multitud de judíos furiosos, diciéndoles que ya no se juzgaría a Pablo. Unos soldados romanos tratan de controlar a esos judíos.

      “Entonces los echó del tribunal” (Hechos 18:16).

      14, 15. a) ¿De qué acusaron los judíos a Pablo, y por qué decidió Galión que no habría un juicio? b) ¿Qué le pasó a Sóstenes, y qué es posible que hiciera más tarde?

      14 ¿Qué ocurrió cuando Pablo llegó al tribunal? El juez era Galión, procónsul de Acaya y hermano mayor del célebre filósofo romano Séneca. Los judíos presentaron este cargo: “Este hombre está tratando de convencer a la gente para que adore a Dios de una manera que va en contra de la ley” (Hech. 18:13). En otras palabras, lo estaban acusando de estar haciendo adeptos ilegalmente. Sin embargo, Galión se dio cuenta de que Pablo no era culpable de ninguna “injusticia o de un delito grave” (Hech. 18:14). Además, no tenía la menor intención de enredarse en polémicas de los judíos. De modo que Pablo ni siquiera tuvo que defenderse: Galión decidió que no habría un juicio. Los judíos se pusieron tan furiosos que agarraron a Sóstenes —probablemente el sustituto de Crispo como presidente de la sinagoga— “y comenzaron a golpearlo enfrente del tribunal” (Hech. 18:17).

      15 ¿Por qué no impidió Galión aquella paliza? Quizás porque creía que Sóstenes era el cabecilla del grupo y que, por lo tanto, se lo tenía bien merecido. Sea como sea, es posible que de todo esto saliera algo bueno, pues años después, en su primera carta a la congregación de Corinto, Pablo habla de cierto Sóstenes y lo llama hermano (1 Cor. 1:1, 2). ¿Se trata del mismo Sóstenes? Si así es, puede que esa mala experiencia contribuyera a que se hiciera cristiano.

      16. ¿Por qué es un incentivo para nosotros la promesa que Jesús le hizo a Pablo?

      16 Como ya hemos visto, Jesús le dijo a Pablo: “No tengas miedo. Sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo” (Hech. 18:9, 10). Ahora bien, ¿cuándo le hizo esa promesa? Después de que los judíos rechazaron el mensaje. Nosotros también deberíamos recordar esas palabras de Jesús, sobre todo cuando la gente no quiere escucharnos. Nunca olvidemos que Jehová sabe lo que hay en el corazón de la gente y trae a su lado a las personas sinceras (1 Sam. 16:7; Juan 6:44). ¿Verdad que esto es un incentivo para seguir predicando? Además, todos los años hay cientos de miles de bautizados. Eso significa que cada día se bautizan cientos de personas. Si obedecemos el mandato de hacer “discípulos de gente de todas las naciones”, podemos estar seguros de que Jesús cumplirá esta promesa: “Estaré con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mat. 28:19, 20).

      “Si Jehová quiere” (Hechos 18:18-22)

      17, 18. ¿De qué es probable que Pablo se estuviera acordando durante el viaje a Éfeso?

      17 No sabemos si gracias a la decisión de Galión la nueva congregación de Corinto disfrutó de un periodo de paz. Lo que sí sabemos es que Pablo se quedó en Corinto “algunos días más” y luego se despidió de los hermanos. En la primavera del año 52 hizo planes para embarcarse en Cencreas, a unos 11 kilómetros (7 millas) al este de Corinto, y dirigirse a Siria. Estando en Cencreas, “se cortó el pelo porque había hecho un voto” (Hech. 18:18).c Luego se llevó con él a Áquila y Priscila, y juntos atravesaron el mar Egeo para llegar a Éfeso, en Asia Menor.

      18 Durante el viaje, Pablo seguramente se estuvo acordando de todo lo que había vivido en los 18 meses que estuvo predicando en Corinto. Iba cargado de buenos recuerdos y tenía muchas razones para sentirse satisfecho. Su ministerio había dado muy buenos resultados. Se había formado la primera congregación de la ciudad y ya había un lugar donde reunirse: la casa de Ticio Justo. Muchas personas se habían hecho cristianas, como Ticio Justo, Crispo y todos los de su casa. Se encariñó con todos ellos, pues los ayudó a aceptar la verdad. Más tarde les escribió y los comparó a una carta de recomendación inscrita en su corazón. Nosotros también sentimos un cariño especial por las personas a quienes les hemos ayudado a aprender la verdad. ¡Qué satisfechos nos sentimos al ver a estos hermanos, que son como nuestras “cartas de recomendación”! (2 Cor. 3:1-3).

      19, 20. ¿Qué hizo Pablo en cuanto llegó a Éfeso, y cómo podemos imitar su ejemplo?

      19 En cuanto llegó a Éfeso, Pablo empezó a predicar. “Entró en la sinagoga y se puso a razonar con los judíos” (Hech. 18:19). Pero esta vez estuvo muy poco en la ciudad. Aunque los efesios “le pidieron que se quedara más tiempo, él no aceptó, sino que se despidió y les dijo: ‘Si Jehová quiere, volveré a verlos’” (Hech. 18:20, 21). Tenía muy claro que en Éfeso había mucho trabajo por hacer. Y planeaba regresar, pero lo dejó todo en manos de Jehová. Nosotros podemos imitar su ejemplo. ¿Cómo? Es bueno que nos pongamos metas espirituales y trabajemos para alcanzarlas, pero también debemos buscar la guía de Jehová y tratar de actuar en armonía con su voluntad (Sant. 4:15).

      20 Pablo dejó a Áquila y Priscila en Éfeso y se fue en barco hacia Cesarea. Al parecer, luego “subió” a Jerusalén y saludó a la congregación (vea la nota de estudio de Hechos 18:22 en la Biblia de estudio). Finalmente, volvió a su punto de partida, Antioquía de Siria. ¡Su segundo viaje misionero había sido todo un éxito! Veamos ahora cómo le fue en su último viaje misionero.

      EL VOTO DE PABLO

      Hechos 18:18 dice que estando en Cencreas Pablo “se cortó el pelo porque había hecho un voto”. ¿Qué clase de voto era?

      En términos generales, un voto es una promesa solemne que se le hace a Dios de forma voluntaria. Se le promete hacer algo, darle algo o servirle de una manera especial. Hay quien cree que Pablo se cortó el pelo porque había hecho un voto de nazareato. Pero, de acuerdo con lo que dice la Biblia, cuando los nazareos terminaban su periodo de servicio especial a Jehová, tenían que afeitarse la cabeza “a la entrada de la tienda de reunión”, que estaba en Jerusalén. Como Pablo estaba en Cencreas, no se trataba de un voto de nazareato (Núm. 6:5, 18).

      Hechos no dice cuándo hizo este voto. Es posible que incluso lo hiciera antes de ser cristiano. El relato tampoco dice si Pablo le había pedido algo en particular a Jehová. Una obra de consulta dice que tal vez se cortó el pelo como “un acto de acción de gracias [...] al haber sido preservado de todo daño durante el ministerio en Corinto”.

      a Vea el recuadro “Corinto, señora de dos puertos”.

      b Vea el recuadro “Cartas que Dios inspiró para dar ánimo”.

      c Vea el recuadro “El voto de Pablo”.

  • “Siguió extendiéndose y ganando fuerza” pese a la oposición
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 20

      “Siguió extendiéndose y ganando fuerza” pese a la oposición

      Apolos y Pablo contribuyen a que sigan triunfando las buenas noticias

      Basado en Hechos 18:23-19:41

      1, 2. a) ¿Qué peligro afrontaron Pablo y sus compañeros en Éfeso? b) ¿Qué veremos en este capítulo?

      EN LAS calles de Éfeso hay un escándalo enorme. Un montón de gente va corriendo, gritando y está cada vez más furiosa. Algunos de ellos atrapan a dos compañeros de viaje de Pablo y se los llevan a rastras. La avalancha de gente atraviesa una amplia calle llena de negocios. Más y más personas se van uniendo a la multitud, y la calle se va quedando vacía. Se dirigen al imponente teatro de la ciudad, donde caben 25.000 espectadores. La mayoría ni siquiera sabe bien lo que está pasando, pero se imaginan que alguien está atacando su templo y a su amada diosa Ártemis. Por eso no paran de gritar: “¡Grande es Ártemis de los efesios!” (Hech. 19:34).

      2 De nuevo vemos a Satanás usando a un grupo de gente violenta para intentar frenar el avance de las buenas noticias. Claro, esta es solo una de sus tácticas. En este capítulo analizaremos algunas de las maneras en que trató de detener la obra y dividir a los cristianos del siglo primero. Pero lo más importante que veremos es que fracasó y que “la palabra de Jehová siguió extendiéndose y ganando fuerza de manera poderosa” (Hech. 19:20). ¿Cómo lograron aquellos cristianos superar los ataques? Igual que nosotros. Es cierto que Jehová nos da la victoria, pero cada uno de nosotros debe poner de su parte. Con la ayuda del espíritu santo podemos cultivar las cualidades que nos permitirán cumplir con nuestro ministerio. Pero primero veamos lo que nos enseña el ejemplo de Apolos.

      “Conocía muy bien las Escrituras” (Hechos 18:24-28)

      3, 4. ¿De qué se dieron cuenta Áquila y Priscila, y qué hicieron?

      3 Mientras Pablo iba de camino a Éfeso en su tercer viaje misionero, un judío llamado Apolos llegó a la ciudad. Venía de la famosa ciudad de Alejandría (Egipto) y destacaba por ciertas habilidades: “Era un hombre elocuente que conocía muy bien las Escrituras”. Además, estaba “lleno de fervor debido al espíritu”. Y así, con mucho entusiasmo y valentía, fue a discursar a la sinagoga delante de un público judío (Hech. 18:24, 25).

      4 Áquila y Priscila escucharon el discurso de Apolos. Seguro que les encantó ver que “enseñaba con exactitud acerca de Jesús”. Sin embargo, se dieron cuenta de que había algo muy importante que él no sabía: aunque lo que decía sobre Jesús estaba bien, “conocía solamente el bautismo de Juan”. Por eso, sin dejarse intimidar por sus habilidades y su preparación académica, estos dos humildes fabricantes de tiendas de campaña “se lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios” (Hech. 18:25, 26). ¿Y cómo reaccionó él? Al parecer, demostró una de las cualidades cristianas más importantes: la humildad.

      5, 6. ¿Qué le ayudó a Apolos a ser más útil para Jehová, y qué aprendemos de su ejemplo?

      5 Aceptar la ayuda de Áquila y Priscila hizo que Apolos fuera un mejor siervo de Jehová. Tiempo después, viajó a Acaya, y allí “ayudó mucho” a los discípulos. También defendió muy bien ante los judíos de esa región que Jesús era el Mesías predicho. Lucas escribió: “Con determinación probó claramente que los judíos estaban equivocados, demostrándoles con las Escrituras que Jesús es el Cristo” (Hech. 18:27, 28). Sin duda, Apolos se convirtió en una auténtica bendición y contribuyó mucho a que “la palabra de Jehová” siguiera ganando fuerza. ¿Qué aprendemos de su ejemplo?

      6 Se espera que todos los cristianos cultivemos humildad. Todos tenemos muchas cosas buenas, como habilidades, experiencia o conocimientos. Pero de nada sirven si no somos humildes. Sin esta cualidad, todas esas cosas pueden volverse en nuestra contra y convertirnos en personas arrogantes (1 Cor. 4:7; Sant. 4:6). Si de verdad somos humildes, nos esforzaremos por ver a los demás como superiores a nosotros (Filip. 2:3). Nos dejaremos enseñar y no nos irritaremos cuando otros nos corrijan. Tampoco seremos orgullosos ni insistiremos en nuestras ideas si vemos que ya no encajan con la dirección que ahora está dando el espíritu santo. Mientras seamos humildes, Jehová y Jesús nos seguirán usando (Luc. 1:51, 52).

      7. ¿Qué ejemplo dieron Pablo y Apolos?

      7 La humildad también es un antídoto contra el espíritu de competencia. ¡Cuánto le hubiera gustado a Satanás sembrar cizaña entre aquellos cristianos! Le habría encantado que dos maestros tan hábiles y enérgicos como Apolos y Pablo compitieran entre sí para ver quién conseguía más seguidores en las congregaciones. Para ellos habría sido fácil. De hecho, algunos corintios llegaron a decir “Yo soy de Pablo”, y otros decían “Yo soy de Apolos”. Ahora bien, ¿querían ellos dos que se crearan bandos? No, para nada. Es más, Pablo reconoció con humildad el buen trabajo de Apolos y hasta le dio el honor de atender más responsabilidades. Y Apolos, a su vez, siguió las instrucciones de Pablo (1 Cor. 1:10-12; 3:6, 9; Tito 3:12, 13). ¡Qué ejemplo de humildad y colaboración!

      “Razonamientos convincentes sobre el Reino” (Hechos 18:23; 19:1-10)

      8. ¿Qué ruta siguió Pablo de regreso a Éfeso, y por qué?

      8 Pablo había prometido regresar a Éfeso,a y lo cumplió (Hech. 18:20, 21). Pero fijémonos en la ruta que siguió. Recordemos que él estaba en Antioquía de Siria. Así que hubiera podido ir a Seleucia —que estaba muy cerca— y allí subir a un barco que lo llevara directamente hasta su destino. Pero, en vez de eso, caminó todo el trayecto “por las regiones del interior” (Hech. 19:1). Esto significa que tal vez recorrió a pie nada menos que unos 1.600 kilómetros (1.000 millas). ¿Por qué siguió una ruta tan larga y difícil? Porque quería ir “fortaleciendo a todos los discípulos” (Hech. 18:23). Este tercer viaje misionero iba a ser muy sacrificado, igual que los dos anteriores, pero él sabía que valía la pena. Hoy, los superintendentes de circuito y sus esposas muestran esa misma actitud y amor desinteresado. ¿Verdad que lo agradecemos?

      ÉFESO, CAPITAL DE ASIA

      Éfeso era la ciudad más grande del oeste de Asia Menor. En tiempos de Pablo, probablemente tendría más de 250.000 habitantes. Era la capital de una provincia romana llamada Asia, y por eso se la conocía como la “primera y gran metrópoli de Asia”.

      Era una ciudad muy rica gracias al comercio y la religión. Tenía un puerto marítimo que estaba situado junto a la desembocadura de un río navegable, y muchas rutas comerciales pasaban por ese puerto. Por otro lado, además de su famoso templo de Ártemis, Éfeso contaba con santuarios y templos de muchísimos dioses que adoraban los romanos, los griegos, los egipcios y los pueblos de Asia Menor.

      El templo de Ártemis era una de las siete maravillas del mundo antiguo. Medía unos 105 metros (350 pies) de largo y 50 metros (160 pies) de ancho. Tenía unas 100 columnas de mármol de casi 2 metros (6 pies) de ancho en la base y 17 metros (55 pies) de alto. En toda la región del Mediterráneo se le consideraba un lugar sagrado. Además, la gente depositaba allí mucho dinero para que la diosa se lo protegiera, y así el templo se convirtió en el banco más importante de Asia.

      Entre otros edificios importantes de la ciudad había un estadio que se usaba para competencias atléticas y tal vez para combates de gladiadores. También había un teatro, plazas públicas donde se atendían asuntos políticos y comerciales, y una zona rodeada de columnas, detrás de las cuales había tiendas.

      Según el geógrafo griego Estrabón, el puerto se fue llenando de depósitos del río y con el tiempo dejó de utilizarse. Al final, la ciudad quedó abandonada. Hoy, no hay ninguna ciudad que esté justo en el lugar que ocupaba la antigua Éfeso. Así que visitar sus ruinas es como hacer un viaje al pasado.

      9. ¿Por qué se volvieron a bautizar varios discípulos de Juan el Bautista, y cuál es la lección?

      9 Al llegar a Éfeso, Pablo se encontró con unos 12 discípulos de Juan el Bautista. Ellos solo habían recibido el bautismo de Juan —que ya no era válido—, y al parecer sabían muy poco o nada acerca del espíritu santo. Pablo los puso al día, y ellos reaccionaron igual que Apolos: con humildad y ganas de aprender. Entonces se bautizaron en el nombre de Jesús, y recibieron espíritu santo y algunos dones milagrosos. ¿Cuál es la lección? Que Jehová bendice a quienes están dispuestos a aceptar los cambios que él hace en su organización (Hech. 19:1-7).

      10. ¿Por qué se fue Pablo de la sinagoga a una sala de conferencias, y cómo podemos seguir su ejemplo?

      10 Veamos qué pasó después. Pablo estuvo tres meses predicando con valor en la sinagoga. Aunque estaba dando “razonamientos convincentes sobre el Reino de Dios”, algunos se negaron a escucharlo y se pusieron en su contra. Como no quería perder el tiempo con quienes “hablaban mal del Camino”, decidió irse a la sala de conferencias de una escuela y dar sus discursos allí desde entonces (Hech. 19:8, 9). Quienes querían seguir aprendiendo sobre el Reino de Dios tuvieron que dejar de ir a la sinagoga y empezar a ir a esa sala de conferencias. Al igual que Pablo, si vemos que alguien no quiere escucharnos o solo busca discutir, haremos bien en terminar la conversación. A fin de cuentas, todavía hay muchísimas personas sinceras que necesitan escuchar nuestro mensaje de consuelo.

      11, 12. a) ¿Cómo demostró Pablo que era trabajador y adaptable? b) ¿Cómo demostramos los testigos de Jehová que también somos trabajadores y adaptables?

      11 Es posible que Pablo enseñara todos los días en la sala de conferencias de aquella escuela de once de la mañana a cuatro de la tarde (vea la nota de estudio de Hechos 19:9 en la Biblia de estudio). Aunque esas eran las horas más calurosas del día, también eran las más tranquilas, pues muchos paraban de trabajar para comer y descansar. Si Pablo siguió estrictamente este horario durante los dos años que estuvo allí, eso significa que dedicó más de 3.000 horas a la enseñanza.b ¡Con razón la palabra de Jehová siguió extendiéndose y ganando fuerza! Pablo fue muy trabajador y estuvo dispuesto a adaptar su horario a las necesidades de las personas de su territorio. Gracias a eso, “todos los que vivían en la provincia de Asia, tanto judíos como griegos, oyeron la palabra del Señor” (Hech. 19:10). ¡Eso sí que es dar un testimonio completo!

      Dos hermanas predicando por teléfono.

      Tratamos de hablar con las personas dondequiera que estén.

      12 En la actualidad, los testigos de Jehová también somos trabajadores y adaptables. Procuramos predicar en los lugares y horarios en los que haya más gente. Por eso damos testimonio en las calles, las zonas comerciales y otros lugares muy transitados. También podemos predicar por teléfono o por carta. Además, visitamos las casas a las horas en que es más probable encontrar a las personas.

      “Siguió extendiéndose y ganando fuerza” pese a los espíritus malvados (Hechos 19:11-22)

      13, 14. a) ¿Qué poder le dio Jehová a Pablo? b) ¿Qué gran error cometieron los hijos de Esceva, y en qué se parecen a ellos muchos miembros de la cristiandad?

      13 Lucas explica que después Jehová le dio poder a Pablo para hacer “milagros extraordinarios”. Es más, hasta los paños y delantales que él había utilizado servían para curar enfermos y expulsar espíritus malvados (Hech. 19:11, 12).c Aunque la mayoría de las personas se maravillaban al ver estas victorias sobre Satanás y sus demonios, a otras no les gustaba para nada.

      14 Había “judíos que iban de un sitio a otro expulsando demonios” y quisieron hacer los mismos milagros que Pablo. El relato cuenta que algunos de ellos usaron los nombres de Jesús y Pablo para intentar expulsar demonios. Eso fue lo que trataron de hacer los siete hijos de un sacerdote principal llamado Esceva. Sin embargo, un espíritu malvado les dijo: “Conozco a Jesús y sé quién es Pablo. Pero ¿quiénes son ustedes?”. El hombre poseído se lanzó sobre aquellos impostores y los atacó como una fiera hasta que huyeron desnudos y heridos (Hech. 19:13-16). Todo el mundo pudo ver con claridad la diferencia entre el poder de Pablo, que era verdadero, y el de aquellos charlatanes, que era tan falso como su religión. Y así “la palabra de Jehová” siguió ganando fuerza. Hoy, millones de personas creen que basta con usar el nombre de Jesús o decir que son cristianas para tener la aprobación de Dios, pero están muy equivocadas. Jesús enseñó que solo quienes hacen la voluntad de su Padre pueden tener una esperanza real para el futuro (Mat. 7:21-23).

      15. ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de los efesios que se hicieron cristianos?

      15 En Éfeso, muchas personas practicaban magia. Eran muy comunes los hechizos, los amuletos y los libros de conjuros. Pero la humillación que sufrieron los hijos de Esceva hizo que muchos en la ciudad se llenaran de temor de Dios, se hicieran cristianos y abandonaran la brujería. De hecho, muchos efesios decidieron traer sus libros de artes mágicas y quemarlos en público, y eso que costaban el equivalente a miles y miles de dólares.d Lucas escribió: “Así, la palabra de Jehová siguió extendiéndose y ganando fuerza de manera poderosa” (Hech. 19:17-20). ¡Qué triunfo de Jehová sobre Satanás y sus demonios! Aquellas personas nos dejaron un magnífico ejemplo de fidelidad. Nosotros también vivimos en un mundo lleno de gente que practica el espiritismo y otras formas de ocultismo. Si descubrimos que tenemos algún objeto relacionado con esto, debemos ser como los efesios y deshacernos inmediatamente de él, cueste lo que cueste. No queremos tener nada que ver con esas prácticas repugnantes.

      “Se produjo un fuerte disturbio” (Hechos 19:23-41)

      En un taller de plateros de Éfeso, Demetrio, muy enojado, hablándoles a los artesanos. En la mano tiene un templo de Ártemis en miniatura. Detrás, Pablo le predica a un grupo de gente en la plaza de mercado.

      “Señores, ustedes saben bien que nuestra ganancia depende de este negocio” (Hechos 19:25).

      16, 17. a) ¿Cómo puso Demetrio a la gente en contra de los cristianos? b) ¿Por qué decimos que los efesios eran unos fanáticos?

      16 A continuación, Lucas nos habla de otro método que usa Satanás: los grupos violentos. Hechos 19:23 dice que “se produjo un fuerte disturbio a causa del Camino”, y la situación se puso muy peligrosa.e Todo empezó cuando un platero llamado Demetrio reunió a sus colegas y les recordó que si querían seguir ganando dinero tenían que seguir vendiendo ídolos. Luego les insinuó que el mensaje que predicaba Pablo no les convenía, porque los que se hacían cristianos ya no adoraban ídolos. Por último, como sabía que ellos estaban muy orgullosos de su ciudad y su país, les advirtió que, si dejaban que la gente escuchara a Pablo, entonces su famoso templo sería “despreciado” y su diosa Ártemis perdería su esplendor (Hech. 19:24-27).

      17 Demetrio se salió con la suya. Los plateros se pusieron furiosos y comenzaron a gritar: “¡Grande es Ártemis de los efesios!”. El caos se apoderó de la ciudad, lo que desencadenó la avalancha de fanáticos que mencionamos en el primer párrafo.f Pablo, tan valiente como siempre, quería ir al teatro para hablar ante la multitud, pero los discípulos insistieron en que no se metiera en la boca del lobo. Entonces un hombre llamado Alejandro se puso delante de todos y trató de hablar. Como era judío, tal vez quisiera explicar las diferencias entre su religión y el cristianismo. Pero la multitud estaba tan furiosa que no quiso escucharlo. En cuanto se dieron cuenta de que era judío, lo callaron a gritos y estuvieron dos horas repitiendo: “¡Grande es Ártemis de los efesios!”. En la actualidad, el fanatismo religioso también hace que la gente se cierre por completo o se ponga como loca (Hech. 19:28-34).

