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  • ¿Quién se hace adicto, y por qué?
    ¡Despertad! 1994 | 22 de abril
    • ¿Quién se hace adicto, y por qué?

      SI USTED oyese un ruido extraño procedente del motor mientras conduce su automóvil por una carretera, ¿qué haría? ¿Se detendría y levantaría el capó para investigar, o se limitaría a subir el volumen de la radio a fin de ahogar el ruido?

      Aunque la respuesta parezca obvia, las personas adictas siempre escogen la segunda opción, claro que no en lo que respecta a su automóvil, sino en lo que respecta a su vida. En lugar de hacer frente a los problemas y vencerlos, tratan de ahogarlos haciéndose adictos a sustancias como las drogas o el alcohol, o incluso a la comida.

      ¿Cómo puede saber alguien si es adicto o no? Cierto médico define la adicción de la siguiente manera: “Fundamentalmente, el consumo de una droga o la participación en un actividad se convierte en adicción si a pesar de que le causa problemas en su vida, usted sigue haciéndolo”.

      Tal situación suele ser una señal de que existe bajo el capó, por decirlo así, un problema mucho más grave que habría que investigar antes de que se pueda cambiar el comportamiento adictivo.

      Drogas y alcohol

      ¿Qué induce a alguien a hacerse adicto a las drogas o al alcohol? La presión de los compañeros y la curiosidad suelen desempeñar un papel importante, especialmente en el caso de los jóvenes. En realidad, muchas personas se hacen adictas porque se relacionan con individuos que abusan del alcohol o que consumen drogas. (1 Corintios 15:33.) Este hecho puede explicar los resultados de una encuesta estadounidense que reveló que el 41% de los estudiantes de 17 años se emborracha cada dos semanas.

      Sin embargo, existe una diferencia entre abuso y adicción. Hay muchos que abusan de ciertas sustancias, mas no son adictos a ellas.a Pueden dejar de consumirlas sin sentir el impulso irresistible de volver a tomarlas. Pero los adictos descubren que no pueden dejar el objeto de su adicción. Además, cualquier placer eufórico que antes derivaban queda eclipsado por una sensación de angustia. El libro Addictions explica: “En el caso de los adictos, es típico que llegue un momento en que empiecen a odiarse a sí mismos y a sentirse horriblemente atormentados por el dominio que la adicción ejerce sobre ellos”.

      Muchos de los que dependen del alcohol o las drogas consumen estas sustancias como una vía de escape para sus crisis emocionales. Lamentablemente, dichas crisis son muy comunes hoy día. Y no debería sorprendernos, pues la Biblia identifica nuestros tiempos como “los últimos días” de este sistema de cosas, y dice que serían “tiempos críticos, difíciles de manejar”. También predijo que los hombres serían “amadores del dinero”, “altivos”, “desleales”, “feroces”, “traicioneros” e “hinchados de orgullo”. (2 Timoteo 3:1-4.) Estas malas cualidades han creado un ambiente que es terreno abonado para la adicción.

      La crisis emocional de Susan fue la consecuencia de los malos tratos que había sufrido en el pasado, y por ello recurrió a la cocaína. “Me daba una falsa sensación de control y amor propio —dice—. Una sensación de poder que no experimentaba en mi vida cotidiana.”

      Un estudio efectuado con varones adolescentes adictos reveló que más de una tercera parte había sufrido maltratos físicos. Otro estudio llevado a cabo con 178 mujeres alcohólicas sacó a relucir que el 88% había sido víctima de abusos graves de diversa índole. En Eclesiastés 7:7 la Biblia dice: “La mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco”. Una persona que sufre emocionalmente debido a experiencias terribles puede buscar alivio irracionalmente en las drogas o el alcohol.

      Ahora bien, las drogas y el alcohol no son las únicas adicciones.

      Trastornos del apetito

      Los trastornos del apetito (que algunos especialistas califican de adicciones) a veces sirven para desviar la atención de sentimientos desagradables. Por ejemplo, hay quienes utilizan el exceso de peso como chivo expiatorio de contrariedades personales. “A veces pienso que sigo obesa porque así puedo achacar a la gordura todo lo que me sale mal en la vida —dice Jennie—. De esa forma, si no agrado a alguien, siempre puedo decir que es por culpa de mi peso.”