      18, 19. a) ¿Cómo logró el registrador de la ciudad calmar los ánimos de la multitud? b) ¿Cómo han protegido las autoridades a los siervos de Jehová, y cómo podemos contribuir a que nos den ese apoyo?

      18 Al final tuvo que intervenir el registrador de la ciudad. Este funcionario calmó a la multitud y les aseguró que aquellos cristianos no eran ninguna amenaza ni para su templo ni para su diosa. También les dijo que Pablo y sus compañeros no habían cometido ningún delito contra el templo de Ártemis y que además, si querían acusarlos de algo, tenían que seguir un procedimiento. Pero quizás el argumento que más convenció a los efesios fue que, según la ley romana, aquella protesta era ilegal, y Roma podía tomar medidas drásticas contra ellos. A continuación, le dijo a la multitud que se fuera de allí. Gracias a las palabras tan razonables de este hombre, los ánimos se enfriaron tan rápido como se habían calentado (Hech. 19:35-41).

      19 No era la primera vez que una persona sensata y con autoridad protegía a los discípulos de Jesús, y tampoco sería la última. De hecho, el apóstol Juan tuvo una visión sobre los últimos días, y en ella “la tierra”, es decir, los elementos estables del mundo, se tragaba “un río”, o sea, la persecución de Satanás contra los cristianos (Apoc. 12:15, 16). Y así ha sido. Muchos jueces justos han protegido los derechos que tenemos los testigos de Jehová de predicar las buenas noticias y de reunirnos para adorar a Dios. Claro, puede que nuestra conducta haya contribuido a que nos den ese apoyo. En el caso de Pablo, parece que gracias a su buen comportamiento se ganó el respeto y la simpatía de algunos funcionarios de Éfeso, y quisieron protegerlo (Hech. 19:31). Si nosotros también somos respetuosos y honrados, causaremos una buena impresión. Y quién sabe qué efecto pudiera tener nuestra buena conducta.

      20. a) ¿Cómo se siente usted al ver que la palabra de Jehová ganó fuerza en el siglo primero y sigue haciéndolo hoy? b) ¿Qué está dispuesto a hacer?

      20 ¿Verdad que es emocionante ver cómo “la palabra de Jehová siguió extendiéndose y ganando fuerza” en el siglo primero? Y también nos emocionan las victorias que Jehová les da ahora a sus siervos. ¿Le gustaría aportar su granito de arena? Si así es, piense en todas las lecciones que hemos analizado: esfuércese por ser humilde, acepte los cambios en la organización, no deje de trabajar duro en la predicación, rechace cualquier contacto con los demonios y haga todo lo posible por dar buen testimonio con su conducta respetuosa y honrada.

      a Vea el recuadro “Éfeso, capital de Asia”.

      b Pablo también escribió su primera carta a los corintios mientras estuvo en Éfeso.

      c Puede que estos paños fueran pañuelos que Pablo se ataba a la frente para que el sudor no le entrara en los ojos. Y el hecho de que usara delantales puede indicar que dedicaba sus horas libres —tal vez temprano por la mañana— a trabajar haciendo tiendas de campaña (Hech. 20:34, 35).

      d Según Lucas, todos esos libros valían en total 50.000 monedas de plata. Si se trataba de denarios, esa cantidad representaba el salario de 50.000 días de trabajo, o sea, 137 años.

      e Hay quienes creen que Pablo se refirió a esta situación cuando dijo que él y sus compañeros habían temido por sus vidas (2 Cor. 1:8). Pero puede que estuviera pensando en una situación todavía más peligrosa, pues también escribió que había “peleado con animales salvajes en Éfeso”. Aquí pudo referirse a que había luchado con animales feroces en un estadio o a que se había enfrentado a enemigos brutales (1 Cor. 15:32). Las dos interpretaciones son posibles.

      f Aquellos gremios o grupos de artesanos tenían mucho poder. Por ejemplo, unos 100 años después, el grupo de panaderos empezó una revuelta muy parecida en Éfeso.

  • “Estoy limpio de la sangre de todo hombre”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 21

      “Estoy limpio de la sangre de todo hombre”

      El espíritu de entrega de Pablo en el ministerio y sus consejos para los ancianos

      Basado en Hechos 20:1-38

      1-3. a) ¿Cómo murió Eutico? b) ¿Qué hizo Pablo, y qué nos enseña esto sobre él?

      PABLO se encuentra en la ciudad de Troas. Está reunido con muchísimos hermanos en el tercer piso de una casa. Es el último día que estará con ellos, y tiene tanto que decirles que le da la medianoche hablándoles. El humo y el calor que desprenden tantas lámparas en la habitación probablemente contribuyen a que el ambiente se ponga muy cargado. Un joven llamado Eutico, que está sentado en una ventana, se va quedando dormido en pleno discurso de Pablo hasta que, de pronto, se cae hacia la calle.

      2 Como Lucas es médico, seguramente es de los primeros en salir corriendo a ayudar a Eutico, pero ya no hay nada que hacer: está muerto (Hech. 20:9). Entonces llega Pablo, se echa sobre él y le dice al grupo: “No se alarmen. Está vivo”. Pablo le ha devuelto la vida a Eutico. ¡Todo un milagro! (Hech. 20:10).

      3 Aquella resurrección es una muestra de las maravillas que Jehová puede hacer con su espíritu santo. Pablo no tuvo la culpa de que muriera Eutico, pero tampoco quería que los hermanos se quedaran con un recuerdo tan desagradable ni que ese accidente perjudicara la fe de ellos. Al haber resucitado al muchacho, Pablo consoló a los hermanos y los fortaleció para que pudieran seguir predicando con ganas. Es obvio que él reconocía el valor que tiene la vida, y por eso la respetaba tanto y hasta pudo decir: “Estoy limpio de la sangre de todo hombre” (Hech. 20:26). Analicemos cómo puede ayudarnos el ejemplo de Pablo a sentir ese mismo respeto por la vida.

      “Emprendió su viaje hacia Macedonia” (Hechos 20:1, 2)

      4. ¿Qué mala experiencia tuvo Pablo en Éfeso?

      4 Como vimos en el capítulo anterior, Pablo había tenido una muy mala experiencia predicando en Éfeso. Y es que, como los plateros de la ciudad vivían de la venta de ídolos para la adoración de Ártemis, provocaron un disturbio y la gente se puso muy violenta. El relato sigue diciendo: “Cuando se calmó el alboroto, Pablo mandó llamar a los discípulos. Tras animarlos y despedirse de ellos, emprendió su viaje hacia Macedonia” (Hech. 20:1).

      5, 6. a) ¿Cuánto tiempo debió de pasar Pablo en Macedonia, y cómo ayudó a los hermanos de allí? b) ¿Cómo veía Pablo a sus hermanos en la fe?

      5 De camino a Macedonia, Pablo se detuvo en el puerto de Troas y se quedó un tiempo allí. Esperaba reunirse con Tito, quien se había ido a Corinto (2 Cor. 2:12, 13). Pero, cuando Pablo se dio cuenta de que Tito no iba a poder llegar, se fue a Macedonia. Quizás estuvo alrededor de un año dando “muchas palabras de ánimo a los discípulos de allí” (Hech. 20:2).a Finalmente, Tito se encontró con él en Macedonia y le contó que los cristianos de Corinto habían reaccionado muy bien a su primera carta (2 Cor. 7:5-7). Esto motivó a Pablo a escribirles otra carta, que ahora conocemos como Segunda a los Corintios.

      6 Es interesante que, cuando Lucas habla de las visitas de Pablo a Éfeso y Macedonia, usa las palabras animar y ánimo. Eso indica lo que Pablo sentía por los hermanos. Él no era como los fariseos, no se creía superior a los demás. Más bien, amaba a las ovejitas de la congregación. Sus hermanos eran sus compañeros de equipo (Juan 7:47-49; 1 Cor. 3:9). Y siguió viéndolos así incluso cuando tuvo que aconsejarlos con firmeza (2 Cor. 2:4).

      7. ¿Cómo imitan a Pablo los superintendentes cristianos?

      7 En la actualidad, los ancianos de las congregaciones y los superintendentes de circuito se esfuerzan por imitar el ejemplo de Pablo. Incluso cuando tienen que aconsejar con firmeza a alguien, lo hacen con el objetivo de ayudar a esa persona. Intentan entender cómo se siente y, en vez de ser sus jueces, hacen todo lo posible por animarla. Un superintendente de circuito con mucha experiencia comenta: “La mayoría de los hermanos quieren hacer las cosas bien, pero muchas veces luchan contra sus frustraciones, sus miedos o sus sentimientos de impotencia”. Los ancianos pueden fortalecer mucho a los hermanos que se sienten así (Heb. 12:12, 13).

      LAS CARTAS QUE ESCRIBIÓ PABLO EN MACEDONIA

      Segunda a los Corintios. En esta carta, Pablo explica que, cuando llegó a Macedonia, estaba preocupado por los hermanos de Corinto. Pero, cuando Tito llegó y le trajo buenas noticias sobre ellos, sintió un gran alivio. Fue entonces, alrededor del año 55, cuando les escribió esta carta. En ella indica que todavía estaba en Macedonia (2 Cor. 7:5-7; 9:2-4). Para ese tiempo, una de las prioridades de Pablo era terminar de reunir los donativos para los hermanos de Judea (2 Cor. 8:18-21). Además, estaba preocupado porque en la congregación de Corinto había “apóstoles falsos, trabajadores que engañan a otros” (2 Cor. 11:5, 13, 14).

      Tito. Todo parece indicar que esta carta también se escribió en Macedonia. Después de la primera vez que estuvo preso en Roma, Pablo visitó la isla de Creta en algún momento entre los años 61 y 64. Allí dejó a Tito para que corrigiera algunos problemas en la congregación y nombrara ancianos (Tito 1:5). Entonces le pidió en la carta que se reuniera con él en Nicópolis. En la región del mar Mediterráneo había varias ciudades con este nombre. Pero es muy posible que Pablo se refiriera a la del noroeste de Grecia, ya que por lo visto él estaba predicando cerca de allí cuando le escribió a Tito (Tito 3:12).

      Primera a Timoteo. Esta carta también se escribió en algún momento entre los años 61 y 64, es decir, entre la primera y la segunda vez que Pablo estuvo preso en Roma. Al principio de la carta, Pablo dice que le pidió a Timoteo que se quedara en Éfeso mientras él iba a Macedonia (1 Tim. 1:3). Así que, al parecer, escribió esta carta desde Macedonia. En ella le habla como un padre y le da consejos, ánimo e instrucciones sobre cómo tratar ciertos asuntos en las congregaciones.

      “Tramaron una conspiración contra él” (Hechos 20:3, 4)

      8, 9. a) ¿Qué obligó a Pablo a cambiar sus planes de viajar a Siria? b) ¿Por qué odiaban los judíos a Pablo?

      8 De Macedonia, Pablo se fue a Corinto y pasó tres meses allí.b Tenía pensado ir a Cencreas, tomar un barco a Siria y, desde allí, ir a Jerusalén para entregarles ayuda material a los hermanos necesitados (Hech. 24:17; Rom. 15:25, 26).c Sin embargo, pasó algo inesperado que obligó a Pablo a cambiar de planes. ¿Qué fue lo que pasó? Que “los judíos tramaron una conspiración contra él” (Hech. 20:3).

      9 Los judíos odiaban a Pablo porque lo consideraban un apóstata. Y, cuando Pablo estuvo predicando en Corinto, el líder de la sinagoga, Crispo, se hizo cristiano (Hech. 18:7, 8; 1 Cor. 1:14). En otra ocasión los judíos de allí habían acudido al procónsul de Acaya, Galión, y acusaron a Pablo de violar las leyes, pero Galión rechazó la acusación, y eso los puso furiosos (Hech. 18:12-17). Ahora puede que estos judíos se hayan enterado de que Pablo iba a embarcarse en Cencreas, o tal vez se lo hayan imaginado. El caso es que tramaron matarlo allí. Veamos qué hizo Pablo.

      10. ¿Por qué no se puede tachar de cobarde a Pablo por no haber ido a Cencreas?

      10 Por su seguridad y la de los fondos que le habían encargado, Pablo decidió volver a Macedonia en vez de ir a Cencreas. No es que viajar por tierra fuera mucho más seguro. Los caminos estaban llenos de ladrones, y las posadas también tenían sus riesgos. Pero Pablo pensó que exponerse a estos peligros era mejor que lo que le esperaba en Cencreas. Por lo menos no andaba solo; lo acompañaban Aristarco, Gayo, Segundo, Sópater, Timoteo, Tíquico y Trófimo (Hech. 20:3, 4).

      11. ¿Qué medidas tomamos para protegernos, y qué ejemplo nos dio Jesús?

      11 Igual que Pablo, los cristianos de hoy también tomamos medidas para protegernos cuando participamos en el ministerio. Por eso, en ciertas zonas siempre vamos en grupos, o al menos con alguien más. Y, en caso de persecución, también tenemos cuidado. Aunque sabemos que no podemos evitarla, no nos arriesgamos innecesariamente cuando predicamos (Juan 15:20; 2 Tim. 3:12). Pensemos en lo que hizo Jesús. En una ocasión, en Jerusalén, al ver que sus enemigos recogían piedras para apedrearlo, “se escondió y salió del templo” (Juan 8:59). Y en otra ocasión, cuando los judíos tramaron matarlo, “dejó de andar en público entre los judíos y se fue a la región que está cerca del desierto” (Juan 11:54). Así que, cuando era necesario, Jesús tomaba medidas para protegerse y así poder cumplir con lo que Jehová le había encargado. Hoy los cristianos hacemos lo mismo (Mat. 10:16).

      PABLO ENTREGA AYUDA MATERIAL

      En los años que siguieron al Pentecostés del 33, los cristianos de Jerusalén sufrieron mucho. Se enfrentaron a persecuciones, saqueos y periodos de hambre. Como consecuencia, en muchos casos llegaron a pasar necesidad (Hech. 11:27-12:1; Heb. 10:32-34). Por eso, alrededor del año 49, cuando los ancianos de Jerusalén le encargaron a Pablo que les predicara a los gentiles, también le pidieron que no se olvidara de ayudar a los pobres. Así que Pablo puso manos a la obra y organizó una colecta en las congregaciones (Gál. 2:10).

      En el año 55 les dijo a los corintios: “Sigan las instrucciones que les di a las congregaciones de Galacia. El primer día de cada semana, cada uno de ustedes debe apartar algo según sus posibilidades para que no se hagan colectas cuando yo llegue. Y, cuando llegue allá, enviaré a Jerusalén a los hombres que ustedes aprueben en sus cartas para que lleven su bondadoso regalo” (1 Cor. 16:1-3). Poco después, cuando les escribió su segunda carta, los animó a que tuvieran listos sus donativos y les mencionó que los macedonios también iban a hacer su aportación (2 Cor. 8:1-9:15).

      Entonces, en el año 56, hermanos de varias congregaciones se reunieron con él para ir a entregar lo que habían recaudado. Al final, Pablo viajó con ocho hermanos. Esto hizo que el viaje fuera más seguro e impidió que después trataran de acusar a Pablo de haber usado mal los donativos (2 Cor. 8:20). De hecho, la razón principal por la que viajó a Jerusalén fue para entregar esos fondos (Rom. 15:25, 26). Eso fue lo que más tarde dijo ante el gobernador Félix: “Después de muchos años vine a traerles donativos a los de mi nación y a hacer ofrendas” (Hech. 24:17).

      “Se sintieron enormemente consolados” (Hechos 20:5-12)

      12, 13. a) ¿Cómo se sintieron los hermanos cuando resucitó Eutico? b) ¿Qué esperanza nos consuela a nosotros?

      12 Pablo y sus compañeros viajaron juntos por Macedonia. Al parecer, en algún momento se separaron pero “a los cinco días”d volvieron a juntarse, ya que Lucas mismo escribió: “Los alcanzamos en Troas” (Hech. 20:6).e Fue allí donde Pablo resucitó a Eutico, como vimos al principio del capítulo. ¿Cómo cree que se sintieron los hermanos al verlo vivo otra vez? La Biblia dice que “se sintieron enormemente consolados” (Hech. 20:12).

      13 Es verdad que este tipo de milagros ya no pasan ahora. Pero quienes han perdido algún ser querido también se sienten “enormemente consolados” gracias a la esperanza bíblica de la resurrección (Juan 5:28, 29). No hay que olvidar que Eutico volvió a morir, pues era imperfecto (Rom. 6:23). Sin embargo, quienes resuciten en el nuevo mundo tendrán la oportunidad de vivir para siempre. Y quienes resuciten en los cielos para reinar con Jesús tendrán la inmortalidad (1 Cor. 15:51-53). Así que tanto los ungidos como las “otras ovejas” tienen muy buenas razones para sentirse “enormemente consolados” (Juan 10:16).

      “Públicamente y de casa en casa” (Hechos 20:13-24)

      14. ¿Qué les dijo Pablo a los ancianos de Éfeso cuando se reunieron en Mileto?

      14 Pablo y sus compañeros viajaron de Troas a Asón, y luego a Mitilene, Quíos, Samos y Mileto. Él quería llegar a Jerusalén para el día de la Fiesta de Pentecostés, así que hizo el viaje de regreso en un barco que no paraba en Éfeso. Pero, como quería hablar con los ancianos de Éfeso, les pidió que se encontraran con él en Mileto (Hech. 20:13-17). Cuando se reunió con ellos, les dijo: “Ustedes saben bien cómo me he comportado entre ustedes desde el primer día que pisé la provincia de Asia. He servido como esclavo al Señor con toda humildad, y he derramado lágrimas y he sufrido pruebas debido a las conspiraciones de los judíos. Aun así, no dudé en decirles cualquier cosa que fuera de provecho para ustedes ni de enseñarles públicamente y de casa en casa. Al contrario, tanto a judíos como a griegos les di un testimonio completo sobre la necesidad de arrepentirse y volverse a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús” (Hech. 20:18-21).

      15. ¿Por qué el método de predicar de casa en casa es tan bueno?

      15 En la actualidad hay muchos métodos de predicación. Igual que Pablo, hacemos todo lo posible por ir a los lugares donde está la gente: las paradas de autobús, las calles transitadas, las zonas comerciales... Pero la predicación de casa en casa es el principal método de predicación de los testigos de Jehová. ¿Por qué? Para empezar, porque así todo el mundo tiene la oportunidad de escuchar cada cierto tiempo el mensaje del Reino. Esto demuestra que Jehová es imparcial. Además, nos permite llegar a las personas de buen corazón y darles la ayuda que cada una necesite. Y a nosotros también nos ayuda porque fortalece nuestra fe y nuestro aguante. Sin duda, el empeño con que predicamos “públicamente y de casa en casa” es un sello que distingue a los cristianos verdaderos.

      16, 17. ¿Por qué decimos que Pablo fue muy valiente, y cómo seguimos su ejemplo?

      16 El relato dice que Pablo siguió hablando con los ancianos efesios. Les dijo que no sabía a qué peligros se enfrentaría en Jerusalén. Pero también les dijo: “No me importa mi propia vida con tal de que termine mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús de dar un testimonio completo de las buenas noticias de la bondad inmerecida de Dios” (Hech. 20:24). Y la verdad es que Pablo fue muy valiente, porque no dejó que nada —ni siquiera la cruel persecución ni los problemas de salud— le impidiera cumplir con su misión.

      17 Los cristianos de la actualidad también pasamos por distintos tipos de problemas. Algunos viven en lugares donde la obra está prohibida y hay persecución. Otros batallan con enfermedades debilitantes o con problemas emocionales. Nuestros jóvenes se enfrentan constantemente a la presión de sus compañeros de clase. Sea cual sea la situación de cada uno, los testigos de Jehová somos tan valientes como Pablo y no dejaremos que nada nos impida “dar un testimonio completo de las buenas noticias”.

      “Cuídense ustedes mismos y cuiden del rebaño” (Hechos 20:25-38)

      18. ¿Por qué estaba Pablo limpio de sangre, y cómo podían seguir su ejemplo los ancianos de Éfeso?

      18 En aquella reunión con los ancianos de Éfeso, Pablo les dijo que probablemente no volverían a verlo. Entonces les dio consejos muy claros, y para eso les recordó lo que él mismo había hecho: “Estoy limpio de la sangre de todo hombre, porque no dudé en declararles toda la voluntad de Dios”. ¿Y cómo podrían seguir su ejemplo para que ellos tampoco fueran culpables de la muerte de nadie? Les dijo: “Cuídense ustedes mismos y cuiden del rebaño, del cual el espíritu santo los nombró superintendentes para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre de su propio Hijo” (Hech. 20:26-28). Les advirtió que se infiltrarían en el rebaño “lobos feroces” que dirían “cosas retorcidas para arrastrar a los discípulos y llevárselos detrás de ellos”. ¿Qué debían hacer entonces los ancianos? Pablo se lo dejó claro: “Manténganse despiertos y recuerden que durante tres años, de día y de noche, no dejé de aconsejar a cada uno de ustedes con lágrimas” (Hech. 20:29-31).

      19. ¿Qué apareció a finales del siglo primero, y a qué dio lugar esto en los siglos posteriores?

      19 Aquellos “lobos feroces” aparecieron en escena a finales del siglo primero. Alrededor del año 98, el apóstol Juan escribió: “Incluso ahora han aparecido muchos anticristos [...]. Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; porque, si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros” (1 Juan 2:18, 19). Para el siglo tercero, ya se había formado la clase clerical de la cristiandad por culpa de la apostasía. Y en el siglo cuarto el emperador Constantino le dio el reconocimiento oficial a esta falsificación del cristianismo. Aquellos líderes religiosos apóstatas dijeron “cosas retorcidas”. Y es que aceptaron enseñanzas y costumbres paganas, y luego dijeron que eran “cristianas”. Hasta el día de hoy, las Iglesias de la cristiandad siguen basándose en esas mismas costumbres y enseñanzas falsas.

      20, 21. ¿Cómo demostró Pablo que tenía un gran espíritu de sacrificio, y cómo lo imitan los ancianos de hoy?

      20 ¡Qué diferente era Pablo de aquellos lobos que aparecerían después y se aprovecharían del rebaño! Él trabajó para mantenerse y no ser una carga para las congregaciones. Nunca esperó que le dieran dinero por servir a los hermanos. De hecho, animó a los ancianos efesios a que mostraran el mismo espíritu de sacrificio: “Deben trabajar así de duro para ayudar a los que son débiles”. Y añadió: “Deben recordar estas palabras que dijo el Señor Jesús: ‘Hay más felicidad en dar que en recibir’” (Hech. 20:35).

      21 Igual que Pablo, los ancianos de hoy muestran un gran espíritu de sacrificio. Son conscientes de que se les dio la responsabilidad de “pastorear la congregación de Dios” y lo hacen sin esperar nada a cambio. Ellos no son como los líderes de la cristiandad, que les sacan el dinero a sus ovejas. Dentro de la congregación cristiana no hay lugar para la ambición y el orgullo. De hecho, todo el que quiera “buscar gloria” y honra para sí mismo acabará hundido en la deshonra (Prov. 11:2; 25:27).

      Pablo y sus compañeros subiendo a un barco mientras los ancianos de Éfeso lloran y abrazan con cariño a Pablo.

      “Todos rompieron a llorar” (Hechos 20:37).

      22. ¿Por qué querían tanto a Pablo los ancianos de Éfeso?

      22 Pablo amaba de verdad a los hermanos, y por eso ellos lo querían tanto. Así que, cuando tuvieron que despedirse de él, “todos rompieron a llorar y abrazaron a Pablo y lo besaron con cariño” (Hech. 20:37, 38). Los cristianos de hoy también valoramos y queremos mucho a quienes son como él y dan de su tiempo, recursos y energías para cuidar a las ovejitas. ¿Verdad que aprendemos mucho del ejemplo de Pablo? Está claro que no exageraba cuando dijo: “Estoy limpio de la sangre de todo hombre” (Hech. 20:26).

      a Vea el recuadro “Las cartas que escribió Pablo en Macedonia”.

      b Durante ese tiempo probablemente escribió Romanos.

      c Vea el recuadro “Pablo entrega ayuda material”.

      d La vez pasada el viaje en barco de Filipos a Troas les llevó dos días (Hech. 16:11). Pero puede que en esta ocasión les tomara cinco días por culpa del viento.

      e En Hechos 20:5, 6, Lucas vuelve a incluirse en el relato. Esto parece indicar que Pablo se encontró con Lucas en Filipos —donde lo había dejado— y siguieron juntos hasta Troas (Hech. 16:10-17, 40).

  • “Que se haga la voluntad de Jehová”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 22

      “Que se haga la voluntad de Jehová”

      Pablo se dirige a Jerusalén decidido a hacer la voluntad de Dios

      Basado en Hechos 21:1-17

      1-4. ¿Por qué iba a viajar Pablo a Jerusalén, y qué le esperaba allí?

      PARA Pablo y Lucas no es nada fácil irse de Mileto. ¡Cuánto les duele separarse de los ancianos efesios que tanto quieren! Al final, los dos misioneros suben a la cubierta del barco. Llevan todo lo que necesitan para el viaje, así como el dinero de la colecta para los cristianos necesitados de Judea. Tienen muchas ganas de entregar estos fondos y dar por terminada su misión.

      2 Las velas se hinchan con la brisa, y el barco va dejando atrás el ruido que hay en el muelle. Pablo, Lucas y los otros siete hermanos que los acompañan ven cómo se alejan de sus amigos, que se quedan tristes en tierra (Hech. 20:4, 14, 15). Los nueve les dicen adiós con la mano hasta que los pierden en el horizonte.

      3 Por tres años, Pablo trabajó hombro con hombro con los ancianos de Éfeso. Pero ahora, siguiendo la guía del espíritu, va hacia Jerusalén. Tiene cierta idea de lo que le va a pasar cuando llegue allá, ya que poco antes les dijo a esos mismos ancianos: “Impulsado por el espíritu, voy a Jerusalén, aunque no sé lo que me pasará allá, excepto que, en una ciudad tras otra, el espíritu santo me avisa una y otra vez de que me esperan prisión y dificultades” (Hech. 20:22, 23). A pesar del peligro, él dice que se siente “impulsado por el espíritu” a ir a Jerusalén, o sea, siente tanto la obligación como el deseo de hacer lo que el espíritu le indica. No es que quiera sufrir, pero lo más importante para él es hacer lo que Dios le pide.

      4 ¿Verdad que todos pensamos como Pablo? Y es que, cuando nos dedicamos a Jehová, le prometemos que lo más importante para nosotros será hacer lo que él nos pide. Por eso es tan bueno que sigamos estudiando el ejemplo de Pablo y veamos cómo podemos imitarlo.

      Dejan atrás “la isla de Chipre” (Hechos 21:1-3)

      5. ¿Qué ruta siguieron Pablo y sus compañeros para llegar a Tiro?

      5 Pablo y sus compañeros navegaron “con rumbo directo” —es decir, con el viento a favor, sin cambiar de dirección—, y así lograron llegar a Cos el mismo día (Hech. 21:1). Parece que ahí pasaron la noche, y al día siguiente pasaron por Rodas y fueron a Pátara, en el sur de Asia Menor. Allí se subieron a un barco mercante que los llevó sin escalas a la ciudad fenicia de Tiro. Lucas nos dice lo que pasó de camino: “Después de ver a lo lejos la isla de Chipre, la dejamos atrás a la izquierda” (Hech. 21:3). ¿Y por qué mencionó este detalle?

      6. a) ¿Por qué debió de fortalecer a Pablo ver la isla de Chipre? b) ¿A qué conclusión llega usted al reflexionar en cómo lo ha bendecido y ayudado Jehová?

      6 Puede que Pablo señalara Chipre con el dedo y les contara a los demás sus experiencias en la isla. Unos nueve años antes, había estado allí con Bernabé y Juan Marcos durante su primer viaje misionero. Fue allí donde se enfrentó con el hechicero Elimas (Hech. 13:4-12). Ver de nuevo la isla y reflexionar en aquellos sucesos seguramente le dio fuerzas a Pablo para lo que le esperaba en Jerusalén. Nosotros también hacemos bien en reflexionar en cómo Jehová nos ha bendecido y nos ha ayudado a aguantar las pruebas. Sin duda, concordamos con estas palabras de David: “Muchas son las dificultades del justo, pero Jehová lo libera de todas ellas” (Sal. 34:19).

      “Buscamos y encontramos a los discípulos” (Hechos 21:4-9)

      7. ¿Qué hicieron Pablo y sus compañeros en cuanto llegaron a Tiro?

      7 Pablo sabía lo importante que era estar con los hermanos y tenía muchas ganas de verlos. De hecho, Lucas dice lo que hicieron en cuanto llegaron a Tiro: “Buscamos y encontramos a los discípulos” (Hech. 21:4). Como sabían que había cristianos en Tiro, trataron de encontrarlos, y probablemente se hospedaron con ellos. Hoy pasa lo mismo: una de las grandes bendiciones de estar en la verdad es que, vayamos donde vayamos, siempre habrá hermanos en la fe que nos reciban. Y es que todo el que ama a Dios y practica la religión verdadera tiene amigos en el mundo entero.

      8. ¿Qué quiere decir Hechos 21:4?

      8 El grupo de hermanos se quedó siete días en Tiro. Pero, durante ese tiempo, los cristianos de allí hicieron algo inesperado. Lucas escribió: “Mediante el espíritu ellos le decían a Pablo una y otra vez que no pusiera un pie en Jerusalén” (Hech. 21:4). ¿Significaba esto que Jehová ya no quería que Pablo fuera a Jerusalén? No, no significaba eso. El espíritu ya le había indicado a Pablo que lo maltratarían en Jerusalén, pero nunca le dijo que no fuera. Entonces, ¿qué quiere decir el versículo? Por lo visto, mediante el espíritu santo los cristianos de Tiro comprendieron que Pablo iba a sufrir mucho. Y, como ellos se preocuparon, le rogaron que no fuera para allá. Es comprensible que quisieran protegerlo de lo que se le venía encima. Pero Pablo estaba decidido a hacer la voluntad de Jehová, y siguió con sus planes de ir a Jerusalén (Hech. 21:12).

      9, 10. a) ¿De qué se pudo haber acordado Pablo al ver lo preocupados que estaban los hermanos de Tiro? b) ¿Qué prefieren hacer la mayoría de las personas, pero qué dijo Jesús?

      9 Al ver lo preocupados que estaban los hermanos, Pablo tal vez recordó que los discípulos de Jesús reaccionaron de manera parecida cuando él les explicó que iría a Jerusalén y que allí sufriría mucho y lo matarían. Pedro se dejó llevar por las emociones y le dijo: “¡Señor, no seas tan duro contigo mismo! Eso jamás te va a pasar a ti”. Pero Jesús le contestó: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres un estorbo en mi camino, porque no estás pensando como piensa Dios, sino como piensa el hombre” (Mat. 16:21-23). Jesús estaba decidido a hacer lo que Jehová le había encargado, aunque eso le iba a costar la vida. Y Pablo se sentía igual. Sin duda, los cristianos de Tiro tenían buenas intenciones, igual que Pedro, pero no comprendían bien que de todos modos Jehová quería que Pablo fuera a Jerusalén.

      Un hermano mirando su reloj con impaciencia mientras está predicando. Su compañero lo mira de reojo.

      Para seguir a Jesús, debemos estar dispuestos a hacer sacrificios.

      10 Hoy, la mayoría de las personas prefieren seguir la ley del mínimo esfuerzo, y por eso buscan una religión cómoda y poco exigente. Pero Jesús dejó claro que sus discípulos debían tener una mentalidad muy diferente. Dijo: “Si alguien quiere ser mi seguidor, que renuncie a sí mismo, que tome su madero de tormento y me siga constantemente” (Mat. 16:24). Seguir los pasos de Jesús es lo mejor y lo correcto, pero no es lo más fácil.

      11. ¿Cómo demostraron los hermanos de Tiro que querían a Pablo y lo apoyaban?

      11 Pronto llegó el momento de que Pablo, Lucas y los demás reanudaran el viaje. La conmovedora descripción que da la Biblia de la despedida nos muestra que los hermanos de Tiro querían mucho a Pablo y lo apoyaban en su asignación. Todos ellos —hombres, mujeres y niños— los acompañaron hasta la playa y entonces el grupo entero se arrodilló, oraron juntos y se dijeron adiós. Luego, Pablo, Lucas y los demás compañeros se subieron a un barco que los llevó a Tolemaida, y allí se quedaron con los hermanos un día (Hech. 21:5-7).

      12, 13. a) ¿Qué historial de servicio tenía Felipe? b) ¿Por qué es Felipe un buen ejemplo para los cabezas de familia?

      12 Lucas cuenta que después todos fueron con Pablo a la ciudad de Cesarea.a Allí fueron “a la casa de Felipe el evangelizador” (Hech. 21:8). Él tenía un largo historial de servicio a Jehová. Unos 20 años atrás, en Jerusalén, los apóstoles lo habían puesto a cargo del reparto de comida en la recién formada congregación cristiana. Además, Felipe llevaba muchos años muy activo en la predicación. Recordemos que, cuando los discípulos salieron de Jerusalén por la persecución, él fue a Samaria y se puso a predicar. Y más tarde le enseñó la verdad al eunuco etíope y lo bautizó (Hech. 6:2-6; 8:4-13, 26-38). Seguro que se alegraron mucho al ver a este hermano tan fiel.

      13 Felipe no había perdido para nada el entusiasmo por la obra. Ahora vivía en Cesarea y seguía muy ocupado en la predicación, y por eso Lucas lo llama “el evangelizador”. Además, la Biblia dice que para entonces tenía cuatro hijas que profetizaban, lo que da a entender que siguieron los pasos de su padre en el ministerio (Hech. 21:9).b Sin duda, se había esforzado por enseñarle a su familia a amar y servirle a Jehová. ¿Cómo pueden imitar a Felipe los cabezas de familia? Poniéndoles a sus hijos un buen ejemplo en el ministerio y enseñándoles a amar la predicación.

      14. ¿Para qué sirvieron las visitas de Pablo a los hermanos, y qué oportunidades parecidas tenemos hoy?

      14 Adondequiera que iba, Pablo buscaba a los hermanos y pasaba tiempo con ellos. No hay duda de que a ellos les encantaba hospedar a este ministro viajante y a sus compañeros, y aquellas visitas sirvieron para animarse unos a otros (Rom. 1:11, 12). Nosotros también podemos disfrutar de oportunidades parecidas. Podemos dar y recibir mucho ánimo si les abrimos nuestro hogar —por humilde que sea— al superintendente de circuito y su esposa (Rom. 12:13).

      CESAREA, CAPITAL DE LA PROVINCIA ROMANA DE JUDEA

      En los años que abarca el libro de Hechos, Cesarea era la capital de la provincia romana de Judea. Era la sede de las fuerzas militares romanas de la zona, y allí estaba la residencia oficial del gobernador. La fundó Herodes el Grande, quien le puso el nombre Cesarea en honor a César Augusto. Tenía todos los edificios típicos de las ciudades paganas influidas por la cultura griega: un templo para adorar a César Augusto, un teatro, un hipódromo y un anfiteatro. La mayoría de sus habitantes eran de origen gentil.

      El puerto de la ciudad de Cesarea era toda una obra de ingeniería. Herodes lo llamó Sebastos (nombre griego para “Augusto”), y tenía un rompeolas enorme que protegía al puerto de la fuerza del mar. Así los barcos podían entrar y salir fácilmente. Con este puerto, Herodes quería que Cesarea fuera más impresionante que Alejandría y se convirtiera en el centro principal de comercio del Mediterráneo oriental. Aunque nunca la superó, alcanzó fama internacional por su posición estratégica dentro de varias rutas comerciales muy importantes.

      Cesarea fue una de las ciudades en las que Felipe el evangelizador predicó las buenas noticias, y al parecer allí crio a su familia (Hech. 8:40; 21:8, 9). También era la ciudad donde vivía el centurión romano Cornelio y donde se hizo cristiano (Hech. 10:1).

      Pablo fue a Cesarea en varias ocasiones. Poco después de hacerse cristiano, sus enemigos planearon matarlo y los discípulos de Jerusalén se lo llevaron a toda prisa a Cesarea. Recorrieron unos 90 kilómetros (55 millas) hasta llegar al puerto de Cesarea, donde lo embarcaron para Tarso. Además, al final de sus dos últimos viajes misioneros, Pablo pasó por el puerto de Cesarea de camino a Jerusalén (Hech. 9:28-30; 18:21, 22; 21:7, 8). Más tarde, estuvo dos años preso en el palacio que tenía allí Herodes, donde pudo hablar con Félix, Festo y Agripa. Después fue en barco a Roma (Hech. 23:33-35; 24:27-25:4; 27:1).

      ¿PODÍAN LAS MUJERES SER MINISTRAS EN LA CONGREGACIÓN?

      ¿Qué funciones desempeñaban las cristianas en la congregación del siglo primero? ¿Podían ser ministras religiosas?

      Jesús les mandó a sus seguidores que predicaran el mensaje del Reino e hicieran discípulos (Mat. 28:19, 20; Hech. 1:8). Así que todos los cristianos, sin importar su sexo ni edad, tienen que obedecer ese mandato de predicar o ser ministros de las buenas noticias. Así lo confirma la profecía de Joel 2:28, 29, que —como indicó Pedro— tuvo uno de sus cumplimientos en el Pentecostés del año 33: “En los últimos días —dice Dios— derramaré parte de mi espíritu sobre todo tipo de personas. Sus hijos y sus hijas profetizarán, [...] e incluso sobre mis esclavos y mis esclavas derramaré parte de mi espíritu en esos días, y ellos profetizarán” (Hech. 2:17, 18). Como ya vimos, Felipe el evangelizador tenía cuatro hijas que profetizaban (Hech. 21:8, 9).

      Ahora bien, ¿qué puede decirse de la enseñanza dentro de la congregación? La Palabra de Dios deja claro que los únicos que pueden enseñar en la congregación son los hombres que hayan sido nombrados superintendentes o siervos ministeriales (1 Tim. 3:1-13; Tito 1:5-9). De hecho, Pablo dijo: “No permito que la mujer enseñe ni ejerza autoridad sobre el hombre; más bien, debe estar en silencio” (1 Tim. 2:12).

      “Estoy listo [...] para morir” (Hechos 21:10-14)

      15, 16. ¿Qué profetizó Ágabo, y qué efecto tuvo en los presentes?

      15 Mientras Pablo se alojaba en casa de Felipe, llegó de visita alguien muy respetado: Ágabo. Los presentes sabían que era profeta y que había predicho la época de hambre que hubo en tiempos del emperador Claudio (Hech. 11:27, 28). Es posible que se preguntaran: “¿A qué vendrá? ¿Qué mensaje traerá?”. Entonces, mientras los demás miraban, le quitó a Pablo el cinturón que llevaba puesto. Se trataba de una larga banda de tela que se enrollaba en la cintura y servía para guardar monedas y otros artículos. Ágabo la usó para amarrarse los pies y las manos, y luego pronunció un mensaje impactante: “Esto es lo que dice el espíritu santo: ‘Así atarán los judíos al dueño de este cinturón en Jerusalén y lo entregarán en manos de gente de las naciones’” (Hech. 21:11).

      16 Aquella profecía confirmó que Pablo iría a Jerusalén. También indicó que los judíos de allí harían que terminara “en manos de gente de las naciones”. La predicción sacudió a todos los presentes. Lucas cuenta: “Al oír esto, nosotros y los demás que estaban allí nos pusimos a suplicarle que no subiera a Jerusalén. Entonces Pablo contestó: ‘¿Por qué están llorando y tratando de desanimarme? Pueden estar seguros de que no solo estoy listo para ser atado, sino también para morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús’” (Hech. 21:12, 13).

      17, 18. ¿Cómo les demostró Pablo a los hermanos que estaba decidido a hacer la voluntad de Dios, y qué hicieron ellos?

      17 Imagínese la escena. Todos, incluido Lucas, le rogaron a Pablo que no fuera a Jerusalén. Algunos hasta lloraron. Al ver cuánto lo querían y se preocupaban por él, Pablo les dijo con cariño: “¿Por qué están llorando y tratando de desanimarme?”, o “¿Por qué todo este llanto? ¡Me parten el corazón!” (Nueva Traducción Viviente). Pero, igual que cuando habló con los hermanos de Tiro, Pablo no iba a dejar que lo convencieran. Más bien, les explicó por qué tenía que ir. ¡Qué valiente era! Al igual que Jesús, Pablo había tomado la firme decisión de ir a Jerusalén (Heb. 12:2). No quería convertirse en un mártir; pero, si tuviera que morir por ser seguidor de Cristo, lo consideraría un honor.

      18 ¿Qué hicieron entonces los hermanos? El relato dice: “Como no pudimos convencerlo, dejamos de insistir y dijimos: ‘Que se haga la voluntad de Jehová’” (Hech. 21:14). Así que respetaron la decisión de Pablo y dejaron de pedirle que no fuera a Jerusalén. Entendieron que tenía que hacerse la voluntad de Jehová aunque les doliera. Pablo ya había tomado un camino que podía llevarlo a la muerte, y le sería más fácil recorrerlo si las personas que tanto lo querían no trataban de convencerlo de que cambiara de rumbo.

      19. ¿Qué valiosa lección nos enseña este relato?

      19 Este relato nos enseña una valiosa lección: nunca tratemos de convencer a otros de que no hagan sacrificios por servir a Dios. Y no nos referimos solo a situaciones de vida o muerte. Por ejemplo, a muchos padres les duele ver que sus hijos se van a otro lugar a servir a Jehová, pero están decididos a no desanimarlos. Pensemos en el caso de Phyllis, una hermana de Inglaterra. Ella reconoció que se le partió el corazón cuando su única hija se fue de misionera a África. Dijo: “Aunque estaba muy orgullosa de ella, saber que iba a estar tan lejos me ponía muy triste. Oré una y otra vez sobre el asunto. Pero esa fue su decisión, y nunca he intentado convencerla para que regrese. ¡Yo había sido la primera en enseñarle a poner el Reino en primer lugar! Ya lleva 30 años en el extranjero, y todos los días le doy gracias a Jehová porque se ha mantenido fiel”. ¡Qué bueno es apoyar a hermanos que hacen sacrificios por servir a Jehová!

      Imágenes de unos padres y un matrimonio de misioneros. 1. Los padres hablando con una sonrisa por teléfono. 2. El matrimonio, feliz, también hablando por teléfono en el país en el que sirven.

      Animemos a los hermanos que hacen sacrificios por servir a Jehová.

      “Los hermanos nos recibieron con alegría” (Hechos 21:15-17)

      20, 21. ¿Cómo sabemos que Pablo buscaba la compañía de sus hermanos en la fe, y por qué lo hacía?

      20 Una vez terminados los preparativos necesarios, Pablo y sus compañeros continuaron el viaje. En todas las etapas del viaje a Jerusalén habían buscado la compañía de los hermanos. En Tiro, los habían encontrado y se habían quedado una semana con ellos. En Tolemaida, los habían saludado y habían pasado un día con ellos. En Cesarea, habían estado varios días en casa de Felipe. Después, algunos cristianos de allí los acompañaron hasta Jerusalén, donde uno de los primeros discípulos, llamado Mnasón, los hospedó en su casa. ¿Y qué bienvenida les dieron? Lucas dice: “Los hermanos nos recibieron con alegría” (Hech. 21:17).

      21 Pablo siempre quería estar con sus hermanos. Igual que nos pasa a nosotros, él recibía mucho ánimo gracias a la compañía de otros cristianos. Y ese ánimo lo ayudó a enfrentarse a los crueles enemigos que más tarde quisieron matarlo.

      a Vea el recuadro “Cesarea, capital de la provincia romana de Judea”.

      b Vea el recuadro “¿Podían las mujeres ser ministras en la congregación?”.

  • “Escuchen [...] mi defensa”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 23

      “Escuchen [...] mi defensa”

      Pablo defiende la verdad ante grupos violentos y el Sanedrín

      Basado en Hechos 21:18-23:10

      1, 2. ¿Por qué fue Pablo a Jerusalén, y con qué se iba a encontrar allí?

      UNA vez más, Pablo camina por las calles estrechas y transitadas de Jerusalén. Por siglos, Jerusalén fue el centro para adorar a Jehová. Y la mayoría de sus habitantes están muy orgullosos de la historia de su ciudad y su nación. De hecho, Pablo sabe que muchos cristianos de la zona viven en el pasado, y se están quedando atrás con los cambios que Jehová ha ido haciendo en su organización. Él ve que los hermanos no solo necesitan la ayuda material que había planeado llevarles cuando estuvo en Éfeso; también necesitan ayuda espiritual (Hech. 19:21). A pesar de los peligros que le esperan, está decidido a cumplir su objetivo.

      2 ¿Con qué se va a encontrar Pablo en Jerusalén? Por un lado, con algunos cristianos que están preocupados por los rumores que se han escuchado sobre él. Y, peor todavía, con los enemigos de Cristo, quienes le harán acusaciones falsas, lo golpearán y lo amenazarán de muerte. Ahora bien, todo esto le dará la oportunidad de defender la verdad. La manera en la que Pablo se enfrentará a estas situaciones demostrará su gran humildad, valor y fe, y nosotros podemos aprender mucho de él.

      “Se pusieron a darle gloria a Dios” (Hechos 21:18-20a)

      3-5. a) ¿Con quiénes se reunió Pablo, y de qué hablaron? b) ¿Qué aprendemos de la reunión que Pablo tuvo con los ancianos de Jerusalén?

      3 Al día siguiente de llegar a Jerusalén, Pablo y sus compañeros fueron a reunirse con los ancianos que dirigían la congregación. El relato no menciona a ninguno de los apóstoles que quedaban vivos; puede que en ese momento estuvieran sirviendo en otras partes del mundo. Pero el que sí seguía en Jerusalén era Santiago, el hermano de Jesús (Gál. 2:9). De hecho, es probable que él fuera el presidente de aquella reunión con Pablo en la que “estaban presentes todos los ancianos” (Hech. 21:18).

      4 “Pablo los saludó y se puso a contarles en detalle las cosas que Dios había hecho entre las naciones mediante su ministerio” (Hech. 21:19). ¡Qué animados se habrán sentido al escuchar sus experiencias! ¿Verdad que a nosotros también nos alegra enterarnos de que muchas personas están aceptando la verdad en otros países? (Prov. 25:25).