      A otros, la comida les proporciona una falsa sensación de control,b y puede que sea el único campo en el que sientan que pueden ejercer cierto grado de autoridad. Muchos de los que padecen trastornos del apetito son personas un tanto acomplejadas. Para incrementar su autoestima, procuran dominar las ansias de comer. Una mujer dijo: “Haces de tu cuerpo tu propio reino y te conviertes en la tirana, la dictadora absoluta”.

      Las experiencias aquí citadas no exponen todas las causas de la adicción a las drogas, al alcohol o a la comida. Puede haber otros factores. Algunos especialistas hablan incluso de un vínculo genético que hace que algunos sean más vulnerables a la adicción que otros. “Lo que vemos es una interacción de la personalidad, el ambiente, la biología y la aceptación social —dice Jack Henningfield, del Instituto Nacional de Consumo de Drogas—. No queremos engañarnos fijándonos en un solo factor.”

      En cualquier caso, ningún adicto —prescindiendo de cuál sea la causa de su adicción— se encuentra física o emocionalmente condenado. Hay ayuda disponible.

      [Notas a pie de página]

      a El abuso del alcohol o el consumo de otras drogas —tanto si culmina en adicción como si no— es algo que contamina y que, por supuesto, los cristianos deben evitar. (2 Corintios 7:1.)

      b Se puede encontrar más información sobre los trastornos del apetito en los números de ¡Despertad! del 22 de diciembre de 1990 y 22 de febrero de 1992.

      [Recuadro en la página 5]

      Una plaga de adicción mundial

      ◼ Una encuesta llevada a cabo en México reveló que una de cada ocho personas con edades comprendidas entre los 14 y los 65 años es alcohólica.

      ◼ La asistenta social Sarita Broden comenta que en Japón proliferan los trastornos del apetito. Dice: “Entre 1940 y 1965, la incidencia de los trastornos del apetito fue aumentando paulatinamente, para dar un gran salto entre 1965 y 1981 tanto en los pacientes internos como en los externos. Pero desde 1981 el aumento de los casos de anorexia y bulimia ha sido espectacular”.

      ◼ En China parece que la cantidad de consumidores de heroína aumenta muy deprisa. El Dr. Li Jianhua, que trabaja en el Centro de Investigación sobre el Consumo de Drogas de Kunming, dice: “La heroína se ha extendido desde la región fronteriza hasta el interior, desde el campo hasta las ciudades, y está llegando a personas cada vez más jóvenes”.

      ◼ En Zurich (Suiza), un mercado al aire libre de carácter experimental para la compraventa de drogas resultó un fracaso. “Pensábamos que conseguiríamos descubrir a los vendedores, pero no fue así”, dice el Dr. Albert Weittstein, lamentando que solo habían conseguido atraer a vendedores y consumidores de lugares lejanos.

  • Cómo vencer la adicción a diversas sustancias
    ¡Despertad! 1994 | 22 de abril
    • Cómo vencer la adicción a diversas sustancias

      ABANDONAR una adicción es como mudarse de la casa donde uno se ha criado. Aunque sea vieja y esté deteriorada, cuesta dejarla, pues ha sido nuestro hogar.

      Si usted es adicto a alguna sustancia, la adicción probablemente ha sido su hogar emocional, caótico sin duda, pero familiar. “Lo normal para mí es estar borracho. Lo que me resulta anormal es estar sobrio”, dice Charles, un alcohólico en vías de recuperación. Romper con la adicción será difícil, pero el esfuerzo merecerá la pena.

      El primer paso es abstenerse de las sustancias adictivas.a No se demore ni se limite a prometer que poco a poco irá reduciendo su consumo. Deshágase enseguida de todas las existencias que tenga en su poder y de todos los objetos relacionados. Durante un período breve experimentará una serie de síntomas desagradables calificados como síndrome de abstinencia, que a veces se superan mejor bajo supervisión médica. Esta etapa no es más que el comienzo de una vida de abstinencia. Pero no crea que es imposible lograrlo. Empiece poniéndose una meta que esté a su alcance: abstinencia durante un mes, una semana o hasta un día. Al final de cada período, sin volver a probar la sustancia adictiva, renueve su decisión.