      5 En algún momento, Pablo seguramente sacó el tema de los donativos que traía de las congregaciones de Europa. Los ancianos debieron de sentirse conmovidos al ver que cristianos que vivían tan lejos estaban preocupados por los hermanos de Jerusalén. Cuando Pablo terminó de hablar, los ancianos “se pusieron a darle gloria a Dios” (Hech. 21:20a). Hoy ocurre igual. Muchos de nuestros hermanos sufren por culpa de catástrofes o enfermedades y también se sienten muy conmovidos al ver el consuelo y la ayuda que les damos.

      Quedaban muchos “fervientes defensores de la Ley” (Hechos 21:20b, 21)

      6. ¿Qué problema le contaron a Pablo?

      6 A continuación, los ancianos le contaron a Pablo que había un problema en Judea que tenía que ver con él: “Hermano, sabes que hay muchos miles de creyentes entre los judíos y que todos son fervientes defensores de la Ley. Pero ellos oyeron rumores de que a todos los judíos que viven entre las naciones les estás enseñando que dejen la Ley de Moisés diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni sigan las costumbres establecidas” (Hech. 21:20b, 21).a

      7, 8. a)  ¿Qué punto de vista equivocado tenían muchos cristianos de Judea? b) ¿Por qué decimos que los que tenían ese punto de vista equivocado no se habían vuelto apóstatas?

      7 Si hacía más de 20 años que la Ley de Moisés ya no estaba en vigor, ¿por qué se empeñaban tantos cristianos en seguir obedeciéndola? (Col. 2:14). Es cierto que en el año 49 los apóstoles y los ancianos de Jerusalén habían explicado en una carta a las congregaciones que los cristianos de origen gentil no tenían que circuncidarse ni obedecer la Ley mosaica (Hech. 15:23-29). Sin embargo, como la carta no mencionaba a los cristianos de origen judío, muchos de ellos pensaban que ellos seguían bajo la Ley.

      8 Estos hermanos tenían un punto de vista equivocado, pero ¿significa eso que se habían vuelto apóstatas? No, para nada. No es que antes adoraran a dioses falsos y ahora quisieran seguir con alguna práctica pagana. La Ley, que para ellos era tan importante, no tenía nada de malo ni demoniaco: la había dado el propio Jehová. Pero formaba parte del antiguo pacto, y los cristianos estaban bajo el nuevo pacto. Así que Jehová ya no les pedía que obedecieran la Ley para aceptar su adoración. Lo que les pasaba a los cristianos judíos que la seguían defendiendo es que no comprendían bien este asunto y les faltaba confianza en la congregación cristiana. Por lo tanto, necesitaban corregir su modo de pensar y adaptarse a los cambios que Jehová estaba haciendo (Jer. 31:31-34; Luc. 22:20).b

      “Los rumores sobre ti no son ciertos” (Hechos 21:22-26)

      9. ¿Qué enseñaba Pablo acerca de la Ley mosaica?

      9 ¿Y qué pasa con los rumores que corrían sobre Pablo? La gente decía que les enseñaba a los judíos que no circuncidaran a sus hijos ni siguieran las costumbres establecidas. ¿Era eso cierto? Bueno, para empezar recordemos que el ministerio de Pablo se centraba principalmente en los gentiles, y por eso les explicaba a ellos que no estaban obligados a seguir la Ley mosaica. Además, dejaba claro que era un error tratar de obligar a los gentiles a que se circuncidaran y obedecieran la Ley (Gál. 5:1-7). Pero recordemos que también les predicaba a los judíos de las ciudades que visitaba. Así que seguro que a los judíos que lo escuchaban también les explicaba que la muerte de Jesús había anulado la Ley y que ya no era necesario obedecerla para que Dios los declarara justos (Rom. 2:28, 29; 3:21-26).

      10. ¿Por qué decimos que el punto de vista de Pablo sobre la Ley y la circuncisión era razonable?

      10 Sin embargo, Pablo era comprensivo con quienes preferían mantener algunas costumbres del judaísmo, como no trabajar en sábado o no comer ciertos alimentos (Rom. 14:1-6). Y con la circuncisión tampoco impuso ninguna regla. Es cierto que se había encargado de que Timoteo se circuncidara, pero fue porque los judíos sabían que el padre del muchacho era griego, y podían rechazarlo si no se circuncidaba (Hech. 16:3). Circuncidarse o no era una decisión personal. Él mismo les escribió a los gálatas: “Ni la circuncisión ni la incircuncisión sirven de nada. Lo que sí sirve es la fe que actúa por medio del amor” (Gál. 5:6). Ahora bien, si alguien se circuncidaba por empeñarse en seguir la Ley o si trataba de convencer a los demás de que era un requisito para obtener la aprobación de Jehová, eso sí estaba mal porque demostraba falta de fe.

      11. ¿Qué instrucciones le dieron los ancianos a Pablo, y qué no habría hecho él? (Vea también la nota).

      11 Así que aquellos rumores sobre Pablo eran una grave distorsión de la realidad y les habían afectado a los hermanos de origen judío. Por esta razón, los ancianos le dieron estas instrucciones a Pablo: “Tenemos cuatro hombres que están cumpliendo un voto. Llévatelos, límpiate ceremonialmente con ellos y hazte cargo de sus gastos, para que se puedan afeitar la cabeza. Así todo el mundo sabrá que los rumores sobre ti no son ciertos, pues estás actuando correctamente y también estás obedeciendo la Ley” (Hech. 21:23, 24).c

      12. ¿Cómo demostró Pablo que estaba dispuesto a colaborar con los ancianos de Jerusalén?

      12 Pablo pudiera haber dicho que el problema no eran los rumores sobre él, sino los cristianos de origen judío que insistían en seguir obedeciendo la Ley. Pero estuvo dispuesto a hacer lo que le pedían los ancianos, ya que no iba en contra de ningún principio divino. Tiempo atrás había escrito: “Con los que están bajo ley me hice como bajo ley para ganarme a los que están bajo ley, aunque yo mismo no estoy bajo ley” (1 Cor. 9:20). En esta ocasión, él colaboró con los ancianos de Jerusalén y actuó como si estuviera “bajo ley”. Su magnífico ejemplo nos enseña que debemos cooperar con los ancianos y no insistir en que las cosas se hagan a nuestra manera (Heb. 13:17).

      Serie de imágenes: 1. Pablo escuchando las instrucciones de los ancianos de Jerusalén. 2. En una reunión de ancianos de la actualidad, un hermano se queda pensativo mientras los demás ancianos tienen la mano levantada.

      Como Pablo, ¿cedemos cuando no se está violando ningún principio bíblico?

      LA LEY Y LA CIUDADANÍA ROMANAS

      Las autoridades romanas solían permitir que las autoridades locales atendieran sus propios asuntos. Por eso, en líneas generales, los judíos aplicaban sus propias leyes. Entonces, ¿por qué intervinieron los romanos en el caso de Pablo? Porque la revuelta que se formó cuando lo vieron en el templo amenazaba la paz de la ciudad.

      Dentro del Imperio, quienes no eran ciudadanos romanos no tenían muchos derechos. Sin embargo, los que sí lo eran tenían derechos que las autoridades romanas respetaban en todo el Imperio.f Por ejemplo, era ilegal atarlos o golpearlos sin haber sido condenados en un juicio. Solo se trataba así a los esclavos. Además, tenían la opción de apelar al emperador en Roma para que cambiara las decisiones de un gobernador provincial.

      Había varias maneras de conseguir la ciudadanía romana. Una era heredándola de los padres. Además, los emperadores a veces se la concedían como recompensa a una persona o a los habitantes de una ciudad o distrito —excepto a los esclavos— por los servicios prestados al Gobierno romano. También la conseguían los esclavos que compraban su libertad, los esclavos liberados por un romano y los soldados que luchaban en el Ejército romano hasta terminar su servicio militar. Parece que, en determinadas circunstancias, la ciudadanía se podía comprar. De hecho, el comandante Claudio Lisias le dijo a Pablo: “Yo compré estos derechos de ciudadano por una gran cantidad de dinero”. Pero Pablo le respondió: “Yo los tengo de nacimiento” (Hech. 22:28). Eso significa que alguno de los antepasados varones de Pablo consiguió la ciudadanía, aunque no sabemos cómo.

      f Parece que en el siglo primero de nuestra era no había muchos ciudadanos romanos en Judea. Fue en el siglo tercero cuando se les concedió la ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio.

      “¡No merece vivir!” (Hechos 21:27-22:30)

      13. a) ¿Por qué formaron una revuelta en el templo ciertos judíos? b) ¿Cómo se salvó Pablo?

      13 Faltaban pocos días para que aquellos hombres terminaran de cumplir sus votos, y Pablo estaba en el templo. Entonces, las cosas se pusieron feas. Ciertos judíos de Asia vieron allí a Pablo, lo acusaron sin base de haber llevado gentiles al templo, formaron una revuelta y empezaron a golpearlo. De no ser porque intervino un comandante romano, lo habrían matado. En vista de la situación, el comandante mandó ponerlo en custodia (a partir de entonces, Pablo tardaría más de cuatro años en recuperar la libertad). Pero su vida todavía estaba en peligro. Cuando el comandante les preguntó a los judíos por qué lo habían atacado, se pusieron a gritar y a echarle la culpa a Pablo. Pero, como unos gritaban una cosa y otros otra, el comandante no lograba entender nada con tanto alboroto. Al final, varios soldados tuvieron que sacar a Pablo de allí cargándolo. Justo cuando iban a entrar en el cuartel, Pablo le dijo al comandante: “Te ruego que me permitas hablarle al pueblo” (Hech. 21:39). El comandante le dio permiso, y él se puso a defender su fe con mucha valentía.

      14, 15. a) ¿Qué les explicó Pablo a los judíos? b) ¿Qué medidas adoptó el comandante romano para descubrir por qué estaban tan furiosos los judíos?

      14 Pablo dijo: “Escuchen ahora lo que tengo que decirles en mi defensa” (Hech. 22:1). En cuanto lo escucharon hablar en hebreo, la gente se calmó. Entonces se puso a explicarles por qué se había hecho cristiano y, con habilidad, les fue mencionando detalles que podían comprobar. Había estudiado a los pies del famoso Gamaliel y, como seguramente sabían algunos de los presentes, había perseguido a los discípulos de Jesús. Cuando iba de camino a Damasco, tuvo una visión en la que Cristo resucitado habló con él. Sus compañeros de viaje vieron una luz brillante y escucharon una voz, pero no entendieron nada (vea las notas de estudio de Hechos 9:7 y 22:9 en la Biblia de estudio). Como la visión lo dejó ciego, lo llevaron de la mano a Damasco. Allí le devolvió la vista milagrosamente Ananías, un hombre muy conocido entre los judíos de la región.

      15 Siguió relatando que, cuando volvió a Jerusalén, se le apareció Jesús en el templo. Entonces, los judíos que lo escuchaban se pusieron furiosos y gritaron: “¡Borra a este hombre de la tierra! ¡No merece vivir!” (Hech. 22:22). Para evitar que lo mataran, el comandante lo metió en el cuartel. Decidido a descubrir por qué los judíos estaban tan furiosos con él, ordenó que le dieran latigazos para sacarle información. Pero, justo antes de que empezaran, Pablo les dijo que era ciudadano romano y reclamó sus derechos. Hoy, los siervos de Jehová también aprovechamos los recursos legales disponibles para defender nuestra fe (vea los recuadros “La ley y la ciudadanía romanas” y “Batallas modernas en los tribunales”). Como Pablo era romano, el comandante debía encontrar otra forma de hacerlo hablar. Así que al día siguiente organizó una reunión especial del Sanedrín —el tribunal supremo de los judíos— e hizo que Pablo se presentara ante ellos.

      BATALLAS MODERNAS EN LOS TRIBUNALES

      Al igual que Pablo, los testigos de Jehová de tiempos modernos hemos empleado todos los recursos legales a nuestro alcance para poder predicar con libertad. Hemos seguido “defendiendo y estableciendo legalmente las buenas noticias” sin descanso (Filip. 1:7).

      Entre 1920 y 1940 arrestaron a cientos de hermanos en varios países por distribuir publicaciones bíblicas. Por ejemplo, para 1926 había 897 casos pendientes en los tribunales de Alemania. Por eso se formó un Departamento de Asuntos Legales en la sucursal de ese país. Durante los años treinta, en Estados Unidos se detenía a cientos de hermanos todos los años por predicar de casa en casa. En 1936 arrestaron a 1.149 Testigos. Para ayudar a los hermanos, también se creó allí un Departamento de Asuntos Legales. Entre 1933 y 1939, los Testigos de Rumania se enfrentaron a 530 demandas. Sin embargo, los hermanos apelaron al Tribunal Supremo de la nación, y en muchos casos les dio la razón. Cosas parecidas han sucedido en muchos otros países.

      Muchos cristianos también han tenido problemas legales al negarse por motivos de conciencia a hacer cosas que violarían su neutralidad (Is. 2:2-4; Juan 17:14). Algunos enemigos han acusado a los Testigos falsamente de sedición, y eso ha provocado que algunos Gobiernos hayan prohibido por completo la obra. Sin embargo, con el tiempo muchos países han reconocido que los Testigos no son ninguna amenaza.g

      g Encontrará información sobre diversas victorias legales de los testigos de Jehová en varios países en el capítulo 15 del libro El Reino de Dios ya está gobernando y el capítulo 30 del libro Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios.

      “Soy fariseo” (Hechos 23:1-10)

      16, 17. a) ¿Qué sucedió cuando Pablo empezó a hablar ante el Sanedrín? b) ¿Cómo demostró Pablo que él era humilde después de que lo golpearon?

      16 Pablo empezó su defensa ante el Sanedrín diciendo: “Hermanos, hasta este día he actuado con una conciencia completamente limpia ante Dios” (Hech. 23:1). Pero no pudo decir más, pues, “al oír esto, el sumo sacerdote Ananías les ordenó a los que estaban junto a él que lo golpearan en la boca” (Hech. 23:2). ¡Qué humillante! Con esa orden demostró que tenía prejuicios contra Pablo, porque estaba tachándolo de mentiroso cuando ni siquiera lo había escuchado. Con razón Pablo le respondió: “Dios te va a golpear a ti, pared blanqueada. ¿Tú te sientas a juzgarme según la Ley y al mismo tiempo violas la Ley mandando que me golpeen?” (Hech. 23:3).

      17 Algunos de los presentes se indignaron, pero no con el que había golpeado a Pablo, sino con el propio Pablo, por su reacción. Le dijeron: “¿Estás insultando al sumo sacerdote de Dios?”. Demostrando que él era humilde y respetaba la Ley, les respondió: “Hermanos, no sabía que era el sumo sacerdote. Porque está escrito: ‘No insultes a ninguno de los jefes de tu pueblo’” (Hech. 23:4, 5; Éx. 22:28).d Entonces probó con un método diferente. Como sabía que el Sanedrín estaba formado tanto por fariseos como por saduceos, les dijo: “Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Hoy se me está juzgando por mi esperanza en la resurrección de los muertos” (Hech. 23:6).

      Un sacerdote católico leyendo con atención un texto en su Biblia mientras un hermano le predica.

      Al igual que Pablo, buscamos puntos en común con personas de otras religiones.

      18. ¿Por qué dijo Pablo que era fariseo, y cómo podemos imitarlo en la predicación?

      18 ¿Por qué dijo Pablo que era fariseo? Porque era “hijo de fariseos”, es decir, venía de una familia que pertenecía a esta secta, así que muchos aún lo considerarían fariseo.e Pero ¿por qué habló luego de la resurrección como si fuera un punto en común con los fariseos, si sus creencias sobre ese tema eran muy distintas a las de él? Los fariseos creían en la inmortalidad del alma. Pensaban que, cuando una persona buena moría, su alma volvía a vivir en otro cuerpo humano. Por el contrario, Pablo creía en la resurrección tal y como la había enseñado Jesús (Juan 5:25-29). Aun así, estaba de acuerdo con ellos en que después de morir es posible volver a vivir. Esa era una creencia que los saduceos no aceptaban bajo ningún concepto. ¿Cómo podemos imitar a Pablo en la predicación? Cuando estemos hablando con católicos o protestantes, podemos decirles que nosotros también creemos en Dios. Claro, ellos a lo mejor creen en la trinidad, mientras que nosotros creemos en el Dios de la Biblia. Aun así, tanto ellos como nosotros creemos que Dios existe.

      19. ¿Por qué terminaron discutiendo los miembros del Sanedrín?

      19 Lo que dijo Pablo consiguió dividir al tribunal. De hecho, el relato cuenta: “Estalló una gran gritería. Entonces se levantaron algunos escribas del partido de los fariseos y empezaron a protestar violentamente. Decían: ‘No hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si le habló un espíritu o un ángel?’” (Hech. 23:9). Ahora bien, como los saduceos no creían en los ángeles, la sola idea de que un ángel pudiera haber hablado con Pablo los puso furiosos (vea el recuadro “Los saduceos y los fariseos”). La discusión se volvió tan intensa que el comandante militar tuvo que volver a rescatar al apóstol (Hech. 23:10). Pero Pablo aún no estaba fuera de peligro. ¿Qué le iba a pasar? Veámoslo en el próximo capítulo.

      LOS SADUCEOS Y LOS FARISEOS

      El Sanedrín —que era el consejo administrativo y el tribunal supremo de la nación judía— estaba dominado por dos sectas rivales: los fariseos y los saduceos. Según el historiador del siglo primero Flavio Josefo, la principal diferencia entre ambos grupos religiosos era que los fariseos trataban de obligar a la gente a seguir un gran número de tradiciones, mientras que los saduceos solo consideraban obligatoria la Ley de Moisés. Lo que sí tenían en común los dos grupos era en que estaban en contra de Jesús.

      Los saduceos eran de mentalidad conservadora y, al parecer, tenían una relación muy estrecha con los sacerdotes. De hecho, dos de sus miembros eran Anás y Caifás, ambos ex sumos sacerdotes (Hech. 5:17). Ahora bien, Josefo indica que las enseñanzas de “los saduceos sólo convencían a los ricos”.

      Los fariseos, por el contrario, tenían una enorme influencia en la gente común y corriente. No obstante, por culpa de sus enseñanzas, hacían que para el pueblo obedecer la Ley fuera una carga muy pesada. Por ejemplo, les exigían que siguieran unas normas irrazonables para mantenerse puros ante Dios. A diferencia de los saduceos, le daban muchísima importancia al destino y creían que las almas sobrevivían a la muerte y luego recibían una recompensa o un castigo, dependiendo de lo que hubieran hecho.

      a Como había tantos cristianos de origen judío, tenía que haber muchas congregaciones que se reunían en casas de hermanos.

      b Años después, en su carta a los Hebreos, Pablo dejó muy claro que el nuevo pacto era mucho mejor que el antiguo y lo había reemplazado. Sus razonamientos aplastantes sirvieron para que los cristianos de origen judío pudieran defenderse de los judíos que los criticaban. Además, esos argumentos debieron de fortalecer la fe de los cristianos que le daban demasiada importancia a la Ley de Moisés (Heb. 8:7-13).

      c Algunos expertos opinan que era un voto de nazareato (Núm. 6:1-21). Ese voto se hacía bajo la Ley mosaica, que ya no estaba en vigor. Pablo pudo haber pensado que no estaba mal que aquellos hombres cumplieran su voto a Jehová. De modo que no veía mal pagarles los gastos y acompañarlos al templo. No sabemos exactamente qué tipo de voto hicieron esos hombres. Pero, si hubiera sido un voto que implicara ofrecer un sacrificio animal para limpiar sus pecados —como muchas veces lo hacían los nazareos—, Pablo no habría estado de acuerdo en hacer eso. Con el sacrificio perfecto de Cristo, esos sacrificios ya no valían nada. Aunque no sabemos todos los detalles de lo que hizo Pablo, de seguro él no habría hecho nada que fuera en contra de su conciencia.

      d ¿Por qué no sabía Pablo que quien mandó golpearlo era el sumo sacerdote? Puede ser por varios motivos. Según los expertos, quizás es que no veía bien. O tal vez llevaba tanto tiempo fuera de Jerusalén que no sabía quién era el sumo sacerdote en ese momento. Otra posibilidad es que entre tanta gente no vio quién había dado la orden.

      e En el año 49, cuando los apóstoles y los ancianos analizaron si los gentiles debían obedecer la Ley, algunos de los cristianos presentes eran “miembros de la secta de los fariseos que se habían hecho creyentes” (Hech. 15:5). Al parecer, como habían sido fariseos, en cierto sentido los seguían asociando con ese grupo.

  • “¡Ten valor!”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 24

      “¡Ten valor!”

      Pablo se salva de una emboscada para matarlo y presenta su defensa ante Félix

      Basado en Hechos 23:11-24:27

      1, 2. ¿Por qué no tomó a Pablo por sorpresa la persecución en Jerusalén?

      AUNQUE se ha librado por poco de la multitud enfurecida, Pablo vuelve a estar preso. La persecución en Jerusalén no lo toma por sorpresa, pues en su día se le anunció que allí le esperaban “prisión y dificultades” (Hech. 20:22, 23). No sabe exactamente lo que le sucederá, pero de algo está seguro: va a seguir sufriendo por el nombre de Jesús (Hech. 9:16).

      2 Algunos profetas cristianos ya le habían dicho que sería atado y entregado “en manos de gente de las naciones” (Hech. 21:4, 10, 11). Un grupo de judíos violentos acaba de intentar matarlo, y poco después pareció que los miembros del Sanedrín iban a despedazarlo en medio de una discusión. Ahora se encuentra bajo la custodia de los soldados romanos a la espera de más juicios y acusaciones (Hech. 21:31; 23:10). Sin la menor duda, lo que más necesita es que le den ánimo.

      3. ¿Dónde recibimos ánimo para seguir predicando?

      3 Sabemos que, en este tiempo del fin, “todos los que desean vivir con devoción a Dios en unión con Cristo Jesús también serán perseguidos” (2 Tim. 3:12). Y, como Pablo, hay momentos en que todos necesitamos que nos den ánimo para seguir predicando. Por eso, ¡cuánto agradecemos que nos lleguen palabras de ánimo justo a tiempo a través de las publicaciones y las reuniones que prepara “el esclavo fiel y prudente”! (Mat. 24:45). Jehová nos garantiza que los enemigos de las buenas noticias no lograrán destruir al pueblo de Dios ni detener la predicación (Is. 54:17; Jer. 1:19). Pero sigamos hablando de Pablo. ¿Recibió el ánimo que necesitaba para seguir dando un testimonio completo a pesar de la oposición? En ese caso, ¿qué ayuda recibió, y qué efecto tuvo en él?

      “Juraron participar en esta conspiración” (Hechos 23:11-34)

      4, 5. ¿Cómo recibió Pablo el ánimo que necesitaba, y por qué le llegó en el mejor momento?

      4 La misma noche en que fue rescatado del Sanedrín, Pablo recibió el ánimo que tanto necesitaba. El relato explica: “El Señor se apareció al lado de Pablo y le dijo: ‘¡Ten valor! Porque, tal como has dado un testimonio completo de mí en Jerusalén, también tendrás que dar testimonio en Roma’” (Hech. 23:11). Con estas alentadoras palabras, Jesús le garantizó que sobreviviría a los ataques con el fin de viajar a Roma, donde tendría el honor de dar testimonio sobre Jesús.

      El sobrino de Pablo hablando con Claudio Lisias.

      “Tienen a más de 40 de sus hombres preparados para tenderle una emboscada” (Hechos 23:21).

      5 Esas palabras llegaron en el mejor momento, pues al día siguiente más de 40 judíos “tramaron una conspiración y se comprometieron con una maldición a no comer ni beber hasta que hubieran matado a Pablo”. Quienes “juraron participar en esta conspiración” estaban decididos a asesinarlo y creían que si fracasaban les caería encima “una maldición” (Hech. 23:12-15). El plan —que contaba con el visto bueno de los sacerdotes principales y los ancianos— era solicitar que lo llevaran de nuevo ante el Sanedrín con la excusa de que necesitaban continuar con el interrogatorio. Pero los judíos estarían esperándolo en el camino para abalanzarse sobre él y matarlo.

      6. ¿Cómo se enteró Pablo del plan de los judíos, y qué pueden aprender de este relato los jóvenes?

      6 Ahora bien, el sobrino de Pablo —del que no sabemos su nombre— se enteró del plan y fue a avisarle a su tío. A su vez, Pablo lo envió al comandante Claudio Lisias (Hech. 23:16-22). ¡Qué muchacho tan valiente! Jehová ama a los jóvenes como él, que están dispuestos a hacer sacrificios por sus hermanos y hacen todo lo que pueden por apoyar la obra del Reino.

      7, 8. ¿Qué medidas adoptó Lisias para evitar que mataran a Pablo?

      7 Claudio Lisias tenía 1.000 hombres bajo su mando. Así que, en cuanto se enteró de que planeaban matar a Pablo, ordenó que 470 soldados, lanceros y jinetes salieran esa misma noche de Jerusalén y llevaran a Pablo a Cesarea, la sede del Gobierno romano en Judea. Allí lo dejarían sano y salvo en manos del gobernador Félix.a Aunque en esa ciudad vivían muchos judíos, la mayoría de sus habitantes eran gentiles. Además, era una ciudad mucho más estable que Jerusalén, donde había muchos disturbios motivados por prejuicios religiosos. También era la sede de las fuerzas militares romanas de Judea.

      8 Tal como mandaba la ley romana, Lisias le envió una carta a Félix para explicarle el caso. Mencionaba que, cuando se enteró de que Pablo era ciudadano romano y los judíos estaban “a punto de matarlo”, decidió rescatarlo. Y agregaba que no lo consideraba culpable “de nada que mereciera la muerte o las cadenas de prisión”; pero, como había descubierto que planeaban matarlo, había decidido enviarlo a Cesarea para que Félix pudiera escuchar a quienes lo acusaban y él mismo tomara una decisión (Hech. 23:25-30).

      9. a) ¿De qué manera violó Lisias los derechos civiles de Pablo? b) ¿Por qué es posible que a veces tengamos que recurrir a nuestros derechos como ciudadanos de determinado país?

      9 ¿Era verdad todo lo que contó Lisias en su carta? No. Al parecer, quería quedar bien con el gobernador. Para empezar, no era cierto que rescató a Pablo porque sabía que era ciudadano romano. Además, no mencionó que él mismo había mandado “que lo sujetaran con dos cadenas” y luego “que lo interrogaran dándole latigazos” (Hech. 21:30-34; 22:24-29). Al hacer eso, Lisias había violado los derechos civiles de Pablo. En la actualidad, Satanás también se puede aprovechar del fanatismo religioso para que nos persigan y limiten nuestros derechos y libertades, como le pasó a Pablo. Pero, igual que él, muchas veces es posible recurrir a nuestros derechos como ciudadanos de determinado país para buscar protección legal.

      “De buena gana hablo en mi defensa” (Hechos 23:35-24:21)

      10. ¿Qué graves acusaciones se hicieron contra Pablo?

      10 Ya estando en Cesarea, a Pablo lo tuvieron “vigilado en el palacio de Herodes” en lo que llegaban desde Jerusalén quienes lo acusaban (Hech. 23:35). Cinco días más tarde llegaron por fin: eran el sumo sacerdote Ananías, un abogado llamado Tértulo y un grupo de ancianos. Tértulo comenzó alabando a Félix por todas las cosas buenas que estaba haciendo por los judíos, obviamente con la intención de adularlo y ganarse su favor.b Luego fue directo al grano y describió así a Pablo: “Este hombre es una plaga. Promueve rebeliones entre todos los judíos por toda la tierra habitada y es un cabecilla de la secta de los nazarenos. También trató de profanar el templo, así que lo arrestamos”. Los demás judíos “se unieron al ataque asegurando que todo era verdad” (Hech. 24:5, 6, 9). Promover rebeliones, ser el cabecilla de una secta peligrosa y profanar el templo eran acusaciones tan graves que podían castigarse con la pena de muerte.

      11, 12. ¿Cómo se defendió Pablo?

      11 A continuación, a Pablo se le permitió tomar la palabra. Comenzó diciendo: “De buena gana hablo en mi defensa”. Luego negó por completo que hubiera profanado el templo y promovido alguna rebelión. Añadió que, de hecho, llevaba “muchos años” fuera de Jerusalén, adonde había vuelto para “traerles donativos” a los cristianos que, por culpa del hambre o la persecución, se habían quedado pobres. Dejó claro que cuando entró en el templo “estaba ceremonialmente limpio” y que siempre se había esforzado “por mantener la conciencia limpia ante Dios y ante los hombres” (Hech. 24:10-13, 16-18).

      12 Eso sí, Pablo reconoció: “Siguiendo el camino que ellos llaman secta, estoy dándole servicio sagrado al Dios de mis antepasados”. Al mismo tiempo, destacó que creía “todas las cosas expuestas en la Ley y escritas en los Profetas”, y que, al igual que muchos de sus acusadores, tenía la esperanza de que iba a haber “una resurrección tanto de justos como de injustos”. Entonces les reclamó lo siguiente: “Que los hombres aquí presentes digan de qué me hallaron culpable cuando estuve ante el Sanedrín, salvo que grité allí en medio: ‘¡Hoy se me está juzgando ante ustedes debido a la resurrección de los muertos!’” (Hech. 24:14, 15, 20, 21).

      13-15. Si tenemos que dar testimonio ante las autoridades, ¿cómo podemos imitar el ejemplo de Pablo?

      13 Supongamos que, por causa de nuestra fe, tenemos que hablar ante las autoridades acusados falsamente de causar disturbios, promover rebeliones o pertenecer a una “secta peligrosa”. ¿Qué ejemplo nos dejó Pablo? Él no se puso a adular al gobernador para ganárselo, como sí lo hizo Tértulo. En vez de eso, con tacto, calma y respeto presentó una defensa clara y honrada. Además, señaló que los “judíos de la provincia de Asia” que lo habían acusado de profanar el templo no se habían presentado; pero deberían estar allí para darle la oportunidad de escuchar sus acusaciones y defenderse (Hech. 24:18, 19).

      14 Y, sobre todo, Pablo no tuvo miedo de dar testimonio sobre sus creencias. Más bien, tuvo el valor de volver a hablar sobre su fe en la resurrección, algo que había causado tanto alboroto cuando estuvo ante el Sanedrín (Hech. 23:6-10). ¿Por qué usó este tema para defenderse? Porque su predicación giraba en torno a Jesús y su resurrección, y sus enemigos estaban totalmente en contra de esto (Hech. 26:6-8, 22, 23). De hecho, el verdadero motivo por el que lo estaban juzgando era por su creencia en la resurrección, y en especial en la de Jesús.

      15 Al igual que Pablo, nosotros podemos dar testimonio con valentía y fortalecer nuestra resolución recordando lo que Jesús les dijo a sus discípulos: “Toda la gente los odiará por causa de mi nombre. Pero el que aguante hasta el fin será salvado”. Ahora bien, ¿deberíamos angustiarnos pensando en lo que vamos a decir? No, porque justo antes Jesús prometió: “Cuando los lleven para entregarlos a las autoridades, no se angustien pensando de antemano en lo que van a decir; digan lo que se les indique en ese momento, porque no van a ser ustedes los que hablen, sino el espíritu santo” (Mar. 13:9-13).

      “Félix se asustó” (Hechos 24:22-27)

      16, 17. a) ¿Qué hizo y dijo Félix durante el juicio de Pablo? b) ¿Por qué se asustó Félix, y con qué intención volvió a hablar con Pablo?

      16 No era la primera vez que el gobernador Félix oía hablar del Camino, término que se refiere a la congregación cristiana de aquel tiempo. El relato dice: “Félix, que conocía bastante bien todo lo que tenía que ver con este Camino, pospuso el asunto y les dijo a todos: ‘Tomaré una decisión sobre su caso cuando baje el comandante militar Lisias’. Y le ordenó al oficial del ejército que mantuviera al hombre bajo arresto pero que le dejara cierta libertad, y que les permitiera a los suyos ocuparse de sus necesidades” (Hech. 24:22, 23).

      17 Unos días más tarde, Félix llegó acompañado de su esposa Drusila, que era judía. Mandó llamar a Pablo y “lo escuchó hablar acerca de la creencia en Cristo Jesús” (Hech. 24:24). Sin embargo, cuando Pablo se puso a hablar sobre “la justicia, el autocontrol y el juicio venidero, Félix se asustó”, posiblemente porque la conciencia le molestaba por todas las cosas malas que había hecho en su vida. De modo que despidió a Pablo con las siguientes palabras: “Por ahora vete. Volveré a llamarte cuando tenga oportunidad”. Es cierto que volvió a hablar con él varias veces, pero no porque tuviera interés en la verdad, sino porque esperaba sacarle algún soborno (Hech. 24:25, 26).

      18. ¿Por qué habló Pablo de “la justicia, el autocontrol y el juicio venidero”?

      18 ¿Por qué les habló Pablo a Félix y a su esposa acerca de “la justicia, el autocontrol y el juicio venidero”? Bueno, ellos querían saber en qué consistía “la creencia en Cristo Jesús”. Sabiendo lo inmorales, crueles e injustos que eran los dos, les dejó claro lo que se necesita para ser cristiano. Así, estableció un marcado contraste entre las justas normas de Dios y la vida que llevaban. Seguro que entendieron que Dios nos juzgará a todos por lo que pensamos, decimos y hacemos. También debieron entender que Dios los iba a juzgar a ellos sin importar que en ese momento Félix tuviera autoridad para juzgar a Pablo. ¡Con razón “Félix se asustó”!

      19, 20. a) ¿Qué debemos hacer con las personas que parecen interesarse en la Biblia pero en realidad no quieren cambiar? b) ¿Cómo sabemos que Félix no le tenía ningún afecto a Pablo?

      19 En el ministerio tal vez encontremos personas como Félix: al principio parecen interesarse en la Biblia, pero la verdad es que desean seguir viviendo a su manera. Es lógico que tengamos cuidado en esos casos. Aun así, como Pablo, podemos explicarles con respeto lo que deben hacer para tener la aprobación de Dios. A lo mejor la verdad bíblica les toca el corazón. Ahora bien, si es obvio que no tienen la menor intención de abandonar ciertas prácticas que Dios odia, es mejor dejarlas y concentrarnos en encontrar a quienes realmente buscan la verdad.

      20 ¿Qué había en el corazón de Félix? El relato dice: “Pasaron dos años y Félix fue sucedido por Porcio Festo. Pero, como Félix deseaba quedar bien con los judíos, dejó a Pablo en prisión” (Hech. 24:27). Así quedó claro que no le tenía ningún afecto a Pablo. Sabía que los seguidores “del Camino” no promovían rebeliones y que Pablo no había violado ninguna ley romana (Hech. 19:23). A pesar de eso, lo mantuvo bajo custodia para “quedar bien con los judíos”.

      21. ¿Qué pasó con Pablo cuando Porcio Festo fue nombrado gobernador, y qué le ayudó a mantener una fe firme?

      21 Como vimos en Hechos 24:27, Porcio Festo fue nombrado gobernador en sustitución de Félix, pero Pablo siguió en prisión. Entonces este apóstol tan valiente empezó una serie de audiencias ante muchos funcionarios. Sin duda, las palabras de Lucas 21:12 resultaron muy ciertas en su caso, pues lo llevaron vez tras vez “ante reyes y gobernadores”. Pero su fe siempre se mantuvo firme, incluso cuando más tarde llegó a darle testimonio al gobernante más poderoso de su época: el césar. Seguro que en todo momento recordó las fortalecedoras palabras de Jesús: “¡Ten valor!”.

      FÉLIX, PROCURADOR ROMANO DE JUDEA

      Hacia el año 52 de nuestra era, el césar Claudio nombró procurador o gobernador de Judea a Antonio Félix, que era uno de sus favoritos. Félix —igual que su hermano Palas— había sido un esclavo de la familia del emperador y fue liberado. Nunca antes se había nombrado gobernador con autoridad militar a un exesclavo.

      Felix.

      El historiador romano Tácito señala que, como Palas tenía mucha influencia sobre el emperador, a Félix “le parecía que podía cometer toda maldad sin castigo”. También explica que, como gobernador, “ejerció el poder de un rey con el espíritu de un esclavo, recurriendo a toda clase de crueldades y lascivias”. Durante su gobierno, se casó con Drusila —que era hija de Herodes Agripa I— después de seducirla y convencerla de que dejara a su esposo. Además, fue corrupto y manejó el caso de Pablo de forma ilegal, pues esperaba recibir sobornos de él.

      Félix era tan corrupto y cruel que en el año 58 el emperador Nerón le ordenó que volviera a Roma. Detrás de él fue un grupo de judíos para acusarlo de todas las cosas malas que había hecho en su gobierno, pero parece que su hermano consiguió salvarlo del castigo.

      a Vea el recuadro “Félix, procurador romano de Judea”.

      b Tértulo dijo que gracias a Félix había “mucha paz” en la nación. Pero la verdad es que el periodo que gobernó Félix fue el más violento que hubo aparte de cuando los judíos se rebelaron contra Roma. También dijo que los judíos sentían una “inmensa gratitud” por las reformas que Félix había hecho. Pero la realidad es que la mayoría lo despreciaba porque era un tirano y por la brutalidad con la que frenaba los levantamientos (Hech. 24:2, 3).

  • “¡Apelo a César!”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 25

      “¡Apelo a César!”

      Pablo deja un ejemplo de cómo defender las buenas noticias

      Basado en Hechos 25:1-26:32

      1, 2. a) ¿En qué situación seguía Pablo? b) ¿Qué podemos preguntarnos sobre su apelación a César?

      PABLO sigue en Cesarea bajo estricta vigilancia. Hace dos años, cuando regresó a Judea, los judíos intentaron matarlo al menos tres veces en solo unos días (Hech. 21:27-36; 23:10, 12-15, 27). Y, aunque no lo consiguieron, todavía no se han dado por vencidos. Cuando Pablo se da cuenta de que el gobernador Festo quiere enviarlo de vuelta adonde están ellos, le dice: “¡Apelo a César!” (Hech. 25:11).

      2 ¿Cómo vio Jehová la decisión de Pablo? ¿Estuvo bien que apelara al emperador de Roma? Saber esto es muy importante para nosotros, que damos testimonio completo del Reino en el tiempo del fin. Necesitamos saber si debemos seguir el ejemplo de Pablo al defender y establecer “legalmente las buenas noticias” (Filip. 1:7).

      “Ante el tribunal” (Hechos 25:1-12)

      3, 4. a) ¿Por qué querían los judíos que Pablo fuera a Jerusalén, y cómo se salvó? b) Al igual que hizo con Pablo, ¿cómo nos da fuerzas Jehová?

      3 Tres días después de que Festoa llegó a ser gobernador, viajó a Jerusalén. Allí escuchó las graves acusaciones que los sacerdotes principales y los judíos más importantes hicieron contra Pablo. Ellos sabían que Festo tenía órdenes de mantener la paz con ellos mismos y con todos los demás judíos. Así que aprovecharon esto para pedirle un favor: que enviara a Pablo de Cesarea a Jerusalén para que fuera juzgado allí. Pero en realidad tenían intenciones de asesinarlo por el camino. Él les dijo que no y añadió: “Bajen conmigo [a Cesarea] aquellos de ustedes que tengan autoridad y, si el hombre de veras ha hecho algo malo, presenten sus acusaciones contra él” (Hech. 25:5). Una vez más, Pablo se salvó.

      4 Durante todos estos problemas, Jehová le dio fuerzas a Pablo mediante Jesucristo. Por ejemplo, en una visión Jesús lo animó con estas palabras: “¡Ten valor!” (Hech. 23:11). Hoy, los siervos de Dios también nos enfrentamos a dificultades y oposición. Claro, Jehová no nos libra de todo esto, pero sí nos da sabiduría y fuerzas para aguantar. Podemos estar seguros de que nuestro amoroso Padre siempre nos dará “el poder que va más allá de lo normal” (2 Cor. 4:7).

      5. ¿Cómo actuó Festo en el caso de Pablo?

      5 Días después, Festo “se sentó en el tribunal” de Cesarea.b Delante de él estaban Pablo y los judíos que lo acusaban. Tras escuchar sus acusaciones infundadas, Pablo respondió: “No he cometido ningún pecado contra la Ley de los judíos ni contra el templo ni contra César”. Era inocente y merecía la libertad. Pero ¿qué decisión tomó el gobernador? Para quedar bien con los judíos, le preguntó: “¿Deseas subir a Jerusalén y ser juzgado allí delante de mí por estas cosas?” (Hech. 25:6-9). ¡Qué propuesta tan absurda! Si lo mandaba a Jerusalén, aquellos judíos se convertirían en sus jueces y terminarían matándolo. A Festo le preocupaba más cuidar sus intereses políticos que hacer justicia. Lo mismo sucedió años antes, cuando el gobernador Poncio Pilato juzgó a Jesús (Juan 19:12-16). En tiempos modernos también hay jueces que toman decisiones injustas con tal de complacer a otros. Así que no debería de sorprendernos que algunos tribunales dicten sentencias en contra de todas las pruebas en casos relacionados con el pueblo de Dios.

      6, 7. ¿Por qué apeló Pablo a César, y qué precedente sentó para los testigos de Jehová?

      6 Pablo se dio cuenta de que su vida estaba en peligro por culpa de lo interesado que estaba Festo en complacer a los judíos. Así que recurrió a un derecho que tenía como ciudadano romano. Le dijo a Festo: “Estoy ante el tribunal de César y aquí es donde debo ser juzgado. No he hecho nada malo contra los judíos, como tú mismo te estás dando cuenta. [...] ¡Apelo a César!”. Por lo general, una vez que se hacía esta reclamación, ya no había vuelta atrás. Así lo confirmó el propio gobernador: “Has apelado a César y a César irás” (Hech. 25:10-12). Al haber apelado a una autoridad legal más alta, Pablo sentó un precedente para todos los cristianos. Si nuestros enemigos tratan de causarnos “problemas en nombre de la ley”, los testigos de Jehová usamos los medios legales a nuestro alcance para defender las buenas noticias (Sal. 94:20).c

      7 Después de dos años en la cárcel por delitos que no había cometido, a Pablo le dieron la oportunidad de presentar su caso en Roma. Pero, antes de viajar, otro gobernante quiso verlo.

      En la sala de un tribunal, los presentes reaccionando tras la lectura del veredicto. Un testigo de Jehová, sus abogados y varios hermanos están serios y tristes. Un grupo de no Testigos están sonriendo y felicitando a los abogados que ganaron el caso contra el hermano.

      Los cristianos apelamos las sentencias desfavorables.

      “No desobedecí” (Hechos 25:13-26:23)

      8, 9. ¿A qué fue el rey Agripa a Cesarea?

      8 Unos días después de que Pablo apeló a César, Festo recibió la “visita de cortesía” del rey Agripa y su hermana Berenice.d En el Imperio romano se tenía la costumbre de que los funcionarios les hicieran ese tipo de visitas a los gobernadores recién nombrados. Al felicitar a Festo por su nuevo cargo, Agripa sin duda pretendía crear una relación amistosa que pudiera serle útil para alcanzar sus objetivos políticos (Hech. 25:13).

      APELACIONES MODERNAS A FAVOR DE LA ADORACIÓN VERDADERA

      Los testigos de Jehová a veces recurrimos a tribunales superiores para que podamos predicar libremente las buenas noticias del Reino. Veamos dos ejemplos.

      El 28 de marzo de 1938, el Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló varias sentencias de tribunales estatales y exoneró a un grupo de Testigos detenidos por distribuir publicaciones bíblicas en la localidad de Griffin (Georgia). Esta fue la primera de muchas apelaciones que presentamos ante este tribunal para defender nuestro derecho a predicar.g

      El segundo ejemplo es el caso de un Testigo de Grecia llamado Minos Kokkinakis. En el transcurso de 48 años lo arrestaron más de 60 veces por “hacer proselitismo”. Lo llevaron a juicio 18 veces, y pasó muchos años en prisión y exiliado en apartadas islas del mar Egeo. En 1986 recibió su última condena y los tribunales superiores de Grecia fallaron en su contra. Entonces recurrió al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que el 25 de mayo de 1993 llegó a la conclusión de que el Gobierno griego había violado sus derechos a la libertad de culto.

      Los Testigos hemos llevado muchísimos casos a este tribunal y en la mayoría nos ha dado la razón. Ninguna otra organización, religiosa o civil, ha ganado tantos casos en este tribunal.

      Estas victorias legales no solo nos benefician a los testigos de Jehová. El doctor en Teología Charles Haynes escribió: “Todos estamos en deuda con los testigos de Jehová. No importa cuántas veces se les haya insultado, se les haya echado de los pueblos o incluso se les haya agredido; ellos siguen luchando por su libertad religiosa (y, por extensión, por la nuestra). Cuando ellos ganan, todos ganamos”.

      g En la revista ¡Despertad! del 8 de enero de 2003, páginas 3 a 11, encontrará un reportaje del veredicto del Tribunal Supremo de Estados Unidos sobre la libertad de expresión.

      9 El rey Agripa sintió mucha curiosidad cuando Festo le contó lo de Pablo. Al día siguiente, los dos gobernantes llegaron con gran ostentación al tribunal para escuchar el caso. Pero lo más impresionante no fue esa llegada espectacular, sino las palabras que Pablo estaba a punto de decir (Hech. 25:22-27).

      10, 11. ¿Cómo demostró Pablo su respeto hacia Agripa, y qué le contó sobre su propio pasado?

      10 Con mucho respeto, Pablo le agradeció a Agripa la oportunidad de defenderse ante él, sobre todo porque este rey era un experto en todas las costumbres y las controversias de los judíos. A continuación, comenzó a repasar su propio pasado: “Yo viví como fariseo, según la secta más estricta de nuestra religión” (Hech. 26:5). Mientras era fariseo, Pablo esperaba la venida del Mesías. Pero ahora, que era cristiano, afirmaba sin miedo que Jesucristo era ese Mesías que Dios les había prometido siglos antes a sus antepasados. Le dijo que el motivo por el que lo estaban juzgando era que predicaba el cumplimiento de esa promesa, en la que también creían quienes lo acusaban. Esto hizo que a Agripa le picara todavía más la curiosidad.e

      11 Después, Pablo le habló de la crueldad con la que había perseguido a los cristianos. Dijo: “Estaba convencido de que debía usar todos los medios posibles para luchar contra el nombre de Jesús el Nazareno. [...] Como estaba sumamente furioso con ellos, llegué al punto de perseguirlos hasta en ciudades apartadas” (Hech. 26:9-11). Pablo no estaba exagerando. Muchas personas fueron testigos de su violencia contra los cristianos (Gál. 1:13, 23). Puede que Agripa se preguntara: “¿Por qué habrá cambiado tanto?”.