      Este es solo el primer paso para cambiar un comportamiento adictivo. La Biblia nos exhorta a ‘limpiarnos de toda contaminación de la carne y del espíritu’. (2 Corintios 7:1.) La adicción no solo contamina la carne; el espíritu, es decir, la inclinación mental, también se ve afectado. ¿Qué puede ayudarle a desintoxicar tanto su carne como su espíritu?

      Se necesita esfuerzo continuo

      “La adicción es un trastorno que afecta al entero yo”, dice el Dr. Robert L. DuPont. Por consiguiente, el tratamiento para vencer la adicción debe dirigirse a la persona en su totalidad. Debe cambiar toda su escala de valores. Requiere tiempo, pero no existen atajos para lograr la recuperación. Cualquier promesa de recuperación rápida solo favorecerá una recaída rápida.

      La lucha por hacer lo correcto es progresiva. El apóstol cristiano Pablo escribió: “Contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra [“que está en litigio con”, Ulrich Wilckens] la ley de mi mente”. (Romanos 7:23.) También escribió a los cristianos que deberían estar “perfeccionando la santidad”. (2 Corintios 7:1.) El libro Imágenes verbales en el Nuevo Testamento explica que el término “perfeccionando” no “es una consecución repentina de la completa santidad, sino [que se trata] de un proceso continuo”. Es obvio, pues, que las adicciones se van venciendo de modo gradual.

      Busque la causa

      Para muchos, la adicción es un intento de enterrar sucesos dolorosos del pasado. “La bulimia [un trastorno del apetito] distraía mi atención de los recuerdos —dice Janis—. Se convirtió en mi técnica de supervivencia.” En el caso de Janis, el deseo de olvidar el pasado solo perpetuaba su adicción. Lo que la ayudó a cambiar su comportamiento adictivo fue comprender las razones por las que actuaba de esa forma.

      Hay quienes pueden cambiar sus hábitos anteriores y hacer frente a la situación con éxito sin necesidad de analizar su pasado. Otros descubren que los sentimientos arraigados en su entorno anterior continúan avivando su anhelo por la sustancia adictiva. Quizás se sientan identificados con lo que escribió el salmista David: “Escudríñame completamente, oh Dios, y conoce mi corazón. Examíname, y conoce mis pensamientos inquietantes, y ve si hay en mí algún camino doloroso, y guíame en el camino de tiempo indefinido”. (Salmo 139:23, 24.)

      Cómo reaccionar ante los sentimientos

      ¿Ha experimentado alguna vez el contraste de salir de un edificio oscuro y encontrarse de golpe a plena luz del Sol? La repentina claridad lastima los ojos y le obliga a cerrarlos. Del mismo modo, puede que al empezar a luchar contra las adicciones, se vea bombardeado súbita y hasta dolorosamente por toda una gama de sentimientos. Amor, ira, orgullo, celos, temor, resentimiento y otras emociones que han estado ocultas por mucho tiempo relucen ahora con toda intensidad.

      Para aliviar su ansiedad, quizás se sienta impulsado a recluirse de nuevo en la oscuridad a la que está acostumbrado, la del consumo de sustancias. Pero no necesita huir de sus sentimientos. Estos pueden constituir una fuente de información muy útil para usted. Los sentimientos suelen aflorar como señal de que algo necesita atención. De modo que, si lo ve necesario, analícelos. ¿Qué le indican? Si el mensaje que transmiten no está claro o si le abruman demasiado, confíese a algún amigo maduro. (Job 7:11.) No tiene por qué encararse solo a sus sentimientos. (Compárese con Proverbios 12:25.)