      12, 13. a) ¿Cómo explicó Pablo por qué había cambiado? b) ¿En qué sentido había estado “dando coces contra el aguijón”?

      12 Pablo mismo explicó por qué había cambiado cuando contó lo siguiente: “Viajaba a Damasco, autorizado y comisionado por los sacerdotes principales, cuando al mediodía vi en el camino, oh, rey, una luz del cielo más brillante que el sol, y nos envolvió a mí y a los que iban conmigo. Cuando todos caímos al suelo, oí una voz que me decía en hebreo: ‘Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Te estás haciendo daño por estar dando coces contra el aguijón’. Pero yo le dije: ‘¿Quién eres, Señor?’. Y el Señor me contestó: ‘Soy Jesús, a quien tú persigues’” (Hech. 26:12-15).f

      13 Antes de esta visión, Pablo se había comportado como un animal que estaba “dando coces [o patadas] contra el aguijón”. ¿En qué sentido? Pues bien, a las bestias de carga las solían guiar usando una vara con punta afilada llamada aguijón. Si el animal se resistía y le daba patadas a la vara, solo conseguía lastimarse. De forma parecida, Pablo se resistía a seguir la guía de Dios, y solo conseguía lastimar su relación con él. Era sincero, pero vivía engañado. Cuando Jesús se le apareció en el camino de Damasco, logró que cambiara su forma de pensar (Juan 16:1, 2).

      14, 15. ¿Qué dijo Pablo sobre los cambios que había hecho en su vida?

      14 Luego, Pablo le explicó a Agripa lo mucho que cambió su vida: “No desobedecí la visión celestial, sino que fui primero a los de Damasco, luego a los de Jerusalén, así como por todo el país de Judea y también a las naciones, y les llevé el mensaje de que se arrepintieran y volvieran a Dios realizando obras que demostraran su arrepentimiento” (Hech. 26:19, 20). Ahora ya llevaba años cumpliendo la misión que Jesús le había dado cuando se le apareció aquella vez. ¿Qué frutos había dado su predicación? Los que aceptaron el mensaje se arrepintieron, dejaron de hacer cosas malas y empezaron a hacer la voluntad de Dios. Gracias a eso, llegaron a ser gente de bien, ciudadanos ejemplares que promovían el orden y el respeto a la ley.

      15 Pero a sus enemigos les daba igual que su predicación le beneficiara a la gente. De hecho, Pablo dijo: “Por eso los judíos me agarraron en el templo y trataron de matarme. Sin embargo, gracias a la ayuda de Dios, sigo hasta este día dando testimonio tanto a grandes como a pequeños” (Hech. 26:21, 22).

      16. ¿Cómo podemos imitar a Pablo al hablar de nuestras creencias ante las autoridades?

      16 Los cristianos debemos estar “siempre listos para presentar una defensa” de nuestra fe (1 Ped. 3:15). Es bueno que recordemos la forma en que Pablo habló ante Agripa y Festo cuando hablemos de nuestras creencias ante jueces y otras autoridades. Si les explicamos que la Biblia nos ha ayudado a ser mejores personas y que también ayuda a quienes nos escuchan, tal vez lleguen a tener una opinión más positiva sobre nosotros.

      “Me convencerías de hacerme cristiano” (Hechos 26:24-32)

      17. ¿Cómo reaccionó Festo a los argumentos de Pablo, y cómo reaccionan hoy también muchas personas?

      17 Los argumentos tan convincentes de Pablo no dejaron indiferentes a esos dos gobernantes. Veamos lo que pasó: “Mientras Pablo decía estas cosas en su defensa, Festo gritó: ‘¡Te estás volviendo loco, Pablo! ¡Tanto estudiar te está haciendo perder la cabeza!’” (Hech. 26:24). Hoy día, muchas personas reaccionan de manera parecida: se escandalizan y piensan que quienes enseñamos lo que la Biblia realmente dice somos unos fanáticos. Además, a la mayoría de la gente culta de este mundo le cuesta mucho aceptar la enseñanza cristiana de la resurrección.

      18. ¿Qué respuesta le dio Pablo a Festo, y qué dijo Agripa después?

      18 ¿Qué le respondió Pablo al gobernador? “No estoy volviéndome loco, excelentísimo Festo. Estoy diciendo palabras verdaderas y con sentido. Sé que el rey al que le estoy hablando con tanta franqueza está bien enterado de todo esto”. Entonces le dijo al rey Agripa: “¿Crees lo que dicen los Profetas? Yo sé que tú lo crees”. Y el rey le respondió: “En poco tiempo me convencerías de hacerme cristiano” (Hech. 26:25-28). No sabemos si lo dijo en serio o no, pero está claro que el testimonio de Pablo lo dejó pensando.

      19. ¿A qué conclusión llegaron Festo y Agripa en el caso de Pablo?

      19 A continuación, los dos gobernantes se pusieron de pie, y así les dieron a entender a los presentes que la audiencia había concluido. “Al ir saliendo, se decían unos a otros: ‘Este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte o la prisión’. Y Agripa le dijo a Festo: ‘Este hombre podría haber sido puesto en libertad si no hubiera apelado a César’” (Hech. 26:31, 32). Los dos llegaron a la conclusión de que Pablo era inocente. De ahora en adelante, tal vez verían a los cristianos con otros ojos y los tratarían mejor.

      20. ¿Por qué valió la pena el testimonio que les dio Pablo a aquellos gobernantes?

      20 Al parecer, ninguno de estos poderosos gobernantes se hizo cristiano. Entonces, ¿valió la pena todo el testimonio que les dio Pablo? Sí. Gracias a que habló “ante reyes y gobernadores” de Judea, las buenas noticias llegaron a sectores del Gobierno romano a los que de otra manera quizás nunca habrían llegado (Luc. 21:12, 13). Además, sus hermanos en la fe se sintieron animados al saber todo lo que vivió y la fidelidad con que aguantó las pruebas (Filip. 1:12-14).

      21. ¿Por qué vale la pena que sigamos predicando pese a las pruebas y la oposición?

      21 ¿Y qué puede decirse de nosotros hoy? Si seguimos predicando pese a las pruebas y la oposición, también valdrá la pena. Quizás podamos dar testimonio a autoridades que de otra manera tal vez nunca podrían escuchar el mensaje. Y puede que nuestra fidelidad y aguante anime a muchos cristianos a ser todavía más valientes y seguir dando un testimonio completo del Reino de Dios.

      PORCIO FESTO, PROCURADOR ROMANO DE JUDEA

      La única información de primera mano que tenemos sobre Porcio Festo está en el libro de Hechos y en las obras de Flavio Josefo. Alrededor del año 58 de nuestra era, sustituyó a Félix como gobernador de Judea. Por lo visto, Festo murió cuando solo llevaba dos o tres años en ese puesto.

      Porcio Festo.

      A diferencia de su predecesor (Félix) y de su sucesor (Albino), parece que en líneas generales Festo fue un gobernador prudente y capaz. Cuando empezó a gobernar, Judea estaba llena de ladrones. Según Josefo, “persiguió a los principales causantes de la ruina del país, capturó gran cantidad de bandidos y ajustició a muchos de ellos”. Durante su gobierno, los judíos construyeron un muro para evitar que el rey Agripa viera lo que se hacía en el recinto del templo. Primero, Festo les ordenó derribarlo. Pero después le solicitaron presentar el asunto ante el emperador Nerón, y les dio permiso.

      Todo indica que trataba con mano dura a los delincuentes y los rebeldes. No obstante, con tal de llevarse bien con los judíos, estuvo dispuesto a cometer injusticias, al menos en el caso del apóstol Pablo.

      EL REY HERODES AGRIPA II

      Cuando el capítulo 25 de Hechos habla de Agripa, se refiere a Herodes Agripa II, el último de la familia de los Herodes que fue rey. Su bisabuelo era Herodes el Grande y su padre era Herodes Agripa I, el que había atacado a la congregación de Jerusalén 14 años antes (Hech. 12:1).

      El rey Herodes Agripa II.

      Para cuando su padre murió —en el año 44—, Agripa tenía 17 años y estaba en Roma. Allí recibió educación en la corte del emperador Claudio. Como los consejeros de Claudio pensaban que Agripa era demasiado joven para ocupar el puesto de su padre, se nombró en su lugar un gobernador romano. Aun así, según Flavio Josefo, aunque Agripa estaba en Roma, defendía a los judíos y sus intereses.

      Alrededor del año 50, Claudio lo hizo rey de Calcis, y en el 53 lo hizo rey de Iturea, Traconítide y Abilene. Además, se le encargó que supervisara el templo de Jerusalén y se le dio autoridad para nombrar a los sumos sacerdotes judíos. Después, el emperador Nerón —sucesor de Claudio— lo hizo también rey de algunas regiones de Galilea y Perea. Cuando conoció a Pablo, Agripa estaba en Cesarea con su hermana Berenice, quien había abandonado a su esposo, el rey de Cilicia (Hech. 25:13).

      En el año 66, intentó detener la rebelión de los judíos contra Roma, pero no lo consiguió. Así que se convirtió en blanco de los ataques rebeldes, y no tuvo más remedio que unirse a los romanos. Después de que Roma acabó con la rebelión, el nuevo emperador, Vespasiano, lo recompensó dándole más territorios.

      a Vea el recuadro “Porcio Festo, procurador romano de Judea”.

      b Aquí, la palabra que se traduce “tribunal” se refiere a una plataforma con una silla donde se sentaba el juez. Esa posición elevada hacía que la gente viera sus decisiones como algo firme y definitivo. Pilato se sentó en uno de estos tribunales para evaluar los cargos contra Jesús.

      c Vea el recuadro “Apelaciones modernas a favor de la adoración verdadera”.

      d Vea el recuadro “El rey Herodes Agripa II”.

      e Pablo, como todos los cristianos, creía que Jesús es el Mesías. Pero los judíos no creían en Jesús, así que para ellos Pablo era un apóstata (Hech. 21:21, 27, 28).

      f Sobre la expresión “al mediodía”, es interesante el siguiente comentario de un biblista: “A menos que un viajero tuviera mucha prisa, al mediodía descansaba a causa del calor. Aquí vemos lo empeñado que estaba Pablo en su misión de persecución”.

  • “Ninguno de ustedes perderá la vida”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 26

      “Ninguno de ustedes perderá la vida”

      En medio de un naufragio, Pablo demuestra mucha fe y amor por los demás

      Basado en Hechos 27:1-28:10

      1, 2. ¿Qué tipo de viaje le esperaba a Pablo, y qué razones tenía para estar nervioso?

      FESTO le había dicho a Pablo: “A César irás”. Y seguro que Pablo no deja de pensar en lo que pasará cuando se presente ante César. Pero al menos, después de dos años encerrado, el viaje a Roma le permitirá cambiar de aires (Hech. 25:12). Claro, no todos los recuerdos que tiene del mar son agradables, con suaves brisas y vistas espectaculares. Así que la idea de hacer este largo viaje y de tener que presentarse ante el emperador debe ponerlo muy nervioso.

      2 Ya ha estado muchas veces “en peligro [...] en el mar”. Por ejemplo, le ha tocado vivir tres naufragios y hasta ha pasado un día y una noche en altamar (2 Cor. 11:25, 26). Además, no va a ser igual que en sus viajes misioneros, en los que era un hombre libre. Ahora va preso y, para colmo, el trayecto de Cesarea a Roma es larguísimo: más de 3.000 kilómetros (2.000 millas). ¿Vivirá para contarlo? Y, suponiendo que llegue sano y salvo, no hay que olvidar que lo juzgará la potencia del mundo de Satanás más poderosa en estos momentos. ¿Terminará condenándolo a muerte?

      3. ¿A qué estaba totalmente decidido Pablo, y qué veremos en este capítulo?

      3 Con todo lo que usted ya sabe de Pablo, ¿verdad que nunca se lo imaginaría paralizado de miedo? Él sabía que en Roma se enfrentaría a dificultades, pero aún no sabía exactamente a cuáles. Así que, ¿para qué iba a angustiarse por cosas que estaban fuera de sus manos? Eso solo le robaría la alegría que le daba la predicación (Mat. 6:27, 34). Además, Jehová quería que aprovechara todas las oportunidades para dar testimonio sobre el Reino, incluso hasta a las autoridades más altas (Hech. 9:15). Y estaba totalmente decidido a cumplir con su deber, pasara lo que pasara. Como nosotros también queremos hacer lo mismo, acompañémoslo en este viaje histórico, y en el camino veamos lo que podemos aprender de Pablo.

      “Teníamos los vientos en contra” (Hechos 27:1-7a)

      4. ¿En qué tipo de barco inició Pablo su viaje, y qué hermanos lo acompañaron?

      4 Pablo y otros prisioneros estaban bajo la custodia de un oficial romano llamado Julio. Este oficial decidió que irían en un barco mercante que acababa de llegar a Cesarea. El barco venía de Adramitio, un puerto de la costa occidental de Asia Menor situado frente a la ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos. Primero navegaría hacia el norte y luego hacia el oeste. En el trayecto haría varias escalas para cargar y descargar mercancías. Este tipo de barcos no estaban pensados para llevar pasajeros, así que no tenían comodidades y menos para los presos (vea el recuadro “Navegación y rutas comerciales”). Afortunadamente, Pablo no era el único cristiano entre tanto delincuente. Lo acompañaban como mínimo dos de sus fieles amigos: Aristarco y Lucas. Y, como sabemos, fue Lucas el que escribió lo que pasó. Lo que no sabemos es si les permitieron viajar gratis como sirvientes de Pablo o si tuvieron que pagar su pasaje (Hech. 27:1, 2).

      NAVEGACIÓN Y RUTAS COMERCIALES

      En la antigüedad, los barcos estaban diseñados principalmente para transportar cargas, y no para llevar personas. Si alguien quería viajar por mar a determinado sitio, tenía que buscar un barco mercante que fuera hacia allá, negociar el precio del pasaje y esperar hasta que saliera el barco.

      Miles de barcos cruzaban el Mediterráneo trayendo y llevando alimentos y otros productos. Por lo general, el pasajero tenía que dormir en cubierta, quizá bajo una especie de tienda de campaña que él mismo montaba de noche y recogía por la mañana. También llevaba todo lo necesario para el trayecto, como víveres y mantas o cobijas.

      La duración de los viajes dependía por completo de los vientos. Por otra parte, entre mediados de noviembre y mediados de marzo prácticamente nadie navegaba porque en esa parte del mundo hace muy mal tiempo.

      Un barco antiguo y cuatro de sus elementos principales mencionados desde atrás (la popa) hacia adelante (la proa). 1. Remos timoneros. 2. Vela mayor. 3. Anclas. 4. Trinquete.

      5. ¿Con quiénes se encontró Pablo en Sidón, y qué nos enseña este detalle?

      5 Después de navegar por un día y recorrer 110 kilómetros (70 millas), hicieron una parada en el puerto de Sidón, en la costa siria. Por lo visto, Julio no trató a Pablo como a un delincuente común, tal vez porque era ciudadano romano y no se había demostrado que fuera culpable (Hech. 22:27, 28; 26:31, 32). Hasta lo dejó bajar a tierra para encontrarse con otros cristianos y cristianas. Con todo el tiempo que había estado encerrado, ¡seguro que lo recibieron con mucho cariño! Pregúntese: “¿Qué oportunidades podría tener yo para ser así de hospitalario?”. Recuerde que, si las aprovecha, a cambio recibirá mucho ánimo (Hech. 27:3).

      6-8. ¿Cómo fue el viaje de Sidón a Cnido, y qué oportunidades debió de aprovechar Pablo?

      6 Después salieron de Sidón y fueron hacia el norte. Luego giraron hacia el oeste a lo largo de la costa de Cilicia, sin hacer escalas y pasando cerca de Tarso, la ciudad donde creció Pablo. Pero entonces Lucas menciona un detalle preocupante: “Teníamos los vientos en contra” (Hech. 27:4, 5). Así que la situación se había puesto peligrosa. De todos modos, seguro que Pablo aprovechó toda ocasión durante el viaje para predicarles a otros presos y pasajeros, así como a la tripulación y los soldados, e incluso a quienes se fue encontrando en los puertos donde pararon. Y nosotros, ¿aprovechamos también toda oportunidad para predicar?

      7 Más tarde llegaron a Mira, un puerto en la costa sur de Asia Menor. Allí, Pablo y los demás tuvieron que cambiar de barco para dirigirse a su destino final: Roma (Hech. 27:6). En el siglo primero, Egipto era el principal proveedor de cereales para Roma, y muchos barcos cargados de trigo atracaban en Mira. Julio encontró uno de ellos y subió a bordo con los soldados y prisioneros. Por lo visto, este barco era mucho mayor que el primero, pues llevaba un valioso cargamento de trigo y 276 personas, entre tripulantes, soldados, prisioneros y quizás otros viajeros que iban a Roma. Al cambiar de barco, el territorio de predicación de Pablo creció, y podemos estar seguros de que les predicó a tantos como pudo.

      8 Desde Mira se dirigieron a Cnido, ciudad del extremo suroeste de Asia Menor. Por lo general, ese recorrido podía hacerse más o menos en un día si los vientos eran favorables. Pero Lucas nos cuenta: “Después de navegar lentamente durante bastantes días, llegamos con dificultad a Cnido” (Hech. 27:7a). Al parecer, tardaron tanto porque las condiciones climáticas habían empeorado (vea el recuadro “El Mediterráneo y los vientos en contra”). ¡Pobres viajeros! ¡Qué incómodo y desesperante debió de ser viajar en un mar tan agitado!

      EL MEDITERRÁNEO Y LOS VIENTOS EN CONTRA

      En el mar Mediterráneo o mar Grande, los vientos y las estaciones determinaban considerablemente adónde y cuándo se podía navegar por él. En su parte oriental, los vientos solían soplar de oeste a este entre junio y septiembre. Esto facilitaba mucho los viajes hacia esa dirección, como pudo comprobarlo Pablo al regresar de su tercer viaje misionero. En esa ocasión, él y sus compañeros partieron de Mileto, pasaron por Rodas y atracaron en Pátara. Desde allí navegaron casi en línea recta hasta llegar a Tiro, en la costa de Fenicia. Lucas señala que dejaron Chipre a la izquierda, lo que implica que pasaron por el sur de la isla (Hech. 21:1-3).

      ¿Y cómo se hacía para navegar en la otra dirección, hacia occidente? Si los vientos lo permitían, se podía seguir una ruta parecida. Pero eso a veces era casi imposible. Una obra de consulta explica por qué: “En invierno, la atmósfera del Mediterráneo es mucho menos estable, y grandes ciclones se desplazan en dirección este. Estos van acompañados de vientos muy fuertes —a veces huracanados—, lluvias torrenciales y hasta nevadas” (The International Standard Bible Encyclopedia). En estas condiciones, viajar era muy peligroso.

      En casi todas las estaciones, los barcos podían desplazarse hacia el norte siguiendo la costa de Palestina y continuar hacia el oeste por Panfilia. En esa parte del mar Mediterráneo había brisas procedentes de tierra firme y corrientes con dirección oeste que empujaban los barcos hacia esa dirección. Eso fue lo que pasó en la primera parte de este viaje que Pablo hizo a Roma. Sin embargo, los vientos podían volverse en contra (Hech. 27:4). El barco cargado de cereales que menciona Lucas tal vez haya ido desde Egipto hacia el norte y luego haya girado hacia las aguas más seguras entre Chipre y Asia Menor. Luego, el capitán pretendía continuar hacia el oeste desde Mira para bordear el extremo sur de Grecia y subir por la costa occidental de Italia (Hech. 27:5, 6). Pero el viento y la época del año hicieron que el barco cambiara de rumbo.

      “La tormenta nos sacudía violentamente” (Hechos 27:7b-26)

      9, 10. ¿Qué dificultades enfrentaron cerca de Creta?

      9 El capitán pretendía continuar hacia el oeste desde Cnido, pero Lucas dice: “El viento no nos dejaba avanzar” (Hech. 27:7b). Mientras estaban cerca de la costa, la corriente los ayudaba. Pero, al ir alejándose y salirse de la corriente, un viento desfavorable del noroeste los empujó hacia el sur, probablemente a gran velocidad. Entonces, tal como habían aprovechado la isla de Chipre para resguardarse del viento, ahora hicieron lo mismo con la isla de Creta: una vez que pasaron el cabo de Salmone —en el extremo este de la isla— y llegaron a la costa sur, quedaron protegidos de los fuertes vientos y la situación mejoró un poco. Aunque debieron de sentir un gran alivio, no les duró mucho. Se les venía encima el invierno, que era poco amigo de los marineros.

      10 Incluso con la protección de la isla de Creta, les estaba costando controlar el barco, pues Lucas explica: “Bordeando la costa con dificultad, llegamos a un lugar llamado Bellos Puertos”. Encontraron un lugar seguro para detenerse en esa pequeña bahía, situada al parecer justo antes de la región donde la costa empieza a ir hacia el norte. ¿Cuánto tiempo estuvieron allí? Lucas dice que fue “bastante tiempo”. Pero no podían dejar pasar más días, porque ya era septiembre u octubre. Cuanto más tiempo se quedaran allí, más peligroso sería navegar (Hech. 27:8, 9).

      11. ¿Qué recomendó Pablo, pero qué decisión se tomó?

      11 Es posible que algunos pasajeros le pidieran su opinión a Pablo porque había viajado mucho por el Mediterráneo. Él recomendó que no siguieran navegando, pues si lo hacían sufrirían “daños y graves pérdidas”, quizás incluso de vidas humanas. Sin embargo, el piloto y el dueño del barco prefirieron seguir adelante, quizás para intentar llegar lo antes posible a un puerto más seguro. Convencieron a Julio, y la mayoría opinó que debían seguir avanzando por la costa hasta llegar al puerto de Fenice, que tal vez tenía una bahía más grande y adecuada para pasar el invierno. Cuando vieron que soplaba una suave brisa del sur, se confiaron y se hicieron a la mar (Hech. 27:10-13).

      12. ¿A qué peligros se enfrentaron cuando se alejaron de Creta, y cómo trataron los marineros de evitar una tragedia?

      12 Las cosas se complicaron todavía más con la llegada de “un viento muy fuerte” del noreste. Por un tiempo contaron con la protección de “una isla pequeña llamada Cauda”, a 65 kilómetros (40 millas) de Bellos Puertos. Aun así, corrían el peligro de ser arrastrados al sur y encallar en los bancos de arena cerca de la costa africana. Los marineros estaban desesperados por evitar esa tragedia. Entonces subieron a bordo el esquife, el pequeño bote que llevaban a remolque. La tarea no fue nada fácil, porque debía de estar inundado. Luego reforzaron el casco del barco pasándole por debajo cuerdas gruesas o cadenas para mantener unidas las tablas. Además, recogieron los aparejos —probablemente las velas— y lucharon por mantener el barco cara al viento a fin de aguantar la tormenta. ¡Qué angustia! Pero ni estas medidas sirvieron, pues Lucas dice: “La tormenta nos sacudía violentamente”. Al tercer día echaron por la borda las jarcias —cuerdas, poleas, etc.—, al parecer para aligerar el barco y mantenerlo a flote (Hech. 27:14-19).

      13. ¿Cómo tuvo que ser la vida a bordo del barco durante la tormenta?