      Además, no olvide que los sentimientos no son necesariamente sus enemigos. El propio Jehová Dios experimenta sentimientos muy intensos, y lo mismo le sucede al hombre, pues fue creado a la imagen de Dios. (Génesis 1:26; Salmo 78:21, 40, 41; 1 Juan 4:8.) Por lo tanto, aunque al principio pueden resultar dolorosos, como la sensación que notamos al salir de pronto a la deslumbrante luz del Sol, con el tiempo también se convertirán, al igual que esta, en una fuente de guía y calor.

      Cómo resolver los problemas

      Caminar por una cuerda floja sería aterrador para alguien que tuviera temor a las alturas. Al adicto que empieza a recuperarse, la vida le puede parecer un aterrador ejercicio en la cuerda floja. Las elevadas responsabilidades de la sobriedad pueden provocar una especie de “temor a las alturas”. El miedo a fracasar tal vez le haga razonar: ‘Como de todas formas me voy a caer, ¿por qué no acabar de una vez?’.

      Pero recuerde que los problemas no son ataques personales contra usted. Simplemente son situaciones a las que hay que enfrentarse. Así que no ceda al pánico. Haga frente a sus problemas de uno en uno. Esto le ayudará a ponerlos en su debida perspectiva. (1 Corintios 10:13.)

      Autoestima

      Marion, una alcohólica en vías de recuperación, tuvo que enfrentarse a un sentimiento de poca autoestima. Dice: “Siempre me pareció que si alguien veía cómo soy en realidad, no iba a gustarle”.

      Para escapar de las garras de la adicción, hace falta que usted aprenda a ver —quizás por primera vez— su valía como persona. No obstante, si su vida está arruinada por alguna adicción, no le será fácil. ¿Qué le puede ayudar?

      La Biblia proporciona consuelo a los abatidos. Puede ayudarle a cultivar un grado adecuado de amor propio. (Salmo 94:19.) Por ejemplo, el salmista David escribió que los humanos están coronados con “gloria y esplendor”. También dijo: “De manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho”. (Salmo 8:5; 139:14.) ¡Qué manera tan hermosa de expresar una adecuada autoestima!

      Si usted aprecia su cuerpo, lo cuidará como dice la Biblia: “Nadie jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia”. (Efesios 5:29.) En efecto, usted puede afrontar el reto de recuperarse de la adicción.b

      No obstante, no solo se puede hacer uno adicto a sustancias. También se puede ser adicto a algunas actividades con la misma devoción y el mismo motivo que a las drogas, el alcohol y la comida. A continuación se tratarán algunas de estas actividades.

      [Notas a pie de página]

      a Por supuesto, las personas con trastornos del apetito no pueden abstenerse de la comida. No obstante, pueden dejar de utilizarla para mejorar su estado de ánimo. Comer en exceso, privarse del alimento, provocarse el vómito artificialmente, abusar de los laxantes y obsesionarse con la comida constituyen un patrón de comportamiento que puede reemplazarse con una dieta razonable.

      b Con el fin de seguir absteniéndose de las sustancias adictivas y avanzar en la recuperación, algunos han recurrido a un programa de rehabilitación. Son muchos los centros de tratamiento, hospitales y otras instituciones que los ofrecen, pero ¡Despertad! no respalda ninguno en particular. Todo el que desee vivir en conformidad con los principios bíblicos debe tener cuidado de no participar en actividades que pudieran llevarle a violarlos.

      [Comentario en la página 6]

      “La recuperación requiere un cambio en toda la escala de valores [del individuo].”

      Dr. Robert L. DuPont.

      [Fotografía en la página 7]

      El primer paso es la abstinencia de las sustancias adictivas

      [Fotografía en la página 8]

      Cuando los sentimientos lo abrumen, confíelos a alguien

  • Cuando algunas actividades se hacen adictivas
    ¡Despertad! 1994 | 22 de abril
    • Cuando algunas actividades se hacen adictivas

      LA ADICCIÓN a sustancias y la adicción a actividades son como dos trenes que van en la misma dirección y por la misma vía.a Ambas tienen el mismo destino o propósito: mejorar el estado de ánimo y eclipsar los sentimientos dolorosos. Veamos algunos ejemplos de adicción a actividades.