      13 Todos debían de estar muertos de miedo. Pero Pablo y sus compañeros estaban tranquilos y seguros de que sobrevivirían, pues Jesús —y luego un ángel— le había asegurado a Pablo que daría testimonio en Roma (Hech. 19:21; 23:11). Con todo, la tormenta siguió golpeando el barco día y noche durante dos semanas. Además, como no paraba de llover y el cielo estaba cubierto de nubes negras, el piloto no podía ver el Sol ni las estrellas para saber dónde estaban o adónde se dirigían. Ni siquiera podían comer. Aunque, con el frío, la lluvia, el miedo y el estómago revuelto, ¿quién iba a tener hambre?

      14, 15. a) Al hablar con la gente del barco, ¿por qué les recordó Pablo lo que ya les había advertido? b) ¿Qué nos recuerda la esperanza que le dio Pablo a la gente?

      14 Pablo se puso de pie y les recordó que ya les había advertido lo que iba a pasar. Pero no lo hizo con la intención de echárselo en cara, sino de dejar claro que valía la pena escucharlo. Luego añadió: “Ahora les pido que tengan valor, porque ninguno de ustedes perderá la vida. Solo se perderá el barco” (Hech. 27:21, 22). ¡Qué alivio debieron haber sentido! Además, seguro que Pablo se sintió muy contento de que Jehová lo usara para devolverles la esperanza a aquellas personas. Y es que Jehová se preocupa por todos y cada uno de los seres humanos. Le importan tanto que “no desea que ninguno sea destruido, sino que todos lleguen a arrepentirse” (2 Ped. 3:9). Por lo tanto, ¡qué urgente es que hagamos todo lo posible por llevarle su mensaje de esperanza al mayor número de personas! Recordémoslo siempre: están en juego miles de millones de vidas, y para Jehová todas son muy valiosas.

      15 Es muy posible que Pablo ya hubiera hablado con muchos en el barco sobre la esperanza en las promesas de Dios (Hech. 26:6; Col. 1:5). Pero ahora, cuando el naufragio parecía inevitable, les dio buenas razones para tener la esperanza de que sobrevivirían: “Anoche se apareció a mi lado un ángel del Dios al que pertenezco [...] y me dijo: ‘No tengas miedo, Pablo. Tú tienes que presentarte ante César; además, Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo’. Así que tengan valor, señores, porque le creo a Dios y sé que pasará exactamente lo que me ha dicho. Sin embargo, tendremos que naufragar cerca de una isla” (Hech. 27:23-26).

      “Todos llegaron a tierra sanos y salvos” (Hechos 27:27-44)

      Pablo, en la bodega de un barco carguero, orando rodeado de gente frente a unas cajas con unos panes encima. Algunos pasajeros agotados inclinan la cabeza mientras otros observan.

      “Le dio gracias a Dios delante de todos” (Hechos 27:35).

      16, 17. a) ¿Qué momento aprovechó Pablo para orar, y qué efecto tuvo su oración? b) ¿Cómo se cumplió lo que Pablo había predicho?

      16 Durante esas dos semanas espantosas, el barco fue arrastrado unos 870 kilómetros (540 millas). Entonces los marineros notaron algo que los hizo pensar que se acercaban a tierra, tal vez el ruido de las olas rompiendo en la orilla. Decidieron echar anclas desde la popa para evitar que los arrastrara la corriente y para poner la proa mirando hacia tierra firme por si podían hacer encallar el barco en la playa. En ese momento, los marineros trataron de escapar, pero Pablo les dijo al oficial del ejército y a los soldados: “Si estos hombres no se quedan en el barco, ustedes no pueden salvarse”. Así que los soldados impidieron que se escaparan. Aprovechando que el barco estaba un poco más estable, Pablo animó a todos a comer y volvió a asegurarles que sobrevivirían. Luego “le dio gracias a Dios delante de todos” (Hech. 27:31, 35). Con aquella oración llena de gratitud, dejó un buen ejemplo no solamente para Lucas y Aristarco, sino también para todos nosotros. Podemos preguntarnos: “Cuando oro delante de otros, ¿son mis oraciones una fuente de ánimo y consuelo para ellos?”.

      17 Después de orar, “todos se animaron y empezaron a comer algo” (Hech. 27:36). Luego arrojaron el cargamento de trigo por la borda para aligerar el barco y que así estuviera menos sumergido y fuera más fácil acercarse a la orilla. Al hacerse de día, cortaron las cuerdas de las anclas, aflojaron los amarres de los remos timoneros e izaron una pequeña vela (llamada trinquete) para maniobrar mejor al dirigirse a tierra. La proa terminó encallando en un banco de arena o lodo, y la popa comenzó a hacerse pedazos por el oleaje. Algunos soldados pensaron en matar a los presos para que no huyeran, pero Julio lo impidió. Les mandó a todos que llegaran a la orilla nadando o flotando sobre los restos del barco. Tal como había predicho Pablo, los 276 pasajeros “llegaron a tierra sanos y salvos” (Hech. 27:44). Ahora bien, ¿en dónde estaban?

      “Una bondad extraordinaria” (Hechos 28:1-10)

      18-20. ¿Cómo demostró la gente de Malta “una bondad extraordinaria”, y qué milagro ocurrió?

      18 Resulta que estaban en una isla llamada Malta, al sur de Sicilia (vea el recuadro “¿Qué isla era Malta?”). Cuando sus habitantes vieron llegar a los náufragos empapados y temblando, los trataron con “una bondad extraordinaria” (Hech. 28:2). Estaba lloviendo y hacía frío, así que encendieron un fuego para que se calentaran. Y entonces ocurrió un milagro.

      19 Como Pablo quería ayudarles, juntó unas cuantas ramas y las echó en el fuego. De repente, salió una víbora venenosa, lo mordió en la mano y se le quedó agarrada. La gente de allí pensó que había sido un castigo divino.a

      20 El relato añade que “se quedaron esperando a que él se hinchara”. Según una obra de consulta, la expresión griega que aquí se traduce como “se hinchara” es “un término médico”. Y es lógico que Lucas lo usara, porque él era médico (Hech. 28:6; Col. 4:14). El caso es que Pablo se sacudió la serpiente y no le pasó nada.

      21. a) ¿Qué expresiones de esta parte del relato son buenos ejemplos de exactitud? b) ¿Qué milagros hizo Pablo, y cómo reaccionó la gente de Malta?

      21 En aquella región vivía Publio, un hombre rico que tenía unos terrenos. Es posible que fuera el funcionario romano con más autoridad en Malta. Lucas lo llama “el hombre más importante de la isla”, que es exactamente el mismo título que aparece en dos inscripciones encontradas en la isla. Publio fue muy hospitalario con Pablo y sus compañeros, y los tuvo durante tres días en su casa. Sin embargo, su padre estaba enfermo. De nuevo, Lucas utiliza los términos médicos exactos para explicar lo que tenía: “Estaba postrado en cama con fiebre y disentería”. Pablo hizo una oración, puso las manos sobre él y lo sanó. La gente se quedó tan impresionada que le empezó a llevar a otros enfermos para que los curara. También les llevaron regalos a él y a sus compañeros, y les dieron todo lo necesario para lo que les quedaba de viaje (Hech. 28:7-10).

      22. a) ¿Cómo elogió un especialista el relato de Lucas sobre el viaje a Roma? b) ¿Qué veremos en el próximo capítulo?

      22 La narración que acabamos de repasar sobre esta parte del viaje es muy exacta. De hecho, un especialista elogió así este relato de Lucas: “Se destaca por ser uno de los pasajes más gráficos y descriptivos de la Biblia. Aporta detalles tan exactos sobre la navegación en el siglo primero y las condiciones climáticas en el Mediterráneo oriental que [...] tiene que haberse basado en algún diario”. Puede que el propio Lucas tomara esas notas durante el viaje. Si fue así, en la siguiente parte del viaje también tuvo mucho sobre qué escribir. Ahora bien, ¿qué pasaría con Pablo cuando llegaran por fin a Roma? Veámoslo en el próximo capítulo.

      ¿QUÉ ISLA ERA MALTA?

      Hay diferentes opiniones sobre qué isla era la “Malta” en la que naufragó Pablo. Algunos dicen que es una isla que está frente a la costa occidental de Grecia, junto a la isla de Corfú. Otros piensan que, como el nombre griego que se usa en Hechos es Melítē, la isla debe ser Mljet, llamada en latín Melite Illyrica, situada en el mar Adriático frente a la costa de Croacia.

      Otra opción es que sea la actual isla de Malta. Claro, es cierto que Hechos 27:27 menciona “el mar de Adria”. Pero, en tiempos de Pablo, este mar abarcaba un área más grande que el actual mar Adriático, pues incluía el mar Jónico, las aguas del este de Sicilia y las del oeste de Creta. Así que la actual Malta se encontraba dentro del mar de Adria.

      Entonces, ¿cuál es? Pues bien, el barco donde viajaba Pablo fue arrastrado hacia el sur, desde Cnido hasta más abajo de Creta. Teniendo en cuenta los vientos de la tormenta, es muy poco probable que el barco luego girara y subiera tan al norte que llegara a Mljet o a la isla próxima a Corfú. Lo más lógico es que el barco fuera más hacia el oeste y naufragara en la actual isla de Malta, al sur de Sicilia.

      a La gente de Malta conocía ese tipo de serpientes. Eso demuestra que en aquella época había víboras en la isla, aunque ahora ya no hay. Tal vez desaparecieron porque su hábitat fue cambiando con los siglos o porque la población humana se fue extendiendo y acabó exterminándolas.

  • Estuvo “dándoles un testimonio completo”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 27

      Estuvo “dándoles un testimonio completo”

      Pablo está preso en Roma y sigue predicando

      Basado en Hechos 28:11-31

      1. ¿De qué estaban seguros Pablo y sus compañeros, y por qué?

      ALREDEDOR del año 59, un barco sale de la isla mediterránea de Malta con rumbo a Italia. Probablemente es un enorme carguero de trigo, y en la proa lleva un mascarón de “los Hijos de Zeus” —los gemelos Cástor y Pólux— para que protejan a la tripulación (vea la nota de estudio de Hechos 28:11 en la Biblia de estudio). A bordo también viaja Pablo, que es un prisionero y va escoltado, y lo acompañan Lucas y Aristarco (Hech. 27:2). Pero ellos no buscan la protección de los hijos de Zeus ni de ningún dios griego. Ellos sirven a Jehová, y él les había asegurado que Pablo llegaría a Roma para dar testimonio de la verdad y hablar ante César (Hech. 23:11; 27:24).

      2, 3. ¿Qué ruta siguió el barco, y quién estuvo al lado de Pablo durante todo el viaje?

      2 El barco para en Siracusa, bella ciudad de Sicilia casi tan importante como Atenas y Roma. Tres días después sale para la ciudad de Regio, en la punta de “la bota” de Italia. Entonces, un viento del sur hace que vaya tan rápido que en menos de dos días recorre unos 320 kilómetros (200 millas) hasta el puerto de Puteoli, cerca de la actual Nápoles (Hech. 28:12, 13).

      3 Pablo se encuentra en la última etapa del viaje a Roma, donde se presentará ante el emperador Nerón. Durante todo el viaje, “el Dios de todo consuelo” ha estado a su lado (2 Cor. 1:3). Y, como veremos, Dios seguirá cerca de él y Pablo seguirá hablando de Dios con el mismo entusiasmo de siempre.

      “Pablo le dio gracias a Dios y se sintió muy animado” (Hechos 28:14, 15)

      4, 5. a) ¿Cómo recibieron a Pablo y sus compañeros en Puteoli, y cómo es posible que él disfrutara de tanta libertad? b) ¿Qué pueden lograr los cristianos gracias a su buena conducta incluso estando en la cárcel?

      4 ¿Qué hicieron Pablo y sus compañeros en Puteoli? Dejemos que nos lo cuenten: “Allí encontramos hermanos y nos suplicaron que nos quedáramos con ellos siete días” (Hech. 28:14). ¡Qué bonito ejemplo de hospitalidad! Y sin duda esos hermanos recibieron más de lo que dieron, pues salieron mucho más animados por estar con estos misioneros. Ahora bien, ¿cómo es posible que Pablo disfrutara de tanta libertad estando preso? Posiblemente porque se había ganado la confianza de los guardias.

      5 En nuestros días se han dado situaciones parecidas. Gracias a su conducta cristiana, a muchos siervos de Jehová les han dado libertades y privilegios especiales estando en la cárcel o en campos de concentración. Por ejemplo, un hombre en Rumania estaba cumpliendo una condena de 75 años por robo. Entonces empezó a estudiar la Biblia y a servir a Jehová. Gracias a que su conducta mejoró muchísimo, las autoridades de la prisión le dijeron que se encargara de ir a la ciudad a hacer las compras para la cárcel, ¡sin nadie que lo vigilara! Claro, cuando los siervos de Dios tienen una buena conducta, lo mejor de todo es que la gloria va para Jehová (1 Ped. 2:12).

      6, 7. ¿Cómo demostraron un gran amor los hermanos de Roma?

      6 Desde Puteoli, Pablo y sus compañeros probablemente caminaron unos 50 kilómetros (30 millas) hasta Capua por la calzada llamada Vía Apia. Esta famosa calzada llevaba a Roma y estaba pavimentada con grandes losas de roca volcánica. A lo largo del camino había magníficas vistas de los campos italianos y, en algunos puntos, del mar Mediterráneo. La calzada también atravesaba los pantanos Pontinos, una zona de aguas estancadas a unos 60 kilómetros (40 millas) de Roma y donde se encontraba la Plaza del Mercado de Apio. Cuando los hermanos de Roma se enteraron de que Pablo y sus compañeros estaban por allí, fueron a encontrarse con ellos. Algunos viajaron hasta el mercado y otros los esperaron en las Tres Tabernas, área de descanso situada a unos 50 kilómetros (30 millas) de Roma. ¡Eso es amor! (Hech. 28:15).

      7 La Plaza del Mercado de Apio era un lugar tan desagradable que los viajeros ni siquiera podían descansar. De hecho, el famoso escritor romano Horacio dijo que el mercado era un “hormiguero de marineros y de pillos mesoneros” —o posaderos sinvergüenzas—, y él mismo se había negado a cenar allí porque el agua “era detestable”. Pero, a pesar de todas las incomodidades, el grupo de hermanos de Roma esperó con gusto a que llegaran Pablo y los demás cristianos para acompañarlos en la última etapa del viaje.

      8. ¿Por qué le dio Pablo las gracias a Dios cuando alcanzó a ver a los hermanos?

      8 El relato dice: “Al verlos, Pablo le dio gracias a Dios y se sintió muy animado” (Hech. 28:15). Pablo sintió un gran alivio y cobró fuerzas tan solo con ver a aquellos queridos hermanos que tal vez conocía de antes. Ahora bien, ¿por qué le dio las gracias a Dios? Él sabía que el amor que le habían demostrado es una cualidad del fruto del espíritu de Jehová (Gál. 5:22). Hoy también el espíritu santo mueve a los cristianos a hacer sacrificios unos por otros y animar a los necesitados (1 Tes. 5:11, 14).

      9. ¿Cómo podemos imitar a los hermanos que fueron a recibir a Pablo?

      9 Por ejemplo, muchos hermanos permiten que el espíritu santo los impulse a ser hospitalarios con los siervos de tiempo completo, como los superintendentes de circuito y los misioneros. Muchos de estos siervos de tiempo completo han hecho grandes sacrificios para hacer más por Jehová. Por eso, cuando el superintendente de circuito visite su congregación, haría bien en preguntarse: “¿Cómo puedo apoyar más la visita? ¿Me sería posible invitarlos a él y a su esposa —si está casado— a que vengan a mi hogar? ¿Puedo ofrecerme para salir a predicar con ellos?”. Si lo hace, recibirá muchas bendiciones. Eso fue lo que les pasó a los hermanos de Roma cuando escucharon las experiencias tan animadoras que les contaron Pablo y sus compañeros. ¡Imagínese lo alegres que se sintieron! (Hech. 15:3, 4).

      “En todas partes se habla en contra de esta secta” (Hechos 28:16-22)

      10. ¿En qué circunstancias estaba Pablo en Roma, y qué hizo poco después de llegar?

      10 Lucas continúa: “Cuando por fin llegamos a Roma, a Pablo se le permitió alojarse solo, con un soldado vigilándolo” (Hech. 28:16). Así que pusieron a Pablo bajo arresto domiciliario. Este tipo de custodia era menos estricta pero implicaba que el preso estuviera atado con una cadena a un guardia. Sin embargo, ninguna cadena impediría que Pablo siguiera predicando. Por eso, después de tomarse tres días para recuperarse del viaje, llamó a los judíos más importantes de Roma para presentarse y darles testimonio.

      11, 12. ¿Qué hizo Pablo para disipar cualquier prejuicio de los judíos de Roma?

      11 Pablo les dijo: “Hermanos, aunque no hice nada contra el pueblo ni las costumbres de nuestros antepasados, en Jerusalén me entregaron preso a los romanos. Tras interrogarme, ellos quisieron liberarme, porque no había base para condenarme a muerte. Como los judíos no estaban de acuerdo, me vi obligado a apelar a César, pero no porque yo tuviera alguna acusación contra mi nación” (Hech. 28:17-19).

      12 Pablo llamó “hermanos” a aquellos judíos para tratar de establecer puntos en común con ellos y disipar cualquier prejuicio (1 Cor. 9:20). Y también les dejó claro que no había venido a acusar a los de su nación, sino a apelar ante César. Sin embargo, los judíos de Roma no sabían nada de la apelación de Pablo (Hech. 28:21). ¿Por qué los judíos de Judea no les habían dicho nada? Una obra de consulta explica: “El barco de Pablo debe de haber sido de los primeros en llegar a Italia después del invierno. De modo que era muy improbable que hubieran llegado representantes de las autoridades judías de Jerusalén o una carta sobre el caso”.

      13, 14. ¿Cómo empezó Pablo a hablar del Reino, y cómo podemos imitarlo?

      13 Pablo empezó a hablar del Reino de una manera que despertara la curiosidad de esos judíos. Les dijo: “Por eso pedí verlos y hablar con ustedes, porque llevo esta cadena debido a la esperanza de Israel” (Hech. 28:20). Claro, la esperanza que los cristianos predicaban tenía que ver con el Mesías y su Reino. Los ancianos judíos le respondieron: “Nos parece adecuado oír de tu propia boca lo que piensas, porque sabemos que en todas partes se habla en contra de esta secta” (Hech. 28:22).

      14 ¿Cómo podemos imitar a Pablo al predicar? Haciendo afirmaciones o preguntas que despierten la curiosidad y el interés de las personas. Recordemos que existen herramientas diseñadas para darnos buenas ideas, como Razonamiento a partir de las Escrituras, Benefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático y Seamos mejores lectores y maestros. ¿Estamos aprovechando este tipo de publicaciones?

      Como Pablo, demos “un testimonio completo” (Hechos 28:23-29)

      15. ¿Qué cuatro aspectos del testimonio de Pablo podemos destacar?

      15 Pablo y los judíos de Roma hicieron planes para volver a reunirse en la casa donde él se estaba quedando. Ese día, llegó “un número aún mayor” de ellos. Pablo les explicó las Escrituras “desde la mañana hasta el atardecer” y les dio “un testimonio completo sobre el Reino de Dios, a fin de convencerlos de que aceptaran a Jesús usando la Ley de Moisés y los Profetas” (Hech. 28:23). Podemos destacar cuatro aspectos del testimonio que les dio. Primero, se centró en el Reino de Dios. Segundo, trató de ser convincente para llegarles al corazón. Tercero, basó sus argumentos en las Escrituras. Y, cuarto, no pensó en su propia conveniencia, pues les predicó “desde la mañana hasta el atardecer”. ¡Qué buen ejemplo nos dejó! ¿Y cuáles fueron los resultados? “Algunos creyeron las cosas que decía y otros no”. Entonces se pusieron a discutir entre ellos y “empezaron a irse” (Hech. 28:24, 25a).

      16-18. ¿Por qué no le sorprendió a Pablo la reacción de los judíos de Roma? ¿Cómo deberíamos sentirnos nosotros cuando la gente rechace nuestro mensaje?

      16 Aquella reacción no le sorprendió a Pablo, ya que esto coincidía con las profecías y no era la primera vez que le pasaba (Hech. 13:42-47; 18:5, 6; 19:8, 9). Por eso, a los que no quisieron escucharlo les dijo mientras se iban: “Con razón el espíritu santo les habló a sus antepasados mediante el profeta Isaías y dijo: ‘Ve adonde este pueblo y di: “Ustedes van a oír, pero jamás van a entender. Van a mirar, pero jamás van a ver. Porque el corazón de este pueblo se ha hecho insensible”’” (Hech. 28:25b-27). El término original que se traduce como “insensible” transmite la imagen de un corazón “endurecido” o “engrosado”. Así que el mensaje del Reino no podía entrar en su corazón (Hech. 28:27, nota de la Biblia de estudio). ¡Qué lástima!

      17 Para concluir, a esos judíos que no aceptaron el mensaje, Pablo les aseguró: “Las naciones [...] escucharán” (Hech. 28:28; Sal. 67:2; Is. 11:10). Y es que él mismo había visto en persona que muchos gentiles sí habían aceptado el mensaje del Reino (Hech. 13:48; 14:27).

      18 ¿Qué nos enseña esto? Pues bien, nosotros sabemos que son pocas las personas que encontrarán el camino que lleva a la vida (Mat. 7:13, 14). Así que, al igual que Pablo, no nos ofendamos cuando la gente rechace las buenas noticias. Es más, cuando alguien sí demuestre la actitud correcta y se ponga de parte de la religión verdadera, alegrémonos y recibámoslo con los brazos abiertos (Luc. 15:7).

      “Les predicaba el Reino de Dios” (Hechos 28:30, 31)

      19. ¿Cómo aprovechó Pablo su situación lo mejor que pudo?

      19 Lucas termina el libro de Hechos dejándonos una imagen muy bonita de Pablo: “Se quedó allí durante dos años enteros en su propia casa alquilada. Recibía amablemente a todos los que lo visitaban, y les predicaba el Reino de Dios y les enseñaba acerca del Señor Jesucristo con muchísimo valor, sin ningún obstáculo” (Hech. 28:30, 31). ¡Todo un ejemplo de hospitalidad, fe y entrega!

      20, 21. ¿Quiénes se beneficiaron de la labor de Pablo en Roma?

      20 Entre las personas a las que recibió amablemente estuvo Onésimo, un esclavo fugitivo de Colosas. Pablo lo ayudó a hacerse cristiano, y Onésimo llegó a ser su “fiel y amado hermano”. De hecho, Pablo lo describió así: “Mi hijo Onésimo, de quien me convertí en padre” (Col. 4:9; Filem. 10-12). Sin duda, Onésimo fue toda una bendición para Pablo.a

      21 Otras personas también se beneficiaron del buen ejemplo y el testimonio que dio Pablo. Él le escribió a la congregación de Filipos: “Mi situación en realidad ha contribuido a que se difundan las buenas noticias, porque toda la guardia pretoriana y todos los demás saben que llevo estas cadenas por causa de Cristo. Y ahora la mayoría de los hermanos en el Señor han ganado más confianza gracias a mis cadenas y están demostrando más valor para hablar de la palabra de Dios sin temor” (Filip. 1:12-14).

      22. ¿De qué otro modo aprovechó Pablo el tiempo que estuvo en Roma?