      La adicción al trabajo

      La adicción al trabajo se ve como algo respetable. Al fin y al cabo, los laboradictos son excelentes empleados. No obstante, en su interior quizás no se sientan realizados. El trabajo puede servir tanto para distraer la atención de los sentimientos dolorosos como para buscar obsesivamente la aprobación de otros.

      Tal como el hielo protege al patinador de ahogarse en el agua, la actividad protege al laboradicto de ahogarse en sus sentimientos. Al igual que el patinador, el laboradicto puede causar admiración en los que le contemplan. Pero todo es superficial. ¿Qué suele haber escondido debajo? Linda T. Sanford, consejera especializada en salud mental, escribe: “Cuando el laboradicto no está absorto en su trabajo, puede verse abrumado por espantosos sentimientos de depresión, ansiedad, ira, desesperación y vacuidad”.

      La inherente compulsión de muchos laboradictos hace pensar que se trata de una característica arraigada desde hace mucho tiempo, posiblemente desde la infancia. Tal fue el caso de una mujer a la que llamaremos María. Desde los 6 años trató de ganarse el cariño de su padre alcohólico esforzándose por cocinar y hacer las tareas de la casa lo mejor posible. Ella dice: “Llegó a ser algo compulsivo. Pensaba que mi padre me amaría si hacía más o lo hacía mejor. Todo lo que recibí a cambio fueron críticas”.

      María es ya una mujer adulta, pero sigue luchando con este modo de pensar erróneo. Confiesa: “Todavía me siento inútil en mi interior. Aún tengo la sensación de que debo ganarme el cariño, de que no valgo nada a menos que rinda. En las reuniones sociales me agoto cocinando y sirviendo, como si tratara de ganarme el derecho de estar presente”.

      Las personas que son como María necesitan tener una visión equilibrada del trabajo. Es cierto que la Biblia encomia el trabajo diligente. (Proverbios 6:6-8; 2 Tesalonicenses 3:10, 12.) El propio Jehová Dios es productivo (Salmo 104:24; Juan 5:17), pero nunca compulsivo. Jehová no solo vio que sus obras creativas eran buenas una vez quedaron terminadas, sino también durante el proceso de creación. (Génesis 1:4, 12, 18, 21, 25, 31; compárese con Eclesiastés 5:18.)

      El Obrero Maestro de Jehová Dios, su Hijo Jesús, también manifestó satisfacción personal en su trabajo. (Proverbios 8:30, 31.) Y Jesús prometió a sus seguidores que ellos igualmente hallarían refrigerio al trabajar con él. Aunque hicieron juntos una asignación de suma importancia, eso no les impidió descansar. (Mateo 11:28-30; Marcos 6:31; compárese con Eclesiastés 4:6.)

      Quizás su padre o su madre le dieron a entender que su valía personal dependía de su rendimiento o que se le negaría el cariño hasta que se lo ganase. Le aliviará saber que Jehová no ve bien esta forma de educar a los hijos. Su Palabra aconseja: “Padres, no estén exasperando a sus hijos, para que ellos no se descorazonen [“no se acomplejen”, González Ruiz]”. (Colosenses 3:21.) Jehová no niega su amor hasta que la persona se lo gana. No ofrece su amor solo después que alguien empieza a amarle y servirle. Al contrario, la Biblia nos dice que “él nos amó primero”, sí, hasta tomó la iniciativa de amarnos “mientras todavía éramos pecadores”. (1 Juan 4:19; Romanos 5:6-8.) Además, Jehová no critica nuestros esfuerzos sinceros por hacer su voluntad. Por consiguiente, lo que motiva nuestro servicio a Dios es el profundo amor que le tenemos.

      La teleadicción

      Hay quienes consideran una adicción ver demasiada televisión. “De una manera no muy diferente a como sucede con las drogas o el alcohol —escribe Marie Winn en The Plug-In Drug (La droga que se enchufa)—, el uso compulsivo de la televisión permite al espectador aislarse del mundo real y entrar en un estado mental pasivo y agradable.”

      Por supuesto, no hay nada malo en distraerse de las responsabilidades de la vida, siempre y cuando sea temporalmente. Pero algunos telespectadores no regresan nunca a la realidad. Cierto esposo que de pronto se quedó sin poder ver la televisión porque el aparato se había estropeado, confesó: “Me da la impresión de que durante todos estos años he tenido la voluntad completamente momificada. He vivido pegado al televisor sin poder soltarme”. Un joven llamado Kai describe una compulsión similar: “No quiero ver tanta televisión, pero no lo puedo evitar. La televisión me controla”.

      Ver demasiada televisión obstruye la capacidad de pensar. La Biblia recomienda la reflexión meditativa, y para ello hace falta cierto grado de soledad. (Josué 1:8; Salmo 1:2, 3; 145:5; Mateo 14:23; Lucas 4:42; 5:16; 1 Timoteo 4:15.) Pero a muchas personas les asusta la soledad. Se ponen muy nerviosas cuando hay silencio. Temen encontrarse a solas con sus pensamientos. Buscan desesperadamente algo que llene ese vacío. Lo más cómodo para ellas es encender el televisor. Sin embargo, aun en el mejor de los casos, la televisión no es más que un sucedáneo de la vida real.

      El juego compulsivo

      El juego hunde sus raíces en la avidez. Pero el juego compulsivo suele ser mucho más que una cuestión de dinero.b “Necesitaba la ‘euforia’ para escapar de la realidad —dice Nigel—. Era exactamente igual que tomar una droga.” Para el jugador compulsivo, estar jugando ya es en sí una recompensa. Las consecuencias son irrelevantes. Nigel perdió sus amigos; otros pierden sus familias; muchos, su salud, y prácticamente todos, su dinero. Pero pocos lo dejan, pues no se trata de ganar o perder. Es el estar jugando lo que cambia el ánimo y produce una sensación semejante a la euforia que causan las drogas.

      El juego puede distraer la atención de los problemas de la vida, pero no los elimina. Un hombre herido de gravedad necesita algo más que un calmante. Hay que curar sus heridas. Si ciertas heridas emocionales han llevado a una persona al juego, es necesario que las identifique y las cure. Aunque se requiere valor, a la larga compensa.

      Cómo liberarse

      Para liberarse de cualquier adicción, no se puede ignorar cuál es la angustia interna que muchas veces la alimenta. El adicto debe procurar atacar el origen del problema, y eso es muy difícil. “No se pueden dejar treinta años de drogas y alcohol así como así —dice un ex adicto—, especialmente si la adicción camuflaba un problema profundamente arraigado.”

      Pero merece la pena liberarse de las adicciones. María, la trabajadora compulsiva mencionada antes, lo describe muy bien. “Por años —dice— estuve huyendo de cosas que me daba miedo afrontar. Pero ahora que me he encarado a ellas, es asombroso lo insignificantes que me parecen.”

      Lo mismo han experimentado muchos de los que han conseguido vencer la adicción. En lugar de continuar como “esclavos del vicio”, han pedido en oración “el poder que es más allá de lo normal” para encararse con éxito al reto de vencer la adicción. (2 Pedro 2:19, La Biblia interconfesional. Nuevo Testamento; 2 Corintios 4:7.)

      [Notas a pie de página]

      a Es una cuestión muy controvertida determinar lo que puede calificarse de adicción y lo que no. Hay quienes prefieren catalogar de “compulsiones” a las actividades adictivas. En estos artículos analizamos el papel de las adicciones como “vías de escape” emocionales. En vista de que también puede recurrirse a algunas actividades con dicho fin, en este artículo nos referiremos a ellas como “adicciones”.

      b A diferencia de la actitud de los cristianos con respecto al trabajo y la televisión, estos evitan por completo todo tipo de juego de azar. (Compárese con Isaías 65:11.) Si se desea más información, véase la revista ¡Despertad! del 8 de junio de 1992, páginas 3-11.

      [Comentario en la página 9]

      ‘El término adicciones puede aplicarse a toda clase de comportamiento compulsivo.’

      Dr. J. Patrick Gannon.

      [Fotografía en la página 10]

      Al laboradicto, el trabajo le parece más importante que la familia

      [Fotografía en la página 10]

      El juego cambia el ánimo y produce una sensación como la que causan las drogas

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