      22 Además, Pablo aprovechó el tiempo que estuvo bajo arresto domiciliario en Roma para escribir por inspiración cartas muy importantes, que hoy forman parte de las Escrituras Griegas Cristianas.b Esas cartas no solo beneficiaron a los cristianos del siglo primero, sino también a nosotros, porque sus consejos siguen siendo igual de prácticos ahora que cuando los escribió (2 Tim. 3:16, 17).

      LAS CARTAS DEL PRIMER CAUTIVERIO EN ROMA

      Pablo escribió cinco cartas entre los años 60 y 61 aproximadamente, mientras estaba preso en Roma por primera vez. Una de ellas es Filemón. Resulta que Filemón era un hermano que tenía un esclavo llamado Onésimo, pero se había escapado. Pablo le dijo sobre este esclavo: “Anteriormente él no te era útil”. Pero entonces le explicó que ahora era cristiano, que el propio Pablo se había convertido en su padre espiritual y que se lo enviaba de vuelta para que lo recibiera como un hermano (Filem. 10-12, 16).

      Colosenses. En esta carta, Pablo les dijo a los cristianos de Colosas que Onésimo era uno de ellos (Col. 4:9). Onésimo y un hermano llamado Tíquico tuvieron el honor de entregar esta carta y la de Filemón. Además, entregaron la carta que conocemos como Efesios (Efes. 6:21).

      Filipenses. En ella, les habló a los hermanos de Filipos de sus “cadenas de prisión” y de la situación en la que estaba el hermano que les llevaba la carta: Epafrodito. Los filipenses se lo habían enviado a Pablo como ayudante, pero se puso tan enfermo que casi se muere. Luego, como los filipenses “oyeron que él estaba enfermo”, se deprimió, y por eso Pablo les pidió que tuvieran “siempre en alta estima a hombres como él” (Filip. 1:7; 2:25-30).

      Hebreos. Está dirigida a los cristianos de origen judío que estaban en Judea. Aunque nunca aparece el nombre del autor, todo indica que fue Pablo. Por ejemplo, la forma en que se plantean los argumentos es típica de él. Además, les mandó saludos de los hermanos de Italia y mencionó a Timoteo, que estaba con él en Roma (Filip. 1:1; Col. 1:1; Filem. 1; Heb. 13:23, 24).

      23, 24. Al igual que Pablo, ¿qué han hecho muchos hermanos de tiempos modernos cuando los han metido en la cárcel por su fe?

      23 Aunque en Hechos no se explica, Pablo fue liberado después de estar preso unos cuatro años en total: dos en Cesarea y dos en Roma (Hech. 23:35; 24:27).c Pero no perdió la alegría y siguió haciendo todo lo que estaba en su mano por seguir sirviendo a Dios. Y lo mismo han hecho muchos siervos de Jehová de tiempos modernos. Aunque los hayan metido en la cárcel injustamente por su fe, se sienten felices y siguen predicando. Por ejemplo, un hermano de España llamado Adolfo estuvo en la cárcel por su neutralidad cristiana. En cierta ocasión, un teniente del ejército le dijo: “Nos has maravillado. Te hemos estado haciendo la vida imposible, y cuanto más dura te la hacíamos, más sonreías y más amable eras con nosotros”.

      24 En la prisión confiaban tanto en Adolfo que hasta dejaban abierta su celda. Varios soldados venían a hacerle preguntas bíblicas. Uno de los guardias incluso entraba en la celda para leer la Biblia mientras Adolfo se quedaba vigilando afuera. ¡Qué cosas! ¡Haciendo guardia para que no descubrieran al guardia! Recordemos siempre estos ejemplos de lealtad, pues nos ayudarán a seguir “demostrando más valor para hablar de la palabra de Dios sin temor” aunque estemos en circunstancias muy difíciles.

      25, 26. ¿Qué profecía vio cumplirse Pablo en menos de 30 años, y cómo la hemos visto cumplirse en nuestros días?

      25 Ya estamos llegando al final de nuestro análisis de Hechos. ¿Verdad que es un libro apasionante? En el primer capítulo, vimos que Jesús les dio a sus seguidores una comisión: “Recibirán poder cuando el espíritu santo venga sobre ustedes. Y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8). Y ahora el relato concluye con una conmovedora imagen del apóstol Pablo, que “les predicaba el Reino de Dios” a todos los que lo visitaban durante su arresto domiciliario. Entre esos dos momentos todavía no han pasado ni 30 años, y las buenas noticias ya “se han predicado en toda la creación que está bajo el cielo” (Col. 1:23).d ¡Qué prueba tan clara del poder del espíritu santo! (Zac. 4:6).

      26 Hoy, este mismo espíritu también les da fuerzas a los ungidos y a las “otras ovejas” para que continúen dando “un testimonio completo sobre el Reino de Dios” en 240 países y territorios (Juan 10:16; Hech. 28:23). Y usted, ¿está haciendo todo lo que sus circunstancias le permiten?

      LA VIDA DE PABLO TRAS EL AÑO 61

      Por lo visto, Pablo compareció ante el emperador Nerón alrededor del año 61, y al parecer fue declarado inocente. No sabemos mucho sobre lo que hizo después. Puede ser que viajara a España, tal como tenía planeado (Rom. 15:28). Hacia el año 95, Clemente de Roma escribió que Pablo había “ido hasta los confines de occidente”.

      Después de ser liberado, Pablo escribió sus dos cartas a Timoteo y la de Tito. Gracias a ellas sabemos que visitó Creta, Macedonia, Nicópolis y Troas (1 Tim. 1:3; 2 Tim. 4:13; Tito 1:5; 3:12). En algún momento a Pablo lo volvieron a arrestar. No se sabe dónde fue, tal vez en Nicópolis (Grecia). En cualquier caso, alrededor del año 65 estaba otra vez preso en Roma. Sin embargo, esta vez las cosas serían diferentes. Según el historiador romano Tácito, Nerón había acusado falsamente a los cristianos de provocar un incendio que destruyó gran parte de Roma en el año 64, y había empezado una brutal campaña de persecución. Al final, Nerón mandó ejecutar a Pablo.

      En su segunda carta a Timoteo, Pablo les pide a él y a Marcos que vayan a verlo lo antes posible, pues sabe que va a morir pronto. También dice que Lucas y Onesíforo estuvieron a su lado animándolo (2 Tim. 1:16, 17; 4:6-9, 11). Estos dos hermanos fueron muy valientes, porque solo por decir que eran cristianos los podían arrestar y torturar hasta la muerte. Es probable que a Pablo lo ejecutaran poco después de escribir esta carta, alrededor del año 65. Se cree que unos tres años más tarde Nerón se suicidó.

      LAS BUENAS NOTICIAS “SE HAN PREDICADO EN TODA LA CREACIÓN”

      Alrededor del año 61, mientras estaba preso en Roma, Pablo escribió que las buenas noticias se habían predicado en toda la creación que estaba bajo el cielo (Col. 1:23). ¿Qué quiso decir?

      Al parecer, Pablo se refería en términos generales a la gran extensión que había alcanzado la predicación en el mundo conocido de aquel tiempo. ¿Y cuánto se conocía del mundo en ese entonces? Por ejemplo, ya hacía más de 300 años que Alejandro Magno había conquistado parte de Asia y había llegado a las fronteras de la India. Por otro lado, en el año 55 antes de nuestra era Julio César había invadido Britania, y en el año 43 de nuestra era Claudio había convertido el sur de esa isla en parte del Imperio romano. También se conocía el Lejano Oriente, porque de allí se traía seda fina.

      Entonces, ¿ya se había predicado hasta Britania y el Lejano Oriente? Parece que no. De hecho, en el año 56 Pablo dijo que tenía planes de ir a España porque era uno de los “lugares sin abarcar”, pero para cuando escribió su carta a los Colosenses —alrededor del año 61— todavía no había predicado allí (Rom. 15:20, 23, 24). Aun así, el mensaje del Reino ya se había difundido por muchos lugares. Como mínimo, había alcanzado las tierras de las que venían los judíos y los prosélitos que se bautizaron el día del Pentecostés del año 33, así como los países que visitaron los apóstoles de Jesús (Hech. 2:1, 8-11, 41, 42).

      a A Pablo le hubiera gustado que Onésimo se quedara con él. Pero esto hubiera ido en contra de la ley romana y de los derechos de su amo, Filemón, que también era cristiano. Por esta razón, Pablo se lo envió de vuelta junto con una carta donde le rogaba que lo recibiera con amabilidad y como su hermano espiritual (Filem. 13-19).

      b Vea el recuadro “Las cartas del primer cautiverio en Roma”.

      c Vea el recuadro “La vida de Pablo tras el año 61”.

      d Vea el recuadro “Las buenas noticias ‘se han predicado en toda la creación’”.

  • “Hasta la parte más lejana de la tierra”
    Demos “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”
    • CAPÍTULO 28

      “Hasta la parte más lejana de la tierra”

      Los testigos de Jehová continuamos la obra que iniciaron los cristianos del siglo primero

      1. ¿Qué cosas tienen en común los cristianos de hoy y los del siglo primero?

      LOS cristianos del siglo primero se entregaron por completo a dar testimonio. El corazón los movió a aceptar la ayuda y guía del espíritu santo. La persecución no logró detenerlos. Y Jehová los bendijo muchísimo. ¿Verdad que los testigos de Jehová de hoy tenemos todas estas cosas en común con ellos?

      2, 3. ¿Por qué es tan especial el libro de Hechos?

      2 Seguro que nuestra fe se ha fortalecido con los apasionantes relatos de Hechos de los Apóstoles. ¡Qué libro tan especial! Es el único del mundo en el que Dios nos cuenta la historia de los primeros cristianos.

      3 Hechos menciona 95 personajes, 32 países y regiones, 54 ciudades y 9 islas. Estos emocionantes relatos hablan de gente común, líderes religiosos arrogantes, políticos que se creían dioses y perseguidores feroces. Pero sus verdaderos protagonistas son nuestros hermanos y hermanas del siglo primero. Al igual que nosotros, ellos también se enfrentaban a los problemas de la vida, pero nunca dejaron de predicar las buenas noticias con entusiasmo.

      4. ¿Por qué nos sentimos tan unidos a Pablo, Tabita y otros cristianos del siglo primero?

      4 Nos sentimos muy unidos a los incansables apóstoles Pedro y Pablo, el amado médico Lucas, el generoso Bernabé, el valiente Esteban, la bondadosa Tabita, la hospitalaria Lidia y muchos otros testigos fieles. ¿Pero cómo es posible que nos sintamos así si vivieron hace 2.000 años? Porque, igual que ellos, tenemos la misión de hacer discípulos (Mat. 28:19, 20). ¡Qué honor!

      En un balcón, Pablo contemplando Roma mientras está encadenado a un soldado.

      “Hasta la parte más lejana de la tierra” (Hechos 1:8).

      5. ¿Por dónde empezaron los discípulos de Jesús a cumplir con su comisión?

      5 Meditemos por un momento en la comisión que les dio Jesús a sus discípulos. Les dijo: “Recibirán poder cuando el espíritu santo venga sobre ustedes. Y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8). En primer lugar, el espíritu les dio poder para predicar “en Jerusalén” (Hech. 1:1-8:3). Luego, guiados por el espíritu santo, predicaron “en toda Judea y Samaria” (Hech. 8:4-13:3). Y finalmente comenzaron a llevar las buenas noticias “hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 13:4-28:31).

      6, 7. ¿Qué recursos tenemos que los hermanos del siglo primero no tenían?

      6 A diferencia de nosotros, nuestros hermanos del siglo primero predicaban sin tener a su disposición ni la Biblia completa ni toda una variedad de publicaciones para ofrecerles a las personas. El Evangelio de Mateo se escribió alrededor del año 41. Hechos terminó de escribirse alrededor del año 61 y para ese momento solo existían algunas cartas de Pablo. Y los cristianos de origen judío escuchaban la lectura de las Escrituras Hebreas cuando iban a la sinagoga antes de hacerse cristianos (2 Cor. 3:14-16). Pero, como la mayoría de ellos no tenía ejemplares personales de las Escrituras Hebreas, cuando iban a predicar tenían que citarlas de memoria.

      7 Hoy, casi todos los Testigos contamos con nuestro propio ejemplar de la Biblia y con muchísimas publicaciones. Además, estamos proclamando las buenas noticias en cientos de idiomas y haciendo discípulos en 240 países y territorios.

      El espíritu santo, fuente de poder

      8, 9. a) ¿Qué lograron hacer los discípulos de Jesús gracias al espíritu santo? b) ¿Qué está produciendo el esclavo fiel con la ayuda del espíritu de Dios?

      8 El día que comisionó a sus discípulos, Jesús les hizo esta promesa: “Recibirán poder cuando el espíritu santo venga sobre ustedes”. Así que la fuerza activa de Dios guiaría a los discípulos de Jesús para que acabaran dando testimonio por toda la Tierra. El espíritu santo permitió que Pedro y Pablo curaran enfermos, expulsaran demonios e incluso resucitaran muertos. Sin embargo, este espíritu les dio el poder a los cristianos del primer siglo para hacer algo todavía más importante: transmitir el conocimiento exacto que lleva a la vida eterna (Juan 17:3).

      9 El día del Pentecostés del año 33, los discípulos de Cristo “se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en diferentes idiomas”, y así dieron testimonio “de las cosas magníficas de Dios” (Hech. 2:1-4, 11). Hoy no tenemos el don milagroso de hablar en lenguas. Pero, con la ayuda del espíritu de Dios, el esclavo fiel está produciendo publicaciones bíblicas en muchísimos idiomas. Por ejemplo, cada mes se imprimen millones de ejemplares de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, y en nuestra página web, jw.org, hay publicaciones bíblicas y videos en más de 1.000 idiomas. Todo esto nos permite declarar “las cosas magníficas de Dios” a gente de todas las naciones, tribus y lenguas (Apoc. 7:9).

      10. ¿Qué esfuerzos especiales se han hecho desde 1989?

      10 Desde 1989, el esclavo fiel se ha concentrado en hacer que la Traducción del Nuevo Mundo esté disponible en muchos idiomas. Gracias a eso, ya se ha traducido a más de 200 idiomas y se han impreso más de 240 millones de ejemplares. ¡Y las cifras no paran de aumentar! Todo esto solo es posible porque contamos con el apoyo de Dios y de su espíritu.

      11. ¿Qué se está haciendo para traducir nuestras publicaciones?

      11 Pensemos también en la traducción de nuestras publicaciones. Hay miles de Testigos que trabajan en esta labor voluntariamente en más de 150 países y territorios. Esto no debería sorprendernos, pues no hay otra organización como esta: es la única a la que el espíritu santo está dirigiendo para dar por todo el mundo “un testimonio completo” sobre Jehová, su Rey mesiánico y el Reino establecido en los cielos (Hech. 28:23).

      12. ¿Qué les ayudó a Pablo y los demás cristianos a cumplir su misión de dar testimonio?

      12 Los cristianos del siglo primero también pudieron cumplir su misión de dar testimonio —con discursos y otros métodos— gracias a la ayuda y la guía del espíritu santo. Cuando Pablo les dio testimonio a los judíos y los gentiles de Antioquía de Pisidia, “todos los que tenían la actitud correcta para obtener vida eterna se hicieron creyentes” (Hech. 13:48). Y, al final del libro de Hechos, Lucas dice que Pablo “predicaba el Reino de Dios [...] con muchísimo valor, sin ningún obstáculo” (Hech. 28:31). ¿Y dónde lo estaba haciendo? Nada menos que en Roma, la capital de una potencia mundial. No hay duda de que para aquellos cristianos el espíritu santo era su fuente de poder.

      Seguimos predicando frente a la persecución

      13. ¿Por qué es importante que oremos cuando nos persiguen?

      13 Cuando empezaron a perseguir a los primeros discípulos de Jesús, ellos le rogaron a Jehová que les diera valor. ¿Y qué pasó? Que el espíritu santo les dio el poder para proclamar la palabra de Dios con valentía (Hech. 4:18-31). Nosotros también le pedimos a Jehová que nos dé sabiduría y fuerzas para no dejar de predicar aunque nos persigan (Sant. 1:2-8). Y, gracias a que él nos bendice y nos da su espíritu, nosotros podemos seguir haciéndolo. Nada puede impedir que sigamos dando testimonio, ni la oposición más intensa ni la persecución más brutal. Pero, para lograrlo, necesitamos pedirle a Jehová que nos dé espíritu santo, sabiduría y valor (Luc. 11:13).

      14, 15. a) ¿Qué pasó durante “la persecución que surgió a causa de Esteban”? b) ¿Cómo llegaron a conocer la verdad muchas personas de Siberia?

      14 Esteban dio testimonio con valor antes de que sus enemigos lo asesinaran (Hech. 6:5; 7:54-60). Entonces empezó “una gran persecución” que hizo que todos los discípulos, excepto los apóstoles, se dispersaran por Judea y Samaria. Pero eso no detuvo la predicación. Felipe se fue a Samaria “a predicarle a la gente acerca del Cristo” y le fue muy bien (Hech. 8:1-8, 14, 15, 25). Es más, el relato dice: “Los que habían sido esparcidos por la persecución que surgió a causa de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía. Pero solo les predicaban el mensaje a los judíos. Sin embargo, hubo entre ellos algunos hombres de Chipre y de Cirene que fueron a Antioquía y se pusieron a predicarles a las personas de habla griega y a anunciarles las buenas noticias del Señor Jesús” (Hech. 11:19, 20). Como vemos, aquella persecución solo consiguió que la predicación llegara a más lugares.

      15 En tiempos más recientes pasó algo parecido en la ex Unión Soviética. Sobre todo en la década de 1950, deportaron a miles de Testigos a Siberia. Y, como quedaron esparcidos en diversas comunidades, llevaron las buenas noticias por toda esa enorme región. Si eso no hubiera pasado, los hermanos nunca habrían podido llegar tan lejos —en ocasiones, a más de 10.000 kilómetros (6.000 millas)— porque no tenían dinero para el viaje. Pero el propio Gobierno se encargó de mandarlos al otro extremo del país. Como dijo un hermano, fueron las mismas autoridades las que contribuyeron a que miles de personas sinceras de Siberia conocieran la verdad.

      Jehová nos bendice muchísimo

      16, 17. ¿Qué pruebas proporciona Hechos de que Jehová bendijo la obra de los primeros cristianos?

      16 Está claro que Jehová bendijo a los primeros cristianos. Es cierto que Pablo y otros hermanos plantaron y regaron; pero, como dice la Biblia, “Dios siguió haciéndolo crecer” (1 Cor. 3:5, 6). Y Hechos proporciona claras pruebas de que la obra creció tanto porque Jehová la estaba bendiciendo. Por ejemplo, leemos que “la palabra de Dios siguió extendiéndose, y el número de discípulos siguió aumentando muchísimo en Jerusalén” (Hech. 6:7). Además, “por toda Judea, Galilea y Samaria, la congregación entró en un periodo de paz y fue edificada. Y, como andaba en el temor [reverente] de Jehová y en el consuelo del espíritu santo, siguió creciendo” (Hech. 9:31).

      17 En Antioquía de Siria, muchos cristianos valientes les dieron testimonio de la verdad a las personas que hablaban hebreo y a las que hablaban griego: “Es más, la mano de Jehová estaba con ellos, y un gran número de personas se hicieron creyentes y se convirtieron al Señor” (Hech. 11:21). ¿Qué sucedió más tarde? “La palabra de Jehová siguió creciendo y extendiéndose” (Hech. 12:24). Y, gracias a que Pablo y otros hermanos les dieron un testimonio completo a los gentiles, “la palabra de Jehová siguió extendiéndose y ganando fuerza de manera poderosa” (Hech. 19:20).

      18, 19. a) ¿Por qué estamos seguros de que “la mano de Jehová” está con nosotros hoy? b) ¿Qué ejemplo tenemos de que Jehová jamás abandonará a su pueblo?

      18 Estamos seguros de que “la mano de Jehová” también está con nosotros hoy. Por eso son tantos los que aceptan la verdad, se dedican a Dios y se bautizan. Además, como les pasó a Pablo y otros cristianos en el siglo primero, si no fuera porque contamos con la ayuda y la bendición de Dios, no podríamos seguir predicando cuando sufrimos oposición y cruel persecución (Hech. 14:19-21). Jehová siempre está a nuestro lado, sosteniéndonos con “sus brazos eternos” (Deut. 33:27). Y nunca olvidemos que Jehová jamás abandonará a su pueblo “por causa de su gran nombre” (1 Sam. 12:22; Sal. 94:14).

      19 Veamos un ejemplo. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis encerraron al hermano Harald Abt en el campo de concentración de Sachsenhausen. En mayo de 1942, la Gestapo fue a su casa, se llevó a su hija y arrestó a su esposa, Elsa. Luego la enviaron a varios campos. Ella dijo: “Los años que pasé en los campos de concentración alemanes me enseñaron una lección muy importante: el espíritu santo infunde una enorme fortaleza a quienes sirven a Jehová bajo pruebas extremas. Antes de que me detuvieran, leí la carta de una hermana en la que decía que, cuando afrontamos pruebas difíciles, el espíritu de Jehová nos infunde serenidad. Me pareció un poco exagerado. Pero, cuando me tocó enfrentarme a las pruebas, vi por mí misma cuánta razón tenía. Es tal y como ella había dicho. A menos que uno haya tenido esa experiencia, cuesta trabajo creerlo. Pero eso fue justo lo que me sucedió a mí”.

      ¡Sigamos dando un testimonio completo!

      20. ¿Qué hizo Pablo durante su arresto domiciliario, y cómo anima su ejemplo a muchos cristianos?

      20 Al final de Hechos, Pablo se encontraba bajo arresto domiciliario en Roma, así que no podía predicar de casa en casa. Aun así, “les predicaba el Reino de Dios” a todos los que lo visitaban (Hech. 28:31). Hoy, muchos de nuestros queridos hermanos tampoco pueden salir de su casa, tal vez porque están en cama o viven en alguna residencia para personas mayores o enfermas. Aun así, su amor a Dios y su deseo de dar testimonio son tan fuertes como siempre. Cuando oremos por ellos, podemos pedirle a nuestro Padre celestial que de alguna manera los ponga en contacto con quienes desean conocerlo y aprender sobre sus maravillosas promesas.

      21. ¿Por qué es tan urgente predicar?

      21 La mayoría de nosotros sí podemos predicar de casa en casa y aprovechar otros métodos de predicación. Por eso, debemos hacer todo lo posible por ser buenos proclamadores del Reino y contribuir a que se dé testimonio “hasta la parte más lejana de la tierra”. La “señal” de que vivimos en los últimos días es muy clara (Mat. 24:3-14). Así que no hay tiempo que perder. Es muy urgente que estemos “muy ocupados en la obra del Señor” (1 Cor. 15:58).

      22. ¿Qué estamos decididos a hacer mientras esperamos el día de Jehová?

      22 Falta poco para que “venga el grande e impresionante día de Jehová” (Joel 2:31). Mientras llega ese momento, sigamos predicando fielmente y con valor. Quedan muchas personas dispuestas a aceptar “la palabra con muchísimo interés”, igual que los bereanos (Hech. 17:10, 11). Por eso, no dejemos de predicar hasta que, por así decirlo, “oigamos” este mensaje: “¡Bien hecho, esclavo bueno y fiel!” (Mat. 25:23). Si siempre conservamos el entusiasmo por la predicación y nos mantenemos fieles a Jehová, disfrutaremos por toda la eternidad de la satisfacción de haber dado “un testimonio completo sobre el Reino de Dios”.

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir